domingo, 29 de octubre de 2017

DOMINGO 30º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

En estas lecturas se nos advierte una vez más que la cercanía a Dios implica siempre un cambio profundo tanto en nuestras existencias como en nuestros modos de relación social, político y religioso. La divinidad desvía nuestras miradas de los lugares cotidianos y reclama otro modo de ver las situaciones y los momentos históricos que atravesamos. Pero también reclama que seamos conscientes de las situaciones precarias que provocamos sobre el resto. Nuestras posiciones privilegiadas de etnia, religión, género o situación económica y laboral nos sitúan diariamente, y las posiciones conllevan siempre efectos. Así estas lecturas parecen mostrar un estribillo común. Los que nos rodean, sus vidas, las situaciones que atraviesan son nuestra responsabilidad. Esta perspectiva ética, para las personas creyentes se apoya en un descubrimiento, hemos sido amadas por Dios. El amor se convierte, una vez más, en la medida que debe aplicarse en nuestra vida para que esta florezca.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

La Ley de Moisés enumera situaciones concretas para practicar el amor al prójimo, las cuales tienen siempre como beneficiarios a los más débiles y pobres de la sociedad: inmigrantes, viudas, huérfanos, endeudados y otros tantos excluidos por el sistema imperante. A estos, Dios los mira con especial cuidado por su situación. Cuando hablamos de amar al prójimo, tengamos presente que, para Dios, estas personas deben ser consideradas de manera especial.

Lectura del libro del Éxodo 22, 20-26

Estas son las normas que el Señor dio a Moisés: No maltratarás al extranjero ni lo oprimirás, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. No harás daño a la viuda ni al huérfano. Si les haces daño y ellos me piden auxilio, yo escucharé su clamor. Entonces arderá mi ira, y yo los mataré a ustedes con la espada; sus mujeres quedarán viudas, y sus hijos huérfanos. Si prestas dinero a un miembro de mi pueblo, al pobre que vive a tu lado, no te comportarás con él como un usurero, no le exigirás interés. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes que se ponga el sol, porque ese es su único abrigo y el vestido de su cuerpo. De lo contrario, ¿con qué dormirá? Y si él me invoca, yo lo escucharé, porque soy compasivo.
Palabra de Dios.

Salmo 17, 2-4. 47. 51ab

R. Yo te amo, Señor, mi fortaleza.

Yo te amo, Señor, mi fuerza, Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador. R.

Mi Dios, el peñasco en que me refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoqué al Señor, que es digno de alabanza y quedé a salvo de mis enemigos. R.

¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca! ¡Glorificado sea el Dios de mi salvación! Él concede grandes victorias a su rey y trata con fidelidad a su Ungido. R.

II LECTURA

 “San Pablo reconoce que la eficacia de su predicación se debe a la acción misteriosa del Espíritu. Ese Espíritu es el que obra cuando se proclama la Palabra del Evangelio. Y él da la fuerza necesaria para convertirse ‘al Dios vivo y verdadero’ y para esperar la venida gloriosa de Jesús Resucitado. Por todo eso, Pablo da repetidas gracias a Dios y expresa su profunda alegría”.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica 1, 5c-10

Hermanos: Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes. Y ustedes, a su vez, imitaron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio de muchas dificultades, con la alegría que da el Espíritu Santo. Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya. En efecto, de allí partió la Palabra del Señor, que no sólo resonó en Macedonia y Acaya: en todas partes se ha difundido la fe que ustedes tienen en Dios, de manera que no es necesario hablar de esto. Ellos mismos cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo, que vendrá desde el cielo: Jesús, a quien él resucitó de entre los muertos y que nos libra de la ira venidera.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Jn 14, 23

Aleluya. “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará e iremos a él”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Semejante a lo que leíamos el domingo pasado, nuevamente grupos antagónicos están buscando hacer caer a Jesús en alguna falta para poder enfrentarlo. Jesús conoce todas sus internas y no se deja amedrentar por ellos; por el contrario, utiliza sus cuestionamientos para seguir anunciando y enseñando. Ante la pregunta por la Ley, Jesús no necesita hacer más que destacar lo que ya estaba escrito en el Deuteronomio y el Levítico: el amor a Dios y al prójimo es el resumen de toda la Ley; sólo desde el amor podemos interpretar todo lo que encontramos en la Sagrada Escritura; sólo el amor permite superar los enfrentamientos entre personas y grupos.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 34-40

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?”. Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

La presencia de la divinidad, su descubrimiento, es fascinante. Se trata de un encuentro personal que no deja indiferente. Acercarnos al misterio es una aventura que siempre implica un cambio y exige a menudo adoptar una perspectiva que orientará la vida de otro modo. Uno de esos cambios consiste en ponerse el lugar de la otra persona. Supone asumir la llamada regla de oro en la que se pide no hacer a nadie lo que no estás dispuesta a padecer en ti misma. Estas trasformaciones conllevan siempre una perspectiva ética y, por lo tanto, tienen una dimensión social.

En el texto del libro del Éxodo se muestra claramente esta perspectiva. La lectura se refiere a actitudes y a prácticas que los seres humanos establecemos para con los otros, que marcan las diferencias, que señalan los lugares sociales que ocuparemos, los privilegios que tendremos y, especialmente, los efectos que todo ello tendrá en las vidas vividas. En boca del Señor se hace una enumeración de estas vidas precarizadas. Así, ser forastero, viuda, huérfana significa ocupar un lugar distinto del que se tenía anteriormente y asumir una desprotección casi total frente al resto. Sin embargo, la presencia de Dios pone la atención en que estas relaciones deben ser de otro modo. Necesitan ser transformadas y orientadas éticamente.

