“Busquen
sobre todo el reino de Dios y su justicia”
Con este domingo concluimos la primera
parte del Tiempo Ordinario. La segunda parte la retomaremos otra vez una vez
pasados los domingos de Pascua y las fiestas de la Trinidad y del Corpus.
También concluimos el Sermón de la
Montaña que en distintos fragmentos hemos ido proclamando a lo largo de estas
semanas. Ha sido San Mateo quien, a partir del tercer domingo de este Tiempo,
nos ha ido presentando el ministerio de Jesús en su comienzo en Cafarnaúm
haciendo la invitación de: “¡Convertíos!, porque está cerca el Reino de Dios”.
Luego, en el cuarto domingo se proclaman las Bienaventuranzas del ese Reino y
prosigue varias perícopas del Sermón del Monte.
Este domingo nos viene a poner delante
de nosotros en qué Dios creemos. ¿En el que es nuestro Padre que nos quiere
como una madre?, o ¿en el Ídolo inmediato del dinero, de lo temporal y, por
tanto, lo perecedero? San Pablo vendrá en nuestra ayuda para decirnos lo
importante es que seamos fieles, como administradores de los misterios de Dios
y nos invita también a que nos dejemos juzgar por la providencia de nuestro
Dios que nos ama con gran ternura. La Cuaresma, que vamos a iniciar, nos
ayudará a reconocer todo esto y a poderlo celebrar en la Pasión, Muerte y
Resurrección del Señor.
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
1
LECTURA
Dios
se presenta como una madre tierna y atenta. Se estremece hasta las entrañas
ante nuestras necesidades. Quiere que experimentemos en todo momento su
maternal atención. Confiados en este amor reparador, entreguemos nuestras vidas
en manos de Dios.
Lectura
del libro de Isaías 49, 14-15
Sión decía: “El Señor me abandonó, mi
Señor se ha olvidado de mí”. ¿Se olvida una madre de su criatura, no se
compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te
olvidaré!
Palabra de Dios.
Salmo
61, 2-3. 6-9
R.
Sólo en Dios descansa mi alma.
Sólo en Dios descansa mi alma, de él me
viene la salvación. Sólo él es mi Roca salvadora; él es mi baluarte: nunca
vacilaré. R.
Mi salvación y mi gloria están en Dios:
Él es mi Roca firme, en Dios está mi refugio. R.
Confíen en Dios constantemente, ustedes,
que son su pueblo, desahoguen en él su corazón, porque Dios es nuestro refugio.
R.
2
LECTURA
Todo
evangelizador o misionero debe comprender que no es dueño del mensaje que
lleva, sino que es un administrador. Dios nos confía la tarea de anunciar la
Buena Noticia de Jesús y de extender el Reino. Nuestra respuesta será la
gratitud por su elección y la humildad en el servicio.
Lectura
de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 4, 1-5
Hermanos: Los hombres deben
considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los
misterios de Dios. Ahora bien, lo que se pide a un administrador es que sea
fiel. En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen ustedes o un tribunal
humano; ni siquiera yo mismo me juzgo. Es verdad que mi conciencia nada me
reprocha, pero no por eso estoy justificado: mi juez es el Señor. Por eso, no
hagan juicios prematuros. Dejen que venga el Señor: Él sacará a la luz lo que
está oculto en las tinieblas y manifestará las intenciones secretas de los
corazones. Entonces, cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.
Palabra de Dios.
ALELUYA Heb 4, 12
Aleluya. La Palabra de Dios es viva y
eficaz; discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Aleluya.
EVANGELIO
Las
palabras de Jesús nos revelan que él elevaba su mente y su corazón al Padre
desde cualquier realidad en la que se encontraba. Sus ojos descubren la
presencia de Dios a cada paso. Mirar la hermosura de las flores le basta a
Jesús para deducir cómo nos ama y nos cuida Dios. Jesús es optimista porque
está convencido de que el Padre nos cuida. Sus palabras nos mueven para que
dejemos atrás todo temor.
