“Mi boca
anunciará incesantemente tus actos de justicia y salvación”
Por experiencia sabemos que estamos
dispuestos a escuchar a los otros, con tal de que nos digan lo que nos agrada,
lo que se ajusta a nuestro modo de pensar. Pero cuando nos recuerdan cosas -incluso cosas buenas- que exigen mucho de nosotros o que
distorsionan nuestro modo de pensar y de actuar, cerramos nuestros oídos y
nuestros corazones. Sin embargo, es bueno que Jesús nos recuerde valores que
sacuden nuestra conciencia cuando nos descuidamos de practicarlos: como
perdonar, preocuparse de los pobres, alzarse a favor de lo recto y justo.
Escuchemos hoy al Señor y a todos los que hablan en su nombre.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
I LECTURA
"La
elección de Dios tiene como objetivo una misión: la de ser profeta para las
naciones, expresión difícil que no se puede comprender más que a partir del
sentido que se le dé a la palabra 'nación' en el libro, ya que el término
abarca al pueblo de Israel y a los pueblos relacionados con él".
Lectura
del libro del profeta Jeremías 1, 4-5. 17-19
En tiempos del rey Josías, la
palabra del Señor llegó a mí en estos términos: Antes de formarte en el vientre
materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado,
te había constituido profeta para las naciones. En cuanto a ti, cíñete la
cintura, levántate y diles todo lo que yo te ordene. No te dejes intimidar por
ellos, no sea que te intimide yo delante de ellos. Mira que hoy hago de ti una
plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo el
país: frente a los reyes de Judá y a sus jefes, a sus sacerdotes y al pueblo
del país. Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque yo estoy
contigo para librarte.
Palabra
de Dios.
SALMO
Salmo 70, 1-4a. 5-6ab. 15ab. 17
R.
Mi boca, Señor, anunciará tu salvación.
Yo me refugio en ti, Señor, ¡que
nunca tenga que avergonzarme! Por tu justicia, líbrame y rescátame, inclina tu
oído hacia mí, y sálvame. R.
Sé para mí una roca protectora, tú
que decidiste venir siempre en mi ayuda, porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.
¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío! R.
Porque Tú, Señor, eres mi esperanza
y mi seguridad desde mi juventud. En ti me apoyé desde las entrañas de mi
madre; desde el vientre materno fuiste mi protector. R.
Mi boca anunciará incesantemente
tus actos de justicia y salvación, Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud,
y hasta hoy he narrado tus maravillas. R.
SEGUNDA LECTURA
Muchas
actividades se realizan a diario en nuestras comunidades: encuentros,
conferencias, reuniones, entrega de comida y alimentos, visitas a enfermos y
acompañamiento, y muchas otras. Y San Pablo nos dice que si no amamos a esas
personas con las cuales entramos en relación, nuestras palabras y nuestras
acciones están vacías.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 1Cor 12,
31-13, 13
Hermanos: Aspiren a los dones más
perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino más perfecto todavía. Aunque yo
hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor,
soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el
don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque
tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no
soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y
entregara mi cuerpo para hacer alarde, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no
se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita,
no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se
regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de
lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es
imperfecta y nuestras profecías, limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto,
cesará lo que es imperfecto. Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía
como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado
las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos
cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me
conoce a mí. En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el
amor, pero la más grande de todas es el amor.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
El
profeta es quien habla de parte de Dios. Y Jesús cumple perfectamente esta
definición. En la historia humana, los profetas siempre han recibido rechazo, y
sin embargo, nunca dejaron de mostrarse, hablar y hasta morir por el mensaje
que transmitían. Y eso es así porque Dios nunca nos deja sin su Palabra. Los
profetas lo saben, y comprometen su vida para anunciarla.
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Lucas 4, 21-30
Después que Jesús predicó en la
sinagoga de Nazaret, todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de
admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían:
"¿No es éste el hijo de José?". Pero él les respondió: "Sin duda
ustedes me citarán el refrán: 'Médico, sánate a ti mismo'. Realiza también
aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaúm".
Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su
tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías,
cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre
azotó todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a
una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en
Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino
Naamán, el sirio". Al oír estas palabras, todos los que estaban en la
sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad,
hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con
intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su
camino.
Palabra
de Señor.
COMPARTIMOS LA PALABRA
Te nombré profeta de los gentiles.
En la primera lectura de hoy se nos
invita a no tener miedo a la hora de hacer uso de la “garganta” para proclamar
al Señor. La profecía de Jeremías se puede analizar desde una perspectiva
susceptible de ser desdoblada en otras dos:
Por un lado, nos muestra al Mesías,
elegido por Dios como columna indestructible frente a toda la humanidad. Con él
está Dios para hacerlo invencible.
Por otra parte, entre líneas, se
nos lee a cada uno de nosotros, que aparecemos como profetas (no olvidemos que
el bautismo nos convierte en ello). De esta forma, el miedo está de más a la
hora de profetizar, a la hora de hacer uso de nuestra “garganta” para proclamar
al Señor.
Mi boca contará tu salvación,
Señor.
Siguiendo con san Blas y su
abogacía frente a los problemas de garganta (entre los cuales también está el
miedo a hablar), el salmo 70 nos empuja a hacer un compromiso: contar con
nuestra boca la salvación del Señor. Esta lectura, como continuación de la del
profeta Jeremías, presenta a todas aquellas personas que se hacen eco de las
palabras con las que Dios nos acoge, a través del mencionado profeta.
Mediante el salmo, se muestran
palabras de fe y de esperanza:
• De
fe, desde el momento en que todo su contenido es una continua expresión de
confianza en el Señor.
• De
esperanza, pues aquel que recita el salmo así lo expresa: “Tú, Señor, eres mi
esperanza, mi confianza desde mi juventud”.
Quedan la fe, la esperanza, el
amor; la más grande es el amor
Referente a la lectura de la
Primera carta a los Corintios, ésta nos muestra un contenido que enlaza con el
salmo 70. Si en esto hemos visto que se hacen manifiestas la fe y la esperanza
a través de la “garganta” de todo aquel que se hace eco de sus palabra, ahora,
San Pablo, profeta de los gentiles (al estilo de lo que refleja la lectura de
Jeremías), nos viene a mostrar lo que es el amor. Seguramente nadie ha definido
esta realidad con tanta precisión como el apóstol de Tarso. De un modo
evolutivo, el nos hace una presentación del ser humano:
• De niño actúa como un niño.
• Al hacerse hombre, las cosas de
niño desaparecen.
• En la vida futura, el velo de
nuestras confusiones será doblegado por una visión real. De este modo lo que
ahora nos es limitado, después no lo será.
Si según San Pablo, el amor es
ilimitado, en la vida futura será el Amor, visto en plenitud, quien diluya las
confusiones que nos han acompañado desde niños y a la largo de nuestra vida
como seres humanos.
San Pablo concluye con algo que
pone el broche de oro a esta lectura, al salmo y a la primera, y que puede
expresarse así:
• Nuestra
fe, nos lleva a no tener miedo en el Señor y a confiar en Él (Jeremías).
• Nuestra
esperanza nos conduce a proclamar desde nuestra “garganta”, la salvación del
Señor (Salmo).
• El
amor prevalecerá al don de lenguas y profecía, pues ambos son limitados frente
al amor, la virtud más grande (1ª Corintios).
Jesús, como Elías y Eliseo, no es
solo enviado a los judíos.
Si hasta ahora hemos visto cómo
Dios nos llama a proclamarle desde nuestra “garganta”, en su realidad de amor
que no pasa nunca, ahora, el evangelista Lucas nos presenta a Jesucristo: La
palabra de Dios; la voz que sale desde su “garganta” y que colma de bienes a
todos aquellos que la acogen, tal y como ocurrió con la viuda de Sarepta y de
Naamán el Sirio, en tiempos de Elías y Eliseo. Ellos son ejemplos de cómo actúa
Dios en relación con los no judíos.
Los paisanos de Jesús no
entendieron esto. La viuda de Sarepta y Naamán el sirio fueron atendidos por
los profetas porque confiaron en ellos, aunque no formaban parte del pueblo
elegido. Para entenderlo hoy, podríamos decir que Elías atendió a una viuda
senegalesa y Eliseo a un general sirio.
Dios no es impositivo; por el
contrario Él es quien se ofrece. Así, para descubrirlo y vivirlo, basta solo con
acogerlo.
Jesús vuelve a echar mano del
Testamento Judío para demostrar que los profetas ya habían manifestado esa
actitud de Dios a favor de extranjeros en apuros. Quiere decir que su mensaje
no es contrario ni ajeno a la Escritura y que las pretensiones de los de su
pueblo son una mala interpretación de la misma.
