¡Pónganse en
camino!
La evangelización es la vocación propia
de la Iglesia de Jesucristo, de cada uno de sus miembros. Debe ser
permanentemente evangelizada y evangelizadora, pues de no ser así tendrá un
nefasto olor a cerrado.
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
La
esperanza es una de las grandes actitudes de los profetas. Ellos ven luto en
sus pueblos, pero también saben que algún día celebrarán la alegría de ver su
grandeza, y el triunfo de la paz y la justicia.
Lectura
del libro de Isaías 66, 10-14
¡Alégrense con Jerusalén y regocíjense a
causa de ella, todos los que la aman! ¡Compartan su mismo gozo los que estaban
de duelo por ella, para ser amamantados y saciarse en sus pechos consoladores,
para gustar las delicias de sus senos gloriosos! Porque así habla el Señor: Yo
haré correr hacia ella la prosperidad como un río, y la riqueza de las naciones
como un torrente que se desborda. Sus niños de pecho serán llevados en brazos y
acariciados sobre las rodillas. Como un hombre es consolado por su madre, así
yo los consolaré a ustedes, y ustedes serán consolados en Jerusalén. Al ver
esto, se llenarán de gozo, y sus huesos florecerán como la hierba. La mano del
Señor se manifestará a sus servidores, y a sus enemigos, su indignación.
Palabra de Dios.
Salmo
65, 1-3a. 4-7a. 16. 20
R.
¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Aclame al Señor toda la tierra! ¡Canten
la gloria de su Nombre! Tribútenle una alabanza gloriosa, digan al Señor: “¡Qué
admirables son tus obras!”. R.
Toda la tierra se postra ante ti, y
canta en tu honor, en honor de tu Nombre. Vengan a ver las obras del Señor, las
cosas admirables que hizo por los hombres. R.
Él convirtió el mar en tierra firme, a
pie atravesaron el río. Por eso, alegrémonos en él, que gobierna eternamente
con su fuerza. R.
Los que temen al Señor, vengan a
escuchar, yo les contaré lo que hizo por mí. Bendito sea Dios, que no rechazó
mi oración ni apartó de mí su misericordia. R.
II
LECTURA
San
Pablo no acepta divisiones entre aquellos que se ponen a favor de la
circuncisión o en contra de ella. Esas son discusiones que atrasan el
crecimiento de la comunidad, porque lo importante es vivir como criaturas
nuevas. Pensemos en cuánto tiempo y energía perdemos discutiendo en nuestras
comunidades y nos olvidamos de vivir la novedad del Evangelio.
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los cristianos de Galacia 6, 14-18
Hermanos: Yo sólo me gloriaré en la cruz
de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como
yo lo estoy para el mundo. Estar circuncidado o no estarlo, no tiene ninguna
importancia: lo que importa es ser una nueva criatura. Que todos los que
practican esta norma tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios.
Que nadie me moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de
Jesús. Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con
ustedes. Amén.
Palabra de Dios.
ALELUYA Col 3, 15a-16a
Aleluya. Que la paz de Cristo reine en
sus corazones; que la Palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza.
Aleluya.
EVANGELIO
“Con
frecuencia, los enviados de Jesús serán rechazados por aquellos a quienes
llevan la Buena Noticia. Con la imagen de sacudirse hasta el polvo de los pies,
Jesús les pide a sus mensajeros que no adquieran las mismas actitudes de los
que se oponen al Evangelio”.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 1-12. 17-20
El Señor designó a otros setenta y dos,
además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas
las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante,
pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe
trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de
lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar
a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la
paz sobre esta casa!’. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz
reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma
casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su
salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean
recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente:
‘El Reino de Dios está cerca de ustedes’. Pero en todas las ciudades donde
entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: ‘¡Hasta el polvo de esta
ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan,
sin embargo, que el Reino de Dios está cerca’. Les aseguro que en aquel Día,
Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad”. Los setenta y dos
volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos
someten en tu Nombre”. Él les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un
rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para
vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin
embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus
nombres estén escritos en el cielo”.
Palabra del Señor.
