domingo, 23 de noviembre de 2014

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO


“Vengan, benditos de mi Padre; 
hereden el reino preparado para ustedes”

En el último domingo del año litúrgico se celebra la solemnidad de Cristo Rey del Universo ¿Qué significa la realeza de Cristo? Lo primero que hemos de advertir es que se trata de una imagen sobre Jesús que puede traer confusiones, ya que la realeza de este mundo no tiene nada que ver con la realeza de Jesús. Las lecturas que la liturgia nos propone para esta solemnidad nos ayudan a ver el significado profundo de lo que celebramos.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA

I LECTURA    

 “El rol del profeta fue en general confrontar con los abusos del poder político, con las atribuciones excesivas, con la manipulación. Los profetas han sido casi siempre personajes poco aceptados por las cortes reales, porque eran los denunciantes de las conductas no éticas de quienes estaban a cargo de la nación”.

Lectura de la profecía de Ezequiel 34, 11-12. 15-17

Así habla el Señor: "¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él. Como el pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían dispersado, en un día de nubes y tinieblas. Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar –oráculo del Señor–. Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y curaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y robusta. Yo las apacentaré con justicia. En cuanto a ustedes, ovejas de mi rebaño, así habla el Señor: Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y chivos".
Palabra de Dios.

Salmo 22, 1-3. 5-6

R. El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar.

El Señor es mi pastor,  nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas. Me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. R.

Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. R.

II LECTURA

Jesús, el Rey, dio su vida por toda la humanidad. El reinado de Jesús no exige a los hombres sumisión, sino que él se da a sí mismo para que todos alcancemos la vida eterna.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 15, 20-26. 28

Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección. En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida. En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte. Y cuando el universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a aquel que le sometió todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Mc 11, 9. 10

Aleluya. ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito sea el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David! Aleluya.

EVANGELIO

Este texto tiene que ser comprendido a la luz de una doble dimensión. La universalidad de la esperanza que nos abre la cruz de Jesús de Nazaret, como el signo de una comunión incondicional y escandalosa y a la luz del espíritu de las bienaventuranzas. «Vengan, benditos y benditas de mi Padre, y reciban en herencia el Reino». Las bienaventuranzas no son promesas para un futuro lejano sino que son afirmaciones de aquello que, bajo el reinado de Dios, sabemos con certeza que ocurre.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 31-46

Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a la izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'. Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'. Luego dirá a los de la izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'. Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'. Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

La realeza de Dios se expresa con la imagen del Pastor.

La imagen que el profeta Ezequiel nos presenta de Dios es la de un pastor que busca una por una, personalmente, a las ovejas siguiendo su rastro. La acción del Pastor es la de seguir el rastro de sus ovejas. 
Una pauta interesante para preparar la homilía es el movimiento de búsqueda de Dios hacia cada uno de nosotros, de manera personal e individual. Dios busca personalmente a cada uno de nosotros. Dios quiere ponerse en comunicación personal con cada uno de nosotros. ¿Cómo abrirnos a percibir esta búsqueda? ¿Cómo dejarnos modelar por esta búsqueda de Dios? No es tanto un movimiento nuestro hacia Dios por medio del esfuerzo y la exigencia, sino un movimiento de Dios hacia nosotros. Esta primera lectura, por tanto, nos invita a abrirnos a percibir este movimiento de búsqueda de Dios que nos transciende. Dichos con una simple pregunta: ¿Qué puedo decir personalmente de Dios? ¿Qué vivencia personal e interior tengo de Dios?

La realeza de Jesús se expresa en la libertad y en el juicio.

Hay un regla para interpretar los textos bíblicos que siempre funciona: la regla del estribillo, es decir, cuando en un pasaje bíblico se perciben repeticiones a modo de estribillo, entonces ese estribillo o repetición es lo más importante de ese texto. En el texto de Mt de este domingo encontramos un estribillo que se repite 4 en forma de afirmación y/o en forma de pregunta: “Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” Estas 6 obras de amor son repetidas 4 veces en el Evangelio de hoy. Por tanto, es bien claro el mensaje de esta solemnidad: busca por medio de tus opciones a Dios. O con otras palabras: por medio de la libertad puesta al servicio del bien y de amor, accedemos a percibir el movimiento de búsqueda de Dios por cada uno de nosotros.

