¡No se
inquieten ni teman!
Oh Dios y Padre nuestro: Tú y tu
Hijo Jesús ponen su morada en los que guardan la palabra del mismo Jesús.
Él nos ha proclamado aquí su
palabra y nosotros creemos en ella, la amamos y la haremos realidad en nuestras
vidas por el poder del pan de vida.
Y si alguna vez llegamos a
olvidarla, que tu Espíritu nos la vuelva a recordar y nos enseñe a vivir
conforme a ella con alegría.
Que esa palabra y tu amor bondadoso
nos traigan tu paz.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
I LECTURA
¿Cómo
resolver los conflictos en la comunidad? ¿Cómo responder a situaciones nuevas,
que aparecen por primera vez y que dividen las opiniones? El problema de la
incorporación de los paganos en la iglesia llevó a que se realizara una
asamblea, en presencia de los apóstoles, donde todas las voces fueron
escuchadas. Así, reunidos en comunidad, y con la asistencia del Espíritu Santo,
se va aclarando el camino y los pasos a seguir.
Lectura
de los Hechos de los apóstoles 15, 1-2. 22-29
Algunas personas venidas de Judea a
Antioquía enseñaban a los hermanos que si no se hacían circuncidar según el
rito establecido por Moisés, no podían salvarse. A raíz de esto, se produjo una
agitación: Pablo y Bernabé discutieron vivamente con ellos, y por fin, se
decidió que ambos, junto con algunos otros, subieran a Jerusalén para tratar
esta cuestión con los Apóstoles y los presbíteros. Entonces los Apóstoles, los
presbíteros y la Iglesia entera, decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos
a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabás, y a
Silas, hombres eminentes entre los hermanos, y les encomendaron llevar la
siguiente carta: "Los Apóstoles y los presbíteros saludamos fraternalmente
a los hermanos de origen pagano, que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia.
Habiéndonos enterado de que algunos de los nuestros, sin mandato de nuestra
parte, han sembrado entre ustedes la inquietud y provocado el desconcierto,
hemos decidido de común acuerdo elegir a unos delegados y enviárselos junto con
nuestros queridos Bernabé y Pablo, los cuales han consagrado su vida al nombre
de nuestro Señor Jesucristo. Por eso les enviamos a Judas y a Silas, quienes
les transmitirán de viva voz este mismo mensaje. El Espíritu Santo, y nosotros
mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables,
a saber: que se abstengan de la carne inmolada a los ídolos, de la sangre, de
la carne de animales muertos sin desangrar y de las uniones ilegales. Harán
bien en cumplir todo esto. Adiós".
Palabra
de Dios.
SALMO
Salmo
66, 2-3. 5-6. 8
R.
A Dios den gracias los pueblos, alaben los pueblos a Dios.
El Señor tenga piedad y nos
bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se
reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones. R.
Que todos los pueblos te den
gracias. Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con
justicia y guías a las naciones de la tierra. R.
¡Que los pueblos te den gracias,
Señor, que todos los pueblos te den gracias! Que Dios nos bendiga, y lo teman
todos los confines de la tierra. R.
SEGUNDA
LECTURA
La
visión de la ciudad del Apocalipsis conserva el simbolismo que a lo largo de la
Biblia tiene el número 12, signo del pueblo de Dios completo y reunido, en
referencia a las 12 tribus de Israel y a los 12 apóstoles. En medio de esta
ciudad está Dios mismo. Es el estado definitivo, el del encuentro del pueblo
con Dios.
Lectura
del libro del Apocalipsis 21, 10-14. 22-23
El Ángel me llevó en espíritu a una
montaña de enorme altura, y me mostró la Ciudad santa, Jerusalén, que descendía
del cielo y venía de Dios. La gloria de Dios estaba en ella y resplandecía como
la más preciosa de, las perlas, como una piedra de jaspe cristalino. Estaba
rodeada por una muralla de gran altura que tenía doce puertas: sobre ellas
había doce ángeles y estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel.
