Una buena parte de las enseñanzas de
Jesús que encontramos en los evangelios son instrucciones sobre el estilo de
vida que han de practicar los discípulos de Jesús. Posiblemente los relatos del
seguimiento no sean históricos, sino que fueron creados por los evangelistas,
que tomaron como base los seguimientos que narra el AT, como el que aparece en
la primera lectura.
¿Por qué necesita Jesús a sus
discípulos? Porque sin la comunidad de sus seguidores, Jesús no hubiera podido
llevar adelante la proclamación del Reino de Dios para la regeneración de la
sociedad de su tiempo y la del futuro.
¿Quiénes fueron los discípulos llamados
por Jesús a seguirlo? Los clérigos se han apropiado a lo largo de los siglos de
la experiencia del seguimiento. Pero hay que decir que son discípulos de Jesús
todos los cristianos. No existen “profesionales” del seguimiento. Es más: el
hecho de ser religioso, obispo o cardenal no garantiza automáticamente que ya
se practica el seguimiento de Jesús.
La llamada a los discípulos no tiene como
único objetivo el seguimiento, sino también la misión. Hoy Jesús sigue teniendo
esta misma necesidad de una comunidad de discípulos para continuar su misión.
DIOS
NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
A
Samuel le costó reconocer que era la voz de Dios quien lo llamaba. Y a pesar de
sus confusiones, Dios no cesó de buscarlo. Incluso tuvo que intervenir un
mediador, alguien que interpretó lo que ocurría entre Dios y Samuel. Un hermoso
ejemplo que podemos seguir para ayudar a otros a descubrir en sus vidas la voz
de Dios, o para compartir con otros nuestras propias búsquedas para que nos
ayuden a seguir los caminos del Señor.
Lectura
del primer libro de Samuel 3, 3b-10. 19
Samuel estaba acostado en el Templo del
Señor, donde se encontraba el Arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él
respondió: “Aquí estoy”. Samuel fue corriendo adonde estaba Elí y le dijo:
“Aquí estoy, porque me has llamado”. Pero Elí le dijo: “Yo no te llamé; vuelve
a acostarte”. Y él se fue a acostar. El Señor llamó a Samuel una vez más. Él se
levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy, porque me has llamado”.
Elí le respondió: “Yo no te llamé, hijo mío; vuelve a acostarte”. Samuel aún no
conocía al Señor, y la palabra del Señor todavía no le había sido revelada. El
Señor llamó a Samuel por tercera vez. Él se levantó, fue adonde estaba Elí y le
dijo: “Aquí estoy, porque me has llamado”. Entonces Elí comprendió que era el
Señor el que llamaba al joven, y dijo a Samuel: “Ve a acostarte, y si alguien
te llama, tú dirás: Habla, Señor, porque tu servidor escucha”. Y Samuel fue a
acostarse en su sitio. Entonces vino el Señor, se detuvo, y llamó como las
otras veces: “¡Samuel, Samuel!”. Él respondió: “Habla, porque tu servidor
escucha”. Samuel creció; el Señor estaba con él, y no dejó que cayera por
tierra ninguna de sus palabras.
Palabra de Dios.
Salmo
39, 2. 4ab. 7-10
R.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé confiadamente en el Señor: Él se
inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Puso en mi boca un canto nuevo, un himno
a nuestro Dios. R.
Tú no quisiste víctima ni oblación; pero
me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni sacrificios, entonces dije:
“Aquí estoy”. R.
“En el libro de la Ley está escrito lo
que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi
corazón”. R.
Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, tú lo sabes, Señor. R.
Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, tú lo sabes, Señor. R.
II
LECTURA
San
Pablo exhorta a los corintios a ser coherentes y sentirse agradecidos ante el
gran don del perdón. Dios ha llegado a entregar la vida de su Hijo para que
tengamos este don, ¡no lo rechacemos!
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 6, 13c-15a.
17-20
Hermanos: El cuerpo no es para la
fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. Y Dios, que
resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder. ¿No saben
acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor se hace un
solo espíritu con él. Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por
el hombre es exterior a su cuerpo, pero el que fornica peca contra su propio cuerpo.
¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en
ustedes y que han recibido de Dios? Por lo tanto, ustedes no se pertenecen,
sino que han sido comprados, ¡y a qué precio! Glorifiquen entonces a Dios en
sus cuerpos.
Palabra de Dios.
ALELUYA Jn 1, 41. 17b
Aleluya. Hemos encontrado al Mesías, es
decir, al Cristo; por él nos han llegado la gracia y la verdad. Aleluya.
EVANGELIO
“En una alusión al bautismo de Jesús, Juan el
Bautista dice haber visto al Espíritu descendiendo sobre Jesús en la forma de
una paloma. Su testimonio es tan eficaz que dos de sus propios discípulos,
cuando lo oyen, deciden seguir a Jesús”.
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Juan 1, 35-42
Estaba Juan Bautista con dos de sus
discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: “Este es el Cordero de Dios”.
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. Él se dio vuelta y,
viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué quieren?”. Ellos le respondieron:
“Rabbí –que traducido significa Maestro– ¿dónde vives?”. “Vengan y lo verán”,
les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era
alrededor de las cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron las palabras de
Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que
encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al
Mesías”, que traducido significa Cristo. Entonces lo llevó a donde estaba
Jesús. Jesús lo miró y le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás
Cefas”, que traducido significa Pedro.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS
LA PALABRA
• ¿Quiénes
fueron los seguidores de Jesús?
Los seguidores de Jesús fueron
predominantemente personas difamadas, personas que gozaban de baja reputación y
estima: los pobres, los incultos e ignorantes, los enfermos, las mujeres, los
niños y aquellos a los que su comportamiento moral les cerraba –según las
convicciones de la época- las puertas de acceso a la salvación. Y es
precisamente de ese tipo de personas de quien dice Jesús que son su verdadera
familia (Mt 12, 50 par).
• ¿Por
qué seguir a Jesús?
Ser cristiano es seguir a Cristo por
amor (“Simón Pedro, ¿me amas?... Sí, Señor... Entonces sígueme...” Jn 21). A
pesar de la claridad de la frase anterior, es difícil explicar las variadísimas
razones que hay para seguir a Jesús. Cada cristiano tenemos las nuestras.
Muchos querrán precisar y dirán que no es el amor “a Jesús”, sino el amor “de
Jesús” el que nos convierte en seguidores suyos. Pero esto aclara poco la
cuestión de por qué seguimos a Jesús. ¿Es que el modelo de ser persona
inaugurado por Jesús de Nazaret es el mejor de todos? Jesús mismo explica que
su objetivo es que los discípulos pasen de la muerte a la vida; más aún, que
obtengan la «vida eterna» (5,24). Traduciendo el lenguaje evangélico a uno más
cercano a nosotros, diremos que la finalidad de la acción de Jesús es inducir a
sus seguidores a una forma de vida mucho mejor que la que vivimos. ¿Realmente
la vida que nos ofrece Jesús es mejor que la que disfrutamos en la sociedad de
consumo, que es nuestra vida? No es fácil admitirlo, sobre todo si tenemos una
posición económica holgada.
• Para
los cristianos, Jesús Nazareno es el modelo único de nuestro seguimiento.
La tentación de adaptar a Jesús a
nuestra imagen, a nuestros intereses, es decir, hacer un Jesús a nuestra
medida, es un peligro muy común y que nos acecha en todas las esquinas a los
que nos decimos seguidores de Jesús. Tomamos del Evangelio aquellos aspectos
que convienen a una posición personal y social ya tomada de antemano. Pero son
las palabras de Jesús, sus hechos, sus ideales y sus exigencias, su pasión,
muerte y resurrección, el único camino que tenemos para conocer al Dios
misericordioso, padre, pobre y sufriente por amor, y totalmente interesado por
los seres humanos.
• El
“amad como yo os he amado”, signo distintivo de los seguidores de Jesús.
«Éste es mi mandamiento; que os améis
unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da la vida
por sus amigos» (Jn 15,12–13). Amarse los unos a los otros («ama a tu prójimo
como a ti mismo») es una aspiración que han tenido muchos grupos religiosos a
lo largo de la historia. Pero lo específico del mandamiento de Jesús es el
«como yo os he amado». A los seguidores de Jesús no se les pide simplemente
amarse recíprocamente. Se les exige que su amor sea como el de Jesús, que
renunció a su propia vida en favor de los demás.
• El
seguimiento de Jesús es conversión.
Conversión es cambio de vida. Cada uno
cambia muchas veces de vida a lo largo de su existencia: de niño a adulto, de
soltero a casado, de aprendiz a profesional. En el caso del discípulo, la
conversión que se pide es cambiar de los valores que uno vive a los valores que
Cristo practicó y enseñó. El ser discípulo tiene que modificar sustancialmente
la vida y la identidad propias, y orientarlas por otro camino diferente al que
habían tenido hasta entonces. Si uno ve que no experimenta ninguna
transformación en su vida, debe convencerse de que no está en el buen camino
del seguimiento de Jesús. Menuda tarea tenemos hoy los cristianos para cambiar
los contravalores de la sociedad de consumo –entre los que destacan el egoísmo
y el injusto reparto de los bienes– y sustituirlos por los valores del
Evangelio.
• El
seguimiento es a un Jesús crítico y coherente.
El anuncio del Reino de Dios por parte
de Jesús tuvo una vertiente de crítica social, y esto le acarreó conflictos y
malentendidos. Para los poderes religiosos y políticos constituidos, el mensaje
de Jesús fue molesto e impertinente. Pero Jesús aceptó y asumió las
consecuen¬cias de haber reservado el primer puesto en su Reino para los pobres,
para los pecadores, para aquellos que eran marginados y excluidos por los
dirigentes religiosos y civiles. Por eso, el que sigue a Jesús está obligado a
no pasar de largo ante la injusticia que sufre tanta gente en nuestra sociedad.
Hoy, la crítica de un seguidor de Jesús ha de ser contra nuestro estilo de vida
que denominamos consumismo. Este estilo de vida ha creado la mayor
insolidaridad que ha existido en la historia. Por eso el cristianismo, si
quiere tener credibilidad y atracción, tiene que ser practicado como una alternativa
rebelde al egoísmo del consumismo.
• El
evangelista resalta la dificultad de la adhesión a Jesús que muestran los
discípulos.
El seguimiento de Jesús lleva consigo
peligros y crea conflictos y sufrimientos. Seguir a Jesús no le ponía a uno
precisamente en el camino del triunfo. La imagen pintada repetidas veces por
los evangelios, y que presenta a un Jesús rodeado de innumerable gentío, no
debe hacernos creer erróneamente que el seguimiento de Jesús fue mayor que la
deserción (el ejemplo de Judas), la negación (como Pedro), o la incomprensión y
la incredulidad. Después de la predicación de Jesús en Cafarnaúm, muchos de sus
seguidores, excepto los doce, dejaron de ir con Él (6,66–70). Hay momentos en
los que Jesús se encuentra solo. El grupo de los apóstoles desaparece en el
periodo de tiempo que va desde el arresto hasta la ejecución. También durante
las apariciones después de la muerte, el comportamiento de los discípulos
muestra diversos grados de participación o de presencia.
• Hay
una vinculación muy estrecha entre comer juntos y fortalecimiento de la
comunidad de los seguidores de Jesús.
Juan subraya el fuerte sentimiento
afectivo que Jesús manifestó al grupo de los suyos durante la cena: «Después de
haber amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo»
(13,1). Para resaltar este sentimiento, el evangelista introduce en medio de la
cena un rito muy significativo. Jesús se viste de esclavo y realiza las
funciones propias de los esclavos: lavar los pies. Con este rito de inversión
de roles por parte de Jesús, el evangelista Juan desea mostrar a su comunidad
un proyecto utópico, que dicha comunidad todavía no realiza: transformar los
modelos de relación social que había en esa comunidad y sustituirlos por los
que brotan de un amor como el de Jesús. Por tanto, comer juntos da fuerza a los
que queremos seguir a Jesús; pero ha de ser un comer juntos en el que las
relaciones entre nosotros no sean de esclavo a señor, sino como amigos (“os
llamaré amigos”).
• Conclusión.
La experiencia del discipulado nos
enseña que existe una conflictiva alternativa entre la fidelidad a Jesús y la
fidelidad a nuestra sociedad de consumo, por la que estamos atenazados y que no
podemos abandonar fácilmente.
ESTUDIO
BÍBLICO
Primera Lectura: (1 Samuel, 3,3b-10.19)
Marco: La vocación de Samuel. Con Samuel
comienza la predicación profética propiamente dicha. Juez y profeta es llamado
a transmitir al pueblo la voluntad de Dios recordando las cláusulas de la
alianza, especialmente la primera: no hay más soberano que Dios mismo.
Reflexiones
1) ¡Dios llama con plena libertad a
quien quiere!
El Señor llamó a Samuel: ¡Samuel,
Samuel! Él respondió: Aquí estoy... La Escritura, relato de las acciones salvíficas
de Dios, nos informa de un dato constante y es que Dios siempre que proyecta
alguna obra importante para la salvación de su pueblo elige a los
intermediarios o al intermediario que la ha de llevar adelante en su nombre:
Abrahán, Moisés, los Jueces, etc. Y para esta misión y tarea siempre les
acompaña una especial capacitación según los casos y la misión. Este mismo
esquema se reproduce en Samuel. Las llamadas en sueños nocturnos son
frecuentes, porque Dios utiliza diversas formas para revelarse a los hombres:
por visiones diurnas, por visiones nocturnas o por iluminación interior (cf. Jr
1,4-10). La triple llamada a Samuel se entreteje por la presencia del sumo
sacerdote en el relato. Samuel piensa, con lógica, que es el sacerdote Eli
quien le requiere durante la noche. Pero la insistencia en la llamada indica al
sacerdote que la voz viene de otra parte. Samuel atiende a las indicaciones del
sacerdote con lo que allana el camino para el encuentro con el Señor. A la
llamada, Samuel responde con una total disponibilidad. Hoy también Dios
necesita o quiere necesitar colaboradores voluntarios que quieran llevar
adelante su proyecto de salvación sobre los hombres. Siguen siendo necesarias
las mediaciones creíbles a los hombres y mujeres de nuestro tiempo con sus
preocupaciones, angustias y esperanzas.
Segunda Lectura: (1 Corintios 6,13c-15a.
17-20)
Marco: El contexto más amplio se centra
en los desórdenes en la comunidad: divisiones alarmantes, escándalos morales de
suma gravedad, ruptura del sentido comunitario y solidario entre los hermanos,
graves dudas sobre la resurrección. La rayón fundamental para el comportamiento
moral y comunitario: somos miembros de Cristo y el Espíritu habita en nosotros.
Reflexiones
1) ¡El cuerpo, que es propiedad del
Señor, está destinado a la resurrección!
El cuerpo es para el Señor; y el Señor
para el cuerpo... Dios nos resucitará con Cristo... El cuerpo humano está
destinado a una misión de alta dignidad. Es necesario mantenerse en ese destino
del cuerpo humano y, por lo tanto, hacer de él un uso adecuado y en consonancia
con el destino que se le asigna. El apóstol recoge y expone una serie de
razones a favor de su enseñanza del valor del cuerpo humano como constitutivo
inseparable de la persona humana integral. La razón o motivo primero aducido
por el apóstol es que ni el hombre ni la mujer son propietarios exclusivos de
su cuerpo sino a administradores del mismo en nombre del que les ha concedido
ese don: el Señor. La segunda razón que aduce es que al igual que el cuerpo de
Cristo, el cuerpo humano está destinado a participar de la gloria de la
resurrección. Dos motivos de especial significación. Ya en el proyecto
creacional de Dios todos los elementos que forman y constituyen al hombre son
incluidos en la expresión «a imagen y semejanza de Dios». Todo el hombre en su
integridad fue colocado en un estado de comunión, de vida, de felicidad y de
comunicación con Dios. Ahora Pablo recuerda que en Cristo Jesús, liberador y
restaurador de aquélla primera situación de la naturaleza humana, el hombre
debe descubrir que la dignidad de su ser humano total ha sido adquirido
(liberado) a un precio muy elevado, a saber; la propia sangre de Cristo. Y todo
el hombre está destinado a recuperar aquella primera vida por medio de la
resurrección (cf. también 1Pe 1,13-16). Hoy como ayer descubrimos en la
Escritura dos verdades que han de complementarse: que todo el cuerpo forma
parte integral del hombre y participa de su destino y es bueno, aunque no somos
propietarios autónomos del mismo y, por otra parte, que es necesario que su
utilización se ajuste al marco establecido por Dios porque es bueno para los
hombres y mujeres.
Evangelio: (Juan 1, 35-42)
Marco: El contexto es la llamada de los
primeros discípulos y los testimonios a favor de Jesús. La lectura recoge la
vocación de los primeros discípulos de Jesús. El autor de este relato ha puesto
especial cuidado en presentarnos las primeras vocaciones al discipulado como
una dinámica de encuentro con Jesús y proclamación de este encuentro a otros.
La ley del encuentro vivo y profundo caracteriza estos relatos vocacionales al
discipulado y al apostolado.
Reflexiones
1) ¡Ese es el cordero de Dios, el esperado
del pueblo de Dios y de las naciones!
Este es el cordero de Dios... Juan el
Bautista tenía la misión de preparar la llegada del Mesías. Pero sus discípulos
le tomaron a él por el verdadero Mesías y, después de su muerte, formaron la
secta de los Bautistas que seguían manteniendo la esperanza y la convicción de
que su maestro Juan fue el verdadero Mesías. Los redactores del cuarto
evangelio, que recogen la tradición joánica, se encontraron con ellos y
trataron de mostrarles que Juan sólo fue un intermediario; que el verdadero
Mesías era Jesús. En este trasfondo se entienden mejor estas palabras iniciales
que encontramos en lectura de hoy. Es necesario el traspaso de Juan a Jesús
para participar realmente de la salvación de Dios y del verdadero plan de Dios.
Juan cumple su tarea y apunta hacia Jesús. Se produce el primer encuentro con
Jesús: Este es el cordero de Dios (el término utilizado por el redactor del
cuarto evangelio puede significar. cordero, siervo, hijo, inspirados en la
corriente deuteroisaiana). Lo que según los sinópticos pronuncia la voz del
cielo acerca de Jesús, en la tradición joánica se coloca en labios de Juan: la
descripción escueta de la identidad de Jesús y de su misión futura. Y dos
discípulos de Juan se ponen en marcha en el seguimiento de Jesús que continúa
su camino. Es conveniente subrayar este sentido de la escenificación: Jesús
«pasaba» sin detenerse. El paso de Jesús atrae con fuerza cuando el hombre se
abre a su presencia, a sus gestos, a su palabra.
2) ¡La urgencia de la búsqueda de Jesús!
¿Qué buscáis?.. Es necesario permanecer
siempre en situación de búsqueda y clarificación. Hay que prestar especial
atención a los términos utilizados por el redactor. En su relato, el verbo
«permanecer» tiene múltiples sentidos que alcanzan desde el permanecer del Hijo
en el Padre y, a la inversa, corno el permanecer de los discípulos en Jesús
corno los sarmientos en la cepa, o el permanecer del Espíritu en medio y dentro
de los discípulos, o el sentido normal de habitar en alguna parte. Esta terminología
utilizada por el evangelista nos invita a tomar con las debidas precauciones su
lenguaje: en el texto actual no sólo preguntan por la casa donde vive, sino por
la realidad que ofrece a los hombres. Venid y lo experimentaréis vosotros
mismos. Es necesario también captar la variedad de sentidos que el narrador da
al verbo «ver»: experimentar profundamente, abrirse al don de la fe, estar en
compañía de alguien, observar atentamente. Los discípulos deben ponerse en
marcha y experimentar, observar y abrirse plenamente a Jesús. Fueron y se
quedaron con él aquel día. El narrador observa que eran las cuatro de la tarde.
Recuérdese el modo de computar los días los contemporáneos de Jesús: un día se
compone de tarde y mañana y no de mañana y tarde corno entre nosotros. Por eso
a las mañanas del encuentro con los hombres han de preceder las tardes del
encuentro con Jesús. No puede ser de otra manera para poder transmitir algo de
valor a los hornbres.De la experiencia auténtica y transformadora a la evangelización
gratuita, convincente y generosa. Este es el paso que observamos en esta bella
narración vocacional. Andrés anuncia lo que ha visto y oído. Y lo llevó a
Jesús.
3) ¡De la evangelización convincente al
encuentro vivo con Jesús!
Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te
llamarás Cefas (que significa Pedro). Jesús se le quedó mirando. Es llamativo
cómo en el relato evangélico, en los cuatro evangelistas aunque lo subraya más
Marcos, Jesús mira con especial significación a sus interlocutores. Estas
miradas revisten aspectos muy diversos: ira, contrariedad, predilección, forma
especial de inquirir el interior del hombre, acogida, ternura. Otro elemento
del relato joánico es el cambio de nombre. También es necesario recurrir a la
Escritura para entender que el cambio de nombre no es capricho ni un detalle
decorativo de la persona, sino que se le da una especial identificación, una
especial tarea, una especial misión. En el futuro se llamará Cefas que quiere
decir Pedro. Juego con el nombre en sus diversas lenguas aramea y latina:
«piedra», «fundamento». Evidentemente esta reflexión es propia de la
experiencia pospascual y de la experiencia de la comunidad cristiana. Hoy como
ayer, este relato vocacional nos invita a un encuentro siempre renovado con el
Maestro y amigo, Jesús; una apertura a los otros para conducirlos a Jesús; una
atención especial para evangelizamos a nosotros mismos. El centro, el motor, y
el objetivo de todo tiene un nombre: Jesús, y una finalidad: conectar al hombre
con Él para que pueda conseguir su salvación y felicidad. Esta es nuestra
tarea, nuestro reto y nuestro premio. (Fr. Gerardo Sánchez Mielgo O. P.)
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