Cristo se ha ofrecido una sola vez
para quitar los pecados de todos.
para quitar los pecados de todos.
En la Eucaristía celebramos la entrega total de
Señor. Él ha sabido ofrecerse por nosotros de una vez para siempre por nuestra
salvación. En las lecturas de este domingo se nos habla de generosidad, de dar
no de lo que nos sobra sino de todo lo que somos y tenemos. Compartir y
compartirnos es haber entendido de verdad el mensaje de Jesús en el Evangelio.
En tiempos del profeta Elías, en respuesta a la fe
y a la generosidad de una pobre viuda, la orza de harina no se vació y la
alcuza de aceite no se agotó. Todo un signo de que Dios hace opción por los
pequeños y los pobres. Menos mal que los ojos y el corazón de Dios no son como
los nuestros. Él se apiada del infeliz y trata al pobre con misericordia.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
I LECTURA
Dio lo Último que Tenía. En tiempo de
hambruna, una viuda pagana da sus últimas provisiones al profeta Elías porque
éste se lo pide en nombre de Dios. Ambos, el profeta y la viuda, confían que
Dios proveerá.
Lectura del primer libro de los
Reyes 17, 8-16
La palabra del Señor llegó al
profeta Elías en estos términos: "Ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y
establécete allí; ahí yo he ordenado a una viuda que te provea de
alimento". Él partió y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la
ciudad, vio a una viuda que estaba juntando leña. La llamó y le dijo: "Por
favor, tráeme en un jarro un poco de agua para beber". Mientras ella lo
iba a buscar, la llamó y le dijo: "Tráeme también en la mano un pedazo de
pan". Pero ella respondió: "¡Por la vida del Señor, tu Dios! No tengo
pan cocido, sino sólo un puñado de harina en el tarro y un poco de aceite en el
frasco. Apenas recoja un manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y
para mi hijo; lo comeremos, y luego moriremos". Elías le dijo: "No
temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero antes prepárame con eso una pequeña
galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así habla
el Señor, el Dios de Israel: El tarro de harina no se agotará ni el frasco de
aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la superficie
del suelo". Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías, y comieron
ella, él y su hijo, durante un tiempo. El tarro de harina no se agotó ni se
vació el frasco de aceite, conforme a la palabra que había pronunciado el Señor
por medio de Elías.
Palabra de Dios.
SALMO
Salmo 145, 6c-10
R. ¡Alaba al
Señor, alma mía! O bien: Aleluya.
El Señor mantiene su fidelidad para
siempre, hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor
libera a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos de los
ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos y
protege a los extranjeros. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda y
entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios,
Sión, a lo largo de las generaciones. R.
SEGUNDA LECTURA
Cristo se Sacrificó por Todos. Cristo ofreció a
Dios no dones artificiales, hechos por mano humana, sino que se dio a sí mismo
sin medida. Por esto su sacrificio, ofrecido de una vez para siempre, tuvo
suficiente poder para salvarnos.
Lectura de la carta a los Hebreos
9, 24-28
Cristo no entró en un santuario
erigido por manos humanas -simple figura del auténtico Santuario - sino en el
cielo, para presentarse delante de Dios en favor nuestro. Y no entró para ofrecerse
a sí mismo muchas veces, como lo hace el Sumo Sacerdote que penetra cada año en
el Santuario con una sangre que no es la suya. Porque en ese caso, hubiera
tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. En cambio, ahora
él se ha manifestado una sola vez, en la consumación de los tiempos, para
abolir el pecado por medio de su Sacrificio. Y así como el destino de los
hombres es morir una sola vez, después de lo cual viene el Juicio, así también
Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la
multitud, aparecerá por segunda vez, ya no en relación con el pecado, sino para
salvar a los que lo esperan.
Palabra de Dios.
EL EVANGELIO PARA EL DÍA DE HOY
Ella Ofreció Todo lo que Tenía para Subsistir. Mientras otros daban
lo que les sobraba, la pobre viuda dio todo cuanto tenía para sobrevivir. Fue
más generosa que nadie.
Ì Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12, 38-44
Jesús enseñaba a la multitud:
"Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas
vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las
sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer
largas oraciones. Éstos serán juzgados con más severidad". Jesús se sentó frente
a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna.
Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó
dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo:
"Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los
otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su
indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".
Palabra del Señor.
COMPARTIMOS LA PALABRA
La mirada de las personas es, a veces, muy distinta
a la de Jesús y a la de su Padre Dios.
En tiempos de Elías en Sarepta y en Israel en tiempos de Jesús, una mujer viuda era necesariamente, aunque fuera joven, alguien humanamente sin esperanza. La mujer dependía de su marido y si no lo tenía era pobre de solemnidad. De ahí que la palabra viuda y el adjetivo pobre estuvieran irremediablemente unidos.
En tiempos de Elías en Sarepta y en Israel en tiempos de Jesús, una mujer viuda era necesariamente, aunque fuera joven, alguien humanamente sin esperanza. La mujer dependía de su marido y si no lo tenía era pobre de solemnidad. De ahí que la palabra viuda y el adjetivo pobre estuvieran irremediablemente unidos.
