domingo, 27 de octubre de 2013

DOMINGO 30° DEL TIEMPO ORDINARIO



“Porque todo el que se eleva será humillado, 
y el que se humilla será elevado.”

La liturgia de este domingo ofrece con realismo sutil la carta de San Pablo a Timoteo, -al final de su vida con una evaluación profunda de su recorrido personal y evangelizador- y, en el evangelio San Lucas, volviendo al tema de la oración, presenta las conocidas figuras del fariseo y el publicano, cargadas también de simbolismos y referencias para la vida diaria de los discípulos de Jesús, creyentes de todos los tiempos.

El conjunto de la liturgia nos facilita una reflexión sencilla y profunda de nuestros particulares modos de orar, partiendo el concepto que tenemos de nosotros mismos y de los demás. La consecuencia de tales percepciones y valoraciones es que la conversión, que nos pide el evangelio a diario, comenzará por conocer mejor nuestra identidad, las actitudes que adoptamos al valorarnos a nosotros y a los demás, para establecer relaciones positivas con el prójimo y con Dios.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Dios inclina el oído de su corazón a las súplicas y oraciones de quienes, con humildad, confían en él.

Lectura del libro del Eclesiástico 35, 12-14. 16-18

El Señor es juez y no hace distinción de personas: no se muestra parcial contra el pobre y escucha la súplica del oprimido; no desoye la plegaria del huérfano, ni a la viuda, cuando expone su queja. El que rinde el culto que agrada al Señor, es aceptado, y su plegaria llega hasta las nubes. La súplica del humilde atraviesa las nubes y mientras no llega a su destino, él no se consuela: no desiste hasta que el Altísimo interviene, para juzgar a los justos y hacerles justicia.
Palabra de Dios.
SALMO

Salmo 33, 2-3. 17-19. 23

R. El pobre invocó al Señor, y él lo escuchó.

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.

El Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra. Cuando los justos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. R.

El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. El Señor rescata a sus servidores, y los que se refugian en él no serán castigados. R.

SEGUNDA LECTURA

La oración de san Pablo, cuando su martirio se acerca, es una oración agradecida al Señor, ya que por gracia de Dios, ha podido conservar íntegro su tesoro más precioso: la fe.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 16-18
Querido hijo: Ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación. Cuando hice mi primera defensa, nadie me acompañó, sino que todos me abandonaron. ¡Ojalá que no les sea tenido en cuenta! Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león. El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra de Dios.
EVANGELIO

Nos cuesta aprender, por eso el Señor nos tiene que repetir a menudo que, el que se ensalza será humillado y el que se humilla será enaltecido. No nos basta venir a la casa de Dios, escuchar su Palabra y recibir su eucaristía, si no lo hacemos con un corazón humilde y agradecido. ¿Con qué actitud nos acercamos al Señor, con el orgullo del fariseo o con la humildad del publicano? ¿Y cómo nos relacionamos con nuestros hermanos, con el juicio orgulloso del fariseo o con la humildad serena del publicano?

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 18, 9-14

Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta parábola: Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas". En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!". Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

Dos figuras de orantes en el evangelio.

Las figuras del fariseo y del publicano que presenta Jesús pueden ser consideradas como una síntesis del sentimiento religioso y de lo que constituye la auténtica actitud religiosa: Aparece la contraposición de dos actitudes que vienen a recoger la radicalidad del mensaje de Jesús; también pueden aparecer dos criterios antagónicos, de los hombres y de Dios, reflejados habitualmente por los evangelistas cuando hablan de la justicia, del ayuno, del amor o del culto.

En ambos personajes podremos descubrir sus rasgos de fidelidad, coherencia y esfuerzo para el cumplimiento de las normas que exigen sus compromisos con la sociedad y la religión. En el fondo de sus conciencias rigen unos principios o criterios que les llevan a consecuencias radicalmente diferenciadas.

El fariseo: Seguridad en sí mismo, cargado de obras buenas, limosnas ayunos y oraciones que le llevan sinceramente a dar gracias a Dios. Convencido de lo que dice, con “orgullo” santo, diferente a los demás hombres; santidad distinguida, rígida y legalista, al que no se puede hablar de conversión, porque eso es para los pecadores. Hipocresía fina, que no es capaz de descubrir la vanidad y ceguera de su mentalidad y comportamientos. Es la figura del fariseo de todos los tiempos, que late también en nuestra propia personalidad.

El publicano: Aprovecha su puesto oficial, al servicio de Roma, para enriquecerse con la extorsión de los pobres. No rezador; cuando entra al templo descubre que su vida exige un cambio radical, y quisiera iniciar un estilo nuevo; se presenta como es, sin traje de fiesta y ante Dios, manifestando su situación interior. Salió justificado, no por el comportamiento anterior, sino por el cambio que está dispuesto a inyectar en su trayectoria personal.

La humildad y sus variantes.

Muchos han hecho de su falsa humildad la máscara que oculte su vanidad. En la vida aparecen dos clases de falsa-humildad: Una estratégica (ante los demás para arrancar una alabanza no conseguida de otra forma), otra sincera, pero perjudicial (de quien se menos-precia a sí mismo) por desconocer sus cualidades, dones y talentos naturales o adquiridos.

¿Qué será la verdadera humildad? Digamos que no hay que hacer nada para ser humilde, sino reconocer que “soy lo que soy”, sin más. No hace falta hablar del tema; basta con rechazar cualquier orgullo, vanidad, jactancia, vanagloria, soberbia, altivez, arrogancia, impertinencia... ¡casi nada! recordando, por otra parte también, que la humildad no es solo “la verdad”, sino “andar en verdad”, es decir conocer la verdad de lo que uno es y buscar a diario ese conocimiento personalizado de sí mismo.

Cuanto se violente la verdad, por defecto o por exceso, se aleja uno de la humildad. Se trata de descubrir nuestras auténticas posibilidades (dones de naturaleza y gracia) con sus propias limitaciones humanas; ni superiores ni inferiores que otros, sino lo que seamos en verdad para valorarlo con acierto y responsabilidad, en las relaciones interpersonales: Un conocimiento en totalidad, para el que necesitamos la ayuda de Dios y del prójimo.

Trayectoria de San Pablo.

San Pablo cambió su trayectoria de vida cuando descubrió a Jesús camino de Damasco. Es modelo de generosidad y entrega a la causa del evangelio tras su conversión del mismo modo que lo fuera antes persiguiendo a los cristianos; los rasgos de su identidad aparecen perfilados lo mismo en su trayectoria farisaica que cuando apeló al Cesar para ser juzgado por su condición judía.

Constancia y fidelidad, entrega y compromiso que le acarrean persecuciones y fatigas sin límite; considera basura el resto de atractivos terrenales ante la figura de Cristo que le llama a ser testigo de su vida, muerte y resurrección en el mundo entero. Pudo decir que “por la gracia de Dios soy lo que soy”; nosotros ¿nos atreveremos a repetirlo de veras?

En la vida práctica

a.- Grandeza de ser humildes. Aceptemos que la humildad no alude a comportamientos o actuaciones, a cuanto tenemos o hagamos, sino a modos de ser, actitudes, esa identidad continuada que siempre nos acompaña: Aquello que permanece inscrito en lo más íntimo del ser humano-sobrenaturalizado.

b.- Esperanza del caminar desde abajo. Atreverse a vivir el evangelio implica hacernos preguntas elementales, para ser respondidas por nosotros mismos: ¿Quién soy? ¿Objetivos de mi vida? ¿Qué representa para mí Jesucristo, o declararme cristiano?

c.- Necesidad de discurrir en verdad, y coherencia para re-conocer mejor cómo somos, en la complejidad de facetas de la vida afectiva íntima, familiar, social, evangelizadora.

d.- Gratitud por la ayuda de Dios. La oración, fuente de perdón y de paz habitual, será ayuda eficaz para orientar nuestra comunión con Dios y el prójimo, viviendo el futuro con esperanza y caridad fraterna.