Estos cambios cuestan, como bien sabemos, muchos esfuerzos. Requieren orientar nuestras miradas, ver en “los otros” diferencias, pero también similitudes que nos hagan cada vez más próximos y reconocer que, frente a los demás, siempre tenemos responsabilidades. En eso consiste reconocer nuestra vulnerabilidad.

El Salmo canta “tú eres mi roca”, “peña mía”. Parece invocar ese mismo principio transformador de nuestras vidas. Entonces “mi fuerza”, lo que soy y orienta mi vida está en aquellas actitudes, prácticas y toma de posiciones que voy asumiendo cotidianamente. Pero la “roca” sobre la que gira nuestra vida creyente, no reside solo en mí, es más bien lo que sucede junto con los otros, con los de mi alrededor, de los que vamos haciéndonos próximos. Ellos y ellas son los “lugares” en los que nos reconocemos y que nos aproximan a Dios. Y quizá esta opción vital por vivir las relaciones responsables con los demás sea también la dureza y la permanencia de nuestra roca.

Al mismo tiempo, acoger la palabra de Dios, es la decisión que las personas de Tesalónica tomaron. Parece que siguieron el ejemplo de Pablo y otros discípulos y por ello, el apóstol dice de esa comunidad que se han comportado: “acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo”. Y quien actúa conforme al evangelio no necesita mucho más que decir porque su vida ya se pone de parte de quien lo necesita y habla por sí sola.

A pesar de todo no resulta nada fácil cambiar convicciones, verdades adquiridas o certezas asumidas desde antiguo. A menudo recurrimos a las leyes civiles y religiosas para que nos orienten en la toma de decisiones. Vivimos en estados de derecho en los que, de un modo u otro, depositamos nuestras confianzas, pero existen también otras formas de orientarnos para vivir en común. Se trata del amor. El evangelio de Mateo nos plantea esta propuesta de vida que se convierte en radical. No es una ley que podemos o no asumir, sino que es nuestra forma de ser. En el amor nos jugamos, medimos y calibramos quiénes vamos siendo, y siempre lo hacemos en común. Esa es nuestra verdad radical. Quizá, por eso, Jesús señala una única orientación para el amor. Amarnos a nosotros mismos, aprender a amar la vida común que nos damos los unos a los otros es igual a amar al Dios de la vida. 

ESTUDIO BÍBLICO.

Iª Lectura: Éxodo 22, 21-27: La religión defiende a los pobres

I.1. Esta lectura del Éxodo no es homogénea, entre otras razones, porque se trata de un conjunto de prescripciones del famoso Código de la Alianza (Ex 20,22-23,19), que, con el Decálogo (Ex 20,1-17), pretende dar una identidad propia al pueblo que ha salido de Egipto. En ese código podemos rastrear leyes antiguas en las que todavía se perfilan las costumbre y tradiciones de los clanes y familias, probablemente del tiempo de los Jueces (s. XII), como la de los pueblos circunvecinos y otras mucho más recientes. La preocupación social es manifiesta. En el caso de la lectura de este domingo podemos subrayar un denominador común: el cuidado de los más necesitados: huérfanos, viudas y pobres. Aparecen, pues, las exigencias de un Dios misericordioso.

I.2. El mundo de las leyes es muy complicado, tanto por su origen, como por su significación. Así, el problema del préstamo y la usura obliga a promulgar leyes como las de nuestra lectura. Son leyes éticas que todos los pueblos y culturas se han dado para poder convivir. En el caso del Antiguo Testamento, de la ética veterotestamentaria se pretende que el hombre actúe en presencia de Dios. El hecho de que estas prescripciones se hayan establecido en el contexto de la Alianza de Dios con su pueblo le dan una dimensión religiosa y teológica incuestionable: se nos muestra cómo puede realizarse la comunión con Dios en la existencia de los humildes y con el prójimo necesitado.

II Lectura: Tesalonicenses (1,5-10): Dios es nuestra vida, no un ídolo

II.1. Se prosigue con la carta a los Tesalonicenses la lectura continua de la misma, que comenzaba el domingo pasado. El pasaje está lleno de afirmaciones teológicas que muestran, sin duda, lo que Pablo ha trasmitido a esta comunidad con alma, corazón y vida. Muestra una seguridad asombrosa en la fe de esta comunidad nueva, ejemplo para las provincias romanas de Macedonia y Acaya, cuando han debido llevar a cabo una «catarsis» que no es otra que abandonar a los ídolos por el Dios vivo y verdadero. Esto, dicho así, es como el día y la noche, como el ser y la nada, pero para ello hay que cerrar los ojos y no caer en el abismo. Esta es la fe cristiana en su esencia que hace crecer la palabra de Dios como lo que es, nada de palabras vacías, sino palabra de vida, de luz, de profundidad que tiene su tono más alto en aceptar la resurrección de Jesucristo y la nuestra.

II.2. Hoy, que tanto se tiene en cuenta la "interculturalidad" o más todavía la interculturalidad religiosa, no deberíamos avergonzarnos de estas afirmaciones de "abandonar" los ídolos y los dioses paganos. Porque todo aquello que no ofrece vida verdadera al cualquier persona no puede ampararse en el diálogo "intercultural". El cristianismo paulino es un reto, una llamada a la esperanza. Pronto serían acusados los cristianos de creer en "una depravada superstición llevada hasta el exceso"; el exceso era el amor por los hombres que fundamentaban en un "crucificado" (¡inaudito!) que vive una vida nueva y está presente con los suyos para transformar el mundo. Los ídolos, se quiera o no, los fabrican los hombres y no tienen corazón, no acompañan, ni se inmutan. Los cristianos no fabricaron un ídolo, sino que dieron un salto a la vida nueva en ese crucificado que es el Señor. En eso consiste la acusación de "superstitio" que los "aristócratas" romanos combatieron con su pluma.

