LA LLEVARÉ AL DESIERTO
Y LE HABLARÉ AL CORAZÓN
Cuaresma es un tiempo de
preparación para la Pascua, pero, como tiempo de conversión, es también un
momento propicio para encontrarnos con Dios. El Evangelio del primer domingo
nos narra el relato de los cuarenta días y las cuarenta noches de Jesús en el desierto,
momento de preparación previo a su vida pública.
Este relato, lleno del simbolismo
de la mentalidad judía, nos ayuda a vivir la Cuaresma como un tiempo
privilegiado para el encuentro con Dios. Las tentaciones, propias del desierto,
hacen referencia a nuestra relación con Dios, con los demás y con nosotros
mismos.
Dejemos que esta rica narración nos
oriente en el camino hacia la vida en comunión plena con Dios y nos ayude a
prepararnos para seguir haciendo presente su Reino entre nosotros.
CONTEMPLAMOS
LA PALABRA
I LECTURA
La
tentación pone en evidencia nuestra condición sobre esta tierra: Dios nos ha
dado el libre albedrío. A diferencia de las otras criaturas, el ser humano
puede hacer elecciones. Dios ha depositado su confianza en nosotros. Esta
posibilidad de optar por seguir sus designios o de rechazarlos, acompañará al
ser humano hasta el fin de la historia.
Lectura
del libro del Génesis 2, 7-9; 3, 1-7
El Señor Dios modeló al hombre con
arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida. Así el hombre se
convirtió en un ser viviente. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al
oriente, y puso allí al hombre que había formado. Y el Señor Dios hizo brotar
del suelo toda clase de árboles, que eran atrayentes para la vista y apetitosos
para comer; hizo brotar el árbol de la vida en medio del jardín y el árbol del
conocimiento del bien y del mal. La serpiente era el más astuto de todos los
animales del campo que el Señor Dios había hecho, y dijo a la mujer: “¿Así que
Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?”. La mujer le
respondió: “Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín. Pero
respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: ‘No coman
de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte’”. La
serpiente dijo a la mujer: “No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando
ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses,
conocedores del bien y del mal”. Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso
para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó
de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él
también comió. Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que
estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de
higuera.
Palabra
de Dios.
Salmo
50, 3-6a. 12-14. 17
R.
¡Piedad, Señor, pecamos contra ti!
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu
bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado! R.
Porque yo reconozco mis faltas y mi
pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es
malo a tus ojos. R.
Crea en mí, Dios mío, un corazón
puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu
salvación, que tu espíritu generoso me sostenga. Abre mis labios, Señor, y mi
boca proclamará tu alabanza. R.
II
LECTURA
San
Pablo nos presenta el pecado como una realidad a la cual no escapa ningún ser
humano; “porque todos pecaron”, dice la Palabra de Dios. Pero el amor inmenso
hecho carne en la vida de un hombre, Jesucristo, llega como un derroche de
gracia y de salvación para todos.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 5, 12-19
Hermanos: Por un solo hombre entró
el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos
los hombres, porque todos pecaron. En efecto, el pecado ya estaba en el mundo,
antes de la Ley, pero cuando no hay Ley, el pecado no se tiene en cuenta. Sin
embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso en aquellos que no
habían pecado, cometiendo una transgresión semejante a la de Adán, que es
figura del que debía venir. Pero no hay proporción entre el don y la falta.
Porque si la falta de uno solo provocó la muerte de todos, la gracia de Dios y
el don conferido por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, fueron derramados
mucho más abundantemente sobre todos. Tampoco se puede comparar ese don con las
consecuencias del pecado cometido por un solo hombre, ya que el juicio de
condenación vino por una sola falta, mientras que el don de la gracia lleva a
la justificación después de muchas faltas. En efecto, si por la falta de uno
solo reinó la muerte, con mucha más razón, vivirán y reinarán por medio de un
solo hombre, Jesucristo, aquellos que han recibido abundantemente la gracia y
el don de la justicia. Por consiguiente, así como la falta de uno solo causó la
condenación de todos, también el acto de justicia de uno solo producirá para
todos los hombres la justificación que conduce a la Vida. Y de la misma manera
que por la desobediencia de un solo hombre, todos se convirtieron en pecadores,
también por la obediencia de uno solo, todos se convertirán en justos.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Las
tentaciones que sufre Jesús recuerdan las que padecieron los antepasados en el
camino por el desierto: el hambre, la debilidad corporal y la disyuntiva de
servir a otros dioses. Estas son también las tentaciones que hoy nos acosan,
seduciéndonos para que dejemos de poner nuestra confianza en Dios. Jesús vence
estas tentaciones afirmándose en la Sagrada Escritura. Hoy también nosotros
encontramos en la Palabra de Dios la luz, la fortaleza y el discernimiento para
rechazar al enemigo.
Ì
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús fue llevado por el Espíritu
al desierto, para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días
con sus cuarenta noches, sintió hambre. Y el tentador, acercándose, le dijo:
“Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”.
Jesús le respondió: “Está escrito: ‘El hombre no vive solamente de pan, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios’”. Luego el demonio llevó a Jesús a la
Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: “Si tú eres
Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: ‘Dios dará órdenes a sus
ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con
ninguna piedra’”.
Jesús le respondió: “También está
escrito: ‘No tentarás al Señor, tu Dios’”. El demonio lo llevó luego a una
montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su
esplendor, y le dijo: “Te daré todo esto, si te postras para adorarme”. Jesús
le respondió: “Retírate, Satanás, porque está escrito: ‘Adorarás al Señor, tu
Dios, y a él solo rendirás culto’”. Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles
se acercaron para servirlo.
Palabra
del Señor.
COMPARTIMOS
LA PALABRA
El
simbolismo del relato
La llevaré al desierto y le hablaré
al corazón (Os 2, 16): la imagen del desierto en la Biblia es evocada como un
gran misterio. Es un lugar donde aparentemente la vida no puede existir por su
sequedad y esterilidad, pero es al mismo tiempo un medio para el encuentro con
Dios. Jesús es llevado por el Espíritu al desierto. Paradójicamente, este lugar
árido y seco, realmente inhóspito para la vida, es privilegiado para escuchar
la voz de Dios, quien habla en la desnudez de nuestro ser.
Los cuarenta años que pasó el
pueblo de Israel, desde la salida de Egipto hasta la llegada a la Tierra
Prometida, son un referente esencial de la historia del pueblo. Allí, Dios le
guiaba de día en la columna de nube y de noche en la columna de fuego (Ex 13,
21). No se apartó de ellos en ningún momento, y les dio muestras de su
existencia y de su favor para con ellos. Éste fue un camino de liberación,
principalmente interior, para poder recibir las promesas de Dios.
Tres maneras tenía el pueblo judío
para expresar su conversión hacia Dios: el ayuno, la oración y la limosna. La
primera estaba en referencia a la relación de la persona consigo misma, la
segunda a la relación con Dios y la tercera a la relación con los demás. El
ayuno, en íntima relación con la mayor fiesta judía (Yom Kipur o día de
reconciliación: Lv 16), agrada realmente a Dios cuando lleva a la caridad con
los demás (Is 58, 1-12).
Las
tentaciones
Jesús es llevado al desierto por el
Espíritu para ser tentado. Las tentaciones sirven con un medio para el
conocimiento de uno mismo, el reconocimiento de Dios y el crecimiento en
humanidad.
Arraigadas en la identidad de
nuestro ser: en el texto aparece el diablo tentando a Jesús. Le pone en
cuestión su propia identidad: «si eres Hijo de Dios…» En las tentaciones surge
la pregunta: ¿quiénes somos? Aunque muchas veces no hay «tiempo» para reflexionar
sobre ello, las tentaciones van directo a lo más central de nuestra vida y a
nuestro entramado relacional.
En referencia a nuestro mundo de
relaciones: en el relato del Génesis, Adán y Eva descubren su fragilidad en la
desnudez de su ser. Se dan cuenta, después de pecar, que sus acciones afectan
su propia vida, sus relaciones entre ellos y su relación con Dios.
El
pecado
Jesús es igual en todo a nosotros,
menos en el pecado. Extrapolar nuestra experiencia de pecado y tentaciones a la
vida de Jesús no es adecuado. Pero sí podemos ver en él, y en el relato, cómo
superar las tentaciones.
Desconfianza en Dios: en otras
palabras, falta de fe. Pecar es decir «no» al amor de Dios. Siempre hace
referencia a nuestra relación con Él, pero también a nuestra relación con
nosotros mismos y con los demás. Jesús responde a la primera tentación desde su
relación de amor con el Padre: «no sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios». No peca porque confía, porque espera en
Dios aún en la aridez del desierto y se aferra a la providencia del Padre.
Establecer los medios como fines:
en muchas ocasiones ponemos los medios en el lugar de los fines, así el placer,
el poseer y el poder son colocados como el fin último de nuestra vida. Estos
son medios para llegar a ser plenamente humanos, pero medios. Al fin que Dios
nos invita es la vida en comunión con Él y con los demás, poniendo las cosas,
por más «necesarias» que sean, en función de esta finalidad.
No utilizar los medios que llevan
al fin: elegir medios inadecuados nos implicará, no sólo un retraso en la
llegada hacia el fin, sino el impedimento del mismo. En el relato del Evangelio
vemos que el diablo tienta a Jesús para que utilice medios inadecuados. Le dice
que convierta las piedras en pan, para así saciar su hambre. Jesús prefiere no
utilizar medios que no sean plenamente humanos. También le tienta para que obre
al margen de su relación con Dios: «…si te postras y me adoras». Jesús opta por
mantener intacta su relación con Dios. Y finalmente, le tienta con que utilice
a los demás, en este caso a los ángeles, no siempre como un fin sino únicamente
como un medio: «los ángeles te sostendrán».
El relato de las tentaciones, pues,
nos permite vernos a nosotros mismos y analizar nuestra relación con Dios y con
los demás, partiendo desde la vida de Jesús. Pero no debemos verlas fuera del
contexto del desierto, ya que allí Dios habla al corazón y es un lugar
privilegiado para encontramos con nosotros mismos y con Dios.
ESTUDIO
BÍBLICO
Primera
lectura: (Génesis, 2,7-9; 3,1-7)
Marco: Todo el conjunto está
redactado en forma muy popular que recoge datos fundamentales para la fe de
Israel, para la fe de la Iglesia y para la comprensión del hombre y de la
humanidad. En la celebración judía pascual recordaban cuatro acontecimientos:
creación, llamada de Abrahán y sacrificio de Isaac, liberación de la esclavitud
de Egipto y esperanza escatológica. Por eso esta lectura cuadra muy bien al
comienzo de la Cuaresma camino hacia la Pascua.
Reflexión
¡Dios modela al hombre como modela
la arcilla un alfarero y soplando en su nariz lo convirtió en un ser vivo!
Un relato de estilo popular pero
que encierra un mensaje fundamental: dar explicación de la existencia del
hombre y su tarea en el mundo como ser vivo. El relato nos invita a centrar la
atención en algunas realidades de singular interés: Dios, como un alfarero,
modela al hombre de la arcilla como se modelan las ánforas, las estatuillas o
amuletos y utensilios de barro. A diferencia del relato más teológico de Gn 1
(tradición sacerdotal) en que se recuerda que el hombre ha sido
"creado" por la Palabra a imagen y semejanza de Dios (es decir,
libre, capaz de amar y en comunión con Dios y entre los seres creados y
destinados a ser felices), en este relato la visión es más antropomórfica (modo
característico de entender y presentar a Dios el teólogo-autor que llamamos
yavista). Es el resultado de una acción delicadamente realizada por Dios: lo
modela con sumo cuidado y cariño.
El Señor Dios sopló en su nariz un
aliento de vida y el hombre se convirtió en ser vivo. Dios sopla en su nariz y
se convierte en un ser vivo. Este teólogo sabe que con el término “espíritu”
indica a la vez viento atmosférico, respiración de los seres vivos y el
Espíritu de Dios. Eso lo ha observado por la experiencia. El hombre llega a la
vida porque recibe el don (Espíritu) de Dios que sopla en sus narices (de donde
procede habitualmente la respiración) y lo expresa con estilo simple y directo.
El hombre ha recibido la vida como gracia. El Espíritu queda siempre más allá
del alcance del poder del hombre. El verbo "soplar", que utiliza para
expresar la acción del Espíritu en el hombre, se encuentra sólo otras dos veces
en la Biblia: en Ez 37 (la visión de los huesos secos que reviven por el soplo
del Espíritu) y en Jn 20,21ss (el momento de la aparición del Resucitado que
derrama sobre ellos el Espíritu y los envía al mundo y de). La primera
creación, la promesa de la nueva creación a partir de la liberación del exilio
de Babilonia y la nueva creación realizada por Cristo son obra del Espíritu
Creador. ¡Dios crea al hombre para la vida y para la felicidad! Dios colocó al
hombre en el jardín que es la dramatización de algunas verdades fundamentales:
significa el bienestar por excelencia, es símbolo de la felicidad, es imagen
plástica de la comunión misteriosa del hombre con Dios. Colaborar en la
creación con su Creador es un don, es una oportunidad de realización del hombre
como obra del amor de Dios y la acción del Espíritu. En el medio el jardín está
el árbol de la ciencia del bien y del mal. Expresión plástica de una realidad
teológica también: sólo Dios es el soberano, Él se reserva la autoridad de
decidir y determinar el bien y el mal. El hombre ya ha recibido con el don del
Espíritu creador la capacidad de ser libre en sus decisiones. Puede elegir el
bien o el mal. ¡Pero el hombre se atrevió a querer ser como Dios! Pero la
realidad humana ha sido dolorosa y lo sigue siendo: injusticias, desprecios de
las personas humana, guerras y muerte violentas, etc. Esta reflexión la
realizaba un creyente en Dios, el Dios Bueno y Amor, conocedor de que el hombre
ha salido de sus manos (es aconsejable leer este texto despacio: Sb 2,23-24).
Segunda lectura: (Romanos 5,12-19).
Marco: es un fragmento de la
segunda parte de la carta a los Romanos (5,1-8,39): la nueva vida en el
Espíritu.
Reflexión
¡El reencuentro amoroso con Dios
como fruto de la fe en Jesús!
Pablo procede a ilustrar el modo de
la justificación por la fe, es decir, los efectos que produce en nosotros: ante
todo, la paz con Dios (5,1-11) y la esperanza de la gloria de Dios por la cual
seremos glorificados. En segundo lugar, la vida (5,12-21). Es una reproducción
muy esquemática del contenido de 5,12-21. En efecto, en 5,12 el apóstol no pasa
simplemente de un modo al otro de representar la salvación de los justificados,
sino que una vez más asume el discurso desde la raíz. ¡Gratuidad y
universalidad de la obra de Cristo! En Jesucristo, Dios ha reafirmado "su"
justicia y por lo mismo "su verdad" en medio de toda la injusticia
del mundo, dada gratuitamente a quien, en la fe, se abre dócil y
responsablemente a ella. Mediante esta acción el segundo Adán no sólo
contrabalancea el pecado, sino que concede a la humanidad un acceso de gracia
para la vida eterna. Con el acontecímiento de Jesús, Dios ha realizado una
nueva e incomparable creación del mundo y del hombre. Por eso, esta lectura
conecta profundamente con la primera. Es la respuesta cristológica y soteriológica
que el Espíritu ofrece a la humanidad. ¡Cristo, contrapunto de Adán! Esta
palabra sigue siendo vigente hoy como ayer. Los discípulos de Cristo en medio
del mundo son llamados a hacer visible para todos nuestros hermanos los
hombres.
Evangelio: (Mateo 4,1-11).
Marco: En una visión apocalíptica,
se nos brinda la oportunidad de comprender en ella la llamada de Jesús a su
misión y tarea de Siervo de Yahvé y Mesías con el don del Espíritu que
desciende sobre él. A continuación, Jesús se retira al desierto y es tentado.
Reflexión
¿Por qué y cuándo fue tentado
Jesús?
El relato de las tentaciones es una
catequesis muy pensada en la que se quiere reflejar cómo Jesús asume
solidariamente los dos grandes momentos de la etapa anterior: la historia de la
humanidad que allá en el paraíso sucumbe a la tentación, es decir, no quiere
aceptar los límites que le corresponde como criatura y la gran peregrinación
del pueblo de Dios por el desierto durante cuarenta años. Jesús se solidariza
con los protagonistas de ambos acontecimientos, pero desde su singularidad para
darles respuesta adecuada y coherente. Esta presentación catequética, hay que
desdoblarla y situarla en la vida histórica de Jesús, si se quiere comprender
el auténtico mensaje. Quiero decir, que siguiendo tanto el relato sinóptico
como el joánico de la misión de Jesús, comprobamos que Jesús fue tentado
durante todo su ministerio, para inducirlo al rechazo de la misión que el Padre
le ha encomendado y que Jesús aceptó: la salvación a través del verdadero mesianismo
y de la tarea Siervo de Yahvé que asume la responsabilidad humana. Esta tarea
es escandalosa para los judíos y choca con la concepción en boga en tiempos de
Jesús. ¡Fue tentado como nosotros en todo, pero no pecó! ¿Pan o Palabra de
Dios? El pan, remite al milagro del maná en el desierto. Jesús vence la
tentación retirándose a la montaña y revelando a las gentes el sentido del pan
(Jn 6,26ss). ¿Ostentación o silenciosa eficacia salvadora? La segunda tentación
es la oferta de un modo distinto de llevar adelante el plan de Dios que el que
Jesús se ha atrevido a adoptar. El pueblo judío tiene otras expectativas: la
liberación social "manifestándose" como un gran líder que conduzca al
pueblo a su liberación. Esta dialéctica de manifestación ostentosa y de
ocultamiento salvador es la tentación segunda. La victoria sobre esta tentación
se ilumina plenamente en la cruz liberadora de la ley, del pecado y de la
muerte, pero que provoca un profundo escándalo. ¿Poder temporal o salvación
total y universal? La tercera tentación hay que entenderla en un pueblo
sometido duramente por los romanos (roban, violan, extorsionan sin escrúpulo)
que necesita una liberación tangible que ha de realizar el Mesías. Y quieren
hacerle rey, le ofrecen el liderazgo político-militar. El poder de Dios se
manifiesta de otra manera y Jesús quiere encarnar y realizar ese plan (Sb
11,23). En esta realidad de la historia concreta de Jesús las tentaciones
recobran toda su viveza. Durante su ministerio tuvo que enfrentarse
constantemente con gentes que "le tentaban", le "ponían" a
prueba insistentemente hasta la cruz como recuerda Lucas: "le dejó hasta
otra ocasión".
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