Ser como el
Padre
Jesús nació en un pueblo, una
cultura, una fe. Vivió en ese marco concreto como uno de tantos. Pero no se
quedó anclado en la herencia recibida, dejándose llevar por la inercia, sino
que elaboró su propia síntesis personal. En la experiencia de la vida, de las
relaciones; en la escucha profunda de los acontecimientos, se fraguó su mundo
interior. Tampoco este caudal se quedó contenido en su propia existencia sino
que lo brindó como luz para todos. Como percibió el amor del Padre, así ofreció
su amor a los demás.
I
LECTURA
“Amarás a tu prójimo como a ti
mismo” es una de las formas en que se expresa lo que se ha dado en llamar “la
regla de oro”. Esta “regla” aparece en varias versiones, positivas y negativas,
pero todas consisten básicamente en que tengamos hacia los otros el mismo tipo
de trato que tenemos con nosotros mismos. Rabi Akiba (sabio judío de los siglos
I y II d.C.) declaró que esta regla era el gran principio de toda la ley. Por
ella, nos vemos libres de celos o de envidias cuando a nuestro prójimo le está
yendo bien.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
Lectura
del libro del Levítico 19, 1-2. 17-18
El Señor dijo a Moisés: Habla en
estos términos a toda la comunidad de Israel: Ustedes serán santos, porque yo,
el Señor su Dios, soy santo. No odiarás a tu hermano en tu corazón; deberás
reprenderlo convenientemente, para no cargar con un pecado a causa de él. No
serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.
Palabra
de Dios.
Salmo
102, 1-4. 8. 10. 12-13
R.
El Señor es bondadoso y compasivo.
Bendice al Señor, alma mía, que
todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca
olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas y sana
todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura.
R.
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas. R.
Cuanto dista el oriente del
occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados. Como un padre cariñoso con
sus hijos, así es cariñoso el Señor con sus fieles. R.
II
LECTURA
Los corintios corrían el peligro de
quedar prendados de la sabiduría del predicador que habían escuchado: Pablo,
Apolo, Cefas… Cuando damos prioridad a esas preferencias humanas, olvidamos que
la sabiduría que queremos para nuestra vida es la que viene de Dios, es la que
él nos comunica por su Espíritu Santo. Este espíritu vive dentro de nosotros,
nos anima y nos da el discernimiento para la vida.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 3, 16-23
Hermanos: ¿No saben que ustedes son
templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye
el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado,
y ustedes son ese templo. ¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se tiene
por sabio en este mundo, que se haga insensato para ser realmente sabio. Porque
la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios. En efecto, dice la
Escritura: “Él sorprende a los sabios en su propia astucia”, y además: “El
Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son vanos”. En
consecuencia, que nadie se gloríe en los hombres, porque todo les pertenece a
ustedes: Pablo, Apolo o Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente o el
futuro. Todo es de ustedes, pero ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
¿Cómo frenar la sucesión de odios,
violencias y venganzas? Si obramos del mismo modo que quien nos agrede, solo
lograremos multiplicar el mal. Pero ¿de dónde sacar fuerzas para sobreponernos
a todo esto? De nuestra condición de hijos e hijas del Padre celestial, que ama
con un amor sin límites a toda la humanidad. Él vive en perfecta comunión de
amor con el Hijo y el Espíritu Santo. Ese mismo espíritu habita en nosotros y
nos mueve al amor que nos hace capaces de superar la venganza y la enemistad.
Ì
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 5, 38-48
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo les
digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da
una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere
hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te
exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no
le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado. Ustedes han oído que
se dijo: “Amarás a tu prójimo” y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a
sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está
en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la
lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman,
¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan
solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los
paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el
cielo.
Palabra
del Señor.
COMPARTIMOS
LA PALABRA
El Señor es compasivo y
misericordioso
La belleza poética del salmo 102- a
menudo desterramos la riqueza en contenido de los salmos- nos brinda la piedra
angular en la que engarzar adecuadamente las tres lecturas de la liturgia de
este domingo.
En el libro del Levítico se intuye
el corazón de Dios y se constituye como referencia para la relación con los demás.
Podríamos acentuar el hecho que subraya la responsabilidad que tenemos los unos
para con los otros. Somos responsables de los demás, lo cual, no sintoniza esos
criterios tan habituales de desapego, indiferencia y ese falso respeto que nos
hace descuidados con respecto de los hermanos. Hemos de hacernos cargo unos de
otros, la corrección fraterna es un modo de traducir que el otro nos importa de
verdad.
