“Muchos son los
llamados y pocos los escogidos”
La liturgia de hoy nos llama a tomar en
consideración la invitación de Jesús a participar de su Proyecto de Vida y de
comunión universal, que se expresa en el banquete festivo al que están todos
invitados.
San Mateo nos previene del peligro de no
valorar la invitación que se nos hace, aduciendo mil razones que nos pueden
parecer muy oportunas e ineludibles, pero en definitiva, una escusa para no
complicarnos la vida.
Advierte de otra posible reacción: no aceptar
las condiciones para asumir el Proyecto de Vida que Jesús ofrece. Con el
símbolo del traje de fiesta que todos los invitados llevan se pone de
manifiesto la asimilación de la propuesta contenida en la invitación. No
llevarlo puede ser entendido como otra forma de no valorar en su totalidad lo
que implica la invitación al banquete festivo. Por lo mismo la consecuencia
será la autoexclusión.
DIOS
NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA
I
LECTURA
Isaías
tiene una rica imagen para hablar del Reino eterno: una fiesta. En esta fiesta
se vivirá la alegría, el fin del sufrimiento y el inicio pleno de la
fraternidad. Nada más lindo para pensar cómo será la vida eterna.
Lectura
del libro de Isaías 25, 6-10a
El Señor de los ejércitos ofrecerá a
todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un
banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos
añejados, decantados. Él arrancará sobre esta montaña el velo que cubre a todos
los pueblos, el paño tendido sobre todas las naciones. Destruirá la muerte para
siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y borrará sobre
toda la tierra el oprobio de su pueblo, porque lo ha dicho él, el Señor. Y se
dirá en aquel día: “Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación:
es el Señor, en quien nosotros esperábamos; ¡alegrémonos y regocijémonos de su
salvación!”. Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña.
Palabra
de Dios.
SALMO
Salmo
22, 1-6
R.
El Señor nos prepara una mesa.
El Señor es mi pastor, nada me puede
faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas
tranquilas y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el recto sendero, por amor
de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque
tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa, frente a
mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo
largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. R.
II
LECTURA
Pablo
sabe vivir en la pobreza y la abundancia, él no hace referencia específicamente
a tener o no tener bienes. Esto más bien significa que no debemos depender de
las circunstancias que nos rodean para vivir unidos a Dios.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 4, 12-14. 19-20
Hermanos: Yo sé vivir tanto en las privaciones
como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al
hambre, a tener de sobra como a no tener nada. Yo lo puedo todo en Aquel que me
conforta. Sin embargo, ustedes hicieron bien en interesarse por mis
necesidades. Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes,
conforme a su riqueza, en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, sea la gloria
por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra
de Dios.
ALELUYA. cf. Ef 1, 17-18
Aleluya. El Padre de nuestro Señor
Jesucristo ilumine nuestros corazones, para que podamos valorar la esperanza a
la que hemos sido llamados. Aleluya.
EVANGELIO
¡Muchos
son los llamados! Todos, todos los pueblos. Y la Iglesia sabe que no hay más
que una categoría: los justos. Los que cumplen el Evangelio. Los que entran al
festín de Dios con vestido de fiesta, con conversión de corazón, por eso son
llamados al festín de Dios muchos que no pueden entrar todavía.
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Mateo 22, 1-14
Jesús habló en parábolas a los sumos
sacerdotes y a los fariseos, diciendo: "El Reino de los Cielos se parece a
un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para
avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De nuevo envió a otros
servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está
preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está
a punto: Vengan a las bodas'. Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y
se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los
servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y
envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su
ciudad. Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero
los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e
inviten a todos los que encuentren'. Los servidores salieron a los caminos y
reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se
llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a
un hombre que no tenía el traje de fiesta. 'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado
aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio. Entonces el rey
dijo a los guardias: 'Átenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las
tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'. Porque muchos son
llamados, pero pocos son elegidos".
Palabra
del Señor.
MEDITAMOS
LA PALABRA Y LA COMPARTIMOS
Lo primero que hay que tener en cuenta
es a los destinatarios de esta parábola: los sacerdotes y senadores. No está
dirigida, ni al pueblo llano ni a los discípulos. Es importante este detalle
para enfocar bien la explicación y aplicación a la vida real en las comunidades
cristianas, teniendo, al mismo tiempo presente, lo que se nos dice en la
“Alegría del Evangelio”: Esta salvación, que realiza Dios y anuncia gozosamente
la Iglesia, es para todos, y Dios ha gestado un camino para unirse a cada uno
de los seres humanos de todos los tiempos. Ha elegido convocarlos como pueblo y
no como seres aislados.
Un proyecto de salvación definitiva.
A través de la profecía de Isaías se
ofrece a Israel la posibilidad de abrirse a este generoso proyecto de
salvación, que se concreta en la festiva experiencia de salvación para todos
los pueblos. Una profecía cargada de esperanza que genera alegría desbordante.
