"…Y postrándose, de rodillas le adoraron…"
En la primera lectura, el profeta
Isaías invita a Jerusalén, la ciudad de Dios, a brillar ante toda la humanidad,
porque llega la Luz para todos los pueblos. Sabemos que esa Luz es Jesús, el
Hijo de Dios.
En el Salmo le pedimos a Dios le
confíe su justicia al Hijo de reyes, es decir, a Jesús el Mesías, para que los
reyes le ofrezcan sus dones y se apiade de los pobres de la tierra.
San Pablo, en su carta a los
Efesios, nos recuerda que no sólo los judíos, sino todos los habitantes del
mundo, participamos de la promesa en Jesucristo, pues a todos se nos han
abierto las puertas de la resurrección.
Y el Evangelio de san Mateo nos
narra la adoración de los Magos de Oriente al Niño Jesús en Belén, y los
problemas e incidencias que tuvieron que superar para cumplir este santo
objetivo.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del libro de Isaías 60, 1-6
¡Levántate, resplandece, porque
llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti! Porque las tinieblas cubren
la tierra y una densa oscuridad, a las naciones, pero sobre ti brillará el
Señor y su gloria aparecerá sobre ti. Las naciones caminarán a tu luz y los
reyes, al esplendor de tu aurora. Mira a tu alrededor y observa: todos se han
reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son
llevadas en brazos. Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu
corazón, porque se volcarán sobre ti los tesoros del mar y las riquezas de las
naciones llegarán hasta ti. Te cubrirá una multitud de camellos, de dromedarios
de Madián y de Efá. Todos ellos vendrán desde Sabá, trayendo oro e incienso, y
pregonarán las alabanzas del Señor.
Palabra
de Dios.
SALMO
Salmo
71, 1-2. 7-8. 10-13
R.
¡Pueblos de la tierra, alaben al Señor!
Concede, Señor, tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes, para que gobierne a tu pueblo con
justicia y a tus pobres con rectitud. R.
Que en sus días florezca la
justicia y abunde la paz, mientras dure la luna; que domine de un mar hasta el
otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra. R.
Que los reyes de Tarsis y de las
costas lejanas le paguen tributo. Que los reyes de Arabia y de Sabá le traigan
regalos; que todos los reyes le rindan homenaje y lo sirvan todas las naciones.
R.
Porque él librará al pobre que
suplica y al humilde que está desamparado. Tendrá compasión del débil y del
pobre, y salvará la vida de los indigentes. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 3, 2-6
Hermanos: Seguramente habrán oído
hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes.
Fue por medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal
como acabo de exponérselo en pocas palabras. Al leerlas, se darán cuenta de la
comprensión que tengo del misterio de Cristo, que no fue manifestado a las
generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a
sus santos apóstoles y profetas. Este misterio consiste en que también los
paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y
beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
✜Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 2, 1-12
Cuando nació Jesús, en Belén de
Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en
Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de
nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo". Al
enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces
reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para
preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. "En Belén de Judea, le
respondieron, porque así está escrito por el Profeta: 'Y tú, Belén, tierra de
Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá,
porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel'".
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y, después de averiguar con
precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén,
diciéndoles: "Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando
lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle
homenaje". Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían
visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el
niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría y, al entrar en la casa,
encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje.
Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como
recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes,
volvieron a su tierra por otro camino.
Palabra
del Señor.
COMPARTIMOS
LA PALABRA
Las lecturas bíblicas de esta
celebración tienen un gran componente simbólico, sobre todo la lectura del
Evangelio.
Si en el Antiguo Testamento Dios se
hace presente en medio del Pueblo de Israel de un modo infinitamente
trascendente, en cambio, en el Nuevo Testamento Dios se muestra ante todos los
pueblos de un modo pequeño y humilde: por medio de su Hijo, el Niño Jesús. Pues
bien, eso es lo que hoy celebramos: Dios hecho hombre se da a conocer a todos
los pueblos.
