domingo, 24 de septiembre de 2017

DOMINGO 25º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”
  
“Mis planes no son vuestros planes”. La historia del ser humano, tal como aparece en la Sagrada Escritura, es la historia de cómo unos planes de Dios para la felicidad y, después del pecado, para la salvación de hombres y mujeres, son reiteradamente echados por tierra por el hombre y suplantados por éste con sus propios planes. El ser humano siempre ha querido ser autónomo, forjar sus propios planes, ser como Dios. Así vino el pecado de nuestros primeros padres y por esa misma razón se suceden pecados a lo largo de la historia. Todo consiste en invertir la decisión de Dios de hacer al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, pretendiendo éstos fabricar su propio Dios a la imagen y semejanza de ellos, es decir, de acuerdo con sus ideas e intereses. Esto lleva a que no pocas veces se atribuya a Dios planes, decisiones que sólo habían surgido en la mente y el corazón humanos.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

El encuentro con Dios depende de nuestra actitud y disponibilidad. No hay un solo momento en el que Dios no se deje encontrar, porque en verdad no se oculta. Quizás somos nosotros los que postergamos un encuentro profundo y sanador con él.

Lectura del libro de Isaías 55, 6-9

¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca! Que el malvado abandone su camino y el hombre perverso, sus pensamientos; que vuelva al Señor, y él le tendrá compasión; a nuestro Dios, que es generoso en perdonar. Porque los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a los caminos y a los pensamientos de ustedes.
Palabra de Dios.

Salmo 144, 2-3. 8-9. 17-18

R. El Señor está cerca de aquellos que lo invocan.

Día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. ¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grandeza es insondable! R.

El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R.

El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones; está cerca de aquellos que lo invocan, de aquellos que lo invocan de verdad. R.

II LECTURA

¿Cómo la muerte puede ser una ganancia? ¿Qué tiene de beneficioso morir? Para Pablo, la muerte de Cristo nos ha liberado del pecado y de todas sus consecuencias. Es una libertad que nos da una vida nueva, es decir, un nuevo modo de vivir, de relacionarnos entre nosotros y de buscar nuestra plenitud. La muerte de Cristo es, en verdad, lo que nos ha dado vida.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 1, 20b-26

Hermanos: Estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo. Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si la vida en este cuerpo me permite seguir trabajando fructuosamente, ya no sé qué elegir. Me siento urgido de ambas partes: deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que permanezca en este cuerpo. Tengo la plena convicción de que me quedaré y permaneceré junto a todos ustedes, para que progresen y se alegren en la fe. De este modo, mi regreso y mi presencia entre ustedes les proporcionarán un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Cf. Hech 16, 14b

Aleluya. Señor, toca nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluya.

EVANGELIO

Es muy importante que atendamos a lo que exigen estos primeros contratos. Porque, a simple vista, su pedido es justo: cobrar proporcionalmente  las horas trabajadas. Pero el Reino tiene otros criterios. Ya sea que se esté poco o mucho, la recompensa siempre es Dios, porque nuestra ganancia no está en la proporción del trabajo, sino en el trabajo mismo, sin importar cuánto esfuerzo material entreguemos en esta empresa.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19, 30 - 20, 16

Jesús dijo a sus discípulos: “Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros, porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: ‘Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: ‘¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?’. Ellos les respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’. Entonces les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’. El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Una pretensión del ser humano: que Dios tome partido por unos frente a otros

No pocas veces se ha pretendido  que Dios tome partido por un grupo humano cuando está en lucha contra otro. Dios sería el encargado de castigar a los que, a juicio de uno de los  grupos, habían actuado perversamente.  El Dios en el que creían era el de la justicia vindicativa o justiciera. Su justicia no podía ser distinta del concepto que ellos tenían de ella y de cómo había que aplicarla. En general se abogaba por una justicia que estaba al margen de la misericordia cuando se juzgaba cómo había que tratar a los otros. La misericordia, aunque no siempre se confesara, Dios la tendría reservada para ellos. Hacen a Dios a su imagen. Pero, “gracias a Dios”, los planes de Dios, sus caminos, como dice Isaías en la primera lectura, no son como los nuestros. Y no son como los nuestros porque Dios da más de lo que merecemos, como aparece en el texto del evangelio, frente al apego que en nosotros existe a ceñirnos, en el mejor de los casos, a que la generosidad deje sitio a la estricta justicia.

