“Escuchen,
hermanos muy queridos”
“Todo lo ha hecho bien:
hace oír a los cojos y hablar a los mudos”. Esta optimista exclamación con que
concluye el evangelio de hoy contrasta notablemente con la precaución que
muestra Jesús al imponer silencio. La exégesis nos señala que este contraste es
buscado por el propio evangelista para poner a los lectores en guardia contra
un excesivo optimismo en los logros de la comunidad cristiana de su momento.
Aún hoy podemos preguntarnos si verdaderamente los sordos oyen correctamente y
los mudos hablan cabalmente.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
¿Qué es lo que "vio" el profeta? Él
conoce a su Dios, y sabe con cuánto amor obra. Por lo tanto, no cabe esperar de
Dios más que obras de amor. En los momentos de sequedad y desolación, el
profeta anuncia con confianza que Dios convertirá la vida del pueblo. Porque es
un Dios de salvación.
Lectura del libro de Isaías
35, 4-7a
Digan a los que están desalentados:
"¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la
represalia de Dios: Él mismo viene a salvarlos!". Entonces se abrirán los
ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el tullido
saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque
brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá
en un estanque y la tierra sedienta en manantiales.
Palabra de Dios.
SALMO
Salmo 145, 7-10
R. ¡Alaba al Señor,
alma mía!
El Señor hace justicia a los
oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.
Abre los ojos de los ciegos y
endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos, el Señor
protege a los extranjeros. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda;
y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu
Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.
SEGUNDA LECTURA
¿Qué criterios tenemos en nuestra comunidad?
¿Cómo tratamos a las personas? ¿Hay lugar en nuestra comunidad para pobres y
necesitados? ¿Somos una comunidad cohesionada o estamos divididos por el nivel
social o económico? Todas estas cuestiones nos plantean las cartas de Santiago
dirigidas a las primeras comunidades. Es en la vida comunitaria donde debe
manifestarse que somos cristianos.
Lectura de la carta de
Santiago 2, 1-7
Hermanos, ustedes que creen en
nuestro Señor Jesucristo glorificado, no hagan acepción de personas. Supongamos
que cuando están reunidos, entra un hombre con un anillo de oro y vestido
elegantemente, y al mismo tiempo, entra otro pobremente vestido. Si ustedes se
fijan en el que está muy bien vestido y le dicen: "Siéntate aquí, en el
lugar de honor", y al pobre le dicen: "Quédate allí, de pie", o
bien: "Siéntate a mis pies", ¿no están haciendo acaso distinciones
entre ustedes y actuando como jueces malintencionados? Escuchen, hermanos muy
queridos: ¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para
enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino que ha prometido a los
que lo aman? Y sin embargo, ¡ustedes desprecian al pobre! ¿No son acaso los ricos
los que los oprimen a ustedes y los hacen comparecer ante los tribunales? ¿No
son ellos los que blasfeman contra el Nombre tan hermoso que ha sido
pronunciado sobre ustedes?
Palabra de Dios.
EVANGELIO
"En la lucha entre el poder de Dios y las
potencias diabólicas que afligen, atormentan y seducen a los hombres, Jesús se
asigna una función específica. Esto es lo que vieron más tarde los cristianos:
así como al principio Dios creador vio que todo era bueno, así ahora se dice
del profeta escatológico: '¡Todo lo hace bien!', mientras que Satán, el poder
del mal, hace a los hombres sordos, ciegos, leprosos y mudos. El poder del
bien, tal como se manifiesta en Jesús, libera al hombre de todos los tormentos
diabólicos" (E. Schillebeeckx, Jesús, la historia de un viviente, Ed.
Cristiandad).
Ì Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 31-37
Cuando Jesús volvía de la región de
Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio
de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le
impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le
puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después,
levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa:
"Ábrete". Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y
comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran
nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo
de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y
hablar a los mudos".
Palabra del Señor.
COMPARTIMOS
LA PALABRA
No cabe duda de que la
liturgia de hoy, siguiendo la lectura del evangelio según Marcos, enfoca
nuestra atención sobre la figura de la sordera y la mudez. Dado que la alusión
fundamental aparece en el evangelio, cabe preguntarnos a quién trata de identificar
ese personaje anónimo sordomudo. La exégesis del texto nos marca dos pautas. En
primer lugar, el texto se encuadra en una sección en la que el evangelista
introduce la noción de universalismo que ha de caracterizar la concepción de la
comunidad cristiana. En segundo lugar, la sordera y mudez no identifica a los
de fuera de la comunidad, carentes de fe – como en un principio cabría pensar –
sino a los de dentro, en su actitud de cerrazón al principio de universalidad
que conforma el mensaje de Jesús, el cual ni oyen – sordos – ni, en
consecuencia, trasmiten adecuadamente – mudos o tartamudos, según la
traducción. La reserva del evangelista ante él éxito del proceso de compresión
de la fe de sus contemporáneos nos hace pensar que ese defecto es persistente en
el tiempo en las comunidades cristianas.