Efectivamente, los Magos de
Oriente, popularmente llamados los «Reyes Magos», desde muy antiguo son
representados en los belenes por tres reyes pertenecientes a las tres
principales razas humanas de la Antigüedad: la blanca (Melchor), la oriental
(Gaspar) y la negra (Baltasar). Eso es así porque la Iglesia ha contemplado en
este pasaje bíblico la manifestación del Hijo de Dios a toda la humanidad: su
Epifanía universal.
Todas las lecturas que hemos
escuchado en esta celebración nos conducen a ello: el Hijo de Dios se
manifiesta como luz de justicia y camino de salvación para todos los seres
humanos. Y eso es algo muy bueno, la mejor noticia que nos podrían dar.
Efectivamente, la «manifestación»
de alguien es muy importante, porque hace que sea conocido por personas que
hasta entonces no sabían que existía.
Si en la Encarnación celebramos que
Jesús pasó a formar parte de la vida terrena al ser concebido en el seno de la
Virgen María y en la Navidad celebramos que nació en el mundo en el que todos
vivimos, en la Epifanía la Iglesia celebra que Jesús se ha dado a conocer como
Hijo de Dios al ser humano. Como vemos, se trata de tres pasos muy importantes
en la vida de Jesús: su Concepción, Nacimiento y Manifestación. Aunque queda lo
fundamental: su Pasión, Muerte y Resurrección para así completar su misión
salvadora.
Parafraseando las palabras del
profeta Isaías, podemos de decir que en la Solemnidad de la Epifanía celebramos
que sobre la humanidad amanece el Señor, su gloria aparece sobre todos los
seres humanos; y caminan los pueblos a la luz de Jesús; los reyes al resplandor
de su aurora.
Que Jesús se manifieste a la
humanidad es, ciertamente, maravilloso, pero esa realidad la vivimos con más
intensidad cuando experimentamos su Manifestación en medio de nuestra comunidad
parroquial o religiosa, en nuestra familia y, aun más íntimamente, en nuestro
corazón: entonces descubrimos el marcado carácter vivencial de la Solemnidad de
la Epifanía.
¿Cómo podemos celebrar este
acontecimiento? San Mateo nos dice que los Reyes Magos lo celebraron adorando
al Señor y ofreciéndole su tesoro, consistente en oro, incienso y mirra.
Las comunidades parroquiales y
religiosas celebran esta Solemnidad compartiendo la oración del Oficio divino
y, sobre todo, participando juntos en la Eucaristía. Por medio del culto
litúrgico adoramos comunitariamente al Señor por haberse manifestado en medio
de nosotros y le ofrecemos lo mejor de nuestra comunidad.
A nivel personal, esta Solemnidad
nos invita a meditar sobre cómo se manifiesta Jesús en nuestra existencia:
tanto en nuestra vida cotidiana como en nuestros momentos de oración. ¿Hasta
qué punto me afecta que Dios se manifieste en mi vida?
También se nos anima a reflexionar
sobre cómo podemos adorar y alabar al Señor. Sabemos que hay muchos modos de
hacerlo: recitando una oración, haciendo un día de retiro o peregrinando a un
santuario, por ejemplo. Pero, si vemos, los Reyes Magos nos invitan a adorar al
Señor con una silenciosa contemplación. Ante la Manifestación de Jesús en
nuestro corazón, podemos arrodillarnos interiormente ante Él, para contemplar
su gloria y majestad.
Por último, podemos pensar en algún
regalo que podríamos ofrecer a Jesús. Isaías nos dice en la primera lectura que
todos los pueblos acudirán a la radiante Jerusalén, en la que Dios mostrará su
gloria, ofreciéndole sus tesoros y riquezas, es decir, lo mejor que tienen. Y
en el Evangelio hemos oído que los Reyes Magos ofrecieron al Señor oro,
incienso y mirra, ¿qué le podemos ofrecer cada uno de nosotros? ¿Qué tesoro
podemos darle? Pensemos que, ciertamente, todos tenemos dones y cualidades:
puede tratarse, por ejemplo, de nuestra simpatía, de nuestra inteligencia o de
nuestro sentido del humor. Cada uno sabrá qué es lo que Dios le ha dado.