ESTUDIO BÍBLICO

Iª Lectura: Eclesiástico (35,12-14.16-18): El culto que agrada a Dios

El texto del Eclesiástico, o Sirácida, se enmarca originariamente en la descripción de la verdadera religión. Se pretende poner de manifiesto la relación estrecha que debe haber entre el culto y la vida moral. Por ello aparece, por una parte, la relación entre justicia y plegaria; de ahí que en primer lugar se hable de la rectitud y la justicia del Señor que se preocupa de los pobres y los débiles, de los humildes e indefensos. Y es después cuando se ensalza la plegaria perseverante de quien se siente pobre delante de Dios, de quien necesita de Él por encima de todas las cosas. Pero ¿hay alguien que no necesita de su misericordia y bondad? Dios no tiene preferencias de personas, aunque se preocupe especialmente de los indefensos, y el culto que le agrada debe estar en sintonía con la voluntad sincera de conversión.

IIª Lectura: IIª Timoteo (4,6-8.16-18): La victoria del evangelio

II.1. Leemos el texto de la IIª Timoteo en que el autor, como si fuera el mismo Pablo, se nos presenta en los últimos días de su vida, antes del martirio, sintiéndose abandonado de casi todos, pero no está solo: el Señor le acompaña. Es uno de los textos más elocuentes y bellos del epistolario paulino. La tradición es segura en cuanto al martirio del Apóstol de los gentiles, y aquí es descrita como una experiencia martirial. Es como un examen de conciencia evangélico lo que podemos escuchar y meditar en este domingo, que se proyecta elocuentemente en una dimensión sacramental de la vida cristiana, que debe ser una vida verdaderamente apostólica.

II.2. Con metáforas e imágenes desbordantes se habla de la muerte como la victoria del evangelio. Se percibe claramente que la muerte del Apóstol no es el final; como tampoco es para nosotros nuestra muerte. Su vida ha sido como una carrera larga, competitiva, por una corona, la de la justicia, que Dios otorga a los que se mantienen fieles. Por otra parte, los elementos autobiográficos de que se encuentra abandonado y en disposición de ser juzgado, son también parte de esa lucha hasta el final de quien ha hecho una opción por el evangelio con todas sus consecuencias. No le preocupa su autodefensa, sino que el evangelio sea conocido en todas partes.

Evangelio: Lucas (18,9-14): La verdadera religión según Jesús

III.1. El texto del evangelio es una de esas piezas maestras que Lucas nos ofrece en su obra. Es bien conocida por todos esta narración ejemplar (no es propiamente una parábola) del fariseo y el publicano que subieron al templo a orar. No olvidemos el v. 9, muy probablemente obra del redactor, Lucas, para poder entender esta narración: “aquellos que se consideran justos y desprecian a los demás”. Los dos polos de la narración son muy opuestos: un fariseo y un publicano. Es un ejemplo típico de estas narraciones ejemplares en las que se usan dos personajes: el modelo y el anti-modelo. Uno es un ejemplo de religiosidad judía y el otro un ejemplo de perversión para la tradiciones religiosas de su pueblo, sencillamente porque ejerce una de las profesiones malditas de la religión de Israel (colector de impuestos) y se “veía obligado” a tratar con paganos. Es verdad que era un oficio voluntario, pero no por ello perverso. Las actitudes de esta narración “intencionada” saltan a la vista: el fariseo está “de pie” orando; el publicano, alejado, humillado hasta el punto de no atreverse a levantar sus ojos. El fariseo invoca a Dios y da gracias de cómo es; el publicano invoca a Dios y pide misericordia y piedad. El escenario, pues, y la semiótica de los signos y actitudes están a la vista de todos.

III.2. Lo que para Lucas proclama Jesús delante de los que le escuchan es tan revolucionario que necesariamente debía llevarle a la muerte y, sin embargo, hasta un niño estaría de parte de Jesús, porque no es razonable que el fariseo “excomulgue” a su compañero de plegaria. Pero la ceguera religiosa es a veces tan dura, que lo bueno es siempre malo para algunos y lo malo es siempre bueno. Lo bueno es lo que ellos hacen; lo malo lo que hacen los otros. ¿Por qué? Porque la religión del fariseo se fundamenta en una seguridad viciada y se hace monólogo de uno mismo. Es una patología subjetiva envuelta en el celofán de lo religioso desde donde ve a Dios y a los otros como uno quiere verlos y no como son en verdad. En realidad solamente se está viendo a sí mismo. Esto es más frecuente de lo que pensamos. Por el contrario, el publicano tendrá un verdadero diálogo con Dios, un diálogo personal donde descubre su “necesidad” perentoria y donde Dios se deja descubrir desde lo mejor que ofrece al hombre. El fariseo, claramente, le está pasando factura a Dios. Esto es patente y esa es la razón de su religiosidad. El publicano, por el contrario, pide humildemente a Dios su factura para pagarla. El fariseo no quiere pagar factura porque considera que ya lo ha hecho con los “diezmos y primicias” y ayunos, precisamente lo que Dios no tiene en cuenta o no necesita. Eso se han inventado como sucedáneo de la verdadera religiosidad del corazón.

III.3. El fariseo, en vez de confrontarse con Dios y con él mismo, se confronta con el pecador; aquí hay un su vicio religioso radical. El pecador que está al fondo y no se atreve a levantar sus ojos, se confronta con Dios y consigo mismo y ahí está la explicación de por qué Jesús está más cerca de él que del fariseo. El pecador ha sabido entender a Dios como misericordia y como bondad. El fariseo, por el contrario, nunca ha entendido a Dios humana y rectamente. Éste extrae de su propia justicia la razón de su salvación y de su felicidad; el publicano solamente se fía del amor y de la misericordia de Dios. El fariseo, que no sabe encontrar a Dios, tampoco sabe encontrar a su prójimo porque nunca cambiará en sus juicios negativos sobre él. El publicano, por el contrario, no tiene nada contra el que se considera justo, porque ha encontrado en Dios muchas razones para pensar bien de todos. El fariseo ha hecho del vicio virtud; el publicano ha hecho de la religión una necesidad de curación verdadera. Solamente dice una oración, en muy pocas palabras: “ten piedad de mí porque soy un pecador”. La retahíla de cosas que el fariseo pronuncia en su plegaria han dejado su oración en un vacío y son el reflejo de una religión que no une con Dios.


domingo, 20 de octubre de 2013

DOMINGO 29° DEL TIEMPO ORDINARIO


“Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?”.

En este último tramo del año litúrgico los textos tomados del Evangelio de San Lucas nos proponen recomendaciones de Jesús a sus discípulos, a los que quisieran escucharle, a la primitiva iglesia y a todos aquellos que quieran dar sentido pleno a sus vidas en medio de las torpezas que nos toca vivir; para poder “deshacer lo que nos parece lógico y moderno aun cuando nos esté causando tanto malestar…”

La primera lectura tal vez nos lleve a pensar que el mal, en este caso las guerras, existen desde siempre y que nuestra confianza en Dios está condicionada a si nos resuelve el problema, lo cual mata y destruye el misterio de la fe. San Pablo le instruye a Timoteo sobre lo que es ser apóstol de Jesucristo; nuevamente la fe es la clave. San Lucas recoge la enseñanza de Jesús médico, no acusador: denuncia la justicia cómoda, anuncia la justicia misericordiosa y deja en el aire la pregunta definitiva ¿encontrará fe cuando vuelva?...