Sin embargo, más allá de la pobreza, en Sarepta y
en Jerusalén, el distintivo de las mujeres que nos relatan los pasajes bíblicos
fue la generosidad. Ambas lo dieron todo, no lo que les sobraba, sino lo único
que tenían para vivir. Las dos lo ofrecieron a Dios. La primera atendiendo al
enviado de Dios y la segunda ofreciendo su limosna al Templo de Dios.
La orza de harina no se vació y la alcuza de aceite
no se agotó. Dios hace opción por los pequeños y los pobres. Menos mal que los
ojos y el corazón de Dios no son como los nuestros. Él se apiada del infeliz y
trata al pobre con misericordia.
En los textos la palabra viuda aparece tres veces.
Una en relación al profeta Elías, otra en relación a Jesús. Otra en relación a
los letrados. En las dos primeras la mirada sobre ellas es de misericordia y de
esperanza. En la que hace referencia a los letrados dice el evangelio que devoran
sus bienes con engaños.
Que contraste entre la mirada de Dios y del hombre
de Dios a la mirada de los que utilizan el nombre de Dios en vano. La mirada
del amor y la mirada de la codicia.
¿A qué nos invita la palabra? Primero a ser como la
viuda. Capaz de dar no lo que me sobra, sino lo que tengo para vivir, lo que
soy. A poner no mi confianza y mi corazón en los bienes, sino en Dios. Y
segundo a ser como Dios. Con una mirada profunda sobre las personas, para saber
descubrir la intencionalidad del corazón. Poniéndonos del lado de los que son
solidarios y no del lado de los que explotan y abusan de los más pequeños y de
los que menos tienen.
Es el 12 un capítulo, en el Evangelio de Marcos, de
polémicas y discusiones. El texto del evangelio de hoy tiene dos partes bien
diferenciadas, pero en ambas aparece la denuncia de Jesús. Dios, su Padre no es
indiferente ante las distintas actitudes.
Jesús no se pierde en teorías, va a lo concreto.
Jesús no se pierde en teorías, va a lo concreto.
1.- Contra los escribas y su actitud. Su modo
presuntuoso de vestir. Su deseo de ser reverenciados por la gente. Los primeros
puestos en sinagogas y cenas. Su engaño interesado a las viudas.
2.- En el templo. La diferente actitud ante la
limosna. Quien da de lo que le sobra con ostentación y la viuda que da todo lo
que tiene para vivir.
Actitud ante la vida: La de los escribas y los
ricos y la de la viuda y la gente sencilla.
Formas diferentes de ser y de vivir. Quienes
apostamos por el Evangelio lo tenemos bien claro. Seguir al Maestro significa
optar por su misma forma de ser y de vivir.
Nuestro modelo es Jesús, que como dice la Carta a
los Hebreos se ha entregado totalmente y para siempre para nuestra salvación.
ESTUDIO BÍBLICO
El culto verdadero es entregar la vida
Iª Lectura: 1Reyes (17,10-16): Dios está con los
que le necesitan
I.1. Esta lectura es del ciclo del profeta Elías,
el profeta más venerado de la tradición de Israel, aquél que se esperaba para
anunciar le llegada del Mesías y abrirle camino. El profeta Elías lucha contra los
falsos dioses y los cultos cananeos que se prodigaban en territorio de Israel.
El marco en que aparece este relato es una sequía que estaba a punto de matar
de hambre a los habitantes del pueblo. Lo curioso de todo ello es que aquí, el
profeta, anuncia el fin de esa sequía, pero no precisamente en territorio del
pueblo elegido, sino en Fenicia, en Sidón, en una aldea llamada Sarepta, donde
una viuda a penas puede atender a la petición del profeta, que se vale de este
signo para anunciar que Dios hará que no falte el pan y el aceite (porque
vendrá la lluvia y habrá trigo y el olivo dará su fruto).
I.2. Esta escena, podemos recordarlo, es la que Lc
4,14-30 ha elegido como paradigma para defender la libertad de la gracia de
Dios que llega a todos los hombre y a todos los pueblos, en la famosa escena de
Nazaret. Elías, pues, en vez de hacer este signo en territorio del pueblo de la
Alianza, es a una viuda (en el AT las viudas representas a los pobres y
necesitados) a la que le llega esta gracia. El profeta le pide pan que la mujer
está a punto de hacer para ella y su hijo, aunque cree que no sobrevivirán. ¿Le
pide el profeta un imposible? Todo es un simbolismo del relato, para poner de
manifiesto que Dios no abandonará a sus hijos. Con ello, el relato de hoy quiere
poner de manifiesto que los pobres siempre son más generosos para compartir que
los que gozan de todo.
