Es un mensaje de esperanza, para el
que espera y tiene fe. Sólo el que tiene sed, el que se deja llenar y el que
tiene hambre es saciado, por tanto habla de que los cristianos hemos de tener
una actitud activa, de esperanza en eso se nos tiene que notar que nos sentimos
hijos de Dios.
Además, habla desde lo sencillo,
habla de lluvia y no de tormenta, de procesos de enriquecimiento desde lo
pequeño y cotidiano sin grandes revoluciones y sin embargo con cambios intensos
y duraderos.
Si bien es verdad que en la vida
terrenal hay sufrimientos que no son enviados por nuestro Padre sólo si tenemos
fe en la salvación nos liberaremos, también es importante que esta palabra
libertad, sepamos de qué nos libera más allá del sentimiento de libertad en
cuanto a libre elección. Nos libera de todo aquello que nos hace sentirnos
afligidos, sin esperanza, que no nos deja ser felices, encontrando una
felicidad completa en la fe.
Por tanto estas palabra nos llevan
a un mensaje de optimismo de alegría y de esperanza pero también a la
responsabilidad, si es que nos sentimos hijos de Dios, será necesario
demostrarlo con un estilo de vida que sea testimonio de lo que creemos y que a
la vez ayude a los que están a nuestro alrededor como testigos de la Palabra de
Dios.
En resumen, la esperanza con
mayúsculas que nos trae la Palabra, es una cuestión de actitud en todo lo que
hacemos y en como lo sentimos en dejarnos y prepararnos para ello.
DIOS
NOS HABLA. CONTEMPLAMOS LA PALABRA.
I
LECTURA
Lectura
del Profeta Isaías 55,10-11.
Esto dice el Señor: Como bajan la
lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la
tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y
pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí
vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.
Palabra
de Dios
SALMO
Salmo
64,10abcd. 10e-11. 12-13. 14
R/. La semilla cayó en tierra buena
y dio fruto.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de
agua. R/.
Tú preparas los trigales:
riegas los surcos, igualas los
terrenos,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes. R/.
Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría. R/.
Las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses
que aclaman y cantan. R/.
II
LECTURA
Lectura
de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8,18-23.
Hermanos:
Considero que los trabajos de ahora
no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación
expectante está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella
fue sometida a la frustración no por su voluntad, sino por uno que la sometió;
pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la
esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos
de Dios.
Porque sabemos que hasta hoy la
creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto.
Y no sólo eso; también nosotros,
que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior aguardando
la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Palabra
de Dios
EVANGELIO
Ì
Evangelio de N. S. J. C. según San Mateo 13,1-23.
Aquel día salió Jesús de casa y se
sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una
barca; se sentó y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas:
-Salió el sembrador a sembrar. Al
sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo
comieron.
Otro poco cayó en terreno
pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda, brotó
en seguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otro poco cayó entre zarzas, que
crecieron y lo ahogaron.
El resto cayó en tierra buena y dio
grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta.
El que tenga oídos que oiga.
Se le acercaron los discípulos y le
preguntaron:
-¿Por qué les hablas en parábolas?
El les contestó:
-A vosotros se os ha concedido
conocer los secretos del Reino de los Cielos y a ellos no. Porque al que tiene
se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que
tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír
ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías:
«Oiréis con los oídos sin entender;
miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo,
son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con
los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure.
Dichosos vuestros ojos porque ven y
vuestros oídos porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon
ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros oíd lo que significa la
parábola del sembrador:
Si uno escucha la palabra del Reino
sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto
significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso
significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene
raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la
Palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre zarzas significa
el que escucha la Palabra, pero los afanes de la vida y la seducción de las
riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el
que escucha la Palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o
setenta o treinta por uno.
Palabra
del Señor
MEDITAMOS
LA PALABRA
San Pablo nos habla de que a pesar
de todos los sufrimientos que hay en la vida presente por el hecho de ser hijo
de Dios nos espera la gloria, nos llama a la esperanza en este momento, por un
lado aparecen palabras como frustración, sufrimiento y esclavitud en la vida
terrenal y por otro se nos invita a un futuro de libertad.
Sentirnos lejos de Dios o negarnos
a El, no nos libra del sufrimiento, pero sin embargo los que sí creemos nos hace
conocer, al menos, la esperanza de la Salvación, sólo los que queremos creer
podemos tener la esperanza de esa salvación y una redención futura.
La lectura de Mateo nos habla como
Jesús se sirve de las parábolas para explicar su mensaje, a las personas que
aun teniendo la verdad cerca, no son capaces de entenderla y necesitan de las
parábolas para poder ver a Dios a pesar de tener a Jesús en carne y hueso para
hablar de Dios. En aquel tiempo mucha gente era la que tenía curiosidad por
escuchar lo que Jesús les decía. Esta palabra nos habla de algo tan humano como
la capacidad de entender de cada uno, el mensaje, la semilla, es la misma para
cada uno de nosotros, pero estamos con disposición y cualidades diferentes,
incluso con los oídos cerrados unos y otros abiertos, de nada sirve hablar más
alto, si el que escucha no está dispuesto a oír. A todos nos han enseñado que
la comunicación es algo tan sencillo como emisor, receptor y mensaje, pero
también sabemos que muchas veces la comunicación o transmisión del mensaje no
se produce en la vida corriente, mucho más difícil será el proclamar el Reino
de Dios a todos nosotros.
