domingo, 26 de agosto de 2018

DOMINGO 21 DEL TIEMPO ORDINARIO


“Jesús Nazareno, Tú tienes palabras de vida eterna” 

Llegamos al desenlace del Evangelio de San Juan que ha conducido nuestras celebraciones los anteriores domingos. Un capítulo muy denso: desde la revelación del misterio de la Eucaristía hasta el aparente rechazo de una parte del pueblo y la dedicación de Jesús a su reducido grupo prendiendo en ellos una inquietud del espíritu que sin duda dará sus frutos; y a la cabeza Pedro. Decae el entusiasmo popular, siempre interesado y folklórico, y comienza la inquietud por la semilla que dará sus frutos.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

El pueblo debe elegir. Conoce los muchos dioses que tienen sus vecinos y sabe cómo se los honra y lo que representan. Para decidirse a elegir al Señor, el pueblo repasa su propia experiencia: Dios es el que da la libertad y la vida. Elegir al Señor es elegir vivir como un pueblo amado y libre.

Lectura del libro de Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b

Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor. Entonces Josué dijo a todo el pueblo: “Si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor”. El pueblo respondió: “Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses. Porque el Señor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto, de ese lugar de esclavitud, a nosotros y a nuestros padres, y el que realizó ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios. Él nos protegió en todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por donde pasamos. Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que él es nuestro Dios”.
Palabra de Dios.
Salmo 33, 2-3. 16-23

R. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.

Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor; pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra. R.

Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. R.

El justo padece muchos males, pero el Señor lo libra de ellos. Él cuida todos sus huesos, no se quebrará ni uno solo. R.

La maldad hará morir al malvado, y los que odian al justo serán castigados; pero el Señor rescata a sus servidores, y los que se refugian en él no serán castigados. R.

II LECTURA

Debemos leer estas recomendaciones en el contexto de aquella sociedad patriarcal, donde el varón era el jefe de la familia. La carta introduce una novedad al indicar que también las relaciones conyugales deben ser vividas mutuamente “en el Señor”. Así se exhorta a los matrimonios a vivir en el ideal del mismo amor que une a Cristo y a la Iglesia.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 5, 21-33

Hermanos: Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres a su propio marido como al Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido. Los maridos amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla. Él la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne”. Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia. En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su propia mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.
Palabra de Dios.

ALELUYA         Cf. Jn 6, 63c. 68c

Aleluya. Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida; tú tienes palabras de Vida eterna. Aleluya.

EVANGELIO

Jesús eligió a los suyos. Y a su vez, ellos deben hacer una opción. Pedro, en nombre de todos, responde desde la experiencia vivida: no hay otro Maestro como este. Los textos de la misa de hoy nos llevan a repasar nuestra propia experiencia de Dios, considerando todo lo que su gracia ha obrado en nuestra vida. Es una ocasión para volver a elegir estar con él.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 60-69

Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”. Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen”. En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quienes eran los que no creían y quien era el que lo iba a entregar. Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”. Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: “¿También ustedes quieren irse?”. Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Este modo de hablar es inaceptable

Desde un punto de vista personal y cercano, para todos y cada uno de los que participamos en esta celebración litúrgica ¿cómo interpretamos la expresión “este modo de hablar es duro”? ¿es “duro” el Evangelio?... Partiendo de una afirmación sin más muy poca gente lo tomaría como camino de vida. La estampida de alguna manera parece lógica. Todavía Jesús, siempre claro, le añade “más carga”: …”y si vierais…” Todo el horizonte evangélico es bellísimo pero hay que partir para su contemplación de una cierta disponibilidad que se podría despertar sopesando lo que se vive y contemplando el mundo que se divisa.

Conviene señalar que los planteamientos de Jesús son opción y vida y van más allá de las ideologías e instituciones… Qué bien lo resumió El en aquello de “Yo soy la verdad, camino y vida”…

Teóricamente: el ser humano creado por Dios a su “imagen y semejanza” estaría siempre en sintonía con El. Jesús es enviado para que la humanidad veamos lo que nos hemos deteriorado y visualicemos caminos de recuperación.

En la práctica: para lograr la sintonía con Dios “en, por y con Jesús” se pasa por una serie de eventualidades que resultan difíciles y en cada persona se concreta en una serie de circunstancias.

En el fondo,  cada vez es más aceptado por la ciencia que todo ser humano tiene su ventana abierta a los transcendente. Y también es cierto que existe una “domesticación” que impide ser más libre en el tema de las decisiones. Jesús es muy claro en sus manifestaciones: presenta el Evangelio bajo dos preguntas clave: “¿Qué te parece?” y “si quieres…” Los Doce estaban un poco entrenados en esta dinámica… Para el común de los mortales cuya relación con Jesús es efímera, de mala gana, o con fondo revuelto… es más difícil la serenidad para las grandes decisiones.

Un amor como el de Cristo a su Iglesia

En referencia a la segunda lectura vemos la trayectoria directa de la pregunta evangélica en el caso que presenta Pablo sobre el “amor matrimonial”: cristianamente hablando la clave está en un “amor como el de Cristo a su Iglesia”. Muchos cónyuges dirán “duras son estas palabras”  y seguirán son las infidelidades, el descuido en la concepción y educación de los hijos, con un sentido egoísta y funcional de la familia…

Igualmente se puede hacer el planteamiento a la Iglesia. Por una parte hasta qué punto la Iglesia es fiel al mensaje evangélico y en épocas, grupos y personas andemos en huidas y mediocridades y la misión de la Iglesia ande tal vez en demasiadas condescendencias para no hacer “tan duro el Evangelio”… La consecuencia será  “la graciosa huida” de tantas personas que no encuentran en ella lo convincente y apasionado del Evangelio. Pero también es cierto que para muchas personas las “debilidades” de la Iglesia son tomadas como disculpas para no ser fieles a los dictados de su conciencia… ¿Por qué no fijarse en la abundancia de fieles seguidores de Jesús que en todos los ámbitos dan testimonio de fidelidad: en la familia, en las parroquias, en las misiones, en la vida religiosa, en lo profesional…. etc. etc.?

Conclusión:

Que nuestra celebración de hoy nos lleve a renovar nuestra fe en Jesús, actualizando propósitos y compromisos con El, en nuestras relaciones, sobre todo familiares y sociales. Y convencernos que el Evangelio no es duro, sino todo lo contrario; lo duro es el camino que hemos emprendido que nos separa cada vez más de la grandeza de una vida en el camino de Jesús; lo duro es la vuelta…

ESTUDIO BÍBLICO.

La Eucaristía, Pacto de Vida

I Lectura: Josué (24,1-18): Israel en las manos de Dios

I.1. La primera lectura nos habla del famoso pacto de Siquén en el que el sucesor de Moisés al frente del pueblo liberado de la esclavitud de Egipto, y ya introducido y poseedor de la tierra prometida, convoca a todas las tribus para hacer un pacto, una alianza con Yahvé. ¿Por qué? Cuando los israelitas llegaron a Canaá se encuentran con que sus habitantes tienen sus dioses, sus santuarios, lo cual ha de influir bastante en los advenedizos; no se cambia de la noche a la mañana una cultura religiosa acendrada en la situación social y antropológica de ese pequeño territorio. Este pacto, desde luego, es presentado en la Biblia como el prototipo de la unidad de tribus, cada una de las cuales tenía sus intereses sociales y políticos; e incluso, lo más probable, es que no todas las tribus hubieran tenido la experiencia de la esclavitud de Egipto y del paso por el desierto.

