“Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”
Las lecturas de este domingo proporcionan a
cualquier predicador una satisfacción y un reto. Una satisfacción porque puede
estar seguro que, al escuchar la afirmación de Jesús sobre la indisolubilidad
del matrimonio, todos los miembros de la comunidad cristiana reunidos el día
del Señor van a dispensarle cuidadosa y curiosa atención en su predicación. Y
un reto porque no es fácil hablar de este tema en la actualidad, cuando el
matrimonio como compromiso de por vida se ve como algo extraño, incómodo y en
algunos casos falto de sentido. Por ello es necesario leer y contextualizar las
lecturas con el fin de iluminar en su profundidad este mensaje de Jesús, estas
fuertes, contundentes y profundas palabras que nos deben iluminar en nuestra
vida cristiana.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
I
LECTURA
Creado para amar. El hombre y la mujer
están destinados no para una soledad egoísta, sino para construir comunidad en
fidelidad y amor que unifica.
Lectura
del libro del Génesis 2, 4b. 7a. 18-24
Cuando
el Señor Dios hizo el cielo y la tierra, modeló al hombre con arcilla del
suelo, y dijo: "No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una
ayuda adecuada". Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a
todos los animales del campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al
hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el
nombre que le pusiera el hombre. El hombre puso un nombre a todos los animales
domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero
entre ellos no encontró la ayuda adecuada. Entonces el Señor Dios hizo caer
sobre el hombre un profundo sueño, y cuando éste se durmió, tomó una de sus
costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había
sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. El
hombre exclamó: "¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!
Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre". Por eso el hombre
deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una
sola carne.
Palabra de Dios.
SALMO
Salmo
127, 1-6
R. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
¡Feliz el
que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás
feliz y todo te irá bien. R.
Tu
esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como
retoños de olivo alrededor de tu mesa. R.
¡Así
será bendecido el hombre que teme al Señor! ¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén! R.
¡Y veas
a los hijos de tus hijos! ¡Paz a Israel! R.
SEGUNDA
LECTURA
El amor es sacrificado. La fuente y modelo de todo amor es el de Cristo, que se sacrifica a sí mismo por nosotros.
Lectura
de la carta a los Hebreos 2, 9-11
Hermanos:
A Aquél que fue puesto por poco tiempo debajo de los ángeles, a Jesús, ahora lo
vemos coronado de gloria y esplendor, a causa de la muerte que padeció. Así,
por la gracia de Dios, Él experimentó la muerte en favor de todos. Convenía, en
efecto, que Aquél por quien y para quien existen todas las cosas, a fin de
llevar a la gloria a un gran número de hijos, perfeccionara, por medio del
sufrimiento, al jefe que los conduciría a la salvación. Porque el que santifica
y los que son santificados, tienen todos un mismo origen. Por eso, él no se
avergüenza de llamarlos hermanos.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
El amor es fiel. En
el plan de Dios el matrimonio es, más allá de legalismos humanos, una unión
inquebrantable de amor y fidelidad. El amor del esposo y la esposa se
perpetuará vivo en sus hijos.
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 2-16
Se
acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta
cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?". Él les
respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?". Ellos dijeron:
"Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de
ella". Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta
prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el
principio de la creación, 'Dios los hizo varón y mujer'. 'Por eso, el hombre dejará
a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne'. De manera que
ya no son dos, 'sino una sola carne'. Que el hombre no separe lo que Dios ha
unido". Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a
preguntar sobre esto. Él les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se
casa con otra, comete adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de
su marido y se casa con otro, también comete adulterio". Le trajeron
entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.
Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a
mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como
ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no
entrará en él". Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
Palabra
del Señor.
COMPARTIMOS
LA PALABRA
El fragmento del Evangelio según San Marcos que se proclama este domingo
puede crearnos confusión y hacer que nuestra atención se centre, como ya hemos
indicado anteriormente, tan sólo en las palabras de Jesús referentes al
matrimonio que tantas veces hemos escuchado: “Lo que Dios ha unido, que no lo
separe el hombre”. Sin embargo tenemos que superar está tentación volviendo a
leer y así comprendiendo mejor su enseñanza. Así veremos como en realidad es
mucho más profunda e interpelante.
1. En primer lugar tenemos que afirmar que su
enseñanza sobre este tema no es un “meteorito” dentro de su mensaje, dentro de
su predicación del Reino de Dios. Si leemos hasta el final el fragmento
propuesto por la liturgia vemos como a continuación aparecen otros pequeños
protagonistas: los niños. ¿Puede ser que haya conexión entre su enseñaza sobre
los esposos y su afirmación sobre los niños? Verdaderamente la hay. Si de
alguien es el Reino de los Cielos es de los pobres, de los desvalidos, de los
que nadie quiere, de los repudiados. Un niño en Israel, debido a una tasa de
natalidad infinitamente superior a la nuestra, no contaba para nada; y mucho
menos una mujer repudiada, acto en el que ella no tenía voz ni voto. Jesús ante
todo defiende al pobre y le concede la mayor dignidad: la de ser herederos de
Dios. Por ello la defensa del matrimonio no se tiene que entender, en primera y
única instancia, como un mandamiento moral, sino como una consecuencia del
mensaje y defensa de los pobres y desvalidos por parte de Cristo.
