En este domingo en que
celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, el libro de los Proverbios nos instruye a ti y a mí, acerca de la sabiduría
eterna de Dios. Así nos hace reflexionar acerca de la grandeza de Dios, inabarcable para la mente humana: "¿Qué es el hombre
para que te acuerdes de él? ¿El ser humano para darle poder...?". Antes de crear el
mundo Dios pensó en el hombre. Diseñó un camino para que surgiera la revelación
plena de Jesús como sabiduría del Padre, Dios mira y contempla esta sabiduría
para crear el mundo como imagen en que se reflejan todas las criaturas creadas.
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
La
sabiduría de Dios aparece aquí personificada. El poema describe el rol que esta
ha tenido en la creación y su cercanía con los seres humanos. Los evangelios
ven en esta “persona” de la sabiduría una imagen de la persona de Jesucristo,
la sabiduría de Dios creadora y redentora.
Lectura
del libro de los Proverbios 8, 22-31
Dice la Sabiduría de Dios: El Señor me
creó como primicia de sus caminos, antes de sus obras, desde siempre. Yo fui
formada desde la eternidad, desde el comienzo, antes de los orígenes de la tierra.
Yo nací cuando no existían los abismos, cuando no había fuentes de aguas
caudalosas. Antes que fueran cimentadas las montañas, antes que las colinas, yo
nací, cuando él no había hecho aún la tierra ni los espacios ni los primeros
elementos del mundo. Cuando él afianzaba el cielo, yo estaba allí; cuando
trazaba el horizonte sobre el océano, cuando condensaba las nubes en lo alto,
cuando infundía poder a las fuentes del océano, cuando fijaba su límite al mar
para que sus aguas no desbordaran, cuando afirmaba los cimientos de la tierra,
yo estaba a su lado como un hijo querido y lo deleitaba día tras día,
recreándome delante de él en todo tiempo, recreándome sobre la faz de la
tierra, y mi delicia era estar con los hijos de los hombres.
Palabra de Dios.
Salmo
8, 4-9
R.
¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Al ver el cielo, obra de tus manos, la
luna y las estrellas que has creado: ¿qué es el hombre para que pienses en él,
el ser humano para que lo cuides? R.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y esplendor; le diste dominio sobre la obra de tus
manos, todo lo pusiste bajo sus pies. R.
Todos los rebaños y ganados, y hasta los
animales salvajes; las aves del cielo, los peces del mar y cuanto surca los
senderos de las aguas. R.
II
LECTURA
San
Pablo describe la obra que la Santísima Trinidad ha hecho en nosotros y por
nosotros: Jesucristo nos ha alcanzado la salvación, el Espíritu Santo derrama
su amor en nuestros corazones y estamos en paz con Dios Padre. Todo esto es
gracia, don gratuito de Dios, quien quiere que vivamos.
Lectura
de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 5, 1-5
Hermanos: Justificados por la fe,
estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos
alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por él nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos hasta de
las mismas tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce la
constancia; la constancia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza.
Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado.
Palabra de Dios.
ALELUYA cf. Apoc 1, 8
Aleluya. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene. Aleluya.
EVANGELIO
Jesús
nos habla acerca del Espíritu Santo como el Espíritu “de la verdad”. El
Espíritu Santo nos enseña y nos guía; sin él, somos incapaces de comprender las
cosas de Dios. El Espíritu nos da esa sabiduría que se funda en el contacto, la
experiencia cercana, la vivencia profunda. Así, guiados por el Espíritu Santo,
aunque no podamos explicar con palabras ni con el raciocinio toda la obra de
Dios, tenemos la convicción de vivir en su amor de comunión.
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
16, 12-15
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus
discípulos: “Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las
pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los
introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo
que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque
recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es
mío. Por eso les digo: Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes”.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.
"El
Espíritu de la Verdad os guiará hasta la verdad plena"
Lo que celebramos: Dios relación- comunión
Al celebrar la Fiesta de la Trinidad,
muchos aspectos se podrían señalar, nos fijamos en alguno de ellos.
Nuestro Dios es relación-comunión.
Creemos, no en un Dios no solitario, sino en Un solo Dios Amor-Trinidad.
“El padre y Yo somos uno”, sobre esta
verdad revelada se apoya nuestra fe en un Dios que siendo Uno es la vez
relación plena y comunión absoluta.
En esta relación que genera Dios en sí
mismo, hemos de fijarnos los cristianos para fortalecer nuestras relaciones
fraternas, ellas deben ser un reflejo del Dios en quien creemos.
Un Misterio de intimidad
Pero este Dios en el que creemos y cuya
fiesta hoy celebramos, se nos revela de igual modo, como el Dios cercano
“vendremos a él y en él haremos nuestra morada”. Frente al Dios totalmente Otro
e inaccesible, nosotros decimos creer en un Dios totalmente cercano, tanto que
el Dios Trinidad está dentro de cada uno de nosotros.
Dios Trinidad, Misterio profundo que nos
revela el ser íntimo de Dios. Misterio de amor, misterio de relación. Dios al
hacerse uno de nosotros en Cristo, se nos revela como Amor; y de este modo se
nos manifiesta como Trino.
Y lo mejor es que este misterio no es
lejano e insondable, como ya hemos dicho, sino que está en el fondo del ser.
Hay que aprender a sumergirse en el interior para que poco a poco se vaya
desvelando el misterio y conozcamos lo mejor que hay dentro de nosotros.
Un Misterio que nos acompaña siempre
La vida cristiana se desarrolla
totalmente en el signo y en presencia de la Trinidad. Al inicio de nuestro ser
cristianos, fuimos bautizados «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo» y al final, de nuestra vida también se invocará a la Trinidad, “en el
Nombre de Dios, el Padre omnipotente que te ha creado, en el nombre de
Jesucristo que te ha redimido, y en el nombre del Espíritu Santo que te
santifica».
Entre estos dos momentos extremos, se
enmarcan todos los otros que vamos viviendo a lo largo de nuestras jornadas y
que siempre realizamos en su nombre. En la liturgia de la Iglesia toda oración se
realiza en este nombre. No es éste un misterio remoto e irrelevante, sino más
bien fundante de nuestra fe y existir como cristianos.
Hoy es la fiesta de la Trinidad. No sé
exactamente lo que se encierra detrás de esas palabras. Pero, quiero vivir y
morir "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".
¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
La Iglesia nos sumerge en tu misterio;
te confesamos y te bendecimos,
Señor Dios nuestro.
Como un río en el mar de tu grandeza,
el tiempo desemboca en hoy eterno,
lo pequeño se anega en lo infinito,
Señor, Dios nuestro.
Oh, Palabra del Padre, te escuchamos;
oh, Padre, mira el rostro de tu Verbo;
oh, Espíritu de amor, ven a nosotros;
Señor, Dios nuestro.
¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
haced de nuestros almas vuestro cielo,
llevadnos al hogar donde tú habitas,
Señor, Dios nuestro.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu:
Fuente de gozo pleno y verdadero,
al Creador del cielo y de la tierra,
Señor, Dios nuestro. Amén.
(Vísperas de la Solemnidad de la
Santísima Trinidad.)
ESTUDIO BÍBLICO.
I.ª
Lectura Proverbios 8, 22-31: ¡Mi alegría es estar con los hombres!
Dios es sabiduría creadora, ya que sin
ella no podemos ni admirar a Dios, ni admirarnos de nosotros mismos. Este texto
de la sabiduría personificada antes de la creación del mundo, juntamente con
otros textos veterotestamentarios (Eclo 24; Sab 7-9) se ha visto como una
especie de puente en AT de la gran revelación de Jesucristo como palabra
creadora y eterna (Jn 1,24-30) y como sabiduría de Dios (Mt 11,29-20; Lc 11,49;
1 Cor 1,24-30). Pero podemos decir que es un poema de amor divino en lo humano.
Dios no se complace en su mismidad sino en estar con nosotros.
La sabiduría es vida; es decir, el
misterio de Dios es vida para el hombre, no muerte. No es Dios, sabiduría de
vida, una esencia encerrada, sino que se complace en derramarse y en que todos
los hombres la posean. En ese sentido, la sabiduría se ha acercado a los
hombres en Jesucristo. Toda la creación, toda la inteligencia humana, todos los
descubrimientos del mundo, son la manifestación de esta sabiduría. Pero si la
"ofendemos" creyendo que podemos construir un mundo al margen de la
sabiduría de Dios, y desde nuestras propias posibilidades humanas, vamos camino
de la destrucción, de la muerte.
El Salmo 8, que es el salmo
responsorial, una de las piezas maestras de la literatura religiosa, canta todo
esto con grandeza y humildad. Merecería la pena una alusión teológica y
catequética en la homilía.
II.ª
Lectura (Rom 5, 1-5): Porque al darnos al Espíritu, Dios ha derramado su amor
en nuestros corazones
Aquí Pablo comienza en su carta a los
Romanos a poner de manifiesto lo que ha significado el acontecimiento de gracia
revelado en Jesucristo, y al cual accedemos por la fe. Esta es la experiencia
de la gloria de Dios, de su sabiduría de Dios y de su amor. Esto es real
solamente porque el misterio de Dios es un darse sin medida por nosotros. Se ha
dado en Jesucristo y se da continuamente por su Espíritu.
La puerta de acceso a ese misterio es
solamente la fe, no hay nada previo que impida el acceso a la paz y a la gloria
de Dios, ni siquiera el pecado que existe y tiene su poder. Dios, pues, no hace
el misterio de su vida inaccesible para nosotros. Dios no es avaro de su
mismidad, de su misterio, de su sabiduría o de su gracia, sino que se complace
en entregarse. Esto es vivir la realidad de Dios que es salvación y redención,
como Pablo se encarga de proclamar en este momento.
Evangelio
(Juan 16, 12-15): El Espíritu de la verdad, nos ilumina
Este último anuncio del Paráclito en el
discurso de despedida del evangelio de Juan responde a la alta teología del
cuarto evangelio. ¿Qué hará el Espíritu? Iluminará. Sabemos que no podemos
tender hacia Dios, buscar a Dios, sin una luz dentro de nosotros, porque los
hombres tendemos a apagar las luces de nuestra existencia y de nuestro corazón.
El será como esa "lámpara de fuego" de que hablaba San Juan de la
Cruz en su "Llama de amor viva".
Es el Espíritu el que transformará por
el fuego, por el amor, lo que nosotros apagamos con el desamor. Aquí aparece el
concepto "verdad", que en la Biblia no es un concepto abstracto o
intelectual; en la Biblia, la verdad "se hace", es operativa a todos
los niveles existenciales, se siente con el corazón. Se trata de la verdad de
Dios, y esta no se experimenta sino amando sin medida. Lo que el Padre y el Hijo
tienen, la verdad de su vida, es el mismo Padre y el Hijo, porque se relacionan
en el amor, y la entregan por el Espíritu. Nosotros, sin el amor, estamos
ciegos, aunque queramos ser como dioses. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).
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