“Jesús dijo al
ciego, anda tu fe te ha curado”
La liturgia del día de hoy se centra en
el milagro que Jesús realiza en un ciego camino de Jerusalén. El relato
evangélico no se limita a comentar la acción sanadora de Jesús sino que va más
allá mostrándole el “camino” de su seguimiento. Es el encuentro de un pobre
hombre marginado que se identifica con Jesús Nazareno y se compromete con su
proyecto liberador.
Las otras dos lecturas de este día
también nos hablan de otros encuentros con Dios, en distintos tiempos o épocas.
En la primera, Jeremías anima a su pueblo después del cautiverio de Babilonia y
le invita a la alegría, el argumento que emplea es sencillo, que Dios es padre,
os guiará y llevará a Jerusalén por un camino llano en el que no tropezareis.
Merece la pena detenerse en el Salmo Interleccional de este día, es el Cántico
de los peregrinos que, liberados de tantos sufrimientos, caminan gozosos hacia
Jerusalén entre risas y cantares porque el Señor ha estado grande con nosotros
y estamos alegres.
También la lectura de la carta a los
Hebreos nos hace pensar en otro encuentro más íntimo y personal, a veces
olvidado, es un encuentro con el Padre a través del Sacramento de la
Penitencia. En él obtenemos el perdón de los pecados por el ministerio
sacerdotal de unos hombres que por ser humanos “están rodeados de debilidad,
para que puedan comprender a los ignorantes y extraviados”. Así define el autor
de esta Epístola lo que entiende por pecado.
DIOS
NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
Con
amor de Padre, Dios está haciendo algo nuevo. Aquí se anuncia la vida renovada.
Los primeros beneficiados son aquellos que más la esperan: los exiliados, los
ciegos, los paralíticos, las embarazadas, las madres jóvenes... En estas
personas, el don de Dios se hace patente, y con ellas, él recrea a su pueblo.
Lectura
del libro de Jeremías 31, 7-9
Así habla el Señor: ¡Griten jubilosos
por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan:
“¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!”. Yo los hago venir del
país del Norte y los reúno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos
ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡Es una gran asamblea la
que vuelve aquí! Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de
consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde
ellos no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel y Efraím es mi
primogénito.
Palabra de Dios.
Salmo
125, 1-6
R.
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!
Cuando el Señor cambió la suerte de
Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros
labios, de canciones. R.
Hasta los mismos paganos decían: “¡El
Señor hizo por ellos grandes cosas!”. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría! R.
¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los
torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones.
R.
El sembrador va llorando cuando esparce
la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas. R.
II
LECTURA
En
el antiguo Israel, los sacerdotes pertenecían a la descendencia de Aarón, se
casaban y transmitían este cargo por herencia. Por eso, el texto de hoy dice:
“Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón”.
Con Jesucristo comienza un nuevo sacerdocio, que no depende de la herencia,
sino de la gracia de Dios. Este cargo lo recibimos todos el día de nuestro
bautismo, para interceder unos por otros.
Lectura
de la carta a los Hebreos 5, 1-6
Hermanos: Todo Sumo Sacerdote del culto
antiguo es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los
hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer
dones y sacrificios por los pecados. Él puede mostrarse indulgente con los que
pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la
debilidad humana. Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los
pecados del pueblo, sino también por sus propios pecados. Y nadie se arroga
esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón. Por eso, Cristo no
se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de
Aquel que le dijo: “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”. Como también
dice en otro lugar: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de
Melquisedec”.
Palabra de Dios.
ALELUYA cf 2Tim 1, 10
Aleluya. Nuestro Salvador Jesucristo
destruyó la muerte e hizo brillar la vida, mediante la Buena Noticia. Aleluya.
EVANGELIO
¡Cuántos
son los que gritan al borde del camino! Son lo que han sido excluidos, y están
esperando una transformación que los ponga de pie. ¿Qué haremos nosotros?
¿Hacerlos callar, para que sus reclamos no nos molesten? ¿O hacernos cercanos a
ellos y decirles: “¡Ánimo, levántate!”? Quienes caminamos con Jesús, no podemos
desentendernos de los que están al borde del camino. Jesús está pasando, y
quiere todo un pueblo caminando con él.
✜
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos 10, 46-52
Cuando Jesús salía de Jericó, acompañado
de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un
mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba
Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de
mí!”. Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
“¡Hijo de David, ten piedad de mí!”. Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo”.
Entonces llamaron al ciego y le dijeron: “¡Ánimo, levántate! Él te llama”. Y el
ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le
preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Él le respondió: “Maestro, que yo
pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha salvado”. En seguida comenzó a
ver y lo siguió por el camino.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS
LA PALABRA
El ciego Bartimeo gritaba, Hijo de
David, ten compasión de mí.
Nos encontramos ante uno de los pasajes
evangélicos más conocidos, se trata de la sanación de un ciego de nacimiento
que en el encuentro con Jesús recobra la vista. La narración de este episodio
es fundamental para entender el proceso de la fe. El relato presenta unas
secuencias o pasos previos, muy sugerentes, hasta llegar a una fe viva que
culmina en el compromiso cristiano. Pasamos a comentarlo con más detalle.
El evangelio de Marcos, nos presenta a
Jesús rodeado de sus seguidores camino de Jerusalén donde va a consumar su
misión en la cruz. Es importante hacer notar que para los evangelistas este
peregrinaje hacia Jerusalén es un tiempo y una ocasión que Jesús aprovecha para
mostrar a sus seguidores, las características de su proyecto mesiánico, los
valores del Reino de Dios, e intentar cambiar su mentalidad, llamándolos a la
conversión. Sus paisanos y amigos eran gente sencilla y a la vez sincera, que
le seguían, pero su religiosidad estaba centrada en la normativa rígida de la
ley, comentada por escribas y fariseos. Su concepto de Dios se fundamentaba más
en el temor que en el amor. En este relato, nos encontramos ya en el último
tramo del camino, van dejando atrás la pequeña aldea de Jericó, ya se divisa
Jerusalén, donde Jesús consumará su acción liberadora muriendo en la cruz. El
clima y sus palabras, en este contexto, son por ello muy significativas. Es en
este escenario donde se produce el milagro en la persona del ciego Bartimeo.
Todos los detalles de este relato son muy interesantes para conocer el proceso
interior que se obra en este pobre ciego.
Está sentado al borde del camino
pidiendo limosna, en aquella sociedad era un marginado, habría pecado él o sus
padres, la cultura judía así lo veía. Era un espectador, pero había oído hablar
de Jesús, un profeta que hacía milagros. Todos estos detalles tienen la
intencionalidad de hacernos ver que no era un creyente ni un seguidor de Jesús,
era más bien un excluido que no contaba nada en una sociedad tan religiosa y
convencional.
Este hombre ciego percibe la llegada de
un personaje del que había oído hablar. Aquí comienza un proceso que despierta
un interés y una esperanza que no renuncia a la búsqueda de un remedio que
cambie su vida. A la vez, en lo más profundo de su interioridad, se despierta
su religiosidad. Hay que pensar que como israelita habría sido educado en un
clima religioso que, aunque escéptico por su situación, estaba ahí. Todo ello,
le conmueve y le lleva a gritar repetidamente: “Jesús Hijo de David, ten
compasión de mi”.
Esta exclamación es importante pues es
un modo de reconocer que aquel profeta, que pasa a su lado, no es un curandero
vulgar, ni siquiera un profeta más, por eso le llama “Hijo de David”. Estamos
ya ante un movimiento interior que le lleva hacia una expresión de auténtica fe
en Jesús, el enviado de Dios, pues todo buen judío sabía que el Mesías, sería
de la estirpe de David.
Jesús se detuvo y dijo: Llámenlo.
La gente cercana al ciego se lo comunica
diciéndole: ánimo levántate que te llama… Es importante señalar el papel de la
gente, el ánimo de la comunidad que acompaña diciéndonos que podemos
levantarnos. Todo este proceso le hace tomar conciencia de su propio valor, no
se siente ya solo, al margen de la vida, se pone en movimiento. All decir que
soltó el manto, deja el pasado, da un salto y se acerca a Jesús que le dice:
“Que quieres que haga por ti”, el ciego le contestó. “Maestro, que pueda ver”.
Jesús le cura y añade algo sustancial: Anda, tu fe te ha curado, es la
respuesta de Jesús. Viene a decirle, no soy yo, ni mi Padre, eres tú, es tú fe,
porque confías en Alguien, que está en ti y puede sanarte.
El dinamismo de la Fe Cristiana
En el proceso de la fe Dios toma siempre
la iniciativa. Así actuaba Jesús en su vida pública, pues llamaba a hombres y
mujeres a la conversión. Los evangelistas nos dicen que Jesús predicaba, que
explicaba su proyecto, lo que él llamaba el Reino de Dios o de los cielos, que
son la misma cosa, era una llamada a la conversión,pero no era una llamada a
ciegas y el seguimiento tampoco era fruto de un entusiasmo emocional. Algunos
le seguían, otros no, tendrían ataduras, verían inconvenientes que frenaban sus
deseos iniciales y se quedaban como espectadores, al margen del camino. En
ambos casos Jesús respetaba y respeta los procesos íntimos del ser humano, la
libertad interior, no se impone. El seguimiento de sus primeros discípulos era
fruto de una identificación con el proyecto del Reino, que al hacerlo suyo,
acababa en una respuesta incondicional.
Y
lo seguía por el camino…
Al llegar a este punto, lo que puede
parecer que es solo un relato de sanación, hemos de verlo con la
intencionalidad del evangelista, que a través de este milagro nos ofrece un
mensaje más amplio que viene a ser una autentica catequesis sobre la acción
liberadora de Jesús. Por eso no se limita a presentarnos a Jesús como el hombre
que hace milagros, no es un curandero, que restaura la salud perdida. Jesús va
más allá, busca la sanación integral de la persona que está en la salud física
y es su bienestar total que abarca también lo psíquico, lo espiritual, y la
misma integración social. Es la liberación autentica del ser humano que se
siente plenamente realizado al descubrir una nueva vida llena de sentido.
Por eso al final de este episodio deja
caer, como de pasada, que el ciego al recobrar la visión seguía a Jesús por el
camino. Es decir, al descubrir a Jesús lo sigue sin condiciones, ha dejado todo
al borde del camino, va ligero de equipaje, tiene una visión nueva de las
cosas, se incorpora al proyecto de Jesús que terminará en la subida a Jerusalén
y en la cruz. Podemos decir que la luz, que recobraron sus ojos le hicieron ver
la Luz.
ESTUDIO
BÍBLICO
¡Maestro, que pueda ver! El milagro de la fe
Iª
Lectura: Jeremías (31,7-9): En las manos de Dios, que es Padre
I.1. Esta lectura, de profeta Jeremías,
nos ofrece un mensaje de salvación que es digno de resaltar, ya que a este
profeta le tocó vivir la tragedia más grande de su pueblo: el destierro de
Babilonia. El destierro y su vuelta es semejante al éxodo. El destierro ha
marcado a Israel casi como el éxodo. En realidad estos veros que hoy leemos no
los podríamos clasificar de fáciles. Se habla ¿a Israel o a Judá? ¿son de
Jeremías o de sus discípulos? La vuelta se describe no solamente como posesión
de de la tierra, sino también como nueve hermanamiento de los del norte y los
del sur, de Israel y Judá. Es un retorno idílico, utópico que solamente está en
las manos de Dios. Para un profeta verdadero toda la historia está en las manos
de Dios y el pueblo debe estar abierto a las mejores sorpresas.
I.2. Jeremías fue un profeta crítico,
radical, pero en este caso saca de su corazón la mejor inspiración para poner
de manifiesto que de un «resto», de lo que es insignificante, puede resurgir la
esperanza, e incluso el antiguo pueblo del norte, Israel, volverá a unirse al
del sur, Judá, para juntos emprender un marcha hacia la fuente de agua viva,
que es Dios. Desde los cuatro puntos cardinales afluirán hacia una gran
asamblea (que no se dice dónde), en la que caben ciegos, cojos, mujeres
encinta; es decir, todos están llamados a la esperanza. ¿Por qué? La razón de
este oráculo la encontramos al final: porque Dios es un Padre. Esta será
también la teología de Jesús. Dios está cerca de los suyos como un padre, algo
a lo que no se había atrevido la teología oficial judía. Y la verdad es que
mientras no experimentemos a Dios como un padre y como una madre, no
entenderemos que creer en Dios tiene sentido eterno.
IIª
Lectura: Hebreos (5,1-6): Solidaridad sacerdotal de Jesús
II.1. La carta a los Hebreos sigue
ofreciéndonos la teología de Jesucristo como sumo sacerdote, que es uno de los
temas claves de esta carta. Como sacerdote debe ser sacado de entre los
hombres. No comienza siendo sacerdote “desde el cielo”, sino desde la tierra,
desde lo humano. Y además, este sacerdote “humano”, para introducirnos en lo
“divino”, no ofrece cosas extrañas o externas a él, sino su propia vida como
“expiación” porque se siente compasivo con sus hermanos y los pecados del pueblo.
