domingo, 27 de enero de 2013

DOMINGO 3º DEL TIEMPO ORDINARIO



“El Espíritu del Señor me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres”

La liturgia de hoy está centrada en lo que podíamos llamar la presentación del proyecto o programa de Jesús al iniciar su vida pública.

El evangelio (Lc.4,14-21), es la presentación del propio Jesús ante sus paisanos. Lucas nos presenta a Jesús, el hijo de José el carpintero de Nazaret, como el Mesías, el ungido del Señor anunciado por los antiguos profetas. Trae un mensaje nuevo, viene a restaurar a la humanidad caída, ofreciéndola un horizonte de felicidad, de liberación de todas sus angustias, es la sanación integral que empieza aquí en esta vida, en nuestro entorno y culmina en la casa del Padre. Este, va a ser el núcleo del mensaje de Jesús que se inicia en Galilea y se desplegará a lo largo de su vida pública hasta subir a Jerusalén, invitando a todos los hombres y mujeres que quieran seguir sus pasos.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

I LECTURA

El texto nos muestra una gran celebración popular, presidida por la autoridad civil (Nehemías) y la autoridad religiosa (Esdras). Esto ocurrió cuando el pueblo, que estaba cautivo en Babilonia, regresó a su tierra luego de casi cincuenta años de exilio. Bien merecida es la fiesta de reencuentro con su tierra y con su identidad.

Lectura del libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10

El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la Asamblea, compuesta por los hombres, las mujeres y por todos los que podían entender lo que se leía. Era el primer día del séptimo mes. Luego, desde el alba hasta promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante la puerta del Agua, en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley. Esdras, el escriba, estaba de pie sobre una tarima de madera que habían hecho para esa ocasión. Abrió el libro a la vista de todo el pueblo -porque estaba más alto que todos- y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: "¡Amén! ¡Amén!". Luego se inclinaron y se postraron delante del Señor con el rostro en tierra. Los levitas leían el libro de la Ley de Dios, con claridad, e interpretando el sentido, de manera que se comprendió la lectura. Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: "Éste es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren". Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley. Después añadió: "Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden una porción al que no tiene nada preparado, porque éste es un día consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes".
Palabra de Dios.
SALMO

Salmo 18, 8-10. 15

R. Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida.

La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.

Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R.

La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.

¡Ojalá sean de tu agrado las palabras de mi boca, y lleguen hasta ti mis pensamientos, Señor, mi Roca y mi redentor! R.


II LECTURA

Hermanos: Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. El cuerpo no se compone de un solo miembro sino de muchos. Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 12, 12-30

Hermanos: Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. El cuerpo no se compone de un solo miembro sino de muchos. Si el pie dijera: "Como no soy mano, no formo parte del cuerpo", ¿acaso por eso no seguiría siendo parte de él? Y si el oído dijera: "Ya que no soy ojo, no formo parte del cuerpo", ¿acaso dejaría de ser parte de él? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Y si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato? Pero Dios ha dispuesto a cada uno de los miembros en el cuerpo, según un plan establecido. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? De hecho, hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decir a la mano: "No te necesito", ni la cabeza, a los pies: "No tengo necesidad de ustedes". Más aún, los miembros del cuerpo que consideramos más débiles también son necesarios, y los que consideramos menos decorosos son los que tratamos más decorosamente. Así nuestros miembros menos dignos son tratados con mayor respeto, ya que los otros no necesitan ser tratados de esa manera. Pero Dios dispuso el cuerpo, dando mayor honor a los miembros que más lo necesitan, a fin de que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros sean mutuamente solidarios. ¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría. Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo. En la Iglesia, hay algunos que han sido establecidos por Dios, en primer lugar, como apóstoles; en segundo lugar, como profetas; en tercer lugar, como doctores. Después vienen los que han recibido el don de hacer milagros, el don de sanar, el don de socorrer a los necesitados, el don de gobernar y el don de lenguas. ¿Acaso todos son apóstoles? ¿Todos profetas? ¿Todos doctores? ¿Todos hacen milagros? ¿Todos tienen el don de sanar? ¿Todos tienen el don de lenguas o el don de interpretarlas?
Palabra de Dios.
EVANGELIO

