“Esperamos un cielo nuevo y una
tierra nueva donde habite la justicia”
El tiempo de Adviento- estamos ya en
el segundo domingo- se caracteriza por llevar consigo una actitud de espera
activa del Reino de Dios, que es la “espera de un cielo nuevo y una tierra
nueva donde habite la justicia” (segunda lectura). Esta espera activa discurre
por toda la Historia de la Salvación. Sucedió en el Exilio del pueblo judío en
Egipto y Babilonia (primera lectura). Sucedió en el tiempo previo a la
presentación pública de Jesús con el movimiento del Bautista (Evangelio)´.
Sucedió en la época apostólica (segunda lectura) y en toda la historia de la
Iglesia. A los protagonistas de esta espera les llamamos “profetas”. No era
precisamente el optimismo lo que les movía sino una gran fe en el Dios
Liberador que se había hecho presente en la historia: Éxodo, Regreso del
Destierro, Nacimiento, Vida, Muerte y Resurrección de Jesús, vida de los
primeros cristianos….
En tiempos de esclavitud y muerte,
como también son los nuestros, causados por la presencia de un capitalismo
salvaje y de una corrupción no común, Dios también hace surgir profetas que
denuncian el mal y confrontan la realidad inhumana con el proyecto de Dios que
es vida, justicia y paz. Estos profetas ya están entre nosotros aunque muchas
veces no se manifiesten como creyentes. Pero no solo están entre nosotros.
También somos nosotros: desde el Papa Francisco al más joven de los cristianos,
pues el día de nuestro bautismo recibimos el Espíritu para ser profetas. El
profeta Juan Bautista nos lo recuerda hoy: “Él os bautizará con Espíritu Santo”
para ser profetas.
En este Domingo II de Adviento
revivimos nuestra vocación profética y nos sumamos a todos/as aquello/as que
desde otras instancias pelean por un mundo mejor. Dios ya se hizo presente en
Jesús y nos dejó los “deberes” para hacer de este mundo “un cielo nuevo y una
tierra nueva” con sus palabras y la ayuda de su Espíritu.
DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
“Consolación es una palabra hermosa para
cualquier persona que la reciba. Pero es difícil dar consuelo. Cuando leo el
libro de la Consolación del profeta Isaías, leo que es un trabajo propio de
Dios para consolar, para consolar a su pueblo. Cuando uno vive un límite
doloroso, si puede hacerlo con amor, se convierte en una semilla de consuelo
para esta persona”.
Lectura
del libro de Isaías 40, 1-5. 9-11
“¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice
su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio
se ha cumplido, que su culpa está pagada, que ha recibido de la mano del Señor
doble castigo por todos sus pecados”. Una voz proclama: “¡Preparen en el
desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!
¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas;
que las quebradas se conviertan en llanuras los terrenos escarpados, en
planicies! Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán
juntamente”, porque ha hablado la boca del Señor. Súbete a una montaña elevada,
tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas
la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá:
“¡Aquí está tu Dios!”. Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el
dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede. Como
un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho
a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.
Palabra de Dios.
SALMO
Salmo
84, 9ab. 10-14
R.
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Voy a proclamar lo que dice el Señor, el
Señor promete la paz, la paz para su pueblo y sus amigos. Su salvación está muy
cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.
El Amor y la Verdad se encontrarán, la
Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia
mirará desde el cielo. R.
El mismo Señor nos dará sus bienes y
nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz,
sobre la huella de sus pasos. R.
II
LECTURA
El
Señor nos espera, tiene esperanza en nuestro cambio de vida, porque confía en
nosotros y quiere que lo recibamos como el don más grande.
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pedro 3, 8-14
Queridos hermanos, no deben ignorar que,
delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día. El Señor no
tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene
paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se
conviertan. Sin embargo, el Día del Señor llegará como un ladrón, y ese día,
los cielos desaparecerán estrepitosamente; los elementos serán desintegrados
por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será consumida. Ya que
todas las cosas se desintegrarán de esa manera, ¡qué santa y piadosa debe ser
la conducta de ustedes, esperando y acelerando la venida del Día del Señor!
Entonces se consumirán los cielos y los elementos quedarán fundidos por el
fuego. Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo
nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia. Por eso, queridos
hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir de tal manera que él los
encuentre en paz, sin mancha ni reproche.
Palabra de Dios.
