“Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea
y se estableció en un pueblo llamado Nazaret.
Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que
se llamaría Nazareno.”
Hoy celebramos la festividad de la
Sagrada Familia; estamos habituados a saber del matrimonio como un sacramento;
y es decir también: el sacramento en el que los dos cónyuges se abren a la
gracia el uno por el otro y el uno para el otro. Una gracia que va en
crecimiento al mismo tiempo que crece la relación entre ambos y se manifiesta
en la familia, en los lazos creados con quienes llegan a enriquecer el
sacramento y quienes han hecho posible que se dinamice. Así creemos también que
la familia es sacramento, un sacramento de gracia y de continuidad.
Las lecturas de este domingo nos
encaminan a un progresivo enriquecimiento de nuestra vida familiar y
comunitaria. Ana consigue el hijo deseado y llorado, experimenta que es más de
Dios que de ella misma, por eso siente la necesidad de devolverle a Dios lo
ansiado. ¿Qué podemos devolver a Dios si no es lo que él ha engendrado en
nuestros corazones? Tan aferrados estamos a considerar lo consanguíneo como lo
único auténtico en nuestra realidad familiar, que pueden sorprender las
palabras de Jesús cuando se pregunta y nos pregunta… quiénes son mi madre y mis
hermanos. Somos hijos de Dios por otra consanguinidad: la sangre derramada por
nosotros; y fue por amor, como por amor son los partos de la mujer que se sabe
amada y elegida. La familia de Nazaret está tocada por Dios, pero no baja
ningún ángel a ahorrarle la calamidad, el destierro, la realidad cuando se
manifiesta como cruda. Dios se somete a nuestra condición con todas las
consecuencias participando de las penalidades de cada día.
Somos familia humana, somos familia
cristiana, somos iglesia doméstica… lugar y espacio para vivir la caridad sin
límites. Oramos hoy por todas las familias del mundo para que vivan con
autenticidad y generosidad la riqueza de cada uno de sus integrantes.
Y, avisado en sueños, se retiró a
Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que
dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno".
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del libro del Eclesiástico 3, 3-7. 14-17
El que honra a su padre expía sus
pecados y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro. El que
honra a su padre encontrará alegría en sus hijos y cuando ore, será escuchado.
El que respeta a su padre tendrá larga vida y el que obedece al Señor da
tranquilidad a su madre. El que teme al Señor honra a su padre y sirve como a
sus dueños a quienes le dieron la vida. La ayuda prestada a un padre no caerá
en el olvido y te servirá de reparación por tus pecados. Cuando estés en la
aflicción, el Señor se acordará de ti, y se disolverán tus pecados como la
escarcha con el calor. El que abandona a su padre es como un blasfemo y el que
irrita a su madre es maldecido por el Señor. Hijo mío, realiza tus obras con
modestia y serás amado por los que agradan a Dios.
Palabra
de Dios.
SALMO
Salmo
127, 1-5
R.
¡Felices los que temen al Señor y siguen sus caminos!
¡Feliz el que teme al Señor y sigue
sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien.
R.
Tu esposa será como una vid fecunda
en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa.
R.
¡Así será bendecido el hombre que
teme al Señor! ¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén! R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas 3, 12-21
Hermanos: Como elegidos de Dios,
sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión.
Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense
los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo
de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre
todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección. Que la paz de
Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque
formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias. Que la Palabra de
Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera
sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de
todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o
realizar, háganlo siempre en Nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a
Dios Padre. Mujeres, respeten a su marido, como corresponde a los discípulos
del Señor. Maridos, amen a su mujer, y no le amarguen la vida. Hijos, obedezcan
siempre a sus padres, porque esto es agradable al Señor. Padres, no exasperen a
sus hijos, para que ellos no se desanimen.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Ì
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 2, 13-15. 19-23
Después de la partida de los magos,
el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate,
toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te
avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". José se levantó,
tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la
muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por
medio del Profeta: "Desde Egipto llamé a mi hijo". Cuando murió
Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto,
y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de
Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño". José
se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al
saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo
de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se
estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido
anunciado por los profetas: "Será llamado Nazareno".
Palabra
del Señor.
