La experiencia pascual renueva la vida
de los primeros discípulos. El descubrimiento de un Jesús vivo y resucitado
entre ellos se constituye en el centro en torno al cual se construye la
comunidad. Es sólo en un contexto de Pan y Palabra compartidas en el que se
hace creíble la resurrección del Señor.
Jesús sigue ofreciéndonos hoy su mensaje
de vida y salvación. La coherencia de nuestra vida, el imperativo del
mandamiento del amor y nuestro compromiso en la lucha contra el pecado del
mundo son condiciones necesarias para reconocer a ese Cristo, vencedor de la
muerte, que camina a nuestro lado.
Hoy se hace necesaria una labor de
reinvención de nuestras comunidades cristianas para hacerlas capaces de ese
éxodo exterior imprescindible para mostrar al mundo la realidad, vigente y
operante, de la resurrección.
DIOS
NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.
II
LECTURA
La
nueva Vida plena que tiene Jesús es también la posibilidad de nueva vida para
todos. Los pecadores pueden acercarse confiados porque Jesucristo ofrece a todos
la posibilidad de participar de su vida de amor. Así lo anunciaron los
Apóstoles y así lo seguimos proclamando hoy.
Lectura
de los Hechos de los Apóstoles 3, 13-15. 17-19
En aquellos días, Pedro dijo al pueblo:
“El Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, el Dios de nuestros
padres, glorificó a su servidor Jesús, a quien ustedes entregaron, renegando de
él delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad. Ustedes
renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un
homicida, mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los
muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Ahora bien, hermanos, yo sé que
ustedes obraron por ignorancia, lo mismo que sus jefes. Pero así, Dios cumplió
lo que había anunciado por medio de todos los profetas: Que su Mesías debía
padecer. Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados
sean perdonados”.
Palabra de Dios.
Salmo
4, 2. 4. 7. 9
R.
Muéstranos, Señor, la luz de tu rostro.
Respóndeme cuando te invoco, Dios, mi
defensor, tú, que en la angustia me diste un desahogo: Ten piedad de mí y
escucha mi oración. R.
Sepan que el Señor hizo maravillas por
su amigo: Él me escucha siempre que lo invoco. Hay muchos que preguntan:
“¿Quién nos mostrará la felicidad, si la luz de tu rostro, Señor, se ha alejado
de nosotros?”. R.
Me acuesto en paz y en seguida me
duermo, porque sólo tú, Señor, aseguras mi descanso. R.
II
LECTURA
¿Qué
es conocer a Dios? Ciertamente Dios es más grande que lo que nuestros
pensamientos pueden abarcar. Pero la Carta nos dice que hay un conocimiento
experiencial y sabio que sí es posible: viviendo en el amor, conocemos cómo es
Dios.
Lectura
de la primera carta de san Juan 2, 1-5a
Hijos míos, les he escrito estas cosas
para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre:
Jesucristo, el Justo. Él es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no
sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. La señal de que
lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos. El que dice: “Yo lo conozco”,
y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero
en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud.
Palabra de Dios.
ALELUYA cf. Lc 24, 32
Aleluya. Señor Jesús, explícanos las
Escrituras. Haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas. Aleluya.
EVANGELIO
El
Resucitado es el mismo hombre que caminó con su comunidad y que sufrió en
Jerusalén. El modo actual de su presencia, resucitado, es una continuidad de lo
que fue su vida terrena cuando él hablaba y compartía la mesa. Estar con el
Resucitado es repetir la experiencia comunitaria de la mesa, donde hay lugar y
alimento para todos.
Ì Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Lucas 24, 35-48
Los discípulos, que retornaron de Emaús
a Jerusalén, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se
apareció en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Atónitos y llenos
de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: “¿Por qué están
turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo
mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo
tengo”. Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y
la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les
preguntó: “¿Tienen aquí algo para comer?”. Ellos le presentaron un trozo de
pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos. Después les dijo:
“Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla
todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los
Salmos”. Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras,
y añadió: “Así estaba escrito: El Mesías debía sufrir y resucitar de entre los
muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía
predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.
Ustedes son testigos de todo esto”.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS
LA PALABRA
Los cristianos proclamamos que la resurrección del
Señor Jesús es la experiencia fundante de nuestra fe.
Las escenas evangélicas de este tiempo de Pascua y
el acercamiento a la vida de las primeras comunidades a través de la lectura de
los Hechos de los Apóstoles, dejan clara la magnitud de esta experiencia en
aquellos primeros discípulos: unos individuos y unas comunidades que enfrentan
el fracaso aparente del proyecto que ha venido dando sentido a sus vidas y que
a la luz de la vivencia pascual son capaces de engendrar una nueva dinámica
marcada por la alegría del encuentro y por el coraje del anuncio.