Tres puertas miraban al este, otras tres al norte, tres al sur, y tres al
oeste. La muralla de la Ciudad se asentaba sobre doce cimientos, y cada uno de
ellos tenía el nombre de uno de los doce Apóstoles del Cordero. No vi ningún
templo en la Ciudad, porque su Templo es el Señor Dios todopoderoso y el
Cordero. Y la Ciudad no necesita la luz del sol ni de la luna, ya que la gloria
de Dios la ilumina, y su lámpara es el Cordero.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
¡Qué
regalo precioso: Somos una morada donde vive Dios! Es esa presencia permanente
de la cual habla el Apocalipsis que hoy leímos. Jesús nos promete que podemos
experimentar esa "morada de Dios" ya hoy, en forma anticipada. Esa es
la obra del Espíritu Santo: hace de nosotros templos vivos donde Dios habita.
¡Dejémoslo obrar!
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Juan 14, 23-29
Durante la última Cena, Jesús dijo
a sus discípulos: El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará;
iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La
palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo
estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu
Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo
que les he dicho. Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo.
¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: "Me voy y volveré a
ustedes". Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque
el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que
cuando se cumpla, ustedes crean.
Palabra
del Señor.
COMPARTIMOS
LA PALABRA
En su despedida Jesús nos dedicó
las palabras que recoge el evangelio de Juan, un discurso centrado en explicar
el significado de su vida y misión, de su pasión y muerte. El amor de Dios es
lo único que da sentido a la vida de Jesús y lo que da sentido a nuestras vidas
a menudo tan zarandeadas por circunstancias difíciles. El amor que viene de
Dios es la roca firme sobre la que construir nuestros proyectos de vida, la
brújula con la que dirigirnos, el motivo para levantarnos cada día y la causa
de nuestra alegría. Cuando el Hijo de Dios entró en la historia los ángeles
anunciaron la alegría, y cuando el Hijo de Dios resucitó esa alegría inundó y
transfiguró todo el universo, todo lo creado. Es el gozo divino, su amor que restaura
todo en Cristo, el pasado, el presente y el futuro de cada vida humana y de
toda la historia de la humanidad. Jesús nos ha dicho: “nadie tiene amor más
grande que quien da la vida por sus amigos”. El amor de Dios por la humanidad;
es amor paternal en la presencia del Padre que envía y acompaña la misión del
Hijo enviando su Espíritu; es amor maternal en la persona y el testimonio de
María y es amor de amistad en Jesús, amigo de los hombres, amigo y hermano,
nuestro redentor.
Jesús ha dado la vida por sus
amigos. No somos esclavos sometidos, ni autómatas, sino amigos liberados del
poder del pecado y del sinsentido. La familia no se escoge, pero los amigos sí.
Dios nos escoge en Cristo para que seamos sus amigos. La amistad verdadera es
motivo de gozo para quien la experimenta, tener un amigo o amiga del alma es
tener un tesoro. En Jesucristo tenemos ese tesoro que nos espera para
agraciarnos, para hacer juntos el camino de la vida y sortear juntos las
dificultades.
En momentos de inquietud nadie
debería llamar espectadores pasivos ni cobardes a quienes celebramos la
eucaristía. Nada hay más responsable en estos tiempos que creer en el Dios de
Jesús y actuar en coherencia a nuestra fe. Esta fe que originó los derechos
humanos que defendemos y promovemos en el mundo entero. Esta fe que molesta a
muchos poderosos porque les demuestra que cuando Dios se borra del horizonte,
el hombre no llega a ser más grande, ni lo puede todo; sino que, pierde
dignidad, se convierte sólo en el producto de una evolución ciega, del que se
puede usar y abusar. Como nos recuerda la “ciudad celeste” del libro del
Apocalipsis, esta fe no sólo atiende lo material sino lo espiritual, nos
recuerda la meta de la humanidad en el Reino de Dios. Nos muestra que la
revolución más eficaz es la que tiene lugar en el interior de cada corazón
vuelto hacia Cristo, la que ha tenido lugar en la personas de los hombres y
mujeres santos. Esta fe no es huída de responsabilidades, sino estímulo para
comenzar a vivir ahora lo que viviremos en el reino de los cielos, en el
domingo sin ocaso. “En la ciudad que no necesita sol ni luna que la alumbre,
porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero”.
