Este domingo inauguramos en la liturgia
un nuevo Ciclo, B. Adviento nos habla de la venida del Señor y la necesidad de
estar preparados para tal acontecimiento. La realidad más profunda es que
siempre está en y con nosotros, incluso antes de la creación del mundo.
La liturgia de la Palabra es una
oportunidad diaria para mirar con ojos de fe las realidades envolventes, para
relacionar nuestra existencia con el Dios creador y toda la creación, y
sorprendernos dentro del conjunto, con un itinerario personalizado y unas
relaciones humanas que hemos de cultivar acertadamente hacia un destino gozoso,
que ya ha comenzado en esta etapa terrena, y a la vez definitiva.
DIOS
NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
El
autor del texto comienza y termina reconociendo a Dios como “nuestro padre”. En
los versículos del medio reconoce el pecado y la necesidad de ser redimidos.
Como solo Dios puede redimir, el profeta apela a la misericordia del Padre,
porque el hombre no puede liberarse a sí mismo de su pecado.
Lectura
del libro de Isaías 63, 16-17. 19; 64, 2-7
¡Tú, Señor, eres nuestro padre, “nuestro
Redentor” es tu Nombre desde siempre! ¿Por qué, Señor, nos desvías de tus
caminos y endureces nuestros corazones para que dejen de temerte? ¡Vuelve, por
amor a tus servidores y a las tribus de tu herencia! ¡Si rasgaras el cielo y
descendieras, las montañas se disolverían delante de ti! Cuando hiciste
portentos inesperados, que nadie había escuchado jamás, ningún oído oyó, ningún
ojo vio a otro Dios, fuera de ti, que hiciera tales cosas por los que esperan
en él. Tú vas al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan de
tus caminos. Tú estás irritado, y nosotros hemos pecado, desde siempre fuimos
rebeldes contra ti. Nos hemos convertido en una cosa impura, toda nuestra
justicia es como un trapo sucio. Nos hemos marchitado como el follaje y
nuestras culpas nos arrastran como el viento. No hay nadie que invoque tu
Nombre, nadie que despierte para aferrarse a ti, porque tú nos ocultaste tu
rostro y nos pusiste a merced de nuestras culpas. Pero tú, Señor, eres nuestro
padre; nosotros somos la arcilla, y tú, nuestro alfarero: ¡todos somos la obra
de tus manos!
Palabra de Dios.
Salmo
79, 2-3. 15-16. 18-19
R.
Restáuranos, Señor del universo.
Escucha, Pastor de Israel, tú que tienes
el trono sobre los querubines, reafirma tu poder y ven a salvarnos. R.
Vuélvete, Señor de los ejércitos,
observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu
mano, el retoño que tú hiciste vigoroso. R.
Que tu mano sostenga al que está a tu
derecha, al hombre que tú fortaleciste, y nunca nos apartaremos de ti:
devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. R.
II
LECTURA
Comentario
Estos
cristianos están en actitud de espera, una espera vigilante, atenta,
perseverante, hasta que llegue el momento del encuentro definitivo con Cristo.
Es que la vida cristiana es un camino que tiene un objetivo: participar de la
misma vida de Jesucristo.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo los cristianos de Corinto 1, 3-9
Hermanos: Llegue a ustedes la gracia y
la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. No dejo de
dar gracias a Dios por ustedes, por la gracia que él les ha concedido en Cristo
Jesús. En efecto, ustedes han sido colmados en él con toda clase de riquezas,
las de la palabra y las del conocimiento, en la medida que el testimonio de
Cristo se arraigó en ustedes. Por eso, mientras esperan la Revelación de
nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia. Él los
mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de la
Venida de nuestro Señor Jesucristo. Porque Dios es fiel, y él los llamó a vivir
en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
ALELUYA Sal 84, 8
Aleluya. ¡Muéstranos, Señor, tu
misericordia y danos tu salvación! Aleluya.
EVANGELIO
Mientras
esperamos la manifestación definitiva de Jesús, cada uno de nosotros debe
trabajar en este tiempo por el Reino. La vigilancia y el trabajo serán entonces
las actitudes que definan la vida del cristiano.
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 13, 33-37
Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan
cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será
como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores,
asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela.
Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa: si
al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que
llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes, lo
digo a todos: ¡Estén prevenidos!”.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS
LA PALABRA DE DIOS.
Pudiera constituir demasiado
atrevimiento enfocar nuestra reflexión desde las pautas del Papa Francisco
invitando a toda la Iglesia a secundar un camino de conversión, de itinerancia
del Pueblo de Dios, reunido en la unidad del Padre del Hijo y del Espíritu
Santo. Método bien conocido VER-JUZGAR-ACTUAR en momentos sucesivos, pero con
ciertas peculiaridades cristianas: Mirar desde la fe; juzgar con esperanza, y
actuar con misericordia.
Primero:
Mirar desde la fe
A los creyentes corresponde una
interpretación y discernimiento sensato y comprometido de la Palabra de Dios:
Descubrir a Dios como Padre, como Libertador. Vuélvete por amor a tus siervos y
a las tribus de Israel, (nos dice Isaías); aparta nuestras culpas y seremos
salvos. ¡Señor, tú eres nuestro padre; nosotros la arcilla y tú el alfarero!
¡Señor Dios nuestro, restáuranos! Jesús, Cristo, muerto y resucitado, nos ayuda
a descubrir su humanidad, igual a la nuestra; murió para defender la Verdad y
Ser y llamarse Jesús, Salvador, Hijo de Dios, Mesías esperado.
Segundo:
Juzgar
Tomando como punto de partida la
plenitud de Cristo, pasamos a considerar aquello que está ya realizado en cada
uno de nosotros, (no aquello que falta en relación con esa plenitud). Es la
perspectiva de un crecimiento, madurez
continuada en la espiritualidad más profunda, que se inició al comienzo de la
existencia, continuó sobre todo con el bautismo y los sacramentos, y afecta a
la totalidad del propio ser.
La gracia y la paz de parte de Dios,
nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros, dice san Pablo. Os
tengo presentes, por la gracia que Dios os ha dado; pues por él habéis sido
enriquecidos en todo en Cristo Jesús… Él os mantendrá firmes hasta el final. …
Y es fiel en sus promesas. Lo finito, por su humanidad biológica, se rellena de
vida definitiva en nosotros, por la condición de hijos de Dios por adopción.
Obras:
El método itinerante
Dice el Papa, que para acompañar al
hombre de hoy, la Iglesia, Maestra de Verdad y Madre de misericordia, ha de ser
también Hermana en el Camino. Así muestra Jesús la condescendencia divina con
su gracia, transforma los corazones endurecidos con la misericordia, y los guía
a través del misterio Pascual.
El amor de caridad, ágape, ha de
integrar los amores humanos (sensibles y racionales) en la conversión a la
Buena noticia del Evangelio, que el adviento nos apunta. Abolida la ley
mosaica, el amor-nuevo de Jesús es gradual, en el tiempo y calidad: Es capaz de
llevarnos, por la ayuda divina, a la superación de egoísmos de forma paulatina,
con la generosa y perseverante cooperación personal. Suficiente para superar
las nuevas situaciones conflictivas que podamos encontrar en el quehacer
cotidiano.
Sugerencias
Podríamos hablar de una auténtica
“evolución mística cristiana”.
Invitados por vocación a un itinerario
personalizado y universal en la Iglesia, con mirada de libertad evangelizadora,
y la ayuda de la gracia para llevar a cabo la misión encomendada dentro del
Pueblo de Dios, Cuerpo místico de Cristo.
Estamos llamados a una conversión
profunda y vida espiritual integradora
de las virtudes y dones que Dios-amor reparte a cada uno de sus hijos: evitemos
las comparaciones, estimulados a “hacer lo que nos toca hacer” en cada momento,
con humildad.
Cultivemos las respuestas samaritanas
hacia la persona lastimada, convertidos en prójimos: Algo gradual en el tiempo,
sin medir y evaluar al modo humano los servicios prestados y frutos obtenidos,
“setenta veces siete si fuera necesario”.
Ayuda mutua fraterna. Para caminar en
fidelidad y comunión en la Iglesia hay grupos, asociaciones de distinta índole,
miembros del cuerpo místico: Serán puntos de apoyo necesarios para realizar la
misión que nos corresponda llevar a cabo.
ESTUDIO
BÍBLICO.
Comenzamos desde ahora un nuevo tiempo
litúrgico y el Adviento nos pone en sintonía con las realidades de espera y
esperanza que no se pueden sostener, desde luego, en la impronta que marca a
una generación frustrada. El Adviento es todo un símbolo que sirve para
defender la dignidad de los hombres, de nuestra naturaleza, de nuestras
posibilidades e inteligencia, no a costa de Dios, sino porque aceptamos que la
humanidad no tiene futuro sin el Dios del Adviento, el Dios de la encarnación,
el Dios que lo da todo por nosotros. El Adviento, que viene de parte de Dios
como diálogo previo de la Encarnación, es una llamada a deshacer el
"infierno de las tinieblas" que a veces nosotros, la humanidad,
provocamos de mil formas y maneras.
Iª
Lectura: Isaías (63,16-17;64,1.3-8): Dios Redentor y Padre
I.1. La primera lectura está entresacada
del libro de Isaías (63,16-17;64,1.3-8), y es la reflexión de un profeta
(conocido por muchos como Tercer Isaías) que después del exilio de Babilonia
sabe lo que es la crisis de identidad de su pueblo. Un pueblo que vive sin
Dios, buscando simplemente subsistir, no tiene futuro, porque no tiene
esperanza. El profeta, puesto en lugar de los sencillos y de las almas
anhelantes, nos ofrece un "credo" majestuoso sobre quién es Dios:
nuestro padre y nuestro redentor. (Qué anhelo tan fuerte se siente! Quiere que
el cielo se rasgue y baje Dios en persona... Y ya percibe el profeta que esto
ha sucedido.
I.2. Efectivamente Dios no se ha quedado
en su cielo, sino que ha bajado para ser uno de nosotros y enseñarnos a
practicar la justicia y la solidaridad. Este Dios ha venido para salvarnos y
liberarnos. Esto sucedió, en realidad, en el s. I, con Jesús de Nazaret, el
profeta nuevo de Galilea, desde cuando comienza a contarse una historia nueva.
Pero muchos siglos antes, hombres, profetas como el Trito-Isaías, lo intuyeron
como si lo estuvieran viendo con sus ojos.
Desafiando, incluso, la memoria de los padres del pueblo, Abrahán e
Israel (considerando éste como uno de los antepasados) que ya no pueden
proteger a los suyos (son solo recuerdo), no le queda más remedio que recurrir
a Dios. No puede ser de otra manera, porque es el único que puede responder,
porque es el único que sabe comprometerse.
I.3. El profeta repasa la situación
anterior y comprende que el pueblo se ha olvidado de Dios. ¿Qué puede ocurrir?
En las religiones de dioses celosos, la venganza divina se hubiera dado por
descontado. Pero cuando se tiene un Dios de verdad, con entrañas de
misericordia, que considera a los hombres como hijos, entonces sale a relucir
lo que Dios es: padre y redentor (go´el).
Sin Dios, padre del pueblo, no hay nada que hacer. Es de los pocos textos
del AT que usa esta expresión para hablar de Dios como “padre” del pueblo. Dios
siempre sabe inventar algo nuevo para los suyos, y en este caso, el profeta,
quita el título a los patriarcas para dárselo a Dios, porque Dios es más
“padre” que los epónimos, los antepasados. De eso no se vive y hay que
reconocerlo. Así es como se “rasgará” el cielo y vendrá el rocío que en tierra
de “desierto” es como el maná, como el agua. Esta es una de las imágenes del
Adviento. Y entonces el hombre aprenderá a no ser más de lo que debe ser. De
ahí que teniendo a Dios como “padre y redentor”, no importa sentirse como el
“barro en manos del alfarero”, porque de sus manos siempre sale un vaso nuevo.
IIª
Lectura: Iª Corintios (1,3-9): El "conocimiento" como experiencia de
salvación
II.1. La segunda lectura es,
concretamente, el proemio de la carta de
Pablo a la comunidad de Corinto, aquella que habría de darle mucho quehacer
pastoral y teológico. En esas comunidades había grupos bien diversos; algunos
buscarán caminos de perfección y de conocimiento más altos y exigentes. Viven
bajo la espera de la venida de Jesucristo y el Apóstol los alienta para que sin
perder esa dimensión tan esencial de su fe no olviden que lo más importante, no
obstante, es vivir la vida de Jesucristo. En esa tensión escatológica no valen
de nada las elucubraciones y los miedos: quien vive la vida del Señor; quien
tiene sus sentimientos, heredará la verdadera vida.
II.2. La comunidad, muy heterogénea, muy
plural y muy problemática, se vanagloriaba de su elocuencia y de sus carismas
(cc. 12-14). Pablo menciona aquí el “conocimiento” de que hacen gala algunos de
la comunidad. ¿Qué conocimiento? Quizás el de la inteligencia (la gnosis, de
los griegos). ¿Qué les falta? El conocimiento que viene de la revelación de Dios
y que los pondrá en trace de esperar el “día de nuestro Señor Jesucristo”, la
“parusía”. En aquellos momentos incluso Pablo pensaba que ese día vendría
pronto, como manifestación de la acción salvadora de Dios sobre este mundo y
sobre la historia. Y para ese día no hay que prepararse con “conocimiento”,
sino desde la praxis de una vida llena de sentido.
Evangelio:
Marcos (13,33-37): La vigilancia, una llamada a la esperanza
III.1. El evangelio de Marcos propio del
Ciclo B que inauguramos con este Adviento, insiste en el tema de la carta de
Pablo. El c. 13 de Marcos se conoce como el "discurso escatológico"
porque se afrontan las cosas que se refieren al final de la vida y de los
tiempos. Es un discurso que tiene muchos parecidos con la literatura del
judaísmo de la época que estaba muy determinada para la irrupción del juicio de
Dios para cambiar el rumbo de la historia. Los otros evangelistas lo tomarían
de Marcos y lo acomodarían a sus propias ideas. En todo caso, este discurso no
corresponde exactamente a la idea que Jesús de Nazaret tenía sobre el fin del
mundo o sobre la consumación de la historia.
III.2. Es bastante aceptado que es un
discurso elaborado posteriormente, en situaciones nuevas y de crisis, sobre una
“tradición” de Jesús y también de algo sucedido en tiempo del emperador
Calígula. Aquí, el evangelista, se vale de la parábola del portero que recibe
poderes para vigilar la casa hasta que el dueño vuelva. Estamos ante el final
del discurso, y se ve que es como una especie de consecuencia que saca, el
redactor del evangelio, de la tradición que le ha llegado a raíz de los
acontecimientos que han podido marcar la crisis de Calígula, un hombre que no
era agraciado ni en el cuerpo ni en el espíritu, como cuenta de él Suetonio
(Calig., L). Los judíos habían derribado un altar pagano en Yamnia, y el
emperador mandó hacer en el templo de Jerusalén un altar a Zeus. Para los
judíos y los judeo-cristianos supuso una crisis de resistencia como oprimidos
frente al poder del mundo. En aquél entonces algunos judeo-cristianos no habían
roto todavía con el judaísmo y con el templo. No pueden desear otra cosa que
legitimar su anhelo religioso en aras de una visión apocalíptica de la
historia: sobre todo, es necesaria la fidelidad a Dios antes que la lealtad a
los poderes del mundo que oprimen.
III.3. En la historia de la humanidad
siempre se repiten momentos de crisis; situaciones imposibles de dominar desde
el punto de vista social y político, cuando no es una catástrofe natural. La
interpretación religiosa de esos acontecimientos se presta a muchos matices y a
veces a falsas promesas. El hecho de que no se pueda asegurar el día y la hora
pone en evidencia a los grupos sectarios que se las pintan muy bien para
atemorizar a personas abrumadas psicológicamente. El lenguaje apocalíptico, que
no era lo propio de Jesús, se convierte para algunos en la panacea de la
interpretación religiosa en los momentos de crisis y de identidad.
III.4. Hoy, sin embargo, debemos
interpretar lo apocalíptico con sabiduría y en coherencia con la idea que Jesús
tenía de Dios y de su acción salvadora de la humanidad. Se pide
"vigilancia". ¿Qué significa? Pues que vivamos en la luz, en las
huellas del Dios vivo, en el ámbito del Dios de la encarnación como misterio de
donación y entrega. Ese es el secreto de la vigilancia cristiana y no las
matemáticas o la precisión informática de nuestro final. Esto último no merece
la pena de ninguna manera. Pero vigilar, es tan importante como saber vivir con
dignidad y con esperanza. Hablar de la “segunda” venida del Señor hoy no
tendría mucho sentido si no la entendemos como un encuentro a nivel personal y
de toda la humanidad con aquél que ha dado sentido a la historia; un encuentro
y una consumación, porque este mundo creado por Dios y redimido por Jesucristo
no se quedará en el vacío, ni presa de un tiempo eternizado. Dios, por
Jesucristo, consumará la historia como Él sabe hacerlo y no como los Calígula
de turno pretenden protagonizar. Es esto lo que hay que esperar, y el Adviento
debe sacar en nosotros a flote esa esperanza cristiana: todo acabará bien, en
las manos de Dios. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).
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