“El Espíritu del Señor está sobre mí”
La comunidad cristiana se reúne el
domingo, Día del Señor, para hacer “memoria” de su Palabra, de su Amor y de las
consecuencias que se derivan de esta generosa entrega. Acudimos a celebrar que
Jesús, el Señor, vive en medio de nosotros y hace, mediante su presencia, que
todos nosotros seamos un signo vivo de su presencia viva. No podemos
desconectarnos de Él como tampoco de la realidad en la que estamos insertos y
de la que somos gestores también.
Este encuentro semanal con el Señor nos
permite tener la mente abierta y el corazón también, para poder comprender el
sentido nuevo de la historia de la Humanidad y de la historia personal. En
ambas no sólo nos acompaña Jesús sino que actúa también. Su presencia dinámica
nos desbloquea e impulsa a remover todo lo que impide al ser humano ser
verdaderamente humano. Y esto sólo puede manifestarse a través de la comunión
con Él y con todos los hombres. No cabe para un bautizado la ambigüedad ni en
actitudes ni tampoco en sus obras.
Escuchar su palabra y compartir la
acción de gracias nos hace a todos uno con Cristo y de este modo nuestra
existencia, como la suya, revela un proyecto a favor de todas gentes en
conformidad con el plan del Padre. Tengamos los oídos abiertos y estemos
disponibles siempre.
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
El
sacerdote Esdras busca enfrentar un desafío: el pueblo ha retornado de su
exilio de tierras lejanas y necesita recomponer su identidad. Por eso, la
Palabra de Dios será el comienzo para enfrentar esta nueva etapa. Al escuchar
la Palabra, el pueblo tiene que celebrar por la nueva oportunidad que tiene. Es
un tiempo de fiesta y alegría, pero también de solidaridad, porque, quien tiene
en abundancia, debe compartir con quien no la tiene para que ambos puedan
festejar unidos. Hermosos caminos para reconstruir una patria.
Lectura
del libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10
El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la
Asamblea, compuesta por los hombres, las mujeres y por todos los que podían
entender lo que se leía. Era el primer día del séptimo mes. Luego, desde el
alba hasta promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante la puerta
del Agua, en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que podían
entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie sobre una tarima de madera que habían hecho
para esa ocasión. Abrió el libro a la vista de todo el pueblo –porque estaba
más alto que todos– y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie. Esdras
bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos,
respondió: “¡Amén! ¡Amén!”. Luego se inclinaron y se postraron delante del
Señor con el rostro en tierra. Los levitas leían el libro de la Ley de Dios,
con claridad, e interpretando el sentido, de manera que se comprendió la
lectura. Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los
levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: “Este es un día
consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren”. Porque todo el
pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley. Después añadió: “Ya pueden
retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden una porción al que no tiene
nada preparado, porque este es un día consagrado a nuestro Señor. No estén
tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes”.
Palabra de Dios.
Salmo
18, 8-10. 15
R.
Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida.
La ley del Señor es perfecta, reconforta
el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.
Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos.
R.
La palabra del Señor es pura, permanece
para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.
¡Ojalá sean de tu agrado las palabras de
mi boca, y lleguen hasta ti mis pensamientos, Señor, mi Roca y mi redentor! R.
II
LECTURA
El
bautismo nos hace iguales, y nuestras vocaciones y carismas particulares nos
distinguen. Entre todos, construimos y hacemos crecer nuestras comunidades,
cuidando a los más débiles y colaborando con las dificultades de los más
vulnerables.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 12, 12-30
(Breve: 1Cor 12, 12-14. 27).
Hermanos: Así como el cuerpo tiene
muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser
muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque
todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo
–judíos y griegos, esclavos y hombres
libres– y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. El cuerpo no se compone de
un solo miembro sino de muchos. Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en
particular, miembros de ese Cuerpo.
Palabra de Dios.
ALELUYA Lc 4, 18
Aleluya. El Señor me envió a llevar la
Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos. Aleluya.
EVANGELIO
“Esta
es la misión de Cristo, llevar la buena noticia a los pobres, a los que sólo
reciben malas noticias, a los que no sienten más que el atropello de los
poderosos, a los que ven pasar por encima de ellos, las riquezas que hacen
felices a otros. Para estos viene el Señor, para hacerlos felices y decirles:
no ambicionen, siéntanse dichosos y ricos con el gran don que les trae el que
siendo rico se hizo pobre para estar con ustedes y saber que la mejor felicidad
es compartir la alegría que Dios siente, con sus pobres”.
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Lucas 1, 1-4; 4, 14-21
Muchos han tratado de relatar
ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como
nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos
oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme
cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para
ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la
solidez de las enseñanzas que has recibido. Jesús volvió a Galilea con el poder
del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas
de ellos y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el
sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la
lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el
pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha
consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a
anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la
libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Jesús cerró
el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los
ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido este pasaje
de la Escritura que acaban de oír”.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.
