El ser humano no siempre es consciente
de la capacidad de vida que tiene; el aliento de vida que recibió desde la
creación tendría que ser suficiente para comprender con qué amor ha sido
modelado. Sin embargo, el ser humano no está contento con la vida recibida ni
con la semejanza ofrecida, sino que deja de ser quien es para pretender
convertirse en quien no es. Asume un papel de suplantación como pretensión de
querer ser como un Dios, la imagen de Dios por la desfiguración.
El comer del fruto del árbol del bien y
del mal es una manera de vivir sin límites, donde nada me autolimita. La
autonomía absoluta comprende el rechazo de Dios, de vivir a imagen y semejanza.
La Cuaresma nos hace reflexionar en un
desierto de carencias, donde se nos propone una recreación realizada en Cristo.
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
1
LECTURA
La
serpiente sabe cómo engañar. Su promesa es fascinante: “Serán como dioses”. La
tentación nos lleva a olvidar nuestra condición, y nos hace creernos lo que no
somos. Y es allí donde la armonía y el equilibrio se pierden.
Lectura
del libro del Génesis 2, 7-9; 3, 1-7
El Señor Dios modeló al hombre con
arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida. Así el hombre se
convirtió en un ser viviente. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al
oriente, y puso allí al hombre que había formado. Y el Señor Dios hizo brotar
del suelo toda clase de árboles, que eran atrayentes para la vista y apetitosos
para comer; hizo brotar el árbol de la vida en medio del jardín y el árbol del
conocimiento del bien y del mal. La serpiente era el más astuto de todos los
animales del campo que el Señor Dios había hecho, y dijo a la mujer: “¿Así que
Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?”. La mujer le
respondió: “Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín. Pero respecto
del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: ‘No coman de él ni
lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte’”. La serpiente
dijo a la mujer: “No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman
de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien
y del mal”. Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer,
agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto
y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió.
Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos.
Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera.
Palabra de Dios.
Salmo
50, 3-6a. 12-14. 17
R.
¡Piedad, Señor, pecamos contra ti!
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y
purifícame de mi pecado! R.
Porque yo reconozco mis faltas y mi
pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es
malo a tus ojos. R.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y
renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni
retires de mí tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga. Abre mis labios, Señor, y mi boca
proclamará tu alabanza. R.
2
LECTURA
San
Pablo lo dice rotundamente: todos pecamos. ¿Cómo salir de esta situación en la
cual todos los seres humanos estamos inmersos? La obediencia de uno,
Jesucristo, trae salvación para todos. Su obra de redención es tan eficaz que,
por él, sobreabunda en nosotros la gracia.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 5, 12-19
Hermanos: Por un solo hombre entró el
pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los
hombres, porque todos pecaron. En efecto, el pecado ya estaba en el mundo,
antes de la Ley, pero cuando no hay Ley, el pecado no se tiene en cuenta. Sin
embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso en aquellos que no
habían pecado, cometiendo una transgresión semejante a la de Adán, que es
figura del que debía venir. Pero no hay proporción entre el don y la falta.
Porque si la falta de uno solo provocó la muerte de todos, la gracia de Dios y
el don conferido por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, fueron derramados
mucho más abundantemente sobre todos. Tampoco se puede comparar ese don con las
consecuencias del pecado cometido por un solo hombre, ya que el juicio de
condenación vino por una sola falta, mientras que el don de la gracia lleva a
la justificación después de muchas faltas. En efecto, si por la falta de uno
solo reinó la muerte, con mucha más razón, vivirán y reinarán por medio de un
solo hombre, Jesucristo, aquéllos que han recibido abundantemente la gracia y
el don de la justicia. Por consiguiente, así como la falta de uno solo causó la
condenación de todos, también el acto de justicia de uno solo producirá para
todos los hombres la justificación que conduce a la Vida. Y de la misma manera que
por la desobediencia de un solo hombre, todos se convirtieron en pecadores,
también por la obediencia de uno solo, todos se convertirán en justos.
Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN Mt 4, 4b
El hombre no vive solamente de pan, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios.
EVANGELIO
El
diablo tienta con astucia. Propone un modelo de Mesías que no pase hambre ni
sed, que no sufra la limitación humana ni el dolor, y que imponga su poder como
los poderosos de este mundo. Pero Jesús conoce la misión que tiene y se afirma
en su mesianismo que aceptará la debilidad y la pequeñez. El diablo no pudo
vencer. Jesús sabía quién era y cuál era su misión, y no se dejó engañar por el
modelo triunfalista que el diablo le proponía.
