domingo, 13 de octubre de 2013

DOMINGO 28º DOMINGO DURANTE EL AÑO.


“al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios”

 “En un mundo social que se halla bajo la opresión de su propia organización los auténticos actos de dar las gracias son como un antídoto contra la deshumanización. El agradecimiento es un gesto humano que desborda lo mundano”.

El agradecimiento no es una cuestión de automatismo. A mi modo de ver, es una vivencia profunda del ser humano cuando se ha visto perdonado, en una experiencia de misericordia, porque en nuestra debilidad hemos sido restaurados en la dignidad.

La cuestión es si ofrecemos con verdad oportunidades para la restaurar la dignidad perdida. Aquellas oportunidades que hemos negado a nuestros seres queridos. Sin olvido no hay experiencia de perdón, y sin humildad no hay una vivencia de gratitud. Pero esto no se puede comprender sólo desde la lógica, ha de acontecer en nuestro encuentro personal con Dios. El agradecimiento es una forma de comprender la historia personal, y la historia de cada persona con la que interactúo. La ausencia de agradecimiento sólo refleja un profundo egoísmo. Ha de nacer una constante revisión de nuestro pensar, sentir y actuar, y cuestionarme: ¿Todo se me ha de dar a mí? Nadie sale solo de un pantano. Y los demás tampoco son esclavos de mi egoísmo. Es lo que distingue la relación sana de la utilitaria.

La gratitud ha de permanecer en nuestra memoria, porque es en ella, donde va a permanecer el sentido experiencial de un creyente, para proclamar con fe y esperanza: “Dios me ha salvado”. Pero además, es admitir y aceptar en el proceso de mi vida los dones que Dios y mis hermanos me brindan, y que quizás no merezca. Agradecer es fundamentalmente establecer una ruptura con lo que puedo estar dando por supuesto o merecido, nos introduce en una visión nueva de uno mismo y de Dios.
Procurar una comprensión de la bondad que se ha recibido, es lo que da veracidad al agradecimiento. La gratitud da sentido y colma a quien la experimenta. Es reconocer con humildad que no basta mi sola fuerza. Es este tipo de actitud la que se desprende en la reflexión de la Palabra de Dios de este Domingo.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

La curación hizo que Naamán dejara de adorar a los dioses de su pueblo y asumiera la fe en el Dios de Israel. Y así comenzó un camino nuevo. ¿Estamos abiertos a que Dios se nos revele mostrándonos que su amor no tiene límites?

Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 10. 14-17

El profeta Eliseo mandó un mensajero para que dijera a Naamán, el leproso: "Ve a bañarte siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y quedarás limpio". Naamán bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio. Luego volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se presentó delante de él y le dijo: "Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor". Pero Eliseo replicó: "Por la vida del Señor, a quien sirvo, no aceptaré nada". Naamán le insistió para que aceptara, pero él se negó. Naamán dijo entonces: "De acuerdo; pero permite al menos que le den a tu servidor un poco de esta tierra, la carga de dos mulas, porque tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, fuera del Señor".
Palabra de Dios.
SALMO

Sal 97, 1-4

R. El Señor manifestó su victoria.

Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.

SEGUNDA LECTURA

No perdamos las esperanzas, no nos desanimemos. El anuncio del evangelio siempre será un camino de liberación, no solo para aquellos a quienes lo anunciamos, sino también para nosotros mismos.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 8-13

Querido hijo: Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David. Ésta es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy encadenado como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso soporto estas pruebas por amor a los elegidos, a fin de que ellos también alcancen la salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna. Esta doctrina es digna de fe: Si hemos muerto con él, viviremos con él. Si somos constantes, reinaremos con él. Si renegamos de él, él también renegará de nosotros. Si somos infieles, él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo.
Palabra de Dios.
EVANGELIO

El samaritano era un extranjero, y además era considerado enemigo de los judíos. Las dos condiciones eran suficientes para marginarlo de cualquier actividad. Y Jesús, sin embargo, lo pone como ejemplo de fe y de agradecimiento a Dios por el don de la salud. No nos limitemos a buscar modelos de fe y entrega en los santorales únicamente. En la historia y en el presente, existen muchos hombres y mujeres que, sin compartir nuestra fe, son también modelo de vida y compromiso.

ÌEvangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 11-19

Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!". Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?". Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado".
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

Con el don gratuito brota la alegría

Naamán el Sirio, que al introducirse siete veces en el río Jordán queda limpio de la lepra. Pero confunde la gratitud con una relación de compromiso, como si debiera pagar por la vida recibida, una relación que pasa factura, que quiere comprar la salud, un sentido mercantilista de la vida. No vislumbra la vida, y los dones recibidos de Dios y los hermanos. No comprende la gratuidad. Que la vida entregada ha sido ofrecida y regalada. Y a pesar de la negativa de Eliseo a recibir nada, opta por cargar con el pasado, llevando la tierra a cuesta, la carga de un par de mulas.

