LA EPIFANÍA
DEL SEÑOR
“vimos su
estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”
En muchas ocasiones la experiencia
del Misterio de Dios ha sido expresada por el ser humano con la imagen de la
luz.
En la reciente noche santa de la Natividad
del Señor el profeta Isaías nos ofrecía un hermoso texto que sintetiza muy bien
lo que celebramos en las fiestas de Navidad: “El pueblo que caminaba en
tinieblas vio una luz grande; habitaba tierra de sombras, y una luz les
brillo”.
Hoy vuelve con fuerza el mensaje de
la luz, que resplandece para todos los pueblos de la tierra. Luz condesada en
una estrella y orientada hacia Dios nacido en nuestra carne, Luz verdadera que
no conoce el ocaso. Y que se hace adoración y compromiso de amor para quienes
son iluminados por ella.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
I LECTURA
El
profeta anuncia una nueva luz para la ciudad y para sus habitantes. Pidamos
esta gracia hoy: que la ley de Dios se manifieste en nuestras comunidades,
calles y nos dé discernimiento para obrar y dar calor a la vida de los que
están solos y tristes.
Lectura del libro de Isaías 60, 1-6
¡Levántate, resplandece, porque
llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti! Porque las tinieblas cubren
la tierra y una densa oscuridad, a las naciones, pero sobre ti brillará el
Señor y su gloria aparecerá sobre ti. Las naciones caminarán a tu luz y los
reyes, al esplendor de tu aurora. Mira a tu alrededor y observa: todos se han
reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas
en brazos. Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón,
porque se volcarán sobre ti los tesoros del mar y las riquezas de las naciones
llegarán hasta ti. Te cubrirá una multitud de camellos, de dromedarios de
Madián y de Efá. Todos ellos vendrán desde Sabá, trayendo oro e incienso, y
pregonarán las alabanzas del Señor.
Palabra
de Dios.
SALMO
Salmo 71, 1-2. 7-8. 10-13
R. ¡Pueblos de la tierra, alaben al
Señor!
Concede, Señor, tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes, para que gobierne a tu pueblo con
justicia y a tus pobres con rectitud. R.
Que en sus días florezca la
justicia y abunde la paz, mientras dure la luna; que domine de un mar hasta el
otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra. R.
Que los reyes de Tarsis y de las
costas lejanas le paguen tributo. Que los reyes de Arabia y de Sabá le traigan
regalos; que todos los reyes le rindan homenaje y lo sirvan todas las naciones.
R.
Porque él librará al pobre que
suplica y al humilde que está desamparado. Tendrá compasión del débil y del
pobre, y salvará la vida de los indigentes. R.
SEGUNDA LECTURA
En
la fiesta de la Epifanía, se celebraba la revelación de Dios a los paganos, a
aquellos que no pertenecían a Israel. Esta carta expone que la misión de los
apóstoles justamente consiste en difundir esa revelación. Hoy nos toca
actualizar esta epifanía, haciendo llegar la luz de la fe a los más alejados, y
recibiendo a todos los que quieran estar cerca de Jesucristo, sin el
impedimento de la condición en que se encuentren.
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los cristianos de Éfeso 3, 2-6
Hermanos: Seguramente habrán oído
hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes.
Fue por medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal
como acabo de exponérselo en pocas palabras. Al leerlas, se darán cuenta de la
comprensión que tengo del misterio de Cristo, que no fue manifestado a las
generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a
sus santos apóstoles y profetas. Este misterio consiste en que también los
paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y
beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio.
Palabra de
Dios.
EL
EVANGELIO PARA EL DÍA DE HOY
Durante
este tiempo de Navidad, la estrella ha sido uno de los símbolos más presentes
en los adornos y la ornamentación de casas, calles y negocios. Que esta
estrella sea siempre la señal que nos indique hacia dónde nos encaminamos: como
los Magos, en movimiento, preguntando, hacia el encuentro con el Rey de nuestra
vida, que ha querido manifestarse al mundo.
Ì Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 2, 1-12
Cuando nació Jesús, en Belén de
Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en
Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de
nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo". Al
enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces
reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para
preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. "En Belén de Judea, le
respondieron, porque así está escrito por el Profeta: 'Y tú, Belén, tierra de
Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá,
porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel'".
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y, después de averiguar con
precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén,
diciéndoles: "Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando
lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle
homenaje". Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían
visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el
niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría y, al entrar en la casa,
encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje.
Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como
recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes,
volvieron a su tierra por otro camino.
Palabra del
Señor.
COMPARTIMOS
LA PALABRA
La Luz nos llama a ser luz
Los magos, escrutadores de la
inmensidad, encuentran por fin hoy la causa de su estrella. El Niño que ha
nacido es Luz para lo oscuridad de su perplejidad, es Respuesta para sus
interrogantes más profundos, es Descanso para su peregrinar inquietante. Por
eso, “cayendo de rodillas, lo adoraron”.
