«Sígueme.»
A la luz de la Palabra que nos será
proclamada, somos invitados a examinar y actualizar la vocación que hemos
recibido. Como bautizados, retomar el reto que supone la llamada que Jesús nos
hace, comprender el alcance, contenido y proyección de la misión que se
encierra en ella, resulta vital para poder compartir con el entorno cultural en
el que estamos insertos y del que formamos parte, lo que hemos recibido.
Mirar nuestra Cultura con nuevos ojos;
escuchar con disponibilidad de acogida y asumir las renuncias que conlleva
haber dicho que sí, comprometiendo la existencia con la misión profética que se
desprende de la aceptación del Evangelio de Jesucristo.
Hay que dejar de lado todo aquello que
impide actuar con la radical entrega que Jesús propone. Para ello es preciso
valorar y dar prioridad a los destinatarios de la misión que se encomienda a
cada bautizado. Escuchar, entender y acoger como regalo lo que en la diversidad
se manifiesta. Y reconocer que el don de la libertad es fundamental para llevar
a cabo la misión liberadora. Ayudar a tomar conciencia de que Jesús quiere que
seamos libres y que en libertad siempre procedamos para que la relación entre
las personas, pueblos y culturas, produzca el enriquecimiento de todos.
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
Elías
ha sido un gran profeta. Pero los profetas no son tales por sí mismos, sino
porque Dios los ha llamado para garantizar la presencia de la Palabra en medio
del pueblo. Eliseo es el continuador de la misión de Elías, lo cual demuestra que
Dios nunca abandona a su pueblo.
Lectura
del primer libro de los Reyes 19, 16b. 19-21
El Señor dijo a Elías: “A Eliseo, hijo
de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás profeta en lugar de ti”. Elías partió y
encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él había doce
yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó cerca de él y le echó
encima su manto. Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: “Déjame
besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré”. Elías le respondió: “Sí,
puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?”. Eliseo dio media vuelta, tomó la
yunta de bueyes y los inmoló. Luego, con los arneses de los bueyes, asó la
carne y se la dio a su gente para que comieran. Después partió, fue detrás de
Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios.
Salmo
15, 1-2a. 5. 7-11
R.
Señor, tú eres la parte de mi herencia.
Protégeme, Dios mío, porque me refugio
en ti. Yo digo al Señor: “Señor, tú eres mi bien”. El Señor es la parte de mi
herencia y mi cáliz, ¡Tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: Él
está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Por eso mi corazón se alegra, se
regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás a
la muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha. R.
II
LECTURA
La
libertad se construye, se lucha por ella. La valoramos cuando estamos
amenazados por el riesgo de volver a la esclavitud. ¡Y cuánto más, la libertad
que nos ha dejado Cristo! Hay que sostener este bien y anunciarlo en todo
momento, porque Cristo ha muerto para que seamos libres.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia 5, 1. 13-18
Hermanos: Esta es la libertad que nos ha
dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el yugo de la
esclavitud. Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero
procuren que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer los deseos
carnales: háganse más bien servidores los unos de los otros, por medio del
amor. Porque toda la Ley está resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. Pero si ustedes se están mordiendo y devorando
mutuamente, tengan cuidado porque terminarán destruyéndose los unos a los
otros. Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no
serán arrastrados por los deseos de la carne. Porque la carne desea contra el
espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso,
ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren. Pero si están animados por el
Espíritu, ya no están sometidos a la Ley.
Palabra de Dios.
ALELUYA 1Sam 3, 9; Jn 6, 68c
Aleluya. Habla, Señor, porque tu
servidor escucha; tú tienes palabras de Vida eterna. Aleluya.
EVANGELIO
Un
hombre se acerca a Jesús para solicitarle lo mismo que Eliseo le pidió a Elías:
enterrar a sus padres. Mientras Elías no puso reparos y lo dejó librado a la
decisión de su discípulo, Jesús se muestra más exigente y terminante: no se
puede retrasar más el anuncio del Reino.
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Lucas 9, 51-62
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de
su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió
mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría
para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a
Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron:
“Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?”. Pero él
se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban
caminando, alguien le dijo a Jesús: “¡Te seguiré adonde vayas!”. Jesús le respondió:
“Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del
hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Y dijo a otro: “Sígueme”. Él
respondió: “Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre”. Pero
Jesús le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a
anunciar el Reino de Dios”. Otro le dijo: “Te seguiré, Señor, pero permíteme
antes despedirme de los míos”. Jesús le respondió: “El que ha puesto la mano en
el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS
El discurrir del tiempo ordinario no
precisa de temáticas especiales que den ocasión al predicador para exponer la
Palabra. Los contenidos sobre los que siempre caben acercamientos nuevos viene
propuestos, con una coherencia sorprendente, en la secuencia dominical. La luz
que el Espíritu Santo infunde en la Comunidad, permitirá ir viendo esta
permanente novedad y cómo se introduce en lo cotidiano de la vida.
Vocación de Eliseo
El relato de la vocación de Eliseo que
el primer libro de los Reyes nos propone, destaca el sentido vocacional que
deriva de la Palabra de Dios. A Elías se le manda ungir a su sucesor en el
ministerio profético. El gesto de echar encima su manto sobre Eliseo, lleva a
entender la propuesta que se está haciendo. Ciertamente la respuesta ha de ser
en libertad. Cuando Eliseo le dice a Elías que le permita ir a despedirse de
los suyos, la respuesta sitúa en el ámbito de la libertad: “Ve y vuelve ¿quién
te lo impide?. El texto nos propone un modo definitivo de responder: los aperos
y los bueyes son consumidos en un gesto de comunión. El fuego los destruye para
compartir. Pero además señala el cambio de vida que genera la llamada. Todo es
diferente. Hay una ruptura para situarse ante y entre los otros de un modo
nuevo.
Libertad
Pablo escribe a los Gálatas sobre la
libertad. Un asunto muy apreciado en nuestros días que precisa una iluminación
especial. Sentirse libre no es hacer lo que le apetece a cada uno en cada
momento. “Hacer lo que me da la gana”. No consiste la libertad que resalta
Pablo en esto, que más revela sometimiento que liberación. Para vivir en
libertad, Cristo no ha liberado. Convine a cada bautizado vivir esta
experiencia liberadora para iluminar la búsqueda de libertad en el sentido
correcto.
No a las condenas, intolerancias e
incomprensiones
Somos muy dados a condenas; las
intolerancias y las incomprensiones están a la orden día. Jesús rechaza y
condena la reacción de los discípulos: ¿quieres que mandemos bajar fuego del
cielo que acabe con ellos? ¡Un piadoso disparate! No estamos nosotros muy lejos
de actitudes semejantes. Por esto, la segunda parte del pasaje del Evangelio de
Lucas señala condiciones básicas de todo discipulado: Hay que dejarlo todo
modificando el sentido de propiedad porque todo es compartido. Hay que
descubrir una nueva relación afectiva, un modo nuevo de actuar que revoluciona
la dependencias y las obligaciones.
Habla de una cultura de muerte que tiene
que fenecer, sustituirse por una cultura que brota de la novedad del Reino. Y
lo que Elías permitió a Eliseo, Jesús lo descarta. El seguimiento pone en
camino, sin posibilidad de retorno, de marcha atrás. Quien sigue a Jesús tiene
la mirada puesta en El que va delante abriendo camino. Por eso “poner la mano
en el arado y volver la vista atrás” no tiene cabida porque se camina mal. Una
tentación muy actual: el recurso al pasado como respuesta al presente.
ESTUDIO BÍBLICO
Iª
Lectura: 1Reyes (19,16-21): Eliseo “sigue” a Elías
I.1. La lectura nos presenta una
narración que ofrece todos los indicios de la mentalidad de una época, pero que
pone de manifiesto esa ruptura que los profetas expresan en sus vidas como
ejemplo a seguir. En la narración aparece el gran profeta Elías que, con el
signo ancestral de su manto, capta a su discípulo Eliseo para que le siga;
porque, cuando Elías desaparezca, Eliseo debe mantener viva la llama de la
profecía, la voz de Dios. El signo del manto es el signo evidente de para qué
sirve un manto, para proteger, para acoger. El manto de Elías es toda su vida,
sus opciones por el Dios vivo, su defensa de la justicia.
I.2. Toda llamada implicará un cambio de
mentalidad y una opción por lo que merece la pena. Habrá que romper con
ideologías de mentalidades ancestrales, rutinarias, incluso familiares (no se
refiere a los sentimientos, desde luego) para seguir el proyecto de Dios.
IIª
Lectura (Gálatas 5,1-18): Nuestra vocación es la libertad
II.1. La carta de la libertad cristiana,
tal como se conoce la carta a los Gálatas, nos habla precisamente de ese don
por el que luchó Pablo contra los que se oponían al evangelio. El Apóstol sabe
que la libertad puede malinterpretarse con el libertinaje; todos lo sabemos. No
obstante, el evangelio es el don de la libertad más grande que el hombre tiene
que recuperar constantemente como don de Dios. El “apóstrofe” con que Pablo
reclama a los cristianos la consecuencia de su vocación a la libertad es de una
fuerza inaudita. Y deja claro que la libertad debe experimentarse en el amor.
Sin el amor, la libertad cristiana también estaría herida de muerte. No se
trata solamente de matices o de pura retórica: ¿De qué nos vale la libertad
desde el odio? ¿Dónde nos lleva la libertad sin reconciliación?
