“Mujer,
qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”
Este domingo, las lecturas actúan sobre
nosotros como un espejo que nos refleja nuestra verdadera identidad, más allá
de los falsos honores, categorías y disfraces que nos gusta utilizar.
La palabra nos iguala a todos, con
nuestros aciertos y errores, en la fraternidad universal. Cada ser humano, sea
como sea su realidad, su historia, sus condiciones… es hijo de Dios y, por
tanto, objeto de todo su amor y cuidado.
Nadie puede arrogarse la capacidad ni la
condición de decirle a otro “tú no puedes acceder al amor del Señor” o “yo
estoy más cerca de Dios que tú”. Todos tenemos debilidades al igual que la
huella de Dios en nuestras entrañas. Él es infinitamente más grande que
nuestras clasificaciones, su amor trasciende nuestros méritos y nuestros
pecados.
La actitud creyente supone el
sobrecogimiento ante tal misericordia y el esfuerzo de ser, con toda nuestra
vida, testigos de la misma ante toda la humanidad.
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
Dios
quiere romper los límites de cualquier grupo o nación que se crea con el
derecho exclusivo de apropiárselo. Él no mira raza ni condición, él llega a
todos para atraerlos hacia sí. Su Casa está abierta a todos. ¡Qué hermoso sería
que nuestros países, nuestros templos y nuestras casas también lo estén!
Lectura
del libro de Isaías 56, 1. 6-7
Así habla el Señor: “Observen el derecho
y practiquen la justicia, porque muy pronto llegará mi salvación y ya está por
revelarse mi justicia. Y a los hijos de una tierra extranjera que se han unido
al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y para ser sus
servidores, a todos los que observen el sábado sin profanarlo y se mantengan
firmes en mi alianza, yo los conduciré hasta mi santa montaña y los colmaré de
alegría en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán
aceptados sobre mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para
todos los pueblos.
Palabra de Dios.
Salmo
66, 2-3. 5-6. 8
R.
¡Que los pueblos te den gracias, Señor!
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se reconozca su
dominio, y su victoria entre las naciones. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la
tierra. R.
¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias! Que Dios nos bendiga, y lo teman todos
los confines de la tierra. R.
II
LECTURA
San
Pablo, judío y fariseo convertido, sufre por sus compatriotas que han rechazado
a Cristo. Pero sabe que el amor y las promesas de Dios se mantienen firmes,
también en su Alianza con el pueblo judío. Dios no deja a nadie fuera de su
misericordia.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 11, 13-15. 29-32
Hermanos: A ustedes, que son de origen
pagano, les aseguro que en mi condición de apóstol de los paganos, hago honor a
mi ministerio provocando los celos de mis hermanos de raza, con la esperanza de
salvar a algunos de ellos. Porque si la exclusión de Israel trajo consigo la
reconciliación del mundo, su reintegración, ¿no será un retorno a la vida?
Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables. En efecto, ustedes
antes desobedecieron a Dios, pero ahora, a causa de la desobediencia de ellos,
han alcanzado misericordia. De la misma manera, ahora que ustedes han alcanzado
misericordia, ellos se niegan a obedecer a Dios. Pero esto es para que ahora
ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sometió a todos a la
desobediencia, para tener misericordia de todos.
Palabra de Dios.
ALELUYA Cf. Mt 4, 23
Aleluya. Jesús proclamaba la buena
noticia del reino y sanaba todas las dolencias de la gente. Aleluya.
EVANGELIO
Jesús
recorre tierras extranjeras y paganas. Y hay allí una mujer que reconoce su
poder y lo llama hijo de David. Desde su necesidad, ella tiene la sabiduría y
la determinación para pedir la sanación. Sabe por experiencia que hay formas de
distribución que hacen que el alimento alcance para todos, sin excepción. Si
ella reconoció en Jesús al hijo de David, a la vez Jesús la reconoce a ella
como una mujer de fe. Esa fe transforma y levanta desde la postración hacia la
vida.
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 15, 21-28
Jesús partió de Genesaret y se retiró al
país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa
región, comenzó a gritar: “¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija
está terriblemente atormentada por un demonio”. Pero él no le respondió nada.
