domingo, 26 de junio de 2016

DOMINGO 13º DEL TIEMPO ORDINARIO


«Sígueme.»

A la luz de la Palabra que nos será proclamada, somos invitados a examinar y actualizar la vocación que hemos recibido. Como bautizados, retomar el reto que supone la llamada que Jesús nos hace, comprender el alcance, contenido y proyección de la misión que se encierra en ella, resulta vital para poder compartir con el entorno cultural en el que estamos insertos y del que formamos parte, lo que hemos recibido.

Mirar nuestra Cultura con nuevos ojos; escuchar con disponibilidad de acogida y asumir las renuncias que conlleva haber dicho que sí, comprometiendo la existencia con la misión profética que se desprende de la aceptación del Evangelio de Jesucristo.

Hay que dejar de lado todo aquello que impide actuar con la radical entrega que Jesús propone. Para ello es preciso valorar y dar prioridad a los destinatarios de la misión que se encomienda a cada bautizado. Escuchar, entender y acoger como regalo lo que en la diversidad se manifiesta. Y reconocer que el don de la libertad es fundamental para llevar a cabo la misión liberadora. Ayudar a tomar conciencia de que Jesús quiere que seamos libres y que en libertad siempre procedamos para que la relación entre las personas, pueblos y culturas, produzca el enriquecimiento de todos.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

Elías ha sido un gran profeta. Pero los profetas no son tales por sí mismos, sino porque Dios los ha llamado para garantizar la presencia de la Palabra en medio del pueblo. Eliseo es el continuador de la misión de Elías, lo cual demuestra que Dios nunca abandona a su pueblo.

Lectura del primer libro de los Reyes 19, 16b. 19-21

El Señor dijo a Elías: “A Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás profeta en lugar de ti”. Elías partió y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él había doce yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó cerca de él y le echó encima su manto. Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: “Déjame besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré”. Elías le respondió: “Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?”. Eliseo dio media vuelta, tomó la yunta de bueyes y los inmoló. Luego, con los arneses de los bueyes, asó la carne y se la dio a su gente para que comieran. Después partió, fue detrás de Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios.

Salmo 15, 1-2a. 5. 7-11

R. Señor, tú eres la parte de mi herencia.

Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. Yo digo al Señor: “Señor, tú eres mi bien”. El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡Tú decides mi suerte! R.

Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.

Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.

Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha. R.

II LECTURA

La libertad se construye, se lucha por ella. La valoramos cuando estamos amenazados por el riesgo de volver a la esclavitud. ¡Y cuánto más, la libertad que nos ha dejado Cristo! Hay que sostener este bien y anunciarlo en todo momento, porque Cristo ha muerto para que seamos libres.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia 5, 1. 13-18

Hermanos: Esta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud. Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero procuren que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer los deseos carnales: háganse más bien servidores los unos de los otros, por medio del amor. Porque toda la Ley está resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si ustedes se están mordiendo y devorando mutuamente, tengan cuidado porque terminarán destruyéndose los unos a los otros. Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la carne. Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren. Pero si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley.
Palabra de Dios.

ALELUYA        1Sam 3, 9; Jn 6, 68c
Aleluya. Habla, Señor, porque tu servidor escucha; tú tienes palabras de Vida eterna. Aleluya.

EVANGELIO

Un hombre se acerca a Jesús para solicitarle lo mismo que Eliseo le pidió a Elías: enterrar a sus padres. Mientras Elías no puso reparos y lo dejó librado a la decisión de su discípulo, Jesús se muestra más exigente y terminante: no se puede retrasar más el anuncio del Reino.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 51-62

Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?”. Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: “¡Te seguiré adonde vayas!”. Jesús le respondió: “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Y dijo a otro: “Sígueme”. Él respondió: “Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre”. Pero Jesús le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios”. Otro le dijo: “Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos”. Jesús le respondió: “El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.
Palabra del Señor.


MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS

El discurrir del tiempo ordinario no precisa de temáticas especiales que den ocasión al predicador para exponer la Palabra. Los contenidos sobre los que siempre caben acercamientos nuevos viene propuestos, con una coherencia sorprendente, en la secuencia dominical. La luz que el Espíritu Santo infunde en la Comunidad, permitirá ir viendo esta permanente novedad y cómo se introduce en lo cotidiano de la vida.

