Venimos
a adorar al Rey
Jesús ha nacido en medio de la noche
alumbrado por un gran resplandor que ilumina la oscuridad. Es la Illuminatio.
En este mundo a veces tan oscuro, es bueno pararse a redescubrir el sentido que
tiene la presencia de Jesús, que ilumina a todos aquellos que quieren pararse a
contemplarlo. Jesús, Dios mismo que se hace carne y habita entre nosotros
(Manifestatio). Ese mismo Jesús es reconocido como Dios y adorado como tal
(Declaratio). Los magos así lo hicieron, se dejaron deslumbrar por la estrella,
y decidieron ponerse en camino y seguirla. Aparcaron sus vidas, sus actividades
y preocupaciones, y así encontraron a aquel que daría sentido a su existencia,
y sintieron una inmensa alegría. Y lo adoraron, ofreciéndose y ofreciéndole sus
regalos oro (símbolo de la riqueza de un rey), incienso (símbolo de las
oraciones de un sacerdote) y mirra (símbolo de la finitud de la humanidad).
Nosotros hoy también podemos, cuando
notamos que nos falta algo, parar, pensar y tener los ojos abiertos. Y veremos
como aparece una luz, una estrella que nos guíe hasta los demás, hasta Jesús
mismo encarnado en cada uno de nosotros y de nuestros hermanos.
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
El
mensaje profético se dirige a una ciudad a oscuras y aletargada. ¡Es tiempo de
levantarse! La luz ya llega. Una ciudad iluminada por Dios está llamada a
convertirse en ciudad de puertas abiertas, con lugar para recibir a quienes
vienen desde otros pueblos y culturas. Esta ciudad no deberá cerrarse movida
por el miedo, sino al contrario, alegrarse por albergar a gentes tan diversas
que llegan atraídas por la luz divina que allí resplandece.
Lectura
del libro de Isaías 60, 1-6
¡Levántate, resplandece, porque llega tu
luz y la gloria del Señor brilla sobre ti! Porque las tinieblas cubren la
tierra y una densa oscuridad, a las naciones, pero sobre ti brillará el Señor y
su gloria aparecerá sobre ti. Las naciones caminarán a tu luz y los reyes, al
esplendor de tu aurora. Mira a tu alrededor y observa: todos se han reunido y
vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en
brazos. Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón,
porque se volcarán sobre ti los tesoros del mar y las riquezas de las naciones
llegarán hasta ti. Te cubrirá una multitud de camellos, de dromedarios de
Madián y de Efá. Todos ellos vendrán desde Sabá, trayendo oro e incienso, y
pregonarán las alabanzas del Señor.
Palabra de Dios.
Salmo
71, 1-2. 7-8. 10-13
R.
¡Pueblos de la tierra alaben al Señor!
Concede, Señor, tu justicia al rey y tu
rectitud al descendiente de reyes, para que gobierne a tu pueblo con justicia y
a tus pobres con rectitud. R.
Que en sus días florezca la justicia y
abunde la paz, mientras dure la luna; que domine de un mar hasta el otro, y
desde el Río hasta los confines de la tierra. R.
Que los reyes de Tarsis y de las costas
lejanas le paguen tributo. Que los reyes de Arabia y de Saba le traigan
regalos; que todos los reyes le rindan homenaje y lo sirvan todas las naciones.
R.
Porque él librará al pobre que suplica y
al humilde que está desamparado. Tendrá compasión del débil y del pobre, y
salvará la vida de los indigentes. R.
II
LECTURA
La
carta insiste en el carácter universal de la salvación: una Buena Noticia que
debe llegar a todos. En los tiempos de los primeros cristianos esto implicaba
abrirse a los pueblos paganos. Y hoy, ¿quiénes son los más alejados que aún no
han recibido la Buena Noticia? ¿Dónde están? ¿Cómo llegaremos hasta ellos?