III. Evangelio: Mateo (22,34-40): La ética del amor

III.1. El evangelio de Mateo de este domingo nos ofrece la disputa sobre el mandamiento más importante. Sabemos que se unen o se juntan dos textos Dt 6,5 y Lv 19,18 que eran citados frecuentemente en discusiones éticas rabínicas, pero la idea de unirlos tan estrechamente a manera de resumen de toda la Ley y los Profetas fue una idea creativa no solamente brillante, sino, de nuevo, profética, como sucede en todas estas disputas concluyentes en Jerusalén. Lo que asombra en el texto evangélico es la seguridad soberana con que afirma que no hay preceptos como estos, porque en ellos se apoya toda la ley y los profetas. El texto dice que el amor al prójimo es "semejante" (homoía) al primero, dando a entender un orden lógico, pero sin disminuir su importancia. Es más, aquí Jesús nos está llevando a la conclusión de que aunque Dios no es el hombre, lo que podemos llamar la experiencia del amor no es distinta, aunque sean distintos los objetos o las personas amadas. Lo que le da gloria a Dios, precisamente, es que amemos al hombre como lo amamos a El; tendríamos que decir que no es posible amar a Dios más que al hombre.

III.2. Todo lo que no sea eso, evangélicamente hablando, es una falacia. Ya lo veía así el autor de la 1ª Jn 4 donde plantea con una radicalidad teológica inigualable lo que es la identidad cristiana del amor. Si Dios nos ha amado, entonces, entre otras cosas, no se dice que debemos amarlo a El, sino que debemos amarnos los unos a los otros. Es verdad que Dios quiere ser amado, necesita ser amado, como lo necesitamos cada uno de nosotros. Y es desde esa dimensión religiosa desde la que hablaba Jesús, quien con su predicación y con su praxis se empeñó tanto en descubrir a Dios como Abba, porque él y nosotros lo necesitamos así.

III.3. Por lo tanto, la praxis evangelizadora de Jesús nos descubre un Dios nuevo y a la vez, y por ello mismo, nos descubre un hombre nuevo. Es verdad que Jesús de Nazaret lo descubrió desde Dios. Esto es absolutamente irrefutable. Esta fontalidad nos expresa pues, que evangelizar es humanizar en todos los órdenes y desde todas las perspectivas. Jesús hizo coincidir con su evangelización la gloria de Dios y la del hombre. El hecho, pues, de que hoy se insista tanto en la humanización no depende de que vivimos en el siglo en el que el hombre está enamorado de sí mismo, de lo que ha hecho y de lo que tiene que hacer, sino que la misma esencia de la fe y de la identidad cristiana, en el Nuevo Testamento como totalidad, son todavía mucho más humanizantes y humanizadoras que lo que hoy se nos propone. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).



domingo, 22 de octubre de 2017

DOMINGO 29º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”

Las lecturas de hoy nos invitan a reconocer a Dios como el Señor de la historia dando al Cesar lo que es del Cesar y devolviendo a Dios lo que es de Dios… (Evangelio)

Este domingo, día del DOMUND nos recuerda la Iglesia que hay que saber descubrir en la historia el actuar del Señor con su poder salvador; estando atentos a “los signos de los tiempos”, conscientes de que la fe ilumina la historia humana sin negarle su autonomía. Gaudium et Spes, 36.

Tú mírate en el ejemplo de los misioneros, pon: La misión en el corazón de la fe cristiana (lema del Domund de este año), reconoce a Dios como único Señor de la historia y esfuérzate por hacer esta historia más humana, más fraterna defendiendo siempre a la persona frente a cualquier Cesar o poder que quiera ocupar en nuestras vidas el lugar de Dios.

HOY - DOMUND; HAZ TU APORTE A LA MISIÓN.


DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

Estas palabras van dirigidas al Ungido, el que debía reinar. Y en este anuncio, se le recuerda que sólo Dios está por encima de todo y de todos. No hay ningún otro dios, y esto no se refiere solamente a los dioses de las religiones paganas, sino que también es una advertencia para no caer en la idolatría del poder o del dinero.

Lectura del libro de Isaías 45, 1. 4-6

Así habla el Señor a su ungido, a Ciro, a quien tomé de la mano derecha, para someter ante él a las naciones y desarmar a los reyes, para abrir ante él las puertas de las ciudades, de manera que no puedan cerrarse. Por amor a Jacob, mi servidor, y a Israel, mi elegido, yo te llamé por tu nombre, te di un título insigne, sin que tú me conocieras. Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí. Yo te hice empuñar las armas, sin que tú me conocieras, para que se conozca, desde el Oriente y el Occidente, que no hay nada fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro.
Palabra de Dios.

Salmo 95, 1. 3-5. 7-10ac

R. Aclamen la gloria y el poder del Señor.

Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos. R.

Porque el Señor es grande y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Los dioses de los pueblos no son más que apariencia, pero el Señor hizo el cielo. R.

Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el poder del Señor; aclamen la gloria del nombre del Señor. Entren en sus atrios trayendo una ofrenda. R.

Adoren al Señor al manifestarse su santidad: ¡Que toda la tierra tiemble ante él! Digan entre las naciones: “¡El Señor reina! El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”. R.