O
bien, más breve
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Lucas 10, 1-9
El Señor designó a otros setenta y dos,
además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas
las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante,
pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe
trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de
lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar
a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la
paz sobre esta casa!’. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz
reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma
casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su
salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean
recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente:
‘El Reino de Dios está cerca de ustedes’”.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS
El Papa Francisco el pasado 4 de mayo
afirmó: "corremos el peligro de encerrarnos dentro de un redil, donde no
habrá olor de oveja sino olor a encierro. ¿Y los cristianos? No debemos ser
cerrados, porque tendremos el olor de las cosas cerradas. ¡Nunca! Hay que salir
y no cerrarse en sí mismo, en las pequeñas comunidades, en la parroquia,
considerándose 'los justos'. Esto sucede cuando falta el impulso misionero que nos
lleva al encuentro de los demás."
Continuamos con la lectura del Evangelio
según San Lucas (10, 1-12.17-20). Hoy es el relato del envío de los setenta y
dos discípulos, o seguidores del Maestro, que Lucas distingue del envío de los
Doce Apóstoles, o Enviados (9,1-5), pero que tiene bastantes elementos comunes
y siguen el modelo de los profetas itinerantes veterotestamentarios: austeridad
y sencillez, confianza en Dios que es quien ha elegido y envía, que es quien
hace crecer y fructificar, etc.
Y es que a partir de la Resurrección del
Maestro y por mandato suyo, sus seguidores o somos evangelizadores o no somos
nada. La evangelización es la vocación propia de la Iglesia de Jesucristo, de
cada uno de sus miembros.
Pero ¿qué es evangelizar? Es un proceso
que tiene un conjunto de elementos complementarios y mutuamente enriquecedores:
la proclamación de la Buena Nueva de Jesucristo mediante el testimonio de vida,
acompañada por del anuncio explícito, que lleva a la adhesión del corazón
expresada por la entrada en la comunidad cristiana acogiendo los signos
sacramentales y que lleva a la tarea evangelizadora.
En ella tiene una importancia primordial
el testimonio de vida, claro y elocuente, sin palabras, que hace plantearse a
los que lo contemplan: ¿por qué son así? ¿por qué viven de esta manera? ¿qué es
o quién es el que los inspira? ¿por qué están con nosotros?
En ocasiones los evangelizadores se
quejan de la falta de resultados, de la poca eficacia de su tarea y con escaso
espíritu de autocrítica hablan negativamente del rechazo de la sociedad actual,
de….etc. Pero no deben olvidar el refrán mencionado por el mismo Jesús: “uno es
el sembrador, otro el segador” (Jn 4,37); además es que únicamente Dios es
quien hacer creer, fructificar lo sembrado porque "ni el que planta es
algo, ni el que riega. Sino Dios que hace crecer" (1 Co 3,7). Así pues, lo
que todos los cristianos están llamados a hacer es sembrar. Segar es una gracia
que solo se concede a algunos.
Sin duda, la evangelización es una tarea
apasionante, pero no es fácil. En muchas ocasiones no aparecen los resultados
esperados. ¿Significa esto que no es eficaz? De ningún modo. Significa que los
resultados aparecen cuando menos se esperan, pues será en la hora de Dios.
La Segunda Lectura (Gal 6, 14-18)
hablaba de la espiritualidad cristiana ante las dificultades, ante las cruces.
Espiritualidad que no es negativa. Todo lo contrario: tiene como finalidad ir
alumbrando constantemente un tipo nuevo de ser humano. Sin esta dolorosa y
gloriosa apertura a lo nuevo venga de donde venga, el Cristianismo se
desnaturaliza y se hace inhumano e insoportable.
Por otra parte, en la Primera Lectura
(Is 66, 10-14c) la insignificante y apocada comunidad de repatriados oye de su
profeta una palabra de aliento, creadora de esperanza. La Jerusalén del futuro
es vista por él como una madre que sin dolor pare hijos numerosos y los cubre
de su cariño. Los que por ella sufrieron en la humillación, podrán hacerle
fiesta; lo harán todos los pueblos. El simbolismo del amor filial y maternal
habla de Dios, anuncia paz, ensancha la esperanza y hace sentir su presencia
salvadora. Y ello es lo que se debe proponer en la evangelización.