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 3, 2-6
Hermanos: Seguramente habrán oído hablar
de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes. Fue
por medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como
acabo de exponérselo en pocas palabras. Al leerlas, se darán cuenta de la
comprensión que tengo del misterio de Cristo, que no fue manifestado a las
generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a
sus santos apóstoles y profetas. Este misterio consiste en que también los
paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y
beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio.
Palabra de Dios.
ALELUYA Mt 2, 2
Aleluya. Vimos su estrella en Oriente y
hemos venido a adorar al Señor. Aleluya.
EVANGELIO
“El centro de este relato es Jesús que nos
convoca a un encuentro. Los magos simbolizan a los pueblos paganos que se abren
al encuentro con Jesús y acercan su homenaje al Mesías. Por eso, en ellos está
representado cada creyente, de todos los pueblos de la tierra, que conoció a
Jesús y abrió su vida a esa luz salvadora. Cuando el Evangelio dice que los magos
‘se llenaron de inmenso gozo’, nos invita a vivir con alegría los signos del
amor de Dios que aparecen en nuestra vida, y a celebrar con gozo nuestro propio
encuentro con Jesús”.
✜ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Mateo 2, 1-12
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea,
bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y
preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos
su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”. Al enterarse, el rey Herodes
quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos
sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía
nacer el Mesías. “En Belén de Judea –le respondieron–, porque así está escrito
por el Profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor
entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será
el Pastor de mi pueblo, Israel’”. Herodes mandó llamar secretamente a los magos
y, después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la
estrella, los envió a Belén, diciéndoles: “Vayan e infórmense cuidadosamente
acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también
vaya a rendirle homenaje”. Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella
que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde
estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría y, al entrar
en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le
rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro,
incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al
palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.
Hoy Dios se presenta en medio de
nosotros, y no como el Dios grandilocuente de Isaías, sino como un niño que
nace en medio de la noche, iluminando la oscuridad. Nace para todos, y todos
podemos adorarlo. Dios, luz de justicia y camino de salvación hace pasar su
historia por los últimos. Un bebe en un establo, un bebe que nace migrante, un
bebe totalmente indefenso.
Y esa luz, ese niño que nace nos
cuestiona: ¿Cómo nos posicionamos nosotros ante él? ¿Qué hacemos ante la luz de
la estrella? ¿Abrimos los ojos? ¿Los cerramos para no ver? ¿Nos quedamos
sentados? ¿Nos levantamos y nos ponemos en camino?
Los tres reyes magos somos nosotros
cuando vivimos con los ojos abiertos, buscando la verdad en nuestra realidad,
en los rostros de nuestros seres queridos y de aquellos que nos cruzamos en
nuestro camino.
Los tres reyes magos somos nosotros
cuando nos ponemos en camino para perseguir nuestros sueños, esos sueños que
parecen lejanos e imposibles de alcanzar pero que nos mantienen en camino ante
las dificultades.
Los tres reyes magos somos nosotros
cuando seguimos nuestras intuiciones, cuando preguntamos por lo que no sabemos
y somos capaces de sacar nuestras propias conclusiones.
Los tres reyes magos somos nosotros
cuando nuestro corazón se alegra cuando encontramos parte de esa luz de Dios,
en lo pequeño, en los gestos cotidianos que son verdaderos regalos: en el beso
de una madre, en una sonrisa, en una ayuda inesperada,…
Los tres reyes magos somos nosotros
cuando descubrimos el rostro de Jesús en los rostros anónimos sufrientes y
somos capaces de regalarnos, de entregar nuestro tiempo, nuestras capacidades,
nuestro dinero a los demás.
Vivamos por tanto como los magos, en
búsqueda activa, con capacidad de ver, de alegrarse y sorprenderse, y hagamos que los que nos
rodean se sientan queridos y felices, con independencia del lugar en el que se
encuentren, sea un portal, una casa, un refugio o un hospital. Adoremos a Dios
en los que nos rodean, en los lejanos y los cercanos, en los queremos y en
aquellos deberíamos querer más, porque en todos está Dios.