Nuestra celebración de este domingo XXIX es hacia la oración perseverante, con una gran confianza en el Dios que nos ama y que tiene las claves para la solución de los problemas por graves que sean; en este caso frente a la justicia disfrazada e inútil.

El DUM coincide con este domingo XXIX. Es una buena oportunidad para celebrar/actualizar el “envío” de la iglesia en el nombre de Jesús a los creyentes para ser sus testigos en medio de tanto mal como existe en el mundo y a los no creyentes para anunciarles un nuevo sentido para sus vidas.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Éxodo 17, 8-13

Los amalecitas atacaron a Israel en Refidim. Moisés dijo a Josué: "Elige a algunos de nuestros hombres y ve mañana a combatir contra Amalec. Yo estaré de pie sobre la cima del monte, teniendo en mi mano el bastón de Dios". Josué hizo lo que le había dicho Moisés, y fue a combatir contra los amalecitas. Entretanto, Moisés, Aarón y Jur habían subido a la cima del monte. Y mientras Moisés tenía los brazos levantados, vencía Israel; pero cuando los dejaba caer, prevalecía Amalec. Como Moisés tenía los brazos muy cansados, ellos tomaron una piedra y la pusieron donde él estaba. Moisés se sentó sobre la piedra, mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sus brazos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol. De esa manera, Josué derrotó a Amalec y a sus tropas al filo de la espada.
Palabra de Dios.
SALMO

Salmo 120, 1-8

R. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.

Levanto mis ojos a las montañas: ¿de dónde me vendrá la ayuda? La ayuda me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.

Él no dejará que resbale tu pie: ¡tu guardián no duerme! No, no duerme ni dormita el guardián de Israel. R.

El Señor es tu guardián, es la sombra protectora a tu derecha: de día, no te dañará el sol, ni la luna de noche. R.

El Señor te protegerá de todo mal y cuidará tu vida. Él te protegerá en la partida y el regreso, ahora y para siempre. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 3, 14 - 4, 2

Querido hijo: Permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes la has recibido. Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien. Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino: proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar.
Palabra de Dios.
EVANGELIO

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 18, 1-8

Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: "En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'". Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?

La primera observación está en una mirada a las situaciones del dominio de los poderosos sobre los pobres y sus consecuencias.

En el contexto en que San Lucas sitúa la parábola del juez y la viuda podemos descubrir una intencionalidad hacia algo que estaba sucediendo cuando la propuso Jesús: pobreza, exclusión, marginación, aún entre los “ciudadanos” del pueblo de Israel; Jesús predicó ampliamente contra esta situación, desde “Bienaventurados los pobres…” hasta las múltiples curaciones a cojos, paralíticos, leprosos, ciegos, hambrientos y pecadores; incluso predicó a los que no querían entenderle y que terminaron por pedir su crucifixión. Igualmente en la época de las primeras comunidades, que nacieron entre las gentes pobres y fueron ferozmente perseguidas, encarceladas y martirizadas, el texto enfatiza la esperanza en la venida de Jesús, insiste en la oración perseverante y centra como valor supremo la fe. Ahora se nos propone a nuestra iglesia para interpretar y encontrar solución a los problemas de nuestro tiempo desde la fe en el mensaje evangélico. El pecado social es más fuerte que nunca: miles y millones que reclaman justicia, se proponen revoluciones, ideologías, manifestaciones de indignación, pero siguen existiendo guerras, violencias y, sobretodo, hambre, enfermedad, marginación… incluso por la desesperación ni se acierta a levantar los ojos a Dios arrancándole de los corazones.

La celebración del DUM hará concreta cada uno de estas lacras de nuestro siglo.

La propuesta cristiana desde la fe será que Dios hará justicia a los pobres; no se dedicará a perseguir a los poderosos (su misma obcecación les llevará al fracaso), sí a denunciar las injusticias y a advertir que un camino sin esperanza se hunde por sí mismo (“construir en arena…”); por otra parte nunca faltarán hombres y mujeres de buena voluntad, testigos de Jesús, en el consuelo y la misericordia… (los misioneros (as) y toda persona de buena voluntad).

Dios ha colocado en el centro de la historia a su propio Hijo, crucificado y resucitado, para dar un nuevo giro de luz y esperanza a la humanidad. El sufrimiento de los humildes que clama a Dios se une al sufrimiento de Jesús y entonces se manifiesta como fuerza transformadora. Cuando la prueba es intensa y larga lógicamente viene el cansancio camino de la derrota. La fuerza resucitadora es la fe, como fuerza del Espíritu para que sea perseverante, en el sufrimiento y en la llamada a la conversión.

Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

El problema fundamental ante las situaciones difíciles (también en las fáciles se pierde el norte) está en mirar para otro lado ante las enseñanzas de Jesús y su Cruz; hemos perdido algo fundamental, ya se oye decir que son los valores, especialmente del saber compartir, de la solidaridad, de ser productivos, de la cultura y de la religión. Épocas, llamadas de progreso, hicieron perder toda perspectiva de desarrollo integral humano. Por eso Jesús pregunta si “cuando Él vuelva encontrará fe en la tierra”. La misión del cristiano se hace concreta en dinamizar todo su potencial cimentado en la fe trascendente: - animarse y animar a seguir el camino de Jesús; - superar enfrentamientos y divisiones; - superar el sufrimiento hasta donde se pueda; - que la riqueza y el poder sean participables; - que el plan divino de salvación sea expuesto desde la pedagogía de Jesús médico… Fe que ilumine todo un proyecto salvador y que implante la justicia divina en favor de las súplicas de los urgidos y necesitados y que destierre esas otras “justicias cansinas” que lo único que hacen es prolongar el sufrimiento y la desesperación de los mismos.

Tareas a realizar:

- orar sin desfallecer;
- a la luz de la fe analizar comportamientos;
- presentar ante Dios el sufrimiento de los pobres e indefensos;
- Sensibilizar que Dios ya hizo su tarea, pero no es mago, nosotros debemos hacer la nuestra siguiendo muy de cerca al Señor.

DOMINGO UNIVERSAL DE LAS MISIONES - DUM 2013

El Papa Francisco en su mensaje (del 19 de Mayo de 2013) nos recuerda en primer lugar que esta Jornada Mundial de las Misiones coincide con la clausura del Año de la Fe. Después nos dice que “la fe es un don precioso de Dios, el cual abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar”. Recordando las palabras de Benedicto XVI añade: “El impulso misionero es una señal clara de la madurez de una comunidad eclesial”. Refiriéndose al Año de la Fe nos dice que es una buena oportunidad para que la iglesia “reciba una conciencia renovada de su presencia en el mundo contemporáneo, de su misión entre los pueblos y las naciones”, y añade: “los ‘límites’ de la fe no sólo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazón de cada hombre y de cada mujer”. No podían faltar las referencias a las dificultades con que tropieza la obra evangelizadora: el primer ímpetu puede decaer, la oferta evangélica que en sí misma es un homenaje a la libertad puede necesitar tiempo para su desarrollo y la impaciencia puede llevar a la imposición, es igualmente exigente que al anuncio siga el testimonio, que se haga en la iglesia y desde la iglesia lo cual llevará al evangelizador a la seguridad de que no está sólo y que como miembro del Cuerpo de Cristo estará asistido por Espíritu Santo. Otra referencia del Papa Francisco es a la situación especial que se vive en nuestro mundo a causa de “la movilidad general y la facilidad de los medios de comunicación”: las personas entran en un anonimato y en un ocultamiento de su cultura y creencias, al influjo de modos personalistas de la fe, a la carencia de recursos (pobreza, marginación, inseguridad…) y de toda ilusión; por eso es urgente llevar el Evangelio como anuncio de esperanza, reconciliación comunión y anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación….