Acabadas las manifestaciones que el ciclo
de Navidad encierra, a saber: Manifestación a los pobres (pastores);
manifestación a los gentiles (Magos); manifestación a Israel (Jordán). Siguió,
el domingo pasado la manifestación a los discípulos en las bodas de Caná,
continuará a lo largo de todo el tiempo ordinario, manifestándose de una forma
distinta, a través de las enseñanzas y señalando cómo se ha cumplido en Él todo
lo que encerraba la ley, salmos y
profetas.
1/ Hoy escuchamos a Nehemías decir: “El
gozo en el Señor es nuestra fortaleza.” Una referencia a lo vivido por el
antiguo pueblo de Dios con ocasión del hallazgo del libro de la Ley. Ocasión
festiva y de comunión: No hagáis duelo ni lloréis. La razón no es otra que lo
excepcional de ese día consagrado al Señor. La comunidad cristiana es convocada
para vivir en la alegría que nace del encuentro con Jesús, muerto y resucitado.
Una alegría que nadie puede arrebatar. La produce su presencia y su palabra.
Una experiencia de comunión con El y con los hermanos. La Palabra proclamada
llega a nosotros como fuente de Vida y recibida con sentido de responsabilidad,
ilumina la propia existencia y la de toda la humanidad, pues ella es la luz que
alumbra a todo hombre que viene a este mundo. Conviene resaltar: “Los levitas
leían el libro de la ley de Dios con
claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura”. La
comprensión de lo escuchado resulta imprescindible para que oriente la vida de
cada uno y cada comunidad.
2/ Pablo en la primera Corintios destaca
la consecuencia de la comunión con Cristo: “bautizados en un mismo Espíritu,
para formar un solo cuerpo”. Tomando la experiencia inmediata de la diversidad
de miembros y funciones en el cuerpo humano, su unidad, remite seguidamente a
la experiencia mística y sacramental: la unidad de todos en Cristo y con
Cristo, el cuál es Cabeza de todos nosotros. Una llamada a caer en la cuenta de
la riqueza que ha sido depositada en la comunidad cristiana por variedad de
dones otorgados. Tomar conciencia de los que cada uno ha recibido y para qué
los ha recibido es ineludible. Se trata de enriquecimiento personal en función
del bien común, pues si Cristo al despojarse de todo a todos nos ha
enriquecido, no podemos proceder de modo distinto. Señala el Apóstol que todo
ha ocurrido conforme a lo querido y dispuesto por Dios. Queda, por tanto,
descalificada y sin sentido la expresión común: nadie es imprescindible en esta
vida. Cierto, porque todos somos necesarios en conformidad con el plan de Dios.
Al conceder a cada uno dones según su Voluntad, ha querido el Padre que
compartiendo seamos enriquecidos y reconozcamos que nadie puede ser excluido,
pues ello conlleva el consiguiente empobrecimiento. Eso no lo quiere Dios.
3/ Si algo necesitamos llevar a cabo,
para aprovechamiento de los bautizados, es un “itinerario espiritual” que
facilite el crecimiento en la vida conforme al Evangelio. Lucas nos deja un
ejemplo excepcional en su catequesis ofrecida al ilustre Teófilo. Una
catequesis en dos partes: Evangelio y Hechos, redactada en forma precisa y
meditada, para formar a esta persona. Dice él: “Yo también, después de
comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por
su orden”. De alguna manera organizando sistemáticamente toda la información
sobre los hechos ocurridos, yendo más allá de una historia, ofrece a Teófilo
una guía para su madurez cristiana y de modo que se pueda evaluar la propia
andadura en el seguimiento de Cristo. La intención del evangelista, como lo fue
para Tomás de Aquino con la Suma Teológica (ambos dan la razón del por qué de
la obra), es el aprovechamiento del discípulo. Por lo tanto se trata de
ajustarse a una necesidad y hacerlo en forma adecuada para que pueda ser
asimilada la enseñanza por el discípulo. Lucas sitúa el comienzo en un espacio
geográfico: Galilea (país de Zabulón y Neftalí, la gentilidad); la sinagoga
como lugar de encuentro, oración y formación de la comunidad judía, en su
morada, Nazaret; el sábado, día dedicado al Señor y el momento de escuchar la
Escritura y ser parte de ella. Jesús proclama el texto de Isaías: “El Espíritu
del Señor está sobre mí, porque él me han ungido”. Detalla el texto la misión y
destinatarios. Luego afirma contundentemente: “Hoy se cumple esta Escritura que
acabáis de oír”.
Al no ser meros observadores, sino
destinatarios y al mismo tiempo colaboradores de la evangelización, lo que
Lucas nos señala es el modo de proceder y la necesidad de situarse en la
misión. La situación que vivimos; el lugar en el que estamos; las
circunstancias que concurren, reclaman del bautizado y de la comunidad d
bautizados, asumir que el mismo Espíritu por el que fuimos incorporados a
Cristo, nos impulsa a proclamar el año de gracia del Señor. Y toca ser
proclamadores de buenas noticias, del año de gracia del Señor. Propiciar que
las gentes puedan reconocer que se ha cumplido también en ellos la Escritura.
ESTUDIO BÍBLICO.
El
Evangelio: Una Buena Noticia de Salvación
I Lectura: Nehemías (8,1-10): La
identidad de un pueblo en la Ley
I.1. La primera lectura está tomada del
libro de Nehemías (8,1ss) y se quiere poner de manifiesto que cinco siglos
antes el escriba Esdras había inaugurado la praxis de leer la Palabra de Dios,
en esta caso la Torah (el Pentateuco), que es lo que le dio identidad a este
pueblo después del destierro de Babilonia. Este es un dato incontrovertible, el
pueblo de Israel tiene su identidad en la fidelidad a la Torah y de ahí nacerá
el judaísmo como religión que llegará a nuestros días. Es solamente después del
destierro de Babilonia cuando se puede hablar de la Torah como elemento
determinante. Ni siquiera en tiempos de Josías, con su reforma y el
descubrimiento del libro del Deuteronomio en el templo podíamos hablar de que
ya existiera.
I.2. Es esto lo que ha creado el tópico
de la “religión del libro” en el judaísmo que tiene su parte de verdad, aunque
requiere sus matices. En el fondo, la descripción de la lectura de hoy es
propia de una época que quiere exaltar un momento determinado. De hecho, si los
sacrificios y holocaustos fueron muy importantes en la religión de Israel, la
lectura y meditación de la Ley va a convertirse en el primer elemento de
identidad de un buen judío. Esto sigue siendo hoy determinante. Y debemos decir
que es una aportación religioso-cultural del judaísmo que tiene un gran valor.
Es la espiritualización de una religión, donde ya no se ven de igual manera los
sacrificios de animales, aunque se seguirá practicando hasta la destrucción de
templo de Jerusalén por los romanos en el a. 70 de la C. E. Pero la identidad
del nuevo pueblo no radica en la Ley, sino en el evangelio de Jesucristo, que
es más liberador y más humano. Los cristianos leeremos el evangelio como
identidad, no la Torah, porque entre una cosa y otra existe una diferencia
profética.
II Lectura: 1Corintios (12,12-30): La
diversidad vivida en comunión
II.1. La lectura segunda, vuelve sobre
la 1ª Carta a los Corintios como relato continuo que se va a ir desmenuzando
estos domingos. Para explicar la distribución de los dones y la necesidad de un
buen funcionamiento de los diversos servicios y ministerios, recurre a un
símil: la Iglesia, la comunidad, es como el cuerpo (sôma) humano, organismo que
no puede subsistir más que gracias a la diversidad de sus órganos y de sus
funciones, y que a pesar de su multiplicidad, es una unidad inquebrantable en
razón de sus misma diversidad: ¿quien quisiera estar sin manos, o sin pies, o
sin ojos, o sin oído? Pues de la misma manera sucede con el cuerpo de Cristo,
con la comunidad cristiana. La fuerza de su argumentación sobre la metáfora del
cuerpo no es otra que la unidad y la pluralidad. Pues lo que sucede en el
cuerpo, dice Pablo, “así es también en Cristo” para dar a entender la unión
entre Cristo y la Iglesia. La Iglesia debe estar en Cristo y es su “cuerpo”.
II.2. Unos valdrán más que otros; unos
pueden estar más preparados que otros; algunos gozar de una mayor dignidad;
pero todos unidos forman la unidad del cuerpo de Cristo. Eso significa que en
la Iglesia no podemos prescindir de nadie. Porque, como en el cuerpo humano, si
un miembro sufre, todos sufren y todos nos necesitamos. Ese pluralismo en la
unidad –que no uniformidad-, debe ser tenido muy en cuenta a la hora de saber
vivir la experiencia cristiana en la Iglesia. El “vosotros sois el cuerpo de
Cristo” es una afirmación que tiene su sentido en el contexto en que está
hablando Pablo: los distintos carismas, servicios y actuaciones en la Iglesia.
Esto, a su vez significa que el papel que cada uno juegue en la comunidad
cristiana no es para sentirse superior a otros. La pluralidad se cura en la
unidad, sin llegar a ser unificación de vida o de ideas; y la pluralidad se
cura, como veremos en otro momento (1Cor 13), con la caridad.