II LECTURA

¡Qué hermoso que el evangelizador tenga tan buenas palabras de gratitud hacia aquellos que recibieron el mensaje! En la fe común, ya no hay diferencia entre evangelizador y evangelizado, sino que todos comparten la misma comunión de vida. Esto es lo que llenaba de gozo a san Pablo: verificar que las iglesias crecían en la fe, esperanza y caridad.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica 1, 1-5b

Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la Iglesia de Tesalónica, que está unida a Dios Padre y al Señor Jesucristo. Llegue a ustedes la gracia y la paz. Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones, y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia. Sabemos, hermanos amados por Dios, que ustedes han sido elegidos. Porque la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción del Espíritu Santo y de toda clase de dones.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Flp 2, 15-16

Aleluya. Ustedes brillan como rayos de luz en el mundo, mostrando la Palabra de Vida. Aleluya.

EVANGELIO

Los fariseos, defensores de la tradición judía, no eran amigos de los herodianos, que aceptaban la ocupación romana. Sin embargo, estos dos grupos antagónicos actúan juntos para ponerle a Jesús una prueba que pareciera no tener salida. Jesús, que los conoce, responde hábilmente. Y con esto nos obliga también a nosotros a plantearnos, en nuestra vida, qué cosas son “del Cesar” y cuáles de Dios. Más aún, es para plantearnos no solamente a quién le damos algo –tributo, honor, tiempo, dedicación– sino en manos de quién confiamos nuestra vida. En definitiva, esta disyuntiva que le plantearon a Jesús, nos previene para que no endiosemos a ningún césar ni a ninguna moneda.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 15-21

Los fariseos se reunieron para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al Cesar o no?”. Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: “Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto”. Ellos le presentaron un denario. Y él les preguntó: “¿De quién es esta figura y esta inscripción?”. Le respondieron: “Del Cesar”. Jesús les dijo: “Den al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios, lo que es de Dios”.
Palabra del Señor.


MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Dios como Señor de la historia elige a personas y comunidades

Elige: de manera gratuita

Elige: para guiar la historia humana a la salvación.

Un ejemplo de elección de Dios es Ciro, (primera lectura): Cuando la crisis de fe del pueblo judío es tan profunda que se cuestionan si Yahvéh es el Dios verdadero, el profeta anuncia la liberación a los desterrados para iluminar y fortalecer la fe en el único Dios y Señor de la historia.

Dios “Ha tomado de la mano”, (v. 1) a  Ciro que no conocía a Yahvé; y el rey persa establece una nueva organización política del mundo. Como no puede tenerlos a todos como esclavos hace que cada pueblo se organice como quiera con tal de que a él le paguen los impuestos.

El pueblo judío ya en libertad, viendo estos acontecimientos con ojos de fe descubre que es Dios el que en el fondo dirige la historia contando con la libertad de los hombres.

Otro ejemplo, el de la comunidad de Tesalónica: “conocemos hermanos amados de Dios, cómo fueron elegidos” (segunda lectura 1 Tes 1,1-5b) para que guiados por el Espíritu Santo actúen en la historia llevando adelante el proyecto salvador de Dios.

Tercer ejemplo: Los misioneros elegidos por Dios para anunciar a todos la buena noticia de la salvación, para invitar a la fiesta de la vida en nombre de Dios;  promoviendo un mundo más justo y fraterno.

Los tres ejemplos tienen en común que sus protagonistas han puesto a Dios como Señor de la historia humana.

Dar al Cesar lo que es del Cesar y devolver a Dios lo que es de Dios

A Jesús le preguntan los fariseos por los derechos del Cesar y él responde reclamando los derechos de Dios por los que nadie le ha preguntado: Le dicen: ¿Es lícito…? Lícito es lo que permite la Ley y la Ley se toma como valor supremo…  Jesús deja claro que el valor supremo no es la Ley ni el César sino Dios, Señor de la historia.

A la pregunta de los fariseos Jesús responde:

Dar al Cesar lo que es del Cesar y devolver a Dios lo que es de Dios

¿Qué es del Cesar? La efigie e inscripción de la moneda; lo externo... pero el fondo de la persona es de Dios, porque el ser humano está creado a imagen de Dios.

Te recuerdo cosas que son de Dios: De Dios es su pueblo, la vida de sus hijos e hijas.

Lo que sí es de Dios: el hambre de los que no tienen pan, el sufrimiento del cesante, las lágrimas de los que sufren la injusticia, la vida de los perseguidos por confesar a Cristo, el dolor de los explotados, la libertad de los oprimidos, la conciencia de cada persona. Porque todo eso pertenece a la naturaleza del hombre, creado a imagen de Dios.

Ser de Dios nos obliga a realizarnos como personas responsables y solidarias.

El hombre pertenece a Dios, ha sido redimido por Jesús y pertenece al “Reino de Dios”.

De Dios es el regalo de la vida, la alegría de vivir, el gozo de la fraternidad

De Dios es la persona, porque es Dios el único que le da libertad (los demás poderes esclavizan)

De Dios es la justicia, la misericordia, el amor a la persona...

Dad al cesar lo que es del cesar y devolver a Dios lo que es de Dios, no es un reparto entre lo político y Dios; tampoco se trata de defender a Dios o a la Iglesia frente al estado.

Lo importante es defender a la persona, al hombre, a la mujer frente a cualquier poder que quiera ocupar el lugar de Dios.

Dios es Señor de la historia y dará cumplimiento a nuestra historia salvándonos.

Nosotros cristianos católicos unidos a los misioneros queremos anunciar el Evangelio poniendo nuestro granito de arena para hacer esta historia más fraterna, con una fe activa, con el esfuerzo de nuestro amor a todos, con el aguante de nuestra esperanza y la alegría de saber que el Espíritu del Resucitado nos acompaña en esta misión.

ESTUDIO BÍBLICO.