Termina el Mensaje animando a toda la iglesia a ser portadores de la Buena Noticia de Cristo, agradeciendo a todos los misioneros (as) de la iglesia su generosa labor y recordando las palabras de Jesús: “Id, pues, y haced discípulos míos de todas las naciones”. Este agradecimiento lo refiere el Papa Francisco especialmente a los cristianos que tienen que afrontar situaciones difíciles para confesar su fe y para predicarla, amenazados por persecuciones y hasta el martirio; en el nombre de Jesucristo les dice: “Confíen, yo he vencido al mundo”. (Hasta aquí un síntesis que no suple la lectura del original).



ESTUDIO BÍBLICO

La perseverancia en la oración mantiene la fe en el mundo

Iª Lectura: Éxodo (17,8-13): la victoria no está en las armas, sino en Dios

I.1. Esta lectura puede resultar demasiado extraña para los tiempos que vivimos. La historia, en este caso, salta por los aires en cuanto que la victoria del pueblo en el desierto, contra las tribus beduinas de los amalequitas, depende de un gesto casi mágico en que el caudillo Moisés levantaba su brazo bendiciendo sus tropas para que la consigan. Sabemos que Dios no entregó la tierra prometida a Israel de esa manera, sería absurdo. Pero las leyendas y los mitos se fundamentan en algo extraño o extraordinario que sucede de vez en cuando. Israel no hace simplemente historia, sino historia sagrada, y en ésta el protagonista principal es Dios.

I.2. Nuestra visión, pues, de estos acontecimientos no debe ser fundamentalista, como puede dar a entender el texto de la Escritura. Lo que se quiere resaltar es que los objetivos del pueblo de la Alianza no se consiguen con la fuerza, las armas y la guerra. Aquí sí que deberíamos escuchar la Escritura con reverencia. A veces la victoria y la salida de lo imposible dependen de valores de confianza en el bien y en Dios. Es verdad que se trata de un texto a purificar en lo que se refiere a la unión entre religión y guerra; pero también es verdad que es una tradición en la que se pone de manifiesto que si el pueblo no hubiera contado con Dios, en su paso por el desierto, nunca habría llegado a la tierra prometida.

IIª Lectura: IIª Timoteo (3,14-4,2): El Espíritu inspira nuestra vida

II.1. Este es un texto bien explícito que muestra una de las afirmaciones más importantes en lo que se refiere a la Sagrada Escritura. Es un texto clásico que siempre se ha tenido en cuenta para hablar de la "inspiración divina" de la Biblia, de las Escrituras. Esto es verdad, tanto para los judíos como para los cristianos. Pero volviendo sobre el fundamentalismo, esa inspiración no se entiende como si Dios o el Espíritu hubieran “dictado” el texto. Se trata del resultado de unas experiencias religiosas, personales o comunitarias, que se han plasmado en la Biblia. Conviene que tengamos una idea lógica y moderna de la inspiración, sin negar algo fundamental: la inspiración de Dios se hace en la vida y en la historia de los hombres o de las comunidades y ellos las plasman en su texto. Ahí es donde Dios, por el Espíritu, actúa. No en pergaminos o pellejos muertos, aunque esos libros merecen respeto.

II.2. Esas experiencias de inspiración divina se han vivido en la historia del pueblo de Israel y de las comunidades cristianas primitivas. El autor de la carta a Timoteo (que según la tradición es Pablo, aunque hoy ya no hay ninguna razón para unir inspiración y autenticidad de un texto) exhorta para que al leer las Escrituras se vea en ellas la mano de Dios con objeto de exhortar, educar y conducir a la salvación que nos ha manifestado Jesucristo. Esta exhortación de la epístola de hoy es una llamada para que todos los predicadores, catequistas y educadores cristianos tengan como base de su acción y compromiso la Sagrada Escritura.

Evangelio: Lucas (18,1-8): Dios sí escucha a los desvalidos

III.1. El evangelio de Lucas sigue mostrando su sensibilidad con los problemas de los pobres y los sencillos. En el Antiguo Testamento, las historias entre jueces y viudas, especialmente en los planteamientos de los profetas, se multiplican incesantemente. Son bien conocidos los jueces injustos y las viudas desvalidas (Am 5,7.10-13; Is 1,23; 5,7-23; Jer 5,28; Is 1,17; Jer 22,3). El mismo Lucas es el evangelista que más se ha permitido hablar de mujeres viudas en su evangelio (Lc 2,36-38;4,25-26;7,11-17;20,47; 21,1-4). En lo que se refiere a la parábola que nos propone, no hay por qué pensar que se tratara de una viuda vieja. Eran muchas las que se quedaban solas en edad muy joven. Su futuro, pues, lo debían resolver luchando. Si a ello añadimos que la mujer no tenía posibilidades en aquella sociedad judía, entenderemos mejor los propósitos de Lucas, que es el evangelista que mejor ha plasmado el papel de la mujer en la vida de la comunidad cristiana primitiva y de la misma sociedad.

III.2. Nos podemos preguntar: ¿quién es más importante aquí, el juez o la viuda? Por una parte la mujer que no se atemoriza e insiste para que se le haga justicia. Pero también es verdad que este juez, a diferencia de los que se presentan en el Antiguo Testamento, llega a convencerse que esta mujer, con su insistencia, puede llegar a hacerle la vida muy incómoda o casi imposible. Lo hace desde sus armas: su palabra y su constancia o perseverancia; no usa métodos violentos, pero sí convicción de que tiene derechos a los que no puede renunciar. Por eso al final, sin convencimiento personal, el juez decide hacerle justicia. La comparación es más o menos como en la parábola del amigo inoportuno de medianoche (Lc 11, 5-8): la perseverancia puede conseguir lo que parece imposible. Pero si eso lo hacen los hombres injustos, como el juez, ¿qué no hará Dios, el más justo de todos los seres, cuando se pide con perseverancia? Es esa perseverancia lo que mantiene la fe en este mundo hasta que sea consumada la historia.

III.3. Lo que busca la parábola, pues, es comparar al juez con Dios. El juez, en este caso, no representa simbólicamente a Dios, sería absurdo. Pero es de Dios de quien se quiere hablar como co-protagonista con la viuda. Indirectamente se hace una crítica de los que tienen en sus manos las leyes y las ponen al amparo de los poderosos e insaciables. De esto sabe mucho la historia. Dios, a diferencia del juez, es más padre que otra cosa; no tiene oficio de juez, ni ha estudiado una carrera, ni tiene unas leyes que cumplir a rajatabla. Dios es juez, si queremos, de nombre, pero es padre y tiene corazón. De esa manera se entiende que reaccionará de otra forma, más sensible a la actitud de confianza y perseverancia de los que le piden, y especialmente de los que han sido desposeídos de su dignidad, de su verdad y de su felicidad.

