domingo, 17 de agosto de 2014

DOMINGO 20° DEL TIEMPO ORDINARIO


También los perros se comen 
las migajas que caen de la mesa de los amos

La liturgia de la palabra de este domingo encuentra en el extranjero una densidad especial del ejercicio de la fe. Curiosamente a los ojos de los judíos los paganos no eran más que perros. De ahí que la frase resaltada al inicio tal vez no nos resultaría tan dura, impactante y sorpresiva si no saliera de los labios de Jesús.

Sin embargo, si logramos trascender los condicionamientos inherentes al texto y el marco en el que ha sido conformado, podremos atisbar el modo misterioso e igualmente sorprendente en el que el Dios de Jesús actúa en la historia. De modo que a quien tenemos por el ajeno, el otro, el diverso, es decir, todos aquellos que “no son de los nuestros” tienen una voz, un papel en la historia salvífica y, aún más, pueden enseñarnos a vivir la fe en su sentido auténticamente evangélico y, por tanto, liberador.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA

I LECTURA

Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6-7

Así dice el Señor:
«Guardad el derecho, practicad la justicia,
que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria.
A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo,
para amar el nombre del Señor y ser sus servidores,
que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza,
los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración,
aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios;
porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.»
Palabra de Dios

SALMO

Salmo 66, 2-3. 5. 6 y 8

R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R.

II LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 13-15. 29-32

Hermanos:
Os digo a vosotros, los gentiles:
Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos.
Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida?
Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios- pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia.
Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzaran misericordia.
Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.
Palabra de Dios

EVANGELIO

Ì Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
- «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.»
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
- «Atiéndela, que viene detrás gritando.»
Él les contestó:
- «Sólo me han enviado a las ove as descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: -«Señor, socórreme.» Él le contestó:
- «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»
Pero ella repuso:
- «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió:
- «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor

MEDITEMOS LA PALABRA

“Atiéndela, que viene detrás gritando”

Al parecer el otro se nos presenta casi siempre detrás y muchas veces gritando, aunque sea con un escandaloso silencio. En este último caso, nos puede resultar difícil interpretar las necesidades de nuestro prójimo, pero ello no significa que no estén presentes. Y así el otro se me convierte en obviedad, en costumbre, en alguien a quien respeto tanto que procuro no inmiscuirme en el más mínimo de sus asuntos. Al final, es un respeto que raya en la indiferencia, en la falta de empatía, en no tener compasión. Esto puede darse con cierta frecuencia en relación a nuestros prójimos cercanos.

Es cierto que en los tiempos que corren es sumamente positivo que seamos capaces de abrirnos a los que se encuentran lejos, que podamos sentir el sufrimiento del otro aunque se encuentre a grandes distancias de nuestro territorio geográfico, psicológico, político, religioso e incluso afectivo. Pero es igualmente importante no perder de vista los gritos a los cuales estamos acostumbrados o que aún no hemos podido reconocer porque nos cuesta transformar nuestros sentidos. Esos gritos cotidianos que nos urgen ser atendidos: gente que reclama enojada, cercanía; autonomía, en compañía que le deje ser el mismo; y así tantos otros modos que expresan la necesidad del que está próximo a mí, de liberación personal, de afecto, de búsqueda de sentido, de sanación.

El pasaje evangélico de este domingo pone en escena a una mujer cananea, a un “prójimo lejano” que lanzaba gritos a Jesús, que clamaba hasta el punto de reconocerle Mesías, cosa bastante inusual viniendo de una pagana. Jesús no se inmuta, tan sólo la petición por parte de los discípulos abre la puerta a un diálogo que deja ver, aparentemente, la actitud de Jesús. De cualquier modo la escena final concluye con la curación de la hija de aquella mujer.

De manera que el evangelio nos muestra, a pesar de su crudeza, que asumir la compasión como clave relacional con el otro supone, primero, reconocerle con su voz propia y, la más de las veces, acoger el sentido profundo del reclamo silencioso o a gritos que nos hace. En el caso de la mujer cananea, por ejemplo, el reclamo no es solo la liberación de su hija, sino que bien puede ser el poder acercarse a Aquél que es el Mesías y desde un diálogo entre dos libertades ser objeto de su compasión, aunque no se forme parte del pueblo escogido.

“Mujer, qué grande es tu fe”.

Esta declaración encierra la manifestación de una fe honda que es la que en definitiva consigue el milagro de la curación. Sin lugar a dudas este es uno de los pasajes evangélicos más sugerentes por las connotaciones que pueden suscitar en nosotros los creyentes del presente siglo. Esta mujer es cananea. No es depositaria de la promesa, y Mateo ha puesto en su boca, no obstante, el título “Hijo de David” por el que se reconoce al Mesías esperado. No conforme con esto, nos la presenta como objeto de la compasión de Dios. Ello nos sugiere que la acción de Dios no está supeditada a una religión, cualquiera que esta sea, ni a nuestros esquemas mentales ni a nuestra idiosincrasia, lo cual nos lleva indefectiblemente a aprender a aquilatar los fundamentos de nuestra propia fe.