I Lectura: Isaías (45,1.4-6): Dios no se desentiende de la historia humana

I.1. La lectura de Isaías debe ser interpretada con una visión religiosa de la historia universal. El Deuteroisaías, profeta del exilio (segunda parte del libro de Isaías, cc. 40-55), se ve envuelto en la aclamación y entusiasmo que los pueblos sometidos a Babilonia hacen de un guerrero famoso y fundador del imperio persa: Ciro el Grande (a. 540 a. C). Si los profetas anteriores se habían valido de Asiria como imperio para poner de manifiesto el castigo de Dios al pueblo de Israel por su infidelidad, ahora el pueblo judío, en el destierro, necesita un libertador ¿Qué hará Dios? En la teología veterotestamentaria no todo es posible asumirlo sin el matiz de una teología global. Ciro no puede venir de parte del Dios de Israel, pero así lo ve este profeta anónimo. Aunque no tanto por el "rey de reyes" persa, sino por la libertad que trae a Israel con su nueva política.

I.2. Piensa este profeta desconocido que Dios se vale de la historia humana, concreta y universal, para que sus planes vayan hacia adelante. Este es un momento de liberación, y por eso se usan expresiones agudas, de tonos altos, para hablar de un guerrero, que ni siquiera conoce a Yahvé. El poder que trae en sus manos es poder de liberación para los desterrados en Babilonia. Se dice, con razón, que el profeta no canta al imperialismo, sino a la libertad. Los imperialismos no pueden consagrarse y, de hecho, profetas posteriores (v. g. Ageo y Zacarías) pondrán en entredicho al imperio persa, porque Dios, el Dios de universo y de la salvación, no se encarna en el imperialismo, ya que éste solamente se sostiene con sangre e injusticia.

I.3. Pero es verdad que en la historia humana podemos ver la mano de Dios en la bondad o en los principios éticos y sociales de pueblos y de gobernantes que anteponen el bien a todos los otros valores. Es una cuestión discutida en el ámbito teológico, en lo que ha venido a llamarse la "teología de la historia". Los profetas eran muy sensibles a ello, a veces exageradamente sensibles, para lo positivo y para lo negativo. Pero no les falta una parte de razón; al menos para dar a entender que Dios no se desentiende totalmente de lo que hacemos los hombres. Si los dones que Él nos ha dado los aplicamos para la paz, la libertad y la justicia, estaremos en el camino de los "planes de Dios".

II Lectura: Iª Tesalonicenses (1,1-5ª): La respuesta al evangelio

II.1. La IIª Lectura da inicio a la 1ª Tesalonicenses, que es la primera carta de Pablo y el primer escrito del Nuevo Testamento. El apóstol celebra la fe, la esperanza y el amor de aquella comunidad que él había fundado en la capital de Macedonia. Técnicamente es lo que se llama una "acción de gracias", que es la forma en la que Pablo da comienzo en sus cartas a las comunidades. Pero se resalta la elección por parte de Dios (eklogên) de esa comunidad. Y la respuesta de esa elección, por parte de la comunidad, ha sido aceptar el evangelio que se le predicó. No eligieron oro y plata, sino un mensaje que les acarrearía desventajas frente a la sociedad e incluso frente a la sinagoga, porque algunos de ellos se pasaron al evangelio de Pablo.

II.2. Se resalta, pues, la firme esperanza de esta comunidad que, en las dificultades que hubieron de sufrir los cristianos, no abandonaron su fe. La esperanza es una virtud escatológica y, en el contexto del otoño y del final que se acerca poco a poco del año litúrgico, nos va a introducir en esos temas de las cosas finales. Ellos hicieron una elección definitiva, inigualable por el evangelio que él les predicó y que les trajo la fuerza del Espíritu. Es una elección por la salvación que se les anunció, una salvación que no se tocaba con las manos, aunque sí se anunciaba próxima, como ha de ponerse de manifiesto en algunos pasajes de esta carta Iª a los Tesalonicenses.

Evangelio: Mateo (22,15-22): La dignidad humana no se compra, es un don.

III.1. El evangelio de Mateo, hoy, nos sitúa en el corazón de las polémicas que Jesús mantiene con los dirigentes en Jerusalén y que los evangelistas sitúan al final de su vida, precediendo a la pasión (cf. Mc 12,13-17; Lc 20,20-26). Esta vez querían comprometerlo a fondo con las autoridades romanas, que vigilaban ferozmente cualquier movimiento social o político para castigar cualquier rebeldía. Oponerse al César, incluso en nombre de Dios, era ir contra la «pax romana», uno de los mitos de la época. Los espías pretenden halagarlo (Mateo sigue a Marcos y nos habla de los fariseos y los herodianos; Lucas, más coherente, nos habla de espías para entregarlo al gobernador), pero en el punto de mira está el prefecto romano Poncio Pilato, que era un gobernante de una crueldad sin miramientos, vengativa y arbitraria. Los judíos lo odiaban porque había introducido en Jerusalén bustos e insignias del César, además de haber usado el dinero sagrado del templo para construir un acueducto que llevara el agua a Jerusalén (Josefo, De Bello 2,9,2; 2,9.4).

III.2. La hierocracia y aristocracia de la ciudad santa mandan sus espías para poder deshacerse de este profeta galileo que anuncia el Reino de Dios, pero que no coincide con el reino de Roma, ni con el concepto que tienen del mismo algunos partidarios de la revolución contra Roma, ni específicamente con el reino que ellos quieren manipular en nombre de Dios. Los rebeldes dejaban a las claras que la única soberanía que aceptaban bajo el suelo de Judea es la de Dios (Ex 20,4-5); en ello Jesús podría estar de acuerdo. Pero las trazas, entre uno y otros, son muy distintas. Es verdad que Jesús parecía estar en un callejón sin salida: frente a Poncio Pilato, frente a las autoridades, frente a los revolucionarios nacionalistas, frente a todos. No obstante, él la encontró; la encontró recurriendo a las dignidad humana que Dios ha puesto en el corazón de toda persona como imagen suya. Los espías, con su trampa, van a caer en su propia ignominia, porque llevan en sus manos el “denario” con la efigie de Tiberio… pero Jesús no lleva nada en su zamarra. Solamente tiene su palabra y la fuerza de la sabiduría del reinado de Dios.