✚ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 4, 1-11
Jesús fue llevado por el Espíritu al
desierto, para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días con
sus cuarenta noches, sintió hambre. Y el tentador, acercándose, le dijo: “Si tú
eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. Jesús le
respondió: “Está escrito: ‘El hombre no vive solamente de pan, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios’”. Luego el demonio llevó a Jesús a la
Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: “Si tú eres
Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: ‘Dios dará órdenes a sus
ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con
ninguna piedra’”. Jesús le respondió: “También está escrito: ‘No tentarás al
Señor, tu Dios’”. El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí
le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: “Te
daré todo esto, si te postras para adorarme”. Jesús le respondió: “Retírate,
Satanás, porque está escrito: ‘Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás
culto’”. Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para
servirlo.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.
Insatisfacción
versus suplantación
El ser humano no siempre es consciente
de la capacidad de vida que tiene; el aliento de vida que recibió desde la
creación tendría que ser suficiente para comprender con qué amor ha sido
modelado. Sin embargo, el ser humano no está contento con la vida recibida ni
con la semejanza ofrecida, sino que deja de ser quien es para pretender
convertirse en quien no es. Asume un papel de suplantación como pretensión de
querer ser como un Dios, la imagen de Dios por la desfiguración.
El comer del fruto del árbol del bien y
del mal es una manera de vivir sin límites, donde nada me autolimita. La
autonomía absoluta comprende el rechazo de Dios, de vivir a imagen y semejanza.
La Cuaresma nos hace reflexionar en un
desierto de carencias, donde se nos propone una recreación realizada en Cristo.
Sopló en su nariz un aliento de vida y
el hombre se convirtió en ser vivo
El aliento de vida recibido es fuerza
creadora a imagen y semejanza de Dios, la suplantación es rechazo de ese
aliento de vida (ruah Yahvé) para comenzar un camino desconocido de
ocultamiento de la vida y destrucción de
la misma.
Toda la creación le fue entregada bajo
su responsabilidad, comenzó a vivir desde el soplo de Dios, pero no fue
consciente de cuanto era el don recibido.
Seréis
como dioses en el conocimiento del bien y del mal
Frente al ofrecimiento de la totalidad
de los frutos, optó por comer de un solo fruto, de aquel fruto que no estaba a
su alcance. Y eso le condujo al ocultamiento; la inteligencia recibida fue el
caer en la cuenta de que estaba desnudo. La culpa le conduce a cubrirse
renegando de la belleza de la creación. Se rompe la armonía y la comunión con
la semejanza y con la creación entera
El
límite del justo
Por razones pedagógicas me centro
primero en el Evangelio para comprender mejor la respuesta que dio el primer
hombre frente a su tentación, y la que Dios Jesús. La segunda lectura de San
Pablo a los Romanos viene a ser una síntesis de estas dos visiones del ser
humano: el que peca y desobedece, el que obedece y salva. Se puede ver como
conclusión una vez vista las dos visiones.
Mateo por su parte nos ofrece las tres
tentaciones, donde las respuestas de Jesús nos recuerda a textos bíblicos, una
que puede recordarnos al pueblo de Dios en el camino y el maná en el desierto,
otra a las aguas del Massá, y la tercera al becerro de oro.
Piedras
en panes
No sólo de pan vive el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios. ¿De qué se alimenta el hombre? Es la
primera autolimitación. Vivir en semejanza e imagen de Dios supone escuchar su
palabra, asumir su lenguaje, reconocer su voz en cada gesto de la creación. Pero
lo inerte no tiene vida, la piedra no fue creada para la vida ni como alimento,
es una burla del acto creador.
Tírate
abajo
No tentarás al Señor tu Dios. La segunda
autolimitación es que la vida no se destruye. La semejanza conduce a nuevos
actos creativos, no puede convertirse en aniquilación de la vida. En la
creación se ofrece la vida, esta tentación representa el rechazo por la vida
recibida.
Póstrate
ante mí y adórame: Vete Satanás…
Es la negación de la semejanza e imagen
de Dios. La búsqueda de otros dioses, la sustitución del Dios creador por el
Dios que aniquila. Representa el no Dios.
El rechazo de estas tres tentaciones es
un modelo de la obediencia mostrada por Jesús que ama con todo el corazón, con
toda el alma, y con todas las fuerzas. Este rechazo era lo único que le podía
mantener unido a Dios y a todos los hombres. De ahí la importancia que tiene
este simbolismo de las tres tentaciones.