"Esta es la misión de Cristo, llevar la buena noticia a los pobres, a los que solo reciben malas noticias, a los que no sienten más que el atropello de los poderosos, a los que ven pasar por encima de ellos, las riquezas que hacen felices a otros. Para estos viene el Señor, para hacerlos felices y decirles: no ambicionen, siéntanse dichosos y ricos con el gran don que les trae el que siendo rico se hizo pobre para estar con ustedes y saber que la mejor felicidad es compartir la alegría que Dios siente, con sus pobres".

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquéllos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido. Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor". Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

El pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley

En la primera lectura de hoy encontramos un episodio del libro de Nehemías que nos ayuda a entender la Novedad del mensaje de Jesús. Es un episodio lejano de la historia de Israel, en el que el sacerdote Esdras, después del cautiverio de Babilonia, se reúne con todo el pueblo y de una forma solemne lee el libro de la ley (Torah) que para los judíos era el símbolo de la alianza de Yhave con su pueblo. Todos, hombres y mujeres, están atentos y lloran sobrecogidos al escucharle y sentir la responsabilidad de ser el pueblo escogido por Dios, pero Esdras les alienta y anima para que lo reciban con gozo y alegría. No lloréis porque hoy es un día de fiesta, les dice. La razón es porque el Señor se compromete con su pueblo Israel y será su fortaleza y su apoyo para cumplir la ley.

Podemos ver un paralelismo entre este texto y el evangelio de Lucas, pero a la vez hay una gran diferencia. Jesús, que dirá más tarde que no viene a abolir la ley ni los profetas, quiere mostrarnos, de entrada, el contraste, la novedad, la nueva identidad del pueblo de Dios fundamentada en el amor. Con su presencia, va a dar comienzo un Tiempo Nuevo, de libertad y de gracia, fundado en el amor de un Padre común de todos que no excluye a nadie. Por eso también su lenguaje va a ser nuevo, va a señalar a quienes va dirigida preferencialmente esta buena noticia, que como sabemos son los más necesitados, los que no cuentan para nada en la sociedad y solo pueden mirar con esperanza al Señor que es Padre y se compromete con ellos para liberarlos de sus angustias. Esta será la nueva identidad del Reino que luego predicará Jesús de Nazaret.

El Evangelio: Transmisión de la fe de las primeras comunidades cristianas

Antes de entrar en el núcleo del mensaje de las lecturas del día de hoy que fundamentalmente reside en el episodio de la Sinagoga de Nazaret, donde Jesús se presenta ante sus paisanos y señala su misión, leemos, como un inciso, los primeros versículos del evangelio de Lucas (Lc. 1,1- 4). Es una especie de preámbulo al tema principal que no podemos pasar por alto, ya que al meditar a lo largo de este ciclo litúrgico este evangelio, el autor quiere hacernos ver cómo lo ha redactado y a la vez recordarnos el proceso de la trasmisión y el origen de nuestra fe que llega hasta hoy.

Al evangelista Lucas le interesa destacar que lo que va a exponer, no es de su invención, sino que lo ha recogido de los primeros testigos y seguidores de Jesús, después de comprobarlo todo con exactitud. Es, por tanto, la trasmisión de algo que todavía está vivo en los hombres y mujeres que fueron testigos presenciales, y que escucharon las enseñanzas de Jesús. La intención de Lucas es ante todo catequética ya que quiere mostrarnos el fundamento de nuestra fe que se apoya en la experiencia vivencial de aquellos primeros cristianos que escucharon la palabra de Jesús, y nos la trasmiten recogida cuidadosamente por este evangelista. Su intención es llevarnos a vivir con la misma intensidad la misma experiencia que ellos vivieron.

El Señor me ha enviado para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.

Jesús, al presentarse ante sus paisanos de Galilea, quiere poner de relieve dos cosas, que él es el Mesías, el envido del Señor y a la vez exponer la a buena noticia que procede del Padre.