ALELUYA
Lc 3, 4. 6
Aleluya. Preparen el camino del Señor,
allanen sus senderos. Todos los hombres verán la Salvación de Dios. Aleluya.
EVANGELIO
El
pueblo ha sido avisado, está preparado, y la Palabra llega a todos. Ahora solo
le queda aceptar ese mensaje para recibir el bautismo con el Espíritu Santo.
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Marcos 1, 1-8
Comienzo de la Buena Noticia de Jesús,
Mesías, Hijo de Dios. Como está escrito en el libro del profeta Isaías: “Mira,
yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. Una voz grita
en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”, así se
presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de
conversión para el perdón de los pecados. Toda la gente de Judea y todos los
habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del
Jordán, confesando sus pecados. Juan estaba vestido con una piel de camello y
un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y
predicaba, diciendo: “Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo
ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus
sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el
Espíritu Santo”.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS
El tiempo de Adviento es el tiempo
del protagonismo de los profetas. Y profetas somos nosotros. Una de las
características del profeta es su esperanza activa que se traduce en lucha por
la igualdad y en la práctica de la compasión. “Viviremos cristianamente el
adviento si sabemos pasar del pesimismo a la esperanza siempre reconocida. Y
podremos dar ese paso si tratamos de luchar denodadamente por la igualdad entre
los seres humanos y por ser todos precursores como el Bautista”. Esperanza
activa en el “Luchar denodadamente por la igualdad” (o por la “equidad”, como
suele decir el Papa Francisco) es lo que nos podíamos proponer en este Adviento
junto con la práctica del consuelo (primera lectura) y de la compasión.
Adviento no es solo la Navidad que vino sino la que tenemos que hacer llegar
cada día hasta que la paz, la igualdad, la justicia y el bienestar abarquen a
todos los pueblos. El Papa Francisco en su discurso en la Conferencia Internacional
de la FAO (19 de Noviembre) lo recordó también: “Las personas y los pueblos
exigen que se ponga en práctica la justicia; no sólo la justicia legal, sino
también la contributiva y la distributiva”.
La lucha denodada por la igualdad
"En todo el mundo conviven unos
niveles de riqueza absurdos con la pobreza más desesperada. Las diferencias
entre ricos y pobres están aumentando rápidamente y la desigualdad económica ha
alcanzado niveles extremos" (Informe de Intermón-Oxfam del 30 de Octubre
de 2014) Según el mismo informe, las causas de la desigualdad son
principalmente dos: "el fundamentalismo de mercado y el secuestro
democrático por parte de las élites". "La influencia y los intereses
de las élites políticas y económicas han reforzado la desigualdad. El dinero
compra el poder político, que los más ricos y poderosos utilizan para afianzar
aún más sus injustos privilegios". Por ello, Oxfam considera que los
Gobiernos deben rechazar este "fundamentalismo de mercado" como
primer paso para reducir la desigualdad, "oponiéndose a los intereses
particulares de las élites poderosas, cambiando las leyes y sistemas que han
provocado la actual expansión de desigualdad y adoptando medidas para
equilibrar la situación a través de la introducción de políticas que redistribuyan
el dinero y el poder".
Los “profetas” no podemos quedarnos
al margen de toda esta problemática a la que se suma –en palabras del Papa
Francisco-“el cáncer social de la corrupción profundamente arraigada en muchos
países, en sus gobiernos, empresarios e instituciones cualquiera que sea la
ideología política de los gobernantes” (EG 60). En el momento actual tenemos
que apuntarnos a todas aquellas iniciativas que surgen a nuestro alrededor para
obligar a los gobiernos a promover una vida más digna para todos: sanidad,
educación, vivienda, alimentación, trabajo. Principalmente las iniciativas
políticas, las movilizaciones de la sociedad civil, las manifestaciones
denunciadoras de la situación de desigualdad, los movimientos en pro de la
instauración de una “renta básica”…. Y juntamente con las iniciativas de
“promoción”, también podríamos apuntarnos a iniciativas “asistenciales” que se
puedan llevar a cabo en nuestras parroquias y barrios. Las comunidades
cristianas también tenemos ahí un campo de oro para hacer realidad aquellas
palabras del libro de los Hechos (2,42-47): “Los creyentes estaban todos unidos
y poseían todo en común. Vendían bienes y posesiones y las repartían según la
necesidad de cada uno”. Seguramente tendremos la oportunidad de participar en
alguna “campaña de Navidad” que busque llevar algo de alegría tanto en nuestro
territorio como en América Latina o África, continentes tan castigados por la
desigualdad. Y será también el momento de preparar una Navidad más centrada en
lo esencial: la vivencia de los valores de Jesús. Una Navidad menos centrada en
el consumo irresponsable que nos ofrece nuestro entorno.
La práctica del consuelo
Otra de las características de los
profetas nos la ofrece hoy también el Segundo Isaías: “Consolad, consolad a mi
pueblo…. El Señor llega… Es como un pastor que apacienta su rebaño… lo reúne,
toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres”. El profeta no solo
denuncia los abusos de los poderosos y anuncia tiempos mejores, sino que está
junto al pueblo oprimido levantándole (promocionándole) y llevándole consuelo.
Los que celebramos la Navidad en los años después de Cristo no vivimos a
oscuras. Tenemos a nuestro lado al Gran Compañero y Profeta Jesús que nos dejó
sus palabras y su testimonio de “buen pastor” para ir preparando la llegada de
su Reino. Tenemos a nuestro lado testigos como el Papa Francisco que nos dice:
“salir de la propia comodidad, y atreverse a llegar a todas las periferias” (EG
20)” “La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que
primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan (EG
24). Festejar Navidad, sí. Pero si antes nos involucramos en la práctica de la
igualdad y el consuelo.
En este tiempo de Adviento también
necesitamos potenciar la cercanía, el consuelo, el cariño, el diálogo con los
que están cerca, con nuestras familias. Pero también es tiempo de practicar esos
valores en nuestras comunidades parroquiales. Y aún más: llegar a otras
personas, en la calle, en el mercado, en el paseo, en el ascensor... Estamos
necesitados de comunicación y diálogo cada día más; con las redes sociales y
también sin ellas, cara a cara.
Otra cosa más: festejar. Son días muy
propios los del Adviento para tener una buena celebración del perdón acompañada
de un buen rato de compañía y convivencia. Son días también de preparar con
esmero nuestras celebraciones dominicales, hacerlas más participativas y dejar
que en ella afloren “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias…”
(Vaticano II: Gaudium et spes).
ESTUDIO BÍBLICO
Iª Lectura: Isaías (40,1-5.9-11): El
consuelo, camino de nuestro Dios
I.1. La primera lectura es el
maravilloso canto de la consolación que el Segundo Isaías lanza en medio del
pueblo desterrado en Babilonia. El “segundo Isaías” no tiene nombre, está
inserto en el libro que lleva el nombre de un maestro, pero es un profeta nuevo
para una situación de nueva. El exilio había tirado por tierra todas las
teologías y las seguridades religiosas que hasta entonces se habían hecho sobre
el Dios de Israel. Eso significaba poner en entredicho el mismo credo
fundacional, en el que se confiesa que Yahvé se comprometió a sacar al pueblo
de la esclavitud de Egipto y llega hasta a hacer una «Alianza» con un grupo que
no era nada en la historia de la humanidad, ignorando a los grandes pueblos y a
las grandes culturas. El Deutero-Isaías, pues, vuelve a poner las cosas en su
sitio y se atreve, en medio de aquella situación desesperada de los
desterrados, a hacer una promesa y a proponer una teología renovada en la que
el Dios de la liberación de Egipto volvía a revocar su Alianza como amor al
pueblo.
I.2. Por eso se debe allanar el
sendero, para que el pueblo vuelva bajo la experiencia de una nueva liberación
que es tan prodigiosa y más que la primera, la del Éxodo de Egipto. Aquí está
Dios de nuevo -dice el profeta-, porque no puede resistirse al clamor de los
oprimidos y de los que sufren. Dios no falla nunca, aunque el pueblo haya sido
infiel. Por eso el Adviento es tiempo de consolación y esperanza. Estas
palabras toman cuerpo para una nueva esperanza, que es algo que necesitamos
siempre. El camino del Señor (derek yahweh) es como el marco de la nueva
liberación. Y por eso ha venido a ser uno de los símbolos decisivos del
Adviento. Hay que comenzar de nuevo a andar el camino del retorno, de la nueva
liberación y esto solamente puede hacerse con y desde la esperanza.
I.3.
En otro momento dirá este profeta, “mis caminos no son vuestros caminos”
(Is 55,10-11), porque es verdad que el profeta sabe ver los caminos de Dios con
más lucidez que los hombres normales. Todo el mundo entiende qué es el camino
de Dios, el que lleva a la vida, a la felicidad. Sabemos que en la mentalidad
del profeta esto quiere decir que Dios se compromete, con la vuelta del
destierro, a una nuevo Éxodo, el momento mágico y definitivo de la libertad
frente a la esclavitud, de la vida frente a la muerte, de la paz frente a la
guerra, la justicia frente a la impiedad. No es solamente volver a Jerusalén,
tener un templo para dar culto a Dios. Los profetas son más utópicos que todo
eso. La humanidad solamente tiene futuro en el camino de Dios que hay que
preparar y recorrer.
IIª Lectura: 2Pedro (3,8-14): El día
del Señor, más allá del tiempo
II.1. La segunda lectura está tomada
de uno de los escritos más tardíos del NT; conoce las cartas de Pablo y algunas
otras. Se piensa que ha sido escrita para afrontar los problemas que suponía la
dilación de la venida del Señor, cuando se había esperado ansiosamente. Su
mundo conceptual carece de los planteamientos vivos de la primera y de la
segunda generación cristianas y asoman en su perfil la trazas apocalípticas
frente a doctrinas que pueden ser peligrosas para aquellos momentos (s. II).
II.2. Es verdad que todo el texto y
mensaje tienen su punto álgido en la afirmación de que para Dios el tiempo es
relativo: un día es como mil años. Y, de la misma manera, la apelación a la paciencia
de Dios con nosotros supera toda otra afirmación apocalíptica de carácter
temporal o catastrófico. Porque después de tanto tiempo, podemos estar en lo
cierto, teológicamente hablando, cuando creemos que Dios no consumará la
historia por una destrucción, sino por una transformación, en la que debe estar
implicada especialmente la transformación de nuestra propia vida personal.
Evangelio: Marcos (1,1-8): El camino
de Dios es el evangelio
III.1. Se inicia en todos los
sentidos el evangelio de Marcos. Como prólogo sirve para marcar las diferencias
y los vínculos con el AT. Para ello se ha valido de la figura de Juan Bautista,
que es una figura señera del Adviento. Históricamente, sabemos que Juan el
Bautista predicó la llegada de un tiempo decisivo, que él mismo no podía
alcanzar a ver con toda su radicalidad; pero de la misma manera que el AT es la
preparación del NT, Juan resume toda esta función. Marcos (quien sea esta
figura del cristianismo primitivo) escribe una obra que llama “evangelio”,
buena noticia, ¡toda una proeza!. Pero esa buena noticia está en contraste con
muchas cosas del pasado, las mejores de las cuales las representa en este
instante el profeta del desierto, Juan el Bautista.
III.2. El Bautista era un profeta
apocalíptico, y en el texto se nos describe con los rasgos del gran profeta
Elías (2 Re 1,8, Mal 3,23), por eso no podrá entender plenamente la grandeza
del evangelio que viene, incluso después de haber bautizado a Jesús. Juan está
en el desierto, y el desierto es sólo una etapa de la vida del pueblo; es un
símbolo de retiro, de penitencia, de conversión. El desierto es lo que está
antes de la “tierra prometida”, y así hay que interpretarlo como semiótica
certera. Pero también es verdad que es un marco adecuado para anhelar y desear
algo nuevo y radical. Eso le sucede a Juan: presiente que algo nuevo está
llegando... para lo que pide conversión.
III.3. Pero la conversión cristiana,
la que propondrá Jesús, debe llevar también el signo de la alegría. No
obstante, los cristianos, cuando tuvieron que revisar la misma predicación de
Juan el Bautista, supieron dotarla de los elementos teológicos que marcaban la
diferencia entre lo que él hacía y lo que haría aquél al que no era capaz de
desatar la sandalia de sus pies. El bautismo de Juan y el bautismo cristiano
están diferenciados por el Espíritu; no se trata solamente de penitencia. Los
que seguían a Juan debían renunciar a su pasado. Los que siguen a Jesús, además
de eso, tendrán un “espíritu” nuevo. Por lo mismo, y aunque Juan representa lo
mejor del AT, también la esperanza que mana del mismo queda alicorta con
respecto a lo que Jesús ha traído al mundo. (Fray Miguel de Burgos Núñez O.P.).
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