La Asunción de la Virgen María.
“Acordándose de Su misericordia”
Toda festividad de María es un
memorial implícito de la Encarnación, de la cercanía de Dios.
El sentido profundo de la fe del
pueblo ha captado esta cercanía de Dios en María y la plena realización de la
humanidad nueva de Cristo, cumplida en ella.
El sentido de la fe del pueblo lo
ha captado con tal intensidad y clarividencia que necesita expresarlo, hacer de
la Madre un referente para lo inmediato de la vida, sembrando la geografía de
presencias marianas, celebrando en el curso del tiempo la solidez y fecundidad
de su fe.
El sentido de la fe del pueblo nos
presenta a María como icono permanente, como peregrina de la confianza en Dios.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
Si bien no hay datos en el Nuevo
Testamento de que María haya sido elevada en cuerpo y alma al cielo, esta
afirmación de fe se debe a una declaración dogmática del papa Pío xII en el año
1950. María es considerada, desde este dogma, la primera persona humana redimida
y glorificada en la plenitud de su existencia. Ella, como signo de la humanidad
redimida, hace que nuestro caminar se llene de esperanza, confiando en el
destino de Gloria que Dios nos ha preparado.
I
LECTURA
"El
autor se aprovecha quizá de una narración popular de origen mitológico, pero el
simbolismo complejo que recoge está totalmente empapado del Antiguo Testamento.
La mujer representa al pueblo de Dios, el dragón, a las fuerzas diabólicas; sus
peripecias señalan momentos y aspectos diversos del choque entre el bien y el
mal, en donde se articula y se desarrolla la historia de la salvación".
Lectura
del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab
Se abrió el Templo de Dios que está
en el cielo y quedó a la vista el Arca de la Alianza. Y apareció en el cielo un
gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona
de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba
a dar a luz. Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el
fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su
cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó
sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz,
para devorar a su hijo en cuanto naciera. La Mujer tuvo un hijo varón que debía
regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado
hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había
preparado un refugio. Y escuché una voz potente que resonó en el cielo:
"Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía
de su Mesías".
Palabra
de Dios.
SALMO
Salmo
44, 10b-12. 15b-16
R.
¡De pie a tu derecha está la Reina, Señor!
Una hija de reyes está de pie a tu
derecha: es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir. R.
¡Escucha, hija mía, mira y presta
atención! Olvida tu pueblo y tu casa paterna, y el rey se prendará de tu
hermosura. Él es tu señor: inclínate ante él. R.
Las vírgenes van detrás, sus
compañeras la guían, con gozo y alegría entran al palacio real. R.
SEGUNDA
LECTURA
El
pecado de la humanidad no ha roto el proyecto de Dios, que siempre busca la
vida por encima de la muerte. En Jesucristo, esta victoria sobre la muerte ya
se ha realizado, y se realizará también en nosotros.
Lectura
de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 15,
20-27a
Hermanos: Cristo resucitó de entre
los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de
un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección. En efecto,
así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno
según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos; luego, aquellos
que estén unidos a él en el momento de su Venida. En seguida vendrá el fin,
cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado
todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta
que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será
vencido es la muerte, ya que Dios "todo lo sometió bajo sus pies".
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
"En
el Magníficat, la Virgen María aparece libre de la ansiedad y la inquietud que
nacen del egoísmo, del orgullo y de la búsqueda de los propios intereses. Se
presenta más bien con la serenidad profunda de quien se sabe acogida y
bendecida por el amor de un Dios que colma todos sus deseos. En María vemos lo
que acontece cuando alguien permite que Dios intervenga en la propia vida y le
cede el protagonismo de la propia existencia. Ella nos muestra hasta dónde
puede llegar la acción misericordiosa de Dios, que siempre está llamando a la
puerta de nuestro corazón y de nuestra sociedad para colmarnos de vida y de
felicidad".
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Lucas 1, 39-56
María partió y fue sin demora a un
pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e
Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas
las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la
madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de
alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te
fue anunciado de parte del Señor". María dijo entonces: "Mi alma
canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi
Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante
todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí
grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación
en generación sobre aquéllos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó
a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con
las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su
misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y
de su descendencia para siempre". María permaneció con Isabel unos tres
meses y luego regresó a su casa.