II.2. Durante toda la carta, Pablo se ha
mantenido en una actitud irrenunciable a los valores del evangelio que él
predica, que recibió por revelación y por el que da la vida. Ese evangelio es
la experiencia más grande de libertad que jamás hubiera podido soñar. Ahora, en
la parte práctica de la carta (cc. 5-6) vuelve de nuevo sobre el tema. La
libertad verdadera es un don del Espíritu; el libertinaje es una consecuencia
del egoísmo (de la carne, como a Pablo le parece bien decir). La carne es todo
ese mundo que nos ata a cosas sin sentido. El cristiano, como hombre que debe
ser del Espíritu, está llamado a ser libre y a no esclavizarse en lo que no
tiene sentido.
Evangelio
(Lucas 9,51-62): Seguir a Jesús: renuncia a la violencia y a ideologías de
muerte
III.1 La lectura del evangelio expone
una ocasión clave de la vida de Jesús. Es el momento de ir a Jerusalén; es el
comienzo del “viaje hacia la ciudad Santa” que en el tercer evangelista se
recarga de un sentido teológico especial, porque se intenta presentar, de la
forma más efectiva, la actividad de Jesús como profeta, a la vez que el
evangelista se vale de la significación de ese viaje para enseñarnos a ser
discípulos de Jesús. No están claras las referencias geográficas del viaje
(9,51-19,28). Nos encontramos con una insistencia clara en que Jesús se dirige
a Jerusalén (9, 51-57; 10, 38; 18, 31.35; 19, 1). Estamos casi en el centro del
evangelio y Lucas, a diferencia de Marcos, quiere privilegiar toda la “subida”
a Jerusalén que será en realidad una “bajada” al abismo de la condena y de la
muerte. El texto de hoy está formado por dos narraciones: la repulsa de Jesús
en Samaría y las exigencias del discipulado. Él no hizo discípulos enseñándoles
una doctrina, como los rabinos, sino enseñándoles a vivir de otra forma y
manera.
III.2. La renuncia a la violencia que
propugnan los hijos del Zebedeo porque no ha sido Jesús recibido en Samaría es
ya una declaración de intenciones. Lo es también que el profeta galileo vaya a
Jerusalén pasando por el territorio de los herejes samaritanos para anunciarles
también el mensaje del Reino. Son rechazados y Jesús cuenta con ello, pero no
se le ocurre incitar a la condena y a la violencia. Éste es un aspecto
determinante del “seguimiento” de Jesús según Lucas. Merecería la pena comentar
este episodio como paradigma de la actitud básica de Jesús en su decisión de ir
a Jerusalén.
III.3. Por eso, inmediatamente después
de la decisión de Jesús, se nos presenta el conjunto de las llamadas de Jesús a
seguirle. La forma y la manera es distinta de lo que sucede entre Elías y
Eliseo. Aquí es la palabra directa de Jesús, o la petición de los que quieren
ser discípulos, o los que quieren informarse, como si fueran candidatos. Pero
la radicalidad es la misma. Es una llamada para seguir a Jesús que ha decidido
jugarse su vida como portavoz de Dios delante de los jefes y señores de este
mundo que están en Jerusalén. Lucas quiere que los discípulos también tomen
conciencia de lo que es este viaje, este proyecto y esta tarea. ¿Para qué
seguir a Jesús? ¿Por qué romper con las ideologías familiares? ¿Por qué no
mirar hacia atrás? Porque la tarea del Reino de Dios exige una mentalidad
nueva, liberadora. Los seguidores de Jesús tienen que estar en camino, como Él;
el camino es la vida misma desde una experiencia de fraternidad.
III.4. Los textos del seguimiento que
Lucas ha tomado del evangelio de itinerantes, probablemente galileos radicales
(Q), no tienen por qué ser caracterizados como filósofos cínicos. Desde luego,
Jesús no lo era, ni lo podía ser. Pero en esos dichos se refleja toda la
crítica hacia las instituciones sociales y el desapego, incluso, de lazos
familiares que puedan desviar la atención de las exigencias de Reino de Dios.
No se trata de odio familiar, pues eso estaría contra el amor a los enemigos
que Jesús defendió expresamente. Es, más bien, poner las cosas en su sitio cuando
se trata de sacar adelante el proyecto de Dios, que puede no coincidir con
intereses religiosos institucionales e incluso familiares. El discípulo de
Jesús se abre a un horizonte nuevo, a una familia universal, a una religión de
vida y no de muerte. Las palabras del seguimiento son rupturistas, pero no
angustiosas; son radicales, utópicas si queremos, porque van a la raíz de la
vida y porque son las que transforman nuestra vida y nuestro entorno social y
religioso. Jesús quiere que le sigamos para hacer presente el reinado de Dios
en este mundo. Y el Reino de Dios es lo único que puede traer la libertad a
quien la anhela. (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).
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