✜ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 6, 24-34
Dijo Jesús a sus discípulos: "Nadie
puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se
interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios
y al Dinero. Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a
comer o qué van a beber, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir.
¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren
los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros
y, sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes
acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir
un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido?
Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les
aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos.
Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada
al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten
entonces, diciendo: “¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?”.
Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el
cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino de Dios y
su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el
día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su
aflicción".
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.
El próximo miércoles iniciamos el
“tiempo fuerte” que nos prepara para la Pascua, la nueva vida que nos ofrece
Cristo Resucitado. Se nos invita ese día a “convertirnos y creer en el
Evangelio”
Hoy, en este domingo, se nos interpela
seriamente a una condición previa para “convertirnos” y “creer”. ¿Qué imagen de
Dios tenemos?, ¿el Dios revelado por Jesucristo que nos ama como una madre, o
el Ídolo del dinero que nos esclaviza?
Estamos viviendo no en una época de
cambios, sino en un “cambio de época”. La ausencia de todo lo que significa
trascendencia llama constantemente a nuestras puertas. Sigue imperando la idea
del “silencio de Dios”, o lo que es peor, “la muerte de Dios”. Mayoritariamente
en nuestra vieja Europa han decaído los valores evangélicos, y corremos tras
esos otros valores efímeros que nos llevan a consumir y a tener lo necesario
para poder consumir más. Así es como estamos construyendo la “sociedad del
descarte” (Papa Francisco).
Qué difícil es hablar hoy de la
confianza en un Dios providente cuando vemos a tantos descartados por la crisis
económica, por las guerras, por las corrupciones, las injusticias, el hambre
etc.. Hemos vuelto la espalda a Dios y nos hemos “mundanizado” favoreciendo así
la “deshumanización”. Lo que importa es el dinero y a este ídolo sacrificamos:
familia, amistad, ocio, salud, principios éticos, trabajo digno… Ya lo dice el
refrán:”Poderoso caballero es don dinero”.
Pero el Señor, que no nos abandona nunca
y nos quiere como una madre, nos ofrece hoy en la Palabra que proclamamos en la
Eucaristía, una luz potente para hacer frente a estas situaciones de “servir al
dinero” como único señor.
Isaías pone bien claro cómo nos ama
Dios. Ama con entrañas de madre. Aunque nos resistamos a reconocerlo, El nunca
nos abandona. Su providencia entrañable y amorosa nos acompaña desde el
“silencio”. Incluso cuando lo abandonamos, nos alejamos de Él, nos sigue
llevando “dentro”. Si descubrimos este amor entrañable podremos decir con el
salmista:”Descansa sólo en Dios alma mía”.
Es importante, también, lo que San Pablo
nos dice en la segunda lectura:”Que la gente sólo vea en vosotros servidores de
Cristo y administradores de los misterios de Dios” Esto exige a todos los
bautizados ser fieles: tener fe, ser dignos de confianza, ser leales. Así es
como haremos presente la salvación de Dios en medio de un mundo alejado de Él.
Jesús en el Evangelio nos propone una
serie de cosas que parecen que nos pueden parecer provocadoras. Son, sin
embargo clarificadoras para poder discernir cómo hemos de dedicarnos a las
necesidades diarias que tiene todo ser humano para vivir dignamente. Hemos de
evitar el agobio (estrés). Jesús emplea, hoy esta expresión, hasta seis veces.
Toda nuestra vida es un aprendizaje para que no vivamos “agobiados” por tantas
cosas que nos preocupan. A estas preocupaciones diarias les hemos de dedicar
nuestra atención, pero dejando también que el Espíritu de Jesús nos ayude a encontrar
soluciones. Lo importante es “el reino de Dios y su justicia”. Pero también
está el dicho popular: “A Dios rogando, pero con el mazo dando”.
Jesús no es ningún poeta romántico, que
no conoce la realidad del ser humano. Si habla de los pájaros y las flores, lo
hace como un punto de reflexión para ayudarnos a discernir y para que podamos
vivir la vida con sosiego y paz. Nuestra fe nos dice que Dios no nos abandona.
El siempre es fiel a su amor. El nos da la fuerza para afrontar las
dificultades y sinsabores con las que nos encontramos a lo largo de nuestra
vida.
Es importante que nos dejemos interpelar
por la Palabra de Dios que se nos proclama cada domingo en la celebración de la
eucaristía. Es el Dios providente que se nos hace presente para ayudarnos y nos
da su fuerza en el alimento Eucarístico. Si somos fieles, como nos ha dicho
Pablo, viviremos construyendo el Reino de Dios y su justicia, y muchos agobios
desaparecerán de nuestras vidas. Así “serviremos” sólo al Dios Padre
providente.
ESTUDIO BÍBLICO.
I.
Lectura (Isaías 49,14-15): Dios y su amor como "madre"
Este poema materno sobre Sión es de
mucho calado. De fondo sabemos que está la guerra, el abandono del marido,
quizás, aunque no sepamos la razón. Pero el profeta quiere levantar los ánimos
y los corazones. Por eso se representa a Dios como madre que sola, con sus
hijos de Sión, abre sus entrañas maternas. Dios, con su amor divino, se muestra
de parte de Sión: no la ha abandonado, no puede olvidarse de ella. Sión es la
ciudad santa y sus hijos los hijos del Dios materno. Este es uno de los
simbolismos proféticos (aunque lo podemos encontrar en Num 11,12).
Por eso mismo no deja de ser extraño que
esta visión profética de Dios, como madre, no haya podido mantenerse en el
judaísmo por muchas razones evidentes: la exigencia, la pureza, la santidad por
encima de todo y la ley como única garantía. Para "una madre", para
Dios en este caso todas esas cosas no serían nada frente al verdadero amor
divino. El profeta consuela así a su pueblo en medio de la destrucción. Si
queremos es una enseñanza de que los castigos de guerras no vienen de Dios de
ninguna manera.
II.
Lectura (1ª Corintios 4,1-5): Los evangelistas son servidores de Dios
Ya a punto de concluir el conjunto sobre
la "theologia crucis" en cuanto terapia espiritual frente a las
divisiones que se han podido enquistar en la comunidad, Pablo nos confiesa que
él y los demás predicadores del evangelio (puede estar refiriéndose a Apolo o a
algunos otros) no son otras cosa que "ministros y servidores" de
Dios, del evangelio. Eso significa que quiere desmarcarse rotundamente de las
divisiones, de las banderías; no quiere cubrirse de gloria y ninguno de los
predicadores lo deben hacer, aunque muchas veces la gente identifica demasiado
lo anunciado con el anunciador. Este es el peligro que se debe evitar por
encima de todo.
Con un lenguaje recurrente a lo
apocalíptico pide que por ello será juzgado y por eso no le importa el juicio
que sobre él se haga por algunos, quizás mal intencionados en este debate
inocuo o mal planteado en algunos círculos. Pide ser juzgado por el Señor y no
por dimes y diretes de algunos. Apelando a su conciencia deja bien a las claras
que todo este debate ha podido ser "una cruz" para la comunidad y
cada uno debe enmendarse a conciencia, sin juicios falsos sobre los demás.
Evangelio
(Mateo 6,24-34): Despegarse de lo material
El texto de Mt 6,24-34 es un conjunto de
elementos que pro-ceden del "evangelio" de Q, aunque como en su caso
en Lc (cf 11,34-36;16,13;12,22-32) intervienen otros factores formales y
redacciones tomados del AT o revelando un estilo más propio, para mostrarnos
las palabras de Jesús en la actitud y las preocupaciones del Reino que debemos
tener. El texto y su significado, aceptémoslo en principio, es muy complejo y
la crítica que ha suscitado a las exigencias concretas que se exponen ha dado
para libros enteros de ética y de moral. En un mundo injusto, donde lo
económico es casi todo, parece que no hay, para estas palabras de Jesús, o de
los cristianos de Q, más que problemas éticos. La vida humana tiende a
asegurarse por encima de cualquier otra cosa, pero nuestro texto propone algo
que no es considerado como alternativa más que para los utópicos de este mundo,
que los hay y no precisa o exclusivamente cristianos. Desde el punto de vista
de un científico social estas palabras de Jesús destruirían el sistema social
del mundo y no traería la justicia a los pobres.
