domingo, 17 de febrero de 2013

DOMINGO I DE CUARESMA


"No tentarás al Señor, tu Dios"

1.       Lo que en un principio fue el ofrecimiento a la divinidad de las primicias de las cosechas del campo, con anterioridad a la historia del pueblo, pasó a motivar el primer acto de fe israelita en el que se resume la historia del pueblo de Israel desde los orígenes vinculados a Abraham y los patriarcas pasando por la bajada a Egipto en donde el pueblo vivió en calidad de esclavo de los egipcios durante 450 años, hasta que el Señor les saca de Egipto con mano fuerte y brazo extendido haciéndoles pasar a pie enjuto por las aguas del mar rojo y deambulando por la aridez del desierto durante 40 años hasta introducirles en la tierra prometida, tierra que mana leche y miel, y en la que tendrán que confrontar su fe con la fe de los otros pueblos que encontrarán a su alrededor. Durante la Cuaresma, el Señor nos quiere sacar del país de la esclavitud y del pecado para introducirnos en la tierra prometida de la Pascua haciéndonos pasar durante cuarenta días por el desierto de la cruz acompañando a Cristo que se dirige hacia el cumplimiento de su Hora, en la que va a dar al Padre el máximo testimonio de amor y de fidelidad.

2.       La segunda lectura nos hace ver la absoluta necesidad que tenemos de la fe, una fe auténtica, para que este itinerario sea un itinerario cristiano. Este itinerario lo podemos hacer por costumbre o sin darnos cuenta de que le hacemos. Solamente será provechoso en la medida en que nos identifiquemos con Cristo en la muerte, muerte al pecado y a todos sus vicios colaterales, para entrar con él victoriosos, en la noche del Sábado Santo, en la gloria de la Pascua.

3.       Todos los años, en este primer domingo de Cuaresma, leemos uno de los tres evangelios sinópticos sobre las tentaciones de Jesús. Este año nos toca el de San Lucas. De la misma manera que el pueblo hubo de pasar por el desierto durante cuarenta años y ser tentado para entrar en la tierra prometida, así Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto para estar allí durante 40 días y ser tentado por el diablo. El paralelismo es claro. Pero hubo una diferencia: el pueblo cayó en la tentación. Jesús rechazó al diablo en las tres tentaciones a las que fue sometido.


I LECTURA

En este credo, el pueblo de Israel expresa su fe en el único Dios. Esta fe no se funda en un razonamiento ni en un sistema filosófico, sino en una experiencia: este es el Dios que ha caminado la historia con nosotros. La fidelidad a este Dios es la expresión agradecida del pueblo que sabe que su historia no sería igual si no tuviera a Dios al lado suyo.

Lectura del libro del Deuteronomio 26, 1-2. 4-10

Moisés habló al pueblo diciendo: Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te da en herencia, cuando tomes posesión de ella y te establezcas allí, recogerás las primicias de todos los frutos que extraigas de la tierra que te da el Señor, tu Dios, las pondrás en una canasta, y las llevarás al lugar elegido por el Señor, tu Dios, para constituirlo morada de su Nombre. El sacerdote tomará la canasta que tú le entregues, la depositará ante el altar, y tú pronunciarás estas palabras en presencia del Señor, tu Dios: "Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres, pero luego se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz. Él vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión, y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano y la fuerza de su brazo, en medio de un gran terror, de signos y prodigios. Él nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel. Por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me diste". Tú depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y te postrarás delante de él.
Palabra de Dios.

SALMO

Salmo 90, 1-2. 10-15

R. En el peligro, Señor, estás conmigo.

Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso, di al Señor: "Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío". R.

No te alcanzará ningún mal, ninguna plaga se acercará a tu carpa, porque él te encomendó a sus ángeles para que te cuiden en todos tus caminos. R.

Ellos te llevarán en sus manos para que no tropieces contra ninguna piedra; caminarás sobre leones y víboras, pisotearás cachorros de león y serpientes. R.

"Él se entregó a mí, por eso, yo lo libraré; lo protegeré, porque conoce mi Nombre; me invocará, y yo le responderé. Estaré con él en el peligro, lo defenderé y lo glorificaré". R.