I.2. Habría que considerar en el marco de la lectura de este texto de Josué una serie de propuestas sobre el origen de “Israel” en la tierra prometida, que hoy se proponen desde la arqueología y desde un planteamiento de sociología religiosa. Se ha llegado a hablar que el origen de Israel en Palestina es el fruto de una “revuelta campesina” (cito los autores más famosos: G. Mendenhall y N. K. Gottwald) que se ha trasmitido a la posteridad bajo un pacto religioso de las tribus para dar coherencia y unidad. No quiere decir que las tesis tradicionales de la Biblia: un grupo de esclavos que sale de Egipto bajo el liderazgo de Moisés se deba descartar. Pero la forma en que la Biblia narra las cosas no han de ser aceptadas sin tener en cuenta los datos de la arqueología, la antropología y la sociología religiosa. La Biblia ha escrito su “historia” desde arriba, desde el proyecto de Dios, eso es lo importante. Pero eso no significa que “Israel” sea un puro proyecto divino en sus pormenores.

I.3. El autor de este relato quiere decir que la unidad de las tribus había que conseguirla con un pacto religioso con el que se comprometían en servir a Yahvé y abandonar a los dioses cananeos. Es lo que algunos han llamado la “anfictionía” a imagen de lo que se conoce de Grecia e Italia, en torno a un santuario común. No está claro este asunto y hoy es históricamente menos interesante. Lo que importa para el autor deuteronomista, es el reto constante de la religión de Israel, nunca conseguido, como combaten frecuentemente los profetas y los encargados de la ortodoxia religiosa de Israel y Judá. El texto de hoy es propio de una escuela teológico-catequética, llamada deuteronomista (porque se inspira en el libro de Deuteronomio), idealizando los orígenes y las fidelidades del pueblo a su Dios. Es una propuesta, además, de futuro: sólo Dios puede salvar a su pueblo en todas las situaciones. ¿Es eso así? Para un pueblo que ha construido su vida en torno a Yahvé como identidad no es y no debe ser nada extraño. Desde el punto de vista teológico y espiritual tener confianza (emunah) en Dios es decisivo.

II Lectura: Efesios (5,21-32): La familia cristiana vive en el amor de entrega

II.1. La segunda lectura es uno de los textos más expresivos y polémicos del NT, ya que el simbolismo de la cabeza y el cuerpo (Cristo y la Iglesia), aplicado a las relaciones hombre y mujer en el matrimonio, ha dado mucho que hablar en estos tiempos de reivindicaciones de los derechos de la mujer. Pero este texto no está escrito en esos términos polémico-reivindicativos. Se trata de hacer una lectura de la familia (técnicamente se le conoce como «código familiar») aplicando los principios de la eclesiología: la Iglesia no es nada sin su Señor, que ha dado su vida por ella. Eso no es lo mismo en el matrimonio, donde hombre y mujer están en el mismo plano de igualdad, pero donde cada uno desempeña su papel y su misión. La sumisión es de uno a otro si se entiende positivamente, ya que en el matrimonio no hay sumisión, sino entrega mutua.

II.2. Pues a pesar de todo, como el prototipo de esta forma de hablar es el romance de Cristo con su Iglesia, el matrimonio debe entenderse así en su realidad radical; es un romance de amor, de entrega, de generosidad, de dar la vida el uno por el otro, como Cristo y la Iglesia. Este romance de amor tiene todo su sentido si el amor de los esposos toma como prototipo el de Cristo a su Iglesia. Quiere eso decir que el amor del que aquí se habla no es el erótico, ni el de pura amistad, ni siquiera el amor “familiar” que es un amor específico. Los cristianos viven, pueden vivir todos esos amores, sin duda, y los necesitan. Pero el que da sentido al matrimonio “cristiano” es el amor de entrega absoluta a ejemplo de cómo Cristo se ha entregado por la Iglesia.

Evangelio: Juan (6,60-69): Eucaristía y vida

III.1. El evangelio del día es la última parte del capítulo sobre el pan de vida y la eucaristía. Como momento culminante, y ante las afirmaciones tan rotundas de la teología joánica sobre Jesús y la eucaristía, la polémica está servida ante los oyentes que no aceptan que Jesús pueda dar la vida eterna. Se habla, incluso, de discípulos que, escandalizados, abandonan a Jesús. Deberíamos entender, a su vez, que abandonan la comunidad que defendía esa forma de comunicación tan íntima de la vida del Señor resucitado. Pero la eucaristía es solamente un anticipo, no es toda la realidad de lo que nos espera en la comunión con la vida de Cristo. Por ello se recurre al símil del Hijo del hombre que ha de ser glorificado, como nosotros hemos de ser resucitados.

III.2. Ahora, el autor o los autores, se permite una contradicción con las afirmaciones anteriores de la “carne”: “el Espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada”. Nunca se han podido explicar bien estas palabras en todo el contexto del discurso de pan de vida, donde la identidad “carne” es el equivalente a la vida concreta que vivimos en este mundo. Es la historia del Hijo del hombre, de Jesús, en este mundo. ¿Por qué ahora se descarta en el texto? Porque en este final del discurso se carga el horizonte de acentos escatológicos, de aquello que apunta a la vida después de la muerte, a la resurrección y la vida eterna. Y la vida eterna, la de la resurrección, no es como vivir en este mundo y en esta historia. Tiene que ser algo nuevo y “recreado”. Es una afirmación muy en la línea de 1Cor 15,50: “la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los cielos”.

III.3. Este es uno de los grandes valores de la eucaristía cristiana y en este caso de la teología joánica. La Eucaristía no se celebra desde la memoria del pasado solamente: la muerte de Jesús en la cruz. Es también un sacramento escatológico que adelanta la vida que no espera tras la muerte. Esto es lo admirable de la eucaristía. Jesús, pues, les pide a sus discípulos, a los que le quedan, si están dispuestos a llegar hasta el final, a estar con El siempre, más allá de esta vida. E incluso les da la oportunidad de poderse marchar libremente. Las palabras de Pedro, que son una confesión de fe en toda regla, descubren la verdadera respuesta cristiana: ¿A dónde iremos? ¡Tú tienes palabras de vida eterna! Todo esto acontece en la eucaristía cuando se celebra como mímesis real y verdadera de lo que Jesús quiere entregar a los suyos, por ello es un pacto de vida eterna. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).


domingo, 19 de agosto de 2018

DOMINGO 20 DEL TIEMPO ORDINARIO


“El que coma de este pan, vivirá para siempre”

¿Cómo dar de comer a quienes no tienen hambre? Jesús  quiere saciar el hambre de aquellos que le siguen. Por eso parte, multiplica y reparte el pan. Pero quiere hacerles comprender que Él es verdadero pan vivo que ha bajado del cielo. Comer su cuerpo y beber su sangre es signo de comulgar con el  Evangelio que Él predica con su vida y su palabra.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I Lectura

La sabiduría invita a saborearla. Se trata, por lo tanto, de un saber que se disfruta en la experiencia misma, y va transformando la mentalidad y el discernimiento. Alimentarnos así de la sabiduría nos da vida plena.