En consecuencia, la fe puede brotar de “lugares insospechados”, no suscritos a la ortodoxia. He aquí la gran novedad de la pedagogía divina, que nos ensancha en el camino hacia nuestra plenitud personal mientras vamos junto a otros, cercanos o lejanos, nacionales o extranjeros, cristianos o no cristianos, enseñándonos mutuamente que, a fin de cuentas, la fe es patrimonio de cualquier corazón humano capaz de abrirse a la presencia de un Dios que se manifiesta siempre actual, inabarcable e incontenible en la historia humana y más allá de ella.

ESTUDIO BÍBLICO

Iª Lectura: Isaías (56,1. 6-7): Algo nuevo está por llegar

I.1. El "Trito Isaías" (56-66) es un conjunto literario-profético que ha dado mucho que hablar entre los especialistas, porque se presta a numerosas hipótesis. Este conjunto podría atribuirse a uno de los discípulos del "Deuteroisaías" (40-55), o podría aceptarse como un conjunto de oráculos de distintos personajes de la "escuela isaiana". Algunos piensan que son del s. V a. C., cuando la situación ha cambiado. La lectura de hoy está tomada del primer oráculo en el que después de promover el derecho y la justicia propone, incluso, que los extranjeros, los que no pertenecen al pueblo, también tendrán acogida en la casa del Señor. Se superará eso de ser hijo o hijas. Es decir, ese nombre quedará un poco obsoleto si ese nombre se entiende exclusivamente desde el nacionalismo religioso. He aquí la clave de las lecturas bíblicas de este domingo.

I.2. La exigencia del derecho y la justicia es como el frontispicio de un templo, y todo el que entre en él, sea de la raza que sea y de la religión que sea, está invitado a sentirse en su casa y en su mundo. Este proyecto utópico es social y religioso a la vez, porque la religión debe estar en el corazón de la vida. Y esa es una de las claves de la salvación que Dios quiere llevar a cabo, aunque la lleva acabo por medio de los hombres, que son los que también ponen todos los obstáculos e impedimentos para que esto no se cumpla de hecho. El profeta, sin embargo, confía en la palabra de Dios que siente en su corazón. Es un reto, un desafío y toda una provocación, porque lo que propone no es normal, ni para Israel, ni para los otros pueblos.

I.3. Esa es la victoria de Yahvé, el derecho y la justicia; lo que más anhelan los pueblos, los pobres, los parias, los desasistidos. Identificar justicia y salvación no es normal, porque los estereotipos religiosos no lo permiten. Diríamos que el signo de la nueva alianza, en la que se mueve el profeta, es la práctica de la justicia. Esa es la nueva situación que en este conjunto de oráculos del Trito-Isaías se va a poner de manifiesto. Por tanto aquí están insinuadas muchas cosas, que van mucho más allá de texto y que requieren su actualización.

I.4. La casa de Dios ya no será un monumento, un templo hecho por manos humanas, sino el mundo y la historia de todos aquellos que se dedican al Señor y que recibirán un nombre nuevo, más expresivo y radical que el de hijos e hijas. Todos los hombres que practican el derecho y la justicia están construyendo el "mundo nuevo", la casa de la salvación, porque no hay cosa que más anhele Dios que todos vivamos en la justicia y en la paz. Ese es el principio fundamental de la salvación y del universalismo.

IIª Lectura: Romanos (11,13-15. 29-32): Comunión con nuestros “hermanos mayores”

II.1. Del conjunto de Rom 9-11 del que ya leíamos algo el domingo pasado se han entresacado estos versículos que interpelan a los cristianos (que son como el acebuche injertado en el olivo) para que comprendan que la gracia que han recibido es a causa del pueblo judío que no ha sido fiel a Dios, ni a su alianza. No obstante en esa infidelidad judía, Pablo ve, como los profetas, un "resto" que hace posible que también los judíos puedan ser salvados en Cristo.

II.2. Sobre la teología del resto, pues, se quiere llamar la atención de los que ahora, con pleno derecho, han heredado la salvación y han sido injertados en las raíces santas. Esto es lo que se pone de manifiesto en Rom 11, 16-24 con la alegoría de los dos olivos. Es como si Pablo estuviera desmontando ciertas cosas que se han afirmado en los cc. 9-10, aunque son irrenunciables. Eso no puede llevar al nuevo Israel, el de la salvación - aquellos que han aceptado la gracia de la salvación por la fe y no por las obras-, a olvidar que antes de ellos ha existido y existe el pueblo de las promesas que no lo ha perdido todo, a pesar de su "infidelidad". Esa infidelidad de ellos es la que se convierte en causa de que otros puedan heredar, porque han sido injertados sobre "raíces santas".

II.3. Aquí es donde se debe fundamentar toda una interpretación ecuménica en la que se ponga de manifiesto que los cristianos no pueden nunca ignorar a los judíos, que son los hermanos mayores de un proyecto de gracia y de salvación de parte de Dios en Cristo. No se trata simplemente a una actitud que condene el antisemitismo ideológica y prácticamente. Hay más en juego: debemos asumir toda una teología y espiritualidad del judaísmo, aunque transformadas y purificadas de todo aquello que signifique particularismo y vanagloria.

II.4. Lo que todo esto revela, no es otra cosa que la bondad (chrestotes) de Dios que es la que ha hecho posible que un olivo salvaje (acebuche) haya sido injertado en un olivo cultivado. Si los judíos han buscado ardientemente encontrar su propia justicia, en la nueva situación no es esto lo que cuenta. Lo que cuenta es aceptar la bondad con todas sus consecuencias. El espléndido intento de Pablo de relacionar el destino de Israel con la misión de los paganos (Rom 11,11-24), pone de manifiesto que ese destino depende de la gracia y de la misericordia de Dios. Porque ha sido por gracia y misericordia por lo que los paganos han heredado lo que estaba destinado a Israel. Ahora el nuevo pueblo de la gracia debe ser generoso con Israel.

II.5. De esa manera, Pablo se atreve a dar un paso, que si se nos hubiera dicho al comienzo de conjunto de Rom 9-10 nos parecería escandaloso. El apóstol, con Rom 11,25-32, parece que se quita un peso de encima. Lo llama "misterio", ¡nada más y nada menos!. Ese misterio consiste en que todo Israel se salvará (Rom 11,26). Y es misterio porque, según el evangelio que ellos han rechazado, no deberían esperar la salvación de Dios al haber rechazado lo que han rechazado... a Cristo ¿Cómo, pues, es posible? Porque, sin embargo, Dios no ha revocado su alianza ni ha disertado de su pueblo, por razón de los mismos Patriarcas. Así quedan las cosas de una forma definitiva. Al comienzo de Rom 11,1 se preguntaba el apóstol ¿acaso Dios ha rechazado a su pueblo? ¡Desde luego que no!

Evangelio: Mateo (15, 21-28): La fe de los que están fuera

III.1. El evangelio de hoy es como el reverso de la lectura de la carta a los Romanos, porque Jesús está representando un papel. Vemos el caso de una mujer fenicia, cananea, que se acerca a Jesús, aunque en territorio pagano (Tiro y Sidón). Jesús, al principio, está escenificando miméticamente, la actitud de un judío ortodoxo y exigente. Se ha dicho que es un evangelio difícil, pero no lo es tanto. Ya que las palabras de Jesús, duras al principio como el pedernal, no son suyas, sino de la teología oficial judía. Los discípulos quieren quitarse de encima a la mujer que inoportuna y Jesús quiere darles una lección majestuosa.

III.2. La mujer no es hija de Israel y no tiene derecho a pedir lo que pide y a decir lo que dice. Esta mujer cananea ha sido alabada por su coraje y por su fuerza maternal, por la que quiere echar fuera de su hija a todos los "demonios" de su vida (un demonio muy malo). No olvidemos que el relato está enhebrado con mentalidad de la época. Jesús quiere decir que a él, siendo judío, no le está permitido "oficialmente" hacer el bien a una mujer pagana, a una cananea, que es como los perros o como los cerdos. Eso es importante para entender el texto y la propuesta de Jesús. Un judío no debe hacer lo que la mujer cananea le pide. Jesús lo recalca para dejar más en evidencia la “oficialidad” de la ortodoxia judía. Como decimos, pues, todo es una representación, porque ni Jesús pensaba así, ni estaba de acuerdo con la mentalidad oficial que no le permitía ni siquiera acercarse a los paganos, y menos a una mujer.

III.3. La lección es para sus discípulos: esta mujer se comporta mejor que los judíos, es más que una hija de Israel, es capaz de mover el mundo y llegarse al corazón de Dios por tal de "desdemonizar", de liberar,a su hija. Jesús sabe, como experiencia personal que en realidad "ha sido enviado para salvar a todos" ("no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores"). Y una vez que queda en evidencia toda la "oficialidad" teológica y religiosa del judaísmo de su tiempo, Jesús muestra quién es y qué ha venido a hacer: llamar a todos, salvar a todos, "desdemonizar" a todos, liberarlos.

III.4. Esto era lo que se podía contemplar como lejano, pero real, en el oráculo de Is. 56,1.5-6 (nuestra Iª Lectura del día). Jesús no había ido al territorio de Tiro y Sidón, país pagano, por miedo o por cobardía, sino para poner de manifiesto que "algo nuevo había llegado". No quiere despedir a la mujer porque le inoportuna, como piden los discípulos, sino que pretendía algo más grande de ella. Al principio se siente como un "perro" con sus amos, pero Jesús quiere elevar su categoría de mujer pagana y de madre. Su fe es capaz de mover montañas y eso, precisamente, no ocurría ni en la religión ni en la patria de Jesús. La lección está dada. El demonio de la incomprensión, de la incomunicación, de la inhumanidad entre pueblos y religiones ha sido expulsado. La suerte está echada: el reino de la salvación llega para todos.







No hay comentarios:

Publicar un comentario