No
hay proporción entre la culpa y el don
San Pablo nos hace un balance
comparativo entre Adán y Jesús. Contrapone la culpa y el don, la gracia y el
pecado original, con el fin de dar relevancia al don, la gracia y Jesús,
aspectos divinos íntimamente relacionados
Una sola culpa resultó en condena para
todos, un acto de justicia resultó en indulto y vida para todos.
ESTUDIO BÍBLICO.
La Cuaresma es uno de los tiempos
litúrgicos más determinantes de la vida cristiana porque nos prepara para
celebrar la Pascua, es decir, la muerte y la resurrección del Señor. Alguna vez
hemos oído que se llama “cuaresma” porque recuerda un número simbólico en la
Biblia, bien los cuarenta años del pueblo en el desierto antes de entrar en la
tierra prometida y gustar definitivamente la liberación de Egipto; o bien los
cuarenta días en que Jesús se nos presenta en el desierto preparándose, como el
pueblo, para su gran misión. Por lo mismo, la Iglesia, las comunidades
cristianas, se preparan, en tensión, para celebrar la fiesta central del
misterio cristiano. Es uno de los tiempos más importantes de la vida cristiana,
ya que la Cuaresma es una unidad con la Semana Santa, con la Pascua.
Iª
Lectura: Génesis (2,7-9;3,1-7): O con Dios creador, o desnudos y sin
interioridad
I.1. La primera lectura de este domingo
está tomada del conjunto de Génesis 2-3 en que se nos describe, como una
catequesis de alfarero, la creación del hombre del barro de la tierra; la
tradición bíblica del paraíso con sus árboles de la vida y de la ciencia del
bien y del mal y el mito de la serpiente como prototipo del misterio del mal
que aparece misteriosamente para cambiar el rumbo de la creación de Dios. Se
atribuye este relato a una escuela catequética conocida como la “yahvista”,
porque así, desde el principio, denomina a Dios. Quiere describir al hombre de
forma y manera que aparezca lo finito: la materia o el polvo de la tierra, y lo
infinito: el soplo de vida que Dios mete en su ser. Es una lucha, la lucha de
la libertad, la lucha o pecado de querer ser como Dios y de experimentar la
nada entre sus manos.
I.2. El hombre y la mujer, la humanidad
entera, “que es el relato vivo de Dios”, porque ha sido creada a su “imagen y
semejanza” descubren en el vacío, en el silencio... que querer ser como dioses
es una ambigüedad. En ninguna “cosmogonía” antigua [conjunto de teorías
míticas, religiosas, filosóficas y científicas sobre el origen del mundo. Cada
cultura o religión ha tenido y tiene sus propias explicaciones cosmogónicas] se
ha podido afirmar como en la Biblia la grandeza del ser humano como “imagen de
Dios”. Somos lo que somos, valemos lo que valemos, pero no podemos ser más de
lo que somos. El teólogo de esta escuela sabe bien una cosa profundamente
misteriosa: que el mal encanta, aunque deje luego a sus espaldas angustia y
desolación. Es un vacío como de muerte ¿quién podrá vestir, de nuevo, al ser humano
de esperanza y de alegría?
I.3. La humanidad se nos presenta en
esta narración, mítica a todos los efectos, como comunidad, no puede ser de
otra manera. El hombre está solo y no es quien debe ser hasta que encuentra a
la mujer. Esta es la realidad de la naturaleza misma, pero que en su misterio
va mucho más allá. A esa comunidad se le entrega todo como don, con la
responsabilidad de desarrollar la humanidad futura y cuidar de todo, siguiendo
los caminos del bien, sin desordenar el bien por el mal, porque el día que
"coman de ese árbol de la ciencia del bien y del mal" (Gen. 2,17)
queriendo endiosarse, habrán dejado de actuar a imagen de Dios y eso será su
propia destrucción y muerte. Están hechos para la comunión. Son imagen de Dios,
han de actuar según corresponde a la imagen, reflejando el actuar de Dios. Dios
ha hecho todo como regalo para el ser humano. El varón es un regalo para la
mujer y ella para el hombre, en igualdad de dignidad y con el mismo misterio de
interioridad divina. El regalo es un signo que expresa la buena voluntad y el
amor del su hacedor. Lo grande del regalo es que es un signo de la decisión
libre de quien regala. Es expresión de la interioridad. Signo de comunicación
que revela lo que está en lo invisible del corazón. Es la revelación del
misterio. El relato no se sostiene científicamente en muchos aspectos, pero sí
es psicológica y teológicamente profundo. Y eso sí es real, eso nos ocurre y
sigue aconteciendo en el misterio de la vida humana.