La estricta justicia

La verdad es que la estricta justicia nuestra no es tan estricta ni tan justicia. Dios nos dice que si fuéramos tratados en estricta justicia por Él –y también por los hombres -, tendríamos menos de lo que tenemos, seríamos menos de lo que somos en la sociedad. A todos nosotros nos ha llegado la generosidad desbordante de Dios, por lo que es farisaico molestarse porque esa generosidad llega a otros. Mejor que protestar por la generosidad de Dios ante el hermano y dejarnos llevar por la envidia, debemos imitar su manera generosa de actuar, tratar de que nuestros planes se acomoden cada vez más a los suyos. Eso es la justicia verdadera.

Para Dios nunca es tarde

Dios no está sometido al tiempo: no hay últimos ni primeros. Ese es un asunto nuestro. Lo que Dios quiere es que se responda a su llamada, “al amanecer” o a “media tarde”. Lo que sí pide que se sea fiel a lo que Dios quiere de cada uno y realicemos lo que se les pide; sin pedir cuantas a Dios por su actitud con los demás. Pues los planes de Dios no son nuestros planes; sus “caminos son más altos que los nuestros”. Desde lo alto Dios tiene una perspectiva más amplia que la nuestra. Hemos de esforzarnos en hacer nuestra esa visión de Dios. San Pablo decía que teníamos que captar la mente de Cristo, pensar como él pensó en su tiempo histórico, tal como nos lo relatan los evangelios. Y el evangelio de este domingo descubre ese pensamiento de Jesús de Nazaret, que supera la pequeñez del nuestro.

ESTUDIO BÍBLICO.

Iª Lectura: Isaías 55,6-9: A Dios siempre se le puede encontrar

I.1. Esta lectura pertenece al «Deuteroisaías», un profeta anónimo del destierro que interpreta con mucho acierto la acción de Dios en la historia del pueblo y de los hombres. Probablemente el texto de la liturgia de hoy sea uno de los más bellos, asombrosos y conocidos, por aquello de «mis caminos no son vuestros caminos...». Es, en cierta manera, el resumen final de los cc. 40-55 en que se recogen los oráculos y exhortaciones de ese profeta anónimo del destierro que tiene que levantar el ánimo del pueblo.

I.2. Estamos ante una llamada verdaderamente materna para buscar a Dios en nuestra vida, porque Él no es como lo imaginamos; actúa ciertamente con misericordia. Es verdad que no siempre se ha presentado así a Dios en la teología del Antiguo Testamento, sino más bien, negativamente. Pero este texto profético debe poner en evidencia ese tipo de teología. En este caso, el profeta quiere ser escandaloso para sus contemporáneos que piensan que Dios es terrible, alejado y justiciero. Los caminos del Señor, es verdad, no son los de los hombres; ni sus planes son como los nuestros. De ahí que el profeta exhorte a buscar al Señor para salir de la situación de opresión en el destierro. Un nuevo "éxodo" está por llegar, es decir, un nuevo camino de liberación.

I.3. El Deuteroisaías es el que mejor ha formulado este carácter específico del Dios de la Alianza, del que nos hablará Jesús en su evangelio y en la parábola de hoy. Se trata, pues, de poner de manifiesto el proyecto salvífico de Dios por el que nunca se han fascinado verdaderamente los hombres. Es como si desearan, algunos, que Dios siguiera siendo duro e imposible de comprender. Pero el profeta expresa todo lo contrario y todos estamos llamados a buscarlo y a convertirnos a Él, porque está cercano y, sin duda, se deja encontrar. Dios no huye, ni se esconde, ni "pasa" de su pueblo o de cada uno de nosotros. Porque usa la raham, la compasión. Por eso merece la pena buscar al Señor.

IIª Lectura: Filipenses (1,20-27): «Vivir en Cristo», o la victoria sobre la muerte

II.1. La IIª Lectura del día es un pasaje de una gran densidad paulina. Pablo, muy probablemente, está prisionero en Éfeso y se confidencia con su comunidad de Filipos a donde piensa ir. Lo ha pasado muy mal; ha podido estar a las puertas de la muerte, en la cárcel o a causa de una persecución y les habla de lo que significa para él «vivir en Cristo», estar con él, orar con él. Ha sentido su presencia salvífica hasta lo más profundo y no le teme ya a la muerte. Es uno de los puntos álgidos de la "escatología" paulina porque, ante la muerte, todo adquiere una dimensión más personal e inevitable.

II.2. Incluso Pablo ya no espera una «parusía» o venida del fin del mundo, como en otros momentos de sus cartas primeras. Sabe que la muerte está ahí al lado, en cualquier momento. Es como si quisiera afirmar, en realidad lo expresa rotundamente, que no le teme a la muerte porque tiene la confianza de Cristo, su Señor. Ha tenido y tiene la experiencia de lo que es "vivir en Cristo", y la muerte le abre una puerta a la vida que nadie le podrá arrebatar.

II.3. Solamente desearía quedarse en este mundo, entre los suyos, por servir a las comunidades a las que ha predicado el evangelio. Es uno de los pasajes de Pablo que más importancia tienen para la teología de la muerte y la resurrección. Y especialmente de lo que es Cristo Jesús para Pablo y de lo que significa para la vida y la muerte de todos nosotros. Podríamos, incluso, ilustrar esta opción cristológica paulina con unos versos de Miguel de Unamuno, en su "Cristo de Velázquez", que expresan mejor que nada la hondura y profundidad logradas por Pablo en esta expresión del "vivir en Cristo". Porque en Cristo y con Cristo ya no somos víctimas de un destino fatal, al contrario, como expresa maravillosamente Dn. Miguel: "Sin ti Jesús, nacemos solamente para morir; contigo morimos para nacer, y así nos engendraste". Esto es todo un mundo de poesía, pero más aún, un kerygma unamuniano que bien podía ser ciertamente paulino.



Evangelio: Mateo (20,1-16): La salvación misterio “contracultural” del amor

III.1. El evangelio de Mateo nos ofrece la parábola de los obreros de la viña, una de las más significativas en el ámbito de la exposición que Jesús hacía para exponer el misterio del Reino de Dios, cómo debía hacerse presente, cómo participaba Dios mismo en este acontecimiento que afecta a la historia y a cada una de las personas que acogen su mensaje. Es una parábola que recuerda, en su resultado final, algunos aspectos a la conocida en Lc 15 como la del hijo pródigo. En realidad, se quiere hablar de la misma persona, de Dios, bien como un padre que espera a su hijo y le ofrece misericordia, bien como patrón de una viña que busca obreros durante todo el día. Los elementos intermedios, las horas, no deben distraernos del momento culminante en el que se quiere poner de manifiesto que, precisamente en el Reino de Dios, lo decisivo, como es la salvación de los hombres, no funciona con los criterios de este mundo. La narración comienza con un gár (pues, en griego), que sin duda pretende enlazar con el dicho de Jesús de Mt 19,30: “muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros”. Es un dicho de gran alcance y la parábola de nuestra narración viene a ilustrar eso que es tan desproporcionado o tan “contracultural” como hoy gusta decir en círculos exegéticos sobre cómo era y como pensaba Jesús de Nazaret.

III.2. Habría que tener en cuenta las palabras de Is 55 «mis caminos no son vuestros caminos...». No sería lógico que contrastáramos la justicia estricta que usa con los llamados a la primera hora y la misericordia o la generosidad que aplica con los últimos, pero es ahí donde está el centro del escándalo, de lo contracultural: así no se pensaba en tiempos de Jesús, ni ahora tampoco. Se piensa que es una parábola que se pronuncia a causa de las críticas de los fariseos, religiosos de toda la vida, que al final reciben lo mismo que los otros. Podría pensarse que un gran agricultor, en tiempos de cosecha, tenía necesidad de jornaleros hasta última hora para dar salida a la uva y paga bien. Pero no es eso lo que cuenta; lo que se impone es que el dueño de la viña también es generoso con los últimos que ha podido contratar. En realidad no parece que la narración exija contratar hasta última hora; es un plus que se permite el dueño de la viña, y ahí es donde se cargan las tintas. Así funciona el Reino, no el mundo, y así se hace justicia de una forma absolutamente distinta a la de cualquier otra institución. Por ello, cuando echamos mano de esta parábola para iluminar teológicamente la justicia social y la productividad, no cometemos un error, pero tampoco es lo más acertado en la lectura e interpretación de la misma.

III.3. Para entender mejor la parábola, hay que tener en cuenta que el trabajo “de sol a sol” eran doce horas, que se dividían habitualmente de tres en tres. Supongamos que de 6 de la mañana a 6 de la tarde. Los primeros jornaleros fueron contratados a las 6 de la mañana, y los últimos, a las 5 de la tarde, la undécima hora. Por eso a ellos les dice el dueño de la viña: “¿Por qué estáis aquí todo el día parados?”. Podemos imaginarnos el contexto histórico de esta parábola de Jesús en su actitud de recibir y acoger a los pecadores contra la mentalidad legalista y puritana de los controladores de las leyes de pureza y santidad. Y de la misma manera podemos suponer un contexto eclesial de la comunidad de Mateo, quien quiere explicar a algunos judeo-cristianos, que la llamada de los paganos y su respuesta generosa les ha situado en el mismo plano de la salvación que a ellos. Todo en la parábola es desconcertante y a la vez original. El gran maestro en la interpretación de las parábolas, J. Jeremías, pone de manifiesto el contraste que existe entre ésta de Jesús y una que se nos trasmite en el Talmud de Jerusalén sobre Rabí Bun bar Hiyya, quien murió joven, y el que hizo su elogio fúnebre, lo alabó porque en pocos años había hecho lo que otros en 100 años. Pero no es este el caso de la parábola de los obreros de la viña que son llamados a última hora: de éstos no se dice nada de su eficacia y dedicación.

III.4. La parábola quiere enseñar una única cosa, decisiva: «Así es Dios con respecto a la salvación». Todo lo demás no sobra, sino que viene a servir a esta idea que es verdaderamente escandalosa. Este es el Dios de Jesús; este es el mensaje radical del evangelio del reino de los cielos. En la parábola rabínica que se conoce del Talmud, el obrero es uno sólo, que llega a última hora, ha trabajado tanto como los otros que han estado más tiempo empeñados en su quehacer; en la parábola evangélica, los obreros, en plural, que han llegado a última hora, no tienen mérito alguno, pero se les ha dado lo que sin duda necesitaban para su familia y para sus vidas. Es muy posible que no merecieran ese jornal, desde el punto de vista de la justicia simple o productiva, pero desde la bondad de Dios han recibido "gratuitamente" lo que necesitaban. Así es el Dios de Jesús, así es el Dios de la salvación, así es el Dios de «mis planes no son vuestros planes, mis caminos no son vuestros caminos». Todos los jornaleros pudieron llevar a sus casas el pan de cada día, unos por justicia y otros por generosidad. Pero eso no acontece más que en el Reino de Dios, de la vida, de la salvación, del perdón, de la misericordia, de la solidaridad. He aquí lo contracultural del Dios de Jesús. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).


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