Un segundo mensaje del texto evangélico de hoy: la persona de Jesús, la persona que es Dios se identifica con la persona que viene ayudada. Cualquier cosa que sea hecha a un necesitado, crea amor. Y este amor nos une a Cristo. Cuando nos encontremos cara a cara con Dios, sólo una posesión contará y será importante: el amor. No las casas, ni el dinero, ni el poder, ni las posesiones… sólo el amor. Pero también en el texto evangélico hay un juicio. Para entender el juicio que aparece en este texto evangélico hay que hacer referencia a la imagen de los corderos y de las cabras. Los corderos son blancos, luminosos, espléndidos; las cabras tienen, sin embargo, un pelaje oscuro y hacen referencia a la oscuridad y a las tinieblas de cada uno, al pecado, a la no presencia de Dios. ¿Quiénes son estos corderos y estas cabras? Somos cada uno de nosotros: a veces somos luz y a veces somos oscuridad. Cada uno de nosotros es cabra y oveja, es blanco y negro, es bondad y maldad, somos luz y somos oscuridad. Por tanto, la segunda Buena Noticia que nos viene proclamada en esta solemnidad es clara: la vida se juega en la medida en que nos asemejamos al Cordero de Dios, en la medida en que nos comportamos como cordero a semejanza del Cordero de Dios. Por eso, el castigo, el fuego del juicio es aquel que quemará todo aquello oscuro de nuestra vida y que nos permitirá ser como el Cordero de Dios.

El sello de la realeza de Dios es la Resurrección de Cristo, es decir, la victoria de la Vida sobre la muerte.

La segunda lectura de la primera carta a los Corintios se nos habla de Cristo como primicia de todos los que han muerto y como aniquilador del poder de la muerte. Es decir, la fe en Cristo, la fe-confianza en su Evangelio, en su palabra… es el fuego que nos ilumina en la vida y es, al mismo tiempo, el fuego amoroso que quema la parte oscura, de pecado, de no-presencia de Dios en nuestra vida. Cristo es la medida, la luz que ilumina y el fuego que purifica. Y esa Luz que es Cristo y es dada por Cristo, la hemos recibido gratuitamente en el Bautismo: el sello de los cristianos.

En definitiva, proclamar que Cristo es Rey del Universo es proclamar que Cristo es el Señor de nuestra vida, que Cristo es el parámetro de nuestra libertad, que Cristo es la luz que nos da visión de toda nuestra vida pasada, presente y futura; es proclamar que Cristo es el fuego que quema aquello que nos separa de Dios.

ESTUDIO BÍBLICO

Nota introductoria: Es conveniente orientar esta fiesta desde la proclamación de la soberanía de Dios por Jesús. Sabemos que Jesús centró su predicación y la realización de sus signos en anunciar la inminencia de la soberanía de Dios. En la primera etapa, Jesús la proclama, sobre todo, a través de sus parábolas que, por este motivo, se las suele llamar parábolas del reino. Este reino se hace presente también a través de los signos (exorcismos, curaciones, intervenciones en la naturaleza) y que, por eso, se los llama, signos basileicos o del reino. Se realiza con poder singular en la kénosis de la cruz y en la exaltación de la resurrección. Se actualiza constantemente con la fuerza del Espíritu y se convierte en objeto de esperanza final para los creyentes en Jesús y para humanidad entera.

Pienso que esta perspectiva, aunque expuesta con suma brevedad, da un sentido auténtico a esta Solemnidad que hoy celebramos. El reinado o soberanía de Dios no se hace presente en la etapa actual por medio del poder de este mundo, sino en la continuidad en la Iglesia de la obra salvadora y liberadora de la cruz de Jesús garantizada por el poder de Dios manifestado en la resurrección. Esta soberanía comienza en el tiempo, incluso de manera visible en el compromiso por la comunión, la solidaridad y la fraternidad universal, y se consumará al final de la historia cuando Dios lo sea todo en todos.

Primera lectura: (Ezequiel 34,11-12. 15-17)

Marco: El fragmento que proclamamos hoy forma parte de un conjunto más amplio (33-39) que tiene como tema principal hacer presente un mensaje de esperanza. Los oráculos y comparaciones de estos capítulos intentan buscar una explicación al desastre de la destrucción de Jerusalén (34-35) y atisbar signos de esperanza (36-37). Los dos últimos capítulos (38-39) están coloreados por la esperanza apocalíptica o del final de los tiempos.