Pero, curiosamente, el mejor don
que Dios nos ha dado a todos es el amor. Por eso, ese maravilloso regalo que
podemos ofrecer al Señor es darnos por entero a Él amándole con todo nuestro
corazón. El cariño es nuestro tesoro más grande. Se lo podemos dar a Dios
directamente en nuestro interior, o se lo podemos ofrecer por medio de las
personas que nos rodean. Mostrarnos cercanos y tiernos con los que conviven con
nosotros es un excelente modo de agradecer al Señor que se haya manifestado en
medio de nuestra vida.
En conclusión, en la Solemnidad de
la Epifanía, la Iglesia nos anima a dar gracias a Jesús por manifestarse a la
humanidad, y concretamente, a cada uno de nosotros. Por ello es una fiesta de
adoración, alabanza y amor.
ESTUDIO
BÍBLICO
Iª
Lectura: Isaías (60,1-6): Dios de todos los pueblos
I.1. El texto del libro del profeta
Isaías adelanta el sentido de la fiesta: el universalismo de la salvación de
Dios. El Trito-Isaías (la tercera parte del libro de Isaías, con oráculos de un
profeta desconocido), se vale de la imagen de Jerusalén, símbolo de la
presencia de Dios, para afirmar que todos los pueblos buscarán a ese Dios. Pero
no se hace por la apologética barata de que el Dios nacional de Israel sea el
único y verdadero. El Dios del profeta no es un Dios nacionalista, y con ello
cae por tierra ese nacionalismo religioso que muchas veces se ha usado para
grandes despropósitos. Si el profeta se vale de Jerusalén, es porque el profeta
no puede dejar de ser un judío en su mundo y en su cultura.
I.2. Pero la intuición del profeta
se perfila en el sentido de que Jerusalén ha sido humillada muchas veces en su
historia. Comparada con las grandes ciudades de la cultura y la religión que la
han rodeado ha sido humillada, postrada, asediada y ha sido pasada a cuchillo.
Ahora, teniendo Dios allí su morada (cosa que el profeta entiende al pie de la
letra, pero nosotros no estamos obligados a ello) es testigo de cómo vienen
todos los pueblos, todas las religiones, todas las culturas, para ver la luz de
Dios, trayendo sus dones. Dios, pues, escoge a la Jerusalén maltrecha para
decir quién es y qué quiere de la humanidad entera. Este es el evangelio, el
misterio, del Trito-Isaías para sus contemporáneos. El texto resonará en el
evangelio de Mateo del día de hoy.
IIª
Lectura: Efesios (3,2-3.5-6): El misterio de Dios se revela a todos
II.1. El texto de Efesios nos habla
del “misterio” que le ha sido encomendado al Apóstol para que lo lleve a todos
los pueblos, a los paganos, a los gentiles (diríamos a los que no tienen Dios).
¿Cómo es posible? El texto es un texto paulino, una “confesión” que retrata a
Pablo, si bien la carta a los Efesios es muy posible que no haya sido escrita
por él, sino por un discípulo que quiere mantener en alto la antorcha de la
vocación y la misión del Apóstol. Efectivamente, vemos un interés especial en
describir la originalidad de la misión paulina. Y en esto no hay nada que
objetar. Las cartas auténticas de Pablo nos revelan, por activa y por pasiva,
que esta ha sido la vocación y la historia de Pablo, por lo que ha dado su vida
“en Cristo”.
II.2. Se habla del “don de la
gracia”, de una “revelación” que ha recibido el apóstol. Esta es la verdad si
comparamos nuestro texto con Gal 1,12.16. Aquí se refiere al camino de Damasco
como punto focal de esta iniciativa divina. Dios lo ha llamado para ser apóstol
de los paganos y para ello le ha entregado el evangelio de la salvación. Lo que
en nuestro texto de hoy se llama “misterio”, es lo mismo. Porque el evangelio
es la buena noticia de que Dios ha decidido salvar a todos los hombres, de cualquier
raza y religión. Es eso lo que el autor de Efesios llama misterio y lo que
Pablo llama varias veces “mi evangelio”.