Cuando se pregunta por la eficacia de
ella, no se puede medir con los actuales criterios de marketing, o sea en sus
resultados inmediatos o deslumbrantes, aunque estos evidentemente gustan, pero
pueden ser muy engañosos por su superficialidad y por ser momentáneos. Lo
lógico es que sean a largo plazo, porque la auténtica adhesión de corazón
requiere tiempo, implica desprenderse de muchas ideas y actitudes, es un cambio
radical de vida. La fe cristiana necesita tiempo para madurar. Jesús nos pone
en guardia contra nuestras impaciencias, a veces calificadas de “divinas,
santas”. Él no quiere que se arranque la cizaña antes de hora, como pretenden
sus discípulos. Hay que dar tiempo al crecimiento. Solo en la hora final será
posible la siega y la separación (cf. Mt 13,24-30).
Como dice el Papa Francisco no debemos
obsesionarnos por los resultados inmediatos. Tenemos que estar dispuestos a
soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas, o los cambios de
planes que impone el dinamismo de la realidad. Pero hay más: tenemos que saber
que Dios puede actuar en medio de aparentes fracasos. La fecundidad es muchas
veces invisible, “no puede ser contabilizada. Uno sabe bien que su vida dará
frutos, pero sin pretender saber cómo, ni dónde, ni cuándo... A veces nos
parece que nuestra tarea no ha logrado ningún resultado, pero la misión no es
un negocio ni un proyecto empresarial, no es tampoco una organización
humanitaria, no es un espectáculo para contar cuánta gente asistió gracias a
nuestra propaganda; es algo mucho más profundo que escapa a toda medida. Quizás
el Señor toma nuestra entrega para derramar bendiciones en otro lugar del mundo
donde nosotros nunca iremos” (Papa Francisco, Evangelii gaudium, 279).
Sin olvidar nunca que, como cristianos y
como comunidad cristiana, hemos de ser también permanentemente evangelizados,
hemos de dejar que la luz del Evangelio ilumine nuestras vidas en sus zonas
luminosas y en sus claroscuros.
ESTUDIO BÍBLICO
La alegría de la misión evangelizadora
Iª
Lectura: Isaías (66,10-14): Una Jerusalén nueva
I.1. La primera lectura del libro de
Isaías nos habla de una restauración de Jerusalén, después del luto que implica un designio de catástrofe y de
muerte. Dios mismo, bajo la fuerza de Jerusalén como madre que da a luz un
pueblo nuevo, se compromete a traer la paz, la justicia y, especialmente el
amor, como la forma de engendrar ese pueblo nuevo. Toda la alegría de un parto
se encadena en una serie de afirmaciones teológicas sobre la ciudad de
Jerusalén. Desde ella hablará Dios, desde ella se podrá experimentar la misma
“maternidad de Dios” con sus hijos. Porque Dios, lo que quiere, lo que busca,
es la felicidad de sus hijos.
I.2. Pero esa Jerusalén no existe, hay
que crearla en todas partes, allí donde cada comunidad sea capaz de sentir la
acción liberadora del proyecto divino. El profeta desconocido para nosotros (la
lectura de hoy pertenece al tercer Isaías, alguien de la escuela que dejó el
gran profeta y maestro del siglos VIII), siente lo más íntimo de Dios y así
quiere animar a la comunidad post-exílica para crear una Jerusalén nueva.
IIª
Lectura: Gálatas (6,14-18): La fuerza de la cruz
II.1. La segunda lectura viene a ser el
colofón a la carta más polémica de San Pablo. Una polémica que se hace en
nombre de la cruz de Cristo, por la que hemos ganado la libertad cristiana,
como se ponía de manifiesto el domingo pasado. Pablo se despacha ahora, con su
propia mano, para firmar la carta con una verdadera “periautología”, una
confidencia personal de su vida, de su amor por Cristo y por lo que le ha llevado
a ser apóstol de los paganos. La cruz, aquello que antes de su conversión era
una vergüenza, como para cualquier judío, se convierte en el signo de identidad
del verdadero mensaje cristiano. Los cristianos debemos “gloriarnos” en esa
cruz, que no es la cruz del “sacrificio” sin sentido, sino el patíbulo del amor
consumado. Allí es donde los hombres de este mundo han condenado al Señor, y
allí se revela más que en ninguna otra cosa ese amor de Dios y de Jesús.