Sus discípulos se acercaron y le pidieron: “Señor, atiéndela, porque nos
persigue con sus gritos”. Jesús respondió: “Yo he sido enviado solamente a las
ovejas perdidas del pueblo de Israel”. Pero la mujer fue a postrarse ante él y
le dijo: “¡Señor, socórreme!”. Jesús le dijo: “No está bien tomar el pan de los
hijos, para tirárselo a los cachorros”. Ella respondió: “¡Y, sin embargo,
Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!”.
Entonces Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu
deseo!”. Y en ese momento su hija quedó sana.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.
La misericordia infinita y universal de
nuestro Dios es el mensaje central de las lecturas que este domingo nos ofrece.
El punto de partida serían las
divisiones que las personas establecemos entre nosotros: judíos y gentiles,
justos e impuros, creyentes y paganos… los que “son como yo” y los que no. Una
catalogación que presupone que hay algunos que merecen la bendición de Dios y
que para otros es inalcanzable.
La Palabra de hoy, en sus tres lecturas,
nos muestra claramente que Dios no hace estas distinciones: su misericordia, la
salvación que nos trae es absolutamente para todos.
El primer paso, pues, sería la toma de
conciencia de que cada uno de nosotros está necesitado de esa misericordia,
como lo hace la mujer cananea del evangelio que clama: “ten compasión de mí,
Señor, Hijo de David”. Nadie puede arrogarse el derecho o el merecimiento de
nada frente a Dios, cada uno de nosotros, como nos dice la carta a los romanos,
“desobedece” en algún punto del camino por lo que todo lo que recibimos de Él
es pura Gracia de un Padre que siente infinita compasión por la humanidad.
Solo desde esa conciencia de nuestra
precariedad como criaturas podemos establecer una acertada relación con el
Señor.
Así ocurre también en el Evangelio, en
el que Jesús se manifiesta como modelo de diálogo perfecto, en el que, desde de
una posición inicial, se abre con humildad a la escucha de la mujer para llegar
al punto de encuentro principal, que es su gran fe.
La cananea, por su parte, sabe de su
condición y sus limitaciones, pero mucho más grande es su convencimiento y su
confianza en Dios.
Esa relación con Él sana a nuestra
protagonista, a su hija, a toda la humanidad. La narración evidencia lo que
anunciaba el profeta Isaías en la primera lectura: Dios ofrece su amor, regala
su salvación a todo ser humano, el límite lo pone cada cual en la medida que,
en ejercicio de su libertad, quiera aceptarlo y disfrutarlo.
El último paso en este proceso lo
encontramos en las palabras de S. Pablo “Así también ellos que ahora no
obedecen, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán
misericordia”. La misericordia llega a todos gracias también a la intervención
de los hermanos. Sabernos beneficiarios de la Gracia de Dios nos urge a ser
misericordiosos también nosotros con los hermanos. Pedirla y recibirla supone
ser conscientes de que mi vida, mi camino, no son solo míos.
Son, por tanto, dos las cuestiones
principales que se nos plantean hoy:
¿Quiénes son los cananeos, los que consideramos
“desobedientes” en la actualidad?
El recelo temeroso, la acusación, el
ataque, la condena, no son herramientas del cristiano. ¿Cómo creyentes, estamos
dispuestos a establecer diálogos, escuchar y aprender de los no creyentes, de
quienes no comparten nuestras ideas o formas de comprender el mundo?
ESTUDIO BÍBLICO.
I
Lectura: Isaías (56,1. 6-7): Algo nuevo está por llegar
I.1. El "Trito Isaías" (56-66)
es un conjunto literario-profético que ha dado mucho que hablar entre los
especialistas, porque se presta a numerosas hipótesis. Este conjunto podría
atribuirse a uno de los discípulos del "Deuteroisaías" (40-55), o
podría aceptarse como un conjunto de oráculos de distintos personajes de la
"escuela isaiana". Algunos piensan que son del s. V a. C., cuando la
situación ha cambiado. La lectura de hoy está tomada del primer oráculo en el
que después de promover el derecho y la justicia propone, incluso, que los
extranjeros, los que no pertenecen al pueblo, también tendrán acogida en la
casa del Señor. Se superará eso de ser hijo o hijas. Es decir, ese nombre
quedará un poco obsoleto si ese nombre se entiende exclusivamente desde el
nacionalismo religioso. He aquí la clave de las lecturas bíblicas de este
domingo.