Reconocer la salvación, la vida recibida ha de provocar un sentimiento profundo de alegría. Pero no siempre nos permitimos vivir con alegría, y puede llegar a incomodarnos la alegría que pueda estar viviendo nuestro hermano.

Dios permanece fiel

San Pablo, nos invita, en su segunda carta a Timoteo, que el camino de la fe es hacer memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos. ¿Qué huella ha quedado en nosotros, el perdón recibido en la cruz? ¿Qué alegría ha brotado de nosotros por haber vuelto a la vida con Él?

No depende de cada persona recibir el don que se ofrece, pero sí depende de cada uno acogerlo o no, una vez reconocido y agradecido. Porque hoy soy la persona que soy, por mi relación con Dios y con mis hermanos. La interdependencia no resta, sino que suma, y eso nos permite llegar a ser nosotros mismos. Por eso, Dios siempre permanece fiel, porque él no puede negar su amor, no puede negar quien es, no puede negar la misericordia.

La vuelta atrás del extranjero

Por el camino, tras el encuentro con Jesús de Nazaret, son curados diez leprosos; pero sólo uno, el samaritano, el extranjero, es quien regresa alabando a Dios, y postrado en tierra a los pies de Jesús, da gracias. ¿Dónde están los otros nueve: Los de casa, los que dicen creer, los que dicen pertenecer?

La ingratitud nace de una visión negativa del ser humano. Hay personas que siempre desconfiarán de las verdaderas intenciones de quien ha hecho aparentemente el bien. Es una visión que limita nuestra capacidad para agradecer, confunden la gratitud con una muestra de debilidad o sumisión: quien agradece reconoce sus propias carencias y cierta superioridad en el otro, que puede darle algo que necesita. Este tipo de visión fomenta el individualismo y la autosuficiencia, y llegamos a decir que no hemos elegido libremente el don que se ha recibido, porque en el fondo no queremos deber nada a nadie. Llegamos a decir: “yo no te lo he pedido”.

Otros, no se consideran dignos de recibir los dones y, por eso, les resulta imposible reconocer los dones gratuitos recibidos. No se reconocen dignos de ser amados. La culpa imposibilita la conciencia y no deja espacio al perdón y al amor. No se abren al sentido del amor incondicional: permitir que el misterio del amor entre en nuestra vida, generando así la confianza en nosotros, y la oportunidad de agradecer.

¿Cuánto tiempo vamos a permanecer lejos de Dios? Agradecer es una forma de aceptar libremente el amor de Dios en mi vida. Morir con Él y Vivir con Él.



ESTUDIO BÍBLICO

Necesidad de la acción de gracias a Dios

Iª Lectura: IIº Reyes (5,14-17): El acceso a Dios de los malditos

I.1. La lectura del Libro de los Reyes nos presenta una narración del ciclo del profeta Eliseo -discípulo del gran profeta Elías-, en la que se nos muestra la acción beneficiosa para un leproso extranjero; nada menos que Naamán, el general de Siria, pueblo eterno enemigo de Israel. La enfermedad de la lepra era una de las lacras de aquella sociedad, como existen hoy entre nosotros pandemias de enfermedades malditas, especialmente para pueblos sin acceso a los medicamentos imprescindibles. Por eso era considerada la enfermedad más impura y diabólica. ¿Cómo tratar a este enfermo, que además es un maldito extranjero? Eliseo, a diferencia de su maestro Elías, que era un profeta de la palabra, se nos presenta más taumatúrgico y recurre el mítico Jordán, el río de la tierra santa, para que se bañe o se bautice en sus aguas curativas, casi divinas, para aquella mentalidad. Es como un baño en la fe de Israel; este es el sentido del texto.

I.2. Pero lo importante es la acción de gracias a Dios, ya que el profeta no quiere aceptar nada para sí. Este ejemplo, concretamente, había sido puesto ante los ojos de sus paisanos en Nazaret (Lc,4,14ss) para mostrar el proyecto nuevo del reino de Dios que no se atiene a criterios de raza y religión para mostrar su gratuidad y su paternidad para todo ser humano. Toda persona, ante Dios, es un hijo verdadero. Ese es el Dios de Jesús. El ejemplo moral de Eliseo de no despreciar a un extranjero es un adelanto profético de lo que había de venir con la predicación del evangelio. Por ello, cuando las religiones dividen y justifican guerras y odios, entonces las religiones han perdido su razón de ser y de existir.