SEGUNDA LECTURA

Creer con el corazón y proclamar con los labios... Eso hizo el pueblo de Israel, eso hizo Jesús ante las tentaciones del diablo. Y todos los creyentes seguimos haciendo esto mismo en el lugar donde nos toca estar. La fe nos lleva a depositar con confianza nuestra vida en Dios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 10, 5-13

Hermanos: Moisés escribe acerca de la justicia que proviene de la Ley: "El hombre que la practique, vivirá por ella". En cambio, la justicia que proviene de la fe habla así: "No digas en tu corazón: ¿quién subirá al cielo?", esto es, para hacer descender a Cristo. O bien: "¿quién descenderá al Abismo?", esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos. Pero ¿qué es lo que dice acerca de la justicia de la fe? "La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón", es decir, la palabra de la fe que nosotros predicamos. Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación. Así lo afirma la Escritura: "El que cree en él, no quedará confundido". Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que "todo el que invoque el nombre del Señor se salvará".
Palabra de Dios.
EVANGELIO

La palabra diablo (dia-bolo en griego) significa literalmente "el que separa". El diablo quiere separar a Jesús de la misión que el Padre le ha confiado. El diablo propone un mesianismo que resuelva los problemas mágicamente, obrando al modo de los reinos de este mundo y sin pasar por el dolor. A esas tentaciones, Jesús responde con la fe del pueblo de Israel, con las palabras tomadas del Antiguo Testamento. Jesús, con la fe de su pueblo, reafirma que sólo quiere caminar la historia en la línea del plan de Dios. Hoy, primer domingo de Cuaresma, la Iglesia nos propone estas lecturas para que también nosotros volvamos a cimentar nuestra fe en el único Dios y optemos por vivir nuestra existencia unidos a él.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4, 1-13

Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan". Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan". Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá". Pero Jesús le respondió: "Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto". Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: Él dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra". Pero Jesús le respondió: "Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios". Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

1.       Creo que se debe tener en cuenta esta historia del pueblo de Israel para iniciar la cuaresma en la perspectiva amplia del proyecto liberador y salvador revelado en la Biblia.

-       El Señor saca a su pueblo de Egipto, el país de la esclavitud y del pecado
-       El pueblo lleva visibles los signos de la presencia del Señor con él en la columna de fuego y la nube
-       Le hace pasar por el mar rojo (símbolo del bautismo)
-       Hace Alianza con Yahvéh por la que se compromete a cumplir los mandamientos mientras que Yahvéh le protegerá y le introducirá en la tierra prometida.

2.       La Cuaresma está puesta bajo el número simbólico de los 40. Este número hace referencia a los episodios importantes de la historia de la salvación. Unos episodios que se leen a lo largo de estos 40 días en la Liturgia.

-       Cuarenta fueron los días del diluvio, al final de los cuales Dios salvó a una familia de justos.
-       Cuarenta fueron los días que Moisés estuvo en la cima del monte, al final de los cuales Dios le entregó las tablas de la ley.
-       Cuarenta fueron los años que el pueblo anduvo por el desierto después de salir de Egipto, al final de los cuales Dios le introdujo en la tierra prometida.
-       Cuarenta fueron los días que anduvo Elías hasta el monte del Señor, al final de los cuales Dios le renovó su vocación de profeta.
-       Cuarenta fueron los días que Jesús pasó en el desierto, sometido a las tentaciones del demonio, al final de los cuales el demonio fue vencido y él comenzó a predicar el reino de Dios.
-       Y cuarenta son los días que dura la cuaresma, al final de los cuales el Señor nos introducirá en la gloria de la Pascua.

3.       Ninguno de todos estos hechos está cerrado en sí mismo, sino que todos están abiertos a otros acontecimientos a los que conducen y preparan. Sustancialmente, el número bíblico de los 40 nos dice que Dios introduce a los individuos y a los pueblos en el ámbito de la salvación haciéndole pasar por ciertas pruebas. Unas pruebas que aquilatan la fidelidad, espían las culpas, purifican el corazón, abren a la gracia y disponen al encuentro.

4.       Hemos comenzado la cuaresma y hemos recordado las tentaciones de Cristo. Es el anuncio de que comienza para nosotros un período de tentaciones y de pruebas, pero nosotros sabemos que tenemos asegurada la victoria imitando el ejemplo de Jesucristo. El comportamiento de Jesús en las tentaciones es de rechazo

Di que estas piedras…, no solo de pan vive el hombre…
Si tú te arrodillas delante de mí…, al Señor tu Dios adorarás
Tírate abajo, los ángeles cuidarán de ti…, no tentarás al Señor

5.       Todo diálogo con el tentador es admitir la posibilidad de llegar a un acuerdo con él. A partir de la derrota que Jesús le inflige, el demonio comienza a batirse en retirada maltratando, por ej. a algún endemoniado. Pero a Jesús ni le toca. Sabe que tiene perdida la batalla. En nosotros se puede producir una cosa parecida si logramos vencer al tentador en temas y en momentos decisivos. Con todo, con nosotros nunca dejará de intentar un nuevo asalto. Hay que estar preparado en todo momento para la batalla. En Jesús tenemos asegurada la victoria. Y el Señor quiere vencerle una vez más en nosotros.

6.       Tenemos que recordar

-       Que no hay tentación que no sea humana
-       Que fiel es Dios que no permitirá que seamos tentados con mayor intensidad de nuestra capacidad de resistencia
-       Que al que hace lo que puede Dios no le niega su gracia
-       Si Dios está con nosotros ¿quién podrá militar contra nosotros?

7.       Vale la pena pasar por estas pruebas para experimentar la gloria y la alegría de la Pascua.



ESTUDIO BÍBLICO

La fidelidad a Dios nos otorga la liberación de la Pascua

La Cuaresma es uno de los tiempos litúrgicos más determinantes de la vida cristiana porque nos prepara para celebrar la Pascua: es decir, la muerte y la resurrección del Señor. Alguna vez hemos oído que se llama “cuaresma” porque recuerda el número cuarenta, bien los cuarenta años del pueblo en el desierto antes de entrar en la tierra prometida y gustar definitivamente la liberación de Egipto; o bien los cuarenta días en que Jesús se nos presenta en el desierto preparándose, como el pueblo, para su gran misión.

Iª Lectura: Deuteronomio (26,4-10): Dios libera a su pueblo

I.1. En este primer domingo de Cuaresma nos encontramos, primeramente, con una lectura muy significativa, porque es uno de los textos más primitivos del Antiguo Testamento. En esa lectura se nos da un “confesión de fe”, lo que el pueblo creía y repetía frecuentemente: que ellos son descendientes de un arameo errante, un hombre oriental, nuestro padre Abrahán, que lo dejó todo por el Dios que se acercó a los hombres para reconducir la historia de la humanidad, que había perdido su rumbo. La confesión de fe, aparentemente, es pobre, porque es un fórmula y como tal no ofrece detalles; pero tiene la fuerza de la experiencia vital, de los que consideran que su vida tiene una orientación determinada y determinante. El pueblo descendiente de Abrahán ha pasado por numerosas vicisitudes hasta ser un pueblo, una nación.

I.2. Importante es poner de manifiesto también que todo se lo deben a Dios. No a un dios innominado, sino a un Dios que se compromete en la historia de un pueblo concreto y de una comunidad concreta. Ese pueblo es Israel, quien ha dado a la humanidad una de las experiencias religiosas más radicales: porque es un pueblo que ha sentido la liberación de Dios. Ha sido Dios quien se ha hecho notar primero, quien buscó a este pueblo, no ha sido el pueblo quien buscó a Dios. Es verdad que éste no es un privilegio de elección para encerrarse en él mismo, ni para presumir orgullosamente, ya que debe abrirse a todos los demás pueblos y naciones para que conozcan a ese Dios: Yahvé, liberador de Israel y liberador de todos los hombres. Todo lo expresa el Deuteronomio en esa formulación de su fe más radical.

IIª Lectura. Romanos (10,8-13): Toda la humanidad, en Cristo

La segunda lectura es muy expresiva, es confesión de fe también, pero va mucho más allá de lo que Dios puede hacer por nosotros. Lo que hizo con Israel es solamente una pequeña manifestación de lo que ha proyectado sobre todos los hombres. Y eso que piensa hacer con nosotros, lo ha hecho con Jesucristo, su Hijo, a quien ha resucitado, lo ha liberado de la muerte. Es eso lo que nos espera a todos de parte del Dios de Israel y del Dios de Jesucristo. Todos, judíos y paganos, deben encontrarse en ese Dios resucitador, porque hemos sido llamados a la vida verdadera. Ese es el sentido de la Pascua cristiana que marca todo el horizonte de este tiempo cuaresmal.

Evangelio: Lucas (4,1-13): En las manos de Dios

III.1. La lectura del evangelio de Lucas nos expone el relato de las tentaciones, una de las narraciones más expresivas, aunque bien es verdad que no exenta de dificultades. Podemos resumir así el significado del evangelio: Jesús afronta tres tentaciones. Esto viene de la tradición. No es que el número tres sea determinante y no se explica solamente recurriendo al pueblo en el desierto, aunque es posible que esa es la inspiración de este relato. Pero en definitiva son el simbolismo de toda la lucha entre el bien y el mal, entre la elección de uno mismo y la opción por Dios. Todas las tentaciones tienen como objetivo, en definitiva, romper la "comunión" con Dios. Para Lucas, Jesús es el nuevo Adán, como se expresa por su genealogía (Lc 3,1ss), por eso no tiene otro proyecto de vida que el vivir la comunión con Dios, que el primer Adán había perdido.

III.2. Lucas ha leído esta escena de la tradición según su perspectiva personal. Para él no se trata especialmente de releer en Jesús las pruebas del desierto (como en el caso muy evidente de Mateo) y ni siquiera de contemplar a Jesús vencedor sobre Satanás como el Mesías que rechaza el mesianismo glorioso y político. Lo que él considera en Jesús en el desierto es esencialmente el designio del Padre que está cumpliéndose. Y esto lo interpreta según la mentalidad de que no puede suceder sin que se encuentre en su camino al adversario, el que trabaja para que la humanidad se pierda en sí misma.

III.3. Este encuentro es solamente la anticipación de otro que será definitivo: en la Pasión y la Cruz, que es la consecuencia de su vida. De ahí que haya reorganizado la tradición primitiva para que todo acabe en Jerusalén, donde Jesús vivirá su Pasión. En el caso de Mateo el orden de las tentaciones es distinto y termina en un monte muy alto, que es toda una figuración. Ambos han leído este episodio en el evangelio galileo de Q (algunos prefieren llamarlo así). En Lucas todo termina  en Jerusalén porque para este evangelista Jerusalén es el final y el comienzo de la vida de de Jesús y de la comunidad cristiana primitiva. Es en Jerusalén, además, donde han de tener lugar las experiencias del Resucitado a los discípulos y, por lo mismo, este triunfo de Jesús en lo más alto del Templo es todo un apunte de la victoria sobre la muerte que ha de anunciarse desde Jerusalén hasta los confines de la tierra.

III.4. Si Lucas ha querido presentar la filiación divina de Jesús en la dimensión del nuevo Adán (como en la genealogía), su relato de las tentaciones debe leerse en esa clave. De ahí que su cristología, con sus intereses parenéticos, no es descriptiva, sino que busca llevar a la comunidad las posibilidades de vivir una experiencia como la de Jesús. La Iglesia que escucha este relato, la comunidad, vive también bajo el Espíritu, como Jesús, y es conducida por El. Por eso, bajo esa experiencia, los poderes del mal también quieren envolverla en una carrera ciega hacia una desobediencia radical a Dios. En definitiva: Lucas quiere que aprendamos a ser personas libres, como Jesús, en nuestra fidelidad a Dios. Porque Dios es para el hombre, como para Jesús, el que garantiza nuestra libertad y nuestra realización.



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