La Luz que es el Señor Jesucristo
hoy se nos ofrece a todos. También hoy las tinieblas cubren la tierra de no
pocos corazones humanos, zarandeados y angustiados por la zozobra de un futuro
incierto. Quizás cada uno de nosotros, los que ahora leemos esta reflexión,
también tenemos en las honduras del ser nuestros recovecos personales de
oscuridad: desconfianza, temores, egoísmos recalcitrantes, tristeza de origen
difuso, insatisfacciones inconfesables, salud quebrada, metas que se han ido
desplazando…
Él, el Dios cercano y ofrecido al
mundo, a todos nos regala la Luz que encierra su misterio de entrega, de vida
que no acaba, de plenitud que enciende resplandores de firme esperanza.
Acoger y adorar, como los magos,
esta Luz, nos llama y exige a ser también nosotros luz. ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo
ser cada uno de nosotros hoy estrella, luz, eco, que refiera al Misterio de
Dios?
Aunque suene a manido, tendremos
que volver a los caminos tantas veces trazados, y siempre faltos de intensidad
en la vivencia.
Para ser hoy su estrella deberemos
seguir siendo buscadores de sentido. Siempre inquietos e insatisfechos, siempre
impulsados a más allá de nuestros logros y consecuciones de lo inmediato.
Para ser hoy su estrella deberemos
seguir siendo oferta de amor. A todo ser humano. Incansables buscadores de un
mundo más habitable, de una humanidad más unida; donde el respeto, la justicia,
la honradez y la paz sean tareas iniciadas y construidas cada día.
Para ser hoy su estrella deberemos
seguir siendo manantial de esperanza. Aquellos que viven la certeza de que
nadie se perderá; de que la vida, tan frágil y vulnerable, está en buenas
manos.
Para ser hoy su estrella deberemos
seguir siendo adoradores extasiados de su grandeza manifestada en nuestra
propia pequeñez. Aquellos que viven siempre orientados hacia Él, el que inicia
y completa nuestra fe, el que nos hace ser un cántico de alabanza para gloria
de su nombre.
Para ser hoy su estrella deberemos
seguir siendo sus testigos. Sin complejos ni prepotencias. Seguros de la
consistencia de las sendas trazadas por Él, tan profundamente humanas que sólo
pueden ser de Dios, Luz que hoy se manifiesta al mundo entero.
ESTUDIO
BÍBLICO
Iª Lectura: Isaías (60,1-6): Dios
de todos los pueblos
I.1. El texto del libro del profeta
Isaías adelanta el sentido de la fiesta: el universalismo de la salvación de
Dios. El Trito-Isaías (la tercera parte del libro de Isaías, con oráculos de un
profeta desconocido), se vale de la imagen de Jerusalén, símbolo de la
presencia de Dios, para afirmar que todos los pueblos buscarán a ese Dios. Pero
no se hace por la apologética barata de que el Dios nacional de Israel sea el
único y verdadero. El Dios del profeta no es un Dios nacionalista, y con ello
cae por tierra ese nacionalismo religioso que muchas veces se ha usado para
grandes despropósitos. Si el profeta se vale de Jerusalén, es porque el profeta
no puede dejar de ser un judío en su mundo y en su cultura.
I.2. Pero la intuición del profeta
se perfila en el sentido de que Jerusalén ha sido humillada muchas veces en su
historia. Comparada con las grandes ciudades de la cultura y la religión que la
han rodeado ha sido humillada, postrada, asediada y ha sido pasada a cuchillo.
Ahora, teniendo Dios allí su morada (cosa que el profeta entiende al pie de la
letra, pero nosotros no estamos obligados a ello) es testigo de cómo vienen
todos los pueblos, todas las religiones, todas las culturas, para ver la luz de
Dios, trayendo sus dones. Dios, pues, escoge a la Jerusalén maltrecha para
decir quién es y qué quiere de la humanidad entera. Este es el evangelio, el
misterio, del Trito-Isaías para sus contemporáneos. El texto resonará en el
evangelio de Mateo del día de hoy.
IIª Lectura: Efesios (3,2-3.5-6):
El misterio de Dios se revela a todos
II.1. El texto de Efesios nos habla
del “misterio” que le ha sido encomendado al Apóstol para que lo lleve a todos
los pueblos, a los paganos, a los gentiles (diríamos a los que no tienen Dios).