IIª Lectura: IIª Timoteo (2,8-13): Morir y vivir con Cristo

II.1. La segunda lectura es uno de los textos cristológicos más sublimes del Nuevo Testamento. Seguramente procede de una antigua fórmula de fe; un credo que confiesa no solamente la descendencia davídica de Jesús, sino principalmente su resurrección, a partir de la cual viene al mundo la salvación. Pero es una fórmula que no se queda exclusivamente en la proclamación ideológica de una cristología al margen de la vida del apóstol y de los hombres. Este acontecimiento de la resurrección es lo que llevó al apóstol a abandonar su vida de seguridad en el judaísmo y a luchar hasta la muerte para que el mundo encuentre en este acontecimiento la razón última de la historia futura. El quiere ayudar a salvarse a los hermanos.

II.2. Eso significa que la resurrección de Jesús es determinante. Su opción por el crucificado es una opción para la salvación y por la vida eterna. Así, en la estrofa de cuatro miembros, se va proponiendo la actitud y la forma de vivir una de las experiencias más radicales de la vida cristiana: morir con El, lleva a la vida; sufrir con El, nos llevará a reinar; si le negamos, nos negará, pero si somos infieles, El siempre es fiel. Por lo mismo, pues, no hay razón para la desesperación. En sus manos está nuestro futuro.



EVANGELIO: Lucas (17,11-19): La verdadera religión: ¡Saber dar gracias a Dios!

III.1. El relato de los leprosos curados por Jesús, tal como lo trasmite Lucas, que es el evangelio del día, quiere enlazar de alguna manera con la primera lectura, aunque es este evangelio el que ha inducido, sin duda, la elección del texto de Eliseo. Y tenemos que poner de manifiesto, como uno de los elementos más estimados, la acción de gracias de alguien que es extranjero, como sucede con Naamán el sirio y con este samaritano que vuelve para dar gracias a Jesús. El texto es peculiar de Lucas, aunque pudiera ser una variante de Mc 1,40-45 y del mismo Lc 5,12-16. No encontramos en el territorio entre Galilea y Samaría, cuando ya Jesús está camino de Jerusalén desde hace tiempo. Lo de menos es la geografía, y lo decisivo la acción de gracias del extranjero samaritano, mientras que los otros, muy probablemente judíos (eso es lo que se quiere insinuar), al ser curados, se olvidan que han compartido con el extranjero la misma ignominia del mal de la lepra.

III.2. Ahora, liberados, se preocupan más de cumplir lo que estaba mandado por la ley: presentarse al sacerdote para reintegrarse a la comunidad religiosa de Israel (cf Lev 13,45; 14,1-32), aunque Jesús se lo pidiera. ¿Es esto perverso, acaso? ¡De ninguna manera! En aquella mentalidad no solamente era una obligación religiosa, sino casi mítica. Y es algo propio de todas las culturas hasta el día de hoy. No son unos indeseables lo que esto hacen, pero se muestra, justamente, las carencias de esa religiosidad mítica y a veces fanática que tan hondo cala en el sentimiento de la gente, y especialmente de la gente sencilla. No obstante, la crítica evangélica a esta reacción religiosa tan legalista o costumbrista es manifiesta. Antes de nada quieren integrarse de nuevo en su religión nacionalista y se olvidan de algo más decisivo.

III.3. El samaritano, extranjero, casi hereje, sabe que si ha sido curado ha sido por la acción de Dios. Pero además, el texto pone de manifiesto que no es la curación física lo importante sino que, profundizando en ella, se habla de salvación; y es este samaritano quien la ha encontrado de verdad viniendo a Jesús antes de ir a cumplir preceptos. Quien sabe dar gracias a Dios, pues, sabe encontrar la verdadera razón de su felicidad. Es verdad que los judíos leprosos también darían gracias a Dios en su afán de cumplir con lo que estaba mandado, no debe caber la menor duda. Lo extraño de relato, como alguien ha hecho notar, es que mientras estaban enfermos de muerte, estaban juntos, pero ahora curados cada uno va por su camino, casi con intereses opuestos. La intencionalidad de relato es mostrar que la verdadera acción de gracias es acudir a quien nos ha hecho el bien. Lo hace un hereje samaritano, que para los judíos era tan maldito como el tener todavía la lepra.

III.4. Es, pues, ese maldito samaritano quien muestra un acto religioso por excelencia: la acción de gracias a quien le ha dado vida verdadera: a Jesús y a su Dios. El Dios de Jesús, desde luego, no siempre coincide con el Dios de la ley, de los ritos y de los mitos. Es el Dios personal que, con entrañas de misericordia, acoge a todos los desvalidos y a todos los que la sociedad margina en nombre, incluso, de lo más sagrado. La lepra en aquella época, por impura, alejaba de la comunidad santa de Israel. Pero en el evangelio se nos quiera decir que no alejaba del Dios vivo y verdadero. Por eso el samaritano-hereje -sin religión verdadera para la teología oficial del judaísmo-, expresa su religión de corazón agradecido y humano. Porque una religión sin corazón, sin humanidad, sin entrañas, no es una verdadera religión.





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