“al
comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios”
“En un mundo social que se halla bajo la
opresión de su propia organización los auténticos actos de dar las gracias son
como un antídoto contra la deshumanización. El agradecimiento es un gesto
humano que desborda lo mundano”.
El agradecimiento no es una
cuestión de automatismo. A mi modo de ver, es una vivencia profunda del ser
humano cuando se ha visto perdonado, en una experiencia de misericordia, porque
en nuestra debilidad hemos sido restaurados en la dignidad.
La cuestión es si ofrecemos con
verdad oportunidades para la restaurar la dignidad perdida. Aquellas
oportunidades que hemos negado a nuestros seres queridos. Sin olvido no hay
experiencia de perdón, y sin humildad no hay una vivencia de gratitud. Pero
esto no se puede comprender sólo desde la lógica, ha de acontecer en nuestro
encuentro personal con Dios. El agradecimiento es una forma de comprender la
historia personal, y la historia de cada persona con la que interactúo. La
ausencia de agradecimiento sólo refleja un profundo egoísmo. Ha de nacer una
constante revisión de nuestro pensar, sentir y actuar, y cuestionarme: ¿Todo se
me ha de dar a mí? Nadie sale solo de un pantano. Y los demás tampoco son
esclavos de mi egoísmo. Es lo que distingue la relación sana de la utilitaria.
La gratitud ha de permanecer en
nuestra memoria, porque es en ella, donde va a permanecer el sentido
experiencial de un creyente, para proclamar con fe y esperanza: “Dios me ha
salvado”. Pero además, es admitir y aceptar en el proceso de mi vida los dones
que Dios y mis hermanos me brindan, y que quizás no merezca. Agradecer es
fundamentalmente establecer una ruptura con lo que puedo estar dando por
supuesto o merecido, nos introduce en una visión nueva de uno mismo y de Dios.
Procurar una comprensión de la
bondad que se ha recibido, es lo que da veracidad al agradecimiento. La
gratitud da sentido y colma a quien la experimenta. Es reconocer con humildad
que no basta mi sola fuerza. Es este tipo de actitud la que se desprende en la
reflexión de la Palabra de Dios de este Domingo.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
PRIMERA
LECTURA
La
curación hizo que Naamán dejara de adorar a los dioses de su pueblo y asumiera
la fe en el Dios de Israel. Y así comenzó un camino nuevo. ¿Estamos abiertos a
que Dios se nos revele mostrándonos que su amor no tiene límites?
Lectura
del segundo libro de los Reyes 5, 10. 14-17
El profeta Eliseo mandó un
mensajero para que dijera a Naamán, el leproso: "Ve a bañarte siete veces
en el Jordán; tu carne se restablecerá y quedarás limpio". Naamán bajó y
se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios;
así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio. Luego
volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se
presentó delante de él y le dijo: "Ahora reconozco que no hay Dios en toda
la tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu
servidor". Pero Eliseo replicó: "Por la vida del Señor, a quien
sirvo, no aceptaré nada". Naamán le insistió para que aceptara, pero él se
negó. Naamán dijo entonces: "De acuerdo; pero permite al menos que le den
a tu servidor un poco de esta tierra, la carga de dos mulas, porque tu servidor
no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a
otros dioses, fuera del Señor".
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal
97, 1-4
R.
El Señor manifestó su victoria.
Canten al Señor un canto nuevo, porque
él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria.
R.
El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su
fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.
Los confines de la tierra han
contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos. R.
SEGUNDA
LECTURA
No
perdamos las esperanzas, no nos desanimemos. El anuncio del evangelio siempre
será un camino de liberación, no solo para aquellos a quienes lo anunciamos,
sino también para nosotros mismos.
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 8-13
Querido hijo: Acuérdate de
Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David. Ésta
es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy encadenado como
un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso soporto estas
pruebas por amor a los elegidos, a fin de que ellos también alcancen la
salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna. Esta
doctrina es digna de fe: Si hemos muerto con él, viviremos con él. Si somos
constantes, reinaremos con él. Si renegamos de él, él también renegará de
nosotros. Si somos infieles, él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
El
samaritano era un extranjero, y además era considerado enemigo de los judíos.
Las dos condiciones eran suficientes para marginarlo de cualquier actividad. Y
Jesús, sin embargo, lo pone como ejemplo de fe y de agradecimiento a Dios por
el don de la salud. No nos limitemos a buscar modelos de fe y entrega en los
santorales únicamente. En la historia y en el presente, existen muchos hombres
y mujeres que, sin compartir nuestra fe, son también modelo de vida y compromiso.
ÌEvangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 11-19
Mientras se dirigía a Jerusalén,
Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le
salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron
a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!". Al verlos,
Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el
camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba sanado,
volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el
rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces:
"¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?". Y agregó:
"Levántate y vete, tu fe te ha salvado".
Palabra
del Señor.