Todo es vuestro, vosotros de Cristo
La profunda conciencia de nuestra
dignidad nos sitúa en la realidad con dos implicaciones: la gratitud y la
responsabilidad.
Gratitud por reconocernos en
nuestra esencia constitutiva: imagen del Padre, hijos en Jesús, cauces del
Espíritu.
Responsabilidad de traducir en
actitudes concretas la presencia del modo nuevo de vivir como discípulos
enviados.
Seréis hijos si hacéis el bien
El texto del evangelio de Mateo
para este domingo, es la cristalización del espíritu de las bienaventuranzas.
No se trata de vivir correctamente, ni siquiera generosamente, sino de vivir
enteramente disponibles, siempre y para todos, creyendo de verdad que nuestra
sencilla y constante siembra de bondad, puede y deber transformar el mundo.
Es preciso ser discípulos en Jesús,
hacer de la relación con el Padre el centro de la existencia y de la
experiencia del amor gratuito, la razón de la más profunda alegría.
ESTUDIO
BÍBLICO
I. Lectura (Levítico 19,1-18): El
amor en el judaísmo no llegaba al enemigo
La primera lectura de este domingo
está tomada del Levítico, uno de los cinco que componen el Pentateuco. Sirve
esta lectura como introducción y, además, como telón de fondo necesario para el
texto del evangelio. Lev 19 es como una especie de decálogo o código de
santidad. De este capítulo solamente se toman algunas cosas, entre las que
sobresale la exigencia de Dios para que seamos santos. Pero en este caso el
concepto de santidad no es algo que parezca inaccesible al hombre, sino que en
la lectura de hoy se propone específicamente no vengarse de nadie de los que
constituyen la comunidad de Israel; en esa comunidad, pues, se establece el
concepto de prójimo; algo que se antoja demasiado restringido para lo que hemos
de oír de las palabras de Jesús.
No obstante, debemos reconocer que
en el ámbito religioso - cultural de la época, supone para Israel una
aportación dignificadora frente a otros pueblos y otras culturas. El
"amarás a tu prójimo como a ti mismo", desde luego, es un hito humano
y teológico, aunque quedará empequeñecido con lo que Jesús pide. El Dios de Israel,
el Dios creador del mundo, hubiera pedido algo más determinante, si no fuera
porque son los hombres los que no saben interpretar adecuadamente cuál es la
anchura del corazón de Dios. Solamente Jesús se atreverá a dar un paso mucho
más decisivo y arriesgado interpretando a Dios como Padre que ama a todos sus
hijos, aunque no sean de Israel.
II. Lectura (I Corintios 3,16-23):
Cristo y la comunidad
En la segunda lectura vamos a
concluir el tema de la sabiduría cristiana frente a la sabiduría del mundo que
se ha ido proponiendo todos estos domingos. Ahora, en una especie de diatriba,
Pablo quiere decir algo importante a la comunidad para que se percate de una
vez por todas de la importancia de todo lo que les ha dicho en estos tres
capítulos. Con la imagen del templo, del templo nuevo, del templo del Espíritu,
el apóstol quiere enmarcar de nuevo, el principio de la sabiduría cristiana: si
alguien en la comunidad, en la Iglesia, quiere ser considerado sabio, que no le
importe que lo consideren necio, como que no vale. Porque los criterios de la
comunidad cristiana deben ser distintos de los del mundo. Los que más valen,
pues, no son los que triunfan en el mundo, porque el mundo construye sus
triunfos en lo que fenece.
Por eso vuelve a mencionar a los "líderes"
por los cuales la comunidad se dividía (Pablo, Apolo, Cefas-Pedro). Y por ello
queda claro que todos los grandes y pequeños en la comunidad deben estar ante
Cristo. De ahí podríamos inferir que los de Cristo no constituían un grupo aparte
en la comunidad. Cristo, justamente, es el que unifica criterios, el que libera
las ideas de todo personalismo de la sabiduría de este mundo. Y por eso la
comunidad cristiana no debe tener personajes que deslumbren o líderes que se
posesionen para ellos de la verdad del evangelio. Esa verdad es de cada uno,
sean más inteligentes o tenga una misión más determinada. Porque el
"cuerpo" de Cristo dignifica a todos aquellos que en el mundo no
tendrían dignidad alguna.
Evangelio (Mateo 5,38-48): Frente a
la violencia, el amor a los enemigos
El texto de Mt 5,38-48 es, como
hemos adelantado, un hito prodigioso de luz y solidaridad para la humanidad.