La frecuencia con que los relatos de las
apariciones muestran las dificultades de los discípulos para acoger y reconocer
entre ellos a Jesús resucitado nos hablan, sin duda, de la historicidad de esta
situación. Será sólo después de un camino de incertidumbre y duda que aquellas
comunidades descubren junto a ellos a un Cristo vivo y presente, operante en la
historia. Es ahí cuando aparece la certeza de la resurrección.
En la catequesis de Lucas, la presencia resucitada
de Jesús se muestra como centro y fundamento de la comunidad. Este es el
espacio privilegiado para realizar ese descubrimiento y es a la comunidad a la
que Jesús desea y transmite la paz en su sentido más hondo: la confianza, la
serenidad, la vida plena...
La insistencia en los elementos materiales del
encuentro (mostrar manos y pies, comer junto a ellos...) nos indican la
voluntad del evangelista de afirmar la total identidad entre el crucificado y
el resucitado. No se trata de una experiencia ilusoria o delirante. Aquel
Jesús, aunque distinto y en cierto modo irreconocible, es el mismo con el que
recorrieron los caminos de Palestina proclamando un tiempo nuevo, anunciando la
salvación a su pueblo.
Es ahora, a la luz de la presencia resucitada de
Jesús, que la comunidad es capaz de acceder al sentido profundo de la
Escritura. Ahora se da cumplimiento a las promesas, porque todo lo dicho ha
llegado a su culminación.
Sin embargo, estamos lejos de describir una
situación que tuviera una voluntad autocomplaciente. El ensimismamiento de la
comunidad que sucede a la experiencia del fracaso de la cruz, se convierte - a
la luz de la resurrección- en un impulso hacia afuera, orientado a la misión.
En un tiempo que seguramente es también para
nosotros de inquietud y cierta desesperanza, los cristianos estamos hoy
llamados a hacer un camino semejante al de los primeros discípulos. En gran
medida la intemperie exterior ha ido alimentando nuestros miedos, encerrándonos
en entornos cálidos, que nos invitan a vivir en la seguridad de los nuestros.
La resurrección del Señor nos urge antes que nada a
la tarea de construcción de la comunidad, pues es sólo en ese contexto en el
que Jesús se nos revela.
- Comunidades que recuperen el sentido originario
del Pan y la Palabra. Pan que se comparte en la mesa del mundo, llamado a ser
espacio de fraternidad. Palabra que nos recuerde la pasión de nuestro Dios por
todo lo humano.
- Comunidades capaces de transparentar la presencia
viva de Jesús por los caminos de nuestra historia, a través de su compromiso
eficaz con la vida en dignidad de los seres humanos.
- Comunidades reconocibles -como apunta la carta de
Juan- en la medida de su empeño por arrancar el pecado del mundo. Un pecado que
descubrimos hoy institucionalizado y que muestra el rostro de una sociedad de
mercado deshumanizada, de la exclusión intolerable de millones de hermanos y
hermanas.
- Comunidades apasionadas por llevar una Palabra de
esperanza en otra realidad posible a los crucificados de la historia y
valientes en la denuncia de todo aquello que contradice el plan de felicidad y
plenitud que Dios tiene para todos sus hijos e hijas.
ESTUDIO
BÍBLICO
Primera lectura: Hechos 3,13-15.
17-19
Marco: Esta lectura
forma un conjunto con el milagro realizado por Pedro y Juan en favor de un
paralítico. Este acontecimiento asombra a la gente y da ocasión a Pedro para
proclamar el segundo discurso kerigmático o discurso testimonial acerca de la
Resurrección de Jesús. Lo que proclamamos ahora forma parte de este discurso.
Reflexiones:
1ª) ¡Los Apóstoles sólo son
instrumentos en manos de Dios!
Israelitas, ¿de qué os admiráis?, ¿por
qué nos miráis como si hubiésemos hecho andar a éste por nuestro propio poder o
virtud?
Para la adecuada compresión de este
discurso kerigmático de Pedro es necesario recordar algunos rasgos de la
antropología hebrea en la que están pensados y redactados los textos bíblicos.
Para un hebreo, alguien que ha muerto no puede realizar ya su actividad propia.
Pedro y Juan se encuentran con un paralítico mendigando. Los dos apóstoles
ofrecen al paralítico lo que tienen: "en el nombre de Jesucristo Nazareno,
echa a andar". Y se realiza el milagro. Este acontecimiento se convierte
en un signo altamente indicativo de algo más importante, a saber, de que Jesús
está vivo porque en su nombre se ha realizado la maravilla. Y si está vivo ha
resucitado, porque murió realmente en la cruz. Esta es la conclusión que deduce
un contemporáneo de Jesús. Jesús sigue ahora y para siempre ejerciendo su
actividad salvadora porque está resucitado. En estos momentos es necesario que
los creyentes vivamos esta profunda convicción en medio de nuestro mundo.
