El salmista nos invita a “proceder
honradamente y practicar la justicia” y refrescando la memoria en este año de
la misericordia nos ofrece la posibilidad de ahondar en el imperativo de acoger
al peregrino. Hospitalidad cristiana y acogida, actitudes a cultivar por
nuestras comunidades en este tiempo de migraciones globales.
Abrahán, Marta y María se nos presentan
como prototipos del empeño que todo creyente ha de perseguir por reconocer la
presencia del Señor en su vida, reconocimiento que pasa necesariamente por el
rostro del hermano y de entre ellos, los más débiles.
Vivir la madurez de la fe, en palabras
de Pablo, supone poner a Jesús en el centro de nuestra vida, para superar todo
falso antagonismo entre la contemplación y la acción cristiana. No hay
auténtico servicio sino nace de la escucha de la Palabra, no hay verdadera
intimidad con el Señor que no se verifique en el compromiso con los hermanos.
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
La
hospitalidad era un deber primordial en el mundo antiguo. Abraham no es
indiferente a estos hombres que pasan frente a su tienda. Todos los cuidados,
desde preparar el pan hasta lavar los pies, indican la disposición para el
servicio que Abraham y Sara tienen hacia sus huéspedes. Y, sin saberlo, en su
acción están sirviendo al mismo Dios.
Lectura
del libro del Génesis 18, 1-10ª
El Señor se apareció a Abraham junto al
encinar de Mamré, mientras él estaba sentado a la entrada de su carpa, a la
hora de más calor. Alzando los ojos, divisó a tres hombres que estaban parados
cerca de él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la carpa
y se inclinó hasta el suelo, diciendo: “Señor mío, si quieres hacerme un favor,
te ruego que no pases de largo delante de tu servidor. Yo haré que les traigan
un poco de agua. Lávense los pies y descansen a la sombra del árbol. Mientras tanto,
iré a buscar un trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de
seguir adelante. ¡Por algo han pasado junto a su servidor!”. Ellos
respondieron: “Está bien. Puedes hacer lo que dijiste”. Abraham fue rápidamente
a la carpa donde estaba Sara y le dijo: “¡Pronto! Toma tres medidas de la mejor
harina, amásalas y prepara unas tortas”. Después fue corriendo hasta el corral,
eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo entregó a su sirviente, que de
inmediato se puso a prepararlo. Luego tomó cuajada, leche y el ternero ya
preparado, y se los sirvió. Mientras comían, él se quedó de pie al lado de
ellos, debajo del árbol. Ellos le preguntaron: “¿Dónde está Sara, tu mujer?”.
“Ahí en la carpa”, les respondió. Entonces uno de ellos le dijo: “Volveré a
verte sin falta en el año entrante, y para ese entonces Sara habrá tenido un
hijo”.
Palabra de Dios.
Salmos
14, 2-5
R.
Señor, ¿quién entrará en tu Casa?
El que procede rectamente y practica la
justicia; el que dice la verdad de corazón y no calumnia con su lengua. R.
El que no hace mal a su prójimo ni
agravia a su vecino, el que no estima a quien Dios reprueba y honra a los que
temen al Señor. R.
El que no se retracta de lo que juró
aunque salga perjudicado. El que no presta su dinero a usura ni acepta soborno
contra el inocente. El que procede así, nunca vacilará. R.
II
LECTURA
¿Se
puede agregar algo a la entrega perfecta de Jesús? San Pablo interpreta que
nuestros sufrimientos se asocian al sentido redentor de la Pascua de
Jesucristo. Hay un lugar donde poner nuestros dolores y sufrimientos, y ese
lugar es el sufrimiento de Jesús.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas 1, 24-28
Hermanos: Me alegro de poder sufrir por
ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo,
para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En efecto, yo fui constituido
ministro de la Iglesia, porque, de acuerdo con el plan divino, he sido
encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de Dios, el misterio
que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a
sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria contiene para los
paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la esperanza de la gloria.
Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos
en la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo.
Palabra de Dios.
ALELUYA cf. Lc 8, 15
Aleluya. Felices los que guardan la
Palabra de Dios con un corazón bien dispuesto, y dan fruto gracias a su
constancia. Aleluya.
EVANGELIO
Las
dos hermanas amaban a Jesús y querían honrarlo como maestro y amigo. Jesús
aceptó este servicio y esta amistad. Entre las muchas cosas que todo servicio
implica, Jesús quiere que encontremos esa “una sola cosa” que nos unifica. Y
esa “una sola cosa” es el discipulado. Hacernos discípulos y discípulas es
estar a los pies de Jesús como María de Betania. Este es el eje que unifica y
equilibra nuestras “muchas cosas” en el servicio a los demás.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 38-42
Jesús entró en un pueblo, y una mujer
que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María,
que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, que estaba muy
ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: “Señor, ¿no te importa que
mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude”. Pero el Señor
le respondió: “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin
embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le
será quitada”.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.
