domingo, 30 de octubre de 2016

DOMINGO 31º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Hoy ha llegado la salvación a esta casa”

Cada domingo, como comunidad cristiana, venimos a encontrarnos con Jesús. De ese encuentro ha da salir la conversión que, poco a poco, vaya sacando de nosotros lo mejor que en nosotros hay y que se ve anegado, muchas veces, por todo un mundo superficial y materialista.

El pasaje de Zaqueo nos invita a pensar de qué cosas nos sentimos ricos e importantes y, sin embargo, nos hacen pequeños ante Dios y nos impiden ver al Jesús que pasa cerca de nosotros ofreciéndonos la salvación.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

El sabio debe comenzar su acto de asombro considerando su pobreza y la grandeza de Dios. Desde esta verdad más profunda, podrá luego reflexionar, meditar y contemplar el resto de las cuestiones, que según este texto serán el perdón, el amor, la providencia, y la fe.

Lectura del libro de la Sabiduría 11, 22—12, 2

Señor, el mundo entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan. Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo habrías creado. ¿Cómo podría subsistir una cosa si tú no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado? Pero tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. Por eso reprendes poco a poco a los que caen, y los amonestas recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor.
Palabra de Dios.

Salmo 144, 1-2. 8-11. 13c-14

R. Bendeciré al Señor siempre y en todo lugar.

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey, y bendeciré tu Nombre eternamente; día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. R.

El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R.

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.

El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. R.

II LECTURA

Ser considerados por Dios dignos de la vocación significa que hemos sido fieles a la vida a la cual el Señor nos ha llamado. Esta fidelidad se vive en cada momento de la vida, y en cada opción que vamos haciendo.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica 1, 11—2, 2

Hermanos: Rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe. Así el Nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Jn 3, 16

Aleluya. Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único; todo el que cree en él tiene Vida eterna. Aleluya.

EVANGELIO

 “Cuando entra Jesús al corazón de un hombre, este entra en la dinámica de Dios, que es el Don. Cuando entra Jesús en el corazón no podemos hacer otra cosa que ser nosotros mismos, darnos, ser imagen y semejanza de Dios. Cuando Jesús entra en el corazón, uno aprende a dar y cuando se hace don, es feliz”.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 19, 1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Se ha ido a alojar en casa de un pecador”. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: “Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más”. Y Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Evangelio: el libro de los encuentros con Jesús

Alguien ha definido los evangelios como una historia de salvación a través del encuentro con Jesús. Jesús trae un mensaje de salvación para todos y en la predicación de ese mensaje se va topando con distintas personas. Unas reaccionan acercándose a él, aceptando su mensaje y dejándose transformar por él; por eso deciden seguirle. Otras lo escuchan con curiosidad, pero se mantienen indiferentes, sus vidas no cambian. Otras se revuelven ante su mensaje porque, o no lo comprenden, o temen perder la situación privilegiada en que viven. Se convierten en sus enemigos. Es por lo que lo atacan y tienden constantemente celadas para poder sorprenderlo en alguna contradicción y tener motivos que justifiquen su oposición. Él, sin embargo, sigue su camino anunciando a todos la salvación, sin presionar ni forzar a sus oyentes. Lo hace porque él ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.

Zaqueo y el desconocimiento de uno mismo

Hoy recordamos uno de esos encuentros salvadores. Los protagonistas son, por una parte Jesús, deseoso de rescatar a alguien que está perdido, alguien considerado pecador por aquella sociedad y, al mismo tiempo despreciado por colaborador de Roma. Por otra parte Zaqueo, alguien deseoso de conocer a Jesús, pero, seguramente, convencido de que no puede acceder directamente a Él. Seguramente teme encontrarse directamente con Jesús, él pecador y alejado de ese círculo de gente sencilla y cumplidora. Por eso se sube a un árbol desde donde contemplarlo a distancia, sin tener que afrontar una situación delicada para él.

Parece que a Jesús no le pasa inadvertida su actitud y, frente a la postura de desprecio de los demás, Él se acerca y se autoinvita a comer en su casa. Y es en esa comida donde tiene lugar el encuentro en profundidad con Jesús y es lo que ocasiona la conversión de Zaqueo. Ignoramos cuál fue el tema de conversación de aquella comida, pero sí conocemos los frutos de la misma. Jesús habló y Zaqueo se dejó interpelar por sus palabras. El fruto de aquella conversación es que Zaqueo pudo, tras ello, sacar lo mejor de sí mismo: donde había injusticia, fraude y egoísmo, van emergiendo justicia, reparación y generosidad sobreabundante.