Le interesa hacerlo en Galilea, su pueblo natal, aquí le conocen sus paisanos, es el hijo de José el carpintero de Nazaret, procede del linaje de David, pero su identidad es más compleja, es el Mesías anunciado por los profetas y esperado por el pueblo, heredero de la promesa, es también el hijo de Dios. Quiere hacerlo de una manera solemne, en la Sinagoga de Nazaret, donde los judíos se reunían a escuchar la Torah, la ley de Moisés. Sabe también, que está hablando con judíos fervorosos, familiarizados con la Escritura, por eso se apoyará en ella.. Le invitan a comentarla y elige a propósito un texto muy conocido del profeta Isaías que nadie discutía, y que sintetiza perfectamente la función del Mesías. Se inicia con estas palabras: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido, me ha destinado para anunciar la buena noticia a los pobres, a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista…

Esta es su presentación. Es un punto de partida con el que quiere destacar que su mensaje no es suyo, que está anunciado en las Escrituras y que está hablado en nombre de su Padre Dios. Su programa está muy lejos de ser una exposición de la Ley, como hemos visto en la primera lectura. Es un anuncio nuevo, para un tiempo nuevo de gracia del Señor que se está iniciando. Es un mensaje fundado en el Amor que supera la Ley y los rituales propios de cualquier religión, como la judía.

La Buena Noticia de Jesús va dirigida, fundamentalmente, a todos aquellos excluidos hasta entonces del mensaje salvífico de Dios, como son los pobres, los ciegos, los marginados los que sufren la opresión del tipo que sea, a todos ellos quiere liberar de sus angustias ofreciéndoles un año de gracia del Señor, es decir abriéndoles una perspectiva de amor y de liberación.

Este programa que presenta hoy en la sinagoga de Nazaret va a desplegarlo a lo largo de su vida pública al anunciar lo que Jesús llamará más tarde el Reino de Dios, que está dentro de nosotros, por eso dirá también que ya ha comennzado, para que lo descubramos, pero tendrá su plenitud en la casa del Padre. Está fundamentado en el amor y se realiza a través del compromiso personal de todos los seguidores de Jesús con los hombres y mujeres que necesitan más nuestra ayuda para recobrar su dignidad perdida de hijos de Dios. Esta es la luz que ofrece a los ciegos, es la liberación de los cautivos rompiendo sus propias ataduras, la auténtica sanación del hombre. Pero para eso nos pide a todos el compromiso para crear unas nuevas estructuras sociales más justas, lejos del egoísmo y la ambición que está impidiendo a los pobres, a los marginado y a tantos otros realizarse en plenitud y vivir una vida en definitiva más humana y esperanzada. Es la fuerza del amor que procede de Dios, el único que puede liberarnos de todo tipo de angustia.

Hoy se cumple la Escritura que acabáis de oír.

Jesús, después de leer este pasaje puesto en pie ante la sinagoga, pendiente de sus palabras, les dice: Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír.

Con toda propiedad podemos pensar que estas palabras se siguen cumpliéndose cada día donde quiera que haya un solo seguidor de Jesús de Nazareno. San Pablo nos lo recuerda hoy en su carta a los Corintios, somos miembros del “Cuerpo de Cristo”. Sacramento de salvación en medio del mundo. Cada uno con su carisma, con una misión que cumplir, todos alentados por la fuerza de un mismo Espíritu. Todos somos necesarios. La misión del cristiano es comprometerse con el proyecto de Jesús que nos propone el evangelio, porque sigue teniendo validez en el mundo de hoy.


ESTUDIO BÍBLICO

El Evangelio: Una Buena Noticia de Salvación

Iª Lectura: Nehemías (8,1-10): La identidad de un pueblo en la Ley

I.1. La primera lectura está tomada del libro de Nehemías (8,1ss) y se quiere poner de manifiesto que cinco siglos antes el escriba Esdras había inaugurado la praxis de leer la Palabra de Dios, en esta caso la Torah (el Pentateuco), que es lo que le dio identidad a este pueblo después del destierro de Babilonia. Este es un dato incontrovertible, el pueblo de Israel tiene su identidad en la fidelidad a la Torah y de ahí nacerá el judaísmo como religión que llegará a nuestros días. Es solamente después del destierro de Babilonia cuando se puede hablar de la Torah como elemento determinante. Ni siquiera en tiempos de Josías, con su reforma y el descubrimiento del libro del Deuteronomio en el templo podíamos hablar de que ya existiera.