II.2. Por eso Pablo no puede permitir
que se oculte o se disimule la cruz del evangelio. Es más, la cruz se hace
evangelio, se hace buena noticia, se hace agradable noticia, porque en ella
triunfa el amor sobre el odio, la libertad sobre las esclavitudes de la Ley y
de los intereses del este mundo; en ella reina la armonía del amor que todo lo
entrega, que todo lo tolera, que todo lo excusa, que todo lo pasa. Pablo, pues,
habla desde lo que significa la cruz como fuerza de amor y de perdón. Aquí se
marca el punto álgido que acredita la verdadera identidad cristiana. El que
vive de la Ley, en el fondo, se encuentra solo consigo mismo; el que vive en el
ámbito del evangelio, deja de estar solo
para vivir "con Cristo" o "Cristo en mí". Y ¿quién
es Cristo? Pablo lo revela al principio de la carta: "el que se entregó a
sí mismo por nosotros, por nuestros pecados" para darnos la gracia de la
salvación.
Evangelio:
Lucas (10, 1-12.17-20): La alegría de anunciar el evangelio
III.1. El evangelio (Lucas 10,1ss) es
todo un programa simbólico de aquello que les espera a los seguidores de Jesús:
ir por pueblos, aldeas y ciudades para anunciar el evangelio. Lucas ha querido
adelantar aquí lo que será la misión de la Iglesia. El “viaje” a Jerusalén es
el marco adecuado para iniciar a algunos seguidores en esta tarea que Él no
podrá llevar a cabo cuando llegue a Jerusalén. El evangelista lo ha
interpretado muy bien, recogiendo varias tradiciones sobre la misión que en los otros evangelistas están
dispersas. El número de enviados (70 ó 72) es toda una magnitud incontable, un
número que expresa plenitud, porque todos los cristianos están llamados a
evangelizar. Se recurre a Num 11,24-30, los setenta ancianos de Israel que
ayudan a Moisés con el don del Espíritu; o también a la lista de Gn 10 sobre
los pueblos de la tierra. No se debe olvidar que Jesús está atravesando el
territorio de los samaritanos, un pueblo que, tan religioso como el judío, no
podía ver con buenos ojos a los seguidores de un judío galileo, como era Jesús.
III.2. El conjunto de Lc 19,2-12 es de
la fuente Q; sus expresiones, además, lo delatan. Eso significa que las
palabras de Jesús sobre los discípulos que han de ir a anunciar el evangelio
fueron vividas con radicalidad por profetas itinerantes judeocristianos, antes
que Lucas lo enseñase y aplicase a su comunidad helenista. Las dificultades, en
todo caso, son las mismas para unos que para otros. El evangelio, buena
noticia, no es percibido de la misma manera por todos los hombres, porque es
una provocación para los intereses de este mundo. El sentido de estas palabras,
con su radicalidad pertinente, se muestra a los mensajeros con el saludo de la
paz (Shalom). Y además debe ser desinteresado. No se puede pagar un precio por
el anuncio del Reino: ¡sería un escándalo!, aunque los mensajeros deban vivir y
subsistir. Y, además, se obligan a arrostrar el rechazo… sin por ello sembrar
discordias u odio.
III.3. Advirtamos que no se trata de la
misión de los Doce, sino de otros muchos (72). Lo que se describe en Lc 10,1 es
propio de su redacción; la intencionalidad es poner de manifiesto que toda la
comunidad, todos los cristianos deben ser evangelizadores. No puede ser de otra
manera, debemos insistir mucho en ese aspecto del texto de hoy. El evangelio
nos libera, nos salva personalmente; por eso nos obligamos a anunciarlo a
nuestros hermanos, como clave de solidaridad. Resaltemos un matiz, sobre
cualquier otro, en este envío de discípulos desconocidos: volvieron llenos de
alegría (v. 20), “porque se le sometían los demonios”. Esta expresión quiere
decir sencillamente que el mal del mundo se vence con la bondad radical del
evangelio. Es uno de los temas claves del evangelio de Lucas, y nos lo hace ver
con precisión en momentos bien determinados de su obra. Los discípulos de Jesús
no solamente están llamados a seguirle a Él, sino a ser anunciadores del
mensaje a otros. Cuando se anuncia el evangelio liberador del Señor siempre se
percibe un cierto éxito, porque son muchos los hombres y mujeres que quieren
ser liberados de sus angustias y de sus soledades. ¡Debemos confiar en la
fuerza del evangelio! (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).
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