“Tú eres
Pedro
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”
¿Por qué Cristo ha elegido a Pedro
para ser el primero de los apóstoles y el fundamento visible de su Iglesia? San
Pedro, en el que se manifiesta la fuerza de la elección divina y el poder del
Espíritu Santo, recuerda de modo especial la profesión de fe en Jesucristo: “Tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16). Y esta profesión ofrece dos
características fundamentales: la identidad divina de Jesús y su misión
salvadora en el mundo. La actitud de Pedro es siempre directa: “¿A quién
iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna”. (Jn 6, 68). Y la misión de San
Pedro es confirmar a sus hermanos en la fe: “Pero yo he rezado por ti para que
tu fe no se apague. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos” (Lc 22,
31-32).
En la elección de San Pablo
resplandece la providencia divina, haciendo del perseguidor de los cristianos
el evangelizador de los paganos. En la vida de San Pablo, enamorado de
Jesucristo y por ello apóstol de los gentiles, resplandece el “te basta mi
gracia, pues la fuerza se manifiesta en la debilidad” (2 Cor 12, 9), mediante
el poder de la palabra hablada y escrita.
Hoy es la fiesta del Papa, en el
que brilla el poder del Espíritu Santo y la fuerza de su misión en la Iglesia y
en el mundo. Recemos con fe y esperanza por el Papa Francisco para que sea luz
en la confusión, que nos rodea, y nos confirme en la verdadera fe, pues ésta es
la misión principal del Papa y esto es lo que los católicos hoy necesitamos.
Que el Papa, en medio de la Iglesia, se sienta siempre arropado y amado por
todos sus hijos.
DIOS
NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA
I
LECTURA
Los
seguidores de Jesús sufren también la oposición, el rechazo y la cárcel. Pedro
está preso, y toda la Iglesia está orando por él. Es toda la comunidad la que
comparte sus alegrías y sufrimientos. La liberación de la prisión es una
experiencia de Pascua, es paso de la muerte a la vida y un signo de la
presencia de Jesucristo resucitado en su Iglesia.
Lectura
de los Hechos de los Apóstoles 12, 1-11
El rey Herodes hizo arrestar a
algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago,
hermano de Juan, y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar
a Pedro. Eran los días de “los panes ázimos”. Después de arrestarlo, lo hizo
encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de cuatro relevos de guardia, de cuatro
soldados cada uno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después
de la Pascua. Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no
cesaba de orar a Dios por él. La noche anterior al día en que Herodes pensaba
hacerlo comparecer, Pedro dormía entre los soldados, atado con dos cadenas, y
los otros centinelas vigilaban la puerta de la prisión. De pronto, apareció el
Ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El Ángel sacudió a Pedro
y lo hizo levantar, diciéndole: “¡Levántate rápido!”. Entonces las cadenas se
le cayeron de las manos. El Ángel le dijo: “Tienes que ponerte el cinturón y
las sandalias”, y Pedro lo hizo. Después le dijo: “Cúbrete con el manto y sígueme”.
Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que era cierto lo que estaba
sucediendo por intervención del Ángel, sino que creía tener una visión. Pasaron
así el primero y el segundo puesto de guardia, y llegaron a la puerta de hierro
que daba a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y
anduvieron hasta el extremo de una calle, y en seguida el Ángel se alejó de él.
Pedro, volviendo en sí, dijo: “Ahora sé que realmente el Señor envió a su Ángel
y me libró de las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el pueblo judío”.
Palabra
de Dios.
Salmo
33, 2-9
R.
El Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo
oigan los humildes y se alegren. R.
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su nombre todos juntos. Busqué al Señor: Él me respondió y me libró de
todos mis temores. R.
Miren hacia él y quedarán
resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al
Señor: Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
El Ángel del Señor acampa en torno
de sus fieles, y los libra. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los
que en él se refugian! R.
II
LECTURA
San
Pablo encarga a sus colaboradores la tarea de mantener la fe. Esta
“conservación” no se trata de algo cerrado, enfrascado, sino de mantener vivo
ese tesoro que en la tradición se va pasando entre las generaciones de
creyentes. La transmisión y el contagio a otros son la única manera de conservar
la fe.
Lectura
de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18
Querido hijo: Ya estoy a punto de
ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he
peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya
está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me
dará en ese día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con
amor su manifestación. El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el
mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los
paganos. Así fui librado de la boca del león. El Señor me librará de todo mal y
me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A él sea la gloria por
los siglos de los siglos! Amén.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Cuando
Jesús llamó a Simón y a su hermano Andrés para ser pescadores de hombres,
agregó a Simón el sobrenombre “Petros”, es decir, “piedra”. En el diálogo que
hoy leemos, Jesús le presenta a Pedro su misión, no como un privilegio, sino
como una función que debe cumplir por el bien de toda la Iglesia. Esa función
se relaciona con el acto de fe. Es con Pedro, que juntos profesamos nuestra fe
en Jesucristo diciendo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Ì
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 13-19
Al llegar a la región de Cesarea de
Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del
hombre? ¿Quién dicen que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan
el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”. “Y
ustedes –les preguntó–, ¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón Pedro
respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo: “Feliz
de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la
sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá
contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos. Todo lo que ates en
la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra,
quedará desatado en el cielo”.