I.2. Es esto lo que ha creado el tópico de la “religión del libro” en el judaísmo que tiene su parte de verdad, aunque requiere sus matices. En el fondo, la descripción de la lectura de hoy es propia de una época que quiere exaltar un momento determinado. De hecho, si los sacrificios y holocaustos fueron muy importantes en la religión de Israel, la lectura y meditación de la Ley va a convertirse en el primer elemento de identidad de un buen judío. Esto sigue siendo hoy determinante. Y debemos decir que es una aportación religioso-cultural del judaísmo que tiene un gran valor. Es la espiritualización de una religión, donde ya no se ven de igual manera los sacrificios de animales, aunque se seguirá practicando hasta la destrucción de templo de Jerusalén por los romanos en el a. 70 de la C. E. Pero la identidad del nuevo pueblo no radica en la Ley, sino en el evangelio de Jesucristo, que es más liberador y más humano. Los cristianos leeremos el evangelio como identidad, no la Torah, porque entre una cosa y otra existe una diferencia profética.

IIª Lectura: 1ª Corintios (12,12-30): La diversidad vivida en comunión

II.1. La lectura segunda, vuelve sobre la 1ª Carta a los Corintios como relato continuo que se va a ir desmenuzando estos domingos. Para explicar la distribución de los dones y la necesidad de un buen funcionamiento de los diversos servicios y ministerios, recurre a un símil: la Iglesia, la comunidad, es como el cuerpo (sôma) humano, organismo que no puede subsistir mas que gracias a la diversidad de sus órganos y de sus funciones, y que a pesar de su multiplicidad, es una unidad inquebrantable en razón de sus misma diversidad: ¿quien quisiera estar sin manos, o sin pies, o sin ojos, o sin oído? Pues de la misma manera sucede con el cuerpo de Cristo, con la comunidad cristiana. La fuerza de su argumentación sobre la metáfora del cuerpo no es otra que la unidad y la pluralidad. Pues lo que sucede en el cuerpo, dice Pablo, “así es también en Cristo” para dar a entender la unión entre Cristo y la Iglesia. La Iglesia debe estar en Cristo y es su “cuerpo”.

II.2. Unos valdrán más que otros; unos pueden estar más preparados que otros; algunos gozar de una mayor dignidad; pero todos unidos forman la unidad del cuerpo de Cristo. Eso significa que en la Iglesia no podemos prescindir de nadie. Porque, como en el cuerpo humano, si un miembro sufre, todos sufren y todos nos necesitamos. Ese pluralismo en la unidad –que no uniformidad-, debe ser tenido muy en cuenta a la hora de saber vivir la experiencia cristiana en la Iglesia. El “vosotros sois el cuerpo de Cristo” es una afirmación que tiene su sentido en el contexto en que está hablando Pablo: los distintos carismas, servicios y actuaciones en la Iglesia. Esto, a su vez significa que el papel que cada uno juegue en la comunidad cristiana no es para sentirse superior a otros. La pluralidad se cura en la unidad, sin llegar a ser unificación de vida o de ideas; y la pluralidad se cura, como veremos en otro momento (1Cor 13), con la caridad.

