“Sed compasivos como vuestro Padre es
compasivo”
El domingo pasado el evangelio
proclamaba dichosos, alegres y ¡ay de vosotros! Este domingo Lucas invita a dar
un paso más en el acercamiento a Dios, y para ello propone llenar el corazón de
verdadera misericordia y mostrarla por medio del perdón a todos aquellos que
entren en relación, tanto personal, como social (comunitaria), con nosotros.
Viviendo con humildad la misericordia y
la compasión de Dios, habitará la limpieza de actitud capaz de demostrar el
verdadero perdón que dimana del corazón de todo seguidor –discípulo- de Cristo.
El auténtico perdón no deja lugar ni a
la venganza, ni al rencor. Implica un alma noble donde habite la verdadera
misericordia. Esta nobleza va acercando al ser humano al “hombre celestial”,
como escribe S. Pablo en la segunda lectura de este domingo.
Si David, a pesar de su carga de hombre
pecador, fue capaz de no dejarse embargar por el rencor y la venganza, el
seguidor del Señor Jesús, da un paso más en el crecimiento de su discipulado.
Perdonar hasta dar la vida, si menester fuera.
Cumplirlo, de palabra y de obra, es lo
que a Dios le complace (oración colecta), y que además resonará el próximo
domingo en la comparación de los buenos frutos –obras- que dan los buenos árboles.
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
David
no atentó contra Saúl porque era el ungido de Dios. Así reconoció un orden
superior, por encima de los celos, envidias y odios terrenales. No fue por
motivos humanos, sino por su fe en Dios que David no atentó contra la vida de
quien en ese momento era su enemigo.
Lectura
del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-14. 22-23
Saúl bajó al desierto de Zif con tres
mil hombres, lo más selecto de Israel, para buscar a David en el desierto.
David y Abisai llegaron de noche, mientras Saúl estaba acostado, durmiendo en
el centro del campamento. Su lanza estaba clavada en tierra, a su cabecera, y
Abner y la tropa estaban acostados alrededor de él. Abisai dijo a David: “Dios
ha puesto a tu enemigo en tus manos. Déjame clavarlo en tierra con la lanza, de
una sola vez; no tendré que repetir el golpe”. Pero David replicó a Abisai:
“¡No, no lo mates! ¿Quién podría atentar impunemente contra el ungido del
Señor?”. David tomó la lanza y el jarro de agua que estaban a la cabecera de
Saúl, y se fueron. Nadie vio ni se dio cuenta de nada, ni se despertó nadie,
porque estaban todos dormidos: un profundo sueño, enviado por el Señor, había
caído sobre ellos. Luego David cruzó al otro lado y se puso en la cima del
monte, a lo lejos, de manera que había un gran espacio entre ellos, y empezó a
gritar a la tropa y al rey Saúl: “¡Aquí está la lanza del rey! Que cruce uno de
los muchachos y la recoja. El Señor le pagará a cada uno según su justicia y su
lealtad. Porque hoy el Señor te entregó en mis manos, pero yo no quise atentar
contra el ungido del Señor”.
Palabra de Dios.
Salmo
102, 1-4. 8. 10. 12-13
R.
El Señor es bondadoso y compasivo.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi
ser bendiga su santo Nombre, bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus
beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas y sana todas
tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. R.
El Señor es bondadoso y compasivo, lento
para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados ni
nos paga conforme a nuestras culpas. R.
Cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados. Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles. R.
II
LECTURA
Todos
nos preguntamos ¿cómo será la resurrección? San Pablo contesta presentándonos
las figuras de Adán y Cristo. Nuestro cuerpo histórico y terrenal será transformado,
a imagen del cuerpo glorioso de Cristo.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 15, 45-49
Hermanos: Esto es lo que dice la
Escritura: “El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente”; el último
Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida. Pero no existió primero
lo espiritual sino lo puramente natural; lo espiritual viene después. El primer
hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del
cielo. Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales
como el celestial. De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen
del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial.
Palabra de Dios.
ALELUYA Jn 13, 34
Aleluya. “Les doy un mandamiento nuevo:
ámense los unos a los otros, así como yo los he amado”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Hace
falta una gran fortaleza y una inmensa confianza en el amor de Dios para estar
dispuestos a deponer la respuesta violenta al mal. No por flojera o falta de
ánimo, sino como la única manera de construir la paz. Devolver mal por mal sólo
lleva a una espiral de violencia incontrolable. Únicamente el amor de Dios
actuando en nuestro corazón logrará que amemos a los enemigos.