Palabra
del Señor.
MEDITAMOS
LA PALABRA
La misión territorial en Chile
Celebrar hoy la fiesta de los
apóstoles Pedro y Pablo invita a hacerse una pregunta por la salud actual de la
fe católica en nuestro país. Los otros están realizando bien su oficio de
secularizar la cultura. Y nosotros ¿nos hemos equivocado? Siendo conscientes
que somos un pueblo debilitado en su fe, ¿qué tiene que hacer la Iglesia en Chile?
¿Nos conformaremos con ser un grupo cada vez más pequeño o nos lanzaremos otra
vez con el poder de la palabra y la unción del Espíritu Santo a la
evangelización? Sigamos los ejemplos de los evangelizadores de la primera hora.
Ésta es hoy la palabra de vida: la
misión de la Iglesia es evangelizar, hacer discípulos y perdonar los pecados,
para que el encuentro con Cristo sea el encuentro con la vida eterna. Pero no
se evangeliza con muchos proyectos pastorales, sino sobre todo con la fuerza de
la palabra, pues el que se conforma con jugar con los problemas o sentimientos
de las personas podrá ser admirado, pero nunca imitado. Es tiempo, pues, de
oración para no sucumbir ante los problemas y poder dar la vida de Jesucristo.
El cristiano vive siempre en la tierra mirando el cielo, pues el que no espera
la vida del más allá siempre lucha por una buena vida acá. En fin, si estamos
llamados a evangelizar y a celebrar, necesitamos rezar, porque la palabra, que
transmite la vida eterna, nace siempre de la contemplación y del ejemplo de la
propia vida.
Lo que es imposible para los
hombres es posible para Dios.
En la primera lectura, se proclaman
Hechos de los Apóstoles, 12, 1-11, mostrando el poder de la Iglesia en oración
incesante por Pedro encarcelado. “Ahora sé realmente que el Señor ha enviado a
su ángel para librarme de las manos de Herodes y de toda la expectación del
pueblo de los judíos” (Hech 12, 11). Lo que es imposible para los hombres es
posible para Dios.
La predicación es fruto de la
contemplación
En la segunda lectura, Pablo,
mirando lo que ha sido su vida, combatir manteniendo la fe, confiesa su
confianza en que el Señor le hará justicia y le librará de todo mal, llevándole
a la salvación de la vida eterna.
La vida cristiana es vida de amor
En el Evangelio se nos presenta la
pregunta decisiva sobre quién es Jesús y la confesión de Pedro: “Tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y entonces Cristo le declara: “bienaventurado
eres tú, porque esto no te lo ha revelado la carne, sino mi Padre que está en
los cielos”, y le promete que sobre él edificará su Iglesia, dándole las llaves
para que lo que ate en la tierra quede atado en el cielo y lo que desate en la
tierra quede desatado en el cielo.
ESTUDIO
BÍBLICO
Primera lectura: (Hechos 12,1-11)
Marco: El capítulo 12 de los Hechos
forma parte de la sección que se podría titular «bajo el signo de la
persecución.»
Reflexiones:
1ª) ¡Os perseguirán por mi nombre!
Herodes mandó detener a Pedro. En
la Iglesia primitiva había diversas formas de comprender la nueva realidad
cristiana en el marco de judaísmo. Los así llamados judeocristianos eran
partidarios de seguir cumpliendo la ley de Moisés en lo que se refería a la
circuncisión, templo y otras prácticas judías. Estos no fueron molestados hasta
más tarde. Por otra parte, Pedro, Santiago y Bernabé pertenecían al grupo que
consideraba la novedad del cristianismo con fuerza y no se sentían tan ligados
a las antiguas prácticas. Representaban una línea más abierta en la comunidad
(cf. Hch 10 y 11). Finalmente, el grupo dirigido por los helenistas, cuyo
portavoz era Esteban, que estaban más dispuestos a distanciarse de esas
costumbres y obligaciones porque ya no las consideraban necesarias para la
salvación (Hch 7: el discurso de Esteban). Cristo es el único y último Salvador
de todos. Esto explica que Herodes mandara decapitar a Santiago y encarcelase a
Pedro con la misma finalidad. Con estos dos acontecimientos, la palabra
anunciada por Jesús comienza a cumplirse (Mt 10,16ss). A la luz del Nuevo
Testamento, una de las características esenciales de la Iglesia es ser, como su
Maestro y Cabeza, martirial. Hoy como ayer es necesario vivir esta realidad de
la Iglesia y estar preparados para el martirio cruento.
Segunda lectura: (2Timoteo
4,6-8.17-18)
Marco: El autor de la carta pone en
boca del apóstol un testamento valioso por su contenido y por algunos
pensamientos de especial significación.
Reflexiones
1ª) ¡Ha combatido bien su combate,
ha corrido hasta la meta!
Ahora me espera la corona
merecida... Es frecuente en la Escritura y en la literatura entre los dos
Testamentos presentar en forma literaria de testamento o discurso de despedida
y mensaje final los sentimientos de los grandes personajes de la historia de Israel:
Jacob (Gn 49); Moisés (Deuteronomio); Samuel; Jesús (Jn 13-17); Pablo (Hechos
20,17-38); Testamento de los Doce Patriarcas; etc. Evocación de la fidelidad de
Pablo hasta el final de su vida con expresiones como combate, lucha, victoria y
coronación. Este itinerario es elegido por el autor con la intención y
finalidad de presentar su vida como modelo a imitar (que es una de las
características esenciales de los discursos de despedida) (cf. Hch 20,17-35:
Testamento pastoral de Pablo). Los sucesores han de llevar, por el mismo camino
y con el mismo talante, la obra hasta el final. La misión permanece abierta al
futuro que está garantizado si todos trabajan en comunión y movidos por un
mismo Señor y un mismo ideal. La referencia a la gran esperanza que movía al
apóstol es un acicate y una exhortación para los misioneros del presente que
han de trabajar con la misma generosidad y entrega que el maestro y modelo (Flp
1,27-30).
Evangelio: (Mateo 16,13-19)
Marco: El contexto amplio de este
fragmento que ahora proclamamos lo constituye una serie de relatos que Mateo ha
organizado en este conjunto narrativo que precede al discurso comunitario. El
tema podría titularse: la Iglesia, primicia del reino de los cielos. Este
episodio es entendido como central en la vida y ministerio de Jesús por todos
los evangelistas. Supone un punto de llegada importante en el reconocimiento de
su misión por los discípulos y, a la vez, un punto de partida ascendente en su
camino hacia la cruz y la gloria.
Reflexiones
1ª) ¡Jesús pregunta sobre la
opinión que la gente tiene de él!
¿Quién dice la gente que es el Hijo
del hombre? Llamativa y sorprendente actitud de Jesús. ¿Quién tiene interés en
estas preguntas? ¿Fue Jesús realmente el que planteó estas preguntas a los
discípulos? O, dicho de otra manera, ¿tenía Jesús algún interés en saber lo que
las gentes opinaban de él? ¿Para qué? ¿Fue acaso la comunidad posterior a la
Pascua la que se encuentra con estas preguntas y respuestas? En todo caso, la
figura de Jesús ha suscitado siempre inquietantes preguntas. El relato
evangélico está sembrado de estas preguntas sobre Jesús. De tal manera que bien
podríamos decir que tanto el evangelio de Marcos como el de Juan penden y se
estructuran sobre esta pregunta fundamental: ¿Quién es Jesús? ¿Quién es este
hombre que dice ser Hijo de Dios? En todo caso es curioso observar que todas
las respuestas corresponden a las esperanzas de Israel. Las respuestas revelan
las esperanzas que las gentes abrigaban.
2ª) ¡Pregunta directa de Jesús a
sus discípulos!
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo. Jesús quiere saber dónde se encuentran sus discípulos en la comprensión
de su persona y de su misión. Es delicado leer una página de los relatos
evangélicos que hoy tenemos entre manos porque se entrecruzan tres planos
armónicamente expresados en el texto, pero que suscitan no pocas dificultades
para su comprensión. Mateo escribe para una comunidad que cree ya en la
realidad mesiánica y divina de Jesús. El propio Mateo comparte esta convicción.
Pero esto ha supuesto un proceso lento que arranca especialmente de la Pascua y
del don del Espíritu. ¿Qué confesó Pedro en el momento en que Jesús le pregunta
en Cesarea de Felipe? Una respuesta que desborda sus esperanzas mesiánicas.
Israel espera la llegada de un Mesías con determinadas características. En ese
Mesías cree Pedro quien, además, pudo pertenecer a algún movimiento de
liberación por medios más o menos violentos. El Mesías procedía de la dinastía
real davídica. El rey en Israel era considerado como hijo adoptivo de Dios de
modo singular por ser el encargado de dirigir los destinos del pueblo de Dios.