Nadie como Jesús se ha atrevido a hablar de esa forma y a jugarse la vida
frente al odio del mundo y a la venganza entre enemigos. Es lo más típico y
determinado de Jesús de Nazaret; así se reconoce en todos los ámbitos. Las
antítesis veterotestamentarias, de las que sobresale la ley del talión,
"ojo por ojo y diente por diente", no solamente quedan obsoletas,
sino absolutamente anuladas en las propuestas de Jesús sobre el Reino. Las
palabras de Jesús sobre el amor a los enemigos están insinuando el texto de Lev
19,18, la primera lectura de hoy. Es verdad que en el Antiguo Testamento,
exactamente, no se dice "aborrecerás o odiarás a tu enemigo", pero
como todos los que no son de la comunidad de Israel no pertenecen al pueblo de
Dios, no había más que un paso para un tipo de relación de enemistad. Es decir,
pueden ser excluidos del amor del buen israelita los que no son prójimo, los
que no son de los nuestros. Aquí Jesús intenta poner el dedo sobre la llaga;
intenta hablar y exigir que tengamos los mismos sentimientos de Dios, porque El
no tiene enemigos, nadie es extraño para El, a nadie niega la lluvia y el sol.
En las comunidades culturales-religiosas, como la de los esenios de Qumrán, se
justifica más que sobradamente el odio a los que no pertenecen a la comunidad
de la luz. Esta actitud está reflejada en la postura de interpretación
religiosa de un judaísmo bien determinado. Jesús, pues, con estas antítesis, y
principalmente con la última quiere incorporarnos a la "familia de Dios,
del Dios como Padre", y en Él no cabe odio alguno. Por lo mismo, el amor
al enemigo es la concreción más radical, por parte de Jesús, del amor al prójimo.
No basta decir que el prójimo es el que piensa como yo, quien es de los míos;
el prójimo son todos los hijos de Dios, y ningún hombre o mujer están excluidos
de este derecho.
La quinta antítesis nos enfrenta a
la no-violencia (5,38-42) teniendo como frontispicio la famosa ley del talión:
"ojo por ojo y diente por diente". Las citas que están a la base de
esta construcción tan particular y heterogénea son Ex 21,24; Lev 24,20; Dt
19,21. Y el texto, en término generales, es de Q (así se refleja en Lc 6,27-36),
aunque los añadidos de Mateo son también realmente inconfundibles (vv.
38-39.41). Lo que se pide es tan extremo que muchos autores piensan que nos
encontraríamos ante "dichos" auténticos de Jesús por el
"criterio de disimilitud", es decir, que no pueden proceder ni del
judaísmo ni de la comunidad cristiana, sencillamente porque Jesús "va más
allá" siempre, en lo que piensa y en lo que dice, del judaísmo y del
cristianismo primitivo; es más audaz, más profético y más arriesgado. Si la ley
del talión había sido como un protocolo de no excederse en el mal que se ha
causado, como casi todo lo de la Torá, quedará "cumplido" siendo más
humano y más radical lo que se pide a un cristiano o a una comunidad cristiana.
En el lenguaje popular la expresión de "poner la otra mejilla" ya
tiene visos de leyenda para muchos y, sin duda, así se vive porque nadie está
dispuesto a hacerlo. La bofetada en la "derecha" habla casi de
infamia, del algo grave; de la misma manera el dúo túnica-capa y el quitar-dar
es dejar a alguien desnudo, sin protección, sin personalidad, sin ser uno
mismo. ¿Qué pretendía, pues Jesús con todo esto? Muchos se hacen esta pregunta
y no encuentran fácil respuesta. Pero la cosa es más sencilla que todo eso: se
trata de radicalizar la renuncia a la violencia... y todo lo demás podemos
considerarlo como leyenda. Toda la comunidad cristiana debe saberlo y tenerlo
en cuenta, aunque esté pasando por momentos críticos de persecución (en el caso
de Mateo podía ser así) y de incomprensión. Estaríamos de acuerdo con el
comentario de U. Luz, al respecto: "estos logia... tratan de causar
extrañeza, de sacudir, de protestar simbólicamente contra el círculo de la
violencia". Eso debe ser santo y seña de los seguidores de Jesús, porque
él lo vivió personalmente así y de esa manera debe comportarse ideal y
prácticamente una comunidad cristiana. Eso es lo que Jesús quiere que
descubramos en el ámbito de la vida y en este estilo se muestra la categoría
del Reino de Dios predicado por él. Así se explica el credo cristiano del
rechazo a toda violencia, a la pena de muerte, a la respuesta de infamia y
venganza por el mal que nos hayan podido hacer. El asunto no deja lugar a
cualquier resquicio que justifique violencia o venganza. Este es uno de los
aspectos más específicos del la verdad del Reino.