III.4. ¿Tiene que ver algo en este texto el tema de la plegaria, de la oración perseverante? Todo depende del tipo de lectura que se haga y habrá variantes de ello. La verdad es que no podemos reducir el texto y la parábola a una cuestión reivindicativa de justicia. El final del texto es sintomático: “Dios hará prontamente justicia a los que le piden” (v.8). Dios no dilatará el concedernos lo que le pedimos, Dios sí tendrá el corazón abierto a ello. Es una parábola para inculcar la “confianza” en Dios más que en los hombres y sus leyes. ¿Se puede ir por el mundo con esa confianza en Dios? ¡Claro que sí! La respuesta debemos ofrecerla desde nuestra experiencia personal, desde nuestra experiencia cristiana. Y tendrá pleno sentido esta acción de Dios frente a muchas situaciones que debemos vivir en la más íntimo, sabiendo que mientras otros nos despojan de nuestra justicia, de nuestra dignidad y de nuestros derechos, Dios está con nosotros. A muchos es posible que no les valga esta experiencia personal en la que Dios “nos hace justicia”, pero en otros muchos casos será una victoria interior y dinámica de la verdad que buscamos.



domingo, 13 de octubre de 2013

DOMINGO 28º DOMINGO DURANTE EL AÑO.


“al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios”

 “En un mundo social que se halla bajo la opresión de su propia organización los auténticos actos de dar las gracias son como un antídoto contra la deshumanización. El agradecimiento es un gesto humano que desborda lo mundano”.

El agradecimiento no es una cuestión de automatismo. A mi modo de ver, es una vivencia profunda del ser humano cuando se ha visto perdonado, en una experiencia de misericordia, porque en nuestra debilidad hemos sido restaurados en la dignidad.

La cuestión es si ofrecemos con verdad oportunidades para la restaurar la dignidad perdida. Aquellas oportunidades que hemos negado a nuestros seres queridos. Sin olvido no hay experiencia de perdón, y sin humildad no hay una vivencia de gratitud. Pero esto no se puede comprender sólo desde la lógica, ha de acontecer en nuestro encuentro personal con Dios. El agradecimiento es una forma de comprender la historia personal, y la historia de cada persona con la que interactúo. La ausencia de agradecimiento sólo refleja un profundo egoísmo. Ha de nacer una constante revisión de nuestro pensar, sentir y actuar, y cuestionarme: ¿Todo se me ha de dar a mí? Nadie sale solo de un pantano. Y los demás tampoco son esclavos de mi egoísmo. Es lo que distingue la relación sana de la utilitaria.

La gratitud ha de permanecer en nuestra memoria, porque es en ella, donde va a permanecer el sentido experiencial de un creyente, para proclamar con fe y esperanza: “Dios me ha salvado”. Pero además, es admitir y aceptar en el proceso de mi vida los dones que Dios y mis hermanos me brindan, y que quizás no merezca. Agradecer es fundamentalmente establecer una ruptura con lo que puedo estar dando por supuesto o merecido, nos introduce en una visión nueva de uno mismo y de Dios.
Procurar una comprensión de la bondad que se ha recibido, es lo que da veracidad al agradecimiento. La gratitud da sentido y colma a quien la experimenta. Es reconocer con humildad que no basta mi sola fuerza. Es este tipo de actitud la que se desprende en la reflexión de la Palabra de Dios de este Domingo.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

La curación hizo que Naamán dejara de adorar a los dioses de su pueblo y asumiera la fe en el Dios de Israel. Y así comenzó un camino nuevo. ¿Estamos abiertos a que Dios se nos revele mostrándonos que su amor no tiene límites?

Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 10. 14-17

El profeta Eliseo mandó un mensajero para que dijera a Naamán, el leproso: "Ve a bañarte siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y quedarás limpio". Naamán bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio. Luego volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se presentó delante de él y le dijo: "Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor". Pero Eliseo replicó: "Por la vida del Señor, a quien sirvo, no aceptaré nada". Naamán le insistió para que aceptara, pero él se negó. Naamán dijo entonces: "De acuerdo; pero permite al menos que le den a tu servidor un poco de esta tierra, la carga de dos mulas, porque tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, fuera del Señor".
Palabra de Dios.
SALMO

Sal 97, 1-4

R. El Señor manifestó su victoria.

Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.

SEGUNDA LECTURA

No perdamos las esperanzas, no nos desanimemos. El anuncio del evangelio siempre será un camino de liberación, no solo para aquellos a quienes lo anunciamos, sino también para nosotros mismos.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 8-13

Querido hijo: Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David. Ésta es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy encadenado como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso soporto estas pruebas por amor a los elegidos, a fin de que ellos también alcancen la salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna. Esta doctrina es digna de fe: Si hemos muerto con él, viviremos con él. Si somos constantes, reinaremos con él. Si renegamos de él, él también renegará de nosotros. Si somos infieles, él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo.
Palabra de Dios.
EVANGELIO

El samaritano era un extranjero, y además era considerado enemigo de los judíos. Las dos condiciones eran suficientes para marginarlo de cualquier actividad. Y Jesús, sin embargo, lo pone como ejemplo de fe y de agradecimiento a Dios por el don de la salud. No nos limitemos a buscar modelos de fe y entrega en los santorales únicamente. En la historia y en el presente, existen muchos hombres y mujeres que, sin compartir nuestra fe, son también modelo de vida y compromiso.

ÌEvangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 11-19

Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!". Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?". Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado".
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

Con el don gratuito brota la alegría

Naamán el Sirio, que al introducirse siete veces en el río Jordán queda limpio de la lepra. Pero confunde la gratitud con una relación de compromiso, como si debiera pagar por la vida recibida, una relación que pasa factura, que quiere comprar la salud, un sentido mercantilista de la vida. No vislumbra la vida, y los dones recibidos de Dios y los hermanos. No comprende la gratuidad. Que la vida entregada ha sido ofrecida y regalada. Y a pesar de la negativa de Eliseo a recibir nada, opta por cargar con el pasado, llevando la tierra a cuesta, la carga de un par de mulas.

Reconocer la salvación, la vida recibida ha de provocar un sentimiento profundo de alegría. Pero no siempre nos permitimos vivir con alegría, y puede llegar a incomodarnos la alegría que pueda estar viviendo nuestro hermano.

Dios permanece fiel

San Pablo, nos invita, en su segunda carta a Timoteo, que el camino de la fe es hacer memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos. ¿Qué huella ha quedado en nosotros, el perdón recibido en la cruz? ¿Qué alegría ha brotado de nosotros por haber vuelto a la vida con Él?

No depende de cada persona recibir el don que se ofrece, pero sí depende de cada uno acogerlo o no, una vez reconocido y agradecido. Porque hoy soy la persona que soy, por mi relación con Dios y con mis hermanos. La interdependencia no resta, sino que suma, y eso nos permite llegar a ser nosotros mismos. Por eso, Dios siempre permanece fiel, porque él no puede negar su amor, no puede negar quien es, no puede negar la misericordia.

La vuelta atrás del extranjero

Por el camino, tras el encuentro con Jesús de Nazaret, son curados diez leprosos; pero sólo uno, el samaritano, el extranjero, es quien regresa alabando a Dios, y postrado en tierra a los pies de Jesús, da gracias. ¿Dónde están los otros nueve: Los de casa, los que dicen creer, los que dicen pertenecer?

