domingo, 29 de septiembre de 2013

DOMINGO 26º DEL TIEMPO ORDINARIO


"Si no escuchan a Moisés y a los Profetas,
aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán".

Todos los profetas que hablan por boca de Dios llevan consigo la denuncia de los abusos y las injusticias que provocan una desigualdad social. Mientras algunas personas gozan de gran abundancia de riquezas y poder, otros considerados pobres, son condenados cada vez más a la miseria y la indignidad.

Por el contrario la experiencia de Dios va dirigida a toda la humanidad: Construir entre todos los hombres y mujeres de este mundo la gran familia de Cristo. Y consiste en ir creando una fraternidad que compartes sus dones y va sembrando espacios de justicia, de amistad, de solidaridad, de comprensión, de aceptación de todos.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

El profeta denuncia a quienes apoyan su poder en el esplendor de la ciudad, a la cual dominan, y hacen ostentación de sus riquezas, que fueron conseguidas gracias al hambre del pueblo. Estos no tendrán siempre el poder, no será eterna su riqueza y su lujo. Otros los suplantarán y los llevarán cautivos. Porque el poder humano cae junto a la riqueza y todo lo que ha construido la vanidad humana.

Lectura de la profecía de Amós 6, 1. 4-7

¡Ay de los que se sienten seguros en Sión! Acostados en lechos de marfil y apoltronados en sus divanes, comen los corderos del rebaño y los terneros sacados del establo. Improvisan al son del arpa, y como David, inventan instrumentos musicales; beben el vino en grandes copas y se ungen con los mejores aceites, pero no se afligen por la ruina de José. Por eso, ahora irán al cautiverio al frente de los deportados, y se terminará la orgía de los libertinos
Palabra de Dios.
SALMO

Salmo 145, 7-10

R. ¡Alaba al Señor, alma mía!

El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos. R.

El Señor protege a los extranjeros, sustenta al huérfano y a la viuda y entorpece el camino de los malvados. R.

El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.

SEGUNDA LECTURA

El apóstol quiere transmitir a este pastor lo fundamental y decisivo para vivir el ministerio. ¿Qué recomendaríamos hoy a nuestros pastores? ¿Qué les pediríamos que cumplan para vivir fielmente su ministerio?

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 6, 11-16

Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad. Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos. Yo te ordeno delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y delante de Cristo Jesús, que dio buen testimonio ante Poncio Pilato: observa lo que está prescrito, manteniéndote sin mancha e irreprensible hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo, Manifestación que hará aparecer a su debido tiempo el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. ¡A él sea el honor y el poder para siempre! Amén.
Palabra de Dios.

EVANGELIO

La situación del pobre es terrible, indigna, nos espanta. Si viéramos a una persona en esta situación probablemente no nos acercaríamos por el rechazo que provoca. Y sin embargo, es puesto como ejemplo de quienes entrarán a la casa de Dios. Hoy podríamos también pasar por muchas plazas de nuestras grandes ciudades, o por estaciones de trenes, metro y micros. Esos hombres, mujeres y niños, que nos causan rechazo son otros Lázaros, que nos precederán probablemente en el seno de Abrahán.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 16, 19-31

Jesús dijo a los fariseos: Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: "Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan". "Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí". El rico contestó: "Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento". Abraham respondió: "Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen". "No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán". Pero Abraham respondió: "Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán".
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

Los que se fían solo de las riquezas

Amós denuncia como todo profeta, las grandes injusticias sociales que le toco vivir en su tiempo. Y paradójicamente estas palabras resuenan siempre con gran actualidad, en el mundo en que vivimos.

Hoy la brecha que existe entre los países ricos y los países pobres, es cada vez más notoria y pone de manifiesto la gran desigualdad social.
El profeta pretende llamar la atención del pueblo que selló la alianza con Dios, es decir que lleven a cabo una vida basada en la justicia, el amor, y la solidaridad, con el mismo amor que Dios tiene a su pueblo.

El camino de la fe en Dios

Descubrir la verdadera experiencia de Dios en la vida es un requisito imprescindible para vivir de acuerdo al programa del Evangelio de Cristo. Este es el lema que con gran entusiasmo intentó predicar San Pablo en las comunidades por las que pasó.

La fe que el apóstol defiende no es una tarea fácil, pero es posible intentar vivir centrado en Dios, con profundidad y gran esperanza, porque ante todo es un Dios de vida más allá de este mundo.