Entre
la acción y la contemplación
Respondiendo a las inquietudes
teológicas de una época, en no pocas ocasiones el episodio del encuentro del
Señor con Marta y María ha sido utilizado para ilustrar un pretendido
antagonismo entre la dimensión contemplativa de la fe -el estar sentados a los
pies del Señor- y la praxis evangélica, concretada en el servicio. Más aún, a
afirmar una pretendida superioridad de la primera sobre la segunda.
Hoy sería más adecuado entender las
palabras de Jesús como una propuesta de integración de estas dos dimensiones
imprescindibles en una vida creyente que quiera denominarse plena.
Colocados a la escucha de la Palabra de
Dios, lejos de desentendernos de la realidad, descubrimos que “los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo,
sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas,
tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (GS, 1)
Del mismo modo, toda actitud de
servicio, toda praxis diaconal que se entienda a sí misma como cristiana, no
puede más que proceder de la intimidad con el Maestro, en cuyas palabras
escuchamos también el clamor de nuestros hermanos.
Esa disposición a la escucha es
condición necesaria de una contemplación que ha de verificarse en la calidad de
nuestro empeño en la construcción de relaciones fraternas basadas en la
justicia.
En
clave de mujer
Una vez más, el evangelista Lucas nos
muestra el contacto de Jesús con distintas mujeres en su condición de
verdaderas discípulas. En esta ocasión María, a los pies del Señor siguiendo la
tradición rabínica del discípulo, atenta a recibir la enseñanza del maestro.
Justamente en ese gesto radica la
novedad de la actitud de Jesús (y acaso también el origen del reproche a
Marta). La mujer ha de dejar de ser únicamente entendida como quien ha de estar
presta a satisfacer las necesidades de otros, su valor no es instrumental, sino
que su dignidad es reconocida en igualdad con el resto de los discípulos.
También a ellas se les ofrece el contacto cercano con el Señor, también para ellas
está reservada la mejor parte.
Únicamente, cuando a ejemplo de Jesús,
nuestras comunidades cristianas sepan avanzar en este camino del reconocimiento
en igualdad y dignidad de las mujeres podremos afirmar con el Apóstol que
estamos anunciando el mensaje completo, para que todos lleguen a la madurez de
la vida en Cristo.
La
acogida como imperativo
En un tiempo como el actual en que
distintas tensiones sociales parecen poner en entredicho el valor de la
acogida, conviene subrayar y poner en valor la tradición bíblica de la
hospitalidad a la que hoy nos remiten las lecturas. Las actitudes de Abrahán,
Marta y María se nos presentan como modelo.
El Señor llega a nuestra puerta y, como
Abrahán, habremos de descubrirle en el rostro de los hermanos. En nuestro
entorno y en nuestros tiempos, acaso en los rostros de la innumerable masa de
personas, refugiadas, inmigrantes que apelan a nuestra sensibilidad humana y
creyente en busca del reconocimiento de sus necesidades y de su dignidad.
Quizás sean ellos también para nosotros
esos mensajeros de Dios, cuya atención y acogida nos anuncie –como a Sara – el
tiempo nuevo de una humanidad fecunda.
ESTUDIO BÍBLICO.
Iª
Lectura: Génesis (18,1-10): Abrahán, a la escucha de Dios
I.1. En la primera lectura nos
encontramos con una de las estampas más evocadoras de los relatos en torno al
padre del pueblo de Israel, Abrahán. Es un relato que tiene todas las
connotaciones de leyenda sagrada, pero que expresa el misterio de la vida de este
personaje que todo se lo jugó apoyado en la palabra de Dios, en su promesa de
darle un tierra y una heredad. Tres personajes aparecen a lo lejos, que son
como uno, porque es uno el que al final habla al Patriarca. Se pone en
funcionamiento la sagrada ley de la hospitalidad en el Oriente, y muy
especialmente en el desierto, aunque aquí nos encontremos en Mambré. Son varias
las experiencias religiosas que Abrahán tiene en Mambré y que han sellado el
nombre y el lugar como algo religioso.
I.2. La iconografía de la tradición
cristiana ortodoxa ha visto aquí el misterio de la Trinidad, e incluso de la
Eucaristía, ante los dones que ofrece Abrahán. Todo ello se ha reproducido en
un bello Icono que es de los más conocidos del mundo. Efectivamente, se ha querido
representar la visita del Señor para hacerle la promesa de que tendrá un
verdadero heredero. El paso de Dios a nuestro lado, por nuestra vida,
constantemente o en momentos puntuales, es una experiencia de la cual han
hablado grandes y pequeños personajes de la historia de la humanidad. Ése es el
tema teológico de las lecturas de este domingo.