COMPARTIMOS
LA PALABRA
“El
destierro como experiencia de libertad”
¿Hay algo en la tierra que sea
parecido a lo que podamos imaginar que haya en el cielo? Se me ocurre que la
familia es lo más parecido, pues imaginamos una comunidad de vida y amor entre
Dios y su creación, íntima y permanente a la vez… como son los vínculos que en
la familia se crean para siempre. Es un misterio la necesidad que tiene el
huérfano de saber quién es su madre, como también lo es la necesidad que
tenemos de encontrar a Dios, como padre y madre, que estructura en un mismo
vínculo lo consanguíneo terrestre y lo espiritual celeste: no es más que la
encarnación. Por eso Dios quiso nacer en una familia, y desde entonces la
familia es sagrada, como sagrado es todo lo que Dios toca.
Esta fiesta de la sagrada familia
pudiera ser presentada con mucha dulzura y regocijo, pero Mateo nos abre una
página de la familia de Nazaret en pleno camino doloroso y de destierro. Jesús,
María y José viven la condición dramática de los prófugos; recorren un camino
que anticipa, en cierto sentido, el camino del Calvario (incertidumbre, miedo,
inseguridad). También hoy tenemos demasiadas familias que pueden reconocerse en
este relato. En tierras lejanas no siempre se encuentra la verdadera acogida,
el respeto y reconocimiento de la dignidad humana y con demasiada frecuencia
tienen que enfrentarse a la hostilidad, a los prejuicios, a las sospechas… a la
marginación.
Hoy, un poco más allá del recurrido
cuadro de la familia de Nazaret subida al borriquillo, sería importante
colocarse delante de cuadro cercano de tantas familias inmigrantes, deportadas,
refugiadas… que esperan encontrar un lugar digno y seguro donde vivir la
aventura de la dignidad humana; como el calor, la seguridad, la pertenencia que
necesitan encontrar los niños en el ámbito familiar; como el que necesitamos
encontrar los cristianos en ámbito eclesial.
Pero para cada uno de nosotros
puede haber también un destierro entendido como experiencia de libertad. Se
trata de advertir todo lo que en nuestro mundo representa una amenaza para la
persona, la vida, la libertad, el espíritu y la misma familia. Se trata de
poner a salvo los valores más preciosos, aquellos que son transparentes a la
luz de la patria verdadera, de un mundo distinto, de una manera de ser y de
estar… al estilo de José, “hombre de sueños” que acepta la intervención de lo
alto, que está y es sensible a la invitación de partir, es decir, de dejar
sitio a la Voz de quien bien sabe de lo humano pues es creatura suya; y acepta
estar en “otro lugar” respecto al mundo y su criterios, una tierra amplia, sin
fronteras ni barreras, donde se saborean la gratuidad, la pertenencia y la paz.
La tierra donde cada uno puede ser él mismo, en la verdad de su ser, en
comunión con Dios y con los demás… y el camino que lleva a ese Reino, puede ser
precisamente el del destierro, el del alejamiento de ese mundo artificial y
decrépito obra de la injusticia.
El trozo que hemos leído del
Eclesiástico nos ayuda a ponernos en contacto igualmente con ese otro destierro
interior, hacia dentro de nuestra propia familia, de nuestra comunidad, de
nuestra iglesia, donde los que menos cuentan, los ancianos por ejemplo, son
ignorados o arrinconados. La insistencia en la observancia del cuarto
mandamiento, “honrar” nos pone en contacto con reconocer el valor, el carácter
sagrado de la persona, independientemente de que su manos puedan sernos o no
útiles; la delicadeza con los miembros más débiles de nuestra familia, de
nuestra comunidad, puede convertirse en el soporte más sólido y testimonial de
la familia, de la comunidad, sin tener que recurrir a ninguna defensa política.
La fiesta de la sagrada familia nos
recuerda oportunamente que en ese espacio sagrado, que lo es porque Dios lo ha
tocado, se celebra la insustituible liturgia de lo cotidiano, hecha gesto
recíproco entre todos sus miembros, compromiso de amor y pertenencia, comunidad
de vida y amor… capaz de ser sagrada porque quien la ha tocado con su
nacimiento, es sagrado.
ESTUDIO
BÍBLICO
Primera
lectura: (Eclesiástico 3,3-7. 14-17a)
Marco: El fragmento pertenece a la
primera parte del Eclesiástico con el tema general centrado en la naturaleza y
beneficios de la sabiduría. La existencia individual y comunitaria del hombre
creyente tiene que fundarse en la confianza divina. La lectura recuerda el
respeto a los padres, según aquella mentalidad antigua, pero que sigue teniendo
vigencia en muchos de los elementos recogidos.