La experiencia cristiana protagonizada por Cristo y por el hombre, es una apuesta de salvación para todos, una salvación que cosiste en recorrer un camino junto a Jesús, y donde se pone de manifiesto una serie de requisitos resumido en hacer el bien y obrar con justicia.

Compartir la vida y Construir Fraternidad

La parábola de Jesús en este domingo sirve para evidenciar que la Palabra de Dios sigue actualizándose en nuestras vidas aquí y ahora. Sorprende comprobar la descripción que Jesús realiza sobre los tiempos convulsos en ámbitos sociales, políticos económicos, culturales, que nos puede hacer pensar y tomar conciencia de nuestra condición cristiana.

Los problemas de nuestro mundo, hacen posible que nos paremos a pensar de qué modo hacemos presente el Reino de Dios en nuestras vidas. Una de las consecuencias de la crisis por la que estamos pasando es el aumento de un 5,4% de ricos en España en 2012. Paradójicamente al igual que hay más ricos, también comprobamos como cada vez hay más familias que no perciben ayudas, ni ingresos. Esto claramente nos debe alarmar y tomar conciencia de la sociedad en la que nos estamos convirtiendo y construyendo.

El camino inaugurado por Jesús de Nazaret está dedicado principalmente a la lucha por la justicia, por un mundo nuevo donde todos podamos formar parte del Reino de Dios, y para ello se establece una forma de ser: Compartir y hacer más fraternas nuestras vidas.

Uno de los pilares fundamentales de las primeras comunidades cristianas era compartir entre sus miembros no solo la vida, sino también los bienes y ponerlos en común. Además juntos celebraban la fe en Jesucristo de una forma admirable. Esta forma de vivir y relacionarse produjo gran sorpresa y admiración por comprobar una gran fraternidad en la unidad.

Una consideración importante señalar es que las riquezas como tal, no son malas, Jesús no era contrario a ellas. Él mismo compartió banquetes y conversaciones con clases pudientes de su tiempo. Pero lo que sí criticó con dureza es la acumulación desproporcionada de riquezas y de poder de los dirigentes de Galilea, cometiendo injusticias y enriqueciéndose a costa de las personas más débiles y humildes de la sociedad.

En este punto es donde Jesús se mostró contrario y radical, con la parábola, pues para seguir sus pasos se deben poner en práctica las mismas actitudes y opciones que Él hizo. Compartir toda la vida y sembrar el amor, la justicia, y la igualdad de todos, porque todos estamos llamados a ser hijos e hijas de Dios.



ESTUDIO BÍBLICO

La justicia, ahora, tiene que ver con nuestra felicidad futura

Iª Lectura: Amós (6,1-7):

I.1. Una de las “invectivas” más fuertes y acres del profeta Amós es ésta que se lee en este domingo y que nos recuerda las situaciones más escandalosas de la sociedad de consumo. El profeta de la justicia social sabe advertir contra aquellos que se refugian en un “boom económico” como está viviendo en esos instantes el reino del Norte, Israel, cuya capital, Samaría, era muy lujosa. Una sociedad de consumo es bien injusta desde todos los puntos de vista: los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres en la medida en que el lujo, el dinero, el poder, es sólo de unos pocos. El profeta no callará.

I.2. Pero vemos que el profeta no pretende pedir apretarse el cinturón ante una crisis que se avecina; el problema es más de raíz: el pueblo elegido tiene que vivir según los criterios de Dios que pide la justicia y la igualdad para todos. Su ideología no es la de un hombre desfasado, sino la de aquél que siente que Dios no puede soportar la irresponsabilidad humana. Llegará, como llegó, la crisis, la destrucción por medio de la gran potencia Asiria. La injusticia trae destrucción; siempre ha sido así. La conciencia crítica de los profetas es una alerta siempre necesaria. Molestan nuestra comodidad, pero son imprescindibles para nuestra conciencia adormecida.

IIª Lectura: Iª Timoteo (6,11-16): Perseverancia en la fe, como confianza

El texto de la carta a Timoteo es una llamada a la lucha por la fe. El hombre piadoso, religioso, sabe que en este mundo, mantener la fe, no es fácil, porque las cosas de Dios y del evangelio no se imponen por sí mismas. Otros dioses, otros poderes, roban el corazón de los hombres y es necesario mantener la perseverancia. Pero esta virtud no es la cerrazón en una ideología, sino la dinámica que nos abre al proyecto futuro de Dios. Este mundo tiene que ir consumándose en la justicia, en la solidaridad, en el amor...hasta que llegue la manifestación de la plenitud de Dios, que nos ha revelado Jesucristo.

Evangelio: Lucas (16,19-31): ¡Construyamos el cielo como Dios quiere, no el infierno!

III.1. El evangelio de Lucas cierra el famoso capítulo social que el domingo pasado planteaba cuestiones concretas para los cristianos, como el amor al dinero o a las riquezas y la actitud que se debe mantener (Lc 16). Se cierra con la famosa parábola del pobre Lázaro y el rico epulón, que es lo opuesto a la parábola con la que se abría el mismo. El rico epulón es el motivo para poner de manifiesto, en la mentalidad de Lucas, lo que espera a los que no son capaces de compartir sus riquezas con los pobres. Y no ya solamente dando limosnas, sino que la parábola es mucho más concluyente: la situación de Lázaro se produce por la actitud del que se viste de púrpura y lino y celebra grandes fiestas. Esta narración parabólica da mucho de sí para hablar, hoy más que nunca, de las diferencias sociales; del empobrecimiento mundial, de la deuda que muchos pueblos del Tercer y Cuarto mundo no pueden soportar. Y se hablará, incluso, del “infierno” que muchos se merecen… Veamos algunos aspectos.

III.2. La culpabilidad del rico siempre está en oposición a alguien que vive miserablemente y a quien él debería haber sacado de ese mal. De ahí que la figura de Lázaro, el pobre, aparezca en toda la narración como punto de referencia del rico, no solamente mientras están los dos en este mundo, sino muy especialmente en el más allá. Cuando el rico vive su situación de desgracia, ya irreversible según la ideología del texto, pide y ruega que Lázaro le refresque su lengua con la punta de sus dedos (v. 24); o que se le mande para que advierta a sus hermanos (v. 27). ¿Es un adorno literario, pasivo, para confirmar lo que se ha definido en el v.25? Es mucho más que eso. No intentemos definir el “infierno” al pie de la letra de la narración, con llamas o algo así: ¡sería una equivocación teológicamente imperdonable! Consideramos que se quiere poner el dedo en la llaga como conciencia crítica expresada de una forma semiótica por la figura del pobre, que tiene un nombre propio, a quien él debería haber liberado. Y es que la riqueza en sí no es neutra, ni se recibe nunca como bien discriminatorio, como muchos defendían en la mentalidad del judaísmo del tiempo de Jesús y del cristianismo primitivo.

III.3. La acumulación de riquezas es injusta; pero es más injusta todavía cuando al lado (y hoy, al lado, por los medios de comunicación, son miles de kilómetros) hay personas que ni siquiera tienen las migajas necesarias para comer. A nosotros nos parece que la culpabilidad de los ricos (o de los pueblos ricos) que se comportan frente a los miserables como el de nuestro ejemplo está absolutamente presente desde el principio al final de la narración, y esto sin recurrir a una alegorización excesiva de la misma. Pero no deja de ser curioso que el rico ni siquiera tiene nombre. Es un rico sin nombre… ¡qué curioso!. En la parábola, por el contrario, quien tiene nombre propio es Lázaro. No es eso lo que sucede precisamente en nuestro mundo de relaciones sociales injustas. Los ricos salen en todos los periódicos y hablan de ellos todas las revistas financieras y del corazón. Y además, el rico sin nombre bien que sabe el nombre que tiene el pobre: ¡Lázaro!, signifique lo que signifique (Eleazar, en hebreo significa “Dios es mi ayuda”). ¡Todo esto da que pensar en la parábola que Jesús ha inventado, no solamente de una historia, sino de muchas historias reales!

III.4. El rico es culpable frente a Lázaro, no frente a los pobres en general, que siempre puede ser una excusa; frente a una persona con nombre propio que se ha encontrado en su vida. Eso, desde luego, no quita que también se pueda hablar de la esperanza de los pobres frente al Dios justo, aquí representado por Abrahán. El abismo, pues, entre los ricos y los pobres, según Lucas quiere poner de manifiesto, puede y debe cambiarse en el presente. El futuro se hace en el presente y quien sabe cambiar su presente, cambia también el futuro. Este es el objetivo final también de la narración sobre el rico epulón y el pobre Lázaro, como lo era del administrador de la injusticia que supo repartir el dinero acumulado de su señor para hacerse amigos; no se lo guardó para él. Pero los que usan las riquezas sólo para sí... se están cerrando el futuro.


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