Vocación de Eliseo

El relato de la vocación de Eliseo que el primer libro de los Reyes nos propone, destaca el sentido vocacional que deriva de la Palabra de Dios. A Elías se le manda ungir a su sucesor en el ministerio profético. El gesto de echar encima su manto sobre Eliseo, lleva a entender la propuesta que se está haciendo. Ciertamente la respuesta ha de ser en libertad. Cuando Eliseo le dice a Elías que le permita ir a despedirse de los suyos, la respuesta sitúa en el ámbito de la libertad: “Ve y vuelve ¿quién te lo impide?. El texto nos propone un modo definitivo de responder: los aperos y los bueyes son consumidos en un gesto de comunión. El fuego los destruye para compartir. Pero además señala el cambio de vida que genera la llamada. Todo es diferente. Hay una ruptura para situarse ante y entre los otros de un modo nuevo.

Libertad

Pablo escribe a los Gálatas sobre la libertad. Un asunto muy apreciado en nuestros días que precisa una iluminación especial. Sentirse libre no es hacer lo que le apetece a cada uno en cada momento. “Hacer lo que me da la gana”. No consiste la libertad que resalta Pablo en esto, que más revela sometimiento que liberación. Para vivir en libertad, Cristo no ha liberado. Convine a cada bautizado vivir esta experiencia liberadora para iluminar la búsqueda de libertad en el sentido correcto.

No a las condenas, intolerancias e incomprensiones

Somos muy dados a condenas; las intolerancias y las incomprensiones están a la orden día. Jesús rechaza y condena la reacción de los discípulos: ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos? ¡Un piadoso disparate! No estamos nosotros muy lejos de actitudes semejantes. Por esto, la segunda parte del pasaje del Evangelio de Lucas señala condiciones básicas de todo discipulado: Hay que dejarlo todo modificando el sentido de propiedad porque todo es compartido. Hay que descubrir una nueva relación afectiva, un modo nuevo de actuar que revoluciona la dependencias y las obligaciones.

Habla de una cultura de muerte que tiene que fenecer, sustituirse por una cultura que brota de la novedad del Reino. Y lo que Elías permitió a Eliseo, Jesús lo descarta. El seguimiento pone en camino, sin posibilidad de retorno, de marcha atrás. Quien sigue a Jesús tiene la mirada puesta en El que va delante abriendo camino. Por eso “poner la mano en el arado y volver la vista atrás” no tiene cabida porque se camina mal. Una tentación muy actual: el recurso al pasado como respuesta al presente.


ESTUDIO BÍBLICO

Iª Lectura: 1Reyes (19,16-21): Eliseo “sigue” a Elías

I.1. La lectura nos presenta una narración que ofrece todos los indicios de la mentalidad de una época, pero que pone de manifiesto esa ruptura que los profetas expresan en sus vidas como ejemplo a seguir. En la narración aparece el gran profeta Elías que, con el signo ancestral de su manto, capta a su discípulo Eliseo para que le siga; porque, cuando Elías desaparezca, Eliseo debe mantener viva la llama de la profecía, la voz de Dios. El signo del manto es el signo evidente de para qué sirve un manto, para proteger, para acoger. El manto de Elías es toda su vida, sus opciones por el Dios vivo, su defensa de la justicia.

I.2. Toda llamada implicará un cambio de mentalidad y una opción por lo que merece la pena. Habrá que romper con ideologías de mentalidades ancestrales, rutinarias, incluso familiares (no se refiere a los sentimientos, desde luego) para seguir el proyecto de Dios.

IIª Lectura (Gálatas 5,1-18): Nuestra vocación es la libertad

II.1. La carta de la libertad cristiana, tal como se conoce la carta a los Gálatas, nos habla precisamente de ese don por el que luchó Pablo contra los que se oponían al evangelio. El Apóstol sabe que la libertad puede malinterpretarse con el libertinaje; todos lo sabemos. No obstante, el evangelio es el don de la libertad más grande que el hombre tiene que recuperar constantemente como don de Dios. El “apóstrofe” con que Pablo reclama a los cristianos la consecuencia de su vocación a la libertad es de una fuerza inaudita. Y deja claro que la libertad debe experimentarse en el amor. Sin el amor, la libertad cristiana también estaría herida de muerte. No se trata solamente de matices o de pura retórica: ¿De qué nos vale la libertad desde el odio? ¿Dónde nos lleva la libertad sin reconciliación?