Reflexiones

1ª) ¡El Pastor reúne lo disperso!

Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas siguiendo su rastro... La dispersión de las tribus de Israel, ocurrida en diversas etapas, es un acontecimiento histórico. Primero el reino del norte (721 a.C.) y después el reino del sur (587 a.C.). Estos acontecimientos son leídos por los profetas como signo y presagio de otros acontecimientos de mayores dimensiones. La dispersión es interpretada como una consecuencia de la infidelidad del pueblo a la alianza pactada por Dios en el Sinaí. Dios mantiene su palabra de hacer un gran pueblo, pero Israel no responde a este proyecto tan importante para la humanidad. En consecuencia, la promesa de una futura reunificación y reunión se convierte en fundamento de una gran esperanza (cf. Jr 32,36-41).

La futura reunión es interpretada como una poderosa acción salvadora del Dios de Israel que cumple su palabra en fidelidad. En última instancia la reunión de los hijos de Dios dispersos es una expresión y profecía de la reunión escatológica* de toda la humanidad por obra del Pastor al final de los tiempos. Este proceso que podemos leer en la historia de la salvación es un hilo conductor de la misma de primera importancia y una gran promesa para la humanidad. Un día, al final de los tiempos, toda la humanidad será de nuevo reunificada en el reino de la paz, de la vida, de la comunión y de la felicidad sin fin. Esta gran esperanza se apoya en la experiencia salvadora del pueblo de Dios y en la actitud de Dios que es fiel a su palabra y a su proyecto. El destino de la humanidad no es la disgregación sino la comunión en el amor y en la vida. Los creyentes deben enrolarse gustosos en todos los proyectos que tiendan a humanizar más la vida, a fomentar la comunión, a hacer posible la paz y la justa distribución de todos los bienes: culturales, materiales, morales, religiosos.

2ª) ¡El Pastor conduce a las ovejas a buenos pastos y las cuida a todas!

Yo mismo apacentaré mis ovejas... La figura del pastor ha pasado a ser en el oriente antiguo una imagen muy utilizada para expresar la tarea del rey. La imagen sugiere la idea de la solicitud y la preocupación del rey por los súbditos y, por tanto, ser rey no es un privilegio sino una misión y un compromiso siendo el guía que va por delante del pueblo para protegerlo y defenderlo como hacen los pastores con el rebaño. Ha de mirar primariamente por el bien común del pueblo que se le ha encomendado.

Cuando los profetas trasladan la imagen para describir la acción de Dios con su pueblo sugieren todos estos elementos. Dios mismo, Pastor ideal, se encarga de proteger, guiar, cuidar al pueblo y garantizar el bien común y el bienestar de todos en la seguridad y la paz. Para esta tarea quiso contar con pastores elegidos para servicio de su pueblo: los reyes y los gobernantes. Pero no cumplieron su tarea. Por eso Dios, en el momento central de la salvación, asumirá esta tarea y la llevará a cabo él mismo. Para expresarlo el profeta utiliza un lenguaje pastoril muy significativo.

Finalmente, el Pastor aparece como el Juez definitivo del rebaño. Esta es la perspectiva escatológica de las palabras del profeta. Al final de los tiempos el Pastor discernirá con justicia entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío. En la visión de Ezequiel esta tarea de Pastor y Juez la realiza Dios mismo. En el nuevo Testamento esta doble misión se le entrega al Hijo que será el Buen Pastor (Jn 10) y el Juez Universal (Mt 25).

Segunda lectura: (1Corintios15, 20-26a.28)

Marco: ¿Es verdad la afirmación de Pablo sobre la resurrección de Jesús y de toda la humanidad en él y por él?... Los apóstoles proclamaban en el kerigma fundamental que la verdad central de la fe era la resurrección de Jesús como fruto y manifestación del poder de Dios. El propio Pablo recuerda en esencia el kerigma cristiano en los primeros versículos de este mismo capítulo: muerte liberadora, sepultura, resurrección y manifestación o revelación del acontecimiento. La comunidad de Corinto ha nacido por la aceptación de esta proclamación y su incorporación a Cristo por los sacramentos que actualizan su muerte y resurrección. Pero han de vivir esa fe en medio de las gentes que les rodean para quienes la resurrección no tiene valor ni sentido alguno. Los corintios zozobran en su fe y piden a Pablo una clarificación.