Palabra
del Señor.
COMPARTIMOS
LA PALABRA
“Ahora se estableció la salud”
Esta lectura del Apocalipsis es
como una alegoría que emana luz por todas partes. Se nos presenta una pugna por
la vida, en la cual, la intervención de Dios sale fiadora de la debilidad.
El libro del Apocalipsis es un
canto convencido de la victoria de la acción salvadora del Señor.
La bondad nos libera para poder
caminar la existencia reconciliados desde dentro hasta los límites de la
historia.
“Por Cristo, todos volverán a la
vida”
La primera discípula de Jesús fue
María. En ella cuajó el Reino como una gestación y en ella resplandece la vida
nueva que Jesús nos brinda.
No importa tanto lo que ella fue,
cuanto lo que se dejó habitar, modelar, transformar. Ni fácil, ni difícil.
Total abandono, total gratuidad.
En María contemplamos cristalizada
la Palabra: la muerte superada, la vida cumplida, la pérdida como mejor
ganancia, lo escondido fecundado, la escucha bendecida, el servicio que
revierte en autenticidad, el silencio que colma de sentido cada gesto.
“María se puso en camino”
El relato de Lucas es un referente
perfecto para contemplar el evangelio vivido. No se puede perfilar más ni mejor
la identidad de un cristiano:
- La
experiencia del amor de Dios no nos deja ensimismados, nos induce a buscar
respuestas, a encontrar caminos, a compartir con los otros. Nos lanza a la
historia.
- La
vivencia de la confianza en Dios nos adentra en el gozo de acoger un envío, un
servicio integral de lo que uno es para que los demás tengan vida con nosotros.
El gozo no puede acallarse, busca cauces, se hace encuentro, relación,
intimidad celebrada…
- La
experiencia del actuar de Dios edifica nuestra dignidad, sostiene nuestra
libertad, despierta nuestro sentido de justicia, aviva nuestra misericordia.
ESTUDIO
BÍBLICO
La
Asunción
1ª
Lectura: Apocalipsis 11, 19a; 12, 1-6.10: ¡El cielo siempre nos espera!
I.1. Se ha querido comenzar esta
lectura poniendo la manifestación celestial del Arca de la Alianza, que ya
había desaparecido del Santuario de Jerusalén, probablemente con la conquista
de los babilonios. ¡Es imposible encontrarla en alguna parte, a pesar de que se
alimente la leyenda de mil maneras! Y ni siquiera será necesaria en un cielo
nuevo, porque entonces habrá perdido su sentido. En nuestro texto es todo un
símbolo de una nueva época escatológica que revela las nuevas relaciones entre
Dios y la humanidad.
I.2. Y si de signos se trata, el de
la mujer encinta ha sido identificado en María durante mucho tiempo. Esta
lectura ya no tiene sentido, aunque se haya escogido este texto para la fiesta
de la Asunción. No es posible que el niño que ha de nacer se identifique con
Jesús que sería arrebatado al cielo para evitar que sea destrozado por el
dragón. Si fuera así, toda la historia de Jesús de Nazaret, el Señor encarnado
que vivió como nosotros y fue crucificado, perdería todo su sentido. La
transposición no sería muy acertada.
I.3. El símbolo del cielo, apocalíptico
desde luego, es el de la nueva comunidad, la Iglesia liberada y redimida por
Dios que engendra hijos a los que les espera una vida nueva más allá de la
historia. También María es “hija” de esa Iglesia liberada y salvada que vive
como nosotros, siente con nosotros y es resucitada como nosotros, aunque sea
madre de nuestro Salvador. Y por eso es también “madre” nuestra.
2ª
Lectura: Primera a los Corintios 15, 20-26: En Cristo, todos tendremos una vida
nueva
II.1. Cuando Pablo se enfrenta a
los que niegan la resurrección de entre los muertos, se apoya en la
resurrección de Cristo que ha proclamado como kerygma en los primeros versos de
esta carta (1Cor 15,1-5). En el v. 20 el apóstol da un grito de victoria, con
una afirmación desafiante frente a los que afirman que tras la muerte no hay
nada. Si Cristo ha resucitado, hay una vida nueva. De lo contrario, Cristo que
es hombre como nosotros, tampoco habría resucitado.
II.2. Podríamos decir muchas más
cosas que Pablo sugiere en este momento. Él le llama “primicia” (aparchê), no
en el sentido temporal, sino de plenitud. En Cristo es en quien Dios ha
manifestado de verdad lo que nos espera a sus hijos. Él es el nuevo Adán, en él
se resuelve el drama de la humanidad; por eso es desde aquí desde donde debe arrancar
la verdadera teología de la Asunción, es decir, de la resurrección de María.
Porque la Asunción no es otra cosa que la resurrección, que tiene en la de
Cristo su eficiencia y su modelo; lo mismo que sucederá con nosotros.
Evangelio
según san Lucas 1, 39-56: Un canto de “enamorada” de Dios
III.1. La visitación da paso a un
desahogo espiritual de María por lo que ha vivido en Nazaret ¡había sido
demasiado!. El Magnificat es un canto sobre Dios y a Dios. No sería adecuado
ahora desentrañar la originalidad literaria del mismo, ni lo que pudiera ser un
“problema” de copistas que ha llevado a algunos intérpretes a opinar que, en
realidad, es un canto de Isabel, tomado del de Ana, la madre de Samuel
(1Sam2,1-10) casi por los mismos beneficios de un hijo que llena la esterilidad
materna. En realidad existen indicios de que podía ser así, pero la mayoría
piensa que Lucas se lo atribuye a María a causa de la bendición como respuesta
a las palabras de Isabel. Así quedará para siempre, sin que ello signifique que
es un canto propio de María en aquel momento y para esa ocasión que hoy se nos
relata.
III.2. Se dice que el canto puede
leerse en cuatro estrofas con unos temas muy ideales, tanto desde el punto de
vista teológico como espiritual; con gran sabor bíblico, que se actualiza en la
nueva intervención de Dios en la historia de la humanidad, por medio de María,
quien acepta, con fe, el proyecto salvífico de Dios. Ella le presta a Dios su
seno, su maternidad, su amor, su persona. No se trata de una madre de “alquilér”,
sino plenamente entregada a la causa de Dios. Deberíamos tener muy presente, se
mire desde donde se mire, que Lucas ha querido mostrarnos con este canto (no
sabemos si antes lo copistas lo habían transmitido de otra forma o de otra
manera) a una joven que, después de lo que “ha pasado” en la Anunciación, es
una joven “enamorada de Dios”. Esa es su fuerza.
III.3. Los temas, pues, podrían
exponerse así: (1) la gozosa exaltación, gratitud y alabanza de María por su
bendición personal; (2) el carácter y la misericordiosa disposición de Dios
hacia todos los que le aceptan; (3) su soberanía y su amor especial por los
humildes en el mundo de los hombres y mujeres; y (4) su especial misericordia
para con Israel, que no ha de entenderse de un Israel nacionalista. La causa
del canto de María es que Dios se ha dignado elegirla, doncella campesina, de
condición social humilde, para cumplir la esperanza de toda doncella judía,
pero representando a todas las madres del mundo de cualquier raza y religión. Y
si en el judaísmo la maternidad gozosa y esperanzada era expectativa del
Mesías, en María su maternidad es en expectativa de un Liberador.
III.4. Este canto liberador (no
precisamente libertario) es para mostrar que, si se cuenta con Dios en la vida,
todo es posible. Dios es la fuerza de los que no son nada, de los que no tienen
nada, de los que no pertenecen a los poderosos. Es un canto de “mujer” y como
tal, fuerte, penetrante, acertado, espiritual y teológico. Es un canto para
saber que la muerte no tiene las últimas cartas en la mano. Es un canto a Dios,
y eso se nota. No se trata de una plegaria egocéntrica de María, sino una
expansión feminista y de maternidad de la que pueden aprender hombres y
mujeres. Es, desde luego, un canto de libertad e incluso un programa para el
mismo Jesús. De alguna manera, también así lo ha concebido Lucas, fuera o no su
autor último.
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