2. También es importante ver cual es el
razonamiento de Dios a la hora de crear a la mujer en la primera lectura: no es
bueno que el hombre esté sólo y además necesita alguien como él que le ayude.
La soledad y la insolidaridad son dos problemas tan actuales que parece mentira
que ya sean detectados como tal desde la creación. Lo que a veces intentamos
ver como una virtud (la independencia total y la capacidad de hacer todo sin
necesidad de nadie) es visto en la Biblia como uno de las peores maldiciones
que podrían haber recaído sobre el primer hombre. Y por ello Dios crea al
hombre y a la mujer, dos seres iguales pero diferentes, complementarios y que
se necesitan el uno al otro para la felicidad. Muchas veces me pregunto si
realmente somos conscientes de que sólo está en nuestra mano el solucionar
estos problemas. Sólo un hombre es capaz de ayudar a otro hombre y de curar su
soledad. La tecnología no es la solución, los falsos dioses del dinero y el
poder tampoco. Mucho menos las ideologías. Las lecturas de este domingo nos lo
dejan muy claro que la solidaridad no es una idea sino algo que nos implica: la
única ayuda y compañía del hombre viene del hombre que le complementa.
3. Entrando dentro del discurso sobre el matrimonio
es muy interesante la frase que se escucha en la primera lectura y que se nos
repite en el evangelio: “Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre,
se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”. El matrimonio es un lugar
sagrado, la pareja es un lugar íntimo que exige el abandono de la casa de los
progenitores y el abandono de uno mismo. En mi corta experiencia como
predicador de bodas está es una de las ideas que siempre me ha gustado repetir:
el matrimonio puede y debe escuchar todos los consejos de sus padres, hermanos
y amigos, pero siempre tiene que tener presente que su unión es sagrada y que
nadie tiene derecho a interferir en ella. Si el matrimonio está llamado a ser
imagen del amor de Jesús a su Iglesia ¿quién osará inmiscuirse en dicho
relación de amor? Jesús hace partir a los esposos de las mismas condiciones de
renuncia, porque todo camino de seguimiento implica esa renuncia. Es curioso
ver que palabras semejantes escuchábamos ya hace ya algunos domingos cuando el
Mesías afirmaba que para seguirle hay que abandonar padre, madre y hermanos.
Caminar es renunciar para obtener un bien mayor. Así el matrimonio no es sólo
un estado de vida sino un camino en el cual, como en Emaús, se hace presente
Jesús.
4. Por último tenemos que afrontar las palabras sobre
la indisolubilidad del matrimonio dichas por el Hijo del hombre. Pero no veamos
a Jesús en ellas como un abogado o juez que discierne entre dos legislaciones
(la del Génesis o la de Moisés) sino como lo que era para sus coetáneos: un
Rabí, un maestro de la Escritura. Jesús a la malicia de los fariseos responde,
tal y como ha hecho otras muchas veces, con su propia medicina. Ellos que son
los estudiosos de la Palabra de Dios y que la utilizan en sus razonamientos son
contestados con esa misma Palabra. El plan originario de Dios era uno y
conciso, la voluntad primera de Dios es la que recuerda Jesús hoy, ese es el
deseo fundacional del Padre a la hora de dar al hombre una compañera; y por
cierto va mucho más allá del tema del repudio. La unión de los esposos es entre
seres iguales en dignidad porque los dos son creados por Dios, entre ellos el
cuidado y el amor común no es una virtud sino un fin natural ya que son una
misma carne, los dos renunciarán a lo que han sido, a sus orígenes para crear
una nueva historia juntos, y sobretodo serán bendición de Dios en medio del
pueblo. Es necesario que muchas veces nos preguntamos sobre cuál es este plan
primero de Dios, en nuestro mundo, en nuestra vida, en nuestra relación con Él,
para poder entender nuestro papel en la vida. Tantas veces hacemos como Moisés
poniendo “paños calientes” a nuestra dureza de corazón que al final pensamos
que esa es la voluntad de Dios. Volver al plan primero de Dios es volver a su
deseo de plenitud para el hombre, a su signo constructor de la persona. Es en
cierta manera, utilizando la metáfora del matrimonio tan presente hoy, volver
al primer amor.
Por todo ello no nos puede extrañar que los propios
discípulos continuaran preguntando a Jesús sobre esta cuestión como explica
Mateo. Y no nos puede extrañar que también nosotros nos preguntemos como
transmitir este mensaje a nuestros matrimonios actuales. Como transmitir que el
matrimonio cristiano no es una pesada carga para valientes o insensatos, sino
el reflejo y el lenguaje en la tierra de una del acto más hermoso y cumbre de
la creación. Sino somos capaces de vivir así nuestro Primer Amor (la llamada de
Dios) difícilmente seremos capaces de vivir cualquier tipo de amor.
