domingo, 13 de abril de 2014

DOMINGO DE RAMOS



Jesús entra en Jerusalén aclamado como “Señor”, “el Hijo de David”, el Mesías esperado: “decid a la hija de Sión, mira que viene tu Rey” (Is 62,11); “justo y victorioso” (Zac 9,9). 

Pero al revés de los vencedores guerreros que llegan con sus caballos y carruajes y entran en la ciudad revestidos de poder, Jesús entra como rey manso, humilde y pacífico. El asno es el animal manso que también montó David en tiempo de paz. 

El mesianismo de Jesús no es triunfalista ni sigue la lógica del poder. 

Es Dios mismo que se ha manifestado en la conducta de Jesús como poderoso en el amor y en la compasión entregándose totalmente por nosotros. 

“Hosana al Hijo de David” es un clamor de salvación. Todos tenemos facultades y poderes. Hoy el evangelio, presentándonos el mesianismo novedoso de Jesucristo, recuerda que sólo esos poderes nos humanizan y nos salvan cuando los ejercemos como mediación del amor.


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