El evangelista Marcos nos va presentando la figura de Jesús en sus diferentes matices. Estos domingos que siguen a la celebración del misterio de Navidad, afirman el mensaje: Jesús es vida, Jesús es luz, Jesús es presencia cercana. No es cualquier vida: vida saludable. No es una luz cegadora que irrita, sino clarificadora y cálida. Es una presencia que no demanda protagonismo ni se crece a costa de los demás; sino es presencia que genera vínculos, restablece la esperanza, cultiva todo lo humano.
Necesitamos ejercitar una profunda,
continuada y honesta escucha de la Palabra. El aprendizaje de reconocernos en
la Palabra requiere hábito, hasta que se convierta en algo natural y necesario
para crecer en la fe. La fascinación del discípulo y la necesidad de transmitir
la fecundidad de la palabra a los demás, son notas de un compás que ha de
armonizarse en el paso de cada día y nutrir el mismo silencio.
DIOS
NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
Job
siente que la vida le pesa, ya nada lo satisface y sólo “dura” en lugar de
vivir. No tiene un proyecto de vida que lo motive para salir del letargo. Su
dolor, como el nuestro, clama ser redimido para que esa salvación lo vuelva a
poner de pie. Y esto precisamente viene de Dios. Dejemos que el Señor mismo
redima nuestro dolor, y pidamos su asistencia para poder liberar el dolor de
nuestros hermanos.
Lectura
del libro de Job 7, 1-4. 6-7
Job habló diciendo: ¿No es una
servidumbre la vida del hombre sobre la tierra? ¿No son sus jornadas las de un
asalariado? Como un esclavo que suspira por la sombra, como un asalariado que
espera su jornal, así me han tocado en herencia meses vacíos, me han sido
asignadas noches de dolor. Al acostarme, pienso: “¿Cuándo me levantaré?”. Pero
la noche se hace muy larga y soy presa de la inquietud hasta la aurora. Mis
días corrieron más veloces que una lanzadera: al terminarse el hilo, llegaron a
su fin. Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la
felicidad.
Palabra
de Dios.
Salmo
146, 1-6
R. Alaben al Señor, que sana a los afligidos
¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios, qué
agradable y merecida es su alabanza! El Señor reconstruye a Jerusalén y
congrega a los dispersos de Israel. R.
Sana a los que están afligidos y les
venda las heridas. Él cuenta el número de las estrellas y llama a cada una por
su nombre. R.
Nuestro Señor es grande y poderoso, su
inteligencia no tiene medida. El Señor eleva a los oprimidos y humilla a los
malvados hasta el polvo. R.
II
LECTURA
San
Pablo no siente el anuncio del Evangelio como una carga, sino como una
responsabilidad. Él mismo considera que su misión es predicar a todo el mundo.
Y en la misión misma está la recompensa, no hay un “bono extra”. Anunciar a
Cristo, eso solo, y eso mismo, es la retribución a su misión.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 9, 16-19.
22-23
Hermanos: Si anuncio el Evangelio, no lo
hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de
mí si no predicara el Evangelio! Si yo realizara esta tarea por iniciativa
propia, merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir
que se me ha confiado una misión. ¿Cuál es, entonces, mi recompensa? Predicar
gratuitamente el Evangelio, renunciando al derecho que esa Buena Noticia me
confiere. En efecto, siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al
mayor número posible. Y me hice débil con los débiles, para ganar a los
débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a
cualquier precio. Y todo esto, por amor a la Buena Noticia, a fin de poder
participar de sus bienes.
Palabra de Dios.
ALELUYA Mt 8, 17
Aleluya. Cristo tomó nuestras
debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades. Aleluya.
EVANGELIO
Los
movimientos de Jesús son cautivantes: “Se acercó a la mujer”, “la tomó de la
mano” y “la levantó”. Y la mujer, quizás mirando a Jesús, deja que él actúe, le
deja hacer lo que tiene que hacer. Confía, se entrega, espera... Y así como
ella, lo hicieron también todos esos enfermos y atormentados que se acercaron
hasta Jesús con sus cargas y sus dolores, confiando en que en él encontrarían
liberación.
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Marcos 1, 29-39
Jesús fue con Santiago y Juan a casa de
Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron
de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces
ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. Al atardecer, después de ponerse
el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se
reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos, que sufrían de
diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a éstos no los dejaba hablar,
porque sabían quién era él. Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se
levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a
buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: “Todos te
andan buscando”. Él les respondió: “Vayamos a otra parte, a predicar también en
las poblaciones vecinas, porque para eso he salido”. Y fue por toda la Galilea,
predicando en las sinagogas de ellos y expulsando demonios.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS
LA PALABRA DE DIOS.