Evangelio: Lucas (1, 1-4; 4, 14-21): La fuerza liberadora del evangelio

III.1. La lectura del evangelio se introduce con un prólogo (Lc 1,1-4) en el que el evangelista expone el método que ha seguido para componer su obra: ha usado tradiciones vivas, orales y escritas, e incluso, sabemos hoy, que ha usado el evangelio de Marcos como fuente. No quiere decir que lo siga al pie de la letra aunque, en grandes bloques, le sirve como estructura. Lo que sí está claro es que Lucas, con su mentalidad occidental, cuidadosa, historicista (en lo que cabe en aquella época) se ha informado cuanto ha podido para escribir sobre Jesús de Nazaret. No obstante, su obra no es la “historia de Jesús”, una historia más, sino que, como en el caso de Marcos, es el evangelio, la buena noticia de Jesús lo que importa. Por eso, en realidad, la lectura del evangelio tiene su fuerza en el episodio de Jesús en la sinagoga de Nazaret, donde se había criado (Lc 4, 14-21), después de presentarlo como itinerante en la sinagogas de Galilea, donde se comenzó a escuchar esa buena noticia para todos los hombres.

III.2. Es ya significativo que el evangelio no se origina, no aparece en Jerusalén, sino en el territorio que, como Galilea, tenía fama de influencias paganas y poco religiosas, de acuerdo con las estrictas normas de Jerusalén. De ahí el dicho popular: “y todo comenzó en Galilea”. Lucas, no obstante, concederá mucha importancia al momento en que Jesús decide ir hacia la capital del judaísmo, (9,51ss) ya que un profeta no puede evitar Jerusalén. Y Lucas es absolutamente consciente que Jesús es el profeta definitivo de la historia de la humanidad. Así nos lo presenta, pues, en ese episodio de la sinagoga del evangelio de hoy: dando la gran noticia de un tiempo nuevo, de un tiempo definitivo en que aquellos que estaban excluidos del mensaje salvífico de Dios, son en realidad los primeros beneficiarios de esa buena nueva.

III.3. El relato de la sinagoga de Nazaret, lo que leemos hoy (4,14-21) es una construcción muy particular de Lucas; una de las escenas programáticas del tercer evangelista que quiere marcar pautas bien definidas de quién es Jesús y lo que vino a hacer entre los hombres. Eso no quiere decir que la escena no sea histórica, pero está retocada por activa y por pasiva por nuestro autor para lograr sus objetivos. Es el programa del profeta de Galilea que viene a su pueblo, Nazaret y desde la sinagoga, lugar de la proclamación de la palabra de Dios, lanzar un mensaje nuevo. Por ello, el mensaje que nos propone Lucas sobre lo que Jesús pudo decir en Nazaret y en las otras sinagogas se inspira en textos bien precisos (Is 61,1-2; 58,6) que hablan de la buena nueva para los ciegos, cojos, pobres, excluidos o condenados de cualquier raza o condición.

III.4. Resaltemos, pues, que el texto que se lee en la sinagoga,-el que le interesa citar a Lucas-, es un texto profético, aunque también se leía y proclamaba la Ley (había una lectura continua que se conoce como parashâh). El cristianismo, -no olvidemos la primera lectura de hoy-, encuentra su fuente de inspiración más en las palabras de los profetas que en las tradiciones jurídicas del Pentateuco (halaka). Esto no lo podemos ignorar a la hora de entender y actualizar un texto como este que Lucas ha construido sobre la predicación de Jesús en la sinagoga de Nazaret. Jesús era un profeta y el pueblo lo veía como tal. Es eso lo que Lucas quiere subrayar en primer lugar y por eso ha “empalmado dos textos de Isaías para ajustar su mensaje liberador y de gracia.

III.5. Incluso se va más allá, ya que Jesús, como profeta definitivo, corrige las mismas experiencias de los profetas del Antiguo Testamento. En esos textos citados por Lucas se hace caso omiso de la ira de Dios contra aquellos que no pertenecen al pueblo de Israel. Dios, pues, el Dios de Jesús, no ama a un pueblo excluyendo a los otros, sino que su proyecto es un proyecto universal de salvación para todos los hombres. Por eso su mensaje es evangelio, buena nueva. Así concluye el mensaje fundamental del evangelio de este domingo, aunque la escena es mucho más compleja y determinante (no obstante, la continuación de la misma se guarda como lectura evangélica para el próximo domingo). Lo importante está dicho: en Galilea, Jesús profeta, rompiendo el silencio de Nazaret, nos trae la buena nueva a todos los que la anhelamos, aunque seamos pecadores. Nadie está excluido de la salvación de Dios.

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