El evangelio no tiene recetas para
salir de las crisis, pero de él se derivan valores y comportamientos que buscan
gestionarlas mediante la transformación de los corazones y las mentes a la hora
de abordar los momentos difíciles. Por eso comenzando el mes mayo, de la mano
de María proponemos volver al evangelio, celebrar la efusión y las obras del
Espíritu Santo, protagonista del tiempo de Pascua. Profundizar en la Palabra
del NT es muy necesario en nuestros días. Con su testimonio y su voz, María
sigue acompañando la misión de su Hijo y proponiéndonos su amistad. Acudamos a
la intercesión de la Virgen María pidiéndole que nos enseñe a ser amigos de
Dios, especialmente amigos de los que peor lo pasan; amigos que gozan o luchan
juntos y juntos construyen el Reino. Amigos que recibiendo el Espíritu del
Resucitado no se acobardan en su tarea de creer y testimoniar los efectos de la
Resurrección para el mundo.
ESTUDIO
BÍBLICO
El don ilimitado de la gracia de
Dios
Iª
Lectura (Hechos 15,1-1.22-29): El "espíritu" del "Concilio"
de Jerusalén
I.1. Hoy leemos uno de los
episodios más conocidos y de los más importantes del libro de los Hechos de los
Apóstoles: el Concilio de Jerusalén, que viene provocado por la libertad con
que actuó en la misión evangelizadora la comunidad de Antioquía de Siria, donde
trabajaban apostólicamente Pablo y Bernabé. Rompiendo los tabúes de un
judeo-cristianismo todavía demasiado judío y menos cristiano –el de Jerusalén-,
en cuanto a su identidad, se admitían a los paganos sin necesidad de que antes
tuvieran que circuncidarse. Eso escandalizaba, porque se pensaba que para ser cristiano,
primeramente se debía ser judío, admitir la ley de Moisés y otras muchas más
tradiciones inherentes a ese modo de vida. ¿Dónde quedaba, pues, lo que
Jesucristo había hecho por los hombres? ¿De qué valdría la muerte y la
resurrección de Jesús? En definitiva, la cuestión era dónde estaba la
posibilidad de la salvación, en la ley, o en Cristo.
I.2. Pablo, desde el principio (cf
Gal 1-2), se va a oponer a esta distinción tan incoherente y no menos injusta
desde todos los puntos de vista, deshaciendo con su teología de la gracia y de
la fe en Cristo toda ventaja fundamental respecto de la salvación y la
reconciliación del hombre con Dios. Pablo quiere decir que todos partimos de
cero, que no cuenta ya ser de origen judío o ser pagano; es decir, de ser
"justo" según la ley, o lo que es lo mismo, por herencia, por
tradición; y ser pagano, por consiguiente pecador, expuesto a la ira de Dios,
porque lo diga una “dogmática” inmemorial. Ante Dios, ante Cristo, estamos
todos en igualdad de condiciones. Lo único que existe es una diferencia
cultural, pero eso no es ninguna ventaja ante el Dios de la misericordia y de
la gracia; eso no es una prerrogativa de salvación. En realidad, Pablo, en este
texto de Hch 15, no habla, lo hace Pedro en su lugar inspirado (no olvidemos
que es Lucas su autor) en el texto de Gal 2,15-21. Lucas, en la famosa decisión
de no imponer “cargas” a los paganos, le apoya en el papel del Espíritu.
I.3. No obstante, la decisión
estaba tomada: no es necesaria la Ley para la salvación. No hay que obligar a
los paganos a someterse a la circuncisión, sino a abrirse a la gracia de Dios.
