“Jesús Nazareno, Tú tienes palabras de vida eterna”
Llegamos al desenlace del Evangelio de
San Juan que ha conducido nuestras celebraciones los anteriores domingos. Un
capítulo muy denso: desde la revelación del misterio de la Eucaristía hasta el
aparente rechazo de una parte del pueblo y la dedicación de Jesús a su reducido
grupo prendiendo en ellos una inquietud del espíritu que sin duda dará sus
frutos; y a la cabeza Pedro. Decae el entusiasmo popular, siempre interesado y
folklórico, y comienza la inquietud por la semilla que dará sus frutos.
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
I LECTURA
El pueblo
debe elegir. Conoce los muchos dioses que tienen sus vecinos y sabe cómo se los
honra y lo que representan. Para decidirse a elegir al Señor, el pueblo repasa
su propia experiencia: Dios es el que da la libertad y la vida. Elegir al Señor
es elegir vivir como un pueblo amado y libre.
Lectura
del libro de Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b
Josué reunió en
Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus
jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor.
Entonces Josué dijo a todo el pueblo: “Si no están dispuestos a servir al Señor,
elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus
antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país
ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor”. El pueblo
respondió: “Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses.
Porque el Señor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto, de ese lugar
de esclavitud, a nosotros y a nuestros padres, y el que realizó ante nuestros
ojos aquellos grandes prodigios. Él nos protegió en todo el camino que
recorrimos y en todos los pueblos por donde pasamos. Por eso, también nosotros
serviremos al Señor, ya que él es nuestro Dios”.
Palabra de Dios.
Salmo 33, 2-3. 16-23
R. ¡Gusten
y vean qué bueno es el Señor!
Bendeciré al
Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se
gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Los ojos del
Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor; pero el Señor rechaza a
los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra. R.
Cuando ellos
claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. El Señor está
cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. R.
El justo padece
muchos males, pero el Señor lo libra de ellos. Él cuida todos sus huesos, no se
quebrará ni uno solo. R.
La maldad hará
morir al malvado, y los que odian al justo serán castigados; pero el Señor
rescata a sus servidores, y los que se refugian en él no serán castigados. R.
II LECTURA
Debemos
leer estas recomendaciones en el contexto de aquella sociedad patriarcal, donde
el varón era el jefe de la familia. La carta introduce una novedad al indicar
que también las relaciones conyugales deben ser vividas mutuamente “en el
Señor”. Así se exhorta a los matrimonios a vivir en el ideal del mismo amor que
une a Cristo y a la Iglesia.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 5, 21-33
Hermanos:
Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres a su
propio marido como al Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como
Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la
Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar
en todo a su marido. Los maridos amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia
y se entregó por ella para santificarla. Él la purificó con el bautismo del
agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha
ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los
maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa
se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y
lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros
de su Cuerpo. “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a
su mujer, y los dos serán una sola carne”. Este es un gran misterio: y yo digo
que se refiere a Cristo y a la Iglesia. En cuanto a ustedes, cada uno debe amar
a su propia mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.
Palabra de Dios.
ALELUYA
Cf. Jn 6, 63c. 68c
Aleluya. Tus
palabras, Señor, son Espíritu y Vida; tú tienes palabras de Vida eterna.
Aleluya.
EVANGELIO
Jesús
eligió a los suyos. Y a su vez, ellos deben hacer una opción. Pedro, en nombre
de todos, responde desde la experiencia vivida: no hay otro Maestro como este.
Los textos de la misa de hoy nos llevan a repasar nuestra propia experiencia de
Dios, considerando todo lo que su gracia ha obrado en nuestra vida. Es una
ocasión para volver a elegir estar con él.
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 60-69
Después de
escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este
lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”. Jesús, sabiendo lo que sus discípulos
murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando
vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da
Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.