Lectura del libro de los Proverbios 9, 1-6

La Sabiduría edificó su casa, talló sus siete columnas, inmoló sus víctimas, mezcló su vino, y también preparó su mesa. Ella envió a sus servidoras a proclamar sobre los sitios más altos de la ciudad: “El que sea incauto, que venga aquí”. Y al falto de entendimiento, le dice: “Vengan, coman de mi pan, y beban del vino que yo mezclé. Abandonen la ingenuidad, y vivirán, y sigan derecho por el camino de la inteligencia”.
Palabra de Dios.
Salmo 33, 2-3. 10-15

R. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor; que lo oigan los humildes y se alegren. R.

Teman al Señor, todos sus santos, porque nada faltará a los que lo temen. Los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero los que buscan al Señor no carecen de nada. R.

Vengan, hijos, escuchen: voy a enseñarles el temor del Señor. ¿Quién es el hombre que ama la vida y desea gozar de días felices? R.

Guarda tu lengua del mal, y tus labios de palabras mentirosas. Apártate del mal y practica el bien, busca la paz y sigue tras ella. R.



II LECTURA

Hay situaciones malas y tristes que nos rodean. No podemos ni debemos negarlas, pero sí podemos elevar la mirada y el corazón. Recitar “salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y celebrando al Señor de todo corazón” es una forma eficaz de mantenernos unidos a Jesús y con él discernir lo mejor para nuestra vida.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 5, 15-20


Hermanos: Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como personas sensatas que saben aprovechar bien el momento presente, porque estos tiempos son malos. No sean irresponsables, sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor. No abusen del vino que lleva al libertinaje; más bien, llénense del Espíritu Santo. Cuando se reúnan, reciten salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y celebrando al Señor de todo corazón. Siempre y por cualquier motivo, den gracias a Dios, nuestro Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.

ALELUYA         Jn 6, 56

Aleluya. “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Jesús no nos da cualquier alimento, se nos da él mismo. Él quiere ser nuestro nutriente y nuestro sustento. Alimentándonos de su cuerpo y sangre, nuestra existencia queda transformada y revitalizada. Nutrirnos de él es la sabrosa experiencia que gustamos como anticipo de la Vida Eterna.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 51-59

Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”. Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaúm.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Durante varios domingos proclamamos el evangelio del Pan de vida.

Jesús ha multiplicado el pan. La gente ha quedado impresionada y saciada. Pero no ha entendido el signo de Jesús. Le buscan, se interesan por él, porque les ha quitado el hambre sin que ellos hicieran absolutamente nada.

“Yo soy el pan de vida, el que come mi cuerpo y bebe mi sangre…” Para nosotros hoy las palabras de Jesús no resultan escandalosas, para los judíos sí lo eran. Para nosotros hay una clara referencia a la Eucaristía, en la que comemos y bebemos el cuerpo y la sangre de Jesús. Nuestro alimento como cristianos.

Comulgar sacramentalmente es relativamente fácil. Pero lo complicado es estar en comunión con el mensaje, con el Evangelio que proclama Jesús, haciéndolo vida en nosotros y en nuestro mundo. Las palabras y el mensaje de Jesús son desconcertantes.  Si comemos su carne y bebemos su sangre, pero ello no nos lleva más que  a ser piadosos,  tal vez no hayamos entendido nosotros tampoco nada de lo que Jesús trae a nuestro mundo. Lo querremos hacer también nosotros rey de nuestras necesidades cotidianas, pero no habremos entendido que el Reino de Dios ha comenzado.

Tal vez por ello hoy no molesta un cristianismo en el ámbito de lo meramente privado o en el ámbito de la Iglesia y de los templos. Lo que molesta es el Evangelio llevado a la vida de cada día y a la sociedad de nuestro tiempo. Que los cristianos nos reunamos para comer y beber, siempre que lo hagamos en silencio, no crea ningún problema en nuestra sociedad, materialista y conformista. Pero que los cristianos, porque comulgamos con las ideas y principios de Jesús los queramos llevar  al terreno de la vida de la sociedad en la que vivimos, ya puede empezar a ser problemático. Los cristianos no somos tan molestos por hacer procesiones religiosas, aunque sea la del Corpus, cuanto por reivindicar la paz, la tolerancia, la igualdad de género, la atención a las necesidades de los más pobres y vulnerables de nuestra sociedad, la justicia social, la atención a los inmigrantes, a los niños abandonados, a las mujeres maltratadas, a los jóvenes sin trabajo ni futuro… entonces nos llegan los problemas como a Jesús en su tiempo.

Pero los que comemos su cuerpo y bebemos su sangre, leemos el evangelio y queremos comulgar con Jesús y con sus ideas. En nuestras comunidades no debemos de dejar de  escuchar la voz de Jesús que nos dice aquello de que “entre vosotros el que quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos”.

Quizás el interrogante para nosotros, que nos llamamos predicadores del Evangelio de la gracia, es discernir qué tipo de pan multiplicamos y repartimos entre los que nos llamamos creyentes. El termómetro para saber si el pan que comemos y compartimos es el mismo que ofrece Jesús, tal vez sea el tomar el pulso a nuestro compromiso personal y comunitario en la construcción de una sociedad más justa, humana y solidaria, semilla del Reino. Para esta lucha contamos en nuestra debilidad con la fuerza del Espíritu, que se renueva en nosotros cada vez que comemos y bebemos con Jesús en la Eucaristía.

Los que seguían a Jesús por los caminos de Palestina tenían hambre, por eso el Maestro les da de comer y les invita a descubrir en Él al verdadero pan vivo bajado del cielo.  No se puede dar de comer a quien no tiene hambre.

Santo Domingo vendió sus libros para paliar el hambre material de los necesitados y entregó su vida para saciar con la experiencia Dios a  los que buscaban la verdad.

Nuestro mundo de hoy sigue hambriento e intenta saciarse de demasiadas cosas que prometen felicidad. Descubrir el hambre material e inmaterial hoy a nuestro alrededor,  luchar por la justicia y ofrecer al Jesús del Evangelio como el mejor de los alimentos es misión urgente de toda la Iglesia y en especial  de los predicadores.

ESTUDIO BÍBLICO.

El Pan de Vida, sabiduría y donación de resurrección

I Lectura: Proverbios (9,1-6): El banquete de la Sabiduría

I.1. La primera lectura nos presenta a la Sabiduría, casi personalizada, que ha preparado un banquete para inaugurar una casa que, sobre siete columnas (número perfecto en la Biblia), es un dechado de solidez y de inteligencia. La Sabiduría en el AT es la experiencia más profunda de la vida. Es como Dios; su mejor asistente en todo lo que hace, hasta el punto que en los extremos de monoteísmo de la religión judía debemos entender que cuando se habla de la Sabiduría se está hablando de acciones divinas, de lo que Dios hace con los que son inexpertos y los necios. Si se fían de El asistirán a un banquete de vida.