Ciertamente esa actitud
cerrada contra la que advierte el evangelista – actitud referida al rechazo a
la admisión al judeocristianismo a aquellos provenientes de fuera del judaísmo
– se superó con el tiempo. Pero existen otras formas que rompen con el principio
del universalismo – y que manifiestan sordera y mudez ante el evangelio de
Jesús – incluso dentro de la propia comunidad cristiana constituida. El autor
de la carta de Santiago – en la segunda lectura – denuncia una de las formas
más sangrantes de dureza de oído y de corazón: “No juntéis la fe en Nuestro
Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas”.
La división en
categorías y clases está caracterizando la constitución de la comunidad
cristiana en sus mismos orígenes. Es la más doliente forma de ruptura del
principio esencial de la aceptación de todos por igual dentro de la comunidad
cristiana. Esa actitud no pertenece al evangelio ni a la naturaleza de la
comunidad cristiana, sino a la introducción de criterios del mundo que se
suponen rechazados al ingresar en la comunidad única, universal e igualitaria
de hermanos. Exclusivismo no hacia afuera, sino hacia dentro. La dureza de la
carta de Santiago y lo directo de sus términos dan muestras de la intensidad de
la sordera que afecta a las comunidades cristianas ante la palabra de Jesús.
En nuestra comunidad cristiana de hoy también existen numerosas expresiones de exclusivismo hacia dentro y hacia afuera, que utilizando la riqueza de la lengua podemos identificar como fanatismo, sectarismo, intransigencia, parcialidad, arbitrariedad, obstinación, prejuicio, personalismo, localismo, racismo,… y por supuesto, tanto como en tiempos de Santiago, división de clases. Sin embargo, tendemos a pensar, con alegre optimismo, que verdaderamente estamos siendo fieles a la voluntad de Dios y actuando consecuentemente a la auténtica verdad – “todo lo ha hecho bien”-. El excesivo uso de la palabra verdad suele denotar, en el fondo, más afianzamiento en la sordera que en el evangelio. Un paseo por la historia es ilustrativo de esta cuestión. Y es que, ciertamente, todas estas actitudes proceden de una misma realidad: dureza de oído al mensaje universalista y pluralista de Jesús, sordera al mismo Jesús.
Cuando una de estas actitudes identifica a una comunidad cristiana, ¿qué mensaje está trasmitiendo esa comunidad? No es más que una sombra del mensaje, un mensaje incongruente, que escandaliza y produce más rechazo que deseo de pertenecer a ella. Comunidades cristianas mudas…
La cautela del
evangelista Marcos nos invita a no ser ingenuos. Ciertamente no podemos ser tan
ingenuos de pensar que todas estas actitudes pudieran ser completamente ajenas
a la realidad de la comunidad cristiana, pues, al fin y al cabo, son
comunidades humanas sometidas tanto al Espíritu como a la realidad de lo humano
y no pueden escapar fácilmente a las condiciones de la sociabilidad humana. Sin
embargo, tampoco es cuestión de pensar en tirar la toalla y rebajar nuestras
exigencias evangélicas. En este sentido, nada mejor que la tensión profética –
que eleva nuestras expectativas más allá de la mera facticidad - para mantener
nuestro sentido cristiano en alto nivel. Así, quizás aún hoy permanecemos
sordos, pero sabemos, como Isaías atestigua, que, al fin, “los oídos del sordo
se abrirán”.
ESTUDIO BÍBLICO
ESTUDIO BÍBLICO
Iª Lectura: Isaías
(35,4-7): El Dios de la vida
I.1. La primera
lectura se toma del libro de Isaías y forma parte del llamado pequeño
Apocalipsis de ese libro (cc. 34-35); como tal se expresa en unas imágenes que
pueden sorprendernos de parte de Dios. Probablemente estos capítulos no
pertenecen al gran profeta del s. VIII a. C, sino que corresponderían mejor a
los tiempos del Deutero-Isaías, que es quien continua el libro. Lo que
verdaderamente llama la atención es la actuación personal de Dios sobre la
ciudad de Sión-Jerusalén, que ha sido sometida al desastre.