Recuerdo que mi vida es un soplo
A pesar de todos los adelantos técnicos
y logros de las capacidades humanas, la experiencia más inmediata que
adquirimos es la de nuestra caducidad. Roza cuanto somos y vivimos. Esta
experiencia no deberíamos valorarla de modo negativo sino al revés, constituye
una primordial constatación de la realidad. El proceso que asume nuestra
condición con sus posibilidades, que nos responsabilizan, y sus límites, que
nos sitúan en una adecuada humildad, resulta la tarea más ardua que hemos de
afrontar para llegar a ser lo que estamos llamados a ser. Tendemos a
distanciarnos de lo real. A este desenfoque se siguen consecuencias concretas,
errores frecuentes, elevadas cotas de insatisfacción. Job nombra la realidad
como primer paso para superar la desesperanza.
Anunciándolo de balde
El anuncio a los hermanos de la
confianza en el amor que nos habita, forma parte de la experiencia de sabernos
amados por Dios. Forma parte de su misericordia brindada como regalo. Sentirnos
acogidos como oportunidad maravillosa. La gratitud brota incontenible de la
vivencia de la bondad de Dios vertida en la entraña profunda.
El anuncio nace de un imperativo
interior, nunca de un estatus, de la seguridad prepotente o la competencia
intelectual. La autoridad del testigo se fundamenta: en la conciencia de
filiación, el descubrimiento de la vida en comunión, la alegría de la plenitud
que crece dentro.
Se puso a orar
Galilea era la periferia en el Israel de
Jesús. Después de las primeras resistencias a su mensaje, Jesús abandona el
espacio cultual y reconduce su misión hacia las fronteras. Jesús va a la
periferia desde su centro. Abandona la periferia de la superficialidad para
acceder a lo esencial de sí mismo. La disponibilidad a la misión es
proporcional a la intensidad de la oración, de la interioridad que adora. Los
cristianos no somos un club que se reúne los domingos para recibir consignas.
Somos un pueblo en camino que se sabe salvado y conducido desde dentro, hacia
todos.
La experiencia orante es mensurable: si
advierto hoy los mismos defectos y manías que hace veinte, diez o cinco años;
persigo los mismos sueños, descanso en la inercia; avanzo en la rutina, me
cierro a lo diferente o rehúyo el contraste y la crítica… Si éste es el color
de mi paisaje interior, no oro de modo adecuado. Es imposible exponerse a la
gracia y no nacer de nuevo.
ESTUDIO
BÍBLICO
Iª Lectura: Job (7,1-4.6-7): Esperar
contra toda esperanza
I.1. La primera lectura, del libro de
Job, es lo que se ha llamado, con acierto, el lamento del “taedium vitae",
el canto de la miseria que nos rodea en las situaciones más pesimistas de
nuestra existencia. Para expresarlo, el autor, un sabio que se asoma al mundo
que nos rodea para observarlo en profundidad, recurre a tres oficios duros y
difíciles: la vida como un servicio militar y una disciplina inhumana, como
esclavo que trabaja de sol a sol y como jornalero que aspira al final de la
jornada para recibir salario y descansar como en un oasis. Es verdad que muchos
viven así, quizás con el sentido escéptico de que no queda más remedio; sin valorar
el mismo misterio de la vida, de lo que significa abrir los ojos y vivir esta
vida… que a veces es hermosa y otras, desde luego, no lo es.
I.2. Job, quien vive el drama de una
vida sin esperanza, como una lanzadera que va hacia la muerte, expresa los sentimientos
de muchos hermanos nuestros que viven situaciones semejantes. Al final del
libro tendrá que enfrentarse con Dios, y éste le hará ver que la vida, así tal
como la hemos hecho y tal como queremos vivirla, no ha salido de sus manos. Él
no has creado para la felicidad. Pero para ello, alguien (Jesús en el
evangelio) y nosotros, ahora, tenemos que romper la espiral de la fuerza
negativa y caótica que ello supone. Hay que esperar contra toda esperanza. Job
no entiende, porque la vida eterna estaba lejos de haberse hecho un sitio en la
teología de Israel, de que al final sus ojos sí podrán ver la dicha deseada.
IIª Lectura: Iª Corintios
(9,16-19.22-23): La pasión por el evangelio
II.1. La lectura de la carta a los
Corintios no solamente es la contrarréplica al anti-evangelio de Job, sino a
todo lo que sea una llamada a lo más negativo de nosotros mismos. Pablo ha
recibido la misión de anunciar el evangelio, buenas noticias, y ello, no es un
oficio que requiera salario, sino que lo entiende como un don para ganar a
todos los hombres. El sabe que eso no se paga, que no vale dinero, sino que es
una gracia del que lo llamó a ser apóstol de los paganos y de todos los
hombres. En otro momento el apunta la necesidad que tienen los evangelizadores
de ser acogidos en sus necesidades por la comunidad, pero aquí Pablo está
defendiendo su libertad más personal, la misma que nace del evangelio para no
callar y para llevar a los hombres el mensaje de la salvación.