La ingratitud nace de una visión negativa del ser humano. Hay personas que siempre desconfiarán de las verdaderas intenciones de quien ha hecho aparentemente el bien. Es una visión que limita nuestra capacidad para agradecer, confunden la gratitud con una muestra de debilidad o sumisión: quien agradece reconoce sus propias carencias y cierta superioridad en el otro, que puede darle algo que necesita. Este tipo de visión fomenta el individualismo y la autosuficiencia, y llegamos a decir que no hemos elegido libremente el don que se ha recibido, porque en el fondo no queremos deber nada a nadie. Llegamos a decir: “yo no te lo he pedido”.

Otros, no se consideran dignos de recibir los dones y, por eso, les resulta imposible reconocer los dones gratuitos recibidos. No se reconocen dignos de ser amados. La culpa imposibilita la conciencia y no deja espacio al perdón y al amor. No se abren al sentido del amor incondicional: permitir que el misterio del amor entre en nuestra vida, generando así la confianza en nosotros, y la oportunidad de agradecer.

¿Cuánto tiempo vamos a permanecer lejos de Dios? Agradecer es una forma de aceptar libremente el amor de Dios en mi vida. Morir con Él y Vivir con Él.



ESTUDIO BÍBLICO

Necesidad de la acción de gracias a Dios

Iª Lectura: IIº Reyes (5,14-17): El acceso a Dios de los malditos

I.1. La lectura del Libro de los Reyes nos presenta una narración del ciclo del profeta Eliseo -discípulo del gran profeta Elías-, en la que se nos muestra la acción beneficiosa para un leproso extranjero; nada menos que Naamán, el general de Siria, pueblo eterno enemigo de Israel. La enfermedad de la lepra era una de las lacras de aquella sociedad, como existen hoy entre nosotros pandemias de enfermedades malditas, especialmente para pueblos sin acceso a los medicamentos imprescindibles. Por eso era considerada la enfermedad más impura y diabólica. ¿Cómo tratar a este enfermo, que además es un maldito extranjero? Eliseo, a diferencia de su maestro Elías, que era un profeta de la palabra, se nos presenta más taumatúrgico y recurre el mítico Jordán, el río de la tierra santa, para que se bañe o se bautice en sus aguas curativas, casi divinas, para aquella mentalidad. Es como un baño en la fe de Israel; este es el sentido del texto.

I.2. Pero lo importante es la acción de gracias a Dios, ya que el profeta no quiere aceptar nada para sí. Este ejemplo, concretamente, había sido puesto ante los ojos de sus paisanos en Nazaret (Lc,4,14ss) para mostrar el proyecto nuevo del reino de Dios que no se atiene a criterios de raza y religión para mostrar su gratuidad y su paternidad para todo ser humano. Toda persona, ante Dios, es un hijo verdadero. Ese es el Dios de Jesús. El ejemplo moral de Eliseo de no despreciar a un extranjero es un adelanto profético de lo que había de venir con la predicación del evangelio. Por ello, cuando las religiones dividen y justifican guerras y odios, entonces las religiones han perdido su razón de ser y de existir.



IIª Lectura: IIª Timoteo (2,8-13): Morir y vivir con Cristo

II.1. La segunda lectura es uno de los textos cristológicos más sublimes del Nuevo Testamento. Seguramente procede de una antigua fórmula de fe; un credo que confiesa no solamente la descendencia davídica de Jesús, sino principalmente su resurrección, a partir de la cual viene al mundo la salvación. Pero es una fórmula que no se queda exclusivamente en la proclamación ideológica de una cristología al margen de la vida del apóstol y de los hombres. Este acontecimiento de la resurrección es lo que llevó al apóstol a abandonar su vida de seguridad en el judaísmo y a luchar hasta la muerte para que el mundo encuentre en este acontecimiento la razón última de la historia futura. El quiere ayudar a salvarse a los hermanos.

II.2. Eso significa que la resurrección de Jesús es determinante. Su opción por el crucificado es una opción para la salvación y por la vida eterna. Así, en la estrofa de cuatro miembros, se va proponiendo la actitud y la forma de vivir una de las experiencias más radicales de la vida cristiana: morir con El, lleva a la vida; sufrir con El, nos llevará a reinar; si le negamos, nos negará, pero si somos infieles, El siempre es fiel. Por lo mismo, pues, no hay razón para la desesperación. En sus manos está nuestro futuro.



EVANGELIO: Lucas (17,11-19): La verdadera religión: ¡Saber dar gracias a Dios!

III.1. El relato de los leprosos curados por Jesús, tal como lo trasmite Lucas, que es el evangelio del día, quiere enlazar de alguna manera con la primera lectura, aunque es este evangelio el que ha inducido, sin duda, la elección del texto de Eliseo. Y tenemos que poner de manifiesto, como uno de los elementos más estimados, la acción de gracias de alguien que es extranjero, como sucede con Naamán el sirio y con este samaritano que vuelve para dar gracias a Jesús. El texto es peculiar de Lucas, aunque pudiera ser una variante de Mc 1,40-45 y del mismo Lc 5,12-16. No encontramos en el territorio entre Galilea y Samaría, cuando ya Jesús está camino de Jerusalén desde hace tiempo. Lo de menos es la geografía, y lo decisivo la acción de gracias del extranjero samaritano, mientras que los otros, muy probablemente judíos (eso es lo que se quiere insinuar), al ser curados, se olvidan que han compartido con el extranjero la misma ignominia del mal de la lepra.

III.2. Ahora, liberados, se preocupan más de cumplir lo que estaba mandado por la ley: presentarse al sacerdote para reintegrarse a la comunidad religiosa de Israel (cf Lev 13,45; 14,1-32), aunque Jesús se lo pidiera. ¿Es esto perverso, acaso? ¡De ninguna manera! En aquella mentalidad no solamente era una obligación religiosa, sino casi mítica. Y es algo propio de todas las culturas hasta el día de hoy. No son unos indeseables lo que esto hacen, pero se muestra, justamente, las carencias de esa religiosidad mítica y a veces fanática que tan hondo cala en el sentimiento de la gente, y especialmente de la gente sencilla. No obstante, la crítica evangélica a esta reacción religiosa tan legalista o costumbrista es manifiesta. Antes de nada quieren integrarse de nuevo en su religión nacionalista y se olvidan de algo más decisivo.

III.3. El samaritano, extranjero, casi hereje, sabe que si ha sido curado ha sido por la acción de Dios. Pero además, el texto pone de manifiesto que no es la curación física lo importante sino que, profundizando en ella, se habla de salvación; y es este samaritano quien la ha encontrado de verdad viniendo a Jesús antes de ir a cumplir preceptos. Quien sabe dar gracias a Dios, pues, sabe encontrar la verdadera razón de su felicidad. Es verdad que los judíos leprosos también darían gracias a Dios en su afán de cumplir con lo que estaba mandado, no debe caber la menor duda. Lo extraño de relato, como alguien ha hecho notar, es que mientras estaban enfermos de muerte, estaban juntos, pero ahora curados cada uno va por su camino, casi con intereses opuestos. La intencionalidad de relato es mostrar que la verdadera acción de gracias es acudir a quien nos ha hecho el bien. Lo hace un hereje samaritano, que para los judíos era tan maldito como el tener todavía la lepra.