Pero la respuesta de Pedro alcanza más lejos, al menos en el modo como lo
expresa Mateo. Esta realidad que desborda la comprensión judía del Mesías es el
reconocimiento de que es realmente el Hijo de Dios de un modo único, singular e
irrepetible. Así lo cree Mateo. La respuesta de Pedro que hoy leemos alcanza a
la misión y a la naturaleza misma de Jesús como Mesías e Hijo de Dios. Hoy
somos invitados, en medio de nuestras dudas y búsquedas, a dar el salto
necesario que, partiendo de la humanidad de Jesús, alcance a su verdadera
naturaleza y que fundamenta realmente la esperanza de la humanidad. Los
discípulos de Jesús, mediante la palabra y el testimonio coherente, podemos
ofrecer al mundo la clave para interpretar los avatares de su historia y
encontrarles el verdadero sentido.
3ª) ¡La confesión de Pedro es
objeto de una bienaventuranza!
Jesús le respondió: Dichoso tú,
Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso,
sino mi Padre que está en el cielo. El narrador recoge una escena de un valor
histórico y teológico importante. Se encuentran unidas e inseparables en la
intimidad de Pedro dos apreciaciones y concepciones muy distintas por no decir
antagónicas. Pedro espera un Mesías político-nacional que libere a Israel de
las manos de los romanos sentándose en su trono Jerusalén desde donde dominar
sobre todas las naciones de la tierra. Para ello se esperaba un Mesías
invencible militarmente. Y Pedro ha compartido esta esperanza de modo singular
en su patria galilea donde los movimientos revolucionaros con ansias de esa
liberación emergían de cuando en cuando con singular virulencia. Al reconocer
en Jesús otra perspectiva nueva, es señal inequívoca de que en Pedro se ha
producido una presencia especial del Espíritu. Y eso es lo que declara Jesús
como una bienaventuranza: que el Padre (que es quien da el Espíritu) ha
iluminado a Pedro para descubrir en la humildad visible del profeta de Nazaret
al enviado especial y definitivo de Dios. A partir de esta confesión, la
Iglesia seguirá ahondando en la figura de Jesús hasta llegar a la convicción
que recoge en el texto actual Mateo. Pedro es proclamado dichoso porque supo
superar el escándalo de la encarnación en la humillación para elevarse a los
planes más altos de Dios en la historia de la salvación. Hoy como ayer es
necesario superar los obstáculos y dificultades para alcanzar el verdadero
proyecto de Dios sobre los hombres. Es necesario que la Iglesia y cada uno de
los creyentes asumamos la confesión de fe de Pedro y la actualicemos
constantemente. Sólo así mereceremos también la congratulación de Jesús y, en
consecuencia, los hombres y mujeres de nuestro tiempo podrán entrar más
fácilmente en el Evangelio de la salvación proclamado por Jesús.
4ª) ¡La gran promesa de Jesús a la
Iglesia a través de Pedro!
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia... Jesús quiere edificar la Iglesia sobre la roca-piedra
que es Pedro. El sentido sería el siguiente: sobre la confesión de Pedro se
edifica la Iglesia. Pedro ha confesado que Jesús es el verdadero y definitivo
enviado del Padre para la salvación del mundo (Mesías) y es el verdadero y real
Hijo de Dios. Esta es la roca sobre la que se edifica la Iglesia. Pedro ha sido
el portavoz, el que hace de instrumento del Padre. Y esta roca firme –Jesús y
la fe en Jesús– es el cimiento de la Iglesia que desecharon los arquitectos.
Esta Iglesia permanecerá para siempre. Una Iglesia que comienza su andadura en
la tierra y se prolonga eternamente en el cielo en la ciudad celeste habitada
por gentes procedentes de todo el mundo (Ap 7,9s). Te daré las llaves del
reino. Las llaves simbolizaban el control del palacio del rey. Ahora es Jesús
quien habla de llaves a Pedro. Siguiendo la costumbre egipcia, y el texto de
Isaías, entendemos que Jesús nombra y declara solemnemente que Pedro es el visir
del Reino de los cielos, el plenipotenciario elegido por Jesús. Esta misión es
ampliada, según el propio relato mateano, a todo el grupo apostólico (Mt
18,18). Siguiendo el pensamiento rabínico, en el que se utiliza la misma imagen
para describir y definir la autoridad universal del sanedrín, quiere decir que
la autoridad de Pedro no tiene fronteras. Los rabinos decían que el sanedrín
gozaba del privilegio de atar y desatar en materias jurídicas y religiosas en
todo el mundo. Pedro recibe una autoridad que se extiende por todo el mundo y
es válida para toda la Iglesia. Hoy encuentra esta realidad graves
dificultades. No es fácil a los hombres y mujeres de nuestro tiempo aceptar la
autoridad universal de la Iglesia en las materias que le corresponden.
Confiesan que les es más fácil creer en Dios e incluso en Jesús, que en la
Iglesia. Ciertamente la credibilidad de la Iglesia que, en los planes de Jesús,
es la continuadora de su misión en el mundo, no es fuerte hoy.
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