III.3. Cuando es preguntado, intencionadamente pide la moneda del tributo con la efigie del César y responde: la moneda hay que dársela al emperador; ¿por qué? Porque es el dinero, y el dinero es lo más sucio de este mundo. Los que acuñan moneda tienen poder y por el dinero dominan a los hombres. Entonces, ¿hay que someterse a él? ¡Ni hablar! Por eso añade con una intencionalidad manifiesta: «y a Dios lo que es de Dios». El dinero no es de Dios, sino que de Dios somos nosotros mismos, y por lo mismo nosotros solamente debemos estar sometidos a Dios. Ya San Agustín, que afirmaba: “El César busca su imagen, dádsela. Dios busca la suya: devolvédsela. No pierda el César su moneda por vosotros; no pierda Dios la suya en vosotros” (Com. Ps 57,11). La trampa la resuelve Jesús, no solamente con inteligencia, sino con sabiduría, donde salta por los aires la legalidad con la que pretenden acusarlo en su caso. La respuesta de Jesús no es evasiva, sino profética; porque a trampas legales no valen más que respuestas proféticas. El tributo de hacienda es socialmente necesario; el corazón, no obstante, lleva la imagen de Dios donde el hombre recobra toda su dignidad, aunque pierda el “dinero” o la imagen del césar de turno que no valen nada.


III.4. Aquí Jesús responde con una afirmación liberadora que solamente pueden captar los que no están cegados por el poder, el dinero, el odio y la injusticia. Quizás la mejor ilustración a todo ello la tengamos en San Ireneo, en esa expresión, que es paradigma de muchas radicalidades humanas y divinas: «La gloria de Dios es el hombre viviente; la vida del hombre es la visión de Dios». Todo esto quiere decir que el evangelio de Jesucristo implica, en una simultaneidad inconfundible, que de la misma manera que nos descubre al Dios viviente, nos descubre a la vez, y no por otro camino, al hombre viviente. Podemos usar los bienes de este mundo con eficacia, pero lo que no podemos hacer es vender nuestra vida al mejor postor. Al "césar" de turno podemos darle el dinero, o los impuestos, pero nuestra libertad nadie nos la podrá arrebatar. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).

domingo, 15 de octubre de 2017

DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDINARIO



“Tengo preparado el banquete”

En nuestra sociedad, los acontecimientos importantes, suelen ir acompañados de una comida (banquete, en términos del evangelio) como manera de expresar la alegría por lo que se celebra (bodas, bautizos, graduaciones, etc.)

La primera lectura presenta una profecía cargada de esperanza que genera alegría desbordante. Dios ha gestado para todos la salvación que llega a lo hondo del ser humano transformando sus estructuras. Isaías lo compara con un banquete, como lo hace el Evangelio.

Entre ambas proclamaciones –primera lectura y evangelio- Pablo se entromete y nos ofrece su experiencia de la salvación vivida en la reestructuración de su persona por la conversión a Cristo, “riqueza de Dios”, que ayuda a transformar todo por Él y para Él, a los que se dejen.

Cristo es verdadero manjar, comida y comensal; anfitrión y servidor, de los que no saben qué camino tomar al llegar a la encrucijada de la vida: si el del poder, el del dinero, el del placer, el del individualismo egocéntrico que divide….; o mejor, el camino para limpiar el traje “de la libertad” y entrar en la fiesta del banquete. Siguiendo al criado, el vocero del rey, se llega a ese banquete.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

El “Día del Señor”, que los profetas señalan como el “Día de la justicia de Dios”, será también un momento de celebración. Dios preparará la mesa, nos servirá manjares y nos recibirá con gran misericordia, mientras que secará nuestros ojos por tanto dolor padecido.

Lectura del libro de Isaías 25, 6-10a

El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados. Él arrancará sobre esta montaña el velo que cubre a todos los pueblos, el paño tendido sobre todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo, porque lo ha dicho él, el Señor. Y se dirá en aquel día: “Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación: es el Señor, en quien nosotros esperábamos; ¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!”. Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña.
Palabra de Dios.

Salmo 22, 1-6

R. El Señor nos prepara una mesa.

El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.

Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. R.

II LECTURA

San Pablo no necesita más que a Cristo. Su vida ya está entregada al Señor; por lo tanto, no depende de riquezas ni de pobrezas, sino de la fuerza que Cristo le da en todo momento.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 4, 12-14. 19-20

Hermanos: Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener de sobra como a no tener nada. Yo lo puedo todo en Aquel que me conforta. Sin embargo, ustedes hicieron bien en interesarse por mis necesidades. Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Cf. Ef 1, 17-18
Aleluya. El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestros corazones, para que podamos valorar la esperanza a la que hemos sido llamados. Aleluya.