Reflexiones

1ª) ¡En la resurrección de Jesús todos somos llamados a la vida definitiva!

Cristo ha resucitado, primicia de todos los que han muerto... La lógica utilizada por Pablo es, en realidad, una analógica o lógica superior y nueva. Los griegos utilizan su lógica: los muertos no resucitan, por tanto la afirmación de que Cristo ha resucitado es falsa, un engaño. Pablo responde a partir de un acontecimiento cierto y seguro: Cristo ha resucitado realmente, por tanto los muertos resucitarán. De este modo un hecho portentoso se convierte en la base de todas sus afirmaciones. Pablo sigue enseñando en esta carta cómo pasar de la experiencia universal de la muerte a la experiencia universal de la vida.

El proyecto original de Dios era la vida y no la muerte (Gn 2). Pablo entiende que todos los hombres proceden de Adán, por tanto, la humanidad tiene su principio unificador en que proceden de un mismo y único origen. Pablo compara aquella obra con la de Cristo, para concluir que en Cristo –nuevo Adán– toda la humanidad reencuentra su verdadero sentido y destino.

Estas afirmaciones siguen vigentes como mensaje de salvación incluso contando con las nuevas investigaciones sobre el origen de los hombres, porque Cristo sigue siendo la respuesta positiva al proyecto del Dios de la vida. En la resurrección trascendente, total y definitiva (escatológica) de ese hombre real, llamado Jesús, todos los hombres son llamados a la vida real, definitiva, trascendente y total. ¡Si algo necesita urgentemente nuestro mundo es la proclamación y visualización en el testimonio cristiano de esta realidad!.

2ª) ¡En la resurrección se ha seguido un proceso y un orden!

Primero Cristo como primicia... La presencia de Jesús en la historia de los hombres tiene como finalidad mostrar que el proyecto del Dios de la vida sigue vigente. Todos somos invitados a vivir en la esperanza firme de un final definitivamente feliz para todos. Y la realización de este magno proyecto tiene un proceso y un orden: el primero en experimentar la fuerza de este poder vivificador fue Jesús mismo. Él es la primicia y, a través de él, alcanzará a toda la humanidad. Después de Jesús resucitarán también todos los cristianos, pero cuando él vuelva. Lo que ahora se participa simbólica y sacramentalmente será una realidad total y acabada cuando vuelva el Señor Jesús glorioso.

Y, finalmente, resucitarán todos los hombres incluso aquellos que no participan ahora de la resurrección por medio de la fe y de los signos sacramentales. Esto quiere decir que el proyecto de vida es universal y sin excepción alguna (cf. Jn 5,28-29). El último enemigo aniquilado será la muerte. El gran enigma que atenaza a los hombres ha sido absorbido y resuelto en Jesús hombre real resucitado. La vida es más fuerte que la muerte. El proyecto del Dios de la vida se realiza infaliblemente.

A lo largo de la historia de la salvación se canta insistentemente el poder, la misericordia, la santidad y la fidelidad de Dios (que recoge el Magnificat). Ese Dios ha actuado de modo definitivo en su Hijo a favor de la humanidad cumpliendo su promesa y resucitando a Jesús de entre los muertos. Al final, el Dios de la vida lo será todo para todos. Al final, cuando todo le esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.

Evangelio: (Mateo 25,31-46)

Marco: Junto con el evangelio que proclamamos el domingo anterior forma parte del así llamado discurso escatológico. El fragmento que proclamamos hoy, bajo una forma narrativa muy viva y sugerente, revela lo que sucederá al final de los tiempos. La perspectiva escatológica y de futuro invade todo el relato. La dramatización literaria del fin se compone, por tanto, de tres elementos esenciales y consecutivos: resurrección, juicio, posesión de la gloria para siempre. Y para el encuentro con el Juez universal, se nos anticipan las preguntas de su interrogatorio. De una manera plástica se presenta ante el hombre qué debe hacer para ser colocado a la derecha del Juez, es decir, para poseer y disfrutar con él la gloria: se le invitó a ser capaz de encontrar al propilo Jesús escondido en todos aquellos necesitados del amor misericordioso de Dios, móvil principal de la salvación.