I.2. El pan y el vino son los signos más sencillos, los más reales para compartir lo mejor de la Sabiduría. Por lo tanto es todo un canto, bajo el símbolo de un banquete, para compartir la vida de Dios. Aunque no parezca un texto de tipo cultual, viene a ser una especie de adelanto del banquete eucarístico. No es un banquete para sabios de este mundo y según la inteligencia de este mundo, sino precisamente para los que con menos capacidad se sienten en este mundo. Así es de generosa la Sabiduría, porque se está hablando de la generosidad de Dios.

II Lectura: Efesios (5,12-20): Vivir en la luz e iluminados

II.1. La segunda lectura es una invitación a la comunidad, en primer lugar, a actuar como envuelta en la luz, concretamente, en la luz de Cristo. Es un canto, pues, a Cristo luz en que resuenan ciertos elementos del libro de Isaías (26,19; 51,17; 52,1; 60,1). Es un canto que se cita como apoyo al planteamiento ético de cómo tienen que vivir los cristianos, ya que han sido iluminados en el bautismo, y no pueden andar por el mundo como personas que no tuvieran luz, ni sabiduría, ni Espíritu.

II.2. El tema de la sabiduría cristiana es contemplado de nuevo como praxis de los que han sido bautizados y no pueden vivir en el mundo de cualquier manera, cegados por lo que quita la razón, el juicio y el discernimiento (por ello se usa el simbolismo negativo del vino, la embriaguez como necedad), sino que deben estar abiertos a una esperanza en que, unidos, alaban a su Dios con cánticos, himnos y salmos.

Evangelio: Juan (6,51-58): La comunión de vida con el Hijo

III.1. El evangelio de Juan lleva a su punto culminante del discurso del pan de vida, porque aparecen con un realismo indiscutible los elementos sacramentales de la eucaristía. Es, probablemente, el texto más explícito sobre este sacramento que se practicaba en la comunidad, por el que probablemente eran criticados los cristianos. Juan no nos describe la institución de la eucaristía en la última cena; por ello, los especialistas han visto aquí el momento elegido por el evangelista para poner de manifiesto sus ideas teológicas sobre este sacramento que hace a la comunidad. En este momento se usa el verbo “trogein” (comer; en el tema del maná, en los versículos anteriores, se ha usado el verbo fagein) que tiene un verdadero sentido sacramental, ya que comer “la carne” y beber “la sangre” no pueden hacerlo los humanos (está prohibido cf Lv 17,10) más que en sentido simbólico-sacramental. El valor semítico del la palabra “carne” sirve para designar la condición humana, la vida humana, del Hijo del Dios.

III.2. Nos encontramos ante la radicalización del discurso de Cafarnaún: la carne, en este caso es lo mismo que el cuerpo, y el cuerpo representa a la persona y la historia misma de Jesús que se ha sacrificado y entregado por “el mundo”. El autor nos pone frente al sacrificio redentor de la cruz, sin mencionarlo directamente, más que por medio de “dar” o “entregar”. El sentido del “comer” al Hijo del hombre es una expresión de muchos quilates que apunta a poseer su vida, su palabra, sus opciones, sus sentimientos filiales. Este es el desarrollo lógico y teológico de todo lo anterior, aunque bien ha podido ser añadido en un segundo momento de la reflexión de este evangelio, que no se ha compuesto de una sola vez.

III.3. Es una comunión con su vida, esa vida que entrega por todos los hombres y que en la eucaristía vuelve a entregar como el resucitado. Si El Hijo vive por el Padre que le entrega su vida, nosotros vivimos por Jesús que nos entrega la que ha recibido. Es todo, pues, un misterio de donación el que acontece en la realización de la eucaristía. De ahí que sea el sacramento que nos va resucitando día a día, para que la muerte no sea nuestro destino, sino que nuestra meta es tener la vida que Jesús posee ahora como Señor de la muerte. Ahí reside la sabiduría del misterio de la eucaristía en la comunidad: ser una donación sin medida. En Juan este discurso está en sintonía con el mismo misterio de la Encarnación. Es posible que muchas expresiones muestren un “realismo” exagerado para explicar lo que siendo real, se lleva a cabo de forma sacramental. Porque es real la donación de la vida. (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).



miércoles, 15 de agosto de 2018

ASUNCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA


Proclama mi alma la grandeza del Señor

La fiesta de la Asunción de la Virgen María nos anuncia, una vez más, que la Resurrección de Jesús nos afecta a todos los creyentes. La victoria de Jesús es nuestra victoria. La Vida que se nos regala está por encima de la muerte, que ha sido definitivamente vencida. María es la primera en ser llevada, siguiendo los pasos del Maestro, al encuentro del Padre y a la plenitud del Reino de Dios. También nosotros un día, por la misericordia de Dios, como ella llegaremos a la meta.
De la mano del Evangelio, hoy la Iglesia nos invita a hacer de nuestra vida un canto de alabanza y de acción de gracias a Dios

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA

I LECTURA

En este día, el Cielo recibe a María, y el Señor se encuentra nuevamente cara a cara con su Madre. Hoy el Cielo festeja eternamente que la humanidad por fin entra a la Gloria del Padre.

Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab.

Se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de la Alianza. Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz. Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera. La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio. Y escuché una voz potente que resonó en el cielo: “Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías”.
Palabra de Dios.

Salmo 44, 10b-12. 15b-16

R. ¡De pie a tu derecha está la Reina, Señor!

Una hija de reyes está de pie a tu derecha: es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir. R.

¡Escucha, hija mía, mira y presta atención! Olvida tu pueblo y tu casa paterna, y el rey se prendará de tu hermosura. Él es tu señor: inclínate ante él. R.

Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían, con gozo y alegría entran al palacio real. R.

II LECTURA

María fue la primera discípula del Señor, la primera en llevarlo en su corazón antes que en su cuerpo. Fue también la primera en seguir el camino de Jesús, tanto en la cruz como en la Gloria.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 15, 20-27a.

Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección. En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos; luego, aquéllos que estén unidos a él en el momento de su Venida. En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte, ya que Dios “todo lo sometió bajo sus pies”.
Palabra de Dios.

ALELUYA      

Aleluya. María fue llevada al Cielo; se alegra el ejército de los ángeles. Aleluya.

EVANGELIO

“Muchas veces hablamos como si la misericordia del Señor se hubiese detenido en los tiempos más gloriosos del cristianismo y no abarcase también a nuestras generaciones. Sin embargo, María proclama ‘su misericordia de generación en generación’.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 39-56

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”. María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquéllos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”. María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Palabra del Señor.


MEDITEMOS LA PALABRA

La fiesta de la Asunción de la Virgen María a los cielos tiene su sentido desde la experiencia de la Resurrección de Jesucristo. La Pascua nos ha abierto a todos las puertas del Reino de Dios. Un Reino que comienza aquí con Jesús y que llega a su plenitud en la casa del Padre. Los cristianos estamos llamados a seguir a Jesús en su retorno al Padre. Él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia. María es un miembro preeminente. Ella ha sido llevada al cielo. Su experiencia es modelo para cada uno de los cristianos.

María es importante por ser madre de Jesús. A esta realidad se abre por la experiencia profunda del Espíritu, que la hace fecunda. Pero María es todavía más importante por ser discípula de Jesús. La primera oyente del Evangelio. La primera en ponerlo en práctica con su vida. La primera creyente.

Ella sigue los pasos de su Maestro y vive la experiencia de la Vida plena junto a Dios en la Resurrección. La muerte ha sido vencida y no puede apagar la Vida de quien ha dicho sí a Dios, en total entrega y disponibilidad, y ha puesto toda su esperanza en el Maestro.

Lo que María vive ya junto a Dios es lo que nosotros vamos a vivir tras la experiencia de la muerte. Por eso, para nosotros la Asunción de María es buena noticia. Donde Jesús y María han llegado vamos a llegar también nosotros. Nosotros no por nuestros méritos sino por la misericordia de Dios.

El Evangelio de San Lucas, que proclamamos en este día de fiesta, nos relata el encuentro de María con su prima Isabel. La actitud de María, saliendo al encuentro de quien le necesita, es modelo de la vocación de servicio de cada cristiano. Todos estamos llamados a salir al encuentro de quienes nos necesitan. La disponibilidad ha de ser una característica inherente en cada persona que tome en serio el Evangelio y lo quiera hacer vida. Como María, no podemos quedarnos impasibles ante la necesidad o el sufrimiento de los que tenemos que considerar hermanos desde la fe.

Existe una clara complicidad entre María e Isabel. Lo que les acontece en ambas, su estado de buena esperanza, es una experiencia religiosa porque es obra del Espíritu. Su relación pasa de la familiaridad a una experiencia profunda de fe. Toman conciencia, compartiendo lo que están viviendo cada una en primera persona, de cómo Dios ha querido contar con ellas para llevar a cabo el momento decisivo de la historia de la Salvación: la encarnación de su Hijo, del que Juan Bautista será el precursor. Es un signo el que Juan salte de gozo en el vientre de Isabel al intuir la presencia del Salvador.
Isabel reconoce en María a la madre de su Señor y se considera indigna de tan importante visita.

María entona el magníficat, proclamando la grandeza de Dios que ha puesto los ojos en ella. María reconoce la predilección de Dios hacia los pobres y desvalidos de este mundo. Su canto anticipa cuanto Jesús con su vida y su palabra va a dejar claro en todo el Evangelio. El Dios de Jesús es Padre lleno de amor y de misericordia. Un Dios que cree en el hombre y sale a su encuentro.

Al celebrar la Asunción de María, cada uno de nosotros podemos preguntarnos si vivimos nuestra existencia como verdadera historia de salvación. Movidos por el Espíritu, necesitamos vivir en estado de buena esperanza. Dios, como un día contó con María, quiere contar con cada uno de nosotros hoy. Ojalá estemos siempre disponibles y sepamos hacer de nuestra vida un canto de alabanza. Así podremos un día llegar como ella a la meta.

ESTUDIO BÍBLICO

La predicación en esta fiesta se puede hacer en tres direcciones que intentan recoger el mensaje de la misma: en primer lugar, dirigir la mirada a Dios que concede a María este don de su asunción en cuerpo y alma a los cielos y que es una verdad firme de la Iglesia; en segundo lugar, una mirada a María misma contemplando su fidelidad hasta el final, sería un canto a la gloria y fidelidad de María; en tercer lugar, una mirada a la Iglesia y a la humanidad porque es un motivo de firme esperanza contemplar una pura criatura venciendo a la muerte y elevada a la gloria.

Primera lectura: (Apocalipsis 11,19a; 12,1-6a.10ab)

Marco: El capítulo 12 se integra en un contexto más amplio: las visiones proféticas. Y dentro de la sección de las visiones proféticas en un bloque que tiene como tema los preliminares del «gran día» de Dios. Este capítulo se compone de dos visiones distintas: el combate de la Serpiente contra la Mujer y su descendencia (1-6 y 13-17), y el combate de Miguel contra la Serpiente.

Reflexiones

1ª) ¡Una mujer vestida del sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas!

Después apareció una figura portentosa en el cielo: una mujer vestida del sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. La interpretación de la figura de la Mujer es muy rica y unifica diversas significaciones. La Mujer simboliza al Pueblo de Dios, cuyo principio fue Eva y da a luz, con dolor, a los tiempos mesiánicos, como leemos en Miqueas 4,9-10 e Isaías 66,7. La última visión del Apocalipsis representará al Pueblo de Dios puesto de nuevo en posesión del árbol de la vida y del paraíso terrestre. ¿Quiso el autor simbolizar también a la Virgen, nueva Eva, con la imagen de la mujer? Es muy probable, y no pocos intérpretes entre los Padres y posteriores así lo piensan, lo creen y lo expresan. Es muy probable por la conexión que establece la teología joánica, como la de san Lucas, entre María, la Mujer dolorosa del calvario, y la Hija de Sión, representación eminente del Pueblo de Dios. La representación que hace de esta mujer, expresa la plena victoria de la Mujer (Pueblo de Dios y María) sobre el tentador y causante de la muerte. Esta Mujer disfruta ahora de la gloria y participa en el reino glorioso del Hijo. La Iglesia confiesa que María fue asunta al cielo en cuerpo y alma. La reflexión de la Palabra de Dios puede afirmar que así como el Hijo de María murió y resucitó, así también la madre ha vencido la muerte en la resurrección gloriosa como primer fruto en una pura criatura de la resurrección del Hijo. La Iglesia se alegra del triunfo de la Madre sobre la muerte y del enemigo del hombre que causa la muerte.

2ª) ¡La victoria es de nuestro Dios!

La victoria, el poder y el reino de nuestro Dios, y el mando de su Mesías. La lectura de hoy termina con un cántico que celebra las maravillas de Dios venciendo la muerte. El autor del Apocalipsis introduce con frecuencia cánticos en su relato. Es muy probable que estos cánticos sean anteriores a él mismo y sean fruto de la liturgia de la Iglesia. En su mayoría son himnos cristológicos que tienen como destinatario final a Dios y al Cordero sacrificado y vuelto a la vida. Son una expresión de la gloria de Cristo resucitado. El fragmento que proclamamos hoy termina también así: Ya llega la victoria, el poder y el reino de nuestro Dios, y el mando de su Mesías. Ha sido perseguido por la Serpiente, pero ha salido vencedor en la resurrección. Y esta realidad se traslada también a su madre, cuya victoria sobre la muerte celebramos hoy como fruto primero de la muerte y resurrección de su Hijo. Por eso la Iglesia se alegra con la victoria del Hijo y de la madre. Y se abre un camino de esperanza para la misma Iglesia y para el mundo: esa es la meta a que conduce la fe en Jesús. Los hombres de nuestro tiempo necesitan este mensaje de victoria sobre la muerte porque esta es el gran enigma que atenaza a los hombres.

Segunda lectura: (1Corintios 15,20-26)

Marco: La resurrección de Cristo, cuyos testigos fueron los apóstoles (vv.2-8), es la prueba decisiva (vv.12-28) de la resurrección universal futura. La resurrección de Cristo es el fundamento mismo de la fe. La resurrección de Cristo, primicia de entre los muertos, no es sólo anuncia la resurrección de los cristianos, sino que es su principio eficaz (vv.20-28). Este es el fragmento que hoy proclamamos.

Reflexiones

1ª) ¡Todos volverán a la vida!

Si por un hombre ha venido la muerte, por un hombre ha venido la resurrección... Por Cristo todos volverán a la vida... Primero Cristo como primicia. Cristo ha resucitado, primicia de todos los que han muerto. Esta gran realidad de la vuelta a la vida de todos en Cristo Jesús es una afirmación firme el Nuevo Testamento. La experiencia humana es la de la muerte como una herencia del pecado de Adán (no es el momento de entrar en la discusión sobre el pecado original). El apóstol subraya el paralelismo entre Adán y Cristo, entre la obra de Adán y la de Cristo. Sobre este paralelismo descansa la experiencia de la muerte y de la vida. La herencia recibida de Adán, el pecado y la muerte, alcanza a todos los hombres. Por tanto, la herencia victoriosa de Cristo, causa y origen de la vida que no terminará jamás, alcanzará también a todos los hombres. Este es el gran consuelo que la resurrección aporta a la humanidad. Y la primera pura criatura que participó en esta nueva herencia fue María. Participó en las dos, aunque de la primera sólo en el resultado del pecado, es decir, en la muerte. Pero también ha participado de la victoria de la vida sobre la muerte que consiguió su Hijo y que se aplica a todos los hombres. Es posible la esperanza firme porque ha sido posible la victoria de la vida sobre la muerte.

2ª) ¡También vencedor de la muerte!

El último enemigo aniquilado será la muerte. Esta página de la carta y su realidad en Cristo Jesús y en María, son la respuesta al gran enigma de la muerte que pesa sobre la humanidad. Desde la perspectiva del anuncio de la resurrección todo tiene remedio, incluso la muerte. Pablo responde al problema acuciante que pesa sobre los corintios. Los que introdujeron la duda en la resurrección en la comunidad corintia afirmaban: los muertos no resucitan ni es necesario; por tanto, tampoco Cristo resucitó ni es una realidad importante. Pablo contesta con la experiencia kerigmática: Cristo ha resucitado, por tanto resucitarán los muertos. La lógica del proyecto de Dios rebasa ampliamente la lógica de la experiencia humana. Esta es la gran afirmación: la muerte será vencida en todos porque ha sido ya vencida en Cristo Jesús. Y en su madre, como primera criatura que la participa, al volver a la vida ya para siempre y ser asunta al cielo. El último enemigo aniquilado será la muerte: Dios ha sometido todo bajo sus pies. De nuevo se abre el camino a la firme esperanza para la humanidad: cierta es la muerte y más cierta es la vida para todos. Es necesario insistir en nuestro mundo en esta gran verdad realizada ya en Jesús y en María. Un porcentaje significativo de creyentes de nuestro propio país, dicen no creer en la resurrección de los muertos. Esta solemnidad es un motivo especial para insistir en la verdad consoladora de la victoria definitiva de la vida sobre la muerte. La Iglesia ofrece una respuesta real a una necesidad real.

Evangelio: (Lucas 1,39-56)

Marco: la visitación de María a Isabel y el canto del Magnificat.

Reflexiones

1ª) Bendita tú y bendito el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?... ¡Dichosa tú que has creído!. Isabel, iluminada y movida por el Espíritu Santo, proclama que María es bendita y es Bendito* el fruto de su vientre. La bendición es la quintaesencia de lo que Dios ofrece al hombre para su salvación y para que sea feliz. Una bendición no es un deseo ni una palabra de ánimo, es una realidad que Dios deposita en manos de sus instrumentos de salvación para que se convierta en una herencia preciada futura y permanente. Este es el sentido de las bendiciones que encontramos en los relatos de los patriarcas. De esta manera la bendición y el Bendito por antonomasia se convierten en una promesa y un motivo de esperanza en el desarrollo de la historia de la salvación. Esta exclamación de Isabel contiene una consoladora experiencia pascual que se retrotrae* hasta el relato de la infancia. Cristo glorioso y exaltado es el Bendito para siempre. Y esta realidad aparece ya, como un anticipo y primicia, desde la infancia y relacionada con María que participa muy estrechamente de esta bendición que culmina en su propia resurrección y asunción. Cristo es nuestra Bendición y María es la primera que participa de ella. Por eso es motivo de esperanza para la Iglesia, enviada a proclamar y hacer presente en el mundo esta bendición definitiva. Hoy también proclamamos, porque lo necesitamos, que es una bendición eficaz por sí misma y que alcanza a todos los hombres que se abren al Evangelio y lo viven en la esperanza, en el amor y en el compromiso entre los hombres.

2ª) ¡Desde ahora me felicitarán todas las generaciones!

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador. Todas estas maravillas de la intervención de Dios por medio de su Hijo en la muerte y en la resurrección liberadoras, aunque dieron comienzo en la concepción virginal, son cantadas y proclamadas en el Magnificat. Que es un canto cristológico y muy relacionado con María, porque ambas misiones estuvieron siempre una al servicio de la otra: Jesús en el centro y María estrecha colaboradora desde su sí. Jesús y María llevaron el proyecto hasta el final movidos por una gran fidelidad. En el Magnificat los primeros cristiano cantan el poder, la misericordia, la santidad y la fidelidad de Dios manifestados en plenitud en la muerte y resurrección de Jesús. Lucas coloca este canto en labio de María porque estimó que era la mejor cantora para hacerlo y para ello realiza una prolepsis*. Estos cuatro atributos consolidan la fe y aseguran firmemente la esperanza del creyente en la realización de ese plan y en la aplicación actual del mismo. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. Desde la encarnación, desde su participación junto a Jesús en llevar adelante el proyecto de Dios y ahora en su exaltación y glorificación. En la asunción de María se nos invita a cantar de forma singular el Magnificat porque exalta esos atributos de Dios presentes, principalmente, en la muerte y resurrección de Jesús y en la glorificación de su madre. La Iglesia tiene motivos para cantar con los primeros cristianos y con María: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador.




domingo, 12 de agosto de 2018

DOMINGO 19º DEL TIEMPO ORDINARIO


“El que cree tiene vida eterna”

Mientras avanza el mes de agosto, continuamos sumergiéndonos en el discurso del Pan de Vida que narra San Juan en el capítulo 6 del Evangelio, y que nos va a acompañar aún durante varias semanas. Tras la multiplicación de los panes que impactó y dejó saciados a más de cinco mil hombres en los días cercanos a la Pascua, Jesús siente la necesidad de explicar a sus oyentes el significado de lo sucedido: el ser humano tiene un hambre profunda, una necesidad de algo mayor, y solo Él puede convertirse en alimento auténtico. Comer el pan que Jesús ofrece significa entonces creer en su Palabra, anticipo de la Eucaristía. Esta afirmación suscitará una gran controversia entre sus oyentes.

También nos trae ecos de conflicto la experiencia vivida por Elías en su huida al Horeb, que relata la primera lectura. Ciertamente las dificultades no son ajenas al cristiano, pues forman parte de la vida humana y de las sociedades en las que estamos inmersos. Pero la Palabra nos ayuda a abordarlas y salir reforzados de ellas. La receta más sencilla la ofrece Pablo a los de Éfeso: “Sed buenos… sed imitadores de Dios”.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

Uno espera que el Señor diga: “tú tienes fuerza para hacer este camino”. Pero no, justamente dice lo que no debería motivarnos a caminar: “el camino es superior a tus fuerzas”. ¿Cómo voy a caminar entonces si no tengo fuerzas? Precisamente, con las fuerzas que vienen de Dios, no con las mías. El camino de fe exige que confiemos, que caminemos teniendo presente que nunca nos faltará la fuerza que viene de Dios.

Lectura del primer libro de los Reyes 19, 1-8

El rey Ajab contó a Jezabel todo lo que había hecho Elías y cómo había pasado a todos los profetas al filo de la espada. Jezabel envió entonces un mensajero a Elías para decirle: “Que los dioses me castiguen si mañana, a la misma hora, yo no hago con tu vida lo que tú hiciste con la de ellos”. Él tuvo miedo, y partió en seguida para salvar su vida. Llegó a Berseba de Judá y dejó allí a su sirviente. Luego Elías caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo una retama. Entonces se deseó la muerte y exclamó: “¡Basta ya, Señor! ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!”. Se acostó y se quedó dormido bajo la retama. Pero un ángel lo tocó y le dijo: “¡Levántate, come!”. Él miró y vio que había a su cabecera una galleta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y se acostó de nuevo. Pero el Ángel del Señor volvió otra vez, lo tocó y le dijo: “¡Levántate, come, porque todavía te queda mucho por caminar!”. Elías se levantó, comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb.
Palabra de Dios.
Salmo 33, 2-9

R. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.

Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos. Busqué al Señor: Él me respondió y me libró de todos mis temores. R.

Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

El Ángel del Señor acampa en torno de sus fieles, y los libra. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en él se refugian! R.

II LECTURA

Es maravillosa la frase atrevida de este texto: “no entristezcan al Espíritu Santo”. Y enseguida da los motivos para entristecerlo: si estamos amargados, si somos enojosos o si nos pasamos insultando a los hermanos. Es decir, son nuestras malas reacciones hacia nuestros hermanos las que ponen triste al Espíritu.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 4, 30—5, 2

Hermanos: No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado con un sello para el día de la redención. Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo. Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos. Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.
Palabra de Dios.

ALELUYA         Jn 6, 51

Aleluya. “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

 “Esto es lo que quiero decir en mi segundo pensamiento. No yo, sino Cristo, cuando hoy en el evangelio nos habla de un principio de vida que se encarna. Cuando él dice: ‘Nadie ha visto al Padre sino el que viene de Dios’, es él. Y cuando dice, comparando con la comida que conocían los judíos: el maná: ‘Los que comían el maná, volvían a morir, pero el que come el pan que yo daré, vivirá para siempre, no podrá morir’: ¿Cuál es ese pan? ‘El pan que yo daré, mi carne, para la vida del mundo’. La gran revelación: la carne, el Dios que se ha encarnado”.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 41-51

Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”. Y decían: “¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: ‘Yo he bajado del cielo?’”. Jesús tomó la palabra y les dijo: “No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: ‘Todos serán instruidos por Dios’. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

A veces nos visita el conflicto

Y no podemos hacer nada por evitarlo. Forma parte de la condición humana, y en mayor o menor medida nos afecta. Hay conflictos de todo tipo y de distintos grados; los que nos tocan individualmente, y los que se mueven a escala internacional. El profeta Elías, perseguido por la reina Jezabel tras defender la fe monoteísta de Israel, huye al Horeb, el monte del encuentro con Dios. Jesús, experto en conflictos a lo largo de todo el Evangelio, se ve confrontado ahora por los judíos a los que acaba de alimentar y que no entienden el sentido del signo realizado. Quizás, lo cómodo sería escapar de esas realidades que cuestionan, duelen y traen sufrimiento. Pero lo más humano, lo evangélico, es servirse de ellas para crecer, acogerlas como una oportunidad. Utilizar el diálogo y la escucha, la palabra y hasta la fe, para atravesarlas con confianza. Tenemos en lo humano herramientas para superar las dificultades de forma victoriosa. Tal vez el primer paso sea quitarnos el miedo, confiar en el poder de la palabra y en la bondad intrínseca de todas las personas.

Cuando el conflicto se convierte en problema

Suele ser lo más habitual. En los contextos cercanos hay dificultades no resueltas o enquistadas que terminan en fracaso. Sucede a nivel comunitario o familiar, e incluso en los ámbitos políticos o de relaciones institucionales. Cuando las sospechas son mayores que la confianza, o los intereses ocultos que la necesidad del diálogo, nos enfrentamos con problemas complejos. Hay actitudes que dinamitan las vías del encuentro y frenan las posibilidades de seguir caminando. Parar es una tentación, tirarlo todo por la borda: es lo que vive Elías cuando ve mermadas sus fuerzas. Y lo es vivir cerrado a la novedad del otro, a lo que puede aportar más allá de los prejuicios: lo experimentan los judíos, que encasillan a Jesús, pues “conocen a su padre y a su madre” (Jn 6,42). Es tentador, a la vez que habitual, vivir sin hambre, sin un deseo profundo de algo más, sin una puerta abierta que culmine en la fe, en la experiencia vital de Dios, o al menos aceptar esa realidad en el otro: los mismos judíos, presos de una religiosidad alejada de la vida, se cierran a la oferta de Jesús. Cuando falta la actitud de acogida y respeto, falla el encuentro.

Alimentarse y vivir lo eterno

En el Horeb, en medio de su desolación, Elías se sintió alimentado y recobró las fuerzas. Fue algo más que una torta cocida y un poco de agua. Quizás la ayuda de Dios por medio de su ángel. El Pan de la Eucaristía, prefigurado ya en aquella experiencia, ha sido fortaleza para multitud de personas a lo largo de la Historia. Y el alimento de la Palabra de Dios ha puesto en pie a generaciones de cristianos, que han reconocido en Jesús al verdadero Pan de Vida. La “comida rápida” no ha llegado solo a nuestras mesas, también amenaza a nuestra manera de vivir la fe. No nos vale cualquier alimento, sino aquel que la Iglesia reconoce en Jesús, ese que fortalece en el presente y se nos asegura como prenda de eternidad. Somos invitados a buscar lo que llena y da vida, un manjar de autenticidad y plenitud que denuncia nuestras frágiles búsquedas y los alimentos fugaces. En nuestro interior hay una sed de eternidad honda que solo en Jesús podemos colmar por completo.

Tener fe y seguir caminando

“Yo no tengo fe”, escuchamos con frecuencia en aquellos que no han estado en contacto con la experiencia cristiana, pero también en bautizados. ¿Dónde está el secreto? ¿Será que hay ausencia de deseo en la persona? ¿Que nos fallan las mediaciones necesarias para que se produzca el encuentro? Jesús define la fe como una atracción: “nadie viene a mí si el Padre no lo atrae” (Jn 6, 44) . La experiencia religiosa se asienta sobre un Dios atrayente y atractivo, siempre abierto al encuentro, que toca lo afectivo desde la seducción. Y esa experiencia de ser cautivados no es estática, sino que pone en marcha, invita a seguir caminando, a jugarse la vida por un proyecto. Una fe, una seducción, que se pide, se desea y se vive junto a otros.