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Lucas 6, 27-38
Jesús dijo a sus discípulos: Yo les digo
a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los
odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que
te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto,
no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no
se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por
ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los
pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo
hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si
prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los
pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus
enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la
recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es
bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre
de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no
serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán
sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la
medida con que ustedes midan también se usará para ustedes.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.
Configurar
Hemos de configurar nuestra vida con
Jesús, que vivió de forma coherentemente, como parte integradora en su
humanidad. Pasó su vida haciendo el bien a los que lo rodeaban, buscando por
todos los medios manifestar el verdadero sentido de humanidad. Su trabajo más
intenso consistió, en lograr que el grupo de sus seguidores asumiera nuevos
criterios de relación y de fraternidad que ayudaran a salir a aquel mundo de la
profundidad donde lo habían introducido las tendencias humanas egoístas mal
manejadas.
Jesús enseñó una nueva forma de concebir
la vida. Esta nueva forma de entender no era simple palabra y predicación vana,
alejada de la vida. Él lo ratificó con la suya propia, su comportamiento, sus
acciones, mostrando así que es posible un actuar diferente a lo establecido y a
la vez hacerlo asimilable como normal dentro de la cultura judía. La forma de
ser del Hijo de Dios, puso en conflicto a muchos, en especial a la clase
dirigente y a los líderes de la religión que se sentían interpelados por ese
actuar libre y sincero.
No está nuestra sociedad mercantilizada
-como a veces nuestro compartimiento cristiano-, muy alejada del mismo
comportamiento de los convecinos de Jesús. Parece como si Cristo quisiera ir
contra los sentimientos “normales” del ser humano, “ojo por ojo y diente por
diente” (Éxodo, Levítico, Deuteronomio) o contra la ley de la reciprocidad o la
ley de la semejanza (Talión).
Misericordia
y gracia
Es Cristo el que rompe esa reciprocidad
basada en el “a igual daño, igual reparación” viviendo en primera persona el
límite de la gratuidad. Es difícil para el ser humano, se diría casi imposible,
de no ser por la gracia de Dios, el “pagar” el mal con bien, y si éste es la
vida, es el supremo bien. El ser humano tiende a amar por algún interés a
cambio.
El amor “oblativo” que Cristo dio a
cambio de no pedir nada, no solo no escandalizó a los de su tiempo, que no
podían recompensarlo, sino que llega hasta hoy, impulsando a amar incluso a
aquellos que lo devuelvan con la enemistad, la calumnia, la opresión, etc.
Éste amor de pura gracia racionaliza al
ser humano poniéndolo por encima de la irracionalidad encargada de crear rencor
-ley de la reciprocidad (Talión).
El verdadero amor es el amor “maduro:
«Me aman porque amo», y también «Te necesito porque te amo». Este amor siente
la necesidad de la unión y el compartir lo que implica la compasión (padecer
con) y tiene la potencialidad de engendrar más amor (cf. E. Fromm, “El arte de
amar”). Y en palabras de Santo Tomás el amor verdadero crece con la dificultad.
Éste es el mayo escoyo del amor y a la vez el mayor índice de “resurrección”
del alma humana: perdonar al enemigo.
Realidad
y realeza del amor cristiano
Que el amor, el perdón y la misericordia
al enemigo sin ánimo ni de venganza ni de odio, puede ser una realidad, lo
proclama la primera de las lecturas.
David vivió el amor misericordioso de
Yavhé, y ello le llevó a perdonar al ungido del Señor, Saúl que quería acabar
con el pequeño pastor.
Si la persona es capaz de que “Al que te
pegue en una mejilla, preséntale la otra” es porque le está cuestionando al
poner la otra mejilla que su no violencia está por encima del dolor físico. O
dicho de otra manera que su amor es un amor madura porque busca el bien ajeno,
frente al amor infantil que busca solo satisfacerse.
La unión personal con Dios en la
oración, dan esa capacidad que le hacen al ser humano no ser un superhombre por
ello sino ser imagen de Dios, lo cual está por encima de la sola humanidad que
aspira a una felicidad de rango filosófico, para llegar a la felicidad plena
basada en la visión beatífica del Creador.
Conclusión
Pide a Dios que te ayude a superar el
amor filosófico, el del superhombre (que suele acabar en un despertar trágico)
para llegar al amor pleno, fruto de la misericordia (que es parte de la
intimidad divina) para vencer cualquier rencor u odio (poner la otra mejilla si
es menester) y así no solo rezarás el padrenuestro sino, y es lo más
importante, lo vivirás.