COMPARTIMOS LA PALABRA
Con el don gratuito brota la
alegría
Naamán el Sirio, que al
introducirse siete veces en el río Jordán queda limpio de la lepra. Pero
confunde la gratitud con una relación de compromiso, como si debiera pagar por
la vida recibida, una relación que pasa factura, que quiere comprar la salud,
un sentido mercantilista de la vida. No vislumbra la vida, y los dones
recibidos de Dios y los hermanos. No comprende la gratuidad. Que la vida
entregada ha sido ofrecida y regalada. Y a pesar de la negativa de Eliseo a
recibir nada, opta por cargar con el pasado, llevando la tierra a cuesta, la
carga de un par de mulas.
Reconocer la salvación, la vida
recibida ha de provocar un sentimiento profundo de alegría. Pero no siempre nos
permitimos vivir con alegría, y puede llegar a incomodarnos la alegría que
pueda estar viviendo nuestro hermano.
Dios permanece fiel
San Pablo, nos invita, en su
segunda carta a Timoteo, que el camino de la fe es hacer memoria de Jesucristo,
resucitado de entre los muertos. ¿Qué huella ha quedado en nosotros, el perdón
recibido en la cruz? ¿Qué alegría ha brotado de nosotros por haber vuelto a la
vida con Él?
No depende de cada persona recibir
el don que se ofrece, pero sí depende de cada uno acogerlo o no, una vez
reconocido y agradecido. Porque hoy soy la persona que soy, por mi relación con
Dios y con mis hermanos. La interdependencia no resta, sino que suma, y eso nos
permite llegar a ser nosotros mismos. Por eso, Dios siempre permanece fiel,
porque él no puede negar su amor, no puede negar quien es, no puede negar la
misericordia.
La vuelta atrás del extranjero
Por el camino, tras el encuentro
con Jesús de Nazaret, son curados diez leprosos; pero sólo uno, el samaritano,
el extranjero, es quien regresa alabando a Dios, y postrado en tierra a los
pies de Jesús, da gracias. ¿Dónde están los otros nueve: Los de casa, los que
dicen creer, los que dicen pertenecer?
La ingratitud nace de una visión
negativa del ser humano. Hay personas que siempre desconfiarán de las
verdaderas intenciones de quien ha hecho aparentemente el bien. Es una visión
que limita nuestra capacidad para agradecer, confunden la gratitud con una
muestra de debilidad o sumisión: quien agradece reconoce sus propias carencias
y cierta superioridad en el otro, que puede darle algo que necesita. Este tipo
de visión fomenta el individualismo y la autosuficiencia, y llegamos a decir
que no hemos elegido libremente el don que se ha recibido, porque en el fondo
no queremos deber nada a nadie. Llegamos a decir: “yo no te lo he pedido”.
Otros, no se consideran dignos de
recibir los dones y, por eso, les resulta imposible reconocer los dones
gratuitos recibidos. No se reconocen dignos de ser amados. La culpa
imposibilita la conciencia y no deja espacio al perdón y al amor. No se abren
al sentido del amor incondicional: permitir que el misterio del amor entre en
nuestra vida, generando así la confianza en nosotros, y la oportunidad de
agradecer.
¿Cuánto tiempo vamos a permanecer
lejos de Dios? Agradecer es una forma de aceptar libremente el amor de Dios en
mi vida. Morir con Él y Vivir con Él.
ESTUDIO BÍBLICO
Necesidad de la acción de gracias a
Dios
Iª Lectura: IIº Reyes (5,14-17): El
acceso a Dios de los malditos
I.1. La lectura del Libro de los
Reyes nos presenta una narración del ciclo del profeta Eliseo -discípulo del
gran profeta Elías-, en la que se nos muestra la acción beneficiosa para un
leproso extranjero; nada menos que Naamán, el general de Siria, pueblo eterno
enemigo de Israel. La enfermedad de la lepra era una de las lacras de aquella
sociedad, como existen hoy entre nosotros pandemias de enfermedades malditas,
especialmente para pueblos sin acceso a los medicamentos imprescindibles. Por
eso era considerada la enfermedad más impura y diabólica. ¿Cómo tratar a este
enfermo, que además es un maldito extranjero? Eliseo, a diferencia de su
maestro Elías, que era un profeta de la palabra, se nos presenta más
taumatúrgico y recurre el mítico Jordán, el río de la tierra santa, para que se
bañe o se bautice en sus aguas curativas, casi divinas, para aquella
mentalidad. Es como un baño en la fe de Israel; este es el sentido del texto.
I.2. Pero lo importante es la
acción de gracias a Dios, ya que el profeta no quiere aceptar nada para sí.
Este ejemplo, concretamente, había sido puesto ante los ojos de sus paisanos en
Nazaret (Lc,4,14ss) para mostrar el proyecto nuevo del reino de Dios que no se
atiene a criterios de raza y religión para mostrar su gratuidad y su paternidad
para todo ser humano. Toda persona, ante Dios, es un hijo verdadero. Ese es el
Dios de Jesús. El ejemplo moral de Eliseo de no despreciar a un extranjero es
un adelanto profético de lo que había de venir con la predicación del
evangelio. Por ello, cuando las religiones dividen y justifican guerras y
odios, entonces las religiones han perdido su razón de ser y de existir.
