domingo, 9 de septiembre de 2012

DOMINGO 23º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Escuchen, hermanos muy queridos”

“Todo lo ha hecho bien: hace oír a los cojos y hablar a los mudos”. Esta optimista exclamación con que concluye el evangelio de hoy contrasta notablemente con la precaución que muestra Jesús al imponer silencio. La exégesis nos señala que este contraste es buscado por el propio evangelista para poner a los lectores en guardia contra un excesivo optimismo en los logros de la comunidad cristiana de su momento. Aún hoy podemos preguntarnos si verdaderamente los sordos oyen correctamente y los mudos hablan cabalmente.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

¿Qué es lo que "vio" el profeta? Él conoce a su Dios, y sabe con cuánto amor obra. Por lo tanto, no cabe esperar de Dios más que obras de amor. En los momentos de sequedad y desolación, el profeta anuncia con confianza que Dios convertirá la vida del pueblo. Porque es un Dios de salvación.

Lectura del libro de Isaías 35, 4-7a

Digan a los que están desalentados: "¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: Él mismo viene a salvarlos!". Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales.
Palabra de Dios.
SALMO

Salmo 145, 7-10

R. ¡Alaba al Señor, alma mía!

El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.

Abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos, el Señor protege a los extranjeros. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda; y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.

SEGUNDA LECTURA

¿Qué criterios tenemos en nuestra comunidad? ¿Cómo tratamos a las personas? ¿Hay lugar en nuestra comunidad para pobres y necesitados? ¿Somos una comunidad cohesionada o estamos divididos por el nivel social o económico? Todas estas cuestiones nos plantean las cartas de Santiago dirigidas a las primeras comunidades. Es en la vida comunitaria donde debe manifestarse que somos cristianos.

Lectura de la carta de Santiago 2, 1-7

Hermanos, ustedes que creen en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no hagan acepción de personas. Supongamos que cuando están reunidos, entra un hombre con un anillo de oro y vestido elegantemente, y al mismo tiempo, entra otro pobremente vestido. Si ustedes se fijan en el que está muy bien vestido y le dicen: "Siéntate aquí, en el lugar de honor", y al pobre le dicen: "Quédate allí, de pie", o bien: "Siéntate a mis pies", ¿no están haciendo acaso distinciones entre ustedes y actuando como jueces malintencionados? Escuchen, hermanos muy queridos: ¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino que ha prometido a los que lo aman? Y sin embargo, ¡ustedes desprecian al pobre! ¿No son acaso los ricos los que los oprimen a ustedes y los hacen comparecer ante los tribunales? ¿No son ellos los que blasfeman contra el Nombre tan hermoso que ha sido pronunciado sobre ustedes?
Palabra de Dios.

EVANGELIO

"En la lucha entre el poder de Dios y las potencias diabólicas que afligen, atormentan y seducen a los hombres, Jesús se asigna una función específica. Esto es lo que vieron más tarde los cristianos: así como al principio Dios creador vio que todo era bueno, así ahora se dice del profeta escatológico: '¡Todo lo hace bien!', mientras que Satán, el poder del mal, hace a los hombres sordos, ciegos, leprosos y mudos. El poder del bien, tal como se manifiesta en Jesús, libera al hombre de todos los tormentos diabólicos" (E. Schillebeeckx, Jesús, la historia de un viviente, Ed. Cristiandad).

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 31-37

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Ábrete". Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

No cabe duda de que la liturgia de hoy, siguiendo la lectura del evangelio según Marcos, enfoca nuestra atención sobre la figura de la sordera y la mudez. Dado que la alusión fundamental aparece en el evangelio, cabe preguntarnos a quién trata de identificar ese personaje anónimo sordomudo. La exégesis del texto nos marca dos pautas. En primer lugar, el texto se encuadra en una sección en la que el evangelista introduce la noción de universalismo que ha de caracterizar la concepción de la comunidad cristiana. En segundo lugar, la sordera y mudez no identifica a los de fuera de la comunidad, carentes de fe – como en un principio cabría pensar – sino a los de dentro, en su actitud de cerrazón al principio de universalidad que conforma el mensaje de Jesús, el cual ni oyen – sordos – ni, en consecuencia, trasmiten adecuadamente – mudos o tartamudos, según la traducción. La reserva del evangelista ante él éxito del proceso de compresión de la fe de sus contemporáneos nos hace pensar que ese defecto es persistente en el tiempo en las comunidades cristianas.

Ciertamente esa actitud cerrada contra la que advierte el evangelista – actitud referida al rechazo a la admisión al judeocristianismo a aquellos provenientes de fuera del judaísmo – se superó con el tiempo. Pero existen otras formas que rompen con el principio del universalismo – y que manifiestan sordera y mudez ante el evangelio de Jesús – incluso dentro de la propia comunidad cristiana constituida. El autor de la carta de Santiago – en la segunda lectura – denuncia una de las formas más sangrantes de dureza de oído y de corazón: “No juntéis la fe en Nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas”.

La división en categorías y clases está caracterizando la constitución de la comunidad cristiana en sus mismos orígenes. Es la más doliente forma de ruptura del principio esencial de la aceptación de todos por igual dentro de la comunidad cristiana. Esa actitud no pertenece al evangelio ni a la naturaleza de la comunidad cristiana, sino a la introducción de criterios del mundo que se suponen rechazados al ingresar en la comunidad única, universal e igualitaria de hermanos. Exclusivismo no hacia afuera, sino hacia dentro. La dureza de la carta de Santiago y lo directo de sus términos dan muestras de la intensidad de la sordera que afecta a las comunidades cristianas ante la palabra de Jesús. 

En nuestra comunidad cristiana de hoy también existen numerosas expresiones de exclusivismo hacia dentro y hacia afuera, que utilizando la riqueza de la lengua podemos identificar como fanatismo, sectarismo, intransigencia, parcialidad, arbitrariedad, obstinación, prejuicio, personalismo, localismo, racismo,… y por supuesto, tanto como en tiempos de Santiago, división de clases. Sin embargo, tendemos a pensar, con alegre optimismo, que verdaderamente estamos siendo fieles a la voluntad de Dios y actuando consecuentemente a la auténtica verdad – “todo lo ha hecho bien”-. El excesivo uso de la palabra verdad suele denotar, en el fondo, más afianzamiento en la sordera que en el evangelio. Un paseo por la historia es ilustrativo de esta cuestión. Y es que, ciertamente, todas estas actitudes proceden de una misma realidad: dureza de oído al mensaje universalista y pluralista de Jesús, sordera al mismo Jesús.


Cuando una de estas actitudes identifica a una comunidad cristiana, ¿qué mensaje está trasmitiendo esa comunidad? No es más que una sombra del mensaje, un mensaje incongruente, que escandaliza y produce más rechazo que deseo de pertenecer a ella. Comunidades cristianas mudas…

La cautela del evangelista Marcos nos invita a no ser ingenuos. Ciertamente no podemos ser tan ingenuos de pensar que todas estas actitudes pudieran ser completamente ajenas a la realidad de la comunidad cristiana, pues, al fin y al cabo, son comunidades humanas sometidas tanto al Espíritu como a la realidad de lo humano y no pueden escapar fácilmente a las condiciones de la sociabilidad humana. Sin embargo, tampoco es cuestión de pensar en tirar la toalla y rebajar nuestras exigencias evangélicas. En este sentido, nada mejor que la tensión profética – que eleva nuestras expectativas más allá de la mera facticidad - para mantener nuestro sentido cristiano en alto nivel. Así, quizás aún hoy permanecemos sordos, pero sabemos, como Isaías atestigua, que, al fin, “los oídos del sordo se abrirán”.


ESTUDIO BÍBLICO

Iª Lectura: Isaías (35,4-7): El Dios de la vida

I.1. La primera lectura se toma del libro de Isaías y forma parte del llamado pequeño Apocalipsis de ese libro (cc. 34-35); como tal se expresa en unas imágenes que pueden sorprendernos de parte de Dios. Probablemente estos capítulos no pertenecen al gran profeta del s. VIII a. C, sino que corresponderían mejor a los tiempos del Deutero-Isaías, que es quien continua el libro. Lo que verdaderamente llama la atención es la actuación personal de Dios sobre la ciudad de Sión-Jerusalén, que ha sido sometida al desastre.

I.2. Pero en la mentalidad de los profetas verdaderos, al juicio siempre sigue la salvación, la restauración, ya que el juicio de Dios nunca es definitivamente de destrucción, ni sobre las personas, ni sobre los pueblos. Los que están viviendo la depresión, serán curados por la salvación de Dios; los que padecen un mal físico serán liberados. Y todo culmina con la expresión del agua en el páramo, en la estepa, en el desierto. La vida es el signo más claro y contundente de la vida en un pueblo rodeado de desiertos. Este oráculo de esperanza, pues, es todo un precedente para los signos mesiánicos que Jesús llevó a cabo.

IIª Lectura: Santiago (2,1-5): La fe que vivifica y hace justicia

II.1. La segunda lectura de la carta de Santiago es una de las exhortaciones que ponen de manifiesto el objetivo pragmático de esta carta cristiana. La polémica que provoca en la comunidad la división de clases, la atención a los ricos en detrimento de los pobres, es un problema tan viejo como la vida misma. Pero es ahí donde la comunidad cristiana tiene que mostrar su identidad más absoluta. El pragmatismo de la carta de Santiago no nos da la posibilidad de matices de ningún género, y es que en estas exigencias de favoritismo. Santiago lo plantea desde la fe en Jesucristo. Entre las pocas veces que se nombre a Jesucristo en esta carta, esta es una, y precisamente en uno de los momentos más significativos de lo que debe ser la praxis cristiana en la “asamblea”, que es donde se retrata una comunidad. Aunque esto debe aplicarse a toda la vida de la comunidad en el mundo.

II.2. La fe debe mostrarse en la práctica, porque de lo contrario la fe se queda en una cuestión ideológica y es eso lo que en nombre del Señor no se puede justificar. Los pobres, en la asamblea, deben tener la misma dignidad, porque en ella son elevados a la dignidad que el mundo no quiere otorgarles, pero la comunidad cristiana no puede caer en el mismo favoritismo por los ricos.

Evangelio: Marcos (7,31-37): El Effatá del Reino

III.1. El evangelio de Marcos (7,31-37) nos narra la curación de un sordomudo en territorio de la Decápolis (grupo de diez ciudades al oriente del Jordán, en la actual Jordania), después de haber actuado itinerantemente en la Fenicia. Se trata de poner de manifiesto la ruptura de las prevenciones que el judaísmo oficial tenía contra todo territorio pagano y sus gentes, lo que sería una fuente de impureza. Para ese judaísmo, el mundo pagano está perdido para Dios. Pero Jesús no puede aceptar esos principios; por lo mismo, la actuación con este sordomudo es un símbolo por el que se va a llegar hasta los extremos más inauditos: Va a tocar al sordomudo. No se trata simplemente de una visita y de un paso por el territorio, sino que la pretensión es que veamos a Jesús meterse hasta el fondo de las miserias de los paganos.

III.2. Vemos a Jesús actuando como un verdadero curandero; incluso le cuesta trabajo, aunque hay un aspecto mucho más importante en el v. 34, cuando el Maestro “elevó sus ojos al cielo”. Es un signo de oración, de pedir algo a Dios, ya que mirar al cielo, como trono de Dios, es hablar con Dios. Y entonces su palabra Effatá, no es la palabra mágica simplemente de un secreto de curandero, sino del poder divino que puede curarnos para que se “abran” (eso significa Effatá) los oídos, se suelte la lengua y se ilumine el corazón y la mente. Y vemos que el relato quiere ser también una lección de discreción: no quiere ser reconocido por este acto taumatúrgico de curación de un sordomudo, sino por algo que lleva en su palabra de anunciador del Reino. Dios actúa por él, curando enfermedades, porque el Reino también significa vencer el poder del mal. Los enfermos en aquella sociedad religiosa, eran considerados esclavos de “Satanás” o algo así.

III.3. Su «tocar» es como la mano de Dios que llega para liberar los oídos y dar rienda suelta a la lengua. La significación, pues, por encima de asombrarnos de los poderes taumatúrgicos, es poner de manifiesto que con los oídos abiertos aquél hombre podrá oír el mensaje del evangelio; y soltando su lengua para hablar, advierte que, desde ahora, un pagano podrá también proclamar el mensaje que ha recibido de Jesús al escucharlo en la novedad de su vida. Esta es una lección que hoy debemos asumir como realidad, cuando en nuestro mundo se exige la solidaridad con las miserias de los pueblos que viven al borde de la muerte.

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