Dios ha gestado la salvación para todos. Así lo afirma el profeta, en este
texto precioso que ha sido proclamado. Una salvación que llega a lo hondo de
todo ser humano y transforma todas las estructuras.
Usa tres verbos: Preparará, arrancará,
enjugará. Se trata de la ejecución del Plan diseñado desde antiguo. A través de
la imagen del banquete, como expresión contundente de la Fiesta: suculencia,
solera, “manjares enjundiosos y vinos de solera”. Se ofrece lo mejor. Y para
que nada quite protagonismo a la fiesta, toda sombra de muerte, angustia, dolor
y frustración es arrancada. No caben en esta fiesta. Es más esta fiesta acaba
con todo eso. Y para la desolación que sumerge al ser humano en la
desesperanza, llega el consuelo. Todo ser humano será consolado y tendrá la
oportunidad de experimentar la cercanía de un Dios que está a favor del hombre.
Siempre a su favor. Siempre confortando. Por eso dirá: “celebremos y gocemos”.
Una llamada a gozar todos, universal, sin exclusión alguna. “La mano del Señor
se posará sobre este monte”.
Pablo nos ofrece su experiencia de la
salvación vivida en medio de la abundancia o la precariedad.
Hay una presencia alentadora, salvífica.
El dirá: “mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades”. Dios siempre sale al frente
para todo y lo hace entregándonos toda su riqueza en Jesús. Nuestra riqueza es
Cristo, si lo tenemos a Él, todo lo podemos transformar con ÉL. La Comunidad
cristiana no tiene nada más importante que compartir.
Mateo, en sintonía con el texto de Isaías
nos sitúa en el contexto de un “banquete festivo”.
Dirigida la parábola a los sacerdotes y
senadores, denuncia el olvido, nula valoración y perversa actuación de quienes,
ni entran ni permiten entrar. Los dirigentes, son los retratados en la primera
parte. Luego, como la voluntad de salvación es definitiva, se invitará a todos
los excluidos, los olvidados, los que han sido abandonados. El banquete es para
todos y tienen cabida en él todos, sin excepción alguna. Esa es la voluntad de
Dios manifestada en Jesús. Todos convocados y todos regalados con traje de
fiesta. El simbolismo del traje remite a asumir el proyecto de vida de Jesús y
como Jesús es la Fiesta, solamente identificándonos libremente con Él, se
vivirá el gozo del banquete preparado para todos. Cuenta la decisión de cada
uno, llamado a valorar la invitación y lo que se nos ofrece. Nada es impuesto y
todo es ofrecido. Se puede aceptar o no. Eso ya corre por cuenta de cada uno.
ESTUDIO
BÍBLICO
Iª Lectura: Isaías (25,6-10a): Dios salvará a
todos los pueblos
I.1. Esta lectura forma parte de un conjunto
del libro de este profeta (cc. 24-27), conocido entre los especialistas
bíblicos como «apocalipsis de Isaías». En realidad no es conjunto netamente
apocalíptico, aunque no podemos negar la opción escatológica que se apunta en
distintos momentos, como una gran liturgia, con himnos, cánticos, que predicen
el triunfo de Dios sobre sus enemigos en el monte Sión, en Jerusalén. Se
propone, como período de composición de este Apocalipsis, la época posterior al
destierro de Babilonia (s. VI a. C.); esto es lo más probable, aunque no
podemos precisar el momento de su composición.
I.2. El autor sigue las huellas y la
teología de Isaías, y por eso ha sido introducido en el libro del gran profeta
y maestro. La lectura de hoy es, probablemente, el trozo más hermoso de este
conjunto en el que, después de un cántico al Dios liberador, el profeta habla
de un momento prodigioso, bajo el símbolo de un banquete, de un festín
escatológico, donde será destruida la muerte y el oprobio de su pueblo. Y
entonces todos reconocerán a Dios como «salvador» en el monte santo, en la
nueva Jerusalén.
I.3. No es frecuente en cantos de tipo
apocalíptico un mensaje tan hermoso y esperanzador. Aunque en este caso no se
podría haber expresado mejor aquello que debe ser la esperanza bíblica. Porque
la palabra profética convoca a algo que verdaderamente no se realizará en este
mundo, ni en esta historia. Por el contrario es necesaria otra
"historia" nueva, si es que podemos hablar así, que necesariamente
está en las manos de Dios; esto último es determinante. El "velo" que
tienen todos los pueblos, según el texto de hoy, debe caer para que todos los
hombres puedan ver algo nuevo y definitivo. Ni Sión o Jerusalén podrán soportar
este sueño profético. Será una Jerusalén no hecha por manos de reyes o
trabajadores explotados. Un sueño, desde luego, de esperanza.
IIª Lectura: Filipenses (4,12-14.18-20):
Agradecimiento generoso
II.1. Este texto pone punto final a la
lectura de Filipenses en la liturgia de estos domingos. Pablo le da las gracias
a esa comunidad, una de las más queridas y generosas con él, a la vez que con
la comunidad madre de Jerusalén, según el compromiso que habían pactado Pedro y
Pablo en la asamblea de Jerusalén (cf Gl 2; Hch 15). Aquí les recuerda que él
personalmente está acostumbrado a todo, a la hartura y a pasar hambre. Pero
mientras permanecía en prisión (casi con toda seguridad en Éfeso), le han
enviado ayuda por medio de Epafrodito, y se lo agradece. Cristo le da fuerza
para todo, es la afirmación más contundente y significativa.
II.2. La vida cristiana, pues, es
también una llamada a solidaridad en las necesidades básicas, que no puede ser
más que consecuencia de una comunión de fe y de amor. Compartir los dones
espirituales podría ser, en algunos casos, demasiado poco ante la angustia y
las necesidades que muchos experimentan. Dios es el primero que comparte la creación
con nosotros y debemos ser consecuentes. Pablo, en este pequeño
"billete" que escribe, le agradece a la comunidad que ha sabido
compartir el evangelio mismo como don recibido. Sabemos, incluso, que ese
discípulo Epafrodito se quedará con Pablo un tiempo (entre otras cosas porque
enfermó junto al Apóstol) y le ayudará muy eficazmente mientras el apóstol
estaba encarcelado.
Evangelio: Mateo (22,1-14): Un banquete
para la libertad
III.1. El evangelio del banquete que un
rey da por la boda de su hijo es una de las parábolas más sofisticadas del
evangelio de Mateo, que marca unas diferencias substanciales con la que nos
ofrece Lucas (14,15-24); incluso podríamos hablar de parábolas distintas. Mateo
nos habla de un rey, rechazado por los magnates, y tras ser maltratados y
asesinados algunos de sus criados, manda atacar y destruir la ciudad. Ahora se
debe ir a los cruces de los caminos para instar a los transeúntes a que vengan
al banquete. Como es lógico, vinieron toda clase de gentes, buenas y malas. ¿Qué
significa, pues, que tras esta invitación tan generosa e informal, el rey venga
a la sala del banquete y encuentre a uno que no tiene traje de bodas? Esto
cambia el sentido de la interpretación de los vv. 1-10, cuando la sala se llenó
de invitados, poniendo de manifiesto que incluso los que no estaban preparados
son invitados a un banquete de bodas. Aquí nos encontramos con lo más extraño,
quizás lo más importante y original de la parábola de Jesús redactada por
Mateo.
III.2. Los vv. 11-14, sobre el traje de
bodas, pues, deben ser un añadido independiente. Estaríamos ante una
reconstrucción alegorizante para la comunidad de Mateo, que saca unas
consecuencias nuevas para los miembros de esa comunidad cristiana tan
particular, con objeto de que sepan responder siempre a la llamada que se les
ha hecho. Pensemos en la «justicia» de las buenas obras, del compromiso
constante, de la perseverancia, a lo que es muy dada la teología del evangelio
de Mateo. En todo caso no debemos perder de vista que la parábola la pronunció
Jesús para poner de manifiesto la fiesta de la libertad de Dios que llama a
todo el que encuentra. Por lo mismo, el significado del traje de boda, añadido
posteriormente (quizás se trataba de una parábola independiente), debe estar
supeditado al primero, porque no es lógico que los invitados por los caminos
estén preparados para una boda. No obstante deberíamos suponer que en la
semiótica del vestido con que se quiere generar el texto, todo el mundo,
incluso lo más pobres, siempre encuentran unas ropas más decentes para ir a una
boda o a un banquete; de lo contrario no tendrían sentido los vv. 11-14. Por
eso pensamos con otros intérpretes que se trata de una parábola sobreañadida a
la original de los vv. 1-10, que son los coinciden más con Lc 14.
III.3. En todo caso, la parábola es
escandalosa, y debe seguir siéndolo en cuanto a los motivos de los que rechazan
el banquete, como en la actitud del rey que, en vez de suprimir el banquete,
invita a todo el mundo que se encuentre por los caminos: hay que buscar a las
personas que no están atadas a nada ni a nadie; son libres. El banquete no es
un acto burlesco, sino que Jesús piensa en el festín de la salvación; no en una
fiesta de compromiso, sino de libertad. En ese supuesto, hasta el hombre que no
lleva vestido de boda, independientemente de la teología de Mateo, habría que
entenderlo, hoy y ahora, como que no está allí como los demás, libre para la
gracia de Dios. Quien no posea esa actitud, “ese vestido”, estará echando por
tierra la fiesta de la libertad y de la gracia. (Fray Miguel de Burgos Núñez O.P.).
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