“Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré”
Estamos en días de vacaciones. La
mayoría buscamos unos días de descanso para reparar nuestras fuerzas después
del desgaste físico y la monotonía del trabajo.
Pero sería insuficiente hablar solo de
la recuperación física, por eso nos viene bien meditar el texto que nos ofrece
el evangelista Mateo este domingo. No se trata de una recomendación piadosa
para el invierno o el verano, las lecturas de hoy tienen un calado mucho más profundo pues
una vez más nos proponen el seguimiento de Cristo. El descanso, la oración y el
silencio interior son importantes para renovarse y lograr la paz del espíritu
pero sobre todo para llegar a ese encuentro que hoy, una vez más, nos ofrece
Jesús en el evangelio.
DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.
I
LECTURA
El
profeta nos anima: “¡Dios viene!”. Si Dios viene, nuestra vida se llena de
sentido. Para percibir su presencia es necesario tener la humildad y la
sensibilidad de los pequeños, que perciben a Dios allí donde él se manifiesta:
en lo cotidiano y simple de la vida.
Lectura
de la profecía de Zacarías 9, 9-10
Así habla el Señor: ¡Alégrate mucho,
hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia
ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la
cría de un asna. Él suprimirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén;
el arco de guerra será suprimido y proclamará la paz a las naciones. Su dominio
se extenderá de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la
tierra.
Palabra de Dios.
Salmo
144, 1-2. 8-11. 13c-14
R.
Bendeciré tu nombre eternamente.
Te alabaré, Dios mío, a ti, el único
rey, y bendeciré tu nombre eternamente; día tras día te bendeciré, y alabaré tu
nombre sin cesar. R.
El Señor es bondadoso y compasivo, lento
para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene
compasión de todas sus criaturas. R.
Que todas tus obras te den gracias,
Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen
tu poder. R.
El Señor es fiel en todas sus palabras y
bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a
los que están encorvados. R.
II
LECTURA
En
nosotros habita el Espíritu Santo, Espíritu de vida y amor. Ya hoy, como
anticipo, el dinamismo de Dios nos sostiene en la existencia. Que el mismo
Espíritu haga de nuestra vida alabanza y entrega de amor.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 8, 9. 11-13
Hermanos: Ustedes no están animados por
la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes.
El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Y si el Espíritu
de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús
también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que
habita en ustedes. Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir
de una manera carnal. Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario,
si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán.
Palabra de Dios.
ALELUYA cf. Mt 11, 25
Aleluya. Bendito eres, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del reino a los pequeños.
Aleluya.
EVANGELIO
Dios
se revela, se da a conocer. No se hace el misterioso ni plantea doctrinas
esotéricas y herméticas para unos pocos elegidos. Él se muestra tal cual es y
nos dice lo que ama. Los pequeños son quienes reciben esta revelación con
alegría y abren su vida al don de Dios. Por eso, Jesús se alegra, porque el
Padre se comunica con los pequeños.
+
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo 11, 25-30
Jesús dijo: “Te alabo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a
los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has
querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el
Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se
lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo
los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy
paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es
suave y mi carga liviana”.
Palabra del Señor.
MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS
Las
tres lecturas de este domingo son
muy significativas pues hacen
referencia a la acogida del mensaje de
Jesús de Nazaret y al compromiso con su
proyecto que el evangelista Mateo
llama el “Reino de los Cielos”.
Sirva de ejemplo, antes de pasar
adelante, la primera lectura de
hoy. Zacarías, tres siglos antes del nacimiento de Jesús,
invita a Jerusalén a la alegría y al
gozo desbordantes porque llega “un Rey”, un “líder” diríamos hoy, que viene
justo y victorioso, que “romperá las armas de la guerra y traerá la paz a los hombres”. Hasta
aquí todo parece muy bonito, pero se da
la paradoja de que este personaje viene humildemente, montado en un borrico, en un pollino de asna,
y pasa desapercibido. Es un oráculo que
avisa de la presencia del Señor Jesús
que puede pasar desapercibida porque
esperamos algo más deslumbrante…
Volviendo al evangelio, nos encontramos
con una de sus páginas más bellas que nos ayuda a entender la
persona de Jesús y a la identificación con su proyecto.
La escena es la siguiente, vemos a Jesús con sus discípulos, lleva un tiempo recorriendo los caminos de
Galilea anunciando la Buena Noticia, ha
hecho algunos milagros, pero no todos han entendido su mensaje. Sin embargo,
Jesús se siente bien con sus
discípulos enseñándoles pacientemente los misterios del Reino. Como tantas veces se dirige al Padre, en oración confiada que comparte con ellos, diciendo:
Te
doy gracias Padre, Señor del cielos y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos y se la has revelado a la gente sencilla
Jesús
da gracias al Padre, le llama Señor
de cielo y de tierra, era la
expresión común y respetuosa de entonces, pero al llamarle Padre quiere
compartir su experiencia de Dios, con
sus discípulos. Sin su experiencia es imposible comprender la trayectoria
humana de Jesús y cuál fue su fuerza para hablar del Reino de los cielos, entendido como compromiso del Padre con la nueva
humanidad.
Es interesante señalar que Jesús para
hablar con el Padre, emplea el término Abbá, que era la expresión en arameo del lenguaje de los
niños de su tierra, Galilea, cuando se
dirigían a un padre lleno de amor y de ternura hacia ellos. Así se entienden mejor los
siguientes párrafos de esta oración de Jesús cuando alaba a la gente sencilla,
a los pequeños, traducen algunos, porque son los que mejor entienden las cosas
de su Padre Dios. Esta idea será más
desarrollada después a lo largo del
evangelio.
Al decir a continuación en su oración al
Padre, que ha escondido todo esto a los
“sabios y entendidos”, quiere dejar bien
sentado que para encontrar a ese
Dios “oculto” a nuestra forma de pensar, es importante la disposición interna que empieza cuando
nos despojamos de nuestros
prejuicios, sobre todo de la autosuficiencia del que se cree en
posesión de la verdad. Jesús no rechaza la Ciencia, sino que alerta sobre la
dificultad que pueden tener aquellos que solo se apoyan en su saber, porque así no escuchan
la Palabra ni se
abren afectivamente a ella con
sencillez. Ha de escucharse sin prejuicios. Esta actitud es el
camino para llegar a entender unos valores que no nacen de la especulación intelectual
sino del corazón sincero que busca la verdad, y esto se encuentra
más fácilmente entre la “gente sencilla".
Porque
así te ha parecido mejor
Con este comentario final, Jesús quiere
subrayar que Dios siempre ha actuado así
en la Historia de la Salvación revelándose a los humildes que se dejan
guiar sin poner resistencia, buscando solamente los planes de Dios, fiándose
de su amor paterno. Esta idea está presente en el Antiguo
Testamento y desarrollada después en el Nuevo.
La Iglesia, desde su origen, ha destacado el ejemplo de María y su canto
gozoso del Magníficat viendo en ella
un modelo a seguir para los creyentes de todos los
tiempos precisamente por su sencillez y
humildad al acoger la Palabra de Dios. .
Todo
me ha sido entregado por mi Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel
a quien el Hijo se lo quiera revelar”
En esta “oración” personal de Jesús con
el Padre, el evangelista quiere señalar
lo que podríamos llamar “identidad” de
Jesús, él es el Hijo de Dios, el enviado
por el Padre. En él se cumplen las
promesas hecha al pueblo Judío que recogen las Escrituras… por eso es
el Mesías, el Señor.
Todos estos aspectos de la personalidad de Jesús están muy elaborados en el evangelio de Mateo que escribe con mucha precisión, pues
no olvidemos que va dirigido a sus hermanos judíos y le interesa demostrar
esta unidad de Jesús con el Padre, que son la misma cosa, para llegar,
después, a desarrollar la universalidad de la Promesa que se cumple ante el
rechazo de su Enviado.
Teniendo todo esto en cuenta,
entenderemos mejor el llamamiento universal,
el modelo de seguimiento, que nos resume maravillosamente el evangelista
en el párrafo siguiente:
Venid
a mi todos os que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo
sobre vosotros y aprender de mí que soy manso y humilde de corazón. Porque mi
yugo es llevadero y mi carga ligera
Estas
palabras de Jesús nos recuerdan
sus primeros pasos por su tierra
de Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la buena noticia del
Reino y curando todo achaque y enfermedad del pueblo. Era lógico que se
despertaran en él sentimientos de
compasión. Mateo lo señala escuetamente,
Jesús pasaba curando toda tipo dolencia
y enfermedad. (Mt, 4- 23).
Ahora,
al decir: “Venid a mí todos los
que estáis cansados”, nos hace una
invitación personal que nos alivie. Y nos ofrece un remedio que pudiera parecer sorprendente y que hay
que saber entender. Dicho remedio es precisamente tomar su Yugo, cuando lo
que buscábamos era descargarnos de la
nuestra.
Hay muchos que buscan a Jesús pero
algunos no tienen en cuenta esta segunda parte del mensaje, el llamado
“seguimiento de Jesús” que supone cargar con su yugo. Pues si no fuera así todo
acabaría en una espiritualidad sentimental, intimista, en una atracción pasajera hacia su persona pero descomprometida, sin una proyección hacia la Comunidad,
hacia la familia humana. Por eso el seguimiento tiene que ser buscar y asumir “el proyecto“ de Jesús,
que en definitiva es su misma vida, su entrega a los demás.
Así, se entiende lo que sigue: Aprended de mí
que soy manso y humildes de corazón. Nos
está invitando a una difícil tarea, sin
evaluarnos previamente, el secreto es lanzarse a ella confiando solamente en su
amor y así la carga resulta llevadera y ligera.
ESTUDIO BÍBLICO
Iª
Lectura: Zacarías (9,9-10): Las armas y los carros nunca traen la paz
I.1. La Iª Lectura del profeta Zacarías
habla sobre la restauración de Israel, de Jerusalén, en razón del Mesías justo
y victorioso. El libro de profeta Zacarías es un conjunto de oráculos que, con
toda seguridad, no pertenecen solamente a un personaje, sino a una escuela profética
que se ocupa de animar al pueblo. Es un caso parecido al de Isaías. De hecho,
podemos dividir el libro en dos parte, y es precisamente a partir del capítulo
9 cuando comienza la segunda que supone una época y unas circunstancias
distintas en el momento de la restauración y la vuelta del destierro de
Babilonia; esa segunda parte del libro puede ser, probablemente, del s. III a.
C.
I.2. Casi la totalidad de Zac 9-14 tiene
un tono escatológico, de influencias apocalípticas. Aquí se pone de manifiesto
como punto central a Sión, símbolo de unidad, de justicia y de paz. El oráculo
propone la destrucción de los carros y de las armas: ¡qué maravilla!, porque
eso es también lo que necesitamos hoy. Ninguna guerra lleva a ninguna parte;
solamente siembra muerte y destrucción. Probablemente es un texto que nace en
el horizonte de la conquista de Palestina por parte de Alejandro Magno y sus
generales, que es lo contrario de la propuesta del oráculo que ve en lontananza
un rey humilde.
I.3. Precisamente es la fuerza de la
humildad con la que este rey destruirá los instrumentos de la guerra. ¿No es
posible la concordia y la paz? ¿Son necesarios los carros para que Jerusalén sea
la ciudad de la paz? La entrada de Jesús en Jerusalén fue descrita por los
evangelistas bajo la inspiración de este texto. Sin embargo, las autoridades
judías no creyeron que viniera en son de paz. Querían preservar Jerusalén de la
osadía del profeta pacífico y le montaron un juicio político, entregándolo en
manos de los romanos. Pero Jesús traía la paz en su labios y en su corazón. No
destruyó el profeta galileo Jerusalén. Por el contrario, cuarenta años después,
los que recurrieron a las armas, los celotes y los que les siguieron, llevaron
a Sión al desastre. Es una lección que no se debería olvidar hoy, en que
"Sión" se quiere defender con carros de combate o protegerla con un
muro vergonzoso.
IIª
Lectura: Romanos (8,9.11-13): Vida nueva en el Espíritu
II.1. Estamos ante uno de los textos más
bellos, profundos y determinantes de esta famosa carta de San Pablo. El
apóstol, que ha destruido teológicamente la seguridad que los judíos o los
judeo-cristianos ponen en la Ley para vivir (Rom 7), traza la alternativa más
desbordante para la vida cristiana: vivir según el Espíritu. Este canto es un
canto del Espíritu de liberación y de victoria frente a las situaciones
trágicas del “yo” y de la ley (todas las estructuras que nos atan). La
redención cristiana se realiza por medio del Espíritu que es el que da sentido
a nuestra vida mientras vivimos aquí, y es el que nos garantiza la vida más
allá de la muerte; porque de la misma manera que por El se llevó a cabo la
resurrección de Jesús, así sucederá con nosotros.
II.2. Es el texto más explícito de Pablo
sobre la conexión entre resurrección y Espíritu y debemos profundizar en él, ya
que es un alarde de teología espiritual. La Ley nos muestra nuestros pecados,
pero el Espíritu nos purifica, nos salva, nos libera. La tensión carne-espíritu
es manifiesta en nuestra vida, aunque no es necesario abusar del dualismo del
“yo” que hay en nosotros. Es una de las antítesis más famosas de la teología
paulina (carne-espíritu), si bien Pablo quiere resaltar que estamos en Cristo,
somos de Cristo, si tenemos su "Espíritu". Es el que nos hará pasar
por la muerte, no para quedarnos en la nada, sino para tener la vida nueva que
ahora ya tiene el Señor, que ha sido "resucitado por el Espíritu".
II.3. ¿Quién tiene de verdad el Espíritu
de Dios y de Cristo? En realidad quien no vive en su "yo" soberbio y
carnal que engendra muerte, es decir, el egoísmo puro. Porque cuando hablamos
de "carnal" no se debe entender, sin más, lo sexual, como muchos
comunicadores cristianos defienden. La carne es el mundo contrario al Espíritu,
a su libertad, a su entrega, a su magnanimidad. Esto se explica bien en este
texto de la carta a los Romanos si tenemos en cuenta el capítulo precedente
(Rom 7,17ss) en el que ha descrito el apóstol la incapacidad del
"yo", es decir, de la persona que solamente se mira a sí misma y vive
en sí misma. La presencia del Espíritu en nosotros no puede ser distinta de la
que experimentó Cristo. Por tanto, vivir, ser habitados por el Espíritu, es
sentir sobre uno mismo y sobre Dios, lo que se nos ha de describir en el
evangelio de hoy.
Evangelio:
Mateo (11,25-30): El Dios de Jesús, un “padre” entrañable
III.1. El evangelio de este domingo es
uno de los textos más hermosos del evangelio de Mateo, que no se prodiga
precisamente en el misterio de la gratuidad de Dios. Lucas 10,21, para
introducir estas mismas expresiones, (quiere ello decir que ambos evangelistas
tienen una fuente común, la conocida como documento o evangelio Q), ha
recurrido a uno de sus elementos teológicos más notorios en su obra: estas
palabras las pronuncia Jesús lleno del Espíritu Santo. De esta manera, pues, se
asumiría en la liturgia de hoy la fuerza y radicalidad del texto de la carta a
los Romanos. Por otra parte, también se ha visto en este texto evangélico el
cumplimiento del oráculo de Zacarías 9,9-10.
III.2. Se ha escrito y se ha hablado
mucho del Dios de Jesús y cada generación ha de interrogarse sobre ello, porque
ese Dios hay que descubrirlo en el evangelio. En este caso podríamos aplicar
ese famoso "criterio de disimilitud" con el que los especialistas han
tratado de fijar las palabras auténticas de la predicación de Jesús. Es verdad
que sobre este criterio se ha encarecido mucho y a veces las discusiones se
extreman: lo que no es del judaísmo, o por el contrario, de la comunidad
primitiva, es de Jesús. Este texto de Q, sin duda, es de esos textos absolutos.
Ni en el judaísmo oficial se pensaba así de Dios, ni entre los primeros
cristianos se lo hubieran imaginado tal como hoy aparece en este texto de
alabanza y acción de gracias de Jesús. Por tanto, tampoco se hubieran atrevido
a poner en boca de Jesús palabras como estas, tan audaces y determinantes. Con
los retoques pertinentes que la tradición siempre articula (aquí se usa páter,
en griego, y no Abbâ, aunque se reconoce que los vv. 25-26 están recargados de
sustratos arameos), nos acercamos mucho a la experiencia más determinante que
Jesús tenía de su Dios. Estamos hablando de la experiencia humana de Jesús, del
profeta, no debemos entenderlas, ni interpretarlas todavía, en clave
trinitaria.
III.3. Jesús, pues, rompiendo con toda
clase de preconcepciones sobre Dios, sobre la religión, sobre la cercanía del
amor divino y de la gracia, reta a sus oyentes -aunque estas palabras las
dirige a sus discípulos-, para que definitivamente se echen en las manos de
Dios. ¿Por qué? porque se trata de un Dios distinto de como se le había
concebido hasta ahora y, consiguientemente, de unas relaciones distintas con
Él. No son los sabios, los poderosos, o los que más saben, los que lo tienen
más fácil para entender al Dios de Jesús. Esa es la primera lección, lo más
importante, aunque tampoco es una condena de la teología, de los teólogos o de
los místicos. Pero es verdad que Jesús quiere abrir el misterio de Dios a toda
la gente y, especialmente, a los más alejados, incluso a los menos
"espiritualistas".
III.4. Es posible que esto le haya
valido en la historia la acusación de que su Dios es un Dios de ignorantes y de
desgraciados de este mundo, como si Jesús lo hubiera creado desde un cierto
resentimiento contra la sociedad de su tiempo. Y la verdad es que tomando
expresiones del filósofo Nietzsche, el que había predicho la muerte de Dios,
este Dios de Jesús es tan humano, que no lo soportan los espíritus soberbios,
los que se creen con espíritu prometéico. El instinto de Jesús para descubrir a
Dios nos ofrece a todos la posibilidad de un Dios maravilloso, humano y
entrañable. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).
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