Pero hay entre ustedes algunos que no creen”. En efecto, Jesús sabía desde el
primer momento quienes eran los que no creían y quien era el que lo iba a
entregar. Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el
Padre no se lo concede”. Desde ese momento, muchos de sus discípulos se
alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce:
“¿También ustedes quieren irse?”. Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién
iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que
eres el Santo de Dios”.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.
Este
modo de hablar es inaceptable
Desde un punto de vista personal y
cercano, para todos y cada uno de los que participamos en esta celebración
litúrgica ¿cómo interpretamos la expresión “este modo de hablar es duro”? ¿es
“duro” el Evangelio?... Partiendo de una afirmación sin más muy poca gente lo
tomaría como camino de vida. La estampida de alguna manera parece lógica.
Todavía Jesús, siempre claro, le añade “más carga”: …”y si vierais…” Todo el
horizonte evangélico es bellísimo pero hay que partir para su contemplación de
una cierta disponibilidad que se podría despertar sopesando lo que se vive y
contemplando el mundo que se divisa.
Conviene señalar que los planteamientos
de Jesús son opción y vida y van más allá de las ideologías e instituciones…
Qué bien lo resumió El en aquello de “Yo soy la verdad, camino y vida”…
Teóricamente: el ser humano creado por
Dios a su “imagen y semejanza” estaría siempre en sintonía con El. Jesús es
enviado para que la humanidad veamos lo que nos hemos deteriorado y
visualicemos caminos de recuperación.
En la práctica: para lograr la sintonía
con Dios “en, por y con Jesús” se pasa por una serie de eventualidades que
resultan difíciles y en cada persona se concreta en una serie de
circunstancias.
En el fondo, cada vez es más aceptado por la ciencia que
todo ser humano tiene su ventana abierta a los transcendente. Y también es
cierto que existe una “domesticación” que impide ser más libre en el tema de
las decisiones. Jesús es muy claro en sus manifestaciones: presenta el
Evangelio bajo dos preguntas clave: “¿Qué te parece?” y “si quieres…” Los Doce
estaban un poco entrenados en esta dinámica… Para el común de los mortales cuya
relación con Jesús es efímera, de mala gana, o con fondo revuelto… es más
difícil la serenidad para las grandes decisiones.
Un
amor como el de Cristo a su Iglesia
En referencia a la segunda lectura vemos
la trayectoria directa de la pregunta evangélica en el caso que presenta Pablo
sobre el “amor matrimonial”: cristianamente hablando la clave está en un “amor
como el de Cristo a su Iglesia”. Muchos cónyuges dirán “duras son estas
palabras” y seguirán son las
infidelidades, el descuido en la concepción y educación de los hijos, con un
sentido egoísta y funcional de la familia…
Igualmente se puede hacer el
planteamiento a la Iglesia. Por una parte hasta qué punto la Iglesia es fiel al
mensaje evangélico y en épocas, grupos y personas andemos en huidas y
mediocridades y la misión de la Iglesia ande tal vez en demasiadas
condescendencias para no hacer “tan duro el Evangelio”… La consecuencia será “la graciosa huida” de tantas personas que no
encuentran en ella lo convincente y apasionado del Evangelio. Pero también es
cierto que para muchas personas las “debilidades” de la Iglesia son tomadas
como disculpas para no ser fieles a los dictados de su conciencia… ¿Por qué no
fijarse en la abundancia de fieles seguidores de Jesús que en todos los ámbitos
dan testimonio de fidelidad: en la familia, en las parroquias, en las misiones,
en la vida religiosa, en lo profesional…. etc. etc.?
Conclusión:
Que nuestra celebración de hoy nos lleve
a renovar nuestra fe en Jesús, actualizando propósitos y compromisos con El, en
nuestras relaciones, sobre todo familiares y sociales. Y convencernos que el
Evangelio no es duro, sino todo lo contrario; lo duro es el camino que hemos
emprendido que nos separa cada vez más de la grandeza de una vida en el camino
de Jesús; lo duro es la vuelta…
ESTUDIO BÍBLICO.