I.2. La exigencia del derecho y la
justicia es como el frontispicio de un templo, y todo el que entre en él, sea
de la raza que sea y de la religión que sea, está invitado a sentirse en su
casa y en su mundo. Este proyecto utópico es social y religioso a la vez,
porque la religión debe estar en el corazón de la vida. Y esa es una de las
claves de la salvación que Dios quiere llevar a cabo, aunque la lleva acabo por
medio de los hombres, que son los que también ponen todos los obstáculos e
impedimentos para que esto no se cumpla de hecho. El profeta, sin embargo,
confía en la palabra de Dios que siente en su corazón. Es un reto, un desafío y
toda una provocación, porque lo que propone no es normal, ni para Israel, ni
para los otros pueblos.
I.3. Esa es la victoria de Yahvé, el
derecho y la justicia; lo que más anhelan los pueblos, los pobres, los parias,
los desasistidos. Identificar justicia y salvación no es normal, porque los
estereotipos religiosos no lo permiten. Diríamos que el signo de la nueva
alianza, en la que se mueve el profeta, es la práctica de la justicia. Esa es
la nueva situación que en este conjunto de oráculos del Trito-Isaías se va a
poner de manifiesto. Por tanto aquí están insinuadas muchas cosas, que van
mucho más allá de texto y que requieren su actualización.
I.4. La casa de Dios ya no será un
monumento, un templo hecho por manos humanas, sino el mundo y la historia de
todos aquellos que se dedican al Señor y que recibirán un nombre nuevo, más
expresivo y radical que el de hijos e hijas. Todos los hombres que practican el
derecho y la justicia están construyendo el "mundo nuevo", la casa de
la salvación, porque no hay cosa que más anhele Dios que todos vivamos en la
justicia y en la paz. Ese es el principio fundamental de la salvación y del
universalismo.
II
Lectura: Romanos (11,13-15. 29-32): Comunión con nuestros “hermanos mayores”
II.1. Del conjunto de Rom 9-11 del que
ya leíamos algo el domingo pasado se han entresacado estos versículos que
interpelan a los cristianos (que son como el acebuche injertado en el olivo)
para que comprendan que la gracia que han recibido es a causa del pueblo judío
que no ha sido fiel a Dios, ni a su alianza. No obstante en esa infidelidad
judía, Pablo ve, como los profetas, un "resto" que hace posible que
también los judíos puedan ser salvados en Cristo.
II.2. Sobre la teología del resto, pues,
se quiere llamar la atención de los que ahora, con pleno derecho, han heredado
la salvación y han sido injertados en las raíces santas. Esto es lo que se pone
de manifiesto en Rom 11, 16-24 con la alegoría de los dos olivos. Es como si
Pablo estuviera desmontando ciertas cosas que se han afirmado en los cc. 9-10,
aunque son irrenunciables. Eso no puede llevar al nuevo Israel, el de la
salvación - aquellos que han aceptado la gracia de la salvación por la fe y no
por las obras-, a olvidar que antes de ellos ha existido y existe el pueblo de
las promesas que no lo ha perdido todo, a pesar de su "infidelidad".
Esa infidelidad de ellos es la que se convierte en causa de que otros puedan
heredar, porque han sido injertados sobre "raíces santas".
II.3. Aquí es donde se debe fundamentar
toda una interpretación ecuménica en la que se ponga de manifiesto que los
cristianos no pueden nunca ignorar a los judíos, que son los hermanos mayores
de un proyecto de gracia y de salvación de parte de Dios en Cristo. No se trata
simplemente a una actitud que condene el antisemitismo ideológica y
prácticamente. Hay más en juego: debemos asumir toda una teología y
espiritualidad del judaísmo, aunque transformadas y purificadas de todo aquello
que signifique particularismo y vanagloria.
II.4. Lo que todo esto revela, no es
otra cosa que la bondad (chrestotes) de Dios que es la que ha hecho posible que
un olivo salvaje (acebuche) haya sido injertado en un olivo cultivado. Si los
judíos han buscado ardientemente encontrar su propia justicia, en la nueva
situación no es esto lo que cuenta. Lo que cuenta es aceptar la bondad con
todas sus consecuencias. El espléndido intento de Pablo de relacionar el
destino de Israel con la misión de los paganos (Rom 11,11-24), pone de
manifiesto que ese destino depende de la gracia y de la misericordia de Dios.