IIª Lectura: Hebreos (9,24-28): El sacrificio de
nuestra misma vida
II.1. La segunda lectura del día prosigue con la
teología del sacerdocio de Cristo, que es primordial en esta carta. En esta
lectura se subraya, más que en ningún otro momento, la diferencia entre lo que
hace Cristo como sacerdote y el papel del sacerdocio de la antigua Alianza. El
texto está construido con una serie de elementos de contraste entre lo antiguo
y lo nuevo, el tipo y el anti-tipo, para resaltar la originalidad de la acción
de Cristo en su misión sacerdotal de borrar el pecado del mundo. El que Cristo
pudiera entrar en la intimidad de Dios, el santuario celeste, con su propia
vida, y no con sangre ajena de los sacrificios de animales, es de un valor
imperecedero. Ello pone de manifiesto que lo que Dios quiere es el corazón del
hombre, ya que Cristo le ha ofrecido su vida a Dios de una vez para siempre…
I.2. Ya, pues, no son necesarios los sacrificios de
animales, porque no valen para nada. Si tiene valor el concepto sacrificio y
todo lo que ello significa es porque se apunta a una entrega de la vida y de la
existencia a Dios y a los hermanos. Esta forma de hablar, que en cierta manera
no se desprende de un lenguaje ritual, demanda la abolición del pecado. Eso no
quiere decir que el “pecado” no siga existiendo y apoderándose del corazón
humano, pero el pecado no ha de triunfar sobre este mundo, ni sobre el corazón
del hombre. El mal está vencido en ese acto de amor de Cristo. Este mundo,
pues, se consumará un día y entonces el pecado habrá desaparecido. Pero
mientras vivimos y este mundo sea mundo, tenemos la fuerza de Cristo para
vencer el pecado. Esta es, pues, una exhortación para vivir el misterio de la
gracia que Cristo nos ha ganado.
Evangelio: Marcos (12,36-44): La religión sin fe,
no es verdadera
III.1. Marcos, antes del discurso escatológico y de
la pasión, nos ofrece una escena que está cargada de simbolismo. Se retoma, en
cierta forma, el papel de la viuda y el profeta Elías, como en el texto de 1Re
17,10. Las palabras contra los escribas que buscan los primeros puestos… y más
cosas, es probablemente una advertencia independiente, pero que se entiende en
nuestro texto con la narración que describe la acción de la viuda. Jesús, en el
Templo, está mirando a las personas que llegan para dar culto a Dios. A
Jerusalén llegaban peregrinos de todo el mundo; judíos piadosos, pudientes, de
la cuenca del Mediterráneo, que contribuían a la grandeza de Jerusalén, de su
templo y del culto majestuoso que allí se ofrecía. Siempre se ha pensado que el
culto debe ser impresionante e imperecedero.
III.2. ¿Está Jesús a favor o en contra del culto?
Esta pregunta puede parecer hoy capciosa, pero la verdad es que debemos
responder con inteligencia y sabiduría. ¡No! ¡No está Jesús contra el culto
como expresión o manifestación de la religión! Pero también es verdad que no
hace del culto en el templo un paradigma irrenunciable. Jesús respeta y
analiza… y saca las consecuencias de todo ello. No dice a la mujer que se vaya
a su casa… porque todo aquello es mentira. No era mentira lo que ella vivía,
sino lo que vivían los “prestigiosos” de la religión que no eran capaces de ver
y observar lo que él hizo aquella mañana y enseñó a los suyos con una lección
de verdadera religión y culto.
III.3. Si nos fijamos, Jesús está proponiendo el
culto de la vida, del corazón, ya que aquella viuda pobre ha echado en el arca
del tesoro lo que necesitaba para vivir. Ella estaba convencida, porque así se
lo habían enseñado, que aquello era para dar culto a Dios y entrega todo lo que
tiene. Es, si queremos, un caso límite, con todo el simbolismo y la realidad de
lo que ciertas personas hacen y sienten de verdad. Lo interesante es la
“mirada” de Jesús para distraer la atención de todo el atosigamiento del
templo, del culto, de los vendedores, de lo arrogantes escribas que buscan allí
su papel. Esa mirada de Jesús va más allá de una religión vacía y sin sentido; va
más allá de un culto sin corazón, o de una religión sin fe, que es tan
frecuente.
III.4. Esa es, pues, la interpretación que Jesús le
hace a sus discípulos. Los demás echan de lo que les sobra, pero la vida se la
reservan para ellos; la viuda pobre entrega en aquellas monedas su vida misma.
Ese es el verdadero culto a Dios en el templo de la vida, en el servicio a los
demás. Sucede, pues, que la viuda (con todo lo que esto significa en la Biblia)
ofrece una religión con fe, con confianza en Dios. Y solo Jesús, en aquella
barahúnda, es capaz de sentir como ella y de tener su mirada en penetrante
vigilancia de lo que Dios desea y quiere. Una religión, sin fe, es un peligro
que siempre nos acecha… que tiene muchos adeptos, a semejanza de los escribas
que buscan y explotan a los débiles, precisamente por una religión mal vivida e
interpretada. Jesús ha leído la vida de aquella pobre mujer, y desde esa vida
en unas pocas monedas, ha dejado que lleve adelante su religión, porque estaba
impregnada de fe en Dios.
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