“Lo seguía mucha
gente…”
En este domingo interrumpimos la lectura
del Evangelio según san Marcos que veníamos siguiendo para encontrarnos a
partir de hoy con el capítulo 6 de San Juan, donde se comienza el discurso del
Pan de Vida. Donde la multiplicación de los panes y los peces es el pórtico.
Vemos al Buen Pastor del domingo pasado
poniendo en práctica la compasión que siente por la multitud hambrienta por las
ovejas que vagan sin pastor y sin alimento.
La liturgia nos trae este símbolo de la
Eucaristía donde se unen los dones de los hombres (pan y vino, pan y peces),
con la bendición de Dios, dando lugar a la sobreabundancia o lo que es lo mismo
la vida para el hombre unido a Dios en el cuerpo y en el espíritu.
DIOS
NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
El
milagro de Eliseo muestra el poder de Dios, pero también su confianza en que
Dios no dejará que sus hijos mueran de hambre. Él no quiere pan para sí mismo
ni para guardar, sino para compartirlo.
Lectura
del segundo libro de los Reyes 4, 42-44
En aquellos días llegó un hombre de Baal
Salisá, trayendo pan de los primeros frutos para el profeta Eliseo, veinte
panes de cebada y grano recién cortado, en una alforja. Eliseo dijo: “Dáselos a
la gente para que coma”. Pero su servidor respondió: “¿Cómo voy a servir esto a
cien personas?”. “Dáselos a la gente para que coma, replicó él, porque así
habla el Señor: ‘Comerán y sobrará’”. El servidor se lo sirvió; todos comieron
y sobró, conforme a la palabra del Señor.
Palabra
de Dios.
Salmo
144, 10-11. 15-18
R.
Abres tu mano, Señor, y nos colmas con tus bienes.
Que todas tus obras te den gracias,
Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen
tu poder. R.
Los ojos de todos esperan en ti, y tú
les das la comida a su tiempo; abres tu mano y colmas de favores a todos los
vivientes. R.
El Señor es justo en todos sus caminos y
bondadoso en todas sus acciones; está cerca de aquéllos que lo invocan, de
aquéllos que lo invocan de verdad. R.
II
LECTURA
San
Pablo nos recomienda cómo asumir la vida desde la fe y el amor. Todo lo que nos
dice nos servirá para vivir la vocación a la que hemos sido llamados, porque el
llamado tiene que hacernos cambiar el modo de vivir.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 4, 1-6
Hermanos: Yo, que estoy preso por el
Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han
recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente
por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu, mediante el vínculo de la
paz. Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a
la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un
solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos,
que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.
Palabra de Dios.
ALELUYA Lc 7, 16
Aleluya. Un gran profeta ha aparecido en
medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo. Aleluya.
EVANGELIO
“Frente
a una multitud confundida, Jesús de Nazaret se aleja, sube a una montaña y
quiere aprovechar la oportunidad para vacunar a sus discípulos para que no
caigan en la tentación de también buscar primeramente los milagros y luego, muy
luego, la justicia. Asume la posición de todo maestro que va a dar una lección:
se sienta. El cuerpo siempre habla en el silencio de los gestos.
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Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan 6, 1-15
Jesús atravesó el mar de Galilea,
llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía
sanando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus
discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los
ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: “¿Dónde
compraremos pan para darles de comer?”. Él decía esto para ponerlo a prueba,
porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Doscientos denarios
no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan”. Uno de sus
discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un niño que
tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta
gente?”. Jesús le respondió: “Háganlos sentar”. Había mucho pasto en ese lugar.
Todos se sentaron y eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio
gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los
pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos,
Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran, para que no se
pierda nada”. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que
sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de
hacer, la gente decía: “Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al
mundo”. Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se
retiró otra vez solo a la montaña.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS
LA PALABRA DE DIOS.
El hombre está hecho para la vida
"Lo seguía mucha gente porque había
visto los signos que hacía con los enfermos". En esta pequeña frase del
texto se refleja claramente como el hombre está hecho para la vida, como la
presencia de Dios en nuestras vidas es consuelo y ayuda ante el sufrimiento,
ante el dolor de la enfermedad que en muchos casos nos aqueja de forma
inesperada y dura. Sí, los hombres buscaban a Jesús por sus signos con los
enfermos, manifestación del poder de Dios entre los débiles.
Vemos como el hombre se acoge a Dios a
través de su Hijo, de su Profeta (como más adelante se lo nombrará en este mismo
relato evangélico). Jesús el Dios de la vida, el que es seguido por multitudes
que buscan consuelo en sus cuerpos dolientes.
