domingo, 18 de mayo de 2014

DOMINGO 5° DE PASCUA


"Nadie va al Padre, sino por mí"

Experimentar la cercanía de Dios es un ejercicio de madurez en la fe que se materializa, no tanto por la búsqueda insistente de lo divino más allá de nuestra realidad, como por la escucha atenta de las manifestaciones del Padre en los acontecimientos de la vida. El Evangelio antes que un mensaje religioso es un mensaje para la vida. No porque el Evangelio se desentienda de Dios, sino porque el criterio central del Evangelio de Jesús es que la mediación esencial entre el ser humano y Dios es la vida, la humanización de la vida.

Este diálogo de preguntas y respuestas entre Jesús y los discípulos se actualiza en cada uno de nosotros: ¿creemos que el Dios de Jesús es el Padre del que nos habla y sabemos cómo y dónde se nos manifiesta?

Nuestra sociedad actual, se caracteriza por autoproclamarse la sociedad de la “transparencia”. Este lema se ha hecho dominante, especialmente en lo referente a la libertad de información. Se entiende por tal este espacio en el que se maneja tal cantidad de información que ésta ha de ser rápida, operativa y ha de poderse insertar fácilmente en el caudal liso del capital, la comunicación y la información. Es también una “transparencia” que pone las cosas directamente ante la mirada, sin ningún espacio para el diálogo, el discurso y el tiempo necesario para la elaboración y la reflexión. Facebook, Twitter e Internet son los paradigmas de esta forma de confusión entre la verdad y la información. La transparencia y la verdad no son lo mismo. Más información o una acumulación de la misma por si sola, no es más verdad. La hiperinformación y las hipercomunicación dan testimonio de la falta de verdad (Byung-Ghul Han)

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA

I LECTURA

“Se dice que estos siete fueron elegidos para que se encargaran del servicio de las mesas, y la tradición posterior vio en ellos a los primeros diáconos. Pero en este relato no se les da el nombre de diáconos, y en los relatos que siguen nunca parece que se ocuparan de las mesas, sino de la obra evangelizadora, y teniendo una parte importante en la apertura del Evangelio a los paganos”.

Lectura de los Hechos de los apóstoles 6, 1-7

En aquellos días: Como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendía a sus viudas en la distribución diaria de los alimentos. Entonces los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: “No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas. Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea. De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra”. La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía. Los presentaron a los Apóstoles, y estos, después de orar, les impusieron las manos. Así la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén y muchos sacerdotes abrazaban la fe.
Palabra de Dios.

Salmo 32, 1-2. 4-5. 18-19

R. Señor, que descienda tu amor sobre nosotros.

Aclamen, justos, al Señor: es propio de los buenos alabarlo. Alaben al Señor con la cítara, toquen en su honor el arpa de diez cuerdas. R.

Porque la palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. R.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.

II LECTURA

En una frase cargada de imágenes, el texto nos quiere mostrar que entre todos formamos la Iglesia, y que desde la unidad construida, somos el camino de la humanidad hacia Dios. Una hermosa concepción de la Iglesia.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 4-10

Queridos hermanos: Al acercarse al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios, también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo. Porque dice la Escritura: “Yo pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que deposita su confianza en ella, no será confundido”. Por lo tanto, a ustedes, los que creen, les corresponde el honor. En cambio, para los incrédulos, “la piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: piedra de tropiezo y roca de escándalo”. Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra: esa es la suerte que les está reservada. Ustedes, en cambio, son “una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido” para anunciar las maravillas de Aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz. Ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes, que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado.
Palabra de Dios.
EVANGELIO

“En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones”. Nadie queda excluido, para todos hay lugar, todos tenemos un espacio en la casa de Dios. Por eso podemos acercarnos con confianza y sabernos recibidos.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 14, 1-12

Durante la última cena, Jesús dijo a sus discípulos: “No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, ¿les habría dicho a ustedes que voy a prepararles un lugar? Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy”. Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?”. Jesús le respondió: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”. Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le respondió: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

El coraje de dejarse tomar por Dios

“Quien me ha visto a mi ha visto al Padre” (Jn. 14,9). Esta frase viene precedida por otra: “tanto tiempo hace que estoy con vosotros ¿y no me conoces, Felipe?

Probablemente, en esta falta de conocimiento nos encontramos aún hoy, mas de dos mil años después, buscando a Dios fuera de las cosas, allí donde no está. O tal vez, tratando de conocerlo sin el amor necesario para dejar que se nos des-vele. Nos empeñamos en posesionarnos de todo aquello que es susceptible de ser “conocido” sin atender al modo de hacerlo. En definitiva, no podemos vivir sin amor y sin conocimiento, pero el conocimiento sin amor genera competitividad; el amor sin conocimiento genera sentimentalismo. Aún así, los hemos disociado a pesar que el conocimiento y el amor forman el dinamismo principal del ser humano.

Tomás no lo entiende, no comprende que la separación que produce la muerte pueda dar paso a la vida del Padre; la separación-muerte es, para él, el final del camino.

Jesús nos dice que quien le ha visto a él no necesita ver a Yahvé porque ha visto al Padre. Él nos da la imagen y la vida del Padre; este ver al padre en Jesús significa que la verdadera esencia de Jesús es la transparencia. Felipe tampoco ha descubierto ese plus de conocimiento-amor: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”.

La transparencia de Jesús es fruto de esa experiencia que nos enseña a desactivar la indiferencia, el egoísmo, y la vanidad que cubren nuestro corazón, dejándolo expuesto a su propia desnudez, a su auténtica personalidad. Hay una bienaventuranza que dice, “bienaventurados los limpios de corazón”

Una transparencia que es vida y no puro exhibicionismo

La luz es luz, esto es, ilumina en cuanto deja ver su origen. Si le interponemos un cuerpo opaco deja de ser la luz. Ellos ven en Jesús el representante de Dios, lo identifican con el Mesías de la Ley. No acostumbrados a la transparencia de Jesús, no ven en él al Padre mismo. No tienen la fe-confianza de la entrega incondicional, creen en un personaje-fiable al que no terminan de descubrir plenamente. Descubrir que Jesús es el camino supone un proceso progresivo de crecimiento que, con nuestra intervención, nos va “terminando” como discípulos y como obra de Dios. La meta es la máxima solidaridad con el hombre, dándose enteramente por él. Este es el lugar donde estuvo siempre Jesús y en donde estarán los discípulos a partir de ahora: “para que donde estoy yo, estéis también vosotros”.

“Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”. No hay un Padre absolutamente distinto al hijo. ¿Qué significado puede tener para nosotros esta transparencia y esta relación Padre-Hijo? En primer lugar, la transparencia total sería otra forma de expresar el morir a uno mismo, el no enquistarse en la opacidad del quedarse para sí, presos de nuestros propios miedos, dolores o alegrías; significa el liberarse de la individualidad egoísta y autorreferencial de la apropiación indebida de la vida que transita en mí. La transparencia es lo único que se nos pide. Es la experiencia de Dios la que nos hace transparentes porque este camino que hay que recorrer no es individual sino comunitario.

Es también desde la transparencia desde podemos interpretar la experiencia del Dios vivo. Desde la transparencia podemos entender que Dios sea experiencia de lo que no se ve, experiencia de nada. ¿Qué es lo que ha de transparentar a Dios? En primer lugar, la realidad toda. En tanto que participamos de ella descubrimos al Padre como su fuente y origen, y al hijo como su plenitud. En segundo lugar, el otro, todo otro, el compañero, el amado, el superior, el inferior, el hijo, el vecino, el desconocido…Quien ha visto al otro ha visto al Padre. Esto último tiene una aplicación inmediata en la vida cristiana. No hay que hacer cosas por Cristo, porque un Cristo separado de los demás hombres, no es nada. Cristo se transparenta en los otros. Por eso, nuestra experiencia de Cristo no puede ser otra que nuestra experiencia crística de los otros; una experiencia de apertura, de entrega y de donación, de encuentro. “A mí me lo hicisteis” – a pesar de que no lo sabíais.


ESTUDIO BÍBLICO

Iª Lectura: Hechos (6,1-7): Ministerios nuevos, según las necesidades

I.1. La Iª Lectura es el texto que muestra la primera crisis de la historia del cristianismo primitivo: la elección de siete responsables para los cristianos que se habían convertido, provenientes de la diáspora del mundo helenista, que hablaban griego, que tenían otra mentalidad, otra cultura y otros planteamientos sobre las tradiciones religiosas del Israel. Se debe reconocer un cambio de rumbo, que sin duda marcara el futuro de los cristianos frente al judaísmo. No es así como lo presenta directamente Lucas, pero las consecuencias será inapelables.

I.2. Se han querido ver en este relato ciertas semejanzas con el momento del Éxodo de Egipto, cuando israelitas “aumentan” en número y con la travesía del desierto, en que los hijos de Israel “murmuran” por lo difícil e imposible del camino. Pero Dios va a dar su respuesta a todo ello, dándoles la libertad, así como el maná y el agua. Los Apóstoles piden a unos representantes de los “helenistas”, que mediante el don de la fe y del Espíritu, puedan llevar a cabo el servicio a sus hermanos, que no es un servicio social, sino espiritual y de predicación. También este es un ejemplo del “compartir” en la Iglesia primitiva.

I.3. No se trata simplemente de “diáconos” que sirven a las mesas de los pobres, aunque ésta era una de sus responsabilidades; se trata de representantes de los Apóstoles, de responsables directos de esta comunidad que habían tenido, sin duda, enfrentamientos con los cristianos que eran palestinos o hebreos. No es solamente la lengua materna lo que les diferencia, sino un mentalidad más renovada que busca una identidad futura para el movimiento de Jesús. Comienza así a perfilarse una decisión que posteriormente llevarán adelante Bernabé y Pablo, tras la muerte de Esteban, en la comunidad de Antioquía de Siria, donde los discípulos de Jesús recibieron, por primera vez, el nombre de «cristianos». Era necesaria esta respuesta, porque los discípulos de Jesús no podían mantenerse amparados en las tradiciones del judaísmo, de la ley y el templo, si no querían perder la identidad que Jesús les había ganado en la Pascua.

IIª Lectura: Iª Pedro (2,4-9): La comunidad viva en Cristo

II.1. La IIª Lectura (2,4-9) ofrece también una identidad, recurriendo a la teología de que todos los cristianos somos un pueblo de reyes, un pueblo sacerdotal, una nación consagrada. Acercarse a Jesús, el Señor que ha muerto por nosotros y ha resucitado para darnos la vida, significa que la religión cultual del judaísmo deja de ser elitista, para que podamos gozar de las prerrogativas de lo más santo y sagrado. Por eso nace un nuevo pueblo, una nueva comunidad santa y sacerdotal que entraña una plenitud espiritual y no cultual.

II.2. Sobre la imagen de la piedra “viva” se construye con piedras vivas una comunidad nueva que no necesita lo viejo. Es una nueva Sión, en que no es necesario un templo y una liturgia especial. Es la comunidad y cada uno de los bautizados como una liturgia vive de alabanza y acción de gracias.

II. 3.Cada uno de los bautizados, pues, recibe una herencia personal y comunitaria. No se necesita, pues, nacer de estirpe sagrada, ni ser consagrado específicamente, para comunicarse con Dios, para sentir su salvación. Esta es una de las propuestas más importantes de la teología del pueblo de Dios que tenemos en el Nuevo Testamento. Ello nos lo ha ganado Jesús, que es la piedra vida y el fundamento de esa religión del pueblo de Dios verdadero.

Evangelio (Juan 14,1-12): El camino de la verdad y de la vida

III.1. El evangelio de hoy de Juan, es uno de los discursos de revelación más densos de su obra. Está inserto en el testamento de Jesús a los discípulos en la última cena, que es un relato muy particular de este evangelista. Es un discurso de despedida. Aquella noche, entiende Juan, Jesús comunicó a los suyos las verdades más profundas de su vida, de su existencia y de su proexistencia (existir para otro). Jesús se propone, se auto-revela, como el camino que lleva a Dios; se presenta igual a Dios, igual a Dios que es Padre. El centro del mismo es la afirmación de Jesús como «camino, verdad y vida».

III.2. Ya sabemos que el camino es para andar y llegar a una meta; la vida es para vivirla, gustarla y disfrutarla; la verdad es para experimentarla como bondad frente a la mentira, que engendra desazón e infelicidad. En el mundo bíblico la verdad (emet) no es una idea, sino una realidad que se hace, se realiza, se lleva a la práctica. En el mundo de la filosofía helenista puede que la verdad sea algo más ideológico. Camino, verdad y vida, pues, son cosas concretas que se viven, que se hacen, que se experimentan. Estas son cosas que todos buscamos en nuestra historia: queremos caminos que nos lleven a la felicidad; amamos la verdad, porque la mentira es la negación del ser y de los bueno; queremos vivir, no morir, vivir siempre, eternamente.

III.3. Nadie puede llegar al Padre sino por Jesús (“por mi”). Los hombres buscan a Dios, necesitan a Dios; pero no a cualquier Dios, sino el Padre. Jesús lo ha revelado de esa forma y en ello ha empeñado su palabra y su vida: ésta es su verdad. San Juan, pues, está afirmando que no es posible experimentar a Dios sino por medio de Jesús. Muchos ha hablado del absolutismo joánico, lo que llama la atención desde le punto de vista cristológico, ya que el Jesús de los evangelios sinópticos no se expresaba así. Estamos de acuerdo que esta manera de hablar depende de los catequistas y teólogos de la comunidad joánica, no de palabras o “logia” reales de Jesús de Nazaret. Este absolutismo joánico se explica porque en este momento de la cena, de la despedida, del testamento o última voluntad, Jesús está revelando todo en beneficio nuestro, en beneficio de los que “son de la verdad” (Jn 18,37), como dirá a Pilato en el momento de ser juzgado. Escuchar su voz, es confiar en su palabra de vida .

III.4. A Jesús, lo propone San Juan, con estos conceptos tan consistentes como el que puede liberarnos en nuestra existencia agobiada y, a veces, no menos esquizofrénica. Podemos decir que esta alta teología joánica sobre quién es Jesús para la comunidad cristiana, es una propuesta de fe; pero no una propuesta de experiencias abstractas, sino de las realidades que buscamos siempre y en todas partes. El es el camino que nos lleva a Dios como Padre, porque de otro forma hubiera seguido siendo un Dios “desconocido” para nosotros. No basta con decir Dios, sino que esa intimidad con el Padre lo hace accesible para siempre. La cristología de Juan, pues, se “abaja” en el misterio de la paternidad de Dios para que no estemos desamparados y sin confianza. Un Dios, padre, que también es madre, hace la teología más humana y, desde luego, la fe más terapéutica y espiritual. Jesús se atrevió más que nadie, y precisamente por ello es la verdad de nuestra existencia cristiana y la vida de nuestra experiencia de fe.







No hay comentarios:

Publicar un comentario