IIª
Lectura: Romanos (5,12-19): Cristo frente a Adán; la gracia frente al pecado
II.1. Esta es una de las páginas más
conocidas de las historia de las teología porque Pablo enfrenta, a su manera, a
Adán y a Cristo. Desde la Patrología hasta nuestros días el tema del “pecado
original”, o del “pecado de origen” como se dice hoy, no ha dejado de interesar
y todavía necesita aportaciones desde muchos puntos de vista. Esta no es una
cuestión cerrada, porque el “pecado original” no es simplemente una cuestión
biológica de la naturaleza humana ¡de ninguna manera! Pablo se permite escribir
en este caso con un género literario que se puede considerar una “sygkrisis”
(comparación), reto entre dos personajes o dos realidades, con el fin de poner
de manifiesto la importancia y la grandeza de uno respecto a otro. Los Santos
Padres lo hacían desde la simbología del “tipo” y el “antitipo”. El peso de la
causa que se debate pretende subrayar el valor del “antitipo” Cristo frente a
Adán. Claro, Pablo entiende que la humanidad procede de un solo hombre, cosa que
hoy no estamos obligados a aceptar.
II.2. El interrogante que se ha dejado
en el comentario al texto del Génesis, halla en este pasaje de la carta de
Pablo la respuesta adecuada: a la radicalidad del pecado de Adán, de la
humanidad, atañe a la radicalidad de la gracia de Cristo, del amor de Dios. Es
uno de los núcleos más densos de la teología paulina en la carta más profunda
del apóstol. Pablo es deudor de una mentalidad judía para explicar lo que se ha
llamado el “pecado original”. En realidad esta confrontación ya la había
abordado, para el tema de la muerte y la resurrección, en 1Cor 15,21-22.45-49.
Pero él siempre innova y encuentra nuevas posibilidades y caminos para la
esperanza: con Cristo nada está perdido. La ley no pudo enseñar, ni prever lo que
Dios mismo iba a poner de manifiesto con Jesucristo. Si la humanidad vive bajo
la responsabilidad del pecado en solidaridad, de todos sus pecados: guerras,
injusticias... está llamada, por el contrario, a otra solidaridad poderosa: la
de la gracia de Cristo.
II.3. Debemos aceptar que el destino de
nuestra propia existencia nos orienta a todos los hombres y mujeres (toda la
humanidad) en una situación de pecado, incluso no querida o aceptada, pero
inevitable. No obstante todos participamos de una responsabilidad con nuestras
vidas y así sembramos “pecado” redivivo, para el futuro, con el que nosotros
mismos nos hemos encontrado. ¿No estaríamos invitados a la desesperación? ¡De
ninguna manera! (Absit! - “mê génoito”, que diría Pablo, cf Rom 7,7) ¿Por qué?
Porque tenemos la promesa firme de la gracia, garantizada por la entrega misma
de la vida de Jesús para vencer, en nombre del Dios creador, esta “situación
original” de pecado que todos encontramos al nacer.
Evangelio:
Mateo (4,1-11): El Hijo de Dios vive nuestra existencia “de verdad”
III.1. Cada evangelista, en el
respectivo año litúrgico, nos ofrece su versión de Jesús tentado, como Adán y
Eva en el paraíso. Los que más se parecen, a diferencia de Marcos, son los
relatos de Mateo y Lucas. Éste ha cambiado el orden, por razones teológicas;
pero el mensaje no puede ser muy distinto en uno y otro, aunque con matices. En
el caso de Mateo se intenta poner de manifiesto la fidelidad de lo que los
judíos rezan todos los días en el “shema” (Dt 6,4-5: Escucha Israel, el Señor
es tu único Dios... y lo amarás con todo el corazón, con toda el alma, con
todas tus fuerzas). No debemos asombrarnos si decimos y subrayamos que el
relato va más allá de lo puntualmente “histórico”, para ser un ejemplo vivo en
la comunidad de cómo hay que luchar contra lo que nos deshumaniza en razón de
una falsa “divinización”. Porque la divinización es pecado cuando viene de
nosotros mismos que no aceptamos nuestra vida ni la de nuestros hermanos los
hombres; pero es gracia y salvación cuando viene de Dios como don de la
creación y de la redención; entonces es auténtica “theoresis”, como pensaban
los “padres” griegos.