Reflexiones

1ª) ¡Se sentará como Juez de todas las naciones en el trono de su gloria!

Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con él se sentará en el trono de su gloria. Se trata de una escenificación apocalíptica* inspirada en Daniel y otros libros apocalípticos judíos. La dramatización literaria ilumina e ilustra el contenido real que se esconde en el ropaje literario. La visión de Dios rodeado de ángeles también corresponde a la comprensión apocalíptica del fin. En el relato evangélico aludió Jesús en alguna ocasión a esta realidad del trono para juzgar (Mt 19,28). El autor del Apocalipsis ha llevado esta imagen a su pleno desarrollo cuando intenta interpretar la realidad de la Jerusalén celeste y gloriosa (Ap 21 y 22).

Y serán reunidas ante él todas las naciones... Ya observamos en el comentario de la primera lectura que la reunión de los dispersos adquirió un sentido de perspectiva futura (escatológica). Es la escenificación del fin. La reunificación realiza el proyecto de comunión que Dios quiso para toda la humanidad y que Jesús ofreció en la cruz (Jn 12,31-32). La escuela joánica entiende que la elevación es un acto único que significa la elevación en la cruz y en la gloria. Cristo en la cruz y en la gloria es el centro de comunión y de unidad para todos (Jn 17,21). El juicio es universal.

La derecha y la izquierda tienen un sentido simbólico en la Escritura: la derecha es siempre signo de bendición, de poder protector para el bien; la izquierda significa lo negativo, la maldición o la acción contra los enemigos. Cuando se afirma en el Salmo que Dios tiene su mano derecha escondida en el pecho y su izquierda no actúa, el orante dice a Dios que no actúa a favor de su pueblo para defenderlo (derecha) y que no actúa en contra de sus enemigos como protección de Israel (izquierda).

2ª) ¡Venid benditos de mi Padre, heredad el Reino!

Venid vosotros, benditos de mi Padre... La relación de todos aquellos en los que se esconde Jesús, con los que se identifica Jesús, es un modelo que no excluye otras posibilidades. El lenguaje es heredado de la predicación profética. Significa que la palabra profética como el evangelio alcanzan la realidad de la vida humana (Is 1,15-18). Significa que el reino futuro debe hacerse presente saliendo al encuentro de todos los hombres que carecen de los bienes que les permitirían ser personas humanas dignas e hijos de Dios.

En estas preguntas del examen final, por el que han de pasar todos los hombres para que puedan ser contados entre los benditos de su Padre, se refleja el realismo del Evangelio y la seriedad con que Dios asume la situación de tantos millones de hombres vejados en su dignidad humana. Para entrar en el reino, dice Jesús, hay que pasar por la vida de sus hermanos: Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. No es adecuado ni correcto preguntar por la procedencia social, religiosa o étnica de los hombres. Con cualquiera, porque en cualquiera que sufre es necesario manifestar realmente el amor misericordioso del Padre con signos creíbles. Como lo hizo Jesús que rompió todas las barreras para ofrecer al hombre otra posibilidad humanizadora y liberadora: el amor misericordioso de Dios.

Jesús se esconde en cada ser humano necesitado de este amor del Padre. Servir a Jesús escondido en todos ellos sin preguntas previas. Con Jesús es llevada a plenitud la predicación profética que advertía de los excesos contra los pobres. Pienso que es preferible presentar el aspecto positivo del juicio universal: ¡Venid benditos de mi Padre! Es necesario elegir, durante el trayecto de la historia que tiene una inexorable consecuencia final, el servicio y el compromiso con todos aquellos en los que está oculto, pero presente, el propio Jesús. La urgencia y la fuerza de este Evangelio es más necesaria hoy que nunca.


Hoy debemos hacer visible entre los hombres esta admirable escenificación del final. Se nos invita a estar un día a la derecha de Jesús. Hagamos visible el programa del examen final cuando Dios lo será todo para todos y en todos. (Fr. Gerardo Sánchez Mielgo O.P.)



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