Reflexiones
1ª)
¡Es urgente recuperar el sentido de honra a los padres!
Dios hace al padre más respetables
que a los hijos y afirma la autoridad de la madre. La Escritura fundamenta las
relaciones de los hijos con los padres en una verdad sólida: son los
colaboradores inmediatos de Dios en la transmisión de la vida. Y la vida es un
bien irrenunciable. Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza, pero los
dos: padre y madre. Esta proyección de la vida comunitaria de Dios al crear al
hombre y la mujer es el fundamento más sólido de la familia y del matrimonio.
Por eso la Escritura habla siempre con profundo respeto de la familia y del
matrimonio. Era una concepción primitiva, pero muy sólida. Pablo recuerda en su
carta a los Efesios 6,3: "Honra a tu padre y a tu madre" es el primer
mandamiento al que se añade una promesa: "Te irá bien y vivirás largo
tiempo en la tierra". Es necesario volver a las raíces de la familia
según el proyecto de Dios, volver a los orígenes de familia como una comunidad
de vida y de amor. Ciertamente la autoridad de los padres hay que amasarla hoy
con un sincero y generoso diálogo permanente entre todos. Si todos son
escuchados y atendidos la familia crece con fuerza, especialmente hoy que se
anhelan espacios cálidos de intercomunicación.
2ª)
¡Respeto y ternura para con los padres!
El que honra a su padre expía los
pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros... el que respeta a su padre
tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor le escucha. En la Escritura
está muy presente la bendición. Dios ha relacionado su bendición con los grandes
momentos de su obra: bendijo a nuestros primeros padres, a Noé, a Abraham, etc.
Esta bendición es eficaz por sí misma. Hoy se diría que es performativa, es
decir, operante, dinámica y eficaz. También a la familia la ha enriquecido con
una bendición. La familia es para Dios algo muy entrañable, es el reflejo de su
propia vida íntima en la eternidad: tres y uno a la vez; como en la familia:
tres y uno a la vez. La bendición se vive en la comunión y ternura de unos con
otros. Es urgente recuperar las relaciones entre todos los miembros de la
familia. Hijos que no respetan a sus padres, sufren las mismas consecuencias
cuando ellos a su vez forman una familia. El proyecto de Dios sigue siendo
válido y eficaz. La familia atraviesa por graves problemas, por eso urge
recuperar su estabilidad para el bien de todos, especialmente de los hijos.
3ª)
¡Acogida cariñosa a los padres en sus achaques!
No abandones a tu padre mientras
viva; aunque flaquee su mente ten indulgencia, no lo abochornes mientras seas
fuerte. La Escritura recuerda una realidad que debió darse entonces con cierta
frecuencia. En la antigüedad también llegaban momentos en que los padres
estorbaban el desenvolvimiento de ciertos proyectos de los hijos. Cuando
flaquee su mente, ten indulgencia. La autoridad paterna y materna se vuelven
ahora como una súplica a los hijos. ¡Cuántas residencias de ancianos no
enfermos, sino simplemente ancianos! Esto es un síntoma alarmante de la
situación actual de la familia. La Iglesia siempre ha manifestado seria preocupación
por esta célula básica de la sociedad y de la propia Iglesia que es la familia
asaltada por tantos problemas. Hoy como nunca es necesario recuperar el sentido
total de la familia. Todos los miembros deben respetarse y quererse
sinceramente. La convivencia familiar está apoyada continuamente por el
sacramento que está en la base de su formación.
Segunda
lectura: (Colosenses, 3,12-21)
Marco: Pertenece a la tercera parte
de la Carta: la vida nueva en Cristo. Es la sección moral en que se recogen las
exigencias de la vida cristiana y recomendaciones concretas para la
convivencia familiar. La fuente de toda moral cristiana es la unión con Cristo
resucitado.
Reflexiones
1ª)
¡Una comunidad de vida y de amor animada por la misericordia, la bondad, la dulzura
y la comprensión!