IIª Lectura: IIª Timoteo (2,8-13):
Morir y vivir con Cristo
II.1. La segunda lectura es uno de
los textos cristológicos más sublimes del Nuevo Testamento. Seguramente procede
de una antigua fórmula de fe; un credo que confiesa no solamente la
descendencia davídica de Jesús, sino principalmente su resurrección, a partir
de la cual viene al mundo la salvación. Pero es una fórmula que no se queda
exclusivamente en la proclamación ideológica de una cristología al margen de la
vida del apóstol y de los hombres. Este acontecimiento de la resurrección es lo
que llevó al apóstol a abandonar su vida de seguridad en el judaísmo y a luchar
hasta la muerte para que el mundo encuentre en este acontecimiento la razón
última de la historia futura. El quiere ayudar a salvarse a los hermanos.
II.2. Eso significa que la
resurrección de Jesús es determinante. Su opción por el crucificado es una opción
para la salvación y por la vida eterna. Así, en la estrofa de cuatro miembros,
se va proponiendo la actitud y la forma de vivir una de las experiencias más
radicales de la vida cristiana: morir con El, lleva a la vida; sufrir con El,
nos llevará a reinar; si le negamos, nos negará, pero si somos infieles, El
siempre es fiel. Por lo mismo, pues, no hay razón para la desesperación. En sus
manos está nuestro futuro.
EVANGELIO: Lucas (17,11-19): La
verdadera religión: ¡Saber dar gracias a Dios!
III.1. El relato de los leprosos
curados por Jesús, tal como lo trasmite Lucas, que es el evangelio del día,
quiere enlazar de alguna manera con la primera lectura, aunque es este
evangelio el que ha inducido, sin duda, la elección del texto de Eliseo. Y tenemos
que poner de manifiesto, como uno de los elementos más estimados, la acción de
gracias de alguien que es extranjero, como sucede con Naamán el sirio y con
este samaritano que vuelve para dar gracias a Jesús. El texto es peculiar de
Lucas, aunque pudiera ser una variante de Mc 1,40-45 y del mismo Lc 5,12-16. No
encontramos en el territorio entre Galilea y Samaría, cuando ya Jesús está
camino de Jerusalén desde hace tiempo. Lo de menos es la geografía, y lo
decisivo la acción de gracias del extranjero samaritano, mientras que los
otros, muy probablemente judíos (eso es lo que se quiere insinuar), al ser
curados, se olvidan que han compartido con el extranjero la misma ignominia del
mal de la lepra.
III.2. Ahora, liberados, se
preocupan más de cumplir lo que estaba mandado por la ley: presentarse al
sacerdote para reintegrarse a la comunidad religiosa de Israel (cf Lev 13,45;
14,1-32), aunque Jesús se lo pidiera. ¿Es esto perverso, acaso? ¡De ninguna
manera! En aquella mentalidad no solamente era una obligación religiosa, sino
casi mítica. Y es algo propio de todas las culturas hasta el día de hoy. No son
unos indeseables lo que esto hacen, pero se muestra, justamente, las carencias
de esa religiosidad mítica y a veces fanática que tan hondo cala en el sentimiento
de la gente, y especialmente de la gente sencilla. No obstante, la crítica
evangélica a esta reacción religiosa tan legalista o costumbrista es
manifiesta. Antes de nada quieren integrarse de nuevo en su religión
nacionalista y se olvidan de algo más decisivo.
III.3. El samaritano, extranjero,
casi hereje, sabe que si ha sido curado ha sido por la acción de Dios. Pero
además, el texto pone de manifiesto que no es la curación física lo importante
sino que, profundizando en ella, se habla de salvación; y es este samaritano
quien la ha encontrado de verdad viniendo a Jesús antes de ir a cumplir
preceptos. Quien sabe dar gracias a Dios, pues, sabe encontrar la verdadera
razón de su felicidad. Es verdad que los judíos leprosos también darían gracias
a Dios en su afán de cumplir con lo que estaba mandado, no debe caber la menor
duda. Lo extraño de relato, como alguien ha hecho notar, es que mientras
estaban enfermos de muerte, estaban juntos, pero ahora curados cada uno va por
su camino, casi con intereses opuestos. La intencionalidad de relato es mostrar
que la verdadera acción de gracias es acudir a quien nos ha hecho el bien. Lo
hace un hereje samaritano, que para los judíos era tan maldito como el tener
todavía la lepra.
III.4. Es, pues, ese maldito samaritano
quien muestra un acto religioso por excelencia: la acción de gracias a quien le
ha dado vida verdadera: a Jesús y a su Dios. El Dios de Jesús, desde luego, no
siempre coincide con el Dios de la ley, de los ritos y de los mitos. Es el Dios
personal que, con entrañas de misericordia, acoge a todos los desvalidos y a
todos los que la sociedad margina en nombre, incluso, de lo más sagrado. La
lepra en aquella época, por impura, alejaba de la comunidad santa de Israel.
Pero en el evangelio se nos quiera decir que no alejaba del Dios vivo y
verdadero. Por eso el samaritano-hereje -sin religión verdadera para la
teología oficial del judaísmo-, expresa su religión de corazón agradecido y
humano. Porque una religión sin corazón, sin humanidad, sin entrañas, no es una
verdadera religión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario