“El que es
fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho”
Hoy la Palabra de Dios nos recuerda
la idea de que todos somos simplemente administradores de los recursos de Dios.
Debemos administrar el tiempo que se nos ha dado, los bienes de que disponemos,
los afectos que engendramos,… y nuestra gestión debe tener un objetivo: el bien
común, la construcción del Reino. Ni los bienes ni la propia administración son
fines en sí mismos, sino medios para llegar a una realidad más humana y más
justa.
Amós critica a aquellos que en
situación de escasez engañan a los más pobres robándoles lo poco que tienen.
Amós criticaría hoy a aquellos que explotan a los más débiles con contratos
basura, a aquellos que compran materias primas a precio de saldo, a los
especuladores inmobiliarios,…
San Pablo nos invita a orar todos
unidos, sin divisiones, ya que todos hemos sido salvados y somos uno en Cristo,
y nos invita especialmente a orar por los gobernantes, quizá por el peso que
tienen sus decisiones en nuestras vidas.
El Evangelio relata la parábola del
administrador astuto, que se asegura el futuro una vez despedido, y nos
recuerda por un lado que quién de fiar en lo pequeño, en el día a día, en la
cotidianidad será de fiar en lo importante y con lo importante no se refiere a
lo económico sino a lo humano. No se puede servir a Dios y al dinero.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
I
LECTURA
Hoy
podríamos decir lo mismo que el profeta Amós. Quizá con otras frases, como
"la corrupción mata" o "los pobres siempre son víctimas de los
negocios del poder". Pero la cuestión siempre es la misma: una injusticia
sin freno, inescrupulosa e impune. Pero no así para Dios, porque él "no se
olvidará de lo que hacen a los pobres".
Lectura
de la profecía de Amós 8, 4-7
Escuchen esto, ustedes, los que
pisotean al indigente para hacer desaparecer a los pobres del país. Ustedes
dicen: "¿Cuándo pasará el novilunio para que podamos vender el grano, y el
sábado, para dar salida al trigo? Disminuiremos la medida, aumentaremos el
precio, falsearemos las balanzas para defraudar; compraremos a los débiles con
dinero y al indigente por un par de sandalias, y venderemos hasta los desechos
del trigo". El Señor lo ha jurado por el orgullo de Jacob: Jamás olvidaré
ninguna de sus acciones.
Palabra
de Dios.
SALMO
Salmo
112, 1-2. 4-8
R.
¡Alaben al Señor, que alza al pobre!
Alaben, servidores del Señor,
alaben el Nombre del Señor. Bendito sea el Nombre del Señor, desde ahora y para
siempre. R.
El Señor está sobre todas las
naciones, su gloria se eleva sobre el cielo. ¿Quién es como el Señor, nuestro
Dios, que tiene su morada en las alturas, y se inclina para contemplar el cielo
y la tierra? R.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza al pobre de su miseria, para hacerlo sentar entre los nobles, entre los
nobles de su pueblo. R.
SEGUNDA
LECTURA
La
oración ha de ser sincera, limpia y honesta. El autor plantea una oración
universal, como la que hacemos en la misa, en la que oramos por todos y cada
uno de los miembros de la sociedad.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 1-8
Querido hijo: Ante todo, te
recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias
por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que
podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna.
Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él quiere que todos
se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Hay un solo Dios y un solo
mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también, que se
entregó a sí mismo para rescatar a todos. Éste es el testimonio que él dio a su
debido tiempo, y del cual fui constituido heraldo y Apóstol para enseñar a los
paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento. Por lo tanto, quiero que
los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta
intención, sin arrebatos ni discusiones.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Jesús
decía a sus discípulos: El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho,
y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si
ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el
verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les
pertenece a ustedes? Ningún servidor puede servir a dos señores, porque
aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y
menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.
Ì
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 16, 1-13
Jesús decía a los discípulos: Había
un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus
bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame
cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto". El
administrador pensó entonces: "¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me
quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya
sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en
su casa!". Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al
primero: "¿Cuánto debes a mi señor?". "Veinte barriles de
aceite", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo,
siéntate en seguida, y anota diez". Después preguntó a otro: "Y tú,
¿cuánto debes?". "Cuatrocientos quintales de trigo", le
respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo y anota
trescientos". Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber
obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su
trato con los demás que los hijos de la luz. Pero yo les digo: Gánense amigos
con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos
los reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también es fiel
en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo
mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les
confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les
confiará lo que les pertenece a ustedes? Ningún servidor puede servir a dos
señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el
primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.
Palabra
del Señor.
COMPARTIMOS
LA PALABRA
En la Primera lectura Amós critica
a los poderosos que en tiempos de crisis (los Asirios habían destruido el Reino
del Norte de Israel y el pueblo vivía en la escasez) aprovechan la oportunidad
para enriquecerse, y enriquecerse no engañando a los comerciantes o
autoridades, sino explotando a los más pobres, a los miserables. ¿A qué nos
recuerdan esas palabras hoy?
En la Segunda Lectura, cuando San
Pablo anuncia la salvación para todos y nos pide que oremos unos por otros, y
especialmente por aquellos que tienen responsabilidades de gobierno, y que lo
hagamos limpios de ira y divisiones. La oración común es un instrumento
generador de cambio, primero porque es capaz de generar espacios de encuentro
entre aquellos que están divididos (los primeros pasos en materia ecuménica se
debieron a oraciones conjuntas). En estos momentos en los que los conflictos
armados son una realidad, la petición de Pablo de orar unidos y hacerlo por los
gobernantes es una petición que nos ha actualizado el Papa Francisco y a la que
todas las personas de buena voluntad deberíamos sumarnos.
El Evangelio nos relata la parábola
del administrador astuto, que ante la pérdida de su puesto encontró la forma de
garantizarse un futuro. Es curioso ver cómo se desarrolla la parábola: el
hombre rico despide al administrador por lo que le cuentan de él, y el
administrador se ve en la necesidad de asegurarse un futuro; un futuro que no
se había asegurado previamente, ya que si hubiera venido defraudando a su señor
no hubiera tenido la necesidad de obrar con esa urgencia a posteriori. Puede
que ese sea el motivo de la felicitación del señor, que reconociendo
implícitamente una gestión justa ha descubierto el engaño final producido
precisamente por la falta de previsión del administrador, que ha gestionado
bienes durante años y nada ha acaparado. Ni siquiera se guarda nada para él,
solamente se garantiza que le reciban cuando lo necesite.
Jesús nos llama a gestionar
sabiamente, a no acaparar, a no poner el dinero como fin en sí mismo, sino como
un medio para vivir y construir una realidad más justa. Si vives para acaparar,
apegado a lo económico, ese apego no te dejaré ser libre para servir a Dios.
La parábola habla del injusto
dinero, situándolo en un nivel inferior a las cosas cuya gestión es realmente
importante. Hay una frase que dice: “Todo lo que se puede comprar con dinero es
barato”. ¿Quién puede comprar el abrazo de un ser querido que ha fallecido? ¿O
el perdón verdadero de una persona a la que hemos hecho daño? ¿O la salud? No
debemos olvidarnos de las cosas cuya gestión también requiere nuestro esfuerzo,
y que a veces descuidamos.
El Evangelio habla de la
responsabilidad en lo cotidiano, en las cosas pequeñas que nos prepara para ser
responsables en los momentos cruciales. Son las cosas sencillas las que van
construyendo nuestra vida, y son esas pequeñas acciones las que marcan la
diferencia.
ESTUDIO
BÍBLICO
No se puede servir a dos señores
Iª
Lectura: Amós (8,4-7): Contra el dinero como religión
I.1. Hoy nos enfrentan los textos
de la liturgia con esa realidad que se valora tanto en la vida de los hombres:
el poder, el dinero y la vanagloria. Sabemos que la religión debe estar inmersa
en la vida de cada día como planteamiento ético y no podemos soslayar los
criterios más determinantes que deben identificar a una comunidad cristiana en
el mundo. En este sentido, la primera lectura, tomada del profeta Amós, es una
buena muestra de lo que decimos. Sabemos que el profeta de Tekoa de Israel es
el representante más cualificado del profetismo social. Es una invectiva contra
los mercaderes y negociantes que se percatan que la religión les estorba a sus
planes; quieren que pasen las fiestas sagradas, el sábado, día del Señor, para
poder emprender su tarea financiera, y con ello, las injusticias que conlleva
la avaricia de los que son amantes del dinero.
I.2. No quiere decir que todos los
empresarios sean avarientos, pero el profeta sabe el terreno que pisa. El tema
que el profeta vislumbre es que su religión y su dios es el dinero, pero no
obstante no quieren saltarse ciertas reglas de comportamiento religioso en los
días festivos religiosos; incluso algunos pueden aparentar ser muy religiosos,
pero su corazón está donde está su tesoro. El profeta Amós pone el dedo en la
llaga y sigue siendo bien actual.
IIª
Lectura: Iª Timoteo (2,1-8): ¡Para que vivamos en paz!
II.1. Seguimos la lectura de la
1Tim del domingo pasado con un trozo que es bien actual a causa de las
responsabilidades de los que dirigen las naciones. Se piden oraciones por ellos
para que acierten en sus decisiones. Hoy, en estos momentos, en que el mundo
vive la confrontación armada en distintos territorios; en que las decisiones de
los jefes de Estado ya no es solamente una responsabilidad política, sino
ética; o es ética en cuento es política, no podemos ignorar el sentido de esta
lectura de hoy. El mundo vive en guerra; la guerra se hacen con armas
poderosas: se venden, se compran, mueren muchos inocentes; se hacen promesas de
tregua y siguen hablando los cañones. Hay intereses internacionales en esos
conflictos. Es necesario elevar las manos al cielo para pedir la paz y la
concordia, sin cólera, sin odios ni rencores.
II.2. Dios, el Señor del mundo,
tiene otra estrategia para la humanidad: la salvación y la paz. La afirmación
de que “Dios quiere que todos los hombres se salven” no debería perderse nunca
de vista en el planteamiento de la vida ética y social de la humanidad. El
proyecto de Dios es un proyecto de vida, de felicidad y de solidaridad. El
autor de la carta lo plantea –como si fuera Pablo-, como un verdadero proyecto
ético cristiano. Debemos aceptar a los dirigentes, especialmente los que han
sido elegidos democráticamente (aunque en el texto se hable con la mentalidad
de reyes y gobernantes). Pero no tenemos por qué callar ante sus injusticias y
estrategias de poder. El cristiano vive en el mundo y debe saber vivir en
libertad. Pero esa libertad está inserta en su corazón, porque el cristiano se
siente verdaderamente hijo de Dios.
Evangelio:
Lucas (16,1-13) ¡Con el dinero no se juega!: Otra lectura del dicho
III.1. El evangelio de hoy es uno
de los momentos más sociales de la obra de Lucas, en consonancia con el mensaje
del profeta Amós. Corresponde este texto a la primera parte de Lc 16, y quiere
mostrar el planteamiento nuevo de cómo los discípulos tienen que comportarse en
este mundo, en el que uno de los valores más deseados por todos es la riqueza
(lo que es lo más estimable para los hombres). El ejemplo del administrador
sagaz, listo, inteligente, que no injusto propiamente hablando, es el punto de
partida de toda la enseñanza de los vv. 9-13 (que es lo que se propone
propiamente para el evangelio de hoy, en que se puede omitir la lectura de la
parábola, aunque es ésta la que debía explicarse en profundidad); aquí se desestabiliza
prácticamente la tradición representada por los fariseos, justificada desde
hacía tiempo por la tesis de que la riqueza era considerada como una bendición
de Dios (Cf Prov 3,16; 8,18; 10,22; 11,16; 21, 17; 22,4), olvidando la crítica
profética contra los que amontonan poder y riquezas.
III.2. Al final de la parábola del
administrador sagaz, el v.8 plantea el interrogante de cómo ha podido ser
alabado un hombre que ha actuado de forma y manera que la fortuna del
"hombre rico" va a quedar reducida, ya que los dos casos que se nos
presentan solamente sirven de modelo paradigmático de todos los deudores -
"y llamando a cada uno de los deudores de su señor" v.5, es decir a
“todos”. La parábola, muy probablemente, ha sido transformada desde una historia
singular de un administrador de un hombre rico, a una narración en la que
indirectamente está presente Dios como "señor", quien ha puesto las
riquezas de la creación al servicio de los hombres, y nosotros solamente somos
administradores que un día debemos dar cuentas de nuestra actuación. Todo lo
que sea acumular riquezas es una injusticia, una falsedad. Esa es la razón por
la cual es alabado el administrador tras haber sido informado "el
señor" de su proceder. Porque este Señor de la parábola no es un vulgar
terrateniente, que acumula riquezas injustamente, sino el dueño del mundo. La
acusación o difamación que se había hecho de este ecónomo, se va a volver en
contra de los mismos difamadores. Este hombre es el que ha entendido de verdad
la forma en que deben tratarse y usarse las riquezas en este mundo: con
equidad. Por eso, el hombre rico de esta parábola ha pasado a ser el Señor, el
juez de todos los hombres ricos de este mundo, que en vez de ser
administradores "que actúan sagazmente", se han quedado en ser ricos,
acumulando riquezas, endeudando a los pobres cada vez más y exigiéndoles más de
lo que pueden dar.
III.3. El administrador, por el
contrario, es un ejemplo. Él ha podido enriquecerse sin medida y, sin embargo,
a la hora de entregar las cuentas de su administración, se encuentra con las
manos vacías. En lo único en que puede confiar es en haber actuado con
prudencia, con sagacidad, con sabiduría y equidad con los deudores. La
aplicación del v.9: "y yo os digo: haceos amigos con el Mammona (dinero)
de la injusticia, para que cuando venga a faltar os reciban en las moradas
eternas", es lo mismo que ha hecho el administrador de la parábola, según
la reflexión que él mismo se hace en el v. 4. El v. 9, siempre ha planteado
problemas de traducción: pero lo que llanamente se quiere decir es que en vez
de hacerse con las riquezas, que son engañosas, lo que debemos es preocuparnos
de hacer amigos, es decir, hacer el bien con ellas, cuando se poseen o se
administran. Con las riquezas, lo que uno debe pretender es hacerse amigos,
haciendo el bien, en vez de acumular poder. Esto es, en verdad lo más práctico
(phrónimos), lo más justo y lo más positivo que los cristianos deben hacer con
los bienes que Dios nos ha encomendado en este mundo. No se puede hacer amigos,
si no es compartiendo con ellos los bienes; es la mejor manera de usar las
riquezas. Lo contrario, además de ser un escándalo en la perspectiva del Reino,
nos cierra el futuro que está en las manos de Dios.
III.4. Podemos entender ahora que
“el señor” –que claramente en la parábola no puede ser más que Dios-, haya
felicitado al gerente, porque ha sabido actuar de manera que las riquezas no
vengan a ser injustas o engañosas. Casi todos consideran las riquezas en este
mundo como el futuro más seguro, y debe ser verdad, si no fuera porque un día
debemos enfrentarnos con la realidad de que tenemos que desprendernos de todo y
dar cuentas al Señor. Se hace mención de Mammona, que es un juego de palabras;
en su raíz aramea expresa esa seguridad, y de ahí su injusticia, porque ellas
roban toda la armonía, la equidad y la sabiduría humana. Un día hay que dejarlo
todo; por eso, lo verdaderamente inteligente es hacer lo que hizo el
administrador, quien, al contrario de los criterios de los que sirven a dos señores,
a Dios y a la seguridad del dinero, ha preferido servir a su señor, usando las
riquezas que se le han encomendado para hacerse amigo de los hombres, en vez de
contribuir a acumular riquezas engañosas para él o para el señor.
III.5. Se dice que la imagen de la
comunidad lucana es un reflejo del objetivo social concreto que afecta a toda
su obra: el equilibrio económico intracomunitario. Ello no significa, sin
embargo, que tuviera "in mente" un programa de tipo socio-político
para toda la sociedad. Los intereses profundos que mueven a Lucas se reducen a
planteamientos de una ética que se implica en el seguimiento, en el discipulado
cristiano; tratando, por otra parte, de dar respuesta a problemas concretos de
las relaciones entre ricos y pobres, y de las opciones que debía tomar su
comunidad respecto de las riquezas para vivir de acuerdo con los criterios del
Reino de Dios. Lucas lo tiene claro: no se puede servir a Dios y al dinero.
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