Esta es la gran lucha por la libertad cristiana que comienza ya en los primeros
años de la Iglesia. De esta manera, Pablo está rompiendo seguridades,
fronteras, ilusiones elitistas de un pueblo que considera que la salvación les
pertenece a ellos y a los que ellos den acceso a la "situación de
ley". El texto de hoy solamente es un resumen y nos da la conclusión más
importante. Y desde luego, nadie debe ser acusado de “antisemitismo” por este
motivo. Es verdad que los que prefieran estar con la Ley… lo hacen desde su
libertad y desde su fidelidad. Pero no se debe olvidar que Jesús y Pablo
estuvieron sometidos a la Ley y decidieron abandonar ese camino. El cristianismo
encontró su identidad abandonando la Ley (la Torah judía) por un Cristo
crucificado y resucitado. Eso es irrenunciable, no es antisemitismo. ¡Y no debe
existir antisemitismo nunca!
IIª
Lectura: Apocalipsis (21,10-23): Lo nuevo en las manos de Dios
II.1. Se continúa la esplendorosa
visión del domingo anterior sobre la nueva Jerusalén. Es una nueva Jerusalén,
sin templo, porque el templo es el mismo Señor, presencia viva de amor y
fidelidad. Es la utopía de la felicidad que todos los hombres buscan, pero
presentada desde la visión cristiana del mundo y de la historia. Es una
afirmación con todos los ingredientes simbólicos necesarios, pero eso no quiere
decir que no será una realidad absoluta; porque Dios, el Dios de Jesucristo, es
el futuro del hombre.
II.2. Hablar del futuro, sin
recurrir al pasado y al presente, sería perder el sentido de la historia. Y la
humanidad tiene historia, pero será transformada. Incluso Dios, en cuanto
vivido y experimentado, está encarnado en esa historia humana. Aunque lo
importante de esta visión es poner de manifiesto que todo será como Dios ha
previsto, y no como sucedía en la historia donde, por respetar la libertad
humana, los hombres han querido manipular hasta lo más santo y sagrado. La
nueva Jerusalén es una forma simbólica de hablar de un futuro que estará
plenamente en las manos de Dios.
III.
Evangelio: Juan (14,23-29): El amor debe transformar el mundo
III.1. Estamos, de nuevo, en el
discurso de despedida de la última cena del Señor con los suyos. Se profundiza
en que la palabra de Jesús es la palabra del Padre. Pero se quiere poner de
manifiesto que cuando él no esté entre los suyos, esa palabra no se agotará,
sino que el Espíritu Santo completará todo aquello que sea necesario para la
vida de la comunidad. Según Juan, Jesús se despide en el tono de la fidelidad y
con el don de la paz. En todo caso, es patente que esta lectura nos va
preparando a la fiesta de Pentecostés.
III.2. Esta parte del discurso de
despedida está provocada por una pregunta “retórica” de Judas (no el Iscariote)
de por qué se revela Jesús a los suyos y no al mundo. El círculo joánico es muy
particular en la teología del NT. Esa oposición entre los de Jesús y el mundo
viene a ser, a veces, demasiado radical. En realidad, Jesús nunca estableció
esa separación tan determinante. No obstante es significativa la fuerza del
amor a su palabra, a su mensaje. El mundo, en Juan, es el mundo que no ama.
Puede que algunos no estén de acuerdo con esta manera de plantear las cosas.
Pero sí es verdad que amar el mensaje, la palabra de Jesús, no queda solamente
en una cuestión ideológica.
III.3. Sin embargo, debemos hoy
hacer una interpretación que debe ir más allá del círculo joánico en que nació
este discurso. La propuesta es sencilla: quien ama está cumpliendo la voluntad
de Dios, del Padre. Por tanto, quien ama en el mundo, sin ser del “círculo” de
Jesús, también estaría integrado en este proceso de transformación “trinitaria”
que se nos propone en el discurso joánico. Esta es una de las ventajas de que el
Espíritu esté por encima de los círculos, de las instituciones, de las iglesias
y de las teologías oficiales. El mundo, es verdad, necesita el amor que Jesús
propone para que Dios “haga morada” en él. Y donde hay amor verdadero, allí
está Dios, como podrá inferirse de la reflexión que el mismo círculo joánico
ofrecerá en 1 Jn 4.
Gracias por toda la recopilación del Domingo de Pascua.. un dia que hay que celebrar por la resurrección de Cristo (ver)
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