En aquel tiempo, el hijo de Dios se
hizo carne para transmitirnos el mensaje de su Padre. Jesús era capaz de
concentrar multitudes, era alguien que traía un mensaje curioso, atractivo y
sobre todo novedoso, eso nos sigue sonando ahora que estamos en la época de las
nuevas tecnologías y los mensajes viajan a gran velocidad y muchas personas,
pero cuantas de esas personas creían en las palabras de Dios, por qué acudir a
las parábolas en lugar de hablar de un mensaje claro y directo.
Tradicionalmente pensamos que utilizó esta forma de transmisión por la falta de
conocimientos o formación de la personas que le escuchaban, nada tiene que ver
con eso y puede ser que sea una forma de simplificarlo, cuando lo que se
explica es claro y sencillo no hace falta más vuelta, sin embardo el problema
tanto hoy como entonces, no estaba en la falta de cultura de los que escuchaban
sino más bien a sus y nuestros oídos duros.
Hoy también tenemos los oídos
duros, tal vez ahora tengamos más estudios, pero lo que está claro es que la
semilla sigue cayendo en barbecho y tierra estéril, nuestros oídos están más
pendientes de otros mensajes, quizás de resultados y promesas más inmediatas ya
que no es propio de la naturaleza humana, tener paciencia y esperar, ya que al
fin y al cabo el mensaje de Dios habla de la Salvación en la otra vida!
Otro tema interesante es saber si
cada uno de nosotros nos sentimos de esos privilegiados a los que se nos ha
concedido conocer los secretos del Reino como los discípulos y por tanto no es
necesario que nos hablen a parábolas o si por el contrario somos de los que
nuestro corazón está embotado y no dispuesto a oír la Palabra de Dios.
Si aceptamos la Palabra con alegría
perseverancia y la ponemos en práctica como testigos de esa buena nueva
conseguiremos ser luz para los demás. La buena nueva no es sólo para nosotros
sólo se hace fértil cuando nosotros somos testigos y mensajeros de la
esperanza.
ESTUDIO
BÍBLICO
Iª Lectura: Isaías (55,10-11): La
palabra profética, transforma la historia humana
I.1. El libro de Isaías, o mejor dicho,
el Deuteroisaías (40-55), termina con un capítulo de altos contenidos
teológicos que podemos interpretarlo como «la fuerza de la palabra de Dios que
cambia la historia», que hace historia, que no se limita a los ámbitos
espirituales, aunque estos son su ser natural. Efectivamente, el texto de la Iª
Lectura de hoy forma parte de ese capítulo del que hablamos; sus imágenes, los
símbolos que se usan, ponen de manifiesto esta teología sobre la fuerza de la
palabra profética como Palabra de Dios. Lo que se quiere poner de manifiesto es
la dimensión creadora y transformadora de la Palabra de Dios.
I.2. Sabemos que los profetas de
Israel y Judá han marcado la religiosidad de su época y por eso su mensaje
sigue siendo para nosotros un mensaje de alternativa. La Palabra de Dios que
viene sobre el pueblo desencadena juicio y salvación a la vez. En el texto de
hoy nos encontramos con la singularidad de que la Palabra de Dios, como la
lluvia y la nieve, no vuelven a lo alto de vacío; así sucede con la Palabra de Dios
que se hace presente por medio de sus profetas. Los corazones, es decir, las
personas, reciben lluvia y nieve espirituales de la palabra de los profetas que
interpretan la voluntad de Dios en la historia personal y comunitaria.
I.3. Eso no quiere decir que todos
los acontecimientos de la historia están desencadenados por la Palabra de Dios,
y en eso deberemos tener cuidado para no caer en fundamentalismos; pero la
Palabra divina salva, anima, consuela, juzga las injusticias y a los poderosos.
Esa palabra llega de muchas formas y maneras por medio de los que han puesto su
confianza en Dios. Y desde esa confianza y energía, Dios actúa en la historia.
Por eso, el compromiso de los que cuentan con Dios en sus vidas no debe
reducirse al ámbito personal-espiritual. El mundo, la sociedad, las
instituciones de justicia y de altas decisiones no deberían hacer oídos sordos
a los "profetas" de salvación y de gracia.