2ª) ¡Siempre es tiempo de volver
atrás en el camino equivocado!
Rechazasteis al santo, al justo...
matasteis el autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y
nosotros somos testigos... Sé que lo hicisteis por ignorancia y vuestras
autoridades lo mismo... arrepentíos y convertíos. El Nuevo Testamento nos ha
dejado un testimonio suficientemente preciso y determinado sobre el destino del
pueblo de Dios aunque no exento de dificultades (Rm 9-11). Dios es fiel a sí
mismo y no puede negarse a sí mismo ni anular las promesas. Las puertas de la
salvación siguen abiertas para su pueblo elegido aunque históricamente fueron
los ejecutores de la muerte del Mesías. El recurso de Pedro a la ignorancia es
un excelente testimonio apostólico de este plan. Tienen una salida: reconocer
que se equivocaron. Siempre es posible el encuentro con el Dios fiel y
misericordioso. Fue una palabra alentadora y lo es ahora también. Dios es fiel
a sus palabra y a su proyecto, aunque respeta siempre la decisión libre del
hombre.
Segunda lectura: 1 Juan 2,1-5a
Marco: Este fragmento
está enmarcado en un contexto inmediato que tiene como tema general que es
necesario caminar en la luz. Dios es luz (1,5-2,6). Y tiene como finalidad en
la pluma del autor salir al paso de aquellos que en su tiempo enseñaban que una
vez aceptado el bautismo los creyentes se convertían en impecables. Es un
error, afirma el autor de la carta. Pero aunque esto fuera lo normal, la
historia enseña otra realidad. En ese caso no hay que perder la confianza
porque tenemos un Mediador-Intercesor junto al Padre siempre.
Reflexiones:
1ª) ¡Jesús es nuestro
Mediador-Intercesor ante el Padre!
Os escribo esto para que no pequéis.
Pero si alguno llegara a pecar, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a
Jesucristo el Justo.
Ciertamente la fuerza regeneradora del Bautismo (incorporación real aunque sacramental a Jesús vencedor del pecado y de la muerte) puede asegurar al hombre la permanencia en la vida nueva. Por eso el autor utiliza una forma literaria que equivaldría a decir: es difícil que un verdadero miembro de Jesús peque, pero se diera esta circunstancia no debe perder la esperanza porque Jesús está junto al Padre intercediendo y abogando por él. Y lo puede hacer porque es Justo, porque agradó siempre a Dios y realizó lo que le agradaba. Es un punto de referencia válido para todos los tiempos y todas las personas. Sale al encuentro de dos realidades: se puede vencer la tentación siempre porque Jesús y el Espíritu salen al encuentro del hombre para que pueda vencer pero en caso contrario Dios no abandona al hombre a una irremediable desesperación. Le promete su cercanía y su reconciliación; la vuelta a la casa paterna (parábola del hijo pródigo).
2ª) ¡Jesús ofrece la salvación a
todo el mundo!
Él es víctima de propiciación por
nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo
entero. Una vez más sale a nuestro encuentro la afirmación de que la oferta de
salvación por parte de Dios en favor de los hombres es firme y universal.
Jesucristo en la Cruz es la oferta de salvación para todo el mundo. Porque en
la Cruz ha roto todos los muros de separación superando la comprensión del
judaísmo contemporáneo que distinguía entre el pueblo de Israel y los
"gentiles". El autor de esta carta ofrece la misma enseñanza que el
autor de la carta a los Efesios en un texto admirable: porque cristo es nuestra
paz. Él ha hecho de los dos pueblos uno solo, destruyendo el muro de enemistad
que los separaba...Él ha reconciliado a los dos pueblos con Dios uniéndolos en
un solo cuerpo por medio de la Cruz y destruyendo la enemistad (Efesios
2,11-22).
Tercera lectura: Lucas 24,35-48
Marco: es la última
aparición de Jesús Resucitado a los Apóstoles que se encuentran reunidos en
Jerusalén. La escena se produce después del encuentro de Jesús con los dos
discípulos camino de Emaús. la escena se desarrolla alrededor de dos
pensamientos fundamentales: el reconocimiento de Jesús como resucitado y el
envío a su tarea evangelizadora por el mundo.
Reflexiones:
1ª) ¡La paz es el saludo del
Resucitado!