IIª
Lectura: Colosenses (1,24-28): El misterio de Dios y su revelación
II.1. La segunda lectura pone de
manifiesto que el misterio de Dios se ha revelado a los suyos, a la Iglesia,
por medio de su ministro. Es Pablo, aunque no sea precisamente el autor de esta
carta, el que se ha dedicado a contemplar ese misterio que es Cristo, para
darlo a conocer a los hombres. No se trata, claro está, de una elección
esotérica, reservada a algunos, sino que todo el que quiera conocer a Dios lo
puede hacer por medio de Cristo. Pablo subraya con énfasis que este misterio se
abre de par en par a todos los hombres y nadie está excluido.
II.2. El “misterio de Dios” se ha hecho
presente en Cristo, y de alguna manera ha dejado ya de estar velado y de ser
algo imposible para los hombres. Es verdad que sigue siendo misterio, pero está
humanizado; está humanizado en Cristo y está humanizado en el servicio de
proclamarlo a los hombres. Dios ¡misterio escondido! No es una esencia sin
entrañas, al contrario es un “personaje” que se siente el verdadero Dios en la
medida en que puede comunicarse y no guardarse para sí su bondad. Aquí se
cumple aquello del «Bonum est difusivum sui»: El bien es de suyo difusivo. Para
ello, Dios tiene a Cristo y al apóstol, para comunicarse.
Evangelio:
Lucas (10,38-42): Saber elegir lo que Dios desea
III.1. El evangelio de Lucas nos
presenta a Jesús, en su camino a Jerusalén, que hace una pausa en casa de Marta
y María. Ya es sintomático que se nos describa esta escena en la que el Señor
entra en casa de unas mujeres, lo que no podía ser bien visto en aquella
sociedad judía. Pero el evangelista Lucas es el evangelista de la mujer y pone
de manifiesto aquellos aspectos que deben ser tenidos en cuenta en la comunidad
cristiana. Sin la cooperación de la mujer, el evangelio hubiera sido
excluyente. El sentido de este episodio ha dado mucho que hablar, dependiendo
del tipo de traducción que se adopte del original griego: “una sola cosa es
necesaria”, o por el contrario “pocas cosas son necesarias”, dependiendo de los
manuscritos. La primera opinión parece más coherente. Muchos pensaron que se
trataba de defender la vida contemplativa respecto de la vida activa o
apostólica. Esta es ya una vieja polémica que no tiene sentido, porque las dos
cosas, los dos aspectos, son necesarios en la vida cristiana. La opción
polémica entre la vida activa y la vida contemplativa sería empequeñecer el
mensaje de hoy, porque debemos armonizar las dos dimensiones en nuestra vida
cristiana.
III.2. Lo que Lucas subraya con énfasis
es la actitud de escuchar a Jesús, al Maestro, quien tiene lo más importante
que comunicar. No quería decir Jesús que “un solo plato basta”, como algunos
han entendido, sino que María estaba eligiendo lo mejor en ese momento que él
las visita. Este episodio, todavía hoy, nos sugiere la importancia de la
escucha de la Palabra de Dios, del evangelio, como la posibilidad alternativa a
tantas cosas como se dicen, se proponen y se hacen en este mundo. Jesús es la
palabra profética, crítica, radical, que llega a lo más hondo del corazón, para
iluminar y liberar. Ya es sintomático, como hemos apuntado antes, el detalle
que Lucas quiera poner de manifiesto el sentido del discipulado cristiano de
una mujer en aquél ambiente.
III.3. Tampoco se debería juzgar que
Marta es desprestigiada, ¡ni mucho menos!, ¡está llevando a cabo un servicio!,
pero tiene que saber elegir. Muchas veces, actitudes contemplativas pueden
ocultar ciertos egoísmos o inactividad de servicio que otros deben hacer por
nosotros. Porque Jesús, camino de Jerusalén, ha pasado por su lado y es posible
que en su afán no supiera, como María, que tenía que dejar huella en su vida.
María se siente auténtica discípula de Jesús y se pone a escuchar como la única
cosa importante en ese momento. Y de eso se trata, de ese ahora en que Dios, el
Señor, pasa a nuestra lado, por nuestra vida y tenemos que acostumbrarnos a
elegir lo más importante: escucharle, acogerle en lo que tiene que decir,
dejando otras cosas para otros momentos. Lucas, sin duda, privilegia a María
como oyente de la palabra y eso, en este momento de subida a Jerusalén, es casi
decisivo para el evangelista. Se quiere subrayar cómo debemos, a veces,
sumergirnos en los planes de Dios. De eso es de lo hablaba Jesús camino de
Jerusalén (según Lucas) y María lo elige como la mejor parte. Marta… no ha
podido desengancharse… y ahora debiera haberlo hecho. (Fray Miguel de Burgos
Núñez, O. P.).
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