Bien es verdad que debemos estar
abiertos a toda crítica, pero el sentido de las palabras de Jesús es que no
podemos vivir el mensaje del reino obsesionados por lo económico o lo material
y que ello debe traer la justicia a la tierra ¿Es eso verdad? ¿Es posible? Las
palabras de Jesús, con los arreglos de los itinerantes de Q que las conservaron
y la vivieron, sin duda, no pierden su sentido profético y radical. ¿Estamos
ante invitaciones sapienciales o escatológicas? Podríamos decir que los dos
aspectos están presentes en nuestro texto. El cristianismo primitivo estuvo
encandilado porque pronto vendría el final y de ahí que no podría construirse
un mundo obsesionado por la riqueza, el poder o lo económico. Pero si
descartáramos que esto ya no tiene sentido, porque el fin del mundo y la
plenitud del Reino no han llegado, entonces estas palabras mantienen su sabor
de sabiduría. Toda la preocupación por el "cuerpo", es decir, por la
vida de aquí, debe estar guiada con sabiduría y prudencia.
¿Son estas palabras para pobres que
desean tener lo que otros poseen? Se ha dicho que como los seguidores de Jesús,
al igual que su maestro, salieron de entre los pobres y hambrientos y no
poseían nada, son advertencias para ellos y se les pone el ejemplo de los
lirios y los pájaros. Algunos critican que esto es bucólico, pero de ninguna
manera justo. Entonces se podría creer que el movimiento del reino que Jesús
suscitó empezó haciendo de la necesidad social una virtud ética, es decir,
negándose a aceptar la injusticia que experimentaban como normal y aceptable
incluso para Dios. Pero eso no quiere decir que por la renuncia al "reino
de dominio" se presente como alternativa el "reino del
empobrecimiento y la miseria". No es eso lo que se pide en estos dichos,
sino en no estar trastornados con lo que los dominadores imponen injustamente.
Las explicaciones que algunos han buscado en comparaciones entre el movimiento
cínico y el movimiento de Jesús no tienen ya sentido. En realidad estamos
hablando de palabras proféticas con todo lo que ello suscita.
Mateo, pues, nos ha presentado este
catecismo del "renuncia" con todas las consecuencias para la
comunidad y como uno de los signos de identidad del reino anunciado por Jesús.
Es posible que podamos intuir ciertos matices de grupos que han exigido esto de
una forma muy particular. Los vv. 33-34 son un colofón muy determinado y
práctico: "el reino de Dios y su justicia" es una crítica al reino
del de este mundo, es decir, el reino del poder y el tener y de la injusticia.
La renuncia a todo esto para el futuro, para el mañana, no es simplemente una
afirmación del "hoy" exclusivamente (aunque suene a sapiencial); el
mañana traerá su afán. Los planes para el futuro no están descartados, pues la
urgencia del reino ya está presente y debemos saber vivirlo e incluso esperarlo
para el futuro. Es verdad que la trivialización de estos dichos ha dado para
críticas al pensamiento cristiano. Pero debemos decir que, por encima de esas
críticas, el ser humano de hoy, tan "planificado", necesita la
alternativa de lo real, de lo armonioso, de los lirios del campo y de las aves de
cielo. Necesita experimentar que hay planes que no están en nuestras manos y
que confiar en la "Providencia", aunque sin la actitud de las manos
cruzadas, es irrenunciable en la verdadera vida cristiana. (Fray Miguel de
Burgos Núñez, O. P.).
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