Hoy es día de abrir regalos, un regalo
es siempre una ilusión, una novedad, un don. Pero como en la vida, demasiados
regalos, regalos sin sentido, regalos consumibles, pueden hacernos perder el
verdadero sentido del día hoy: el mejor regalo que podemos hacer es
regalarnos nosotros mismos, ser don para
los demás, como lo fueron los tres reyes. Ellos llevaron oro, incienso y mirra,
pero podían no haber llevado nada, y nada hubiera pasado, porque el verdadero
regalo era su presencia adorando a un Dios encarnado que nace en la noche
oscura para traernos la luz de la salvación.
ESTUDIO BÍBLICO.
Iª
Lectura: Isaías (60,1-6): Dios de todos los pueblos
I.1. El texto del libro del profeta
Isaías adelanta el sentido de la fiesta: el universalismo de la salvación de
Dios. El Trito-Isaías (la tercera parte del libro de Isaías, con oráculos de un
profeta desconocido), se vale de la imagen de Jerusalén, símbolo de la
presencia de Dios, para afirmar que todos los pueblos buscarán a ese Dios. Pero
no se hace por la apologética barata de que el Dios nacional de Israel sea el
único y verdadero. El Dios del profeta no es un Dios nacionalista, y con ello
cae por tierra ese nacionalismo religioso que muchas veces se ha usado para
grandes despropósitos. Si el profeta se vale de Jerusalén, es porque el profeta
no puede dejar de ser un judío en su mundo y en su cultura.
I.2. Pero la intuición del profeta se
perfila en el sentido de que Jerusalén ha sido humillada muchas veces en su
historia. Comparada con las grandes ciudades de la cultura y la religión que la
han rodeado ha sido humillada, postrada, asediada y ha sido pasada a cuchillo.
Ahora, teniendo Dios allí su morada (cosa que el profeta entiende al pie de la
letra, pero nosotros no estamos obligados a ello) es testigo de cómo vienen
todos los pueblos, todas las religiones, todas las culturas, para ver la luz de
Dios, trayendo sus dones. Dios, pues, escoge a la Jerusalén maltrecha para
decir quién es y qué quiere de la humanidad entera. Este es el evangelio, el
misterio, del Trito-Isaías para sus contemporáneos. El texto resonará en el
evangelio de Mateo del día de hoy.
IIª
Lectura: Efesios (3,2-3.5-6): El misterio de Dios se revela a todos
II.1. El texto de Efesios nos habla del
“misterio” que le ha sido encomendado al Apóstol para que lo lleve a todos los
pueblos, a los paganos, a los gentiles (diríamos a los que no tienen Dios).
¿Cómo es posible? El texto es un texto paulino, una “confesión” que retrata a
Pablo, si bien la carta a los Efesios es muy posible que no haya sido escrita
por él, sino por un discípulo que quiere mantener en alto la antorcha de la
vocación y la misión del Apóstol. Efectivamente, vemos un interés especial en
describir la originalidad de la misión paulina. Y en esto no hay nada que
objetar. Las cartas auténticas de Pablo nos revelan, por activa y por pasiva,
que esta ha sido la vocación y la historia de Pablo, por lo que ha dado su vida
“en Cristo”.
II.2. Se habla del “don de la gracia”,
de una “revelación” que ha recibido el apóstol. Esta es la verdad si comparamos
nuestro texto con Gal 1,12.16. Aquí se refiere al camino de Damasco como punto
focal de esta iniciativa divina. Dios lo ha llamado para ser apóstol de los
paganos y para ello le ha entregado el evangelio de la salvación. Lo que en
nuestro texto de hoy se llama “misterio”, es lo mismo. Porque el evangelio es
la buena noticia de que Dios ha decidido salvar a todos los hombres, de cualquier
raza y religión. Es eso lo que el autor de Efesios llama misterio y lo que
Pablo llama varias veces “mi evangelio”.