¿Cómo es posible? El texto es un texto paulino, una “confesión” que retrata a
Pablo, si bien la carta a los Efesios es muy posible que no haya sido escrita
por él, sino por un discípulo que quiere mantener en alto la antorcha de la
vocación y la misión del Apóstol. Efectivamente, vemos un interés especial en
describir la originalidad de la misión paulina. Y en esto no hay nada que
objetar. Las cartas auténticas de Pablo nos revelan, por activa y por pasiva,
que esta ha sido la vocación y la historia de Pablo, por lo que ha dado su vida
“en Cristo”.
II.2. Se habla del “don de la
gracia”, de una “revelación” que ha recibido el apóstol. Esta es la verdad si
comparamos nuestro texto con Gal 1,12.16. Aquí se refiere al camino de Damasco
como punto focal de esta iniciativa divina. Dios lo ha llamado para ser apóstol
de los paganos y para ello le ha entregado el evangelio de la salvación. Lo que
en nuestro texto de hoy se llama “misterio”, es lo mismo. Porque el evangelio
es la buena noticia de que Dios ha decidido salvar a todos los hombres, de
cualquier raza y religión. Es eso lo que el autor de Efesios llama misterio y
lo que Pablo llama varias veces “mi evangelio”.
Evangelio: Mateo (2,1-12): La
estrella de la salvación de la humanidad entera
III.1. Texto complicado, simbólico,
arcaico, prefigurativo, midráshico. Todos estos adjetivos se usan a la hora de
leer e interpretar el relato de Mateo sobre los magos (magoi, en griego, no
reyes) que vienen en busca de una estrella. Y la verdad es que la exégesis
bíblica ya ha dado numerosas muestras de madurez a la hora de interpretar un
relato de este tipo, que desde luego, no puede leerse histórica o fácticamente,
al menos con opciones fundamentalistas. Tenemos que reconocer que nos
encontramos ante una magnífica página teológica, con sabor oriental y con una
cristología de las primeras comunidades cristianas, especialmente la de Mateo,
que vio en el texto de Miqueas (5,1) la prefiguración de Jesús como Mesías, por
su nacimiento en Belén. La comunidad de Mateo, de origen judeo-cristiano,
necesitó leer mucho las Escrituras, el AT, para rastrear su identidad de
aceptar a Jesús como el Mesías en todos los sentidos. Consiguientemente, es
posible que en una comunidad de este tipo se viera necesario, como
causa-efecto, que si Jesús es considerado el Mesías, tenga que nacer en Belén.
III.2. Pero ¿qué papel desempeñan
los magos? Pues el de aquellos que extraños al judaísmo y a su religión, han
buscado y han interpretado los signos de los tiempos y se han arriesgado
también a aceptar al niño de Belén como su luz. Es verdad que estos textos de
Mateo, como los de Lucas, no pueden haber sido escritos sino después de que las
comunidades cristianas proclamaran a Jesús resucitado. No podía ser de otra
manera. Pero el texto de Mateo es más especial, si cabe, porque está
“empedrado” de alusiones a textos veterotestamentarios que se leen con el
sentido de cumplimiento o de alusiones significativas. Todos los grandes
personajes de la historia han tenido su “estrella”, como Alejandro Magno, Augusto,
y el “rey de los judíos” no podía ser menos a la hora de presentarlo ante toda
la humanidad. Desde luego no es necesario pensar o defender que en el momento
del nacimiento de Jesús se produjo una gran conjunción de Júpiter y Saturno en
la constelación de Piscis; es bastante hipotético que sea así, y tampoco
podemos decir que esté contemplado en nuestra narración. Además, si esta
conjunción pudiera probarse para el año 7 a.C. (como algunos sostienen),
todavía no se “buscaría” a Jesús como el “rey de los judíos”, porque este
título no podía aplicársele desde su nacimiento, sino después de la muerte (es
el título de la condena en la cruz) y la resurrección.
III.3. Desde el significado de la
fiesta de hoy es mucho más iluminador leer el texto sin buscar exageradamente
coincidencias históricas. Por eso interesa resalta su tejido midráshico
(actualización y adaptación de textos bíblicos). Así podemos ver que nuestro
relato ha podido confeccionarse teniendo en cuenta al profeta Balaam
(Num24,17), un extranjero llamado por Balaq para maldecir a Israel; pero sucede
lo contrario: lo bendice preanunciando la estrella de Jacob, el padre de las
tribus. De la misma manera, el texto de Is 60,6 (nuestra primera lectura) con
los camellos y dromedarios cargados de dones que vienen a Jerusalén y, no
menos, el sentido del Sal 72,10.15 sobre los reyes de tierras lejanas que traen
regalos al rey del futuro. La fe de los primeros cristianos tuvo que formularse
de esta forma y de esta manera, expresarse simbólicamente. La verdad es que los
cristianos aceptaron a Jesús como el Mesías verdadero, el que traería la
salvación a todos. No había más remedio que rebuscar en la Escritura para dar
sentido a todo ello.
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