Sea vuestro uniforme: la
misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. La
familia es una parte esencial e imprescindible del nuevo pueblo de Dios. El
autor enfoca las características y cualidades de la familia desde la
experiencia pascual. Recuerda algunas de esas cualidades bajo la imagen del
"uniforme", es decir, aquello que identifica una realidad como
singular y bien definida: la misericordia, la bondad, la dulzura y la
comprensión. La misericordia ha sido elevada por Jesús a una de sus más bellas
congratulaciones o bienaventuranzas: Dichosos los misericordiosos porque Dios
tendrá misericordia de ellos (Mt 5,7). Una bienaventuranza se mueve entre la
dificultad y la promesa gozosa. La misericordia es un atributo característico
de Dios. Dios es misericordioso perdonando generosamente el pecado del hombre y
acogiendo con ternísimo afecto. Esta realidad hace de la familia una auténtica
comunidad de vida y de amor verdaderamente feliz. Dios nos quiere felices en la
familia. También la dulzura o la no violencia es objeto de otra
bienaventuranza de Jesús: Dichosos los no-violentos porque ellos poseerán la
tierra (Mt 5,5). Y lo mismo podría decirse de la bondad y de la comprensión.
Estas cualidades son de innegable actualidad. En un mundo agresivo, violento en
tantos ámbitos, es necesaria la familia animada por estas cualidades. Los
miembros que vuelven muchas veces derrotados de la lucha agresiva y dura,
necesitan el ambiente cálido y sosegado de un hogar moderno pero auténtico en
el que todos se acogen mutuamente en la dulzura y la misericordia y en los
momentos tensos, la comprensión y la bondad en los gestos y en las palabras.
2ª)
¡Es necesario el perdón permanente a imitación de Jesús!
Perdonaos cuando alguno tenga
quejas contra otro. El Señor os ha perdonado haced vosotros lo mismo. El perdón
y la reconciliación se encuentran en la entraña misma de la obra de Jesús.
Desde la primera declaración que hace Juan sobre Jesús aparece esta realidad:
He ahí el cordero (siervo) de Dios que hace desaparecer el pecado del mundo
(Jn. 1,36). La historia de la salvación nos recuerda con hiriente frecuencia la
presencia y las manifestaciones del pecado en el mundo. Una realidad nunca
querida por Dios que destruye al hombre y lo deshumaniza. El modelo del perdón
permanente que todos los miembros de la familia necesitan conceder y recibir es
el reflejo y el resultado del perdón conseguido a través de Cristo. Los
miembros de las familias deben estar muy atentos a sus propias debilidades y a
las debilidades de los demás. Por eso necesitan ser muy generosos en ofrecer el
perdón (hasta setenta veces siete cada día) y recibirlo son sencillez y
sinceridad. Cada vez que cualquiera nos diga "lo siento" hemos de
reaccionar con el perdón generoso y gratuito, como lo es el que nos concede a
nosotros Jesús mismo.
3ª)
¡El amor y la paz, secretos de una familia en comunión!
Por encima de todo esto, el amor
que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro
en vuestro corazón. El amor que es la fuerza motriz de toda la historia de la
salvación y del misterio pascual, es la raíz de todo lo demás. Jesús en la cruz
es la suprema manifestación y expresión del amor gratuito de Dios. San Juan
cuando quiso interpretar este acontecimiento nos enseñó que nadie tiene amor
más grande que el que está dispuesto a dar su vida por sus amigos: amaos
mutuamente porque yo os he amado primero (Jn 15,12ss). En la Iglesia y en la
familia no es posible el amor fraterno si antes no se ha experimentado
sinceramente el amor que Dios nos tiene. En esta experiencia aprendemos la
gratuidad total, la limpieza, la exigencia y la profunda felicidad que se
siente cuando alguien se sabe amado por Dios. Lo mismo espera Jesús de los
miembros de su Iglesia y de cada familia. La Palabra de Cristo habite entre
vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría;
exhortaos mutuamente. Es necesario desterrar el mercadeo en las relaciones
familiares. O los miembros de la familia se deciden por un amor generoso,
universal y limpio o no es posible la verdadera comunión y felicidad de todos y
de cada uno. El amor auténtico no tolera ser tratado como una mercancía o
moneda de cambio. Es necesario que las familias cristianas maduras, abiertas,
modernas reflejen la hondura, elegancia y exigencia del verdadero amor de Jesús
reflejado en ellas.
Evangelio:
(Mateo 2,13-15.19-23)
Marco: A continuación del relato de
los magos, el evangelista Mateo narra la huida a Egipto y regreso.
Reflexiones
1ª)
¡Las dificultades de una joven familia!
El ángel del Señor se apareció en
sueños a José y le dijo: levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto.