I.2. Pero en la
mentalidad de los profetas verdaderos, al juicio siempre sigue la salvación, la
restauración, ya que el juicio de Dios nunca es definitivamente de destrucción,
ni sobre las personas, ni sobre los pueblos. Los que están viviendo la depresión,
serán curados por la salvación de Dios; los que padecen un mal físico serán
liberados. Y todo culmina con la expresión del agua en el páramo, en la estepa,
en el desierto. La vida es el signo más claro y contundente de la vida en un
pueblo rodeado de desiertos. Este oráculo de esperanza, pues, es todo un
precedente para los signos mesiánicos que Jesús llevó a cabo.
IIª Lectura: Santiago
(2,1-5): La fe que vivifica y hace justicia
II.1. La segunda
lectura de la carta de Santiago es una de las exhortaciones que ponen de
manifiesto el objetivo pragmático de esta carta cristiana. La polémica que
provoca en la comunidad la división de clases, la atención a los ricos en
detrimento de los pobres, es un problema tan viejo como la vida misma. Pero es
ahí donde la comunidad cristiana tiene que mostrar su identidad más absoluta.
El pragmatismo de la carta de Santiago no nos da la posibilidad de matices de
ningún género, y es que en estas exigencias de favoritismo. Santiago lo plantea
desde la fe en Jesucristo. Entre las pocas veces que se nombre a Jesucristo en
esta carta, esta es una, y precisamente en uno de los momentos más
significativos de lo que debe ser la praxis cristiana en la “asamblea”, que es
donde se retrata una comunidad. Aunque esto debe aplicarse a toda la vida de la
comunidad en el mundo.
II.2. La fe debe
mostrarse en la práctica, porque de lo contrario la fe se queda en una cuestión
ideológica y es eso lo que en nombre del Señor no se puede justificar. Los
pobres, en la asamblea, deben tener la misma dignidad, porque en ella son
elevados a la dignidad que el mundo no quiere otorgarles, pero la comunidad
cristiana no puede caer en el mismo favoritismo por los ricos.
Evangelio: Marcos
(7,31-37): El Effatá del Reino
III.1. El evangelio
de Marcos (7,31-37) nos narra la curación de un sordomudo en territorio de la
Decápolis (grupo de diez ciudades al oriente del Jordán, en la actual
Jordania), después de haber actuado itinerantemente en la Fenicia. Se trata de
poner de manifiesto la ruptura de las prevenciones que el judaísmo oficial
tenía contra todo territorio pagano y sus gentes, lo que sería una fuente de
impureza. Para ese judaísmo, el mundo pagano está perdido para Dios. Pero Jesús
no puede aceptar esos principios; por lo mismo, la actuación con este sordomudo
es un símbolo por el que se va a llegar hasta los extremos más inauditos: Va a
tocar al sordomudo. No se trata simplemente de una visita y de un paso por el
territorio, sino que la pretensión es que veamos a Jesús meterse hasta el fondo
de las miserias de los paganos.
III.2. Vemos a
Jesús actuando como un verdadero curandero; incluso le cuesta trabajo, aunque
hay un aspecto mucho más importante en el v. 34, cuando el Maestro “elevó sus
ojos al cielo”. Es un signo de oración, de pedir algo a Dios, ya que mirar al
cielo, como trono de Dios, es hablar con Dios. Y entonces su palabra Effatá, no
es la palabra mágica simplemente de un secreto de curandero, sino del poder
divino que puede curarnos para que se “abran” (eso significa Effatá) los oídos,
se suelte la lengua y se ilumine el corazón y la mente. Y vemos que el relato
quiere ser también una lección de discreción: no quiere ser reconocido por este
acto taumatúrgico de curación de un sordomudo, sino por algo que lleva en su
palabra de anunciador del Reino. Dios actúa por él, curando enfermedades,
porque el Reino también significa vencer el poder del mal. Los enfermos en
aquella sociedad religiosa, eran considerados esclavos de “Satanás” o algo así.
III.3. Su «tocar»
es como la mano de Dios que llega para liberar los oídos y dar rienda suelta a
la lengua. La significación, pues, por encima de asombrarnos de los poderes
taumatúrgicos, es poner de manifiesto que con los oídos abiertos aquél hombre
podrá oír el mensaje del evangelio; y soltando su lengua para hablar, advierte
que, desde ahora, un pagano podrá también proclamar el mensaje que ha recibido
de Jesús al escucharlo en la novedad de su vida. Esta es una lección que hoy
debemos asumir como realidad, cuando en nuestro mundo se exige la solidaridad
con las miserias de los pueblos que viven al borde de la muerte.
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