II.2. ¿Se puede dejar de anunciar el
evangelio porque esta vida es como es? ¡De ninguna manera! Esta confesión
personal de Pablo, escrita, desde luego, con retórica, viene a hablar de la
“paga” de predicar el evangelio. ¿Cuál es? Ninguna objetivamente hablando.
Porque incluso Pablo no ha elegido este camino, esta misión o este “oficio”. Lo
ha elegido Dios mismo, en Cristo, que se lo ha impuesto. Ha perdido incluso su
libertad, aunque podría decir que no. Esta es una forma de hablar y por eso
decimos que está construido el texto con retórica. Pero esa es la pura verdad.
Predicar el evangelio se ha convertido para él en una tarea cuya “paga” es el
mismo evangelio, es decir, la buena noticia que hay en sus entrañas. ¿Quién da
más? ¡Nadie! Esto se ha convertido en una pasión por nada; una pasión que le
lleva incluso a cambiar su psicología personal para que el evangelio le llegue
a todos. Al final, lo sabemos, la paga es la pasión por el evangelio.
Evangelio: Marcos (1,29-39): El
evangelio “cura” las miserias
III.1. El evangelio de hoy es la
continuación de lo que se había iniciado el domingo pasado con la actuación de
Jesús en la sinagoga de Cafarnaún. Y lo que quiere ponerse de manifiesto es que
aquella enseñanza liberadora que se hizo en el ámbito del lugar sagrado y en el
día del sábado, no puede quedar petrificado allí. En la vida de cada día,
enfermedad, muerte, opresión -como ha entonado desesperadamente Job-, nos
acechan continuamente, pero Jesús ha venido para traer el evangelio liberador.
Con su actitud desafiante, que se relata aquí como un ciclo de actuaciones de
su vida, está poniendo en su sitio lo que debe ser el mensaje liberador de las
buenas noticias. La enfermedad no es consecuencia del pecado; lo más santo y
sagrado no esta cegado para nadie; Dios mismo busca a todas estas personas para
llevarles esperanza. Eso es lo que significa esta jornada, jornada teológica,
por otra parte, de Jesús en Cafarnaún.
III.2. La enseñanza con autoridad
(exousía) de la que se hablaba en la escena de la sinagoga ha salido, pues, de
lo sagrado y llega a la vida de cada día. Lo sagrado, lo religioso, lo
espiritual tiene que ser humano. A Jesús, con fama de taumaturgo, le llevan
todos los enfermos. Ya se sabe lo que es la gente para estas cosas y más en
aquella sociedad y con aquella mentalidad. Pero no se trata solamente de la
pura milagrería, sino de la pasión por ser feliz que todos llevamos en nuestro
corazón. Jesús rompe todas las normas, entra en las casas, toca a los enfermos,
aunque sean mujeres, sale a las puertas de la ciudad. La fuerza irresistible,
así lo ve Marcos, de evangelio ya no la pueden manejar las autoridades a su
antojo. Las sanaciones de Jesús se explican en las coordenadas de aquella
mentalidad popular. Jesús “enseña” que hay que sanar a los enfermos (hoy lo
hace la medicina) y una sanación “milagrosa” no tiene por qué ser más
importante que lo que Dios quiere que se haga por el conocimiento de la
naturaleza. Pero Dios pide, para todos los curados y liberados de sus males una
fe y una esperanza que es la fuerza del evangelio.
III.3. El evangelista Marcos sabe que
Jesús tenía que buscar una fuerza poderosa en la oración y en la intimidad con
Dios, para decir y hacer lo que hizo en aquella “jornada”: ir a las casas, a
los lugares públicos como la puerta de la ciudad, para liberar a los hombres de
sus males. Ese y no otro, es el proyecto de Dios. Y aunque Jesús aparezca aquí
como un taumaturgo, o algunos lo confundan con un milagrero que busca su fama
(sus mismos discípulos así lo entendieron al principio), Jesús sabe retirarse
para buscar en Dios la fuerza que le impulse a llevar el evangelio por todos
los pueblos y aldeas de Galilea. En definitiva, el evangelio está frente a las
miserias de la vida. Se ha hecho notar, con razón, que Jesús viene de parte de
Dios como solidario con nuestras miserias. Pero además, en una lectura más en
profundidad se nos muestra a Jesús luchando contra un sistema de vida y de
ideas: los enfermos, los pobres, los marginados nos evangelizan; a ellos se
acerca Jesús y con ellos nos llega a nosotros el evangelio. (Fray Miguel de
Burgos Núñez O. P.).
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