Quédate allí hasta que yo te avise. San Mateo ha conseguido un estremecedor y
desconcertante relato, una elocuente dramatización cristológica. Jesús fue
realmente una bandera discutida o un signo de contradicción durante todo su
ministerio en el que fue rechazado por los que no aceptaban ni su mensaje ni su
actuación con todos, especialmente con las personas marginales por razones
morales, económicas o sociales. Todo desembocó en la muerte de Cruz. Pues bien,
esta historia es retrotraida de alguna manera y se refleja en los relatos de la
Infancia. La Sagrada Familia se vio envuelta en graves dificultades. Es modelo
ejemplar en todos los aspectos, incluido el de las graves dificultades
sufridas, siendo los tres profunda y totalmente inocentes de toda culpa. Hoy
como ayer, la familia es asaltada desde muchos flancos, por tanto necesita una
atención vigilante y solícita. Todas las familias que sufren por cualquier causa
tienen donde dirigir la mirada para recuperar su comunión profunda, su mutua
ayuda, sus razones para seguir adelante motivados por una gran esperanza. Sólo
por ahí recuperaremos esta célula básica e insustituible para la Iglesia y la
para sociedad.
2ª)
¡La Sagrada Familia en el número de los emigrantes forzosos!
José se levantó, cogió al niño y a
su madre de noche; se fue a Egipto. Los patriarcas se vieron obligados a
descender a Egipto acuciado por la urgente necesidad de alimentos. Allí les
espera José que les facilita un lugar apropiado para su vida de pastores. Las
situaciones cambiaron y cuatro siglos después el pueblo se ve obligado a duros
trabajos forzados (esclavitud de Egipto). Fueron perseguidos por los faraones
que decretaron la muerte de todos los varones. Dios interviene y los saca de
Egipto por mano de Moisés. Todo este acontecimiento ha inspirado a Mateo para
componer este acontecimiento de Jesús. Jesús fue cruelmente perseguido durante
su vida hasta la muerte injusta en la cruz. Este acontecimiento es preanunciado
misteriosamente por la forzosa huida a Egipto porque peligraba la vida del
niño. De este modo la Sagrada Familia pertenece a esa lista incalculable de
exiliados forzosos que se han dado en toda la historia. Hoy comprobamos el
fenómeno doloroso de los exiliados forzosos y de los inmigrantes impelidos por
la necesidad vital. ¿Cómo acogemos, cómo tratamos a todos estos hermanos
nuestros que buscan medios de vida?. Amnistía internacional nos recuerda
insistentemente las graves dificultades que encuentran todos ellos para
integrarse laboral y socialmente. Los creyentes estamos llamados a ser
mensajeros y promotores de respeto, acogida y ayuda a todo estos hombres y
mujeres, familias enteras que se desplazan de sus países en busca de
condiciones de vida más humanas. No podemos, no debemos quedarnos neutrales, ni
inhibirnos. Todos estamos comprometidos desde nuestra propia situación.
3ª)
¡José y María con Jesús vuelven a Israel y se establecen en Nazaret!
Levántate, coge al niño y a su
madre, y vuélvete a Israel. Se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo
llamado Nazaret. Egipto no es la patria definitiva del pueblo de Dios ni
tampoco lo es del Hijo de Dios hecho hombre. Es una etapa dolorosa, pero ambos
se dirigirán a la Tierra Prometida. Mateo se inspira en aquellos relatos
antiguos para enseñarnos que Dios llama a su Hijo Jesús de Egipto para que
vuelva a la tierra de la verdadera libertad. Llamé a mi hijo para que saliera
de Egipto. Jesús sume y realiza el itinerario de su pueblo y lo ha hecho en
familia, los tres juntos, y guiados por la Palabra de Dios. El proyecto de Dios
para su Familia y para todas las familias no es la esclavitud ni el exilio,
sino la tierra de la libertad. Se establecieron en un pueblo llamado Nazaret,
donde desarrollaría el programa familiar marcado por la Escritura (voluntad de
Dios) durante muchos años: convivencia íntima, laboral, social y religiosa. El
mundo necesita que los creyentes le anuncien el proyecto para las familias, a
saber, que vivan en libertad, en comunión, en mutua ayuda. Unidas en las
alegrías y en las penas y como modelo ejemplar propone su propia Familia.
Guiados por esta esperanza es necesario trabajar de la forma que a cada cual le
incumba en la reconstrucción de esta realidad admirable que es la familia.