La Eucaristía, Pacto de Vida
I
Lectura: Josué (24,1-18): Israel en las manos de Dios
I.1. La primera lectura nos habla del
famoso pacto de Siquén en el que el sucesor de Moisés al frente del pueblo
liberado de la esclavitud de Egipto, y ya introducido y poseedor de la tierra
prometida, convoca a todas las tribus para hacer un pacto, una alianza con
Yahvé. ¿Por qué? Cuando los israelitas llegaron a Canaá se encuentran con que
sus habitantes tienen sus dioses, sus santuarios, lo cual ha de influir
bastante en los advenedizos; no se cambia de la noche a la mañana una cultura
religiosa acendrada en la situación social y antropológica de ese pequeño
territorio. Este pacto, desde luego, es presentado en la Biblia como el
prototipo de la unidad de tribus, cada una de las cuales tenía sus intereses
sociales y políticos; e incluso, lo más probable, es que no todas las tribus
hubieran tenido la experiencia de la esclavitud de Egipto y del paso por el
desierto.
I.2. Habría que considerar en el marco
de la lectura de este texto de Josué una serie de propuestas sobre el origen de
“Israel” en la tierra prometida, que hoy se proponen desde la arqueología y
desde un planteamiento de sociología religiosa. Se ha llegado a hablar que el
origen de Israel en Palestina es el fruto de una “revuelta campesina” (cito los
autores más famosos: G. Mendenhall y N. K. Gottwald) que se ha trasmitido a la
posteridad bajo un pacto religioso de las tribus para dar coherencia y unidad.
No quiere decir que las tesis tradicionales de la Biblia: un grupo de esclavos
que sale de Egipto bajo el liderazgo de Moisés se deba descartar. Pero la forma
en que la Biblia narra las cosas no han de ser aceptadas sin tener en cuenta
los datos de la arqueología, la antropología y la sociología religiosa. La
Biblia ha escrito su “historia” desde arriba, desde el proyecto de Dios, eso es
lo importante. Pero eso no significa que “Israel” sea un puro proyecto divino
en sus pormenores.
I.3. El autor de este relato quiere
decir que la unidad de las tribus había que conseguirla con un pacto religioso
con el que se comprometían en servir a Yahvé y abandonar a los dioses cananeos.
Es lo que algunos han llamado la “anfictionía” a imagen de lo que se conoce de
Grecia e Italia, en torno a un santuario común. No está claro este asunto y hoy
es históricamente menos interesante. Lo que importa para el autor deuteronomista,
es el reto constante de la religión de Israel, nunca conseguido, como combaten
frecuentemente los profetas y los encargados de la ortodoxia religiosa de
Israel y Judá. El texto de hoy es propio de una escuela teológico-catequética,
llamada deuteronomista (porque se inspira en el libro de Deuteronomio),
idealizando los orígenes y las fidelidades del pueblo a su Dios. Es una
propuesta, además, de futuro: sólo Dios puede salvar a su pueblo en todas las
situaciones. ¿Es eso así? Para un pueblo que ha construido su vida en torno a
Yahvé como identidad no es y no debe ser nada extraño. Desde el punto de vista
teológico y espiritual tener confianza (emunah) en Dios es decisivo.
II
Lectura: Efesios (5,21-32): La familia cristiana vive en el amor de entrega
II.1. La segunda lectura es uno de los
textos más expresivos y polémicos del NT, ya que el simbolismo de la cabeza y
el cuerpo (Cristo y la Iglesia), aplicado a las relaciones hombre y mujer en el
matrimonio, ha dado mucho que hablar en estos tiempos de reivindicaciones de
los derechos de la mujer. Pero este texto no está escrito en esos términos
polémico-reivindicativos. Se trata de hacer una lectura de la familia
(técnicamente se le conoce como «código familiar») aplicando los principios de
la eclesiología: la Iglesia no es nada sin su Señor, que ha dado su vida por
ella. Eso no es lo mismo en el matrimonio, donde hombre y mujer están en el
mismo plano de igualdad, pero donde cada uno desempeña su papel y su misión. La
sumisión es de uno a otro si se entiende positivamente, ya que en el matrimonio
no hay sumisión, sino entrega mutua.