II.2. Durante toda la carta, Pablo se ha mantenido en una actitud irrenunciable a los valores del evangelio que él predica, que recibió por revelación y por el que da la vida. Ese evangelio es la experiencia más grande de libertad que jamás hubiera podido soñar. Ahora, en la parte práctica de la carta (cc. 5-6) vuelve de nuevo sobre el tema. La libertad verdadera es un don del Espíritu; el libertinaje es una consecuencia del egoísmo (de la carne, como a Pablo le parece bien decir). La carne es todo ese mundo que nos ata a cosas sin sentido. El cristiano, como hombre que debe ser del Espíritu, está llamado a ser libre y a no esclavizarse en lo que no tiene sentido.

Evangelio (Lucas 9,51-62): Seguir a Jesús: renuncia a la violencia y a ideologías de muerte

III.1 La lectura del evangelio expone una ocasión clave de la vida de Jesús. Es el momento de ir a Jerusalén; es el comienzo del “viaje hacia la ciudad Santa” que en el tercer evangelista se recarga de un sentido teológico especial, porque se intenta presentar, de la forma más efectiva, la actividad de Jesús como profeta, a la vez que el evangelista se vale de la significación de ese viaje para enseñarnos a ser discípulos de Jesús. No están claras las referencias geográficas del viaje (9,51-19,28). Nos encontramos con una insistencia clara en que Jesús se dirige a Jerusalén (9, 51-57; 10, 38; 18, 31.35; 19, 1). Estamos casi en el centro del evangelio y Lucas, a diferencia de Marcos, quiere privilegiar toda la “subida” a Jerusalén que será en realidad una “bajada” al abismo de la condena y de la muerte. El texto de hoy está formado por dos narraciones: la repulsa de Jesús en Samaría y las exigencias del discipulado. Él no hizo discípulos enseñándoles una doctrina, como los rabinos, sino enseñándoles a vivir de otra forma y manera.

III.2. La renuncia a la violencia que propugnan los hijos del Zebedeo porque no ha sido Jesús recibido en Samaría es ya una declaración de intenciones. Lo es también que el profeta galileo vaya a Jerusalén pasando por el territorio de los herejes samaritanos para anunciarles también el mensaje del Reino. Son rechazados y Jesús cuenta con ello, pero no se le ocurre incitar a la condena y a la violencia. Éste es un aspecto determinante del “seguimiento” de Jesús según Lucas. Merecería la pena comentar este episodio como paradigma de la actitud básica de Jesús en su decisión de ir a Jerusalén.

III.3. Por eso, inmediatamente después de la decisión de Jesús, se nos presenta el conjunto de las llamadas de Jesús a seguirle. La forma y la manera es distinta de lo que sucede entre Elías y Eliseo. Aquí es la palabra directa de Jesús, o la petición de los que quieren ser discípulos, o los que quieren informarse, como si fueran candidatos. Pero la radicalidad es la misma. Es una llamada para seguir a Jesús que ha decidido jugarse su vida como portavoz de Dios delante de los jefes y señores de este mundo que están en Jerusalén. Lucas quiere que los discípulos también tomen conciencia de lo que es este viaje, este proyecto y esta tarea. ¿Para qué seguir a Jesús? ¿Por qué romper con las ideologías familiares? ¿Por qué no mirar hacia atrás? Porque la tarea del Reino de Dios exige una mentalidad nueva, liberadora. Los seguidores de Jesús tienen que estar en camino, como Él; el camino es la vida misma desde una experiencia de fraternidad.

III.4. Los textos del seguimiento que Lucas ha tomado del evangelio de itinerantes, probablemente galileos radicales (Q), no tienen por qué ser caracterizados como filósofos cínicos. Desde luego, Jesús no lo era, ni lo podía ser. Pero en esos dichos se refleja toda la crítica hacia las instituciones sociales y el desapego, incluso, de lazos familiares que puedan desviar la atención de las exigencias de Reino de Dios. No se trata de odio familiar, pues eso estaría contra el amor a los enemigos que Jesús defendió expresamente. Es, más bien, poner las cosas en su sitio cuando se trata de sacar adelante el proyecto de Dios, que puede no coincidir con intereses religiosos institucionales e incluso familiares. El discípulo de Jesús se abre a un horizonte nuevo, a una familia universal, a una religión de vida y no de muerte. Las palabras del seguimiento son rupturistas, pero no angustiosas; son radicales, utópicas si queremos, porque van a la raíz de la vida y porque son las que transforman nuestra vida y nuestro entorno social y religioso. Jesús quiere que le sigamos para hacer presente el reinado de Dios en este mundo. Y el Reino de Dios es lo único que puede traer la libertad a quien la anhela. (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).



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