Se presentó Jesús en medio de sus
discípulos y les dijo: Paz a vosotros. Llenos de miedo por la sorpresa, creían
ver un fantasma. El tema de la paz está presente de una manera insistente en la
vida humana de Jesús: aparece en su nacimiento (canto de los ángeles en su
aparición a los pastores); la predicó insistentemente convirtiéndola en una
bienaventuranza: dichosos los que promueven la paz; uno de los frutos más
importante de la Cruz es la paz: haciendo la paz por la sangre de su Cruz; y es
el saludo repetido en sus apariciones a los apóstoles después de la
Resurrección. Dios es un Dios de paz y no de aflicción (Isaías). la paz que es
la síntesis de todos lo bienes que pueden hacer al hombre feliz en su
globalidad. Es la síntesis de todos los bienes salvíficos. Jesús la hizo
posible por la sangre de su Cruz. Y ahora la entrega como distintivo y tarea de
sus apóstoles en la misión que van a realizar.
2ª) ¡Encuentro con el Jesús real
pero en un estado totalmente nuevo y para siempre!
¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen
dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona...
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. El relato de Lucas trata de
presentar, de la forma más plástica posible, el acontecimiento de la
Resurrección utilizando las expresiones hebreas para definir la realidad humana
concreta del hombre. La Resurrección de Jesús desbordó ciertamente todas las
fronteras de tiempo y espacio y todas las previsiones de los anuncios antiguos.
Pero ocurrió realmente. Para expresar esta realidad de la Resurrección (que es
un misterio desbordante) Lucas utiliza y recurre a estas expresiones que describen
la realidad humana concreta.
Los creyentes se encuentran ante un
misterio admirable, la maravilla de las maravillas de Dios, que da sentido
nuevo a toda la historia humana. Todo el hombre es invitado a participar, en
Cristo y por medio de Él, en la nueva oferta de la vida por medio de la
Resurrección. Todos los hombres y todo el hombre es invitado a la nueva vida
que no terminará jamás. Es la respuesta a la inquietante pregunta de todos los
hombres: ¿después de la muerte queda alguna esperanza? Y Dios responde que sí
ofreciendo a la humanidad la realidad plena de Jesús Resucitado.
3ª) ¡Dios lo tenía todo previsto
en su plan de salvación contando con la historia humana!
Esto es lo que os decía mientras estaba
con vosotros: que todo lo escrito en la Ley y en los profetas y salmos acerca
de mí, tenía que cumplirse. Jesús Resucitado es el cumplimiento acabado de
todas las esperanzas anunciadas, aunque superándolas ampliamente. Tanto la Cruz
como la Resurrección forman parte de un proyecto que Dios ha preparado y ha
cumplido cuidadosamente. Esta es la afirmación más creíble de su fidelidad. Y
es la oferta más consoladora para la humanidad que necesita urgentemente esta
esperanza. El evangelista, recogiendo unas palabras que atribuye al Resucitado
mismo, entiende que en toda la Escritura entendida globalmente (esto significa
Ley, Profetas y Salmos, forma de expresar el canon completo de las Escrituras
del Antiguo Testamento) aparece esta oferta de Dios en forma de anuncio. Es
todo el conjunto del plan de Dios el que tiene su realización. Hoy, acaso más
que nunca, es necesario que el testimonio vivo de los creyentes por medio de
sus vidas y de su palabra, anunciemos al mundo esta realidad de la Resurrección
como expresión de la fidelidad de un Dios que ama a la humanidad y la quiere en
la vida. Porque nuestro Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo es un Dios de
vivos no de muertos.
4ª) ¡La misión universal tarea encomendada a los Apóstoles por el Resucitado!
Así estaba escrito: el Mesías padecerá,
resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la
conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por
Jerusalén. Una lectura atenta de los evangelios nos cerciora de una realidad
muy importante: parece que Jesús durante su vida de ministerio se centró en su
pueblo (con algunas excepciones). Mateo en el capítulo 10 nos recuerda estas
palabras de Jesús: No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de
samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mt
10,6). Realizado el Acontecimiento Pascual, tanto Mateo como Lucas nos
recuerdan el proyecto de la misión universal. Cristo Resucitado y Glorioso
envía a sus Apóstoles a anunciar el Evangelio a todas las gentes comenzando por
Jerusalén: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id pues y
haced discípulos a todas las gentes...(Mt 28,18-19). Recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén,
en toda Judea, y hasta los confines de la tierra (Hch 1,8). Y el texto del
fragmento del evangelio de Lucas que estamos comentando. Jesús, en la Cruz, ha
derribado todos los muros de separación entre los hombres y entre los pueblos
(Ef 2,13ss). La universalidad de la misión arranca del Resucitado y es
acompañada por el Resucitado. La esperanza de una vida imperecedera conquistada
y ofrecida por Jesús Resucitado es para todos los hombres. Con esta seguridad y
urgencia estamos invitados a ser testigos convincentes en medio de nuestro
mundo hoy y siempre.
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