ESTUDIO BÍBLICO
Lucharán
contra ti, pero no te podrán
Iª
Lectura: Jeremías (1,4-5.17-19): Llamada y misión profética
I.1. La primera lectura de hoy nos
refiere la vocación del profeta Jeremías de Anatot en el s. VII a. C. Era un
hombre de descendencia sacerdotal, de los sacerdotes de Anatot o levitas, un
pequeño pueblo a unos cinco km. al norte de Jerusalén. Jeremías mismo profetizó
contra su pueblo (11,21-23), donde compró un campo, que era todo un signo en la
situación por la que pasaba el profeta (Jr 32,7-9). Senaquerib lo había
conquistado antes de rodear Jerusalén (Is 10,30).. Hoy el texto del libro nos
habla de la vocación (vv.4-5) y de la misión (vv.17-19). Era un muchacho cuando
sintió la “llamada” de Dios para ser profeta de los pueblos, de los gentiles.
La vocación profética es un desafío, y en el caso del profeta Jeremías se hace
más palpable por la situación tan contradictoria que tuvo que vivir
existencialmente ante la catástrofe que se veía venir sobre Judá. Aunque al
principio pudiera estar de acuerdo con el joven rey Josías para impulsar la
reforma necesaria después de más cincuenta años de abandono y opresión por
parte de su abuelo Manasés, Jeremías es un hombre que siente en su vida la
fuerza de la palabra de Dios por encima de cualquier proyecto político. El
mismo Pablo se inspira en estas palabras de profeta para ilustrar su llamada a
ser apóstol de los gentiles (Gal 1,15).
I.2. Un profeta lo es a pesar de él
mismo; siente miedo por lo que tiene que vivir en su interior y lo que tiene
que comunicar en nombre de su Dios. Sin duda que debe ser así, porque no podrá
regalar el oído a nadie. Si fuera verdad que su primera actuación, como
defienden algunos, hubiera sido el discurso contra el templo (Jr 7),
comprenderíamos la experiencia tan intensa y determinante de su vida. Dios, sin
embargo, no admite excusas; llama a quien tiene que llamar, a quien le va ser
fiel hasta el final: lo llama para “arrancar y destruir, edificar y plantar”.
El profeta no destruye por destruir, sino para convertir. Es un hombre próximo
a la teología de Oseas. Jeremías ha sido llamado para entregarse a los demás, o
si queremos, para sentir la pasión de la palabra de Dios y entregarla a los
demás.
IIª
Lectura: I Corintios (12,31-13,13): El amor será lo eterno
II.1. La segunda lectura es
probablemente una de las páginas más bellas que jamás se hallan escrito en la
historia de la humanidad, sobre la experiencia más determinante y decisiva de
la vida de todo hombre: amar y ser amado. No podemos olvidar que no se habla
del amor bello y hermoso de la amistad (filía), cantado por los griegos y todos
los poetas. Es una expresión que el cristianismo ha rescatado como algo propio
(ágape, de agapáô) y que se ha plasmado con el término “caridad”, una de las
virtudes teologales. Y aunque suena mejor el término “amor” y el verbo “amar” (pues para caridad no
existe un verbo directo adecuado), no deberíamos renunciar los cristianos a ese
sentido de “caritas”, que está cargado de originalidad. Es el ágape y no
solamente la filía, sencillamente porque es un amor sin medida: todo lo perdona
y siempre se entrega, aunque no haya respuesta. Por eso, como se lee en la
Vulgata “caritas numquam excidit”, el amor no pasa nunca (v.8a). Pablo quiere
mostrar el “camino más excelente”, en realidad el “carisma” al que todos
deberían aspirar. Ese es el camino, el sendero por el que hay que marcar los
criterios de los dones espirituales.
II.2. El apóstol nos habla del amor
en el contexto de los carismas de la comunidad de Corinto, que le ha planteado
la cuestión de una praxis personal y comunitaria: ¿cuál es el carisma que se
debe preferir? ¿qué servicio es el más perfecto en la comunidad? Pablo está
hablando a una comunidad donde existe un problema bien manifiesto: el desprecio
de los débiles, de los que no valen, de los que no tienen altos vuelos. Por eso
mismo el campo de acción del amor en una comunidad cristiana es ejemplificador.
Podemos presumir de educación, cultura, intelectualidad, pero eso, que sin duda
perfecciona al hombre, no le da los quilates verdaderos para ser más humano y,
desde luego, para ser mejor cristiano. Y no se puede pretender ser cristiano
para uno mismo y en uno mismo. Eso está descartado previamente. Se es cristiano
desde la comunidad y en la comunidad, en la ekklesía o de lo contrario no se es
cristiano para nada. Y es precisamente en ella donde no tiene sentido la forma
más sutil de egoísmo espiritual. El amor es la fuerza de la comunidad, pero
también lo es para que uno mismo sea comunidad. Lo es de cualquier comunidad,
pero muy especialmente se debe entender de cualquier tipo o variante de
comunidad cristiana. No podemos, pues, menos de pensar que esto que se dice muy
en concreto para la comunidad de Corinto, se debe aplicar a la comunidad
cristiana matrimonial, que es todo un símbolo y realidad de la comunidad
eclesial. Es más, es ahí donde se gesta muy concretamente una de las
experiencias más íntimas de la comunidad eclesial.