EVANGELIO

 “Acuérdense el marco en que está hablando Jesús. Última semana de su vida. Ese clímax de lucha, de antagonismo entre el verdadero evangelio que él predica y la falsa religión que han entablado los fariseos y los dirigentes del pueblo de Judea, esa lucha está llegando al desenlace trágico de la crucifixión, pero Cristo no cesa y a ellos directamente les echa en cara: no han sido dignos de la invitación de Dios’. No es que se predique el evangelio sólo a los pobres, también está llamando a los ricos; pero para comprenderlo es necesario sentir alma de pobre y eso es lo difícil.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 1-14

Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los fariseos, diciendo: El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero éstos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: “Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas”. Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: “El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren”. Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. “Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?”. El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: “Átenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes”. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Si la comida es necesaria para vivir, no lo es menos para celebrar los acontecimientos importantes de la vida. ¿Quién no ha asistido a un banquete de boda, comida de cumpleaños, cena de gala…? Y todo ello ¿no conlleva alegría? El refranero español apuntala esa alegría “No hay boda sin canto, ni ….”. Evidente. Eso es lo que celebramos este domingo: el Banquete de la Alegría y la Libertad.

Por si no había quedado suficientemente claro –véase el evangelio del domingo pasado- la alusión a las fuerzas “religiosas y a los senadores de Israel”, con la comparación de la viña y el trato a los criados, Cristo lo plantea hoy desde el banquete del REINO, reforzado por la lectura de Isaías.

El rey que invita al banquete, es un tanto especial. Solo recuerda e invita formalmente a los principales y amigos, y ante la negativa de todos ellos, -cada cual tenía sus quehaceres- en lugar de no seguir el rey adelante con el festín,-podía haberlo suprimido, que sería lo más normal- lo que hace es invitar de manera informal a los que estén en y por los caminos. Es un anfitrión que se sale de la norma: no suprime el banquete sino que invita informal e indiscriminadamente a todos. Era un rey que no guardaba ni normas ni convencionalismos sociales del momento. Pasa de lo políticamente correcto a lo ridículamente correcto.

Al escuchar la parábola de Mateo, el oyente tiene que tomar posición. Por el cumplimiento de las leyes de la iglesia ¿tengo derecho a la invitación real? No necesariamente. Y si tengo derecho a la invitación, ¿puedo rechazarla? Claro que sí. La condición necesaria para aceptarla es desde la libertad y por amor al reino.

Ante el rechazo invitatorio el rey rompe con las normas, y es tal el valor del banquete, que envía a los criados a la encrucijada de los caminos. En el seguimiento de Cristo, siempre y sin saber cuando, aparece el cruce de caminos, ante los que no hay más remedio que optar, bien por entrar al banquete de la VIDA y compartir socialmente el alimento que en él se da, bien rechazando la invitación.

El traje de fiesta, es la invitación al banquete, el regalo del Señor. Si se deja en casa, cuando el rey se pasee entre los comensales (comensalidad) a reparar sus necesidades, la falta de invitación conllevará la exclusión del banquete.

Habría que ver a Jesús con los suyos disfrutando alegremente en las bodas de Galilea, del “festín de manjares suculentos y vinos de solera, manjares enjundiosos, vinos generosos”. Pasó de la comparación del trabajo en la viña a la alegría del banquete de la libertad.

Dios no se da por vencido en su generosidad, por eso abre las puertas del banquete a la humanidad, aun contando con desplantes de los primeros invitados, y descuido de los segundos, que no saben valorar la grandeza de la invitación.

La parábola concluye con un proverbio: “Muchos son los llamados y pocos los escogidos” Los llamados responden anteponiendo sus intereses, ignorando y rechazando, incluso violentamente, la invitación, quizá por considerarla menos importante que sus propios intereses. Los escogidos, invitados harapientos y andrajosos, también, si no llevaban con dignidad su vocación. La invitación de Dios al Banquete del Reino de su Hijo obliga a poner en acto las aptitudes de los invitados.

La solidaridad, uno de los actos, está presente en la segunda lectura, la de Pablo a los Filipenses. La solidaridad se concreta en pasar de invitados a invitantes; de ser cristianos anunciadores, criados, y siervos de tal Rey, a salir a las encrucijadas para animar a quienes, con el traje de boda, deseen entrar a formar parte de la comensalidad divina, sintiendo la mirada de Dios, su voz, su cariño y su salvación: ser misioneros en el mundo.

En la encrucijada de los caminos de la vida, el verdadero seguidor de Cristo sigue la dirección del “Banquete del Reino”, dejando a un lado la de la indiferencia, el individualismo y la división, y así vivir para gustar la comunidad eclesial que es vino generoso y manjar enjundioso.

¿Hemos perdido la invitación del Señor, o la hemos roto? ¿Cuál es la dirección que hemos tomado en nuestro caminar? ¿Quizá el indicador de la encrucijada que apunta al bienestar? ¿Estamos acostumbrados a vivir sin tener en el horizonte de la vida la visión del Reino? Acomodados confortablemente en nuestro camino ¿vemos en el arcén al otro, para animarlo y acompañarlo? En definitiva, ¿cómo construimos el Reino de Dios en el mundo?

Ahí quedan las preguntas.


ESTUDIO BÍBLICO.

I Lectura: Isaías (25,6-10a): Dios salvará a todos los pueblos

 I.1. Esta lectura forma parte de un conjunto del libro de este profeta (cc. 24-27), conocido entre los especialistas bíblicos como «apocalipsis de Isaías». En realidad no es conjunto netamente apocalíptico, aunque no podemos negar la opción escatológica que se apunta en distintos momentos, como una gran liturgia, con himnos, cánticos, que predicen el triunfo de Dios sobre sus enemigos en el monte Sión, en Jerusalén. Se propone, como período de composición de este Apocalipsis, la época posterior al destierro de Babilonia (s. VI a. C.); esto es lo más probable, aunque no podemos precisar el momento de su composición.