II.2. Pues a pesar de todo, como el
prototipo de esta forma de hablar es el romance de Cristo con su Iglesia, el
matrimonio debe entenderse así en su realidad radical; es un romance de amor,
de entrega, de generosidad, de dar la vida el uno por el otro, como Cristo y la
Iglesia. Este romance de amor tiene todo su sentido si el amor de los esposos
toma como prototipo el de Cristo a su Iglesia. Quiere eso decir que el amor del
que aquí se habla no es el erótico, ni el de pura amistad, ni siquiera el amor
“familiar” que es un amor específico. Los cristianos viven, pueden vivir todos
esos amores, sin duda, y los necesitan. Pero el que da sentido al matrimonio
“cristiano” es el amor de entrega absoluta a ejemplo de cómo Cristo se ha
entregado por la Iglesia.
Evangelio:
Juan (6,60-69): Eucaristía y vida
III.1. El evangelio del día es la última
parte del capítulo sobre el pan de vida y la eucaristía. Como momento
culminante, y ante las afirmaciones tan rotundas de la teología joánica sobre
Jesús y la eucaristía, la polémica está servida ante los oyentes que no aceptan
que Jesús pueda dar la vida eterna. Se habla, incluso, de discípulos que,
escandalizados, abandonan a Jesús. Deberíamos entender, a su vez, que abandonan
la comunidad que defendía esa forma de comunicación tan íntima de la vida del
Señor resucitado. Pero la eucaristía es solamente un anticipo, no es toda la
realidad de lo que nos espera en la comunión con la vida de Cristo. Por ello se
recurre al símil del Hijo del hombre que ha de ser glorificado, como nosotros
hemos de ser resucitados.
III.2. Ahora, el autor o los autores, se
permite una contradicción con las afirmaciones anteriores de la “carne”: “el
Espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada”. Nunca se han podido
explicar bien estas palabras en todo el contexto del discurso de pan de vida,
donde la identidad “carne” es el equivalente a la vida concreta que vivimos en
este mundo. Es la historia del Hijo del hombre, de Jesús, en este mundo. ¿Por
qué ahora se descarta en el texto? Porque en este final del discurso se carga
el horizonte de acentos escatológicos, de aquello que apunta a la vida después
de la muerte, a la resurrección y la vida eterna. Y la vida eterna, la de la
resurrección, no es como vivir en este mundo y en esta historia. Tiene que ser
algo nuevo y “recreado”. Es una afirmación muy en la línea de 1Cor 15,50: “la
carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los cielos”.
III.3. Este es uno de los grandes
valores de la eucaristía cristiana y en este caso de la teología joánica. La
Eucaristía no se celebra desde la memoria del pasado solamente: la muerte de
Jesús en la cruz. Es también un sacramento escatológico que adelanta la vida que
no espera tras la muerte. Esto es lo admirable de la eucaristía. Jesús, pues,
les pide a sus discípulos, a los que le quedan, si están dispuestos a llegar
hasta el final, a estar con El siempre, más allá de esta vida. E incluso les da
la oportunidad de poderse marchar libremente. Las palabras de Pedro, que son
una confesión de fe en toda regla, descubren la verdadera respuesta cristiana:
¿A dónde iremos? ¡Tú tienes palabras de vida eterna! Todo esto acontece en la
eucaristía cuando se celebra como mímesis real y verdadera de lo que Jesús
quiere entregar a los suyos, por ello es un pacto de vida eterna. (Fray Miguel
de Burgos Núñez, O. P.).