Es bueno observar que la reacción de Zaqueo se centra fundamentalmente en aquellas cosas que hacen referencia a los demás. “La mitad de mis bienes se la doy a los pobres y si de alguno me he aprovechado, les restituiré cuatro veces más”.

 “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”

Como dice Jesús, en respuesta al arrepentimiento y la conversión de Zaqueo, “hoy ha llegado la salvación a esta casa”. La salvación que ofrece Jesús no surge automáticamente; comienza por descubrir nuestra verdad más profunda. El contacto con Jesús nos acerca a lo que realmente somos. Es lo que nos facilita llegar a ser el que realmente somos. Sólo tras el encuentro con Jesús, Zaqueo empieza a ser él mismo. Jesús con su presencia ha rescatado al que, sí, estaba perdido, pero que era también hijo de Abraham.

Cada domingo, como comunidad cristiana, venimos a encontrarnos con Jesús. De ese encuentro ha da salir la conversión que, poco a poco, vaya sacando de nosotros lo mejor que en nosotros hay y que se ve anegado, muchas veces, por todo un mundo superficial y materialista.

¿Cuáles son nuestras riquezas?

El pasaje de Zaqueo nos invita a pensar de qué cosas nos sentimos ricos e importantes y, sin embargo, nos hacen pequeños ante Dios y nos impiden ver al Jesús que pasa cerca de nosotros ofreciéndonos la salvación. Los Padres de la Iglesia insisten en que, frecuentemente, no es el aliciente del mal al que estamos acostumbrados o la oposición que encontramos lo que nos impide comenzar una nueva vida; es el miedo al ridículo. Localizar esas realidades nos pueden ayudar a dar el primer paso para una conversión real. Ser conscientes de esas ataduras y de nuestra pequeñez es el mejor modo de hacer que el encuentro con Él sea fructífero. Es el camino que nos puede llevar a la gracia de acogerlo en nuestra casa y dejar que nos hable al corazón. Jesús trae la salvación, nos libera de nuestras esclavitudes, saca de nosotros lo mejor de nosotros mismos, nos descubre lo que realmente somos y lo que estamos llamados a ser: hijos de Dios.

 Nuestra salvación: Encontrarnos con Jesús

Pablo nos avisa hoy de que no nos calentemos la cabeza con supuestas revelaciones acerca del fin del mundo. Entonces, como hoy, hay quienes andan preocupados por venidas divinas terribles, llenas de amenazas y castigos por nuestros pecados, pero eso es algo que tiene poco que ver con el Dios compasivo que “cierra los ojos a los pecados de los hombres”, que no ha venido a condenar sino a salvar y a buscar lo que estaba perdido.

Por eso, la venida que nos debe interesar ante todo es este “pasar” cotidiano de Jesús a través de nuestra ciudad, de nuestra vida, siendo conscientes de que quiere encontrarse con nosotros y autoinvitarse a nuestra casa. Se trata de un encuentro que nos llama a iniciar un camino, una vocación que hemos de ir realizando día a día, pidiendo en la oración cotidiana, en la conversación con el Cristo que habla sentado a nuestra mesa. Solo el paso de Jesús por nuestra vida podrá transformar nuestra existencia y nos dará la fuerza para que, como en el caso de Zaqueo, no se quede sólo en buenos deseos, sino que nos lleve a dar frutos de buenas obras, mirando, sobre todo, a nuestra relación con los demás.

ESTUDIO BÍBLICO.

Todos están llamados a la salvación

Iª Lectura: Sabiduría (11,23–12,2): La bondad del ser creado

I.1. Hermoso texto del libro de la Sabiduría. Hermosa reflexión y plegaria a la vez que canta la grandeza de Dios en la creación como misterio de su “sabiduría”. Lo creado tiene sentido, no solamente porque sale de las manos de Dios, sino porque es bueno y tiene un sentido positivo. Es verdad que el texto viene a culminar un repaso a la historia del pecado de Egipto que tuvo en sus manos al pueblo elegido. Dios podía haber reducido a la “nada” a ese pueblo. Pero no fue así. El autor, probablemente escribe en Alejandría y ve todavía la grandeza de ese pueblo, aunque ahora en manos helenistas.

I.2. Por eso el final de este capítulo impresiona: Dios no puede destruir nada que haya creado con su poder. Se refiere al pueblo, a la humanidad, a los hombres, a las personas. Dios, el Dios de la Sabiduría, no puede destruir a nadie para triunfar Él; aunque se le haya presentado así muchas veces. Este texto respira sabiduría religiosa y contempla cómo todo tiene un sentido y cómo de la mano de Dios también salen las oportunidades para cambiar, para ser otras personas, para emprender un camino nuevo. El mundo vive de la mano de Dios y el hombre, de cualquier raza o religión, es un canto a la dignidad que cada uno lleva en su corazón. Por eso la religión debe ser lumbrera cuando se asoma a la interioridad de la persona, porque en esa interioridad es donde habita el “espíritu”, la “sabiduría” –que sería lo mismo-, de Dios.

IIª Lectura: 2ª Tesalonicenses (1,11–2,2): La vocación cristiana no debe ser la apocalíptica

II.1. La II Tes es una carta sobre la que existen verdaderas dudas de su autenticidad paulina. Esta opinión está cada día más extendida. Son numerosas las muestras literarias e incluso el sentido pastoral de la misma. Se piensa que los discípulos de Pablo se vieron en la obligación de escribir a una comunidad que estaba pasando una verdadera crisis de identidad. Y especialmente turbada por cuestiones escatológicas sobre la venida del Hijo del hombre o del fin del mundo. Pablo había abordado el tema escatológico en su primera carta (1Tes 4,15ss), tal como la suerte de los difuntos. Esto incrementó en alguna comunidad una crisis y un deseo por fijar cuándo y cómo acabará todo.

II.2. La referencia a “revelaciones” o a un supuesto escrito de Pablo debe interpretarse con verdadero cuidado. Es verdad que es eso lo que se intenta corregir, y todavía muchos autores piensan que Pablo mismo sale al paso de una falsa interpretación de sus palabras. Sobre ello habría mucho que decir, pero no es el momento. Pablo, de alguna manera, se vio envuelto también en esa tensión escatológica de los primeros años cristianos. E incluso esperó la pronta venida del Señor. Pero él mismo tuvo que centrarse en otras cosas y poco a poco fue precisando su pensamiento sobre estas cuestiones que apasionaba a las mentes apocalípticas. Lo que a Pablo le interesaba, de verdad, es la vocación cristiana, la suya y la de todos aquellos que aceptaban al Señor como el verdadero salvador. Es eso lo que se pone de manifiesto en los versos finales de 2Tes 1, y que corresponden a nuestra lectura.

Evangelio: Lucas (19,1-10): El Reino exige un pacto de justicia

III.1. El relato de Zaqueo es otro de esos episodios de Lucas que no tiene desperdicio. Es tan logrado, a todos los niveles, que habría que leerlo varias veces y cada una de ellas nos encontraríamos con matices que podría dar para una reflexión. No es un relato histórico. simplemente porque Jesús “tenía” que pasar por allí para ir a Jerusalén. Pero el que sea en la frontera de esta ciudad milenaria es un marco digno de consideración, porque la salvación llega hasta los confines de la tierra. Se enfrentan dos personajes… pero no solamente eso. También hay gente que está a la expectativa de qué hará Jesús. Aunque Jesús parece que no hace nada más que invitarse a casa de un “pecador”, tendrá la última palabra. Con esto está dicho todo. Zaqueo es un pecador para los puritanos, para los de religión legal. Para Jesús, y sin duda para Lucas, es un “rico”. Pero ¿también de los ricos es el Reino de los cielos? He aquí la gran cuestión de este episodio. Si los ricos renuncian a ello (dando la mitad de los bienes a los pobres y haciéndose como la gran mayoría de la gente) entonces sí.

III.2. Los bienpensantes de siempre especulaban que si Jesús entraba a casa de un publican, se contaminaba, ya que los publicanos trataban con las autoridades romanas que les concedían los privilegios de recolectores de impuestos. Pero para Lucas Jesús va buscando el verdadero “pecado”: haber acumulado riquezas y poder a costa de los otros. Y es eso lo que debe cambiar Zaqueo. No tiene por qué renunciar a ser colector de impuestos, ni a tratar con los paganos, los romanos, sino a no hacerse poderoso con las riquezas injustas. El tema es muy querido para Lucas, como sabemos. Y eso, sin duda, porque en su comunidad debía ser una cuestión puesta sobre la mesa de cómo se puede ser un buen seguidor de Jesús en este mundo donde hay riquezas y todo lo que ello conlleva.

III. 3. El narrador de este episodio nos muestra su maestría literaria, pero la instancia narrativa va mucho más allá de lo que podíamos esperar. El que ponga en labios de Jesús elementos que son muy característicos de su teología centra con precisión las perspectivas globales de su obra evangélica: mostrar a Jesús como profeta y salvador. El que seleccione sus informaciones es un indicio de buen narrador; insinúa las cosas y aunque no describa la psicología teológica de la conversión de Zaqueo no significa que no haya llegado hasta el fondo de las cosas: está, justamente, en la decisión de dar la mitad a los pobres. Esto no es signo de liberalidad solamente, sino de justicia. No pretende Lucas presentar a Zaqueo simplemente como un hombre desprendido o magnánimo (porque antes del encuentro con Jesús no lo había sido), sino como un convertido a la causa del Reino. También aquí las insinuaciones se transparentan: en la casa han hablado a fondo Jesús y Zaqueo, porque que rían conocerse mutuamente. Esta es, pues, una propuesta para los ricos (no para dirigirlos espiritualmente), aunque la conversión también se apoya, y mucho, en la magnanimidad, precisamente la que no muestran los con­troladores ortodoxos de los pecadores. Es un relato de grandes iniciativas: Zaqueo que quiere conocer a Jesús; Jesús que busca a Zaqueo; Zaqueo que renuncia a ser rico (sic: porque no de otra manera se ha de entender ofrecer la mitad de los bienes a los pobres, y restituir la injusticia) y, finalmente, Jesús (y desde luego Lucas está detrás), que le muestra que ese es el camino de la salvación.

III. 4. En el texto, los ricos y los poderosos se sienten aludidos hic et nunc. Y sabemos que Lucas quiere reconciliar a gente rica y poderosa con el mensaje cristiano y con las exigencias del Reino desde algo que esté de acuerdo con la exigencia social propia de su situación. El sentido práctico de lo que pide no puede obviarse con interpretaciones o escapatorias que no lleven a una praxis determinada. Lucas lo ha dejado bien sentado en su obra: la riqueza es muy peligrosa para vivir en cristiano, por injusta, como en el caso de Zaqueo, y porque los pobres no podrán nunca salir de su condición si no cambian las situaciones sociales, o mejor dicho, si los ricos no invierten «la mitad» de sus riquezas en los pobres. Esa es la forma en que los ricos se convierten y la manera en que hacen justicia con los que no conocen ya después de haberles exaccionado. Eso significa, asimismo, que Lucas mantiene un debate crítico con los ricos: su afán de dinero (philargyría) y su codicia (pleonexía), como le sucede a los fariseos (Lc 16,14), es la causa de su pecado, no el que traten con paganos y pecadores; de ahí que su con versión está adecuada a la de un hombre rico, porque cada uno debe tener la suya, según su historia y el sentido de su vida.

III. 5. Es una propuesta a nivel de la comunidad, o de personas concretas, de la que hay que extraer consecuencias inmediatas de alcance social; a posteriori debe tener reflejo en la sociedad que nos ha tocado vivir en el mundo de hoy, como es en el caso de los pueblos del Tercer Mundo y de su deuda externa frente a los países ricos y poderosos. Lucas debe tener claro que en la comunidad cristiana no puede haber desequilibrios y que los ricos y pudientes de ben compartir sus bienes como una exigencia de conversión verdadera. Esto significa, pues, que cuando Lucas se propone describir el tiempo nuevo como un tiempo de salvación, en esta historia, esa salvación se hace efectiva para él, para aquella casa, para aquella familia o para aquella comunidad, por la praxis de la justicia como ética de verdadera solidaridad. (Fray Miguel de Burgos Núñez, O. P.).





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