Evangelio:
Mateo (2,1-12): La estrella de la salvación de la humanidad entera
III.1. Texto complicado, simbólico,
arcaico, prefigurativo, midráshico. Todos estos adjetivos se usan a la hora de
leer e interpretar el relato de Mateo sobre los magos (magoi, en griego, no
reyes) que vienen en busca de una estrella. Y la verdad es que la exégesis
bíblica ya ha dado numerosas muestras de madurez a la hora de interpretar un
relato de este tipo, que desde luego, no puede leerse histórica o fácticamente,
al menos con opciones fundamentalistas. Tenemos que reconocer que nos
encontramos ante una magnífica página teológica, con sabor oriental y con una
cristología de las primeras comunidades cristianas, especialmente la de Mateo,
que vio en el texto de Miqueas (5,1) la prefiguración de Jesús como Mesías, por
su nacimiento en Belén. La comunidad de Mateo, de origen judeo-cristiano,
necesitó leer mucho las Escrituras, el AT, para rastrear su identidad de
aceptar a Jesús como el Mesías en todos los sentidos. Consiguientemente, es
posible que en una comunidad de este tipo se viera necesario, como
causa-efecto, que si Jesús es considerado el Mesías, tenga que nacer en Belén.
III.2. Pero ¿qué papel desempeñan los
magos? Pues el de aquellos que extraños al judaísmo y a su religión, han
buscado y han interpretado los signos de los tiempos y se han arriesgado
también a aceptar al niño de Belén como su luz. Es verdad que estos textos de
Mateo, como los de Lucas, no pueden haber sido escritos sino después de que las
comunidades cristianas proclamaran a Jesús resucitado. No podía ser de otra
manera. Pero el texto de Mateo es más especial, si cabe, porque está “empedrado”
de alusiones a textos veterotestamentarios que se leen con el sentido de
cumplimiento o de alusiones significativas. Todos los grandes personajes de la
historia han tenido su “estrella”, como Alejandro Magno, Augusto, y el “rey de
los judíos” no podía ser menos a la hora de presentarlo ante toda la humanidad.
Desde luego no es necesario pensar o defender que en el momento del nacimiento
de Jesús se produjo una gran conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación
de Piscis; es bastante hipotético que sea así, y tampoco podemos decir que esté
contemplado en nuestra narración. Además, si esta conjunción pudiera probarse
para el año 7 a.C. (como algunos sostienen), todavía no se “buscaría” a Jesús
como el “rey de los judíos”, porque este título no podía aplicársele desde su
nacimiento, sino después de la muerte (es el título de la condena en la cruz) y
la resurrección.
III.3. Desde el significado de la fiesta
de hoy es mucho más iluminador leer el texto sin buscar exageradamente
coincidencias históricas. Por eso interesa resaltar su tejido midráshico
(actualización y adaptación de textos bíblicos). Así podemos ver que nuestro
relato ha podido confeccionarse teniendo en cuenta al profeta Balaam (Num 24,17),
un extranjero llamado por Balaq para maldecir a Israel; pero sucede lo
contrario: lo bendice preanunciando la estrella de Jacob, el padre de las
tribus. De la misma manera, el texto de Is 60,6 (nuestra primera lectura) con
los camellos y dromedarios cargados de dones que vienen a Jerusalén y, no menos,
el sentido del Sal 72,10.15 sobre los reyes de tierras lejanas que traen
regalos al rey del futuro. La fe de los primeros cristianos tuvo que formularse
de esta forma y de esta manera, expresarse simbólicamente. La verdad es que los
cristianos aceptaron a Jesús como el Mesías verdadero, el que traería la
salvación a todos. No había más remedio que rebuscar en la Escritura para dar
sentido a todo ello. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).
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