Es un lenguaje sacrificial, imprescindible para aquella mentalidad, pero que va
más allá de lo puramente sacrificial o ritual. En su vida sacerdotal, Jesús, no
necesito más que su propia vida para ofrecerla a Dios. Esta es la verdadera
solidaridad con sus hermanos los hombres.
II.2. En la lectura de hoy, pues, se
resalta especialmente que este sacerdote está «entre los hombres», no está
alejado de nosotros. Y aquí es donde Jesús es único, porque sabemos que entre
los hombres se viven las miserias de pecado. Y está ahí, justamente, para
intervenir en favor nuestro, nunca estará contra nosotros. Está ahí para
disculparnos, para explicar nuestras debilidades, para defendernos contra toda
arrogancia. Estando entre nosotros, percibe mejor que nadie que muchas veces
nos equivocamos por ignorancia o por debilidad. Esta tarea de Cristo como Sumo
Sacerdote viene a poner de manifiesto que no era así en las instituciones del
pueblo judío y que los sacerdotes hicieron todo más difícil para el pueblo
alejándose de él. Sabemos que los sacrificios son signos y símbolos de lo que
se busca y de lo que se tiene en el corazón, y es ello lo que Jesús (que recibe
esta misión de Dios) realiza ante Dios por nosotros.
III.
Evangelio: Marcos (10,46-52): El seguimiento y la fe de un ciego
III.1. En el evangelio de hoy, Marcos
nos relata la última escena de Jesús en su camino hacia Jerusalén. Se sitúa en
Jericó, la ciudad desde la que se subía a la ciudad santa en el peregrinar de
los que venían desde Galilea. Jesús se encuentra al borde del camino a un
ciego. Por razones que se explican, incluso ecológicamente, los ciegos
abundaban en aquella zona. Está al borde del camino, marginado de la sociedad,
como correspondía a todos los que padecían alguna tara física. Pero su ceguera
representa, a la vez, una ceguera más profunda que afectaba a muchos de los que
estaban e iban tras Jesús porque realizaba cosas extraordinarias. El camino de
Jesús hasta Jerusalén es muy importante en todos los evangelios (más en Lucas).
En ese camino encontrará mucho gente. Los ciegos no tienen camino, sino que
están fuera de él. Jesús, pues, le ofrecerá esa alternativa: un camino, una
salida, un cambio de situación social y espiritual.
III.2. El gesto del ciego que abandona
su manto y su bastón, donde se apoyaba hasta entonces su vida, contrasta con la
fuerza que le impulsa a “ir a Jesús” que le llama. ¿Por qué le “llamó” Jesús y
no se acerca él hasta el ciego? La misma gente vuelve a repetirle: él te llama.
Las palabras y los gestos simbólicos de la narración hay que valorarlos en su
justa medida. Diríamos que hoy en el texto son más importantes de lo que parece
a primera vista. Jesús “le llama”. La llamada de Jesús, al que el ciego
interpela como “hijo de David” tiene mucho trasfondo. Jesús ha llamado a
seguirle a varias personas; ahora “llama” a un ciego para que se acerque. No le
llama aparentemente para seguirle, sino para curarle, pero la curación
verdadera será el “seguirle” camino de Jerusalén, en una actitud distinta de
los mismos discípulos que habían discutido por el camino “quién es el mayor”.
El ciego no estará preocupado por ello. De ahí que la escena del ciego Bartimeo
en este momento, antes de subir a Jerusalén, donde se juega su vida, es muy
significativa.
III.3. La insistencia del ciego en
llamar a Jesús muestra que lo necesita de verdad y lo quiere seguir desde una
profundidad que no es normal entre la multitud. Jesús le pide que se acerque,
le toca, lo trata con benevolencia; entonces su ceguera se enciende a un mundo
de fe y de esperanza. Después no se queda al margen, ni se marcha a Jericó, ni
se encierra en su alegría de haber recuperado la vista, sino que se decide a
seguir a Jesús; esto es lo decisivo del relato. En el evangelio de Marcos el
camino que le lleva a Jerusalén le conducirá necesariamente hasta la muerte. La
vista recuperada le hace ver un Dios nuevo, capaz de iluminar su corazón y
seguir a Jesús hasta donde sea necesario. Vemos, pues, que un relato de milagro
no queda solamente en eso, sino que se convierte en una narración que nos
introduce en el momento más importante de la vida de Jesús: su pasión y muerte
en Jerusalén. (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).
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