I.2. El autor sigue las huellas y la teología de Isaías, y por eso ha sido introducido en el libro del gran profeta y maestro. La lectura de hoy es, probablemente, el trozo más hermoso de este conjunto en el que, después de un cántico al Dios liberador, el profeta habla de un momento prodigioso, bajo el símbolo de un banquete, de un festín escatológico, donde será destruida la muerte y el oprobio de su pueblo. Y entonces todos reconocerán a Dios como «salvador» en el monte santo, en la nueva Jerusalén.

I.3. No es frecuente en cantos de tipo apocalíptico un mensaje tan hermoso y esperanzador. Aunque en este caso no se podría haber expresado mejor aquello que debe ser la esperanza bíblica. Porque la palabra profética convoca a algo que verdaderamente no se realizará en este mundo, ni en esta historia. Por el contrario es necesaria otra "historia" nueva, si es que podemos hablar así, que necesariamente está en las manos de Dios; esto último es determinante. El "velo" que tienen todos los pueblos, según el texto de hoy, debe caer para que todos los hombres puedan ver algo nuevo y definitivo. Ni Sión o Jerusalén podrán soportar este sueño profético. Será una Jerusalén no hecha por manos de reyes o trabajadores explotados. Un sueño, desde luego, de esperanza.

II Lectura: Filipenses (4,12-14.18-20): Agradecimiento generoso

II.1. Este texto pone punto final a la lectura de Filipenses en la liturgia de estos domingos. Pablo le da las gracias a esa comunidad, una de las más queridas y generosas con él, a la vez que con la comunidad madre de Jerusalén, según el compromiso que habían pactado Pedro y Pablo en la asamblea de Jerusalén (cf Gl 2; Hch 15). Aquí les recuerda que él personalmente está acostumbrado a todo, a la hartura y a pasar hambre. Pero mientras permanecía en prisión (casi con toda seguridad en Éfeso), le han enviado ayuda por medio de Epafrodito, y se lo agradece. Cristo le da fuerza para todo, es la afirmación más contundente y significativa.

II.2. La vida cristiana, pues, es también una llamada a solidaridad en las necesidades básicas, que no puede ser más que consecuencia de una comunión de fe y de amor. Compartir los dones espirituales podría ser, en algunos casos, demasiado poco ante la angustia y las necesidades que muchos experimentan. Dios es el primero que comparte la creación con nosotros y debemos ser consecuentes. Pablo, en este pequeño "billete" que escribe, le agradece a la comunidad que ha sabido compartir el evangelio mismo como don recibido. Sabemos, incluso, que ese discípulo Epafrodito se quedará con Pablo un tiempo (entre otras cosas porque enfermó junto al Apóstol) y le ayudará muy eficazmente mientras el apóstol estaba encarcelado.

Evangelio: Mateo (22,1-14): Un banquete para la libertad

III.1. El evangelio del banquete que un rey da por la boda de su hijo es una de las parábolas más sofisticadas del evangelio de Mateo, que marca unas diferencias substanciales con la que nos ofrece Lucas (14,15-24); incluso podríamos hablar de parábolas distintas. Mateo nos habla de un rey, rechazado por los magnates, y tras ser maltratados y asesinados algunos de sus criados, manda atacar y destruir la ciudad. Ahora se debe ir a los cruces de los caminos para instar a los transeúntes a que vengan al banquete. Como es lógico, vinieron toda clase de gentes, buenas y malas. ¿Qué significa, pues, que tras esta invitación tan generosa e informal, el rey venga a la sala del banquete y encuentre a uno que no tiene traje de bodas? Esto cambia el sentido de la interpretación de los vv. 1-10, cuando la sala se llenó de invitados, poniendo de manifiesto que incluso los que no estaban preparados son invitados a un banquete de bodas. Aquí nos encontramos con lo más extraño, quizás lo más importante y original de la parábola de Jesús redactada por Mateo.

III.2. Los vv. 11-14, sobre el traje de bodas, pues, deben ser un añadido independiente. Estaríamos ante una reconstrucción alegorizante para la comunidad de Mateo, que saca unas consecuencias nuevas para los miembros de esa comunidad cristiana tan particular, con objeto de que sepan responder siempre a la llamada que se les ha hecho. Pensemos en la «justicia» de las buenas obras, del compromiso constante, de la perseverancia, a lo que es muy dada la teología del evangelio de Mateo. En todo caso no debemos perder de vista que la parábola la pronunció Jesús para poner de manifiesto la fiesta de la libertad de Dios que llama a todo el que encuentra. Por lo mismo, el significado del traje de boda, añadido posteriormente (quizás se trataba de una parábola independiente), debe estar supeditado al primero, porque no es lógico que los invitados por los caminos estén preparados para una boda. No obstante deberíamos suponer que en la semiótica del vestido con que se quiere generar el texto, todo el mundo, incluso lo más pobres, siempre encuentran unas ropas más decentes para ir a una boda o a un banquete; de lo contrario no tendrían sentido los vv. 11-14. Por eso pensamos con otros intérpretes que se trata de una parábola sobreañadida a la original de los vv. 1-10, que son los coinciden más con Lc 14.

III.3. En todo caso, la parábola es escandalosa, y debe seguir siéndolo en cuanto a los motivos de los que rechazan el banquete, como en la actitud del rey que, en vez de suprimir el banquete, invita a todo el mundo que se encuentre por los caminos: hay que buscar a las personas que no están atadas a nada ni a nadie; son libres. El banquete no es un acto burlesco, sino que Jesús piensa en el festín de la salvación; no en una fiesta de compromiso, sino de libertad. En ese supuesto, hasta el hombre que no lleva vestido de boda, independientemente de la teología de Mateo, habría que entenderlo, hoy y ahora, como que no está allí como los demás, libre para la gracia de Dios. Quien no posea esa actitud, “ese vestido”, estará echando por tierra la fiesta de la libertad y de la gracia. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).