ESTUDIO
BÍBLICO
El amor verdadero, meta del hombre y la mujer
Iª Lectura: Génesis (2,18-24): Amor verdadero
frente a la soledad
I.1. El relato de Génesis 2,18-24 -desde una
cultura religiosa de la época, por lo tanto, no de manera científica-, nos
diseña la aparición de la pareja humana. Y debemos recalcar ese verbo
“diseñar”, porque no se trata de otra cosa. Es la mano de Dios la que lo hace y
la que permite un diseño de amor. El creador de este relato –o una escuela
catequética que llamamos «yahvista», porque desde el principio le da a Dios el
nombre propio de Yahvé, que aparecerá con Moisés-, parte de la experiencia
humana, de eso que se ha llamado la media naranja, y que responde a una cultura
bien determinada del Oriente. Pero por encima de las imágenes casi infantiles
en que se expresa el relato, se nos ofrece un mensaje que es muy digno de
mérito en este tiempo de reivindicaciones de la dignidad humana, de la mujer y
de los pequeños.
I.2. El hombre, el varón, no es nada sin la
mujer; es o sería la pura soledad. Dios, lógicamente, no ha creado a la mujer
del hombre, sino que es una forma de poner de manifiesto que tienen la misma
dignidad y mutuamente encuentran en el diálogo, en el afecto, en el amor, lo
que en Dios es pura unidad de paternidad y maternidad a la vez. Eva, como Adán,
son nombres genéricos, no significan una pareja exclusiva al principio de la
humanidad. Dios, pues, ha comprometido todo su ser en la creación del hombre y
la mujer, de la humanidad, que han de unirse en amor creador de paternidad y
maternidad, para que este mundo sea ámbito de felicidad.
IIª Lectura: Hebreos (2,9-11): El Hijo que viene a
ser “nuestro hermano”
II.1. El texto de la segunda lectura, de la
carta a los Hebreos (2,9-11), es la conclusión de un himno con que comienza
esta famosa carta neo testamentaria. Precisamente en ese himno se había puesto
de manifiesto la grandeza de Cristo, lo que se llama su preexistencia, porque
estaba junto a Dios, es el Hijo de Dios. Sin embargo, el autor de la carta
quiere acercar este Hijo de Dios a los hombres, hasta ponerlo a nuestra altura
(un poco inferior a los ángeles) para que sintamos en él la fuerza de nuestro
hermano.
II.2. En la fe cristiana es tan importante
confesar a Jesús como Hijo de Dios, que como hermano nuestro, que se compadece
de nosotros y da la vida por nosotros. Su muerte en favor de toda la humanidad
nos habla de la solidaridad de Dios con nosotros, como se había comprometido a
ello desde la misma creación. El, Jesús, es el que nos ha abierto el camino de
la salvación.
Evangelio: Marcos (10,2-16): La ruptura del amor no
es evangélica
III.1. El evangelio de hoy nos muestra una
disputa, la del divorcio, tal como se configuraba en el judaísmo del tiempo de
Jesús. La interpretación de Dt 24,1, base de la discusión, era lo que tenía
divididas a las dos escuelas rabínicas de la época; una más permisiva (Hillel)
y otra más estricta (Shamay). Para unos cualquier cosa podía ser justificación
para repudiar, para otros la cuestión debería ser más sopesada. Pero al final,
alguien salía vencedor de esa situación. Naturalmente el hombre, el fuerte, el
poderoso, el que hacía e interpretaba las leyes.
III.2. Pero a Jesús no se le está preguntando
por las causas del repudio que llevaba a efecto el hombre contra la mujer, o
por lo menos desvía el asunto a lo más importante. Recurrirá a la misma Torah
(ley) para poner en evidencia lo que los hombres inventan y justifican desde
sus intereses, y se apoya en el relato del Génesis de la primera lectura. Dios
no ha creado al hombre y a la mujer para otra cosa que para la felicidad.
¿Cómo, pues, justificar el desamor? ¿Por la Ley misma? ¿En nombre de Dios? ¡De
ninguna manera!
III.3. Por ello, todas las leyes y tradiciones
que consagran las rupturas del desamor responden a los intereses humanos, a la
dureza del corazón; por lo mismo, el texto de Dt 24,1 también. Jesús aparece
como radical, pero precisamente para defender al ser inferior, en este caso a
la mujer, que no tenía posibilidad de repudio, ni de separación o divorcio.
Como la mujer encontrada en adulterio que no tiene más defensa que el mismo
Jesús (Jn 8,1ss). Jesús hace una interpretación profética del amor matrimonial
partiendo de la creación, que todos hemos estropeado con nuestros intereses,
división de clases y de sexo. Y es que el garante de la felicidad y del amor es
el mismo Creador, quiere decirnos Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario