domingo, 6 de julio de 2014

DOMINGO 14 DEL TIEMPO ORDINARIO


“Aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón”

Las lecturas de hoy giran en torno a dos ejes fundamentales: por una parte presentarnos un Dios y un Mesías humilde y pacífico que contrasta con la imagen de Dios poderoso y colérico temido por el pueblo y por otra destacar la importancia de dar gloria a Dios, de alabarle y acudir a Él.

Jesús nos muestra con su vida el camino para conocer al Padre y nos deja el Espíritu Santo para ayudarnos a vivir dando Gloria a Dios.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS LA PALABRA

I LECTURA   

El profeta nos exhorta a alegrarnos y a festejar por nuestro rey. Nuestro soberano real no usa la violencia de los carros de guerra ni quiere pavonearse luciendo ornamentos lujosos. Nuestro rey viene montado en un burro, animal que simboliza los tiempos de paz. Él viene con humildad y mansedumbre. Todos los que deseamos la paz lo celebramos con alegría.

Lectura de la profecía de Zacarías 9, 9-10

Así habla el Señor: "¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna. Él suprimirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén; el arco de guerra será suprimido y proclamará la paz a las naciones. Su dominio se extenderá de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra".
Palabra de Dios.

Salmo 144, 1-2. 8-11. 13c-14

R. Bendeciré tu Nombre eternamente.

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único rey, y bendeciré tu Nombre eternamente; día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. R.

El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R.

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.

El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. R.

II LECTURA

En situaciones que requieren fuerza y dinamismo, decimos que “hay que animar”, “dar aliento”. Eso es lo que hace el Espíritu Santo con nosotros. Desde dentro, como un aire nuevo y vivificador, nos anima y alienta con la misma vida plena de Jesús resucitado.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 8, 9. 11-13

Hermanos: Ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Y si el Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes. Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal. Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán.
Palabra de Dios.

EVANGELIO

¿Quién no lleva alguna carga? ¿Quién no siente alguna vez el peso de alguna situación? Jesús conoce lo que soportamos y quiere darnos descanso. Quiere hacernos caminar alivianados y ligeros de peso. Así viven los pequeños, los que no buscan seguridad en sus propias fuerzas, sino que han confiado su vida a Dios.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 11, 25-30

Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

El profeta Zacarías nos habla del Señor de la paz, que elige un asno y no un caballo, igual que luego hará Jesús en su entrada a Jerusalén. Esa elección no es casual ya que nos aleja de la imagen de un Señor guerrero o de un rey y nos habla de un camino recorrido desde la humildad. Se trata de un Señor humilde y pacifico, que desde su modestia derrotara a sus enemigos y traerá la paz, no sólo a los elegidos de Dios que en ese contexto era el pueblo judío, sino a todas las naciones sin distinción ni de origen ni de creencias.

Esa imagen de líder pacífico se aleja de la idea del contexto violento de la época, en la que el pueblo esperaba un Mesías libertador, primero en Egipto y luego en Asiria y Babilonia. Esta imagen mesiánica generalizada entre el pueblo se contrapone a la que reiteradamente anuncian los profetas, que hablan de un Mesías pacífico y justo. (Como Isaías 11,1-6 y Miqueas 5, 1-4).

El Salmo en sintonía con la Primera Lectura es un himno de alabanza, de acción de gracias, de reconocimiento. A la vez que se alaba la grandeza y la majestad de Dios, se reconoce su bondad y su misericordia. Bendecir, es bien decir, y que mejor palabra que puede salir de nuestra boca que la que ensalza la bondad y el amor de Dios.

La segunda lectura hay que entenderla dentro de las enseñanzas de Pablo sobre el bautismo que comenzaron el domingo anterior. El Bautismo es el sacramento que nos hace miembros de la Iglesia, y como tales recibimos el don del Espíritu Santo. Entrar en la Iglesia nos abre al camino de la vida. Como cristianos ya no estamos sujetos a la temporalidad de lo material, sino abiertos a una realidad trascendente que nos impulsa, el Espíritu. Pablo insiste en que si cultivamos lo trascendente, estaremos sembrando vida. Lo corporal es para Pablo lo material, esas cosas que nos limitan, nos ocupan y nos preocupan llenando nuestro tiempo e impidiendo que nos ocupemos de los verdaderamente importante que es vivir cultivando y trasmitiendo los dones del Espíritu.

El Evangelio actualiza la visión de Zacarías. Jesús se presenta como el Hijo de Dios, pero no el hijo triunfal que podríamos esperar, sino un hijo humilde y sencillo. Es el Hijo que ha recibido todo del Padre y que actúa según su voluntad. Un Mesías que nos muestra el camino para llegar a conocer al Padre. Y ese camino se muestra a los sencillos y humildes, porque así es el mismo Jesús, humilde y sencillo. Yo puedo esforzarme por saber y por conocer, pero mis esfuerzos sin la gracia de Dios, sin la fuerza del espíritu que los guíe, son estériles. Jesús nos llama a todos, especialmente a los cansados y agobiados porque en Él, en su mensaje, encontraremos el descanso. Cuando el texto habla del yugo que debemos cargar está hablando metafóricamente de asumir su estilo de vida. No se trata de un yugo pesado lleno normas limitativas como las que los fariseos imponían a los judíos, sino de una herramienta que nos une a Él en nuestro camino, fácil de llevar, ligera, siempre que nuestro corazón sea humilde y sencillo. Nuestras dificultades no surgen del mensaje de Jesús, sino de nuestras propias limitaciones que nos hacen sufrir. La traducción bíblica original de llevadero es hrestos que significa algo así como adaptable, versátil. El Evangelio de hoy es una invitación a conocer y aprender de la figura de Jesús, de un Jesús que nos muestra al Padre con su vida y que nos invita a compartir, a llevar siempre con nosotros ese yugo ligero, ese estilo de vida que nos haga crecer en el amor.



ESTUDIO BÍBLICO

Iª Lectura: Zacarías (9,9-10): Las armas y los carros nunca traen la paz

I.1. La Iª Lectura del profeta Zacarías habla sobre la restauración de Israel, de Jerusalén, en razón del Mesías justo y victorioso. El libro de profeta Zacarías es un conjunto de oráculos que, con toda seguridad, no pertenecen solamente a un personaje, sino a una escuela profética que se ocupa de animar al pueblo. Es un caso parecido al de Isaías. De hecho, podemos dividir el libro en dos parte, y es precisamente a partir del capítulo 9 cuando comienza la segunda que supone una época y unas circunstancias distintas en el momento de la restauración y la vuelta del destierro de Babilonia; esa segunda parte del libro puede ser, probablemente, del s. III a. C.

I.2. Casi la totalidad de Zac 9-14 tiene un tono escatológico, de influencias apocalípticas. Aquí se pone de manifiesto como punto central a Sión, símbolo de unidad, de justicia y de paz. El oráculo propone la destrucción de los carros y de las armas: ¡qué maravilla!, porque eso es también lo que necesitamos hoy. Ninguna guerra lleva a ninguna parte; solamente siembra muerte y destrucción. Probablemente es un texto que nace en el horizonte de la conquista de Palestina por parte de Alejandro Magno y sus generales, que es lo contrario de la propuesta del oráculo que ve en lontananza un rey humilde.

I.3. Precisamente es la fuerza de la humildad con la que este rey destruirá los instrumentos de la guerra. ¿No es posible la concordia y la paz? ¿Son necesarios los carros para que Jerusalén sea la ciudad de la paz? La entrada de Jesús en Jerusalén fue descrita por los evangelistas bajo la inspiración de este texto. Sin embargo, las autoridades judías no creyeron que viniera en son de paz. Querían preservar Jerusalén de la osadía del profeta pacífico y le montaron un juicio político, entregándolo en manos de los romanos. Pero Jesús traía la paz en su labios y en su corazón. No destruyó el profeta galileo Jerusalén. Por el contrario, cuarenta años después, los que recurrieron a las armas, los celotes y los que les siguieron, llevaron a Sión al desastre. Es una lección que no se debería olvidar hoy, en que "Sión" se quiere defender con carros de combate o protegerla con un muro vergonzoso.

IIª Lectura: Romanos (8,9.11-13): Vida nueva en el Espíritu

II.1. Estamos ante uno de los textos más bellos, profundos y determinantes de esta famosa carta de San Pablo. El apóstol, que ha destruido teológicamente la seguridad que los judíos o los judeo-cristianos ponen en la Ley para vivir (Rom 7), traza la alternativa más desbordante para la vida cristiana: vivir según el Espíritu. Este canto es un canto del Espíritu de liberación y de victoria frente a las situaciones trágicas del “yo” y de la ley (todas las estructuras que nos atan). La redención cristiana se realiza por medio del Espíritu que es el que da sentido a nuestra vida mientras vivimos aquí, y es el que nos garantiza la vida más allá de la muerte; porque de la misma manera que por El se llevó a cabo la resurrección de Jesús, así sucederá con nosotros.

II.2. Es el texto más explícito de Pablo sobre la conexión entre resurrección y Espíritu y debemos profundizar en él, ya que es un alarde de teología espiritual. La Ley nos muestra nuestros pecados, pero el Espíritu nos purifica, nos salva, nos libera. La tensión carne-espíritu es manifiesta en nuestra vida, aunque no es necesario abusar del dualismo del “yo” que hay en nosotros. Es una de las antítesis más famosas de la teología paulina (carne-espíritu), si bien Pablo quiere resaltar que estamos en Cristo, somos de Cristo, si tenemos su "Espíritu". Es el que nos hará pasar por la muerte, no para quedarnos en la nada, sino para tener la vida nueva que ahora ya tiene el Señor, que ha sido "resucitado por el Espíritu".