Evangelio: Lucas (1, 1-4; 4, 14-21): La
fuerza liberadora del evangelio
III.1. La lectura del evangelio se
introduce con un prólogo (Lc 1,1-4) en el que el evangelista expone el método
que ha seguido para componer su obra: ha usado tradiciones vivas, orales y
escritas, e incluso, sabemos hoy, que ha usado el evangelio de Marcos como
fuente. No quiere decir que lo siga al pie de la letra aunque, en grandes
bloques, le sirve como estructura. Lo que sí está claro es que Lucas, con su
mentalidad occidental, cuidadosa, historicista (en lo que cabe en aquella
época) se ha informado cuanto ha podido para escribir sobre Jesús de Nazaret.
No obstante, su obra no es la “historia de Jesús”, una historia más, sino que,
como en el caso de Marcos, es el evangelio, la buena noticia de Jesús lo que
importa. Por eso, en realidad, la lectura del evangelio tiene su fuerza en el
episodio de Jesús en la sinagoga de Nazaret, donde se había criado (Lc 4,
14-21), después de presentarlo como itinerante en la sinagogas de Galilea,
donde se comenzó a escuchar esa buena noticia para todos los hombres.
III.2. Es ya significativo que el
evangelio no se origina, no aparece en Jerusalén, sino en el territorio que,
como Galilea, tenía fama de influencias paganas y poco religiosas, de acuerdo
con las estrictas normas de Jerusalén. De ahí el dicho popular: “y todo comenzó
en Galilea”. Lucas, no obstante, concederá mucha importancia al momento en que
Jesús decide ir hacia la capital del judaísmo, (9,51ss) ya que un profeta no
puede evitar Jerusalén. Y Lucas es absolutamente consciente que Jesús es el
profeta definitivo de la historia de la humanidad. Así nos lo presenta, pues,
en ese episodio de la sinagoga del evangelio de hoy: dando la gran noticia de
un tiempo nuevo, de un tiempo definitivo en que aquellos que estaban excluidos
del mensaje salvífico de Dios, son en realidad los primeros beneficiarios de
esa buena nueva.
III.3. El relato de la sinagoga de
Nazaret, lo que leemos hoy (4,14-21) es una construcción muy particular de Lucas;
una de las escenas programáticas del tercer evangelista que quiere marcar
pautas bien definidas de quién es Jesús y lo que vino a hacer entre los
hombres. Eso no quiere decir que la escena no sea histórica, pero está retocada
por activa y por pasiva por nuestro autor para lograr sus objetivos. Es el
programa del profeta de Galilea que viene a su pueblo, Nazaret y desde la
sinagoga, lugar de la proclamación de la palabra de Dios, lanzar un mensaje
nuevo. Por ello, el mensaje que nos propone Lucas sobre lo que Jesús pudo decir
en Nazaret y en las otras sinagogas se inspira en textos bien precisos (Is
61,1-2; 58,6) que hablan de la buena nueva para los ciegos, cojos, pobres,
excluidos o condenados de cualquier raza o condición.
III.4. Resaltemos, pues, que el texto
que se lee en la sinagoga,-el que le interesa citar a Lucas-, es un texto
profético, aunque también se leía y proclamaba la Ley (había una lectura
continua que se conoce como parashâh). El cristianismo, -no olvidemos la
primera lectura de hoy-, encuentra su fuente de inspiración más en las palabras
de los profetas que en las tradiciones jurídicas del Pentateuco (halaka). Esto
no lo podemos ignorar a la hora de entender y actualizar un texto como este que
Lucas ha construido sobre la predicación de Jesús en la sinagoga de Nazaret.
Jesús era un profeta y el pueblo lo veía como tal. Es eso lo que Lucas quiere
subrayar en primer lugar y por eso ha “empalmado dos textos de Isaías para
ajustar su mensaje liberador y de gracia.
III.5. Incluso se va más allá, ya que
Jesús, como profeta definitivo, corrige las mismas experiencias de los profetas
del Antiguo Testamento. En esos textos citados por Lucas se hace caso omiso de
la ira de Dios contra aquellos que no pertenecen al pueblo de Israel. Dios,
pues, el Dios de Jesús, no ama a un pueblo excluyendo a los otros, sino que su
proyecto es un proyecto universal de salvación para todos los hombres. Por eso
su mensaje es evangelio, buena nueva. Así concluye el mensaje fundamental del
evangelio de este domingo, aunque la escena es mucho más compleja y
determinante (no obstante, la continuación de la misma se guarda como lectura
evangélica para el próximo domingo). Lo importante está dicho: en Galilea,
Jesús profeta, rompiendo el silencio de Nazaret, nos trae la buena nueva a
todos los que la anhelamos, aunque seamos pecadores. Nadie está excluido de la
salvación de Dios. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).