IIª Lectura: Romanos (8,18-23): Una
ecología teológica
II.1. La IIª Lectura nos muestra
unos de esos textos que podemos llamar actualmente «ecológicos». Sabemos que la
ecología está siendo campo de batalla de numerosas ideologías contrapuestas y
contradictorias. Pablo, con el lenguaje de la apocalíptica, al que era tan
cercano como buen judío, nos presenta la suerte del mundo, de la creación,
unida estrechamente a la suerte de los hombres y de su redención. No es un
texto negativo, como a veces le han reprochado. Ya Teilhard de Chardin había
hecho una lectura muy positiva, no solamente válida, con su “himno a la
materia”, en la línea de la esperanza de redención de todo el universo. Este
mundo de la creación no puede estar llamado a lo obsoleto. San Pablo está
usando el término ktisis, que viene a significar la creación, la materia como
misterio en el que subsistimos en este mundo.
II.2. La verdad es que, en este
mundo, la obra de Dios es para el hombre, está en sus manos, pero ¿qué estamos
haciendo de este mundo nuestro? La creación también tiene que consumarse en la
liberación; lo que ha formado parte de nuestra historia, de nuestro ser, anhela
gracia y salvación. Es verdad que para los que conciben el mundo y la creación
solamente como «naturaleza», esto es un antropomorfismo; pero, en todo caso, en
nuestra redención personal y comunitaria, el mundo, el arte, la música, el
cielo, la tierra, el sol... todo adquirirá sentido, todo es anhelo de dolores
de parto para vivir en una armonía que está verdaderamente en las manos de
Dios.
II.3. Es muy probable que detrás de
este texto exista una reflexión teológica del mismo judaísmo sobre Gn 3 y las
consecuencias del pecado de la humanidad, del hombre creado a imagen y
semejanza de Dios y las consecuencias para el mundo. Pablo quiere hacer una
lectura nueva desde Cristo. El pecado de la humanidad no queda solamente en el
ámbito de lo interior, sino que lo exterior, la naturaleza, se resiente si el
hombre no sabe llevar a cabo la misión que Dios le ha encomendado. Porque la
humanidad está llamada a un estado de paz con la naturaleza, pero cuando la
humanidad se aleja del proyecto divino de justicia, de armonía, de paz,
entonces, las guerras o la acumulación de bienes de unos pocos se refleja en la
misma naturaleza. La creación, no lo olvidemos, está ligada al destino del
hombre. Ahí está la fuerza argumentativa de la verdadera ecología teológica.
Evangelio: Mateo (13,1-23): La
Palabra de Dios, semilla que engendra
III.1. La parábola del sembrador y
su explicación abre estos domingos de lectura continua en los que se nos van a
presentar distintas parábolas, que Mateo concentra precisamente en el c. 13.
Podemos decir también que esta es una parábola ecológica, por sus símbolos. La
semilla que cae en distintas tierras, que después se compara con distintas
actitudes, debe ser la Palabra de Dios que conduce nuestra historia, que crea
una relación hermosa y llena de sentido.
III.2. Cuando la historia no se
contempla desde el horizonte de la Palabra de Dios, entonces todo se resiste a
la armonía, a la fraternidad, a la paz, e incluso a la calidad de vida digna
para todos. En todo caso, Jesús, con su parábola -ya que la explicación
probablemente procede de la iglesia primitiva que era más timorata-, intentaba
decir que, pase lo que pase, la Palabra de Dios siempre produce fruto; basta
acogerla desde nuestras posibilidades. Unas veces producirá más y otras menos,
pero siempre será luz de nuestra vida. Porque en esto de la luz, de la gracia y
de la salvación, la cantidad no cuenta de verdad.
III.3. Es muy probable que haya
sido la iglesia posterior y su moralismo excesivo, la que se haya propuesto
acentuar eso de la cantidad como un perfeccionamiento anhelado, y así se
refleja en la explicación de la parábola, donde ya todo se centra en el campo
que acoge, no en la semilla. Sin embargo, el profeta de Nazaret era menos
perfeccionista y quería trasmitir una confianza inaudita en la fuerza de Dios
que nos llega por la palabra profética y por la parábola profética del
sembrador. El sembrador sabe que no todo lo que siembra se recoge al final,
sino que siendo más realista confía "en conjunto" en la semilla que
esparce, es decir, en la palabra que ilumina y que salva.
III.4. Cuando alguien solamente ha
podido entregar el 20, o el 60 de su vida (incluso el 30 y el 40), Dios no lo
desprecia, sino que lo tiene muy en cuenta. Su amor a los hombres y mujeres que
viven en este mundo no le hace despreciar lo que su amor engendra, aunque sea
una mínima parte de lo que debería haber sido. Porque para Jesús, en este caso,
se trataba de poner de manifiesto la fuerza de la semilla, de la palabra, del
evangelio de vida. Porque sin esa semilla, sin esa palabra de gracia y de
buenas noticias, no hay manera de que los seres humanos se puedan fiar de Dios
y serle fieles. Jesús está sembrado, en esta parábola “el evangelio” frente a
le Ley (la Torá).
Con el evangelio se entiende que la
semilla es gracia; con la ley, lo que vale es la “producción” en cantidades
semejantes a la inversión.
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