Evangelio:
Lucas (4,21-30): El evangelio liberador, palabra de gracia
III.1. “Esta escritura comienza a
cumplirse hoy” (v. 21). Así arranca el texto del evangelio que complementa de
una forma práctica el planteamiento que se hacía el domingo pasado sobre la
escena-presentación de Jesús en su pueblo, donde se había criado, en Nazaret.
Esta escena prototipo de todo lo que Jesús ha venido a hacer presente, apoya
que las palabras sobre la gracia, exclusivamente las palabras liberadoras, se
convierten en santo y seña de su vida y de su muerte. El “hoy”, el ahora, es
muy importante en la teología de evangelio de Lucas. Lo que Jesús interpreta en
la sinagoga es que ha llegado el tiempo (cf Mc 1,14) de que las palabras
proféticas no se queden solamente “escritura sagrada”. De eso no se vive solamente.
Son realidad de que Dios “ya” está salvando por la palabra de gracia.
III.2. El v.22 ha sido objeto de
discusiones exegéticas, que actualmente apuntan claramente a entenderlo de la
manera siguiente: todos lo criticaban (daban testimonio de él, -martyréô- pero
en sentido negativo), a causa de las palabras sobre la gracia. ¿Por qué?
Precisamente porque en la cita del texto de Is 61,1-2 (Lc 4,18) han
desaparecido aquellas palabras que hacían mención de la ira de Dios contra los
paganos. El testimonio de sus paisanos de Nazaret, pues, no es favorable sino
adverso. Y es contrario porque Jesús se atreve a anunciar la salvación, no
solamente de su pueblo, sino del hombre, de cualquier hombre, de todos. Los
ejemplos posteriores –después del reproche “médico cúrate a ti mismo”-, de
Elías y Eliseo en beneficio de personas paganas (no de Israel) vienen a
iluminar lo que Jesús ha querido proclamar en la sinagoga de Nazaret. La
consecuencia de todo ello no es otra que el intenta de apedrear a Jesús. ¿Por
qué? ¿Porque les ha puesto el ejemplo de los profetas abiertos al mundo pagano?
¡Sin duda! Porque ha proclamado el evangelio de la gracia.
III.3. Se ha dicho, con razón, que
este es un relato programático. No quiere decir que no sea histórico, que no
haya ocurrido una escena de rechazo en Nazaret (así lo muestra Marcos 6,1-6).
Pero en Lucas es una escena que quiere concentrar toda la vida y toda la
predicación de Jesús hasta el momento de su rechazo, de su juicio y de su
muerte. Nazaret no es solamente su patria chica; en este caso representa a todo
su pueblo, sus instituciones, su religión, sus autoridades, que no aceptan el
mensaje profético de la gracia de Dios que es y debe ser don para todos los
hombres. Lucas ha puesto todo su genio literario, histórico y teológico para
darnos esta maravilla de relato que no tiene parangón. Todo lo que sigue a
continuación, la narración evangélica, es la explicitación de lo que sucede en
esta escena.
III.4. Jesús, como Jeremías, ha
sido llamado para arrancar de la religión de Israel, y de toda religión, la
venganza de Dios, y para plantar en el mundo entero una religión de vida. Los
ejemplos que Lucas ha escogido para apoyar lo que Jesús hace –lo del gran
profeta Elías y su discípulo Eliseo-, muestran que la religión que sigue
pensando en un Dios manipulable o nacionalista, es una perversión de la
religión y de Dios mismo. El itinerario vital de Jesús que Lucas nos describe
en esta escena, muestra que el Reino que a partir de aquí ha de predicar, es su
praxis más comprometida. La salvación ha de anunciarse a los pobres, como se ve
en la primera parte de esta escena de Nazaret, y ello supone que Jesús, en
nombre de Dios, ha venido a condenar todo aquello que suponga exclusión y
excomunión en nombre de su Dios. Lucas, pues, sabe que era necesario presentar
a Jesús, el profeta de Nazaret, en la opción por un Dios disidente del judaísmo
oficial. Eso será lo que le lleve a la muerte como compromiso de toda su vida.
Y así se pre-anuncia en el intento de apedreamiento en Nazaret. Pero no es la
muerte solamente lo que se anuncia; también la resurrección: “pero él, pasando
por medio de ellos, se marchó” (v.30). Esta no es una huida cobarde, sino
“entre ellos”, pasando por la entraña de la muerte… se marchó… a la vida nueva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario