"En el bautismo, ustedes fueron sepultados con Cristo,
y con él resucitaron"
El sentido de la liturgia de este
domingo lo podemos encontrar en estas palabras de Pablo en la Carta a los
Colosenses: "En el bautismo, ustedes fueron sepultados con Cristo, y con él resucitaron". Los
colosenses están en peligro de perder la sabiduría encontrada en Jesús Nazareno a causa de las falsas ideologías que les rodean. Un toque de atención
de Pablo sobre la importancia vital de la buena noticia de Jesús no les viene
mal. Además les habla una persona convencida –Pablo- que está padeciendo
persecuciones y cárcel por su causa.
En nuestra sociedad los seguidores
de Jesús también estamos rodeados de ideologías que nos acechan continuamente.
La más peligrosa es haber sustituido a Dios por el dinero. No hay más que ver
los casos de corrupción y enriquecimiento generalizado. Y también los abusos de
poder de los políticos. Y el poco respeto que hacemos de la madre tierra con el
deterioro ambiental. Junto a todo esto mantenemos una religiosidad poco
comprometida con los derechos humanos y evasiva de esa realidad que nos rodea.
También necesitamos como los colosenses un toque de atención a los compromisos
adquiridos en nuestro bautismo y que nos llevan a luchar por un mundo mejor,
más justo y fraternal.
La oración del Padre Nuestro que
nos ofrece Lucas en su evangelio es la mejor síntesis del evangelio y de la
causa por la que Jesús vivió y dio la vida. Sentir a Dios como “papá bueno”,
sentirnos hermanos en Jesús Nazareno el hijo más querido, pedir y luchar para
que llegue su reinado –un mundo nuevo y mejor- pedir el pan y el perdón y
comprometerse a realizar su proyecto fue, y debiera ser, la señal de los
cristianos.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
I
LECTURA
Esta
escena parece relatar la esencia de la oración: mover el corazón de Dios para
llevarlo a darnos lo que buscamos y pedimos. Dios se deja convencer por nuestra
propia necesidad.
Lectura
del libro del Génesis 18, 20-21. 23-32
El Señor dijo: "El clamor
contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, que debo bajar a
ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no
es así, lo sabré". Entonces Abraham se le acercó y le dijo: "¿Así que
vas a exterminar al justo junto con el culpable? Tal vez haya en la ciudad
cincuenta justos. ¿Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor
a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar
al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma
suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer
justicia?" El Señor respondió: "Si encuentro cincuenta justos en la
ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos".
Entonces Abraham dijo: "Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el
atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Quizá falten cinco para que los justos
lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir toda la ciudad?"
"No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco", respondió el
Señor. Pero Abraham volvió a insistir: "Quizá no sean más de
cuarenta". Y el Señor respondió: "No lo haré por amor a esos
cuarenta". "Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no lo tome
a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente treinta". Y el Señor respondió:
"No lo haré si encuentro allí a esos treinta". Abraham insistió:
"Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no
sean más que veinte". "No la destruiré en atención a esos
veinte", declaró el Señor. "Por favor, dijo entonces Abraham, que mi
Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean solamente diez".
"En atención a esos diez, respondió, no la destruiré".
Palabra
de Dios.
SALMO
Salmo
137, 1-3. 6-7a. 7c-8
R.
¡Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué!
Te doy gracias, Señor, de todo
corazón, porque has oído las palabras de mi boca, te cantaré en presencia de
los ángeles. Me postraré ante tu santo Templo. R.
Daré gracias a tu Nombre por tu
amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre. Me respondiste
cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma. R.
El Señor está en las alturas, pero
se fija en el humilde y reconoce al orgulloso desde lejos. Si camino entre
peligros, me conservas la vida. R.
Tu derecha me salva. El Señor lo
hará todo por mí. Tu amor es eterno, Señor, ¡no abandones la obra de tus manos!
R.
SEGUNDA
LECTURA
Ya
vivimos una vida nueva. El bautismo nos sumergió en la misma vida de Cristo.
Por eso, miramos al mundo con ojos y mirada de resucitados, no porque nos
alejemos de él, sino porque lo hacemos desde Dios.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas 2, 12-14
Hermanos: En el bautismo, ustedes
fueron sepultados con Cristo, y con él resucitaron, por la fe en el poder de
Dios que lo resucitó de entre los muertos. Ustedes estaban muertos a causa de
sus pecados y de la incircuncisión de su carne, pero Cristo los hizo revivir
con él, perdonando todas nuestras faltas. Él canceló el acta de condenación que
nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en
la cruz.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
"Los
personajes de la parábola tienen dos amigos, uno que posee panes, el otro que
tiene necesidad de comer. Así pues, Jesús consideraría el caso de que los
discípulos no rezarán por ellos mismos, sino a favor de otra persona"
(Yves Saoût, Evangelio de Jesucristo según san Lucas, Ed. Verbo Divino).
Ì
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 11, 1-13
Un día, Jesús estaba orando en
cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor,
enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos". Él les dijo
entonces: "Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga
tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque
también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden; y no nos dejes caer en
la tentación". Jesús agregó: Supongamos que alguno de ustedes tiene un
amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: "Amigo, préstame tres
panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que
ofrecerle", y desde adentro él le responde: "No me fastidies; ahora
la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme
para dártelos". Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por
ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo
necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán,
llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y
al que llama, se le abrirá. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una
serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un
escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos,
¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquéllos que se lo
pidan!".
Palabra
del Señor.
COMPARTIMOS
LA PALABRA
Volver
a Jesús
El apóstol Pablo recuerda a los
Colosenses la importancia de no perder el norte, que es el seguimiento de Jesús
al que se comprometieron en el día de su bautismo. El ambiente en el que viven
no es nada favorable para la vivencia de los valores de Jesús. Hoy nos pasa
algo parecido. Por eso es bueno revivir la experiencia fundamental del bautismo
de Jesús y la nuestra. El día de su bautismo Jesús tuvo la experiencia de que
su vida estaba en las manos de Dios, Padre y Madre, Corazón. Tuvo la
experiencia de ser hijo y ser querido. También tuvo la experiencia de recibir
en su corazón y en todo su cuerpo el Espíritu que le llevaba a dedicar su vida
a luchar por un mundo fraterno y feliz para todos, al que él llamaba el Reino
de Dios. Ese Espíritu volvió a hacerse presente en su intervención en la
sinagoga cuando se sintió todavía más aludido por la palabras de Isaías: “El
Espírito del Señor está sobre mí, me ha ungido para dar la buena noticia a los
pobres y para sanar a los que tienen roto su corazón. Y también para pregonar
la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos. Y a poner en libertad a los
oprimidos y a predicar el año de gracia del Señor”. La experiencia de Jesús no
es única. Es la experiencia fundante de todos sus seguidores. Quizá no fuimos
conscientes de ella en nuestro bautismo por nuestra escasa edad, pero en los
pasos siguientes (comunión, confirmación, matrimonio, vida religiosa,
sacerdocio) tal vez lo experimentamos. Y lo podemos seguir experimentando en
este domingo en que la liturgia pone a nuestro alcance el sentido de nuestro
bautismo.
Una
oración que resume toda la experiencia de Jesús
Sabemos de memoria el Padre
Nuestro. Lo aprendimos con la ayuda de nuestro padre y nuestra madre. Lo
rezamos en la eucaristía dominical y también en familia y privadamente. Pero,
¿alguna vez hemos pensado que resume la experiencia de fe y de vida de Jesús y
la nuestra? ¿Alguna vez hemos pensado que es el centro de nuestra
espiritualidad?
Desmenucemos
el Padre Nuestro:
1. Una
invocación: “Abba” (Papá Bueno). Es la invocación que percibió Jesús el día de
su bautismo y que le acompañó hasta la muerte: “en tus manos encomiendo mi
espíritu”. Es la invocación que le acompañaba en los momentos de oración que
nos muestra el evangelio. Es la invocación que le inspiraba confianza y que
comunicaba a sus amigos y amigas. Es algo “novedoso” este Dios amigo y cercano
¿Es también nuestra experiencia? ¿Nos paramos con Jesús para invocar a Dios
como Padre-Madre-Corazón y sentirnos con confianza en sus manos como los lirios
del campo o las aves del cielo?
2. Dos
deseos: “Santificado sea tu nombre y venga tu Reino”. Ambos deseos apuntan a lo
mismo. En primer lugar borrar el Dios justiciero y grabar el real –papá, mama,
corazón- y vivirlo con confianza y cariño. Pero sin olvidar que yo no soy el
único hijo querido, que todo hombre y mujer es hijo querido y por tanto hermano
y hermana. Viva cerca o viva lejos. Eso me lleva a una acción como la de Jesús:
por la fraternidad, por la sororidad. Ese es el Reino que yo debo desear: un
mundo de hermanos y hermanas que es la voluntad del Padre y el objetivo de vida
de su hijo, nuestro hermano mayor Jesús. Son deseos que se deben convertir en
compromisos. ¿Estamos en esa onda cuando oramos con la oración del Padre
Nuestro?¿Nos atrevemos a decir esas palabras si nuestra vida no concuerda con
ellas?
3. Dos
peticiones: “Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras ofensas
así como nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido”. El pan no es
solo el “pan”, simboliza todo lo que es necesario para la vida diaria
(alimento, vivienda, sanidad, educación, afecto…). También el Pan de la Vida
que son las palabras y hechos de Jesús y de otros lideres religiosos y
humanistas que alimentan nuestro espíritu en la línea de la verdad. Panes que
alimentan nuestra esperanza en un momento en que muchas utopías caducan. Cuando
rezamos el Padre Nuestro, ¿somos conscientes de que nuestra petición debe de ir
unida a nuestra búsqueda y lucha de pan sobre todo para los que carecen de
ello?
La segunda de las peticiones nos
recuerda la importancia de las relaciones humanas. La necesidad de las mismas y
la necesidad de reconciliación para restablecerlas. Manifestamos con claridad
nuestra intención de promover relaciones nuevas, relaciones fraternales entre
las personas, a partir de nuestro gesto concreto. Nos presentamos ante Dios
para decirle que estamos dispuestos a perdonar, que nos animamos a ser
transmisores de su perdón, porque reconocemos el perdón que Dios nos concede y
la nueva oportunidad que nos brinda. ¿Tenemos este talante de reconciliación
cuando Dios esta continuamente reconciliado con nosotros?
4. Una
petición final: “No nos dejes caer en la tentación”. Aquí reconocemos nuestras
limitaciones. Reconocemos que es duro y difícil ser consecuente con lo que
hemos pedido y con lo que nos hemos comprometido con nuestra petición. Jesús
también conoció la tentación de decir no a la voluntad de fraternidad del Padre
del cielo No pedimos no tener tentaciones. Son parte de la vida. Pedimos
fuerza, coraje y perseverancia, para no dejarnos arrastrar por ellas y olvidar
la causa del Padre: el Reino. Pedimos fuerzas, pedimos el Espíritu, pero
también tenemos que poner los medios. ¿Lo hacemos asi?
Cómo
rezar el Padre Nuestro: pidiendo, buscando y llamando…
“En los tiempos que vivimos, en
medio de una historia colectiva atravesada por la injusticia del antiReino, que
se hace visible en la exclusión creciente de la mayor parte de nuestro pueblo y
de otros muchos pueblos al acceso a una vida digna; en estos días, rezar el
Padrenuestro se torna una imperiosa militancia, un desafío cotidiano, un oasis
donde abrevar para la lucha por la Vida. Rezar el Padrenuestro puede hasta ser
una acto subversivo, una memoria utópica. Porque subvierte y arrasa con los
cimientos de una sociedad egoísta e injusta.
Eso sí, rezarlo como Jesús: con la
vida compartida, con la entrega hasta la cruz, con la pasión por el Reino, con
la opción por los más débiles, con los gestos liberadores de vida nueva, y
también, y por todo eso, con los labios, como hijos y hermanos, repitiendo sus
palabras: "Padre nuestro..." (Marcelo A. Murua)
ESTUDIO
BÍBLICO
Iª Lectura: Génesis (18,20-32):
Interceder ante Dios en beneficio de los otros
I.1. La primera lectura de este
domingo es la continuación del anterior. Se trata del célebre relato de la
destrucción de Sodoma y Gomorra, las ciudades con fama de depravadas en el
valle del Siddim, en el sur del Mar Muerto. Es un relato que se ha prestado a
todo tipo de hipótesis arqueológicas en torno a esa depresión del valle del
Jordán, que es uno de los fenómenos más originales de la naturaleza, a 400
metros bajo el nivel del Mediterráneo. La Biblia lo llama el yâm hammélah (mar
de la Sal), y popularmente se le conoce por Muerto, desde el tiempo de los
griegos, porque no hay vida, debido a la gran densidad de sal.
I.2. Todo esto explica la leyenda
de este lugar, de la estatua de sal de la mujer de Lot y otros pormenores.
Probablemente es una leyenda para explicar lo terrible de la vida allí, aunque
la industria de todos los tiempos ha logrado del asfalto y otros minerales sus
beneficios. Pero la lectura de hoy viene para poner de manifiesto la
intercesión de Abrahán a Dios por los justos, por sus familiares. Es una
explicación de cómo el hombre de todos los tiempos, y muy especialmente el de
la antigüedad recurre a lo divino frente a las leyes de la naturaleza que se
presenta tan atroz en momentos determinados.
IIª Lectura: Colosenses (2,12-14):
El bautismo: sumergirse en la vida de Cristo
La carta a los Colosenses prosigue
con su mensaje. En este caso es un texto bautismal, una pequeña catequesis
sobre el bautismo cristiano, sobre el efecto de este sacramento: nos incorpora
al misterio de Cristo, a su muerte y resurrección. Es un mensaje que se parece
mucho al de Rom 6. Dios nos da la vida en Cristo y esto se expresa en la
mediante el bautismo.