III.4. Es, pues, ese maldito samaritano quien muestra un acto religioso por excelencia: la acción de gracias a quien le ha dado vida verdadera: a Jesús y a su Dios. El Dios de Jesús, desde luego, no siempre coincide con el Dios de la ley, de los ritos y de los mitos. Es el Dios personal que, con entrañas de misericordia, acoge a todos los desvalidos y a todos los que la sociedad margina en nombre, incluso, de lo más sagrado. La lepra en aquella época, por impura, alejaba de la comunidad santa de Israel. Pero en el evangelio se nos quiera decir que no alejaba del Dios vivo y verdadero. Por eso el samaritano-hereje -sin religión verdadera para la teología oficial del judaísmo-, expresa su religión de corazón agradecido y humano. Porque una religión sin corazón, sin humanidad, sin entrañas, no es una verdadera religión.





domingo, 6 de octubre de 2013

DOMINGO 27ª DEL TIEMPO ORDINARIO


“El justo vivirá por su fidelidad”

 “El Señor no nos dio un espíritu de timidez sino de fortaleza” (2 Tm). ¿Dónde se sustenta ese espíritu? Nos responde la carta a los Hebreos: “Mi justo vivirá por la fe; mas, si es cobarde, mi alma no se complacerá en él. Pero nosotros no somos cobardes para perdición, sino hombres de fe para la salvación del alma” (10, 38-39). El espíritu de fortaleza le viene al cristiano de la fe, de su plena confianza en Dios.

Esto es en síntesis lo que nos vienen a decir las dos primeras lecturas. El evangelio retoma el tema desarrollando las implicaciones que comporta la fe dentro del dinamismo de la vida cristiana. La fe entraña un estilo de vida que no encaja con la actitud pasiva de quien espera que todo le llegue de lo alto. El don gratuito de la fe se hace operativo en la versión radical y generosa del perdón y del servicio humilde y desinteresado al prójimo: “solo hemos hecho lo que teníamos que hacer”.

Así es la historia de Dios con el hombre. Los mandamientos del Sinaí no se entienden sin la experiencia previa de la gran liberación ofrecida por Yahvé a su pueblo; el Sermón del Monte viene precedido a su vez por la gozosa proclamación de las Bienaventuranzas, tarjeta de presentación de Jesús. El verdadero creyente no puede menos que corresponder agradecidamente, con frutos de buenas obras, a la dadivosa e irrenunciable iniciativa de Dios en Cristo Jesús.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

"Hermanos, este es el mensaje que yo quisiera que se clavara en cada corazón. El justo vive por su fe. La fe es la única que puede darnos una respuesta adecuada a tantas injusticias. Donde parece que reina la injusticia, el atropello, la fuerza bruta, el justo como que se siente inerme. Qué poco podemos, desde la Iglesia, débil, rebatir los atropellos de la dignidad del hombre. Sin embargo, tenemos la fuerza vigorosa de Dios, la fe. El justo vive de fe. Esta es la vida que yo quisiera para todos los corazones" (Mons. Romero, 2/10/1977).

Lectura de la profecía de Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4

¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú escuches, clamaré hacia ti: "¡Violencia!", sin que tú salves? ¿Por qué me haces ver la iniquidad y te quedas mirando la opresión? No veo más que saqueo y violencia, hay contiendas y aumenta la discordia. El Señor me respondió y dijo: "Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido. Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará. El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad".
Palabra de Dios.
SALMO

Salmo 94, 1-2. 6-9

R. ¡Ojalá hoy escuchen la voz del Señor!

¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con música al Señor! R.

¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. R.

Ojalá hoy escuchen la voz del Señor: "No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras". R.

SEGUNDA LECTURA

Dios nos ha regalado mucho. Y lo recibido debe ser puesto en favor de la comunidad. Pero también debe ser cuidado, protegido y acrecentado. La fidelidad al don es hacerlo crecer.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 6-8. 13-14

Querido hijo: Te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios. Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí. Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Palabra de Dios.
EVANGELIO

La imagen de mover una montaña es muy clara: nada debe quedar afuera de nuestra fe. Por eso, la fe nos lleva a mover, a generar movimiento y a que las cosas no queden como estaban. Y cuando todo parece imposible, cuando parece que no hay salida ni fuerzas, la fe será la fuerza de nuestra debilidad, y la fragilidad de nuestra condición humana será más inconmovible que los obstáculos.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 3-10

Dijo el Señor a sus discípulos: "Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: 'Me arrepiento', perdónalo". Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". Él respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería. Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando éste regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'".
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

En el marco comunitario de la fraternidad

El evangelio de hoy es continuación del pasaje lucano sobre los escándalos (17, 1-4), contexto en el que se enmarca el sentido del mismo. Presupone un claro marco comunitario, pues quien escandaliza provoca la caída de otro. De ahí la prevención y cuidado con los escándalos, mayormente con los “pequeños”, sin duda los más débiles y afectados en la fe dentro de la comunidad cristiana. ¡Ay sobre todo si quienes escandalizan son los constituidos en autoridad!

El evangelista es consciente de que los escándalos son inevitables dada la endeble condición humana y que, por lo mismo, afectan también a la vida de la comunidad cristiana. De ahí que haga una llamada a la responsabilidad personal: “tened cuidado con vosotros mismos”, al mismo tiempo que reclama la reintegración del pecador arrepentido mediante la práctica de la corrección fraterna. Una doble exhortación que radica en la convicción irrenunciable de todo cristiano: no pueden existir límites ni fronteras para el perdón allí donde brota el arrepentimiento.

El poder omnímodo de la fe

Solo desde la fe, que nos sumerge en el ámbito de Dios, es posible embarcarse en semejante empresa, pues para Dios nada hay imposible. La fe, aunque sea como un grano de mostaza, puede remover montañas. Los discípulos, representados ahora por los apóstoles, reconocen la endeblez de su fe como responsables de las comunidades a la hora de administrar con generosidad el perdón entre sus hermanos. ¿Es posible perdonar siempre? Inermes ante la magnitud de la tarea, piden ayuda a Jesús. Saben por experiencia propia que la comprensión y el perdón dentro del delicado entramado de las relaciones comunitarias solo es posible desde una relación de plena confianza y comunión con Dios, fuente de toda bondad y misericordia.

Con un lenguaje eclesial (apóstoles, Señor, servir, pastorear, comer y beber), Lucas quiere llevar las palabras de Jesús al terreno práctico de la vida cotidiana de sus comunidades. Si, a pesar de sus debilidades, Dios es el primero que ha confiado en ellos como apóstoles, ¿qué otra puede ser su misión apostólica? Han de ser, por la fe, testigos veraces del poder misericordioso de Dios administrando generosamente el perdón a sus hermanos. Si basta un poco de fe para arrancar el árbol y plantarlo en el mar, quiere decir que, a pesar de su pobre y debilitada fe, Dios les garantiza el respaldo suficiente para ejercer con solvencia su misión apostólica.

Una fe viva y operante

Ahora bien, las palabras de Jesús gozaban de credibilidad, puesto que fue el primero en ceñirse como un esclavo cualquiera para servir a la mesa: “¿Quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (Lc 22,27). Esta es la razón cristológica de fondo que sustenta el servicio evangélico en sus múltiples ramificaciones y manifestaciones a lo largo de la historia del cristianismo.

La parábola del siervo, fiel reflejo costumbrista del medio en el que Jesús vivió, es una invitación a confiar plenamente en las funciones serviciales que cada uno tiene encomendadas. Más allá del modelo social en que se apoyan, estas palabras adquieren pleno sentido y relevancia para quien ha volcado por la fe su confianza en Dios. Se espera por consiguiente de todo cristiano, y con mayor razón de los guías de la comunidad, que cumpla su tarea con celo y fidelidad sin esperar felicitación o recompensa especial alguna: “Hemos hecho lo que teníamos que hacer”.

Dios requiere de los suyos “la obediencia de la fe” (Rm 1,5), no entendida como sumisión sino como adhesión libre y agradecida a su propuesta de salvación. Más que como tarea, el creyente acoge su misión como una verdadera bendición de Dios. Quien a Él obedece, aun en medio de las situaciones más adversas, se hará respetar por sus hermanos en la fe. Sólo le queda implorar cada mañana: “Señor, aumenta mi fe”.


ESTUDIO BÍBLICO

La fe como don y gracia

Iª Lectura: Habacuc (1,2-3; 2,2-4): El justo vivirá por su fe

I.1. La primera lectura de este domingo está tomada del profeta Habacuc (1,2-3;2,2-4). Es una lectura reconstruida sobre el texto del profeta en la que aparece primeramente una lamentación, una queja por la opresión y la violación del derecho en Judá. Habacuc es un profeta de los siglos VII-VI a. C. Pero es un profeta que no habla al pueblo, sino que habla con Dios; le pregunta, le interpela ante lo que ven sus ojos. Así es todo el libro. ¿Hay respuestas para el hombre de Dios que quiere defender los valores radicales de la vida? La respuesta de Dios, según la experiencia teológica y espiritual del profeta, el hombre de Dios, es que, quien sepa mantenerse fiel en medio de la injusticia y la violación de los derechos, vivirá. La promesa de vida es la síntesis más completa de toda la predicación del profeta. Es una promesa a Israel, pero es una promesa que incumbe a todos los cristianos: el mal nunca se apoderará de la historia definitivamente.

I.2. El texto de Hab 2,4 tendrá un carácter germinal en el planteamiento decisivo de la teología paulina, tanto en Gal 3,11, como en Rom 1,17 cuando se enuncia el tema que ha de desarrollar en toda la epístola: el evangelio de la salvación por la fe y no por las obras. La fe en la Biblia (emunah) no es defender una doctrina, sino tener una experiencia radical de “confianza” en Dios. Eso es lo que propone el profeta, y en ese sentido es como lo entendió Pablo para lanzar al judaísmo o al judeo-cristianismo de su tiempo el reto que habría de darle la identidad religiosa verdadera.

IIª Lectura: IIª Timoteo (1,6-14): El depósito evangélico de la libertad

La segunda lectura de este domingo es el comienzo de la 2ª carta a Timoteo en la que se ponen de manifiesto los elementos pastorales del que, según la tradición, ha recibido el encargo de Pablo para dirigir una comunidad cristiana. Se habla del don de Dios que ha recibido, y que nos es un don para temer, sino para luchar con fuerza y energía por los valores del evangelio frente a este mundo. Defender los valores éticos en nombre del Señor Jesús debe ser una tarea decisiva para quien es responsable de una comunidad cristiana. Existe un “depósito de la fe”. Ese depósito, no obstante, no es una doctrina extraña al Evangelio; es el Evangelio de Jesucristo liberador. Es eso lo que hay que defender con energía frente a otros evangelios mundanos que no liberan.

Evangelio: Lucas (17,5-10): La fe, reto de la “confianza” en Dios

III.1. El evangelio de este domingo se toma de Lucas: un conjunto literario con dos partes: 1) el diálogo sobre la petición de los apóstoles para que aumente la fe de los mismos y la comparación con un pequeño grano de mostaza; 2) la parábola del siervo inútil. Lo primero que debemos considerar en este aspecto es que la fe no es una experiencia que se pueda medir en cantidad, en todo caso en calidad. La fe es el misterio por el que nos fiamos de Dios como Padre, ahí está la calidad de la fe; ponemos nuestra vida en sus manos sencillamente porque su palabra, revelada en Jesús y en su evangelio, llena el corazón. Por eso, la fe se la compara aquí con un grano de mostaza, pequeño, muy pequeño, porque en esa pequeñez hay mucha calidad en la que puede encerrarse, sin duda, el fiarse verdaderamente de Dios. Puede que objetivamente no se presenten razones evidentes para ello. No es que la fe sea ilógica, o simplemente ciega, es una opción inquebrantable de confianza. Es como el que ama, que no puede explicarse muchas veces por qué se ama a alguien. Por tanto, existe una razón secreta que nos impulsa a amar, como a creer.

III.2. La fe que mueve montañas debe cambiar muchas cosas. La comparación del que, por la fe, arranca una morera o un sicómoro y lo planta en el mar, da que pensar. ¿Qué sentido puede tener? Un sicómoro no puede crecer en el mar. En realidad es un símbolo de Israel y este no es un pueblo del mar; no hay tradición de ello. La frondosidad que tiene, como la de la higuera que protege con su sombra, es como un reto: son árboles de secano, de estío, protectores… pero no pueden estar en el mar, se pudrirían. Es un imposible, como un “imposible” es el misterio de la fe, de la confianza en Dios. Cuando todo está perdido, cuando lo imposible nos avasalla, “confiar en Dios” pone en entredicho una religiosidad de oropel, de cosas, de ritos, de ceremonias, de purificación. La fe es algo del corazón, donde está la sede de lo mejor y de lo peor en la Biblia. Por ello, tener fe, confianza (emunah), y pensar que una morera puede ser trasladada al mar y crecer allí es poner en entredicho la religión vacía. Sin la fe, la religión no lleva a ninguna parte. Y muy frecuentemente sucede que se tiene “una religión”, pero en ella no habita la fe.

III.3. La parábola conocida como del “siervo inútil” no es una narración absurda. No es propiamente la parábola del siervo inútil, porque no es ese su sentido, sino del que acepta simplemente en su vida que es un siervo y no pretende otra cosa. El amo que llega cansado del trabajo es servido por su criado; el criado tiene la conciencia de haber cumplido su oficio; esas eran las reglas de contratación social. ¿Qué sentido puede tener esto en el planteamiento de la fe y la recompensa? No podemos aplicar aquí la lógica reivindicativamente social de que el patrón y el siervo no pueden relacionarse tal como se propone en esta lectura. El juicio moral sobre la servitud o la misma esclavitud de aquellos tiempos, está demás a la hora de la interpretación. Se parte de la costumbre de aquella época para mostrar que el siervo, lo que tenía que hacer era servir (se usa el verbo diakoneô), porque era su oficio, y el amo ser servido.

III.4. Jesús quería partir de esta experiencia cotidiana para mostrar al final algo inusual: por ello, la vida cristiana no se puede plantear con afán de recompensa; no podemos servir a Dios y seguir a Jesús por lo que podamos conseguir, sino que debemos hacernos un planteamiento de gracia. El buen discípulo se fía de Jesús y de su Dios. Cuando se da esa razón secreta para seguir a Jesús, no se vive pendiente de recompensas; se hace lo que se debe hacer y entonces se es feliz en ello. Existe, sin duda, la secreta esperanza e incluso la promesa de que Dios nos sentará a su mesa (símbolo de compartir sus dones), pero sin que tengamos que presentar méritos; sin que sea un salario que se nos paga, sino por pura gracia, por puro amor. Así es como Lucas ha entendido este conjunto en que pone en conexión el diálogo sobre la fe con la parábola del siervo (que no es inútil). Con Dios no vale do ut des, sino lo que cuenta es abrirse a Él como lo que somos y con lo que somos… y se nos invita, por gracia, a sentarnos a su mesa, lo que no ocurre precisamente en las relaciones sociales de este mundo de clases.