Sean buenos

Es la invitación de Pablo a los efesios. Como el consejo que dan las madres de todos los tiempos a sus hijos, la llave que abre la puerta de la felicidad. La bondad “a imitación de Dios” (Ef 5,1) es actitud para resolver conflictos (no por rendirse, sino por seguir intentándolo con confianza), pero también es vía de acceso al encuentro con Dios, a la experiencia de la fe. “Ser buenos” -que no es meta, sino inicio- es una manera de pasar por la vida disfrutando del encuentro, comprometiéndose con la realidad, entrando en la sintonía de Dios. Él, todo Bueno, llevará a plenitud los actos de bondad del ser humano

ESTUDIO BÍBLICO.

De la sabiduría a la Eucaristía

I Lectura: 1Reyes (19,4-8): La fuerza de Dios en el corazón del profeta

I.1. La primera lectura nos narra una de las escenas más maravillosas y excepcionales del profeta Elías, el prototipo del profetismo del Antiguo Testamento, quien en tiempo de Ajaz y la reina fenicia Jezabel, su esposa (en el reino del norte, Israel), luchó a muerte por el yahvismo (la religión judía) que la reina quería “sincretizar” con sus creencias paganas. El profeta Elías, un defensor a ultranza del monoteísmo (sólo existe un Dios, Yahvé, y ninguno más) y de sus exigencias éticas, se enfrenta con la reina y sus lacayos. Sabemos que, en el fondo, es una guerra de religión, un enfrentamiento de culturas, donde el profeta Elías había derrotado a espada a los profetas de Baal (dios cananeo-fenicio) y eso le hace huir hacia el Horeb, que es el monte Sinaí en una tradición bíblica.

I.2. Elías va al encuentro de las verdaderas raíces del yahvismo, como podemos encontrar en Ex 19. El ángel de Dios le anima, le pone un pan y agua para que prosiga en esta huida, como Moisés, hacia el monte de Dios (en el Horeb), para beber en la verdadera fuente del yahvismo. Hay mucho de simbólico en esta narración, como se ha reconocido en la interpretación de los expertos. No todo lo que hay en la historia de Elías y su lucha por el yahvismo es hoy aceptable desde el punto de vista teológico, aunque defender los principios de una religión que se fundamenta en la justicia, como hace Elías en otras ocasiones, sí es ejemplo de radicalidad. Dios viene en ayuda del profeta, porque la lucha es “a muerte”. Defender una causa justa en nombre de Dios, no es apologética o fundamentalismo, o no debe serlo al menos, sino que es humanizar la religión.

II Lectura: Efesios (4,30-5,2): Dios, inspirador de nuestra vida

II.1. La segunda lectura prosigue con la exhortación a la vida nueva que lleva consigo el sello del Espíritu que deben poseer los cristianos. Lo que el autor pide, como consecuencia de esta identidad cristiana en el Espíritu, es determinante para conocer lo que hay que hacer como cristianos; es lo que se llama la praxis: evitar la agresividad, el rencor, la ira, la indignación, las injurias, y toda esa serie de maldades o miserias.

II.2. La alternativa es ser imitadores de Dios, es decir, bondadosos, compasivos y perdonadores. No es un imposible lo que se propone en el sentido de que Él sea nuestra vara de medir, sino tener los mismos sentimientos que Dios, como Padre, tiene con todos nosotros; así los debemos tener los unos con los otros. Nos recuerda algunos aspectos del Cristo joánico: como el Padre me ha amado, así os amo yo.

Evangelio: Juan (6,41-51): “Yo soy” el pan de vida

III.1. El contraste entre la Ley del AT y la persona de Jesús es una constante en el evangelio de Juan. Frente a la Ley y su mundo, y especialmente frente a la interpretación y manipulación que hacían los judíos, el evangelio propone a Jesús como verdadera “verdad” de la vida. Por eso mismo, los autores de San Juan se inspiran en la Sabiduría divina a la hora de interpretar el AT y de lo que Jesús ha venido hacer como Palabra encarnada. En el AT se hablaba de la Sabiduría divina que habría de venir a este mundo (cf Pro 1,20ss; 8; 9,1ss; Eclo 24,3ss.22ss; Sab 7,22-8,8; 9,10.17) como Palabra para iluminar en enseñar la forma de llevar a cabo el proyecto salvífico de Dios. Por eso mismo, en este discurso de Jn 6 se tienen muy en cuenta estas tradiciones sapienciales como de más alto valor que el mismo cumplimiento de los preceptos de la Ley. Y en Jn 6 se está pensando que Jesús, la Palabra encarnada, es la realización de ese proyecto sapiencial de Dios.

III.2. El evangelio de hoy nos introduce en un segundo momento del discurso del pan de vida. Como es lógico, Juan está discutiendo con los «judíos» que no aceptan el cristianismo, y el evangelista les propone las diferencias que existen, no solamente ideológicas, sino también prácticas. Su cristología pone de manifiesto quién fue Jesús: un hombre de Galilea, de Nazaret, hijo de José según se creía ¿cómo puede venir del cielo? Es la misma oposición que Jesús encuentra cuando fue a Nazaret y sus paisanos no lo aceptaron (Mc 6,1ss). Las protestas de los oyentes le da ocasión al Jesús joánico, no de responder directamente a las objeciones, sino de profundizar más en el significado del pan de vida (que al final se definirá como la eucaristía). Pero ahí aparece una de las fórmulas teológicas joánicas de más densidad: yo soy el pan de vida. Y así, el discurso sapiencial se hace discurso eucarístico.

III.3. La presencia personal de Jesús en la eucaristía, pues, es la forma de ir a Jesús, de vivir con El y de El, y que nos resucite en el último día. El pan de vida nos alimenta, pues, de la vida que Jesús tiene ahora, que es una vida donde ya no cabe la muerte. Y aunque se use una terminología que nos parece inadecuada, como la carne, la «carne» representa toda la historia de Jesús, una historia de amor entregada por nosotros. Y es en esa historia donde Dios se ha mostrado al hombre y les ha entregado todo lo que tiene. Por eso Jesús es el pan de vida. Harían falta muchas más páginas para poder exponer todo lo que el texto del evangelio de hoy proclama como “discurso de revelación”. El pan de vida, hace vivir. Esta es la consecuencia lógica. Casi todos los autores reconocen que estamos ya ante la parte eucarística de Jn 6.

III.4. Aparece aquí, además, uno de los puntos más discutidos de la teología joánica: la escatología, que es presentista y futura a la vez. La vida ya se da, ya se ha adelantado para los que escuchan y “comen” la “carne” (participación eucarística”). Pero se dice, a la vez, que será “en el último día”. Esto ha traído de cabeza a muchos a la hora de definir qué criterios escatológicos se usan. Pero podemos, simplificando, proponiendo una cosa que es muy importante. La vida que se nos da en la eucaristía como participación en la vida, muerte y resurrección de Jesús no es un simulacro de vida eterna, sino un adelanto real y verdadero. Nosotros no podemos gustarla en toda su radicalidad por muchas circunstancias de nuestra vida histórica. La eucaristía, como presencia de la vida nueva que Jesús tiene como resucitado, es un adelanto sacramental en la vida eterna. Tendremos que pasar por la muerte biológica, pero, desde la fe, consideramos que esta muerte es el paso a la vida eterna. Y en la eucaristía se puede “gustar” este misterio. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).