La suma de Dios y los hombres
"Doscientos denarios de pan no
bastan para que cada uno le toque un pedazo" Es muy curiosa la anotación
del evangelista "bien sabia él lo que iba a hacer". La multiplicación
de los panes y los peces, figura de la Eucaristía también nos pone delante cual
es la actitud con la que debemos acercarnos a Dios y al Sacramento; y cuál es
la actitud la cual debemos revisar en nosotros para ser creyentes y discípulos
verdaderos y creíbles de Jesús.
Ante todo debemos ser hombres y mujeres
de Fe; estar abiertos a la sorpresa de la acción de Dios y no sobreponer
nuestros pobres criterios humanos ante los planes de Dios. Dios nunca se deja
ganar en generosidad y eso del ciento por uno se hace latente en nuestro
quehacer diario. Cuando entregamos cuanto tenemos y cuanto somos en Sus manos y
no titubeamos en buscar dentro de nuestras cortas mentes soluciones al problema
prácticamente imposible que se nos plantea. Para vivir desde esta clave
necesitamos un trato asiduo e íntimo con Jesús-Eucaristía, que se hace alimento
para el cuerpo y el espíritu, que se multiplica en el filo de una montaña a una
multitud hambrienta y se me ofrece a mí en la comunión cada día; que está
presente en la acción de gracias y en el que sufre; en el corazón de aquel que
le busca tan solo para saciar su hambre o su dolor corporal y en aquel que
desea en lo profundo de su corazón ser una sola cosa con Él.
ESTUDIO BÍBLICO.
Compartir el pan, compartir la vida.
Iª Lectura: 2Reyes 4,42-44: El milagro
de repartir lo poco que se tiene
I.1. La primera lectura de este domingo
forma parte de un ciclo de milagros de Eliseo, el discípulo de Elías, que muy
posiblemente se trasmitió entre sus discípulos. Esas tradiciones se
transformaron, sin duda, para poner de manifiesto la grandeza de este hombre de
Dios. Se ha escogido el final de ese ciclo, que lo acorde para este domingo,
con objeto de servir de preparación al relato de la multiplicación de los panes
que se ha de leer en el evangelio. Si nos fijamos bien, el relato no describe o
especifica ningún gesto extraordinario por el que se lleve a cabo el dar de
comer a todos los que siguen al profeta, sino que toda la fuerza de lo que se
ha de hacer está en las palabras de Dios, a las que hace referencia el profeta
como si se tratara de un dicho popular y sagrado. El mismo salmo interleccional
del día (Sal 144) podría ser un apoyo a esta apelación profética. Ellos
comieron, se saciaron y sobró, según las palabras del Señor.
I.2. El relato es legendario, sin duda,
y probablemente se conservaba como una historia religiosa testimonial y
ejemplar en los círculos de profetas, los que en los momentos más difíciles
piden al pueblo que confíen en Dios por encima de todas las cosas. De hecho, en
la lectura de hoy se describe como situación previa una gran hambre que había
en la región. Los primeros frutos de la cosecha sirvieron para que todos, al
compartir lo necesario, pudieron subsistir. Porque en estas situaciones límites
lo más injusto es que unos pocos acumulen y otros pasen hambre; esta, creemos,
es la lección de esta historia religiosa de Eliseo. Confiar y repartir; eso es
lo que pide el profeta y por ello acontece lo extraordinario de que haya para
todos. Estas historias han sido muy proverbiales en los círculos religiosos y
de los santos. Lo importante no es verificar los detalles de su historicidad,
sino cómo pueden servir de modelo para ayudar a los necesitados y compartir lo
poco que se tiene. El hombre que le trajo al profeta los panes y la harina
quería hacerle a él un don personal para que no pasara hambre. Pero el profeta
lo repartió entre todos (este es el milagro) y todos se saciaron.
IIª Lectura: Efesios (4,1-6): La unidad
de la Iglesia
II.1. La segunda lectura, de la carta a
los Efesios, es el comienzo de la sección parenética, es decir, aquella en la
que después de una gran reflexión teológica sobre Cristo y la Iglesia, se pide
a la comunidad cómo llevar a la práctica toda aquella teología. Es una
exhortación a mantener la unidad por encima de todas las cosas, ya que Dios nos
ha llamado a una gran esperanza. La exhortación inicial (v.1) apela a la
vocación cristiana que todos hemos recibido. Y por lo mismo, en los vv. 2-6 se
describe en qué consiste la vida interna de la Iglesia. Se señalan la humildad,
la mansedumbre, la magnanimidad y el amor. Son valores de identidad verdadera
que introducen los vv.4-6: la unidad de la Iglesia (cuerpo) en el Espíritu.