Porque ha sido por gracia y misericordia por lo que los paganos han heredado lo
que estaba destinado a Israel. Ahora el nuevo pueblo de la gracia debe ser
generoso con Israel.
II.5. De esa manera, Pablo se atreve a
dar un paso, que si se nos hubiera dicho al comienzo de conjunto de Rom 9-10
nos parecería escandaloso. El apóstol, con Rom 11,25-32, parece que se quita un
peso de encima. Lo llama "misterio", ¡nada más y nada menos!. Ese
misterio consiste en que todo Israel se salvará (Rom 11,26). Y es misterio
porque, según el evangelio que ellos han rechazado, no deberían esperar la
salvación de Dios al haber rechazado lo que han rechazado... a Cristo ¿Cómo,
pues, es posible? Porque, sin embargo, Dios no ha revocado su alianza ni ha
disertado de su pueblo, por razón de los mismos Patriarcas. Así quedan las
cosas de una forma definitiva. Al comienzo de Rom 11,1 se preguntaba el apóstol
¿acaso Dios ha rechazado a su pueblo? ¡Desde luego que no!
Evangelio:
Mateo (15, 21-28): La fe de los que están fuera
III.1. El evangelio de hoy es como el
reverso de la lectura de la carta a los Romanos, porque Jesús está
representando un papel. Vemos el caso de una mujer fenicia, cananea, que se
acerca a Jesús, aunque en territorio pagano (Tiro y Sidón). Jesús, al
principio, está escenificando miméticamente, la actitud de un judío ortodoxo y
exigente. Se ha dicho que es un evangelio difícil, pero no lo es tanto. Ya que
las palabras de Jesús, duras al principio como el pedernal, no son suyas, sino de
la teología oficial judía. Los discípulos quieren quitarse de encima a la mujer
que inoportuna y Jesús quiere darles una lección majestuosa.
III.2. La mujer no es hija de Israel y
no tiene derecho a pedir lo que pide y a decir lo que dice. Esta mujer cananea
ha sido alabada por su coraje y por su fuerza maternal, por la que quiere echar
fuera de su hija a todos los "demonios" de su vida (un demonio muy
malo). No olvidemos que el relato está enhebrado con mentalidad de la época.
Jesús quiere decir que a él, siendo judío, no le está permitido
"oficialmente" hacer el bien a una mujer pagana, a una cananea, que
es como los perros o como los cerdos. Eso es importante para entender el texto
y la propuesta de Jesús. Un judío no debe hacer lo que la mujer cananea le
pide. Jesús lo recalca para dejar más en evidencia la “oficialidad” de la
ortodoxia judía. Como decimos, pues, todo es una representación, porque ni
Jesús pensaba así, ni estaba de acuerdo con la mentalidad oficial que no le
permitía ni siquiera acercarse a los paganos, y menos a una mujer.
III.3. La lección es para sus
discípulos: esta mujer se comporta mejor que los judíos, es más que una hija de
Israel, es capaz de mover el mundo y llegarse al corazón de Dios por tal de
"desdemonizar", de liberar, a su hija. Jesús sabe, como experiencia
personal que en realidad "ha sido enviado para salvar a todos"
("no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores"). Y una
vez que queda en evidencia toda la "oficialidad" teológica y
religiosa del judaísmo de su tiempo, Jesús muestra quién es y qué ha venido a
hacer: llamar a todos, salvar a todos, "desdemonizar" a todos,
liberarlos.
III.4. Esto era lo que se podía
contemplar como lejano, pero real, en el oráculo de Is. 56,1.5-6 (nuestra I Lectura
del día). Jesús no había ido al territorio de Tiro y Sidón, país pagano, por
miedo o por cobardía, sino para poner de manifiesto que "algo nuevo había
llegado". No quiere despedir a la mujer porque le inoportuna, como piden
los discípulos, sino que pretendía algo más grande de ella. Al principio se
siente como un "perro" con sus amos, pero Jesús quiere elevar su
categoría de mujer pagana y de madre. Su fe es capaz de mover montañas y eso,
precisamente, no ocurría ni en la religión ni en la patria de Jesús. La lección
está dada. El demonio de la incomprensión, de la incomunicación, de la
inhumanidad entre pueblos y religiones ha sido expulsado. La suerte está
echada: el reino de la salvación llega para todos. (Fray Miguel de Burgos Núñez,
O. P.).
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