III.2. Sabemos que este relato tiene una
característica que los expertos le han llamado “haggada”, sobre las tentaciones
del pueblo en el desierto, y actualizadas por la tradición cristiana para
presentar el verdadero mesianismo de Jesús. Podemos constatar que las
respuestas de Jesús están formuladas según los textos bíblicos que aluden al
pueblo en esa travesía: La primera respuesta de Jesús es una cita de Dt 8,3
que, a su vez alude a Ex 16,1 ss (el maná). La respuesta a la segunda tentación
es una cita de Dt 6,16 que, a su vez, alude a Ex 17,1-7 (las aguas de Massá).
La tercera respuesta cita a Dt 6,13 que puede aludir tanto a Ex 32 (el becerro
de oro) como a Ex 23,24 y 34,13-17 (mandato de no adorar las divinidades
cananeas). Por tanto respuestas que quieren ser ejemplo “corporativo” para la
comunidad, porque Jesús con su rechazo es, para Mateo, el Mesías que hace
posible un nuevo pueblo hacia Dios. Pero también deberíamos ver aquí lo más
personal de Jesús como hombre, como persona, igual que nosotros, que vence… con
opciones personales, al ponerse en manos de Dios.
III.3. Tres pruebas, como número
simbólico, cumplen de modo perfecto esa oración a Dios. Y así: 1) rechazando
convertir las piedras en pan ha amado con todo el corazón; 2) al rehusar poner
a Dios a prueba inútilmente, ha amado con toda al alma; 3) no aceptando los
reinos que le ponen a sus pies, ha amado con toda las fuerzas. Eso es lo que no
fue posible en el paraíso. El rechazo de Jesús a todo lo que se le ofrecía no
es una victoria humillante; era lo único que verdaderamente le podía mantener
unido a Dios y a todos los hombres. Estas fidelidades de Jesús, fidelidades que
se muestran a todo lo largo de su vida, lo harán más humano y más cercano.
Jesús, el Hijo de Dios, mientras está en el papel radical de la encarnación no
sueña, ni siquiera, con ser Dios o tener su poder. Sería un sueño imposible que
deja un gran vacío; así lo han pretendido los hombres, emperadores o no, que
han querido ser adorados; pero la verdad es que nunca llegaron a ser dioses, se
alejaron de los hombres, eso sí, y se quedaron solos para siempre.
III.4. En este sentido de cómo debemos
ver a Jesús en lo más personal, incluso en la praxis humana como Hijo de Dios,
cito estas palabras que son muy sugerentes y válidas para el conjunto del
relato, aunque se centran en la primera tentación: “La tentación consiste,
pues, en el uso de Dios y de la relación privilegiada con El, como medio para
alterar la condición humana en beneficio propio, eludiendo de esta manera la
tarea del hombre en el mundo. Dios es visto como protector, y la relación con
El como ventaja personal frente a las fuerzas ocultas y necesidades de la vida,
a las que el hombre teme cuando ha experimentado hasta qué punto pueden
destrozarle y hasta qué punto está indefenso ante ellas. Así se comprende que
la respuesta de Jesús sea una apelación a la condición humana. Si se hubiese
tratado de interrogar a Jesús sobre su filiación divina, el redactor podía
haber puesto en su boca cualquiera de los pasajes bíblicos relativos a ella que
la comunidad primera aplicaba a Jesús (v. gr., Sal 2,8). Pero lo que ahora
importa no es la realidad sino el significado de esa filiación divina; y la
respuesta de Jesús equivale a decir: la filiación divina no elimina nada de la
condición humana. Y el hombre es tal que no vive sólo de pan, sino de todo
aquello que procede de Dios, es decir: de toda la realidad de la vida, en
cuanto entregada a él para que la domine. Es evidente que hay que satisfacer el
hambre, pero sin esperar en los milagros para ello; es evidente que hay que
convertir los desiertos en pan, pero no a base de rogativas, sino por el
esfuerzo humano: ésta es la condición humana y esto es aquello de lo que
"vive el hombre". Porque Dios no está con él sólo cuando tiene pan,
sino también cuando no lo tiene, cuando cree estar sin El: ya que se le
manifiesta precisamente en la llamada a convertir en pan las piedras” (J. I.
González Faus, La Nueva Humanidad. Ensayo de Cristología. vol. I, Madrid, 1974,
pp. 182-194). (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).
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