Evangelio: Lucas (11,1-13): Dios
como Padre: ¡un misterio de intimidad!
III.1. El evangelio de Lucas nos
ofrece hoy uno de los pasajes más bellos y entrañables de ese caminar con Jesús
y de la actitud del discipulado cristiano. En Lucas, el Padrenuestro se halla
dentro del marco de un catecismo sobre la oración (11, 1-13). Está dividido en
cuatro partes y abarca: la petición «¡Enséñanos a orar!», juntamente con el
Padrenuestro (11, 1-4); la parábola del amigo que viene a pedir, y que Lucas
entiende como exhortación a ser constantes en la oración (11, 5-8); una
invitación a orar (11,9s) y la imagen del padre generoso, que es una invitación
a tener confianza en que se nos va a escuchar (11,11-13). Ya sabemos que el
Padrenuestro está en Mateo (6,9-13) y que se ha tomado, en ambos casos, de la
fuente de los profetas itinerantes de Galilea que conservaron los dichos de
Jesús (fuente o evangelio Q). Pero esta catequesis de la oración, tal como la
tenemos en el conjunto, se la debemos a Lucas que es el evangelista que más ha
valorado este aspecto de la religión e identidad cristiana.
III.2. Cuando Jesús está orando,
los discípulos quieren aprender. Sienten que Jesús se transforma. Jesús, en el
evangelio de Lucas, ora muy frecuentemente. No se trata simplemente de un arma
secreta de Jesús, sino de una necesidad que tiene como hombre de estar en contacto
muy personal con Dios, con Dios como Padre. Todos conocemos cuál es la oración
de Jesús, y cómo esa oración no se la guarda para sí, sino que la comunica a
los suyos. Por lo mismo, la predicación de Jesús ha de revelar el sentido del
Padrenuestro. Este es el primer fundamento en que se basa la explicación que se
ha de dar. Sólo el que vive en el Espíritu de Jesús, quiere decir Lucas, sabrá
rezar el Padrenuestro con el espíritu de Jesús. Y sólo sabrá rezarlo quien sepa
escuchar primeramente la predicación de Jesús.
III.3. Debemos notar que el Padre
es "la oración específica del discípulo de Jesús", ya que Lucas nos
dice con claridad que los discípulos se lo han pedido y él les ha enseñado. Y
los discípulos se lo pidieron para que ellos también tuvieran una oración que
los identificara ante los demás grupos religiosos que existían. En consecuencia
es una oración destinada para aquellos que "buscaron" el Reino de
Dios, con plena entrega de vida; para aquellos que convirtieron el Reino de
Dios en el contenido exclusivo de su vida. Pues cuando Jesús nos enseña cómo y
qué es lo que hemos de orar, entonces nos está enseñando implícitamente cómo
deberíamos ser y vivir, para poder orar de esta manera.
III.4. No podemos entrar en los
pormenores exegéticos del Padrenuestro que ha logrado el consenso de muchas
lecturas distintas, diferentes, originales, extraordinarias. No es que Jesús
inventara la invocación de Dios como "Padre"… pero es quien la pone
sobre la mesa de la experiencia religiosa de su tiempo, con sentido de reto, de
cómo debemos entender a Dios y de cómo debemos relacionarnos con Él. Las
diferencias entre Mateo y Lucas inclinan la balanza a un texto más primitivo en
el caso de nuestra lectura de hoy: corta, directa, menos estructurada, pero más
intimista y radical; quizás más cercana a la experiencia de Jesús tal como se
la escucharon sus discípulos.
III.5. ¿Qué significa Padre (Abba)?
No es un nombre de tantos para designar a Dios, como ocurría en las plegarias
judías. Lo de Lucas, pues, no es más que el original arameo de la invocación de
Jesús. Y era la expresión de los niños pequeños, con la significación genuina
de "Padre querido". Así, pues, Jesús habla con Dios en una atmósfera
de intimidad verdaderamente desacostumbrada. Y enseña a sus discípulos a hacer
otro tanto. Toda la predicación de Jesús está confirmando esto mismo. Jesús,
con palabras estimulantes, alienta a que los discípulos estén persuadidos
previamente en la oración de una confianza sin límites. No se trata, pues, de
un título más, frío o calculado, sino de la primera de las actitudes de la
oración cristiana. Si no tenemos a Dios en nuestras manos, en nuestros brazos,
como un padre o una madre, tienen a su pequeño, no entenderemos para qué vale
orar a Dios.