II.3. ¿Quién tiene de verdad el Espíritu de Dios y de Cristo? En realidad quien no vive en su "yo" soberbio y carnal que engendra muerte, es decir, el egoísmo puro. Porque cuando hablamos de "carnal" no se debe entender, sin más, lo sexual, como muchos comunicadores cristianos defienden. La carne es el mundo contrario al Espíritu, a su libertad, a su entrega, a su magnanimidad. Esto se explica bien en este texto de la carta a los Romanos si tenemos en cuenta el capítulo precedente (Rom 7,17ss) en el que ha descrito el apóstol la incapacidad del "yo", es decir, de la persona que solamente se mira a sí misma y vive en sí misma. La presencia del Espíritu en nosotros no puede ser distinta de la que experimentó Cristo. Por tanto, vivir, ser habitados por el Espíritu, es sentir sobre uno mismo y sobre Dios, lo que se nos ha de describir en el evangelio de hoy.

Evangelio: Mateo (11,25-30): El Dios de Jesús, un “padre” entrañable

III.1. El evangelio de este domingo es uno de los textos más hermosos del evangelio de Mateo, que no se prodiga precisamente en el misterio de la gratuidad de Dios. Lucas 10,21, para introducir estas mismas expresiones, (quiere ello decir que ambos evangelistas tienen una fuente común, la conocida como documento o evangelio Q), ha recurrido a uno de sus elementos teológicos más notorios en su obra: estas palabras las pronuncia Jesús lleno del Espíritu Santo. De esta manera, pues, se asumiría en la liturgia de hoy la fuerza y radicalidad del texto de la carta a los Romanos. Por otra parte, también se ha visto en este texto evangélico el cumplimiento del oráculo de Zacarías 9,9-10.

III.2. Se ha escrito y se ha hablado mucho del Dios de Jesús y cada generación ha de interrogarse sobre ello, porque ese Dios hay que descubrirlo en el evangelio. En este caso podríamos aplicar ese famoso "criterio de disimilitud" con el que los especialistas han tratado de fijar las palabras auténticas de la predicación de Jesús. Es verdad que sobre este criterio se ha encarecido mucho y a veces las discusiones se extreman: lo que no es del judaísmo, o por el contrario, de la comunidad primitiva, es de Jesús. Este texto de Q, sin duda, es de esos textos absolutos. Ni en el judaísmo oficial se pensaba así de Dios, ni entre los primeros cristianos se lo hubieran imaginado tal como hoy aparece en este texto de alabanza y acción de gracias de Jesús. Por tanto, tampoco se hubieran atrevido a poner en boca de Jesús palabras como estas, tan audaces y determinantes. Con los retoques pertinentes que la tradición siempre articula (aquí se usa páter, en griego, y no Abbâ, aunque se reconoce que los vv. 25-26 están recargados de sustratos arameos), nos acercamos mucho a la experiencia más determinante que Jesús tenía de su Dios. Estamos hablando de la experiencia humana de Jesús, del profeta, no debemos entenderlas, ni interpretarlas todavía, en clave trinitaria.

III.3. Jesús, pues, rompiendo con toda clase de preconcepciones sobre Dios, sobre la religión, sobre la cercanía del amor divino y de la gracia, reta a sus oyentes -aunque estas palabras las dirige a sus discípulos-, para que definitivamente se echen en las manos de Dios. ¿Por qué? porque se trata de un Dios distinto de como se le había concebido hasta ahora y, consiguientemente, de unas relaciones distintas con Él. No son los sabios, los poderosos, o los que más saben, los que lo tienen más fácil para entender al Dios de Jesús. Esa es la primera lección, lo más importante, aunque tampoco es una condena de la teología, de los teólogos o de los místicos. Pero es verdad que Jesús quiere abrir el misterio de Dios a toda la gente y, especialmente, a los más alejados, incluso a los menos "espiritualistas".

III.4. Es posible que esto le haya valido en la historia la acusación de que su Dios es un Dios de ignorantes y de desgraciados de este mundo, como si Jesús lo hubiera creado desde un cierto resentimiento contra la sociedad de su tiempo. Y la verdad es que tomando expresiones del filósofo Nietzsche, el que había predicho la muerte de Dios, este Dios de Jesús es tan humano, que no lo soportan los espíritus soberbios, los que se creen con espíritu prometéico. El instinto de Jesús para descubrir a Dios nos ofrece a todos la posibilidad de un Dios maravilloso, humano y entrañable.








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