II.2. Todos hemos escuchado muchas ese
canto que proclama «un sólo Señor, una sola fe, un sólo bautismo»; es nuestro
texto de hoy de la carta a los Efesios. Se afirma que es una cita litúrgica que
se cantaba en la liturgia bautismal, y que tiene unas ciertas reminiscencias de
la confesión de fe que encontramos en el Shema de Israel (es la oración judía
por antonomasia. Está formada por tres pasajes: Dt 6,4-9; 11,13-21; Num
15,37-41): Yahvé es nuestro único Dios y no hay otro fuera de El, que los judíos
piadosos repiten dos o tres veces al día. Lo que se quiere poner de manifiesto,
pues, con el texto cristiano de la carta a los Efesios es la unidad de la
comunidad como cuerpo de Cristo: un sólo Señor, una sola fe y un solo bautismo,
que fundamenta su unidad en Dios como Padre de todos.
Evangelio: Juan (6,1-15): Saciar el
hambre sin dinero
III.1. El evangelio de hoy está tomado
de San Juan. Sabemos que el c. 6 es una de las obras maestras de la teología y
la catequesis de San Juan, y por ello se ha escogido este capítulo, que se nos
servirá en cinco domingos para que la comunidad pueda enriquecerse con esta
alta y hermosa catequesis del pan de vida. Hoy se nos lee el milagro ( el
signo, mejor) de la multiplicación, que sirve de introducción a toda la
reflexión posterior. Es uno de los
signos con los que está elaborada la narrativa del evangelio de Juan y que ha
sido muy comentada entre los especialistas. En realidad es el que más
semejanzas tiene con los relatos de la multiplicación de los panes de los
sinópticos (cf Mc 6,30-44; 8,1-10), aunque nos propone algunos detalles que
pueden servir muy bien a la teología propia de este evangelista.
III.2. Estaba cercana la Pascua, la gran
fiesta judía, lo que enmarca muy bien las pretensiones teológicas del
evangelista. De hecho, hay algunos elementos que nos recuerdan momentos de la
vida del pueblo en el desierto: las penurias, el hambre, la intervención de
Moisés, el maná… Jesús pregunta a sus discípulos qué pueden hacer con tanta
gente como les sigue e inquiere cómo darles de comer. Es como el relato de
Eliseo de la primera lectura; y Andrés, uno de los primeros discípulos, señala,
no inocentemente, a alguien que tiene como un tesoro en aquella situación:
cinco panes y dos peces ¿se los puede guardar para sí? ¡No es posible!. Vemos
que la solución del dinero para comprar pan para todos es imposible, porque el
dinero muchas veces no es la solución del hambre en el mundo.
III.3. El milagro de Jesús consistirá
precisamente en hacer que el pan se comparta y se multiplique sin medida. No se
saca de la nada, sino de poco (aunque para aquél joven es mucho). Pero el joven
no se lo ha guardado para sí, y Jesús ha hecho posible que el compartir el pan
sea compartir la vida. La gente vio a Jesús como un profeta (otra referencia al
texto de Eliseo) y considerando que querían hacerlo rey por este gesto extraordinario
se marcho a la soledad. Lo que vendrá después será una reflexión de la teología
de cómo Dios comparte su vida con nosotros, por medio de Jesucristo. ¿Es
posible decir muchas más cosas de este relato o signo milagroso? No es útil
hacer grandes alardes de tipo histórico sobre cómo han nacido este tipo de
relatos de la multiplicación de los panes y qué hecho concreto y memorable
sustenta una narración o una tradición como esta.
III.4. En este caso de Juan sabemos muy
bien que a las pretensiones del evangelista, como es su costumbre, este
“signo/sêmeion” (él no les llama milagros) le sirve de base y de apoyo para
construir el extraordinario discurso del pan de vida, como el maná que viene
del cielo, que ha de leerse en domingos sucesivos, y que vine a continuación de
nuestro relato. Todas las aportaciones originales o difíciles que se han dado
sobre el particular no nos llevaría ni a solucionar la historicidad de este
tipo de hechos, ni a remediar el hambre en el mundo. Pero sí hay una cosa
clara: sea así o de otra manera lo que sucediera en un hecho memorable de
Jesús, entre sus discípulos y las gentes que le seguían, el hambre no se
arregla con milagros ni con dinero. El camino es, como el texto lo pone de
manifiesto: compartir lo que se tiene en beneficio de todos. ¿Podría ser de
otra manera? ¡desde luego que no! La Iglesia y la humanidad entera están
llamadas a “reproducir” este milagro, este “signo” del compartir, entre tantos
grupos y tantos pueblos que no pueden comer ni pagar la deuda que los empobrece.
Otro tipo de lectura e interpretación de nuestro relato no tendría sentido hoy.
La “apologética” del poder divino y extraordinario de Jesús o de Dios no daría
de comer a tantos que hambrean lo necesario. (Fray Miguel de Burgos Núñez O.
P.).