Evangelio:
Mateo (2,1-12): La estrella de la salvación de la humanidad entera
III.1. Texto complicado, simbólico,
arcaico, prefigurativo, midráshico. Todos estos adjetivos se usan a la hora de
leer e interpretar el relato de Mateo sobre los magos (magoi, en griego, no
reyes) que vienen en busca de una estrella. Y la verdad es que la exégesis
bíblica ya ha dado numerosas muestras de madurez a la hora de interpretar un
relato de este tipo, que desde luego, no puede leerse histórica o fácticamente,
al menos con opciones fundamentalistas. Tenemos que reconocer que nos
encontramos ante una magnífica página teológica, con sabor oriental y con una
cristología de las primeras comunidades cristianas, especialmente la de Mateo,
que vio en el texto de Miqueas (5,1) la prefiguración de Jesús como Mesías, por
su nacimiento en Belén. La comunidad de Mateo, de origen judeo-cristiano,
necesitó leer mucho las Escrituras, el AT, para rastrear su identidad de
aceptar a Jesús como el Mesías en todos los sentidos. Consiguientemente, es
posible que en una comunidad de este tipo se viera necesario, como
causa-efecto, que si Jesús es considerado el Mesías, tenga que nacer en Belén.
III.2. Pero ¿qué papel desempeñan
los magos? Pues el de aquellos que extraños al judaísmo y a su religión, han
buscado y han interpretado los signos de los tiempos y se han arriesgado
también a aceptar al niño de Belén como su luz. Es verdad que estos textos de
Mateo, como los de Lucas, no pueden haber sido escritos sino después de que las
comunidades cristianas proclamaran a Jesús resucitado. No podía ser de otra
manera. Pero el texto de Mateo es más especial, si cabe, porque está
“empedrado” de alusiones a textos veterotestamentarios que se leen con el
sentido de cumplimiento o de alusiones significativas. Todos los grandes
personajes de la historia han tenido su “estrella”, como Alejandro Magno,
Augusto, y el “rey de los judíos” no podía ser menos a la hora de presentarlo
ante toda la humanidad. Desde luego no es necesario pensar o defender que en el
momento del nacimiento de Jesús se produjo una gran conjunción de Júpiter y
Saturno en la constelación de Piscis; es bastante hipotético que sea así, y
tampoco podemos decir que esté contemplado en nuestra narración. Además, si
esta conjunción pudiera probarse para el año 7 a.C. (como algunos sostienen),
todavía no se “buscaría” a Jesús como el “rey de los judíos”, porque este título
no podía aplicársele desde su nacimiento, sino después de la muerte (es el
título de la condena en la cruz) y la resurrección.
III.3. Desde el significado de la
fiesta de hoy es mucho más iluminador leer el texto sin buscar exageradamente
coincidencias históricas. Por eso interesa resalta su tejido midráshico
(actualización y adaptación de textos bíblicos). Así podemos ver que nuestro
relato ha podido confeccionarse teniendo en cuenta al profeta Balaam
(Num24,17), un extranjero llamado por Balaq para maldecir a Israel; pero sucede
lo contrario: lo bendice preanunciando la estrella de Jacob, el padre de las
tribus. De la misma manera, el texto de Is 60,6 (nuestra primera lectura) con
los camellos y dromedarios cargados de dones que vienen a Jerusalén y, no
menos, el sentido del Sal 72,10.15 sobre los reyes de tierras lejanas que traen
regalos al rey del futuro. La fe de los primeros cristianos tuvo que formularse
de esta forma y de esta manera, expresarse simbólicamente. La verdad es que los
cristianos aceptaron a Jesús como el Mesías verdadero, el que traería la
salvación a todos. No había más remedio que rebuscar en la Escritura para dar
sentido a todo ello.
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