El amor a los enemigos (5,43-48) es
la sexta y última antítesis de esa "plenitud" de la ley y los
profetas que enmarca todo el conglomerado de las antítesis. Es la cumbre de
todas ellas y el cenit de la radicalidad con que se pretendía esa plenitud de
parte de Dios, revelado por Jesús. Así lo entiende Mateo quien sigue, no
obstante, el texto de Q (Lc 6,27.32-35) e incluso reformula Q (Lc Lc 6,36) en
el v. 48 de nuestro texto de hoy. En realidad el "odiarás a tu enemigo"
no lo encontraremos en el AT, pero teniendo en cuenta que los que no son del
pueblo de Dios, para el judaísmo, son pecadores, se entiende que se haya
formulado de esta manera la exigencia de contraste del amor a los enemigos.
Estamos ante lo que es la esencia y
el paradigma de lo verdaderamente cristiano; no hay algo más grandioso, más
específico y más difícil de vivir que amar a quien nos odia, porque los
enemigos son los que nos odian. Todos los elementos formarles o lingüísticos
son de categoría y de contraste: amar, enemigos, hacer el bien, los que odian,
bendecir, los que maldicen, orar, los que maltratan. Pero debemos tornar en
consideración que en medio de estas oposiciones el punto de referencia es
"el Padre del cielo", que es Dios. Esta antítesis no se puede
entender sin esa referencia capital. El ejemplo del sol y de la lluvia es de
una creatividad sin igual, que ningún humanista, filósofo o filántropo han
podido imaginar. Hay que amar y perdonar a los enemigos, porque el "Padre
del cielo" lo da todo a todos, es decir, no tiene enemigos. En el caso de
Mateo, debernos entender que la "justicia" mayor que exige en el
Sermón de la Montaña encuentra aquí toda su perfección. Es verdad que el amor o
al menos la actitud del trato digno y justo o afirmaciones aproximadas las
encontramos en otras religiones e incluso en círculos filosóficos o
filantrópicos. Sin embargo, debemos reconocer que el amor a los enemigos es
decididamente cristiano y por ello se entiende que el "logion" sale
de la boca de Jesús. No podía ser de otra manera. Pero no es lo mismo la filfa
o simpatía a todos los hombres incluso a los que nos son hostiles; en el mundo
estoico nos encontramos con ciertas aproximaciones. Pero lo de Jesús va mucho
más allá. No debemos olvidar que se habla de amar (agapaó) que es mucho más
intenso y definitivo.
¿Es posible llegar a esta
"justicia" tan perfecta? Lo que se nos dice en Mt 5,48 para rematar
las antítesis es una propuesta de imitación: "sed perfectos como vuestro
Padre celestial es perfecto". Sabemos que ese es el sentido que tiene todo
el sermón y las antítesis como elementos determinantes. Se nos pide que
imitemos a Dios y no debe ser de otra manera, aunque nunca podamos ser como
Dios, como el Padre. La "irnitatio Dei" es un planteamiento de la
moral religiosa en todo su sentido cultural de la época y casi siempre ha sido
así. Para Jesús, el modelo no puede ser sino Dios mismo, pero este como Padre.
No obstante, la idea, tal como la formula Lucas 6,36 "sed compasivos"
o "misericordiosos" (oiktírnzones) parece más conforme con lo que
pudieron ser las palabras de Jesús, más en conformidad con el mismo hecho de
tratar a Dios como Padre y no simplemente como Dios. Que a Dios se le considere
perfecto es demasiado "jurídico" o "legal"; pero que a
Dios-Padre se le considere como fuente de compasión y misericordia y que
debamos hacer y sentir como El, es mucho más entrañable y humano. Querer ser
perfectos como Dios es imposible, aceptar ser compasivos y misericordiosos como
el Padre es lo propio de los seguidores de Jesús. En ese sentido no debemos
tener miedo de tener a Dios, al Dios Padre, como modelo de nuestra vida, de la
misma manera que lo experimentó Jesús.
Se ha hablado mucho de la utopía
del amor a los enemigos como un imposible. Es verdad que es una propuesta
"utópica", porque está fuera de lo normal, de lo que la antropología
y la psicología nos dictan e incluso nos imponen. Pero si cambiáramos esta
exigencia utópica del cristianismo toda caería por tierra. Si es imposible para
cada uno de nosotros aceptémoslo, pero no por ello ignoremos las palabras de
Jesús que lo llevó a la práctica, y de muchos seguidores. En todo caso, si es
una utopía, se trata de una utopía irrenunciable que debe practicarse con todas
nuestras fuerzas, las que tengamos, las que sintamos... lo demás, lo podemos
dejar en las manos de Dios Padre que no ayudará a cambiar el corazón.